El monasterio franciscano de Santa Croce de Florencia

El monasterio franciscano de Santa Croce, abierto a una gran plaza a la que da nombre, es uno de los símbolos del prestigio de Florencia, con una iglesia conformada como una de las máximas expresiones de la arquitectura gótica italiana.

Santa Croce desde el Palazzo Vecchio

Su fundación data de comienzos del siglo XIII cuando, según la leyenda, el propio san Francisco de Asís, fra Silvestro y un grupo de seguidores decidieron establecerse en Florencia en una pequeña capilla dedicada a la Santa Cruz, de ahí la advocación posterior, ubicada en lo que en ese momento era una isla formada por dos ramales del río Arno extramuros de la ciudad, una zona sometida a frecuentes inundaciones y habitada, sobre todo, por una población desprotegida de artesanos a los que buscaron dar consuelo espiritual.

La historia oficial comienza el 14 de septiembre de 1228, fecha de una bula de Gregorio IX en la que toma bajo su protección a los franciscanos que ofician en esa iglesia de Santa Croce de Florencia.
A partir de ahí la comunidad fue creciendo gracias a su mensaje evangélico de paz, justicia, dignidad y respeto, que calaba hondo en los grupos más desfavorecidos. Así, aunque a mediados del siglo XIII se construyó un nuevo templo de tamaño considerable, de unos cincuenta por quince metros, con trazas localizadas bajo la actual iglesia tras las inundaciones de 1966, a fines de siglo debió quedarse de nuevo pequeño, por lo que en 1294, tras la gran expansión de Florencia que incorpora intramuros esa zona, se tomó la decisión de erigir uno nuevo, con trazas tradicionalmente atribuidas a Arnolfo di Cambio, dada la similitud con otras de sus obras, aunque no se hayan localizado documentos que lo confirmen.

A la muerte del arquitecto en 1302 las obras estaban avanzadas y en 1320 se sabe que ya se hacía uso de la iglesia, pero la crisis económica de la época, las frecuentes inundaciones que sufría la zona y una epidemia de peste debieron provocar el retraso de las obras, que no quedarían terminadas hasta la década de 1380, teniéndose constancia de su consagración en la Epifanía de 1443, de la mano del cardenal Bessarrione ante el papa Eugenio IV, cuya presencia en la ciudad se aprovecha para organizar la ceremonia, y ante los venerables padres y teólogos del Concilio Ecuménico de Florencia.

Vista de Florencia desde la Piazza Michelangelo con Santa Croce, iluminada, a la derecha

Las obras del convento siguieron el mismo ritmo que el de la iglesia, terminando por construirse un gran complejo con varios claustros y patios con las estancias necesarias para la vida en comunidad, además de un gran espacio de huertas, conformando uno de los mayores monasterios de la ciudad.

A fines del siglo XV Santa Croce se convierte en sede del Estudio General de la Orden, uno de los centros más prestigiosos de la cultura europea donde enseñaron ilustres teólogos, filósofos, escritores, historiadores y científicos, como fra Accursio Bonfantini, el primer comentarista de la Divina Comedia de Dante Alighieri, fra Cataldo della Casa, traductor de la obra de Petrarca, de Boccaccio y de autores clásicos como Séneca, Senofonte o Plutarco, fra Francesco della Rovere, ministro general, cardenal y después papa como Sixto IV, fra Francesco Nani, defensor del dogma de la Inmaculada Concepción, fra Luca Pacioli, gran matemático, fra Benigno Salviati, teólogo, inquisidor y defensor de Savonarola, fra Felice Peretti, después papa como Sixto V, fra Lorenzo Mangenelli, después papa como Clemente XIV…

Vista axonométrica del convento de Santa Croce de pintor anónimo fechada en 1718 (1)

En los siglos sucesivos el conjunto siguió enriqueciéndose y modificándose y hoy se considera, como lugar de descanso eterno de teólogos, humanistas, escritores o políticos desde sus inicios hasta mediados del siglo XX, el panteón de Italia, conocido con el sobrenombre de “Tempio dell'Itale glorie”, definición dada por el poeta Ugo Foscolo, fallecido en Inglaterra en 1827 pero enterrado en Santa Croce, cumpliendo con su deseo de reposar para siempre junto a los grandes personajes toscanos, en su poema Dei sepolcri:

“più beata che in un tempio accolte/ serbi l'itale glorie”.

Las desamortizaciones durante la invasión francesa obligaron a la comunidad a abandonar el convento y la iglesia se convirtió en parroquia de San José en Santa Cruz, regida por un sacerdote diocesano. Aunque cuatro años después les fue devuelto el convento a la comunidad franciscana, con la formación del Estado Italiano una nueva desamortización obligó a otro abandono y casi todos sus bienes pasaron a titularidad pública y fueron vendidos, sobre todo valiosos códigos, manuscritos y libros de la rica biblioteca de Santa Croce.

En 1900 le es devuelta a la Orden parte del complejo y se inicia una recuperación de la vida monástica. En 1933 Pío XI concede a la iglesia el rango de basílica menor y en 1946 se inaugura un Estudio Teológico para Laicos.

También desde 1900 la parte más monumental, con las estancias más representativas, comenzó a funcionar como museo, que en 1959 adoptó el nombre de Museo dell'Opera di Santa Croce, abarcando dos claustros y el refectorio principal, pero la gran inundación que asoló Florencia en 1966 causó grandes daños al conjunto, situado en la parte más baja de la ciudad, y obligó a su cierre para acometer un amplio proceso de conservación y restauración hasta su reapertura en 1975. Desde esa fecha a la actualidad, han sido abundantes las campañas de restauración a las que distintas partes del conjunto se han visto sometidas.

Santa Croce tras la inundación de 1966. El nivel al que llegó el agua está marcado en los muros (2)

La plaza en la inundación de 1966 (2)

La fachada principal se eleva sobre una escalinata. Igual que otras iglesias florentinas, estuvo inacabada, con la pietraforte a la vista, durante siglos, con unas sencillas puertas, el emblema de Cristo, añadido por san Bernardino de Siena en 1437, sobre un rosetón de casi seis metros de diámetro con una vidriera con una Deposición cuyo diseño tradicionalmente se atribuía a Lorenzo Ghiberti pero que ahora se considera obra de Giovanni dal Ponte, y un nicho con una escultura de bronce dorado de San Luis de Tolosa de Donatello que hoy está en el refectorio del convento.

Plaza de Santa Croce en la actualidad

Grabado de la plaza cuando la iglesia no tenía fachada en la celebración de un partido de calcio (2)

Detalle de la vidriera del óculo de la fachada
con un Descendimiento (3)

Se sabe que en el siglo XV, la familia Quarratesi se ofreció para financiar la obra, encargando el proyecto a Simone del Pollaiolo el Cronaca, pero éste no se materializó porque la comunidad de Santa Croce no aceptó la condición de que el emblema familiar apareciera en el centro, con lo que los Quarratesi optaron por financiar otra gran iglesia franciscana florentina, San Salvatore, al lado de San Miniato al Monte

Así, la fachada neogótica actual fue realizada a mediados del siglo XIX según trazas del arquitecto Niccolò Matas, que dijo haber tomado como referencia el antiguo proyecto de Pollaiolo, hoy perdido, e inspirándose en las de las catedrales góticas de Siena y Orvieto,

Presenta toda la superficie forrada con placas de mármoles blancos, rojos, verdes, negros y amarillos y se organiza mediante un gran cuerpo rectangular de cinco calles separadas por pilastras, otro cuerpo superior de tres con el gran rosetón en el centro y frontones triangulares de remate. La presencia de la estrella de David en el frontón central sería un homenaje al arquitecto Matas, judío que manifestó su deseo de ser enterrado en el interior de la iglesia y que finalmente fue sepultado ante la puerta central. De todos modos, en el interior de la estrella, símbolo vinculado también a la religión católica, está presente el monograma de Cristo.

Fachada occidental, con el monumento a Dante a la izquierda

Los relieves de los tímpanos de las tres portadas relatan la Leyenda de la Vera Cruz, advocación del convento, con el Hallazgo de la Vera Cruz de Tito Sarrocchi, el Triunfo de la Vera Cruz de Giovanni Duprè y la Visión de Constantino de Emilio Zocchi. Las puertas de bronce del portal central proceden del Duomo.

Detalle del cuerpo central de la fachada

Hallazgo de la Vera Cruz en el tímpano de la portada del Evangelio

Visión de Constantino en el tímpano de la portada de la Epístola

A la izquierda, sobre la escalinata, destaca el Monumento a Dante Alighieri de Ernico Pazzi realizado en conmemoración del sexto centenario de su nacimiento en 1867 y que en origen ocupó el centro de la plaza, trasladado después para poder recuperar este espacio público para la celebración del calcio storico fiorentino, un torneo que se celebra aquí desde el 17 de febrero de 1530, cuando la República florentina jugó un partido para demostrar al ejército imperial de Carlos V que el espíritu ciudadano seguía igual de fuerte tras meses de ocupación. En la actualidad tiene lugar la tercera semana de junio y enfrenta a los cuatro barrios históricos de la ciudad: San Giovanni, Santa Maria Novella, Santa Croce y Santo Spirito.

Fotografía antigua con el monumento a Dante todavía en el centro de la plaza (4)

Escultura de Dante

Plaza de Santa Croce desde la fachada de la iglesia (5)

El campanile original, sobre el ábside de la iglesia, se derrumbó en 1512, y aunque se contrató a Francesco da Sangallo para diseñar otro, la falta de fondos obligó a abandonar el proyecto nada más iniciado hasta que en el siglo XIX, por las mismas fechas en las que se decidió terminar la fachada, se erigió el que hoy contemplamos adosado a la sacristía, una obra neogótica según proyecto de Gaetano Baccani.

El campanile desde el claustro trecentista

Planta del monasterio de Santa Croce (6). Las indicaciones son mías

La iglesia tiene planta en T de tres naves y siete tramos con cubiertas de madera, característica de los templos franciscanos, crucero y nueve capillas absidiales, las laterales rectangulares, bajo el patrocinio de prestigiosas familias florentinas, que las adquieren como capillas funerarias y las enriquecen con grandes ciclos de decoración  mural, y la central poligonal y más desarrollada, todas elevadas sobre una escalinata.

Las naves están separadas por grandes pilares octogonales que soportan arcos apuntados sobre los que se sitúa una cornisa y el cuerpo de grandes ventanas que iluminan el interior, de acuerdo a las premisas franciscanas.

Nave central de la iglesia de Santa Croce

En el tercer pilar del lado de la Epístola está el púlpito de Benedetto da Maiano fechado hacia 1481. Es de base octogonal, presenta cinco paneles en bajorrelieve con  escenas de la Vida de San Francisco y en la base se ubican estatuas de las Virtudes.

Púlpito

Escena de la Muerte de san Francisco en el púlpito

El transepto estaba reservado para la comunidad, separado del cuerpo de la iglesia mediante un trascoro que fue derribado tras el Concilio de Trento durante unas restructuraciones de la iglesia para acomodarse a los nuevos usos contrarreformistas bajo el patrocinio de Cosimo I Medici y ejecutadas por Giorgio Vasari en 1566, en las que también se optó por encalar la decoración mural trecentista de las paredes e incorporar los altares laterales que hoy pueden contemplarse.

Los altares de Vasari, seis a cada lado, con columnas corintias que soportan un entablamento sobre el que se sitúa un frontón, alternando forma triangular y redonda, albergan pinturas con escenas de la Pasión de Jesucristo realizadas por distintos pintores de la época. El ciclo comienza en el último altar de la Nave de la Epístola, el más cercano a la cabecera, con la Entrada en Jerusalén del Cigoli, al que le siguen la Oración en el Huerto de Andrea de Minga, la Flagelación de Alessandro Fei, el Ecce Homo de Jacopo Coppi, la Subida al Calvario de Vasari y la Crucifixión de Santi di Tito. Continúa con el primer altar de la nave del Evangelio con la Deposición de Giovan Battista Naldini, la Resurrección, la Cena de Emaús, ambos de Santi di Tito, la Incredulidad de santo Tomás de Vasari, la Ascensión de Giovanni Stradano y Pentecostés de Vasari.

Nave de la Epístola, alternando los altares de Vasari con los monumentos funerarios

Nave del Evangelio, alternando los altares de Vasari con los monumentos funerarios

Altares con la Crucifixión de Santi di Tito y la Incredulidad de santo Tomás de Vasari

Igual que otros muchos templos, la iglesia fue acogiendo, desde su fundación, múltiples enterramientos de personajes ilustres de la sociedad florentina, pero en el siglo XIX terminó por conformarse como auténtico panteón de figuras relacionadas con el arte, la música y la cultura, algunas incluso trasladadas desde sus emplazamientos originales. También se realizó una gran tumba para Dante Alighieri, pero la ciudad de Rávena se negó a ceder los restos del insigne poeta muerto en el exilio. Los enterramientos están repartidos por el pavimento, con más de doscientas setenta cinco lápidas, y las paredes, aunque con las restauraciones realizadas después de la gran inundación de 1966 se optó por trasladar la mayor parte de las pertenecientes a la aristocracia del siglo XIX a un pasillo bajo la crujía norte, adosada a la nave de la Epístola de la iglesia, del gran claustro trecentista.

Acumulación de lápidas en la cabecera, la zona considerada más sagrada

Además, en la contrafachada y en los muros de las naves laterales, alternando con los altares de Vasari, se disponen monumentos funerarios parietales de personajes ilustres de la sociedad florentina, como la Tumba de Miguel Ángel Buonarroti, el Cenotafio de Dante, la Tumba de Galileo Galilei

Monumento funerario de Miguel Ángel

Cenotafio de Dante

Tumba de Leonardo Bruni

Monumento funerario de Galileo Galilei

En en este enlace de Los monumento funerarios de Santa Croce podéis verlos con más detenimiento.

La capilla mayor es de planta poligonal y cubierta de crucería. Su decoración, que presenta grandes y estrechos ventanales geminados con vidrieras y pintura mural, fue financiada por Jacopo degli Alberti y diseñada en 1380 por Agnolo Gaddi, discípulo de su padre, Taddeo, a su vez discípulo de Giotto.


Capilla mayor de Santa Croce

Las pinturas de los testeros laterales, conforman el primer ciclo a gran escala en Italia que combina el Descubrimiento de la Veracruz y la Exaltación de la misma, un asunto tradicionalmente franciscano, de ahí que después también lo veamos desarrollado en otras de sus iglesias, como en la capella Bacci de la basílica de San Francesco de Arezzo, en la cappella della Croce di Giorno en la iglesia de San Francesco de Volterra, de Cenni di Francesco, o en la cappella di Sant’Elena en la iglesia de San Esteban de Empoli, de Masolino. De hecho, la visión de Cristo en la cruz que Francisco de Asís tuvo al final de su vida, cuando le otorga los estigmas, la primera vez que sucede en la historia del cristianismo, supuso la culminación de su vida religiosa.

El Crucificado es del Maestro di Figline, aunque el realizado para la capilla fue el de Cimabue que hoy está en la sacristía, y el políptico es fruto de una recomposición, con una Madonna central de Niccolò Gerini rodeada de los Doctores de la iglesia de Giovanni del Biondo y de otro pintor desconocido, pues el políptico original, obra de Ugolino di Nerio, se perdió.

Testero de la Epístola de la capilla mayor con el Descubrimiento de la Vera Cruz

Testero del Evangelio de la capilla mayor con la Exaltación de la Vera Cruz

(La importancia histórica y la belleza de esta capilla mayor merecen un artículo monográfico que publicaré en breve).

Las capillas laterales abiertas al crucero, cinco a cada lado del altar mayor y otras dos más en cada extremo, adquiridas por prestigiosas familias florentinas como ámbitos funerarios, conforman un conjunto excepcional de pintura florentina trecentista, algunas ejecutadas por la propia mano de Giotto, como la Bardi y la Peruzzi, por sus discípulos, como Taddeo Gaddi y su hijo Agnolo, o por Jacopo del Casentino, un seguidor de Cimabue.

Capillas absidiales del crucero de la Epístola

Capillas absidiales del crucero del Evangelio

Muro del Evangelio de la Cappella Bardi, con pinturas de Giotto

Muro de la Epístola de la Cappella Peruzzi, con pinturas de Giotto

Políptico de la Cappella Velluti con Virgen con Niño flanqueada por santos de Giovanni del
Blondo con predella de Neri di Bicci

Transepto de la Epístola con la Cappella Baroncelli, decorada por Taddeo Gaddi y la portada
de acceso al corredor de la sacristía y la Capella Medici a la iquierda

Los ciclos pictóricos en todas estas capillas de lacabecera de Santa Croce conforman un conjunto excepcional que bien merece un artículo aparte (abrid este enlace).

En el transepto de la Epístola hay una portada diseñada por Michelozzo que da paso a un corredor que conduce a la sacristía y a la Cappella Medici y donde hoy se exponen algunos polípticos.

Portada de acceso al corredor de la sacristía y la Cappella Medici (4)

Corredor de la Cappella Medici

La sacristía data de mediados del siglo XIV y también se utilizó como sala capitular, construida con el patrocinio de la familia Peruzzi. Es de planta cuadrada, con cajonería de intarsia de Michele di Giovanni da Fiesole del siglo XVI y armarios relicarios y decoración mural con escenas de de la Pasión y Gloria de Cristo atribuidas a importantes pintores de la Escuela de Giotto, con la Ascensión y la Resurrección de Niccolò Gerini, la Crucifixión de Taddeo Gaddi y Camino del Calvario de Spinello Aretino.

Sacristía, con la Cappella Rinucini a la izquierda

Escenas de la Pasión y Gloria de Jesucristo en el testero sur de la sacristía

Camino del Calvario de Spinello Aretino

Crucifixión de Taddeo Gaddi

Resurrección de Niccolò Gerini

En la actualidad se expone en la sacristía el Crucificado de Cimabue que estaba en el altar mayor de la iglesia, una obra pictórica de 1275-1285 esencial para entender la transición del románico al gótico que fue muy dañada en la inundación de 1966, convirtiéndose en símbolo de la destrucción que causó en la ciudad, pues a pesar de la restauración a la que fue sometida, el sesenta por ciento de su superficie pictórica no ha podido recuperarse.

Recuperación del Crucificado de Cimabue tras la inundación de 1966 (2)

Estado en el que se encontró el Crucificado de Cimabue (2)

Crucificado de Cimabue en la actualidad

En su testero este abre, separada por una reja de hierro, la Cappella Rinucini, decorada con pinturas de la década de 1360 con la Historia de la Virgen y la Historia de María Magdalena realizadas por Giovanni da Milano, Spinello Aretino y Matteo di Pacino, escenas que toman como referencia los ciclos de la Cappella Baroncelli de Taddeo Gaddi en la propia Santa Croce y la Cappella della Madalenna en la iglesia inferior de San Francisco de Asís del círculo de Giotto.

Cubierta de la Cappella Rinucini (4)

Testero del Evangelio de la Cappella Rinucini con escenas de la Vida de la Virgen

El Sueño de san Joaquín y el Abrazo ante la Puerta Dorada (4)

Testero de la Epístola de la Cappella Ranucini con escenas de la Vida de María Magdalena

Resurrección de Lázaro (4)

La Cappella Medici o del Noviciado fue un encargo de Cosimo Medici, de ahí su advocación a los santos Cosme y Damián, santos protectores de la familia, a Michelozzo en 1445, con planta rectangular cubierta con dos bóvedas de arista, ábside rectangular con cubierta de bóveda de cañon y una sencilla decoración en la que destaca un retablo de cerámica vidriada de Andrea della Robbia con la Virgen con el Niño coronada por ángeles y rodeada de santos fechado hacia 1480 y una vidriera con los santos Cosme y Damián atribuida a Alesso Baldovinetti.

Retablo cerámico de Andrea della Robbia en la Cappella Medici

En el muro de la Epístola está la lápida funeraria de Francesco Lombardi y en una pequeña habitación a la izquierda del ábside hay un busto de Galileo Galilei y una inscripción que recuerda que esta capilla fue su lugar de enterramiento temporal, entre 1642 y 1737, antes de su definitivo traslado al monumento funerario en la nave del Evangelio de la iglesia.

En la actualidad la capilla también acoge varias obras de Bronzino y de otros artistas contemporáneos retiradas de la iglesia en el siglo XIX.

Anástasis de Agnoli di Cosimo el Broncino de 1552

Deposición de Francesco Salvati de 1547-48

Trinidad de Ludovico Cardi el Cigoli de 1592

Adosados al lado de la Epístola de la iglesia se desarrollan dos claustros sucesivos. Primero está el más antiguo, del siglo XIV aunque con adiciones posteriores, que fue cementerio, sometido a una profunda reconstrucción entre 1964 y 1986, tras los destrozos de la inundación de 1966. En origen eran dos, uno cuadrado y otro rectangular separados por un cuerpo perpendicular a la iglesia demolido en 1869, identificables claramente por la asimetría actual de la planta.

Detalle del convento de Santa Croce en la Carta axonométrica de Florencia diseñada por Stefano
Buonsignori en 1584 en la que se ve el cuerpo perpendicular a la iglesia que separaba
el claustro trecentista en dos, demolido en 1869 (4)

En su crujía norte, adosada a la iglesia, es una galería elevada compuesta por pilares octogonales que soportan arcos de medio punto y por debajo discurre una larga y estrecha sala en la que se agruparon muchas de las tumbas del siglo XIX que estaban en la iglesia y en el claustro.

Crujía norte del claustro trecentista

Galería bajo la crujía norte del claustro trecentista con tumbas del siglo XIX

La crujía sur se amolda a la forma asimétrica del claustro. En la parte que correspondía al claustro cuadrado presenta una galería baja de arcos de medio punto y otra superior arquitrabada, y en el resto sólo tiene una galería baja de pilares octogonales, grandes arcos de medio punto y cubiertas de bóveda de arista.

En el ángulo formado por los dos tramos distintos se ubica una escultura del Padre Eterno bendiciendo de Baccio Bandinelli de 1556 realizada para el coro del Duomo.

Claustro trecentista desde la Cappella Pazzi, con la escultura del Padre Eterno de Baccio
Bandinelli a la izquierda

Las estancias de esta zona están habilitadas como museo y exponen obras de arte sacro, destacando el antiguo refectorio, un ámbito rectangular de grandes ventanales apuntados y techumbre de madera también conocido como Cenacolo di Taddeo Gaddi por estar presidido por una gran pintura mural de ese pintor fechada en 1333 a modo de gran retablo pictórico.

Refectorio grande de Santa Croce

Decoración mural del refectorio grande de Santa Croce

Muestra una Crucifixión central como árbol de la vida inspirada en el lignum vitae de San Buenaventura y cuyo antecedente más inmediato es el Árbol de la Vida de Pacino di Buonaguida, una pintura sobre tabla fechada en 1305-1310 conservada en la Galleria dell’Accademia de Florencia, aquí simplificado y sustituyendo los episodios de la Vida de Cristo por profetas y evangelistas.

Crucifixión

Árbol de la vida de Pacino de Buonaguida, 1305-10, Galleria dell'Accademia de Florencia (4)

En la base de la cruz aparecen María consolada por las santas mujeres junto a san Juan Evangelista, una mujer orante, quizá de la familia de los comitentes y santos franciscanos. A los lados de la cruz se representan las escenas de San Benito en soledad, Jesús en casa del fariseo, San Francisco recibiendo los estigmas y San Luis de Toulouse.

También tiene una Última Cena en la parte inferior centrada en el momento de la institución de la Eucaristía, con los apóstoles sentados a ambos lados de Jesús de frente al espectador y Judas de espaldas, al otro lado de la mesa. Durante el siglo XIV lo habitual es que esta escena se representara incluida en el Ciclo de la Pasión, pero en el XV comenzó a representarse de forma independiente en una pared entera, sobre todo en los refectorios de los conventos, siendo la que pinta Giotto en la cappella Scrovegni de Padua y ésta de Taddeo Gaddi los antecedentes más directos.

Detalle de la Última Cena

Otras obras destacadas expuestas en el refectorio son seis fragmentos de un fresco con un Juicio Final de Andrea Orcagna encontrados bajo el enyesado del siglo XVI en la nave de la Epístola de la iglesia, un Llanto sobre Cristo muerto fragmentado de Taddeo Gaddi, un fragmento de un fresco con los santos Juan Bautista y Francisco de un autor influido por Domenico Veneziano y Andrea del Castagno o la estatua de San Luis de Toulouse de Donatello en bronce dorado realizada para Orsanmichele, después sustituida por la Incredulidad de santo Tomás del Verrochhio y que estuvo en la fachada incompleta de Santa Croce, una de las primeras obras de bronce fundido desde la antigüedad clásica.

San Luis de Toulouse de Donatello (5)

En las otras cinco salas se exponen otras obras procedentes del convento, con algunas piezas cerámicas de Andrea della Robbia y Giovanni della Robbia, fragmentos de frescos recuperados de la decoración de la iglesia y algunos modelos en yeso de las esculturas del siglo XIX que decoran la fachada.

Retablo cerámico de los della Robbia en el museo

Al fondo del claustro, en su lado este, en paralelo a la cabecera de la iglesia, está la Cappella Pazzi, concebida como sala capitular del convento con el patrocinio de Andrea de’ Pazzi, miembro de una prestigiosa familia florentina en esa época aliada de Cosimo il Vecchio, pater patriae de los Medici, para convertirla en capilla funeraria familiar, proyectada por Filippo Brunelleschi alrededor de 1430 y terminada muchos años después de su muerte en 1446, por lo que hay dudas sobre su autoría en todas sus partes, pero que se convirtió en paradigma renacentista por la belleza de sus armónicas proporciones y su esencialidad.

Claustro trecentista con la Cappella Pazzi al fondo

Cúpula de la Cappella Pazzi

(También le dedico un artículo monográfico a esta espléndida Capella Pazzi que podéis consultar en este enlace).

El segundo claustro, fruto de una ampliación bajo el patrocinio del rico banquero Tommaso Spinelli, es de planta cuadrada con un pozo central, obra de 1453 cuyo diseño se ha atribuido tradicionalmente a Brunelleschi aunque, dado que se acabó bastantes años después de su muerte, quizá fuera obra de Bernardo Rossellino. Se organiza mediante dos alturas, con una baja con podio, columnas de pietra serena, arcos de medio punto y cubierta con bóvedas de arista y otra superior de columnas delgadas y entablamento. Las estancias en sus crujías sur y este están ocupadas por la Biblioteca Nacional Central de Florencia.

Claustro renacentista de Santa Croce


Imágenes ajenas:


Fuentes:

THOMSON, N. M., “The Franciscans and the True Cross: The Decoration of the Cappella Maggiore of Santa Croce”, Gesta, vol. 43, nº 1, 2004, pp. 61-79.

Comentarios

Anarkasis ha dicho que…
casi me da un stendalazo, juas,
Hace tanto que la visité..., pero es la que mejor recuerdo

Un saludo
Charles de Batz ha dicho que…
Lo mismo me ocurre, hace mucho tiempo que la visité -16 años exactamente-, pero la conservo fresca en la memoria, junto con una fuerte necesidad de volver... Pronto, muy pronto.

Saludos
Boro ha dicho que…
Menos mal que dosificas la entrada, hay lugares (y en Italia abundan) que parece una locura abarcarlos en algo que no sea un libro de quinientas páginas. Como siempre gracias por la visita y el recuerdo, así apetece más volver.
Un abrazo
Sira Gadea ha dicho que…
Es lo suyo, stendhalazo en toda regla, y sobre todo en Santa Croce, Anarkasis. Como bien dices, lo suyo, jajajajaja...
Sira Gadea ha dicho que…
Pues espero, Charles de Batz, que puedas cumplir pronto tu deseo de volver, aunque la ciudad que recuerdas de hace 16 años me temo que ya no existe. Creo que el turismo masivo le está haciendo muchísimo daño y ya no hay ni fechas como noviembre o febrero para poderla disfrutar con (cierta) tranquilidad. Está sobreexplotada y terminarán lamentándolo. En fin...
Sira Gadea ha dicho que…
Imposible condensar en un único artículo tanto y tanto que contar, Boro. Preferí repartirlo a que se quedara en el tintero más de la mitad. Por cierto, la segunda parte, la publiqué ayer, con los monumentos funerarios y su función de panteón. Un abrazo.

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