Una visita al monasterio de Santa María de Montederramo, en Orense

El imponente monasterio cisterciense de Santa María de Montederramo se encuentra en la localidad de la que toma el nombre, en la comarca orensana de Terra de Caldelas, en la margen derecha del río Mao, en la ladera norte de la Sierra de San Mamede, que recibe ese nombre en honor a un monje anacoreta que vivió en un antiguo eremitorio en la zona, en plena Ribeira Sacra, un agreste territorio bañado por los ríos Miño y Sil que en la Edad Media llegó a albergar casi una treinta de monasterios.

Iglesia del monasterio de Santa María de Montederramo

Ya hemos recorrido su fascinante historia en un artículo al que podréis acceder en este enlace y ahora toca un reposado paseo por el monasterio en la actualidad.

Su fachada principal está conformada por la fachada de la iglesia y el ala norte del Claustro de la Portería formando un ángulo recto creando una amplia plaza.

Fachada principal del monasterio, con la iglesia al fondo (1)

La fachada del Claustro de la Portería está muy modificada porque al estar en manos particulares se han tapiado huecos originales y se han abierto otros nuevos para dar servicio a las viviendas y negocios que se han ido instalando en él, conservándose de la obra del siglo XVI solo los restos de una amplia puerta enmarcada por dos columnas toscanas que sostienen un friso de fajas y un tímpano curvo que estaba rematado por un frontón formado por un círculo completo cuya mitad superior sobresalía del alero a modo de peineta con un escudo real del que hoy solo se conserva la parte inferior.

Alzado norte del monasterio, con la fachada del Claustro de la Portería a la derecha (2)

Alzado oeste del monasterio (2)

Las obras de renovación de la iglesia, que debió conservar el tamaño del templo medieval, se iniciaron en 1598. Aunque en un principio la comunidad encargó las trazas a Juan de la Sierra y Gaspar Arce, la Congregación de Castilla finalmente decidió que fuera el jesuita fray Juan de Tolosa, su tracista oficial, que había trabajado en el Monasterio de San Lorenzo de El Escorial a las órdenes de Juan de Herrera y que desde 1593 se encargaba de la iglesia del Colegio de la Compañía en Monforte de Lemos. Tolosa buscó adaptar la fábrica a la corriente trentina y jesuítica que se estaba extendiendo por la península, pero como muere en 1599 y la dirección de obras corrió a cargo de Juan de la Sierra y su hermano Pedro de la Sierra, la traza sigue conceptos contrarreformistas pero se construye de acuerdo a la funcionalidad litúrgica demandada por un monasterio cisterciense, coincidentes en el interés por las estructuras desornamentadas con formas rectilíneas, rígidas y angulosas, pero divergentes en cuanto a los usos.

Se comenzó derribando todo el cuerpo de la iglesia románica, dejando el crucero y el ábside para que la comunidad pudiera seguir celebrando los oficios, que se mantuvieron en pie hasta que en 1609 se empezó a edificar una nueva cabecera que ya sigue trazas de Simón de Monasterio, autor también del claustro del Colegio de la Compañía de Monforte de Lemos y de la girola de la Catedral de Orense, con obras también ejecutadas por Juan y Pedro de la Sierra. Este cambio en el tracista se debería a que la cabecera diseñada por Tolosa no debió satisfacer plenamente al abad de Montederramo porque no se adaptaría plenamente para las funciones litúrgicas de una comunidad císter. El resultado fue un templo de gran majestuosidad por su tamaño y altura.

La fachada, en la que sí se respetaron las trazas de fray Juan de Tolosa, de ahí que siga el lenguaje manierista clasicista de este maestro, está precedida por un atrio y destaca por su pureza estructural, compuesta por tres calles, la central más alta, correspondientes a las tres naves interiores, separadas por pilastras toscanas de orden gigante. En las calles laterales se ubican dos vanos rectangulares y la central presenta una portada compuesta por vano rectangular flanqueado por dobles pilastras acanaladas con capiteles jónicos que sustentan un entablamento sobre el que se sitúa un frontón curvo con clípeo con una crátera mariana, en alusión a la advocación del templo, rematado por dobles pirámides con bolas en los extremos.

Fachada de la iglesia

Sobre el frontón se ubica una hornacina de medio punto encuadrada por pilastras que soportan un entablamento y un tímpano triangular con una pirámide y un disco sobre cada ángulo y que contiene una escultura de bulto de la Virgen de la Asunción datada a comienzos del siglo XVII. Por encima hay una ventana rectangular que ilumina el coro alto. Este cuerpo central está rematado por un frontón triangular con el escudo del monasterio en el tímpano y bolas en los ángulos y del que descienden dos aletones curvos que enlazan con las calles laterales.

Detalle de la fachada de la iglesia

El interior muestra planta de cruz latina de tres naves de cinco tramos separadas por arcos formeros de medio punto con pilastras jónicas, nave central poco más del doble de ancha que las laterales, coro alto a los pies de gran desarrollo, transepto pronunciado de dos tramos por brazo, capilla central rectangular muy profunda y cuatro capillas absidiales de testero plano practicadas en el grueso del muro y abiertas a los brazos del transepto mediante arcos de medio punto.

Pilastras jónicas

El transepto también cuenta con sendas puertas monumentales, la del Evangelio, que comunicaba con el cementerio y la de la Epístola, que da paso a otra estancia donde en la actualidad está la denominada escalera de la sacristía, que debió de proyectarse como nexo de unión entre la iglesia, el Claustro Reglar, la sala capitular y, muy posiblemente, un tercer claustro que no llegó a construirse.

Transepto del Evangelio, con las dos capillas absidiales y la puerta de salida al cementerio

Transepto de la Epístola, con las dos capillas absidiales y la puerta de la Escalera de la sacristía

En cuanto a las cubiertas, en la nave central presenta bóveda que en esencia es de arista, con arcos fajones de medio punto y lunetos, pero con arcos de crucería añadidos que, según el contrato de obras, buscaban liberar a la bóveda de la monotonía. En las laterales, sin embargo, los arcos fajones son apuntados, formando bóvedas de crucería. El transepto repite la cubierta de la nave central. El que estas bóvedas no estén realizadas “a lo romano”, tal y como establecía la traza de Tolosa, se cree que se debió a un cambio introducido por Pedro de la Sierra, que al no estar formado en el clasicismo recurriría a unas cubiertas que sí controlaba. También cambió el orden de las pilastras, pues aunque en la traza estaban diseñadas corintias finalmente se hicieron jónicas. La luz la recibe de las ventanas y los óculos alternos en los lunetos de la bóveda central y del transepto.

Bóveda de la nave central

Las trazas para la cúpula del crucero, la capilla mayor y la sacristía fueron dadas por Simón de Monasterio en 1609. El crucero se cubre con una cúpula de media naranja sin tambor sobre trompas lisas y rematada con una linterna.

Cúpula del crucero

Exterior de la cúpula del crucero

Visión general de los distintos tipos de cubiertas de la iglesia (1)

La capilla mayor es de gran profundidad e igual en altura a los brazos del transepto y la nave central, proyectada con dos tramos que se marcan en planta mediante una y cinco gradas respectivamente, dejando el altar mayor en un nivel bastante elevado para favorecer la visión del oficiante, denotando influencias de El Escorial, con los muros horadados con hornacinas. Su cubierta se diferencia del resto de la iglesia, una bóveda casetonada con lunetos.

La capilla mayor desde la nave central

Cubierta de la capilla mayor (1)

Tras el testero de la capilla mayor también se construyó una chirola, ámbito típico de los templos cistercienses de la Congregación de Castilla con acceso desde dos puertas que flanquean el altar que en Montederramo presenta planta rectangular y que se cubre con bóveda casetonada de medio cañón.

Esta construcción podía ser de planta rectangular o poligonal y contaba con un nicho o altar a la altura del expositor del retablo mayor donde se sabe que se colocaba una custodia con el Santísimo Sacramento y laterales con hornacinas con altares adornados con retablos en los costados norte y sur. En cuanto a su utilidad, se han barajado hipótesis como la de sacristía, capilla-oratorio, espacio para procesiones, capilla en la que celebraban misa los sacerdotes ajenos a la comunidad… aunque quizá la más acertada sea la de que era una capilla del Santísimo y relicario, una forma de monumentalizar este espacio al modo de las capillas sacramentales cartujanas, donde desde el siglo XV ya se empieza a disponer de una capilla-relicario para custodiar al Santísimo y cuyo primer testimonio conocido es el de la Cartuja de Las Cuevas de Sevilla. En algún caso también se sabe que fue lugar de enterramiento, uniéndose el culto al Santísimo con la espera de la resurrección alcanzada mediante la comunión con Cristo en la Eucaristía. Lamentablemente la de Montederramo no está abierta a la visita turística.

Chirolas tras el altar mayor en: a. Meira; b. Palazuelos; c. Montederramo; d. Monfero; y e. Carracedo (3)

El retablo mayor fue restaurado en 1988 y 2007 por la Dirección Xeral de Patrimonio Cultural de la Xunta de Galicia después de que desde 1958 permaneciera desmontado, ante el peligro de derrumbe de la iglesia, y arrinconado en la sacristía. Fue realizado a partir de 1666 con trazas del ensamblador Bernardo Cabrera, ejecución de su hijo Juan de Cabrera y talla del escultor Mateo de Prado, autor del coro del Monasterio de San Martino Pinario de Santiago, y está dedicado a la Virgen María, advocación del templo.

Retablo mayor

Consta de tres cuerpos de tres calles y ático que se acopla al espacio del testero y muestra una estructura de cuerpos superpuestos formando casilleros muy del gusto manierista, una estructura que pone de manifiesto la formación clasicista de Cabrera, derivada de su aprendizaje en tratados de arquitectura, aunque decantándose poco a poco por fórmulas más barrocas.

Cada nivel presenta soportes sencillos en los extremos y dobles en el enmarque de la calle central para enfatizarla, aunque distintos en cada uno de los niveles, con columnas ya salomónicas apeadas en ménsulas recurvadas de acanto en el primer cuerpo, para reforzar visualmente el sagrario eucarístico, y atlantes en los extremos, columnas de fustes terciados en el segundo y tercer cuerpo y fustes con estrías helicoidales en el ático.

En cuanto al programa iconográfico, y de acuerdo a la función pedagógica que se le atribuye al retablo, sobre todo en época postrentina, busca mostrar el mensaje de salvación del hombre y de la Virgen como corredentora. En el cuerpo bajo se ubica un destacado espacio para el sagrario, desaparecido, que está flanqueado por las escenas de la Adoración de los pastores y la Epifanía. En el segundo cuerpo se ubican una Lactación de la Virgen a san Bernardo como exaltación del fundador del Císter, flanqueada por una Flagelación y un Descendimiento de la Cruz. En el tercero aparecen una Asunción de la Virgen, patrona de los monjes bernardos, flanqueada por la Resurrección y el Bautismo de Cristo y en el ático aparece una Coronación de la Virgen, con los escudos de la Congregación del Cister y de los Austrias a los lados.

Lactación de la Virgen a san Bernardo

Asunción y Coronación de la Virgen

Bernardo Cabrera y Mateo de Prado también fueron los encargados de realizar los otros seis retablos que amueblaban la iglesia, cuatro para las capillas absidiales y dos colaterales ubicados entre los pilares que dan acceso al crucero en la nave central, dedicados, respectivamente, a la Inmaculada Concepción, san Benito, san Bernardo, san José, Santiago y san Martín Cid, aunque los originales fueron sustituidos por los de fines del tercer cuarto del siglo XVIII actuales, que mantuvieron las advocaciones en los absidiales pero cambiaron en los dos colaterales para sustituirlos por san Pedro Mártir y san Bernardo de Alcira respectivamente.

Retablos de san Pedro Mártir y san Bernardo de Alcira en los pilares justo antes del crucero

Restaurados al tiempo que el retablo mayor, todos muestran el mismo esquema, con un cuerpo principal con cuatro columnas de fuste terciado que flanquean una hornacina central y ático. Pero todavía están pendientes de restauración las tallas de la Virgen y de san José y las que ocupaban sus áticos.

El coro alto ocupa los tres primeros tramos de las naves y forma un amplio sotocoro separado del resto de la iglesia mediante una verja de madera del siglo XVIII. Se asienta sobre bóvedas de crucería y cuenta con un antepecho de balaustres de piedra.

Verja del sotocoro

El coro alto desde el crucero

La sillería fue realizada por el escultor portugués Alonso Martínez de Montánchez entre 1606 y 1608 y sólo se conserva parcialmente porque durante mucho tiempo estuvo sin protección y muchas de sus tablas con relieves le fueron sustraídas. Aun así, y después de una concienzuda restauración en 1997, se considera uno de los ejemplos más representativos del manierismo en Galicia.

Sillería del coro alto

Realizada en castaño y nogal, se compone de cuarenta y cinco sitiales altos y treinta y cuatro bajos formando una U, con pilastras corintias de fuste acanalado en la parte inferior y columnas de orden compuesto con fuste un tercio decorado con grutescos y el resto acanalado en la superior.

Detalle de la talla de los soportes superiores (4)

De los cuarenta y cuatro relieves tallados con los que contaba, en la actualidad sólo se conservan dieciocho in situ, que se han completado con otras doce reproducciones de los originales conservados en el Museo Arqueológico de Ourense y en manos privadas. El programa iconográfico desarrollaba un discurso escolástico muy medieval en torno a la Redención, estableciendo un paralelismo entre el Antiguo Testamento, con escenas ubicadas en el lado del Evangelio que comienzan con Adán y Eva en alusión al origen de la Humanidad y finalizan con la Liberación de Jonás, y del Nuevo, con escenas en el lado de la Epístola que se inician con el Árbol de Jessé y terminan con la Resurrección, el triunfo de Cristo sobre la Muerte. Los modelos parecen tomados de Biblias y repertorios de grabados de Durero o de otros artistas alemanes del siglo XVI en circulación por toda Europa.

Escenas en el lado de la Epístola, dedicada al Nuevo Testamentos, con el Árbol de Jesé, los Desposorios de la Virgen, la Anunciación y la Adoración de los pastores

Escenas del lado de la Epístola, dedicada al Nuevo Testamento, con la Circuncisión, Cristo entre los doctores, el Bautismo de Cristo y la Expulsión de los mercaderes del templo

Tras decidir utilizar el ámbito de la primitiva sacristía adosada al transepto de la Epístola como caja para una nueva escalera, a fines de la década de 1610 se levantó una nueva sacristía, obra de Simón de Monasterio, adosada al muro de la Epístola de la capilla mayor que tiene planta cuadrada con cubierta de bóveda gallonada apoyada sobre una prominente cornisa decorada con una moldura de dentículos y una orla vegetal y cuenta con muros con arcos ciegos separados por columnas de fuste estriado y capiteles corintios en los que se ubicaron las cajonerías para las ropas litúrgicas. No está abierta a las visitas turísticas.

El Claustro Reglar, adosado a la nave de la Epístola de la iglesia, se levantó entre 1530 y 1544 para sustituir al primitivo medieval y responder a las nuevas necesidades generadas a partir de la adhesión de Montederramo a la Congregación cisterciense de Castilla. Las trazas se atribuyen a Juan de Cerecedo el Viejo y al frente de las obras estuvo Juan de la Sierra el Viejo. Al principio sólo tuvo una altura, con una incorporación posterior del claustro alto. Esa primera planta denota influencias del Claustro de San Vicente de Oviedo, trazado por Juan de Badajoz el Mozo pero construido por el propio Cerecedo, y sigue las reglas del gótico tardío, con planta cuadrada organizada mediante arcos de medio punto sobre pilares ochavados cajeados y tracerías góticas a base de cruces y cuadrifolios que han llegado a nosotros muy deterioradas.

Detalle de los arcos y las tracerías góticas del Claustro Reglar

Gallineros en el Claustro Reglar antes de la restauración (2)

Las cubiertas son bóvedas de terceletes con claves con motivos florales y cabezas de querubines y están apoyadas en ménsulas y reforzadas por potentes contrafuertes troncopiramidales exteriores que parecen haberse incorporado con posterioridad para evitar la ruina de la fábrica.

Bóveda de terceletes del Claustro Reglar bajo

La segunda planta se corresponde con una segunda fase constructiva iniciada en 1578 y rematada en 1585 y ya presenta un aire renacentista, formada por una arquería de medio punto apoyada en pilastras cajeadas con ritmo doblado respecto de la galería baja. Se remata con una amplia cornisa sobre la que se ha colocado una cubierta acristalada porque en la actualidad el patio se aprovecha como lugar de recreo en los días de lluvia del colegio que aloja el ámbito.

Claustro Reglar (2)

En el muro norte de la galería alta, el adosado a la nave de la Epístola de la iglesia, se conserva una ventana de la primitiva iglesia medieval localizada en las restauraciones de 1980 para convertir el claustro en colegio.

No están abiertos a la visita turística algunos de los ámbitos más destacados, como la sala capitular, habilitada como biblioteca.

En la panda este se ubica la conocida como Escalera de la sacristía. Se cree que se levantó en los años finales del siglo XVI siguiendo trazas de Simón de Monasterio y que Pedro de la Sierra se encargó de su ejecución. Presenta caja cuadrangular con tres rampas, las dos primeras apoyadas en macizos y la última formando un tramo volado apoyado en un arco de bóveda de cañón, con barandilla con balaustres y pasamanos de piedra y cubierta con bóveda esquifada o de rincón de claustro.

Escalera de la sacristía

Bóveda esquifada de la Escalera de la sacristía

La puerta de acceso directo desde el claustro a la iglesia, en el ángulo noreste, que abría a la nave de la Epístola, en la actualidad está tapiada. Es un vano adintelado que estaba flanqueado por sendas columnas que solo conservan basas y capiteles con un entablamento sobre el que figura el escudo de la Congregación de Castilla.

Puerta, tapiada, de acceso a la iglesia desde el Claustro Reglar

Una curiosidad de los monasterios gallegos de la Ribeira Sacra es el pasadizo entre claustros, que en este caso es una sala cuadrada en la panda occidental con una bóveda de crucería atribuida al maestro Juan de Cerecedo el Viejo, seguidor de las innovaciones introducidas por Juan de Badajoz el Mozo, Rodrigo Gil de Hontañón o fray Martín de Santiago.

El Claustro de la Portería, Público o de la Hospedería, que con todos esos nombres de designa, es el más exterior y público, concebido como un patio civil y palaciego, relacionado con las funciones que desempeñaba el abad y con el Colegio de Artes y Teología que alojó, además de contener también el archivo, la cillería, la botica y las caballerizas, de ahí que además del acceso interno desde el Claustro Reglar también tenga otra entrada desde el compás del monasterio, con un vano de arco de medio punto con molduras concéntricas decorado con dibujo denticulado sobre el que aparece una hornacina medio cubierta por el vuelo de un balcón con la imagen de San Bernardo que da paso a un vestíbulo rectangular con bóveda de cañón casetonado con un curioso pinjante central que denota que aunque ya se está utilizando el lenguaje “a la antigua”o “a la romana”, sigue habiendo referencia al gótico.

Detalle de la portada exterior del Claustro de la Portería

Zaguán de acceso al Claustro de la Portería desde el exterior

Atribuido a Juan de la Sierra el Viejo, este segundo claustro se construyó entre 1575 y 1578. Su tipología parece partir de los patios de palacios castellanos con influencia italiana como el de Mendoza en Guadalajara o el de los Orellana en Trujillo, cuyo tracista pudo ser Lorenzo Vázquez, donde las zapatas de madera típicas se transforman en piedra, o de las obras de Alonso de Covarrubias en los claustros de San Pedro Mártir de Toledo, San Bartolomé de Lupiana o los Dominicos de Ocaña.

Claustro de la Portería

Tiene planta cuadrada y se organiza mediante una arquería baja de medio punto con columnas de fuste liso con capiteles pseudojónicos y medallones con bustos en las enjutas, igual que en el Claustro Reglar de Oseira, y un segundo cuerpo adintelado a un ritmo que dobla el de los arcos inferiores con columnas y zapatas con volutas y mascarones inspiradas en las de madera utilizadas en los patios de la zona de la Alcarria, que algunos autores ponen en relación con las formas renacentistas introducidas en Galicia por tracistas gallegos que copian a Covarrubias, Juan de Álava o Rodrigo Gil de Hontañón matizándolas con influencias tardogóticas, dando lugar a una arquitectura clasicista gallega singular que también vemos, por ejemplo, en el Claustro Grande de Santo Estevo de Ribas del Sil. El remate se compone de friso decorado con motivos florales sobre el que apoya una cornisa moldurada. Ambas galerías presentan cubiertas planas de madera.

Detalle de los vanos de la galería alta adintelada del Claustro de la Portería

Los bustos de los doce medallones de las enjutas representan al Padre Eterno, el Niño Jesús como Salvador, el Espíritu Santo, la Virgen María, los apóstoles san Pedro, san Pablo, san Juan y Santiago el Mayor, con traje de peregrino, san Bernardo, el emperador Carlos V y Felipe II. Los antepechos del piso superior cuentan con dieciséis tarjetas (eran diecisiete pero una se ha perdido) decoradas con seres fantásticos inspirados en los emblemas de Alciato y de otros tratadistas además de los escudos del monasterio, de Claraval, de Calatrava, como orden militar relacionada con el Císter…

El programa iconográfico, puesto en relación con la función de colegio y el carácter más público que tuvo el ámbito, se centra en la Encarnación, la Redención, la Corredención y los dones del Espíritu Santo, con un papel esencial de la Virgen como mediadora y corredentora, con su figura, muy presente en un monasterio bajo su advocación, en el tondo central del ala sur, centro compositivo del lienzo principal, el que se tiene enfrente cuando se entra viniendo desde el Claustro Reglar. El ala norte está protagonizado por Dios Padre, el ala este por el Niño Jesús como Salvador que introduce la luz al mundo, y la Oeste por el Espíritu Santo, completado con la salutación angélica Ave Maria gratia plena en uno de los antepechos rodeando un jarrón con tres lirios en referencia a la triple virginidad de María: antes, durante y después del parto, Virgen entre las vírgenes. El resto de tarjetas de los antepechos introducen el tema de los dones del Espíritu Santo, pues san Bernardo en dos de sus tres sermones dedicados a la festividad de la Anunciación, los desarrolló en relación con el misterio de la Encarnación, aludiendo a la flor que surgirá de la raíz de Jesé sobre la que se posará el espíritu del Señor. Además, es el medio del que se vale el autor del programa para subrayar que en la encarnación del Verbo participan las tres personas de la Santísima Trinidad, de ahí que se presenten antropomórficamente el Padre y el Hijo y que al Espíritu Santo se refiera simbólicamente a través de los dones en los que participan Jesús y María.

Tondo del Niño Jesús como Salvador flanqueado por los santos Pedro y Pablo

Imágenes ajenas:

(2) GRANDE NIETO, V., Santa Mª de Montederramo. Proceso de revisión arquitectónica, s.f.
(3) GARCÍA FLORES, A., Para mayor culto del oficio divino y servicio de Dios. Las iglesias de los monasterios cistercienses de la Congregación de Castilla (siglos XV-XIX), 2014.
(5) FERNÁNDEZ CASTIÑEIRAS, E., “Cielo, agua y piedra. La fe sobre la que se construyó la Ribeira Sacra (Ourense). En LOZANO BARTOLOZZI, Mª M. y MÉNDEZ HERNÁN, V. (coords.), Paisajes modelados por el agua: entre el agua y la ingeniería, 2012, pp. 313-336.

Fuentes:

BERNARI LÓPEZ VÁZQUEZ (coord.), Opus Monasticorum I. Patrimonio, arte, historia y orden, Xunta de Galicia, 2005.
CASTRO FERNÁNDEZ, B. Mª, Francisco Pons-Sorolla y Arnau, arquitecto-restaurador: sus intervenciones en Galicia (1945-1985), Tesis doctoral, Universidade de Santiago de Compostela, 2007.
CES FERNÁNDEZ, B., Los efectos del seísmo de Lisboa de 1755 sobre el patrimonio monumental de Galicia, Tesis doctoral, Universidade da Coruña, Escola Técnica Superior de Arquitectura, Departamento de Composición, 2015.
FOLGAR DE LA CALLE, Mª C. y FERNÁNDEZ CASTIÑEIRAS, E., “Del esplendor a la ruina. La recuperación del mobiliario litúrgico de la iglesia del monasterio cisterciense de Santa María de Montederramo (Ourense)”, Estudos de conservação e restauro, nº 3, 2011, pp. 110-129.
FERNÁNDEZ CASTIÑEIRAS, E., “Cielo, agua y piedra. La fe sobre la que se construyó la Ribeira Sacra (Ourense). En LOZANO BARTOLOZZI, Mª M. y MÉNDEZ HERNÁN, V. (coords.), Paisajes modelados por el agua: entre el agua y la ingeniería, 2012, pp. 313-336.
GARCÍA FLORES, A., Para mayor culto del oficio divino y servicio de Dios. Las iglesias de los monasterios cistercienses de la Congregación de Castilla (siglos XV-XIX), 2014.
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GRANDE NIETO, V., Proceso metodológico y compositivo del Renacimiento en Galicia. 1499-1657, Tesis doctoral, Universidade da Coruña, Departamento de Composición, 2014.
LÓPEZ VÁZQUEZ, J. M., “El programa iconográfico del Claustro de la Hospedería del monasterio cisterciense de Santa María de Montederramo”. En FERNÁNDEZ CASTIÑEIRAS, E. y MONTERROSO MONTERO, J. M. (eds.), Entre el agua y el cielo. Patrimonio monástico de la Ribeira Sacra, Universidade Santiago de Compostela, editora académica, Santiago de Compostela, 2012, pp. 255-278.
PERNAS ALONSO, M. I., Escaleras de piedra de los conjuntos monásticos de la provincia de Ourense entre los siglos XVI y XVIII. Análisis gráfico, Tesis doctoral, Universidade da Coruña, Departamento de Representación e Teoría Arquitectónica, 2011.
http://viajarconelarte.blogspot.com.es/2017/09/el-monasterio-de-santo-estevo-de-ribas.html

Comentarios

Tempus RGH ha dicho que…
Yo suelo viajar y ver arte, por lo que me gusta su Blog. saludos.
Sira Gadea ha dicho que…
¡Muchas gracias!

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