El monasterio cisterciense femenino de
Santa María la Real
de Gradefes se encuentra en la ribera derecha del río Esla, en la localidad de
Gradefes de Rueda, a unos cuarenta kilómetros de León, una zona de gran interés
histórico y artístico por sus importantes vestigios del pasado, que van desde
castros en torno a la ciudad romana de Lancia hasta los monasterios de
Sandoval,
San Miguel de la Escalada o Eslonza.
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Ábside de la iglesia del monasterio de Santa María de Gradefes |
Aunque no ha llegado a nosotros el documento fundacional, lo que se
conserva de un
Libro Tumbo realizado
por el monje de Santa María de Sandoval fray Mateo de Vega en 1594 por orden de
la última abadesa perpetua de Gradefes, doña María Quiñones Pimentel, proporciona
alguna información sobre el origen del monasterio. Así, se establece que la
fundación habría tenido lugar en 1168 por iniciativa de
doña Teresa Petri o
Pérez una vez viuda de
don García Pérez, caballero de la corte de Alfonso
VII, Adelantado mayor del reino, ambos señores de la villa de Quintanilla del
Páramo y a los que en 1151 el propio rey les había concedido “todo el
patrimonio de realengo que el Emperador poseía en la villa de Gradefes”, muy
probablemente dando cumplimiento a un proyecto del propio matrimonio.
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El monasterio a vista de pájaro (1) |
En cuanto a la primera comunidad que lo habitó, procedía del
monasterio cisterciense de Santa María de la Caridad de Tulebras, en Navarra, el
primer monasterio femenino de una Orden con gran
prestigio en ese momento en territorio hispano, y al que Gradefes quedó adscrito como filial, con la
fundadora como su primera abadesa hasta su fallecimiento alrededor de 1187.
A sus inicios el cenobio contó con el favor de la casa real,
que lo dotó con rentas y privilegios, posibilitando que en 1181 pudiera
participar en la fundación del monasterio de santa Colomba en Zamora, al que se
trasladaron monjas de Gradefes. En 1197 Gradefes dejó de depender de Tulebras para
someterse a la jurisdicción del recién fundado monasterio de Santa María la
Real de las Huelgas de Burgos.
En 1240 participó en la fundación del monasterio de Otero de
las Dueñas de León, posible gracias a una sustanciosa donación al Císter de
doña María Nuñez de Guzmán, condesa de Villalba de la Loma y monja profesa en
Carrizo.
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Ventana de uno de los absidiolos de la girola |
En 1629, siguiendo las disposiciones adoptadas en el
Concilio de Trento en las que se determinó que era conveniente que los
monasterios femeninos estuvieran en poblaciones suficientemente habitadas o,
quizá, por necesidades de rehabilitación del edificio, la comunidad tuvo que
trasladarse a una casa provisional cedida por el ayuntamiento de Medina de
Rioseco, en Valladolid, con la promesa de que se la dotaría suficientemente
para construir en la villa un nuevo monasterio. Pero ante la penosa situación
en la que estaban, sin que el ayuntamiento cumpliera con lo prometido, en 1632
doña Isabel de Quiñones Bravo y Acuña, monja de Carrizo recién nombrada abadesa,
decidió el regreso de la comunidad a Gradefes.
Con la invasión francesa todas las monjas menos la abadesa y
una hermana lega, abandonaron de nuevo el convento, volviendo acabada la
contienda. Durante las desamortizaciones del siglo XIX perdieron muchas de sus
propiedades y la disminución de las vocaciones hizo que en 1866 la comunidad
estuviera formada sólo por dos monjas. En 1880 se le unieron las de las Huelgas
de Avilés, en 1882 las de Otero de las Dueñas y en 1999 las
monjas bernardas de Alcalá de Henares
después de que su monasterio fuera suprimido por la Santa Sede.
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Grabado de Parcerisa publicado en QUADRADO, J. Mª y PARCERISA, F. J., España, sus Monumentos y Artes. Su naturaleza e historia. Asturias y León, Barcelona, 1885. |
Durante el siglo XX se han emprendido varias campañas de
reformas que han permitido que el monasterio siguiera habitado por una
comunidad de religiosas que sigue formando parte activa de la Congregación
Cisterciense de San Bernardo. La iglesia fue declarada Monumento
Histórico-Artístico en 1924 y en 1985 el conjunto recibió la categoría de Bien
de Interés Cultural con la categoría de Monumento.
En 2001 la Consejería de Educación y Cultura de la Junta de
Castilla y León, de la que depende en la actualidad, delimitó un entorno
de protección, y en la actualidad están abiertos a la visita parte de la
iglesia, uno de sus dos claustros y parte de sus antiguas huertas.
Todo el recinto cuenta con una cerca de cal y canto con
partes en ladrillo y las construcciones se podrían dividir en tres épocas, con
la iglesia y el primitivo claustro reglar de los siglos XII-XIII, el coro del
XVII y las grandes ampliaciones del XVIII.
En la actualidad el acceso de la visita turística se
realiza a través de un
compás irregular que no se
corresponde con el histórico, en parte cercado y dentro de la clausura, que
conduce hasta un atrio que cobija una
portada
del siglo XIII abierta en el testero occidental del transepto del Evangelio,
donde tendría que estar el último tramo de la nave lateral de ese lado.
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Acceso actual |
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Alzado de la fachada norte, con el ábside y el crucero medievales a la izquierda, a continuación
el coro del siglo XVII con la espadaña y después la parte del monasterio correspondiente
al segundo claustro (2) |
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Fachada norte a mediados del siglo XX (3) |
La portada se organiza con un doble arco apuntado, el
interior con boceles desde el suelo y el exterior con decoración en zig-zag
sobre jambas, un motivo que también encontramos en Carracedo y Sandoval, todo
ello enmarcado por una moldura doble. Por encima hay un escudo y a los lados
aparecen dos ménsulas muy desgastadas sobre las que algunos autores dicen que
hubo sendos leones. Las hojas de la puerta son de madera tallada, obra del
siglo XVII con relieves de animales fantásticos y flores.
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Portada de acceso a la iglesia |
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Detalle de la talla de las puertas |
En el testero norte del transepto del Evangelio se conservan
los restos de otra puerta que debió ser la primitiva de acceso al templo, hoy
cegada y utilizada hacia el interior como lucillo de enterramiento.
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Exterior de la iglesia, con el atrio y la portada de acceso a a la derecha y el resto
de otra portada a la izquierda, en el testero del crucero |
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La entrada desde la girola |
Es probable que la primera piedra de la iglesia se colocara
el 1 de marzo de 1177, nueve años después de la fundación, aunque la comunidad
ya estaría instalada en un edificio provisional. Hay otros autores que
consideran que esa fecha es la de consagración de la iglesia, aunque no
estuviera terminada, por lo que retrasan el comienzo de las obras a fines de la
década de 1160, todo dependiendo de cómo se interprete una lápida empotrada en
el muro del transepto del Evangelio en la que se lee:
(in) ERA M CC XV / K(a)L(ENDA)S MARCH / FUNDATA E(st) (hec)
EC / (e)CL(essi)A S(an)C(t)E MARIE / DE GRADEFES AR / ABBATISTA TERESIA
(En la era 1215 (año 1177), kalanedas de marzo (1 de marzo),
fue fundada esta iglesia de Santa María de Gradefes por la abadesa Teresa)
Las obras debieron atravesar por muchas vicisitudes,
seguramente por falta de presupuesto. Así, en una primera etapa se construyó la
cabecera de la iglesia y parte del claustro, incluyendo la sala capitular. Entre
1239 y 1242 los documentos nombran a un fray Sancho, quizá monje de Sandoval,
como el que “tenía la obra…”, de ahí que algunos autores deduzcan que podría
haber actuado como maestro de obras, un dato importante porque explicaría las
similitudes decorativas de ambos monasterios. En otra campaña, ya en el siglo
XIV, se levantó un amplio transepto, con sendas ventanas ojivales
ajimezadas en los testeros norte y
sur, que preveía un cuerpo de tres naves que no se materializó, a pesar de que
la mayoría de los autores repitan uno detrás de otro que llegó a construirse
uno de los tramos de éstas, confundiendo el presbiterio con el crucero y el
crucero con un hipotético tramo de naves inexistente.
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Sección transversal de la iglesia (2) |
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Bóveda de crucería del transepto, con sendas ventanas ajimezadas en los testeros |
Así, el templo consta, simplemente, de crucero que no
sobresale en planta, gran ábside semicircular elevado sobre tres escalones y
girola con absidiolos.
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Planta del monasterio de Santa María de Gradefes (4). Las indicaciones son mías |
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Bóvedas de la iglesia (5) |
La
girola se
compone de siete tramos, los dos primeros a cada lado, cuadrados, y los otros
cinco trapezoidales, que son los que abren a los absidiolos, los tres centrales
semicirculares con reflejo hacia el exterior y otros dos más laterales que
quedan embutidos en el muro, por lo que se aprecian exteriormente. La bóveda de la girola es de crucería, con arcos fajones sobre semicolumnas y nervios
apeados en semicolumnillas adosadas en las esquinas de los pilares, la del
absidiolo central es de crucería con gruesos nervios y los dos que lo flanquean
presentan bóvedas de horno.
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Girola, con el absidiolo central al fondo |
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Bóveda de la girola |
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Uno de los absidiolos laterales |
Hacia el exterior, el absidiolo central presenta tres paños
divididos por dos semicolumnas adosadas que se prolongan hasta una cornisa con
canecillos decorados. Además, los capiteles muestran decoración figurada, con
una
Huida a Egipto, y una
Psicostasis alejados del ideal Císter, de ahí que algunos autores hayan apuntado que
los artífices podrían haber sido ajenos a la Orden.
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La zona absidial desde la huerta |
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Fachada oriental de la iglesia |
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Detalle de los canecillos del absidiolo central y de las ventanas del ábside |
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Psicostasis en uno de los dos capiteles de las semicolumnas del absidiolo central |
Esta estructura supone una excepción dentro de los edificios
cistercienses femeninos, pues aunque en España la girola con absidiolos está
presente en los monasterios de
Santa María de Moreruela en Zamora,
Santa María de Veruela en Zaragoza,
Santa María de Fitero en Navarra y
Santa María de Poblet en Tarragona,
todos ellos son masculinos, conformados como interpretaciones locales e
independientes de lo que sería su modelo, el
segundo monasterio de Claraval (Clairvaux II), y a los que habría
que unir la
catedral de Ávila, en todos estos
casos los absidiolos eran necesarios para ubicar abundantes altares por la
obligación de oficiar misas diarias a cada uno de los monjes-sacerdotes y al
creciente número de estos al inicio de la Baja Edad Media, sin que en Gradefes
hubiera esta necesidad.
El ábside tenía tres retablos barrocos que fueron
desguazados en una de las restauraciones de la primera mitad del siglo XX, uno
mayor con forma de tabernáculo, exento, dedicado a Nuestra Señora de la
Asunción, advocación bajo la que está el monasterio, y dos laterales con un
Crucificado y una
Dolorosa. El
Crucificado está ahora en la biblioteca
conventual, zona de clausura cerrada al público.
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Fotografía del ábside antes de retirar los retablos (6) |
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Crucificado de uno de los retablos laterales (3) |
En la actualidad el ábside está presidido por
Nuestra Señora de Gradefes, una talla
de madera del siglo XIII con policromía del XVI que se
alza sobre una columna. La Virgen aparece coronada y en trono sosteniendo al
Niño por el hombro con su mano izquierda y con la esfera, símbolo de la bóveda
celestial y la manzana del paraíso como nueva Eva, en la mano derecha. El Niño
está bendiciendo con la mano derecha, actuando como maestro y no como juez, y
sostiene en la izquierda un libro abierto en el que se lee:
“VERBUM CARO FACTUM
EST ET HABITAVIT IN NOVIS”
(El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros)
en una iconografía como Madre de Dios que se convierte en modelo a partir del
Concilio de Éfeso del 431, extendiéndose por occidente a partir del siglo X
convirtiéndose en canónica del Románico.
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Nuestra Señora de Gradefes en el ábside (7) |
La decoración de las impostas, molduras y capiteles, muestra
hojas y follaje planos, palmetas, flores de lis, arpías, aves picoteando
frutos, rostros caricaturescos… en una mezcla entre motivos cistercienses y
otro románicos. Además, en las claves de las bóvedas se representa un
Agnus
Dei, un centauro, San Miguel luchando contra el dragón, cruces, florones o un
escudo heráldico.
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Clave con San Miguel luchando contra el dragón (2) |
Ya en el siglo XVII se le añadió a la iglesia una nave de la
Epístola y otra central y en el testero oriental se construyó una espadaña.
Pero la nave central se convirtió en coro para la clausura, cerrado por una
verja y no visitable, decorado con una bóveda de lunetos rebajada
de cinco tramos separados por fajones cubiertos de yesería con detalles
geométricos y vegetales que enmarcan las figuras de la Inmaculada, san
Bernardo, santa Gertrudis, san Benito y el escudo del Císter. La sillería es de
nogal de comienzos del siglo XVIII con sencilla ejecución.
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Sección longitudinal de la iglesia, con la zona del coro a la izquierda (2) |
En el Museo Arqueológico Nacional se conservan tres sitiales
de la primitiva sillería románico-mudéjar, el ejemplo más antiguo de sillería
coral, del siglo XIII, conocido, comprados por el museo a un particular en 1874.
Los brazos están tallados con arquillos mixtilíneos y
ataurique, los asientos están
perdidos y los respaldos conservan restos de policromía en los que se adivinan leones, quizá en alusión a la corona de León. En el mismo museo también se exponen las figuras de la
Virgen y el Evangelista pertenecientes a un Calvario de Gradefes.
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Los sitiales y la Virgen y San Juan de Gradefes en el antiguo montaje
del Museo Arqueológico Nacional |
Se conservan algunos de los abundantes enterramientos con
los que debió contar el templo. En el transepto del Evangelio se ubica el
lucillo de don Nicolás, capellán del monasterio y canónigo de León, formado por
un arco apuntado con la Virgen con el Niño en el tímpano y sepulcro con
yacente.
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Arcosolio del capellán don Nicolás en el transepto del Evangelio |
En el segundo tramo de la girola en el lado del Evangelio se
conservan dos sepulcros con yacentes que la tradición establece que son los de
la fundadora y su esposo, el último trasladado aquí desde el monasterio de San
Benito de Sahagún, donde ambos habían dejado voluntad de recibir sepultura en
una carta de mutua donación de 1157, seguramente de forma provisional y con la
idea de reposar definitivamente en el monasterio de su fundación. De todos modos,
el
Libro Tumbo del siglo XVI
mencionado, dice que la fundadora estaba enterrada en la sala capitular.
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Sepulcros que se atribuyen a la fundadora y su esposo aunque las últimas investigaciones
los fechan, como pronto, a fines del siglo XIV |
Son sarcófagos rectangulares sin labra y con yacentes sobre
la cubierta. El yacente varón viste ropón con mangas recogidas sosteniendo una
espada con las manos y tiene un perro a los pies. La dama viste toca y manto
recogido sobre el pecho y a los pies tiene dos leoncillos o perros recostados.
La historiografía primero los dató en el siglo XII teniendo en cuenta el
fallecimiento de los personajes; después, la fecha se trasladó al siglo XIII
avanzado; y ahora, y según un estudio de la indumentaria que muestran las
esculturas, se considera que serían de fines del siglo XIV o comienzos del XV,
por lo que no serían de los fundadores, sin que se sepa a quienes
pertenecieron.
Hay constancia de que en 1916, con motivo de una visita
pastoral del obispo de León, don José Álvarez Miranda, se abrió el sepulcro
femenino y se encontró su cuerpo momificado, volviéndose a cerrar. En 1959 se abrieron
ambos sepulcros. En el del varón se encontraron restos humanos informes y en el
de la dama se observó que el cuerpo seguía momificado, aunque al contacto con
el ambiente se desintegró, pudiéndose rescatar solamente restos de su
indumentaria, entre los que se encontraban unos chapines de cuero labrado con
motivos florales en perfecto estado de conservación y muy valiosos para los
estudiosos porque es uno de los escasos ejemplos de calzado de este periodo
conservados.
En el transepto de la Epístola está la puerta de acceso al que
fue claustro reglar, un vano
adintelado enmarcado por un triple arco apuntado sobre columnas con capiteles
con motivos vegetales y volutas.
La
sala capitular
ocupa la panda este, en perpendicular al ábside de la iglesia, con una arquería
de siete vanos, el central más grande, de arcos ligeramente apuntados
adornados con cenefa dentada apoyados alternativamente sobre columnas dobles o
triples con capiteles de hojas planas y estilizadas que descansan sobre un
zócalo. En el interior se conservan dos lucillos de enterramiento de dos
abadesas del siglo XIV, uno de medio punto y otro adornado con dientes de
sierra, este último utilizado como torno para comunicar con la sacristía.
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Panda occidental, con la sala capitular a la derecha y la puerta de entrada a la iglesia al fondo |
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Interior de la sala capitular (2) |
Sobre esta primera galería baja inicial se levantó una
segunda en la que se situaron las celdas de las monjas, un corredor abierto al
patio mediante postes, zapatas y balaustres de madera al que se accede por una escalera
en el ángulo sureste y del que todavía se conserva todo el lado sur y la mitad
del este.
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Galería sur del claustro |
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Otro aspecto de la panda occidental, con la sala capitular a la izquierda
y la escalera de subida a la galería superior al fondo |
El jardín central es todavía el lugar de enterramiento de la
comunidad.
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Cementerio |
No están abiertos a las visitas turísticas ni el segundo
claustro, adosado a la panda occidental del primero, construido en el siglo
XVIII y que forma la fachada ante el antiguo compás, con una portada barroca
con el escudo de la orden, ni el pabellón del siglo XX en el que en la
actualidad viven las monjas, que también cuenta con una pequeña hospedería con
cuatro habitaciones.
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Antiguo acceso al monasterio desde el siglo XVIII, que forma parte
del cuerpo del segundo claustro (8) |
Imágenes ajenas y referencias:
(3) CALVO, A., El
Monasterio de Gradefes. Apuntes para su historia y la de algunos otros cenobios
y pueblos del concejo, León, 1944.
Fuentes:
BALADO, A. y ESCRIBANO, C., Guía del Císter en Castilla y León, Valladolid, Consejería de
Cultura y Turismo, 2010.
CALVO, A., El
Monasterio de Gradefes. Apuntes para su historia y la de algunos otros cenobios
y pueblos del concejo, León, 1944.
CASADO, C. y CEA, A., El
Monasterio de Santa María de Gradefes, León, Ediciones Lancia, 1996.
FRESNEDA GONZÁLEZ, Mª N., Atuendo, aderezo, pócimas y ungüentos femeninos en la Corona de
Castilla (siglos XIII y XIV), Tesis doctoral. Universidad Complutense de
Madrid, Facultad de Geografía e Historia, Departamento de Historia del Arte I.
2013.
FRANCO MATA, Mª A., “Arte medieval cristiano leonés en el
Museo Arqueológico Nacional”, Tierras de
León, 71, 1988, pp. 27-60.
GONZÁLEZ GARCÍA, M. A., “El arte en el Monasterio de
Gradefes”, Tierras de León, 74, 1989,
pp. 49-70.
YAÑEZ NEIRA, D., “El monasterio de Santa María la Real de
Gradefes”, Tierras de León, 74, 1989, pp. 29-48.
Comentarios
A mi me gustaría que me enterraran en el claustro de algún monasterio o iglesia principal, de Segovia a ser posible, pero Carlos III no me deja...
Hay excepciones, como la que comentas de Adolfo Suárez y la cercana de Claudio Sánchez Albornoz, también en el claustro de la catedral de Avila.
A mi me gustaría ser enterrado en claustro o capilla porque soy muy friolero y me gustaría estar a cubierto...
Mira, en el claustro de la catedral de Segovia me gustaría al lado de la tumba de Rodrigo Gil de Ontañón, nada menos.
Los Ceballos-Escalera, marqueses de Miranda de Ebro y vizcondes de Ayala, son enterrados ( o eran) en la capilla de los Herrera de la Iglesia de San Martín de Segovia. Hay un estupendo libro de dos historiadoras del arte sobre dicha capilla.
El marqués de Lozoya reposa en el convento de las Dominicas también de Segovia.
O sea, que excepciones hay, pero son de personas principales o títulos de Castilla.