La iconografía de los Reyes Magos en el arte cristiano

El culto a los Reyes Magos, aunque nunca fueron incluidos en el santoral, fue muy importante desde los primeros cristianos, similar al de los santos, con sus nombres admitidos por la Iglesia como nombres de pila, convertidos en patronos de varias ciudades, invocados por los peregrinos, con sus iniciales inscritas en las casas y en las campanas de las iglesias para mantener alejadas las tormentas, conjurados para proteger a animales y personas de demonios y fantasmas y para evitar maleficios, incendios e inundaciones.

Ciclo de los Reyes Magos en el Cenotafio de los santos Vicente, Sabina y Cristeta de la iglesia de San Vicente de Ávila, con el Viaje guiados por la estrella, la Epifanía y el Sueño de los Magos

Así, su historia se convirtió en una de las favoritas desde las primeras representaciones artísticas, desarrollada en distintas escenas formando un pequeño ciclo o como parte de los más grandes de la Infancia de Jesús o de la Vida de Cristo. El ciclo completo está formado por el Anuncio a los Magos, el Encuentro de los Magos con Herodes, la Adoración o Epifanía, la más importante y muchas veces también representada de forma individual, el Sueño de los Magos, la Furia de Herodes y el Viaje de vuelta de los Magos a Oriente.

Ciclo de los Reyes Magos dentro de otro más amplio de la Vida de Cristo en la bóveda del baptisterio de Florencia. Aparecen la Epifanía, el Sueño de los Magos y el Viaje de vuelta a Oriente

El mosaico en el arco de triunfo del ábside de la basílica de Santa Maria la Maggiore de Roma, fechado hacia el año 432, es la primera representación conocida en la religión cristiana que podría identificarse con el Ciclo de los Reyes Magos, con la escena de la Epifanía en el segundo registro a la izquierda, encima de la de la Matanza de los Inocentes, y la de los Magos ante Herodes en el tercero a la derecha. El modelo compositivo no es romano sino que procede de la cristología oriental, con los personajes sagrados representados con el boato propio de Bizancio.

Mosaicos en el arco de triunfo de la basílica de Santa Maria Maggiore de Roma donde aparecen dos escenas del ciclo, la Epifanía en el segundo registro de la izquierda y el Encuentro con Herodes en el tercero de la derecha

Dentro de los textos canónicos, el único que menciona la Adoración del Niño por unos magos es el Evangelio de san Mateo, pero como la narración es escueta en detalles, para ir confeccionando la iconografía que hoy conocemos, el arte recurrió a otros textos, tanto apócrifos como leyendas, siendo los fundamentales el Protoevangelio de Santiago de mediados del siglo II, el Evangelio de Taciano, también del siglo II, el Adversus Marcionem de Tertuliano  de comienzos del siglo III, el Evangelio Árabe de la Infancia, escrito entre los siglos V y VI, el Evangelio Armenio de la Infancia, probablemente del siglo VI, el más extenso y controvertido desde el punto de vista canónico, o el Pseudo-Mateo, fechado ha. el siglo VII. Además, a lo largo de la Edad Media, fue un asunto tratado en obras como Excerptiones patrum, collectanea et flores, de fines del siglo VII o comienzos del VIII atribuida falsamente a Beda el Venerable, de ahí que se conozca como el Pseudo-Beda, el Liber de Infantia Salvatoris escrito entre los siglos VII y IX refundiendo el Pseudo-Mateo y de gran difusión en la Europa Occidental medieval, la Leyenda Aurea de Jacobo de la Voragine del siglo XIII, las Meditationes de Vita Christi del Pseudo-Buenaventura también del siglo XIII, el Liber de trium regum corporibus Coloniam translatis de 1364 de Johannes von Heldesheim, monje carmelita alemán que dedicó los últimos años de su vida a recopilar documentos leyendas e historias sobre los Reyes Magos, o la Vita Christi de sor Isabel de Villena publicada en 1497.

El que en las representaciones se haya optado por tres personajes es un convencionalismo quizá deducido de los tres dones que le fueron entregados mencionados en el Evangelio de san Mateooro, incienso y mirra, ofrendas de gran valor económico siendo, al contrario de lo que ocurre en la actualidad, la mirra la más costosa, siete veces más valiosa que el incienso o el oro, que tenían un valor similar.

 Y cuando Jesús nació en Belén de Judea en los días del rey Herodes, he aquí, unos magos vinieron del oriente a Jerusalén, diciendo: ¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente y venimos a adorarle (…) la estrella que habían visto en el oriente iba delante de ellos, hasta que llegando, se detuvo sobre donde estaba el niño. Al ver la estrella, se regocijaron con gran alegría. Y cuando entraron en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, le adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, e incienso y mirra” (Mt. 2, 1-12)

Epifanía con la Cabalgata encima en el tímpano de la portada sur de la iglesia de santa María la Real de Aranda de Duero

El oro, metal propio de los reyes, es símbolo del tributo a la realeza de Jesús, a su calidad de rey. El incienso era esencial en los rituales religiosos y en las ofrendas a las deidades, tanto en las religiones politeístas como en el judaísmo, y es símbolo del tributo a la divinidad del Niño, su reconocimiento como Dios. En cuanto a la mirra, usada en la unción de los cadáveres y los ritos funerarios, prefiguraba la pasión y muerte de Cristo, un tributo a su condición como hombre. De esta manera los magos reconocían al Niño como rey, Dios y hombre mortal.

En la Leyenda Aurea de Jacobo de la Vorágine se dice que el oro simboliza el amor, el incienso la plegaria y la mirra la mortificación de la carne, tres presentes que significan los tres atributos de Cristo: su divinidad, su devota alma y su carne intacta e incorrupta.

Aunque en las representaciones paleocristianas pueden aparecer dos o cuatro y la iglesia siria y armenia quiso imponer a doce, como las tribus de Israel o los apóstoles, en los Sermones para la Epifanía del papa León I el Grande a mediados del siglo V ya se declara que fueron tres, igual que en el Evangelio Árabe de la Infancia:

(…) tres reyes, hijos de los reyes de Persia, tomaron, como por una disposición misteriosa, uno tres libras de oro, otro tres libras de incienso y el tercero tres libras de mirra. Y se revistieron de sus ornamentos preciosos, poniéndose la tiara en la cabeza, y portando su tesoro en las manos”.

Fue un convencionalismo tempranamente fijado y reforzado en el siglo XI cuando los monjes de san Eustorgio de Milán, buscando promover las peregrinaciones a su monasterio, afirmaron que ellos custodiaban sus tres cuerpos, que según leyenda habían llegado a la ciudad en el siglo V a manos del propio obispo Eustorgio después de que santa Elena, madre del emperador Constantino, los llevara a Constantinopla desde Saba, donde habrían muerto. Pero esta fuente de riqueza para la ciudad duró poco porque en 1164, cuando Federico Barbarroja invadió el Milanesado, Reinaldo de Dazzel, gran canciller del emperador, se apoderó de las reliquias y las trasladó a Colonia, ciudad donde era arzobispo, construyendo una nueva catedral que se conformó como gran relicario puesto bajo la advocación de los Reyes Magos, que también pasaron a ser patronos de la ciudad. En el siglo XIII los restos fueron depositados en el relicario de plata sobredorada donde todavía permanecen.

Relicario de los Reyes Magos en el altar de la catedral de Colonia (1)

Mateo también afirma que procedían de Oriente, que se asocia con Persia, y que eran “magos”, que es como se denominaba a los sacerdotes de Zoroastro, personas que se dedicaban a la astronomía y a la astrología, que interpretaban los sueños y estudiaban los enigmas cósmicos además de cumplir sus funciones religiosas, justificando así por qué fueron capaces de ver las señales del cielo que indicaban que había nacido alguien muy especial.

Pero el término “mago” pronto empezó a tener connotaciones peyorativas al asociarse con la brujería y el trato con los demonios, y en el Adversus Marcionem de Tertuliano en el siglo III ya se les considera “reyes” basándose en Isaías cuando dice Las naciones caminarán hacia tu luz y los reyes hacia la claridad de tu amanecer", en un salmo en el que se afirma “A causa de tu Templo, que está en Jerusalén, los reyes te presentarán tributo”, o en otro en el que se dice “Los reyes de Tarsís y las islas traerán tributo. Los reyes de Sabá y de Seba pagarán impuestos; todos los reyes se postrarán ante él, le servirán todas las naciones”.

Esta nueva consideración interesó mucho a la Iglesia en un momento de reforzamiento de las monarquías europeas, asociado a la simbología de la supeditación de la corona a Roma.

Así, mientras que en época paleocristiana y prerrománica se les representaba ataviados a la moda oriental por considerarlos persas, con gorro frigio o pileus, igual que el que portaban Mitra y Zoroastro y sus sacerdotes, túnica corta y pantalones ajustados, también la indumentaria de los bárbaros que ofrecían su homenaje al emperador romano, poco a poco se fueron imponiendo los atributos regios y empiezan a lucir corona y el manto. A fines de la Baja Edad Media la escena adquiere un carácter tan cortesano que la indumentaria es cada vez más extravagante y sofisticada.

Epifanía en Santa Maria Maggiore de Roma. Fechada en el primer tercio del siglo V, muestra a un Niño con toga y no es un bebé, entronizado en el centro y flanqueado por cuatro ángeles entre los que se sitúa la estrella. A su derecha está María ataviada como una emperatriz bizantina, enjoyada y vestida con una suntuosa vestimenta de la corte, y a su izquierda aparece la figura alegórica  de la Divina Sabiduría. La representación del Niño solo es excepcional  y lo normal es que aparezca sentado en el regazo de su madre. En cuanto a los Magos, dos están a la izquierda del Niño y otro a su derecha, los tres de pie, vestidos con lujosos trajes y gorros frigios y con los dones en grandes platos

Adoración de los Magos de Gentile da Fabriano, fechada en 1423 y conservada en la Galleria degli Uffizi. Presenta una versión occidental de los reyes, vestidos a la manera europea, con tez clara pero con tres edades distintas. Melchor está postrado ante el Niño y se ha quitado la corona en señal de respeto, Gaspar está iniciando el gesto y Baltasar permanece de pie. Por detrás se ve un gran cortejo con personas a pie y otras a caballo aproximándose al portal para rendir honores al Mesías.

Detalle de la riqueza de las vestiduras de Gaspar y Baltasar, portando ricos recipientes en los que llevan las ofrendas

Los nombres de Melchor, Gaspar y Baltasar aparecen por primera vez en el siglo VI en el Evangelio Armenio de la Infancia:

El primero era Melkon, rey de los persas; el segundo, Gaspar, rey de los indios; y el tercero, Baltasar, rey de los árabes”.

En el Pseudo-Beda ya los describe con sus nombres, sus ofrendas y su significado y se menciona el color oscuro de la piel de Baltasar:

“El primero de los magos fue Melchor, un anciano de largos cabellos y cumplidas barbas...quien ofreció el oro, símbolo de la realeza divina. El segundo, llamado Gaspar, joven imberbe de piel encendida, honró a Jesús presentándole el incienso, ofrenda que manifestaba su divinidad. El tercero, llamado Baltasar, de piel oscura (fuscus) y con toda su barba, testimonió con la ofrenda de la mirra, que el hijo del hombre tenía que morir”.

Sus nombres terminan popularizándose a partir de su inclusión en el Liber Pontificalis del siglo IX.

Se les diferencia buscando marcar la Universalidad de la Salvación, tanto en el tiempo como en el espacio, por lo que se busca convertirlos en la representación de distintos tipos humanos y edades. Y en el siglo XIV el obispo humanista Pietro de’ Natali en su Cathalogus Sanctorum et gestorum eorum incluso se determina que tenían sesenta, cuarenta y veinte años respectivamente.

Sepulcro de don Alonso Tostado Ribera "El Tostado", de Vasco de la Zarza en el trasaltar de la catedral de Ávila

Las tres edades buscan simbolizar que Cristo viene a salvar a los hombres de todos los tiempos, y a fines de la Edad Media, para ahondar más en la idea, se convierten en representativos de las tres distintas razas conocidas en el momento, surgidas a partir de los tres descendientes de Noé: Sem, Jafet y Cam; y en correspondencia con los tres continentes conocidos: anciano europeo, asiático de mediana edad y africano joven, al que habitualmente se identifica con Baltasar.

Las primeras escenas de este tipo se encontraron con el problema de cómo representar al africano, pues el hombre medieval asociaba la raza negra con la maldad y el diablo, una raza condenada y degenerada descendiente de Cam, el hijo de Noé que se burló de su desnudez, y tampoco se habían visto negros hasta fines del siglo XV, cuando fueron traídos a Europa como esclavos por los portugueses, haciéndose muy difícil identificar a uno de aquellos esclavos con un rey, de ahí que al principio más bien se le representa como a un árabe.

Tríptico de los Reyes Magos de la colegiata de los santos Cosme y Damián de Covarrubias

De todos modos, la historia de los tres magos y los tres continentes se tambalea cuando se descubre América y se conocen más razas, y aunque hubo intentos de incluir un cuarto rey, la iconografía estaba demasiado consolidada y la idea no prosperó.

Las representaciones no suelen identificar las ofrendas. Siguiendo la costumbre oriental de no tocar los objetos sagrados ni los regalos al emperador en las representaciones bizantinas o de su influencia, los reyes las portan sin tocarlos directamente, a menudo guardadas en ricos recipientes según las modas de la orfebrería del momento. Y aunque las fuentes tampoco son precisas en cuanto a qué obsequiaron cada uno, lo habitual es que se interprete que Melchor ofreció el oro, Gaspar el incienso y Baltasar la mirra.

La primera secuencia que puede aparecer en el ciclo es el Anuncio a los Magos, momento en el que ven la estrella e interpretan que ha pasado algo importante. Habitualmente se representan subidos en una montaña. La estrella puede tener una cabecita de ángel o éste puede estar al lado, guiándoles. También puede aparecer el Niño Jesús anunciándoles su propio nacimiento. En el Liber de infantia Salvatoris se dice que la estrella significa que la estirpe de Dios reinará en la claridad del día.

Detalle del Políptico de la Navidad de Rogier van der Weyden en el Metropolitan de Nueva York en el que aparecen los Magos viendo la estrella con un Niñito Jesús anunciándoles su propio nacimiento (2)

Los textos indican que estaban en lugares diferentes e iniciaron el viaje a la vez, encontrándose en un cruce de caminos por casualidad y continuando juntos a partir de ese momento. En las representaciones más antiguas es más habitual que los Magos vayan a caballo porque en Europa no se conocían los camellos. Después pueden aparecer montados en camellos o en caballos y llevar los presentes en camellos. Los caballos aluden a su condición de peregrinos.

Cabalgata de los Reyes Magos en el tímpano de la portada sur de la iglesia de Santa María la Real de Aranda de Duero

En el Evangelio de san Mateo también se dice que mientras los Magos estaban de viaje, Herodes el Grande fue informado por sus astrólogos, que habían interpretado las señales del cielo, del nacimiento del Rey de Reyes, y que como el monarca creyó que iba a destronarle decidió matar al niño. Así, cuando se enteró de que los Magos iban a visitarle les convocó en su palacio y les pidió que cuando supieran dónde había tenido lugar el nacimiento le informaran de ello para que también él pudiera ir a adorarle. Esta escena del Encuentro de los Magos con Herodes también puede aparecer en el ciclo.

Cabalgata de los Reyes Magos y Encuentro con Herodes en el sepulcro de "El Tostado" de Vasco de la Zarza en el trasaltar de la catedral de Ávila

La siguiente escena es la Adoración de los Magos o Epifanía, la más importante del ciclo por ser una de las cuatro Teofanías o manifestaciones de Cristo como hijo de Dios eligiendo a unos gentiles para indicar la universalidad de su mensaje salvífico -junto a la Adoración de los pastores, el Bautismo y las Bodas de Caná, donde Cristo hace el primer milagro-, muy representada de forma individual porque supone el reconocimiento del Mesías como redentor de toda la Humanidad por todos los hombres. En la Leyenda Dorada Jacobo de la Vorágine dice que las cuatro tuvieron lugar un 6 de enero, pero en la actualidad la Iglesia Católica Romana sólo celebra en ese día la Adoración de los Magos y el Bautismo de Cristo.

Al principio el asunto se reduce a los tres reyes de pie ante María y el Niño, sin que aparezca san José. No se sabe dónde es la escena, no hay referencia espacial ni temporal. Además, y siguiendo el Evangelio del Pseudo Mateo, que dice que el acontecimiento tuvo lugar dos años después del nacimiento, un dato que coincide con el Edicto de Herodes mandando matar a todos los niños menores de dos años, el Niño es un poco mayorcito.

Después de transcurridos dos años, vinieron a Jerusalén unos magos procedentes del Oriente, trayendo consigo grandes dones”.

Mosaico con la Epifanía en la basílica de San Apolinar el Nuevo en Rávena. San José no está presente en la escena (3)

Epifanía en el Cenotafio de los santos Vicente, Sabina y Cristeta de la iglesia de san Vicente de Ávila. San José aparece pero en una actitud ajena a la escena, sentado y con la cabeza apoyada en su mano izquierda, un gesto que busca indicar sus sus dudas sobre su paternidad

Pero la representación va evolucionando y la visita termina coincidiendo con el propio nacimiento, aunque al Niño se le sigue representando más crecido. San José aparece pero en un papel secundario. Puede estar de pie o sentado apoyándose en su bastón. Su alejamiento de la Virgen y el Niño, incluso dándoles la espalda, simboliza que él no es el verdadero padre.

La presencia de ángeles busca enfatizar la divinidad del Niño. Otros elementos que pueden aparecer en la escena son los donantes de la obra, santos normalmente vinculados a estos últimos o al lugar en el que va a exponerse el cuadro, el buey y el asno, también presentes en la Natividad y que buscan enlazar con las profecías de Isaías cuando dice “El buey conoció a su amo, y el asno el pesebre de su señor”, el cortejo de los reyes, que puede ser desde un único paje hasta grandes comitivas…

Epifanía en el trascoro de la catedral de Ávila de Juan Rodríguez y Lucas Giraldo de mediados del siglo XVI, San José está presente pero algo ausente, en un lado apoyado en su bastón. Detrás asoman el buey y el asno, en una mezcla iconográfica con la escena de la Natividad

La actitud normal del Niño es la de bendecir sentado en el regazo de la Virgen, a menudo entronizada, aunque en obras a partir del siglo XIV puede mostrar una actitud más infantil con sentido narrativo. Los reyes adoran al Niño. En el ámbito bizantino el primer rey suele hacer una prosquinesis poniéndose de rodillas o tumbándose en el suelo, reverencia oriental que aún se conserva en la oración musulmana. En occidente esta postura no tuvo éxito y se hace una genuflexión, con una rodilla en tierra, postura tomada de la posición de respeto de los vasallos a sus señores.

Epifanía en el retablo mayor de la colegiata de san Antolín en Medina del Campo, donde el primer rey, más que arrodillado, parece estar haciendo una prosquinesis de tradición bizantina, y el niño tiene una postura más natural, con las piernas cruzadas

Epifanía en una pintura mural procedente del monasterio de santa Clara de Toro, hoy en la iglesia de san Sebastián de la misma ciudad. Los reyes representan las tres edades, señalan la estrella que los ha guiado hasta Belén y portan las ofrendas en lujosos recipientes. El primero está con una rodilla en tierra, postura propia del vasallaje medieval

A finales del siglo XIII y basándose en las Meditaciones de Vita Christi del Pseudo-Buenaventura, el primer rey puede que bese el pie del Niño:

“Entonces besaron los pies del niño Jesús, con reverencia y devoción”.

Adoración de los Magos de Alberto Durero en los Uffizi. Los recipientes son valiosas piezas de orfebrería y el niño parece querer jugar con uno de ellos

También fueron de gran importancia para la iconografía los autos y obras teatrales representadas en toda Europa durante la Edad Media, pues incorporaban detalles y actitudes después reflejadas en el arte. En este sentido, la Biblioteca Nacional de Madrid conserva, procedente de la Biblioteca del cabildo de la catedral de Toledo, el Auto de los Reyes Magos, fechado en el siglo XII pero que recoge tradiciones anteriores que incluyen, por ejemplo, la entrega de presentes como muestra de la condición divina del recién nacido.

Tímpano de la Portada del Reloj de la catedral de Toledo, de ha. 1300. En el registro inferior aparecen, a la derecha, cuatro escenas del ciclo, quizá vinculadas al Auto de los Reyes Magos que se representaba en al catedral y a la misa de Epifanía

Ciclo de los Reyes Magos en el timpano de la Portada del Reloj de la catedral de Toledo con el Encuentro con Herodes, el Viaje de los Reyes Magos siguiendo la estrellala Epifanía y el Sueño de los Reyes Magos

Adoración de los Magos de Ghirlandaio fechada en 1487 y conservada en los Uffizi

Una vez que han adorado al niño emprenden el camino de vuelta y cuando están durmiendo se les aparece un ángel que les anuncia las intenciones de Herodes. En el Sueño de los Reyes éstos siempre aparecen acostados en la misma cama y con la corona puesta.

Sueño de los Magos en el Cenotafio de los santos Vicente, Sabina y Cristeta en la iglesia de san Vicente  de Ávila

El ciclo puede completarse con la Furia de Herodes y con Los Magos volviendo a Oriente en barco.

Los Magos volviendo a Oriente en barco en la bóveda del baptisterio de Florencia

Imágenes ajenas:


Fuentes:

GRAU-DIECKMANN, P., “Una iconografía polémica: Los Magos de Oriente”. Mirabilia Journal, Diciembre 2002, pp. 102-123.
RODRÍGUEZ PEINADO, L., “La Epifanía”. Revista Digital de Iconografía Medieval, vol. IV, nº 8, 2012, pp. 27-44.

Comentarios

nacho san marcos ha dicho que…
Muy buen trabajo Sira, como siempre. Tengo ganas de ver en Rávena, el mosaico de San Apolinar. También me parece impresionante el Relicario de Colonia. En cuanto a la historia de los "magi", me interesa sobre todo su fase aqueménida referida al fuego de Zoroastro. La versión cristiana se ha enriquecido con el arte, como pasa en otros muchos pasajes bíblicos en los que el arte va conformando la historia a través de sus representaciones iconográficas , que con tanta extensión describes. Me hace gracia la imagen final del regreso en barco de los Reyes Magos a Oriente ¿por donde fueron en barco?
Unknown ha dicho que…
Genial, Sira! Siempre aprendo y disfruto leyéndote. No hace mucho estuve el los Uffizi viendo el cuadro de Ghirlandaio... Gracias!
Antonio Banús ha dicho que…
Fantástico, Sira.
Me ha encantado estetrabajo.
Un beso
Antonio
Sira Gadea ha dicho que…
Muchas gracias, Nacho. Te emplazo a ti a que nos cuentes toda la fase anterior al cristianismo. Seguro que será imborrable. En cuanto a lo del barco ahora vendría eso de "qué buena pregunta", pues no tengo ni idea de porqué les representan así. A ves si buceo más y lo averiguo. Un abrazo fuerte.
Sira Gadea ha dicho que…
Muchas gracias, Antonio. A mí también me ha gustado mucho hacerlo. Es de los que he disfrutado de verdad.
Ray ha dicho que…
Estupendo, Sira. Es un tema que me fascina y en el que empecé a profundizar hace años precisamente gracias a mi amiga Pat, quien por cierto agradecerá que la cites como fuente; y es que su imprescindible trabajo ya le ha sido plagiado en varias ocasiones, ya sabes, algo por desgracia muy frecuente.

Respecto al tema del retorno en barco, en este artículo D. José Javier Azanza López menciona a la "Leyenda Dorada" como origen de la iconografía (último párrafo); intentaré confirmarlo: http://www.unav.es/catedrapatrimonio/paginasinternas/conferencias/navidad08/reyes/

Gracias y un abrazo.
Sira Gadea ha dicho que…
Hola Ray ¡Qué alegría saber de ti! Muchas gracias por el enlace, pues aclara lo del curiosísimo viaje de vuelta en barco. En cuanto a lo de las citas, tienes toda la razón. En este mundo virtual parece que todo vale, pero no es verdad. Menos mal que algunos lo sabemos. Yo creo que, además, cada vez vamos siendo más. Yo nunca me cansaré de decirlo a todo el que me quiera oír, pues el citar las fuentes de las que nos nutrimos no solo no va en detrimento de cualquier cosa que escribamos, sino que lo revaloriza. Un abrazo muy fuerte y cariñoso, de todo corazón.
grubioperez ha dicho que…
Gran aportación Sira. Gracias.
Sira Gadea ha dicho que…
Gracias a ti, grubioperez. Un saludo.
macud ha dicho que…
Maravilloso trabajo. Muchas gracias Sira.

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