La portada de Santa María la Real de Aranda de Duero, en Burgos
La iglesia de Santa María la Real de Aranda de Duero data del siglo XV, levantada sobre una antigua construcción románica de la que sólo se conserva la torre, y aunque en su interior alberga multitud de sorpresas, no en vano le dedico artículo propio, su imponente portada, adosada a la fachada sur del templo, atrapa la vista de todo paseante que se encuentre con ella.
Portada principal de la iglesia
Dado que en el famoso plano de la villa fechado en 1503 y conservado en el Archivo de Simancas, la iglesia ya aparece erigida pero a falta de la portada, se piensa que ésta empezaría a levantarse por esos años, quedando terminada en 1516.
Plano de la Villa de Aranda de 1503 (1)
Espléndida y monumental, la portada denota la pujanza económica que alcanzó la población tras el paso de Isabel y Fernando, todavía príncipes, en 1473, y su posterior crecimiento, convertida en punto estratégico de fricción en las luchas de poder de la nobleza, los problemas con el reino de Navarra y los conflictos sucesorios que protagonizaron el reinado de Enrique IV, una época en la que se construyen palacios y monasterios y se funda el Hospital de los Santos Reyes.
Además, su culminación coincide con el periodo en el que el cardenal Cisneros, convertido en regente del reino a la muerte de Fernando el Católico en 1516, por inhabilitación de la reina doña Juana, se instala en el cercano San Pedro Regalado de Aguilera mientras que en Aranda se congregan nobles y obispos, todos en espera del archiduque Carlos desde Flandes, destinado a ocupar los tronos vacantes de Aragón y Castilla, que incluso tras su llegada, decide establecer la corte en la propia localidad por un mes.
La portada, atribuida a Simón de Colonia y su taller y seguramente terminada por su hijo Francisco, se organiza como gran fachada retablo y es uno de los mejores ejemplos del estilo gótico-isabelino, con tanta y tan delicada decoración que da la sensación de fino encaje, de tapiz continuo en piedra.
Portada de Santa María la Real de Aranda
Cuenta con un gran arco apuntado de arquivoltas ricamente decoradas con cardinas, animales fantásticos y capillitas que albergan veintiocho santos y santas, en cuyos arranques aparecen esculpidos los cuatro Evangelistas, san Marcos, san Mateo, san Juan Evangelista y san Lucas.
Detalle de la decoración de las arquivoltas. A la derecha se identifica la representación de san Jorge
El arco conforma una especie de pórtico con cubierta de crucería que acoge un vano doble de arcos carpaneles sobre los que se sitúa un tímpano con las escenas de la Natividad y la Epifanía, en tamaño más grande, y por encima, a tamaño menor, el Anuncio a los Pastores, con una curiosa figura más, ajena al acontecimiento, y que se ha interpretado como un autorretrato de uno de los artífices, y la Cabalgata de los Reyes Magos.
Detalle de las arquivoltas, con los Evangelistas en los arranques, y del tímpano bajo la cubierta de crucería del pórtico
La escena principal es la Natividad y en la parte superior aparece el Anuncio a los pastores. A la derecha se observa una figura ajena a ambas escenas que se ha interpretado como el autorretrato de uno de los artífices
La escena principal es la Epifanía y en la parte superior aparece al Cabalgata de los Reyes Magos
En el medio aparece, bajo doselete, la escultura casi de bulto del rey David.
Detalle del Rey David y de la enigmática figura no identificada
El arco está enmarcado por dos esbeltos pináculos que sirven de soporte para una rica decoración escultórica, destacando, en su parte baja, seis figuras, tres por cada arbotante, identificadas con los apóstoles san Bartolomé, san Andrés, san Pablo, san Pedro, Santiago y San Juan, a su vez flanqueados, agrupados de tres en tres, por los cuatro Padres de la Iglesia de Occidente, los santos Agustín, Jerónimo, Gregorio Magno y Ambrosio.
Detalle de las esculturas de bulto de la parte baja de los arbotantes, con san Agustín, san Bernabé y san Andrés en primer término, y san Gregorio, un apóstol no identificado y san Juan en el otro lado; las demás figuras están ocultas en esta fotografía
En el parteluz se ubica una Virgen de la Leche y la representación escultórica se completa con otras figuras de santos, algunos de gran relevancia para la villa, como san Roque, san Lorenzo o san Antón.
Virgen de la Leche en el parteluz
El arco apuntado, enmarcado por los arbotantes, muestra por encima una especie de alfiz rematado por crestería que acoge escenas y diversos escudos heráldicos. Los relieves historiados muestran la Crucifixión en el centro flanqueada por la Subida al Calvario y la Resurrección.
Detalle de la parte superior de la portada
La Crucifixión
Subida al Calvario
La Resurrección
En cuanto a los escudos, destacan, en tamaño mayor, el de los Reyes Católicos y el de Juana I de Castilla, junto a los más pequeños de la Villa de Aranda, en los laterales, y los del obispo Alonso Enríquez, bajo cuyo episcopado de Osma se levantó la iglesia, debajo de los dos medallones historiados laterales, en las enjutas del arco. También se distinguen el yugo y las flechas.
Detalle de uno de los escudos reales
En la actualidad el templo se encuentra inmerso en un largo y costoso proceso de restauración en el que en 2001 se limpió, se consolidó y se reintegraron los colores de la portada y se sustituyó la deteriorada puerta de madera por una reproducción exacta de la original.
Dividida cada una de las hojas en cuatro cuerpos, tres cuadrangulares con dos escenas cada uno y un último de medio punto, acomodado a arco que acoge la puerta, las tablas con los relieves originales hoy se encuentran en el Museo Sacro de la iglesia de San Juan.
Vitrinas en el Museo Sacro de San Juan con los fragmentos de las puertas de Santa María. Empezando por la derecha se distinguen la Última Cena, uno de los escudos obispales, la Entrada en Jerusalén y la Oración en el Huerto
Denotan características plenamente renacentistas, realizadas en madera de nogal por Juan Beltrán a mediados del siglo XVI. Aunque en total eran catorce representaciones, están perdidas las dos del cuerpo inferior izquierdo.
Se distinguen los Cuatro Evangelistas en los segundos cuerpos; Ángeles cantores, la Imposición de la casulla a san Ildefonso, la Oración en el Huerto y el Prendimiento en los terceros; y la Entrada en Jerusalén y la Última Cena en los cuartos. En los espacios semicirculares se encuentran los escudos de los obispos de Osma don Alonso Enríquez, que encargaría la obra, y don Pedro Álvarez de Acosta, bajo cuyo mandato se culminaría.
Todo el programa iconográfico es una manifestación clara de las preocupaciones cristianas de la época. El empeño por demostrar la pureza de la Virgen se nos muestra en la zona más a la vista, y lo mismo ocurre con la Pasión de Jesucristo, que da su vida para la salvación de los hombre, la principal idea sobre la que se asienta la fe cristiana. Los Padres de la Iglesia, como guías espirituales, representan la doctrina, indicando que la labor evangélica debe fundamentarse en ideas correctas. Los Apóstoles y los Evangelistas son los encargados de propagar la palabra de Dios, de enseñar a los fieles el camino a seguir. Y todo ello acompañado de una religiosidad con una importante devoción a los santos, a los que se recurre, tanto para problemas espirituales como terrenales, y que se muestran al fiel como modelos por ser personas comunes que lograron acercarse a Cristo gracias a sus piadosos hechos.
Pero esta fachada, además, destaca por su heráldica, pues aunque es habitual encontrarnos con escudos reales en obras financiadas por la corona, lo excepcional es que aparezca el de Juana I como reina titular, de lo que puede deducirse que los escudos fueron colocados en la fachada en el transcurso de los apenas tres años entre la muerte de Felipe el Hermoso en 1506 y el encierro de la reina. Además, tampoco es frecuente encontrar escudos de la villa en una fachada religiosa, pues lo ayuntamientos no solían contar con fondos suficientes para financiar obras de tal envergadura. Y es que durante el periodo de erección de la fachada el municipio estaba atravesando por un espectacular auge económico que pudo permitirle colaborar en la obra, colocando su escudo como muestra de su importancia y hegemonía en ese momento.
Quiero terminar agradeciendo la amabilidad del párroco de Santa María de Aranda, don Andrés Vicario, que con tanto entusiasmo nos explicó su iglesia y los denodados esfuerzos con los que acomete todas las dificultades que está entrañando su restauración. Y por supuesto, a Mª Antonia Sassot, que fue quien me descubrió esta joya, gestionó los permisos necesarios para poder verla y me acompañó durante toda mi corta pero intensa estancia en Aranda de Duero.
In memoriam. Don Andrés Vicario, párroco de la iglesia de Santa María la Real de Aranda y ardiente luchador por su iglesia y el patrimonio que atesora (26 de octubre de 1947-26 de octubre de 2013).
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Nota:
(1) http://s318.photobucket.com/user/csbmps/media/plano1503.jpg.html?t=1247089738
Fuentes:
ONTORIA OQUILLAS, P., “Trascendencia del concilio arandino de 1473”, El Día/La Prensa, 11 de septiembre de 2004.
VELASCO PÉREZ, S., Aranda: memorias de mi villa y de mi parroquia, Madrid, 1925.
http://prezi.com/w1q_tvpndoxd/fachada-de-la-colegiata-de-santa-maria-de-aranda-de-duero-burgos-aprentic3/
http://es.wikipedia.org/wiki/Iglesia_de_Santa_Mar%C3%ADa_(Aranda_de_Duero)
http://www.arandadeduero.es/FOLLETO_SM_REAL.pdf
http://www.turismoburgos.org/fileadmin/recursos_ficheros/18.pdf
http://www.franciscobarga.blogspot.com.es/2012/02/aranda-de-duero-burgos-castilla-y-leon.html
http://www.lariberadelduero.com/arandanorte/santamaria/
http://misviajess.files.wordpress.com/2012/11/aranda-de-duero.pdf
Comentarios
Por supuesto, allí tomé café y chupito sentado en la terraza del bar, frente a esa filigrana en piedra, viendo una y otra vez esas benditas escenas esculpidas en piedra. Inolvidables momentos