La Sacra Capilla del Salvador del Mundo de Úbeda. Su construcción y su estado actual

La Sacra Capilla del Salvador del Mundo de Úbeda se ubica en el eje este-oeste de axialidad longitudinal de la emblemática plaza de Juan Vázquez de Molina, uno de los conjuntos renacentistas más asombrosos de nuestro país y el recinto abierto más extenso y despejado de toda la retícula urbana en el corazón arqueológico, histórico y arquitectónico de la ciudad, el barrio del alcázar, donde a lo largo de la historia han estado una fortaleza musulmana, la mezquita mayor, la colegiata de Santa María, los grandes palacios del Renacimiento, el antiguo pósito, iglesias, conventos o la judería.

Plaza Vázquez de Molina, con el palacio del deán Ortega a la izquierda y la Sacra Capilla del Salvador de frente

Como capilla funeraria de don Francisco de los Cobos y su esposa, doña María de Mendoza y Sarmiento, es un edificio excepcional por su carácter exento y privado, una de las obras más importantes del Renacimiento y uno de los mayores logros a los que podía aspirar un hombre del siglo XVI. Fue posible gracias al encuentro entre sus comitentes, el deán don Fernando Ortega, los arquitectos Diego de Siloe y Andrés de Vandelvira, los escultores Esteban Jamete y Alonso Berruguete, y el arquitecto, escultor, orfebre y rejero Francisco de Villalpando, que llevaron a cabo la empresa más ambiciosa de toda la arquitectura religiosa privada del siglo XVI, un templo que en su día fue símbolo de prestigio y de poder y que hoy es clave imprescindible para el conocimiento del Renacimiento español. Para conocer un poco más sobre estos personajes podéis consultar el artículo La Sacra Capilla funeraria del Salvador del Mundo de Úbeda. Introducción y personajes relevantes.

También fue el primer hito de un proceso de apropiación, en el que vemos claras analogías con otros procesos desarrollados en varias ciudades italianas del Renacimiento, por parte de Cobos y sus protegidos, como el deán Ortega o su sobrino Juan Vázquez de Molina, de terrenos de propiedad municipal para crear una plaza cerrada por edificios palaciegos en una disposición en la que el referente es la propia capilla.

Fachada occidental de la Capilla del Salvador

La primera noticia sobre el deseo de la familia Cobos de fundar una capilla funeraria bajo la advocación de la Concepción de la Virgen en Úbeda es una carta de mayo de 1525 en la que el obispo de Jaén da su consentimiento a don Diego de los Cobos para su constitución en la iglesia de Santo Tomás, en la parroquia a la que pertenecía la familia, muy cerca de la casa familiar, un proyecto modesto y ajustado a las aspiraciones de un linaje local. Así, ese mismo año don Francisco adquirió el solar de las ruinas de una antigua capilla junto al altar mayor y contrató a dos canteros locales para la realización de las obras al tiempo que gestionaba con Roma bulas, beneficios e indulgencias para la fundación.

Las obras quedarían finalizadas a comienzos de la década de 1530 y poco más se sabe de ella porque la iglesia, que estaba a espaldas de El Salvador, se fue arruinando a lo largo del siglo XIX hasta terminar desapareciendo por completo.

Pero el hecho de que el párroco de Santo Tomás se quejara continuamente de que los oficios y solemnidades celebrados en la nueva capilla impedían el desarrollo ordinario de los que tenían lugar en el propio templo y el que tanto las aspiraciones como los recursos y los anhelos de grandeza de don Francisco habían cambiado mucho, ese panteón empezó a parecerle a don Francisco no suficientemente digno para su estatus, de ahí que solo nueve años después encargara al deán de Málaga don Fernando Ortega Salido la negociación para la donación de unos terrenos del Hospital de la Hermandad de los Venerables Viejos de El Salvador, también en la parroquia de Santo Tomás, que se materializó a cambio de una pequeña cantidad económica para la hermandad, varias dotes para doncellas pobres, que la nueva fábrica tuviera un tamaño similar al de la iglesia de San Pablo sin tener en cuenta las capillas laterales y que la capilla mayor se ubicara en el lugar donde en ese momento existía un altar.

En febrero de 1535 ya obtuvo de Paulo III la bula de fundación para erigir un templo-panteón consagrado al Salvador del Mundo, al que le quedaron transferidos todos los beneficios y privilegios de la antigua capilla en Santo Tomás y con el que don Francisco pretendía superar a grandes de España como el II duque de Haro, don Pedro Fernández de Velasco y Manrique de Lara y su esposa, doña Mencía de Mendoza y Figueroa, comitentes de la Capilla de los Condestables en la catedral de Burgos, doña María Manrique de Lara, viuda de don Gonzalo Fernández de Córdoba, I duque de Sessa y Terranova y la capilla funeraria dedicada al Gran Capitán en la cabecera de la iglesia del monasterio jerónimo de Santa María de la Concepción de Granada, o el III conde de Miranda del Castañar, don Francisco de Zúñiga Avellaneda y Velasco y su capilla funeraria en el altar mayor de la iglesia del Monasterio de la Vid, también en la provincia de Burgos. E incluso superar a la propia corona y la Capilla Real de la catedral de Granada, pues en vez de acomodar un espacio en una iglesia preexistente, levantó una por sí misma, un templo-panteón exento.

Las capillas funerarias eran fundaciones que respondían a unas inquietudes concretas. Y es que durante la Baja Edad Media el cristianismo tomó conciencia de que la Parusía y el Juicio Final anunciados en el Apocalipsis de San Juan no iban a ser inmediatos, formándose la idea de un juicio individual justo después de la muerte que dio origen al concepto de Purgatorio, un lugar intermedio antes de alcanzar el Paraíso al que los purgantes podrían llegar dependiendo de las misas, oraciones y buenas obras que los vivos ofrecieran por ellos después de su muerte.

Pintura mural en el Duomo de Florencia de Domenico di Michelino fechada en 1465 de una recreación del Purgatorio a partir de la descripción de Dante en la Divina Comedia

Así, a partir del siglo XIV, en un periodo de constante preocupación por la salvación del alma, comienzan a fundarse infinidad de capellanías privadas en monasterios, catedrales y parroquias en las que celebrar misas por las almas de sus comitentes.

Pero con la introducción del Humanismo, a estos fines religiosos, las fundaciones también empezaron a querer mostrar el poder y el prestigio de los difuntos en vida, y quizá sea la Capilla de los Condestables el primer ejemplo nobiliario en este sentido, conformada como una demostración de poder y de una nueva forma de enfrentarse a la muerte que implicaba un profundo cambio de mentalidad, pues a los valores netamente cristianos de salvación de las almas, el proyecto añadió el profundo deseo de que su recuerdo perdurara a través de los tiempos mediante una construcción arquitectónica, dentro de la idea humanista que defendía que por encima de sus hazañas, los grandes hombres serían recordados por sus empresas constructivas, una inmortalidad también laica, la pervivencia de la casa y el linaje.

Después de la compra de otros terrenos particulares necesarios, la Sacra Capilla de El Salvador comenzó a levantarse en 1536 según trazas de Diego de Siloe, ya maestro mayor de obras de la catedral de Granada, y ejecución de los canteros Alonso Ruiz, que ya había trabajado para los Cobos en la capilla de la Concepción, y Andrés de Vandelvira, todo bajo la supervisión del deán Fernando Ortega.

Pero las dudas de don Francisco sobre la viabilidad del proyecto hicieron que en 1539 las obras quedaran suspendidas, quizá porque sopesó construir su panteón en la villa de Sabiote, que recientemente había adquirido, y porque no estaría satisfecho con la labor de Siloe, que no las visitaba lo suficiente porque estaba demasiado ocupado como maestro mayor de obras catedralicias, aunque este hecho ya era conocido por el fundador cuando le encargó la labor en su capilla.

El caso es que en 1540 Andrés de Vandelvira firmó un nuevo contrato con cambios en el proyecto siloesco que afectaron a la sacristía, que se amplió considerablemente, y las portadas, añadiéndose otra lateral, pues en el proyecto inicial solo había una, y las obras se reanudaron, todo ello bajo la supervisión de Luis de Vega.

Al tiempo que iban avanzando las obras se fueron comprando las reliquias, el ajuar y los muebles necesarios para la dotación de la capilla. Se sabe que don Diego López de Ayala, canónigo de la catedral de Toledo, encargó en 1541 en esa ciudad, como apoderado de Cobos, varias piezas al platero Francisco Martínez de San Román. También destacó un importante conjunto de tablas de primitivos flamencos, cuatro cabezas relicarios de vírgenes mártires, La Piedad encargada por Ferrante Gonzaga a Sebastiano del Piombo para regalársela a don Francisco, el San Juan Bautista niño de Miguel Ángel que según Argote de Molina le regalo al fundador el Senado veneciano o la Magdalena Penitente de Giovanni Antonio Bazzi que don Álvaro de Mendoza, obispo de Ávila, regaló a su hermana, doña María de Mendoza.

A mediados de la década de 1540 don Francisco enfermó y a comienzos de 1547 salió de Madrid para dirigirse a Úbeda pensando en que un cambio de aires le ayudaría a recuperarse, pero el 10 de mayo de 1547 murió y fue enterrado provisionalmente en su primer proyecto funerario, la Capilla de la Concepción de Santo Tomás. Doña María de Mendoza, treinta años más joven que su esposo, todavía vivió cuatro décadas y se preocupó de concluir la fábrica de la Sacra Capilla.

En 1544 se habían redactado los estatutos fundacionales, en los que quedaron establecidos los deberes del capellán, acólitos, sacristán, coro, organista… se especificaron los ternos que debían utilizarse en cada celebración importante, la renta anual asignada y otros muchos detalles sobre el funcionamiento de la Sacra Capilla y la organización con gran lujo y suntuosidad de todos los actos que allí se desarrollasen. Como ejemplo, se establece que los capellanes debían entonar los cánticos en las horas canónicas

“por la misma orden e manera que se dize e canta en la capilla Real de los Católicos Reyes de Granada”.

Los estatutos también establecieron que los miembros del linaje pudieran ser enterrados en la capilla mayor y que también lo pudiera hacer el deán Fernando Ortega en agradecimiento a los servicios prestados, pero sin que se colocaran sepulcros en la rotonda, que quedaba reservada para el fundador y su esposa.

Finalmente el panteón fue consagrado en 1559.

El amueblamiento interior continuó y en 1561 el maestro entallador Blas de Briño entregó la sillería del coro alto, en 1568 doña María formó la capilla musical y poco después se encargó un órgano a Diego de Sanforte que fue entregado en 1583.

El proyecto global ubetense incluía, además del panteón, palacio, convento y universidad, pero a la muerte de don Francisco quedó reducido por resultar demasiado ambicioso para los nuevos tiempos, todo ello a pesar de los esfuerzos de su viuda por cumplir los deseos de su esposo.

El palacio sí se había materializado. Don Francisco de los Cobos tuvo dos suntuosos palacios, ambos encargados al arquitecto del emperador Luis de Vega, uno en Valladolid, que posteriormente se convirtió en Palacio Real, y otro el de Úbeda, que conocemos por un gran plano conservado en el Archivo de Simancas y que en 1601 don Francisco de los Cobos y Luna, nieto del fundador, afirmó que era incluso mejor que el de Valladolid. Fue fruto de la ampliación de las antiguas casas de los Cobos en la parroquia de Santo Tomás a partir de 1531 y comunicaba interiormente con la Sacra Capilla, pero quedó destruido en un incendio en el siglo XIX, conservándose la fachada y una fuente renacentista traída de Italia que estuvo originalmente en uno de sus patios y que hoy se ubica en la Plaza Vázquez de Molina. A partir de 1986 el ayuntamiento, a través de una escuela taller y tras la cesión gratuita a la ciudad del inmueble por la Casa de Medinaceli, también propietaria de la Sacra Capilla, estuvo realizando obras de reconstrucción para convertirlo en sede de la UNED en Úbeda, pero en el año 2000 la Casa Ducal impugnó ante los tribunales el convenio por no estar de acuerdo con las obras que se estaban realizando y en 2010 el Tribunal Constitucional confirmó el fallo del Tribunal Supremo de 2007 que establecía que la propiedad no era del consistorio sino de la Casa Ducal, por lo que el proyecto quedó inconcluso. En 2019 ambas instituciones llegaron a otro acuerdo y se retomó la idea, pero la pandemia ha paralizado de nuevo el proyecto.

El convento quedó sólo en proyecto.

En cuanto a la universidad, en 1570 doña María escribió al capellán mayor, Domingo de Ocón instándole a que la edificase, aunque siendo consciente de la imposibilidad de ejecutar todo el proyecto, en 1580 logró de Gregorio XIII la exención de esa obligación. Pero como esta decisión provocó fricciones entre el cabildo de la ciudad y la familia, al final ambas partes aceptaron que se crearan dos cátedras, una de latinidad y otra de retórica, que sabemos que en 1634 todavía existían.

Doña María falleció en 1587 en Valladolid y sus restos fueron trasladados a Úbeda para recibir sepultura junto a su marido en la cripta de la Sacra Capilla del Salvador.

La Sacra Capilla presenta planta de nave única de tres tramos cubiertos con bóvedas góticas de ligaduras que se cree que no responderían al planteamiento inicial de Siloe, que tendría previsto una cubrición renacentista, capillas entre contrafuertes y gran cabecera circular, bajo la que se sitúa la cripta de enterramiento, cubierta de cúpula casetonada. Siguiendo planteamientos humanistas del siglo XVI supone la unión de dos espacios de usos y funciones simbólicas diferentes, un círculo como ámbito funerario y un rectángulo para acoger a los fieles, separados por una reja que actúa real y simbólicamente dividiendo el templo, un cilindro perfectamente enlazado con un rectángulo por medio de un gran arco toral.

Planta de la capilla del Salvador (1)

Sección longitudinal de la Capilla del Salvador (1)

Sección transversal a la altura de la cabecera y la sacristía de la Capilla del Salvador (1)

Cubiertas de crucería con combados de la nave

La nave toma como referencia las basílicas romanas y paleocristianas y la cabecera remite a los espacios funerarios desde la antigüedad y al Panteón de Roma, además de la Cappella Caracciolo di Vico en la iglesia del convento de San Giovanni a Carbonara de Nápoles, donde hacia 1516 Diego de Siloe estuvo trabajando junto a Bartolomé Ordóñez, un ámbito de planta circular con semicolumnas pareadas flanqueando nichos y cubierto con cúpula casetonada que parece inspirarse directamente en el interior del templete de San Pietro in Montorio de Bramante.

Cappella Caracciolo di Vico (2)

En cuanto a la unificación de ambos espacios, podemos observarlo en las obras para aunar el Mausoleo de Santa Elena con la iglesia de los mártires Pedro y Marcelo en Roma en el siglo IV y en el edificio resultante de la unión de la basílica del Santo Sepulcro con la Iglesia del Gólgota en Jerusalén en el siglo XII, que es posible que se conservase hasta el siglo XVI y que Michelozzo Michelozzi y Leon Battista Alberti pudieran haber llegado a conocer, utilizando ese esquema en el siglo XV para el panteón de los Gonzaga, señores de Mantua, en la iglesia de la Annunziata de Florencia, en el que Alberti retomó el esquema general de su malogrado proyecto de capilla funeraria para Segismundo Malatesta. Muy posiblemente Siloe habría tenido en cuenta estos referentes para diseñar el impresionante espacio renacentista de la catedral de Granada, de la que era maestro de obras, trasladándolo a Úbeda en 1536 pero reduciendo las proporciones.

En la Capilla del Salvador la unión de ambas formas se consigue con un gran arco toral y mediante el ritmo alterno marcado por doce semicolumnas corintias de orden gigante sobre pedestales distribuidas, seis en la nave longitudinal y seis en la rotonda o capilla mayor, manteniendo un posible simbolismo del número doce. El orden corintio, además, adquirió en el renacimiento un significado resurreccional y triunfal.

Interior de la Capilla del Salvador

La nave cuenta con coro alto a los pies soportado por un arco de medio punto rebajado apoyado sobre los contrafuertes de la fábrica y bóveda de terceletes.

Coro alto a los pies

Entre 1556 y 1561 Blas de Briño labró una doble sillería de nogal con  medallones grutescos y molduras, sitiales con respaldos con balaustres con figuras de santos, apóstoles, los arcángeles Miguel y Gabriel y sitial del Capellán Mayor con la Encarnación de la Virgen. Aunque fue desmantelada durante la Guerra Civil ha sido restaurada en estos últimos años pero no se puede ver durante la visita al monumento.

Las capillas laterales entre las semicolumnas abren a la nave mediante arcos de medio punto y se cubren por bóvedas casetonadas. En el lado de la Epístola están la Capilla de las Ánimas de Cristo, la puerta norte y Capilla de Nuestra Señora de las Angustias, donde se conservaba una Piedad de Sebastiano del Piombo que en la actualidad está en el Museo del Prado, y en el lado del Evangelio se sitúan la Capilla de la Virgen de Belén, la puerta sur y la Capilla de la Santa Cruz o de San Gregorio.

Por encima se ubica un entablamento que también cumple la función, mediante una balaustrada, de paso que recorre todo el recinto, tanto la nave como la capilla mayor, que en las condiciones de 1536 se dice que debía servir

“de anden por donde se andara por lo alto de toda la capilla mayor en la nave de la iglesia e asy mesmo podra esto servir para musica de organos o de menestriles altos o podra para eso mesmo servir para entoldar la dicha capilla e iglesia”.

En los lunetos se abren las ventanas, tres a cada lado y una en la fachada occidental.

Detalle del andito y del cuerpo de ventanas

Sobre la puerta del lado de la Epístola se ubica un órgano que sustituyó al original en 1795, realizado por Francisco Javier Fernández de San Clemente. Saqueado durante la Guerra Civil, cuando se le sustrajeron todos los elementos metálicos y se destrozaron maderas y cueros, en 2008 fue reconstruido, se nombró organista y maestra de capilla y se empezó a formar un coro de niños seises que dieron su primer concierto en la Navidad de ese año.

Órgano

La reja es una obra esencial de la forja del siglo XVI en España. Fue encargada por don Álvaro de Mendoza, obispo de Palencia y hermano de doña María, viuda de don Francisco, a instancias de ésta, a los maestros Francisco de Villalpando y Francisco Martínez en 1555. Divide simbólica y físicamente la rotonda de la capilla mayor, conformada como panteón y espacio más sagrado, del cuerpo de la iglesia, espacio para los fieles.

Reja

Presenta dos cuerpos rematados por una crestería. El bajo aloja una puerta central de dos hojas con la inscripción “Soli Deo Honor et Gloria” y desarrolla en la parte baja un mensaje protector sobre el espacio funerario mediante cabezas de leones entre cestos frutales de los que surgen un cráneo y un querubín, elementos repetidos en distintos lugares de la iglesia en relación con la muerte y la vida.

En el arranque de los balaustres aparecen tondos por parejas que aluden a la Antigüedad a través de las efigies de Augusto y Livia, Julio César y Cleopatra, Trajano y Plotina y Alejando Magno y Rosana además de las alegorías de la Fortuna, una mujer desnuda, y la Abundancia, una mujer vestida portando un cuerno de frutos.

La crestería presenta un rico follaje entre el que aparecen otros cuatro tondos, con la Fe y la Esperanza en el lado de la Epístola y la Justicia y la Caridad en el del Evangelio, virtudes que un caballero cristiano debe poseer para alcanzar la vida eterna.

Tondos con la Fe y la Esperanza en el lado de la Epístola

Tondos con la Justicia y la Caridad en el lado del Evangelio

El remate central sobre la puerta muestra un tondo con el escudo de don Francisco y doña María rematado por una Exaltación de la Santa Cruz surgiendo de un jarrón de frutos.

Escudo sobre la puerta

Traspasando la reja, a ambos lados abren otros dos arcos de medio punto que dan paso a sendos espacios de planta cuadrada que a su vez sirven de contrarresto del gran arco toral que une la Capilla Mayor a la nave. El del lado de la Epístola, desde hace unos años convertido en Capilla del Sagrario, da acceso a la escalera que sube a la torre, y el del lado del Evangelio era la sacristía que ideó Siloe y que terminó convirtiéndose en acceso a la sacristía de Vandelvira. Por encima de los arcos se ubican las tribunas comunicadas directamente con su palacio para que los patronos pudieran presenciar los oficios. Están flanqueadas por cariátides y atlantes, obra de Esteban Jamete.

Arco de la Capilla del Sagrario en el lado de la Epístola

Arco de la antesacristía en el lado del Evangelio. Se aprecia la portada en esviaje de Vandelvira

Detalle de la tribuna

La cabecera presenta otros tres arcos de medio punto entre semicolumnas, el central más grande. Sobre las semicolumnas se ubica un entablamento, a continuación aparece el tambor con tres ventanas y dos hornacinas y una cornisa sobre la que se ubica la cúpula, compuesta por cuarterones y rematada por un óculo con una linterna.

Cabecera

Tambor y cúpula

El retablo mayor original fue realizado por Alonso de Berruguete en 1559 por encargo de doña María de Mendoza, patrona única de la capilla tras la muerte de don Francisco.

Retablo mayor

Se ubica sobre un basamento de hornacinas que en su momento albergó las esculturas de San Juan Bautista, una famosa pieza atribuida a Miguel Ángel que fue prácticamente destruida durante la Guerra Civil y que hace pocos años fue reconstruida, San Roque, San Sebastián, Adán y Eva y los bustos relicarios de Santa Marta, Santa Benedictina, Santa Egidia y Santa Paulina.

Sobre el basamento se ubica la Transfiguración de Cristo en el Monte Tabor, advocación bajo la que se puso la capilla funeraria, tomando como referente el grupo con el mismo tema que el propio Berruguete realizó para el coro de la catedral de Toledo. La escena también aparece en un panel sobre el arco de entrada de la fachada occidental.

Transfiguración de Cristo en el retablo mayor

Grupo de la Transfiguración de Berruguete en el coro de la catedral de Toledo (3)

La Transfiguración fue narrada por Mateo, Marcos y Lucas. Mateo, que es el más extenso, dice que Jesús tomó a Pedro, Santiago y Juan, al que denomina “mi hermano”, los llevó a un monte y se transfiguró ante ellos, perdiendo su apariencia corporal y quedando como un espíritu. Al tiempo, se abrieron los Cielos y aparecieron Moisés y Elías. Les cubrió una nube de luz y Dios afirmó que Él era su hijo amado, mientras que los discípulos se asustaron, se taparon la cabeza y no se atrevieron a mirar. Moisés aparece representando la Ley y Elías a los Profetas, y su presencia confirmaría que Jesús era el Salvador, advocación de la capilla, anunciado en el Antiguo Testamento. Así, la Transfiguración se entiende como una teofanía de Dios pero también como una teofanía de la Trinidad, cuando se incorpora una paloma a la escena. También representa la esperanza en la resurrección de los muertos y en la vida eterna, mostrándonos la muerte como una transfiguración.

Lamentablemente el retablo fue destruido en la Guerra Civil y sólo conserva del original la figura de Cristo, de la que se tiene un dibujo preparatorio en los Uffizi, aunque modificada en el siglo XVIII, cuando se doraron las figuras.

Dibujo de Alonso Berruguete de Cristo Salvador, 1554, Uffizi (4) y Cristo Salvador del retablo mayor (5)

El retablo que hoy contemplamos en la capilla fue realizado a mediados del siglo XX por el imaginero gaditano Juan Luis Vasallo intentando aproximarse al original.

En los intercolumnios que flanquean el retablo mayor se ubican cuatro hornacinas con las esculturas de los cuatro Evangelistas realizadas por Pedro de Zayas en 1634. Por encima de las hornacinas aparecen los escudos de Cobos y Mendoza sostenidos por tenantes sedentes.

El baldaquino que cubre el retablo mayor y los retablos laterales, obras de José García de Pantaleón, son del siglo XVIII, fruto de una transformación patrocinada por las hermanas Leonor, Isabel Rosa y Baltasara Teresa de los Cobos y Luna, VIII, IX y X marquesas de Camarasa, y su sobrino segundo Domingo Gayoso de los Cobos, XI marqués de Camarasa, descendientes de don Francisco. También pertenecen a esta redecoración del siglo XVIII las pinturas al temple que cubren la iglesia, realizadas por Ginés de Navarro, un pintor local, y las esculturas de San Pedro y San Pablo, realizadas por Antonio de Medina, en las hornacinas del tambor. Además, y finalizando el siglo, se incorporaron un nuevo enlosado en la nave y el presbiterio alternando piezas de mármol blanco y negro y las gradas de acceso al altar mayor, obra de José Hermoso Martínez.

Los retablos laterales en la actualidad alojan las esculturas de la Virgen con el Niño en la Epístola y San José en el Evangelio pero en origen estuvieron dedicados a San Francisco y a Nuestra Señora de la Caridad respectivamente.

Retablo lateral de la Epístola con la Virgen y el Niño

Retablo lateral del Evangelio con San José y el Niño

En cuanto a las pinturas, sobre los retablos laterales, en las enjutas de los arcos, se distinguen las Virtudes Cardinales acompañadas por ángeles, todo ello rodeado de rocalla y racimos florales.

Alegorías de la Prudencia y la Justicia en el lado de la Epístola

Alegorías de la Fortaleza y la Templanza en el lado del Evangelio

En las jambas de los arcos aparecen escenas que desarrollan los ciclos de la Vida pública de Jesús y la Vida de la Virgen.

En cuanto a la decoración en los arcos de la Capilla del Sagrario y la antesacristía, en sus jambas se representan racimos de flores y ángeles y medallones de rocallas con ¿Quo Vadis Domine? y San Juan Nepomuceno y Santa Catalina de Siena y San Cristóbal. Bajo las tribunas se representan un santo ermitaño y Santiago Matamoros y Tobías y Melquisedec.

1. Prudencia; 2. Justicia; 3. Milagro de los panes y los peces; 4. Entrada en Jerusalén; 5. Expulsión del templo; 6, Última Cena; 7. Lavatorio; 8. Oración en el huerto; 9. Hombre anciano; 10. Cristo en el desierto; 11. Bautismo de Cristo; 12. ¿Eremita?; 13. Santiago Matamoros; 14. Quo Vadis?; 15. San Juan Nepomuceno; A. Cruz de Santiago (6)

Escenas del lado de la Epístola dedicadas a la Vida pública de Jesús (6)

1. Fortaleza; 2. Templanza; 3. Inmaculada Concepción; 4. Presentación de la Virgen en el templo; 5. Anunciación de María; 6. Nacimiento de la Virgen; 7. Desposorios; 8. Visitación, 9. Hombre joven; 10. Jesús y los niños; 11. Cristo y la Samaritana; 12. Tobías y el ángel; 13. Melquisedec; 14. Santa Catalina de Siena; 15. San Cristóbal; A. Escudo de los Mendoza; B. Escudo de San Francisco (6)

Escenas del lado del Evangelio dedicadas a la Vida de la Virgen (6)

El segundo cuerpo de la rotonda está ornamentado con rocallas, guirnaldas de flores y ángeles revoloteando.

En las enjutas de la rotonda están las escenas del Antiguo Testamento de un ángel y un santo, que se ha identificado con la Escalera de Jacob, y Dios entregando las Tablas de la Ley a Moisés.

Dios entregando las Tablas de la Ley a Moisés (6)

Ya en el tambor, entre las ventanas y las hornacinas con las esculturas de San Pedro y San Pablo aparecen los cuatro Padres de la Iglesia: San Jerónimo, San Gregorio, San Agustín y San Ambrosio.

Padres de la Iglesia (6)

En el intradós del arco toral se representan dos escenas con ángeles con filacterias donde se lee “Soli Deo” y “Honor et Gloria”, en consonancia con la inscripción de la reja.

En cuanto a los casetones de la cúpula, dispuestos en tres círculos concéntricos, muestran ángeles con racimos de flores, partituras e instrumentos musicales salvo los alineados con el retablo mayor, en los que aparece la paloma del Espíritu Santo y una cartela con el lema “Sanctus, Sanctus, Sanctus” entre querubines. La linterna está decorada con un cielo estrellado.

1. San Jerónimo; 2. San Gregorio; 3. San Agustín; 4. San Ambrosio; 5. Moisés y las tablas de la Ley; 6. ¿Jacob y la escalera celestial?; 7. Espíritu Santo; 8. Sanctus; 9. Ángeles músicos; a. Dios Padre; B. San Pedro; C. San Pablo (6)

Detalle de la decoración de los casetones de la cúpula

La nave del templo presenta policromía que busca enfatizar los elementos arquitectónicos, con columnas que combinan el verde azulado del fuste con el oro de las acanaladuras y el capitel, plintos que imitan mármoles de colores y entablamento con rocalla, ornamentación vegetal y querubines revoloteando en consonancia con la decoración de la rotonda.

Al lado de las puertas laterales, a modo de placas recortadas, hay sendas pinturas en relación a la fundación y consagración de la capilla:

“Fundaron y dotaron esta Sacra Yglesia los Yltmos. Ses. D. Francº. de los Cobos, Commendador Mayor que fue de Leon, y D. Maria de Mendoza su muger; presidiendo en la Silla de S. Pedro Pío Papa cuarto, y Reinando en España Phelipe II de este nombre”.

“Consagró esta Sacra Yglesia el Rmº. Dn. Diego Tavera de buena memoria, Obispo que fue de Iaen. Domingo 8 dias de Octubre de 1559 a. Presidiendo en la Silla de S. Pedro Pío Papa cuarto, y Reinando en España Phelipe II de este nombre”.

Leyendas conmemorativas en las puertas de la capilla (6)

Si queréis saber más sobre la impresionante Capilla del Salvador de Úbeda, éstas son el resto de entradas que le dedico en el blog:

La Sacra Capilla funeraria del Salvador del Mundo de Úbeda. Introducción y personajes relevantes

Las fachadas de la Sacra Capilla del Salvador del Mundo de Úbeda

La sacristía de la Sacra Capilla del Salvador del Mundo de Úbeda

Imágenes ajenas:

(1) https://www.academiacolecciones.com/arquitectura/introduccion.php

(2) https://www.pinterest.ru/pin/382243087113777540/

(3) https://imgur.com/SoJPKZm

(4) NAVARRETE PRIETO, B. (dir.) y ALONSO MORAL, R. (col.), I segni nel tempo. Dibujos españoles de los Uffizi, Fundación MAPFRE, Madrid, 2016

(5) http://vbedarecatada.blogspot.com/2011/04/el-renacimiento-del-escultor-alonso.html

(6) ALMANSA MORENO, J. M., “El mecenazgo del marquesado de Camarasa en el siglo XVIII. La ornamentación de la Sacra Capilla del Salvador, Úbeda”, Boletín del Instituto de Estudios Giennenses, nº 210, 2014, pp. 75-124.


Bibliografía:

ALMANSA MORENO, J. M., “El mecenazgo del marquesado de Camarasa en el siglo XVIII. La ornamentación de la Sacra Capilla del Salvador, Úbeda”, Boletín del Instituto de Estudios Giennenses, nº 210, 2014, pp. 75-124.

ALMANSA MORENO, J. M., “De yesos y pinturas. Ornamentación en la arquitectura religiosa de la comarca jiennense de la Loma (Jaén)”. En RODRÍGUEN MIRANDA, Mª del A. (coord.),  Nuevas perspectivas sobre el Barroco andaluz. Tradición, arte, ornato y símbolo, Córdoba, 2015, pp. 743-757.

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