La azarosa historia de Santa Clara-a-Velha de Coimbra

El monasterio de Santa Clara “la Vieja” de Coimbra fue fundado en 1286 por Da. Mor Dias, una dama de la nobleza portuguesa que vivía retirada en el monasterio agustino de São João das Donas pero que, por motivos no suficientemente aclarados, decidió abandonarlo llevándose un grupo de monjas y obtuvo autorización para fundar su propio convento adscrito a la Orden de Santa Clara, la rama femenina franciscana, poniéndolo bajo la advocación de Cristo, la Virgen, Santa Isabel de Hungría y Santa Clara.

El monasterio de Santa Clara-a-Velha desde el Centro de Interpretación de la ruina

La nueva congregación se instaló en unas modestas casas con una pequeña iglesia y un claustro construidos en la orilla izquierda del río Mondego, muy cerca del monasterio de San Francisco, para contar con su asistencia eclesiástica.

Pero dada la rivalidad entre órdenes mendicantes, su historia ya comenzó con enfrentamientos con los agustinos de Santa Cruz, del que dependía São João, que alegaban que Da. Mor era monja profesa y, por tanto, dependiente de la comunidad tanto en lo espiritual como en lo temporal, por lo que consideraban ilegal que la fundadora, fallecida en 1302, hubiera modificado sus disposiciones testamentarias dejando su fortuna para el mantenimiento del nuevo convento.

Maqueta en el Centro de Interpretación que recrea el complejo conventual, con la iglesia, los dos claustros, las zonas de huerto

Así, estos enfrentamientos, que en 1311 desembocaron en una decisión judicial favorable a Santa Cruz que los reconocía como legítimos herederos y que terminaron originando la expulsión de las monjas, podrían haber desembocado en la extinción de la orden femenina en Coimbra si en 1314 Da. Isabel de Aragón, esposa de D. Dinis, y gracias a su particular empeño para refundar una comunidad clarisa en la ciudad, no hubiera obtenido el correspondiente permiso del papa Clemente V y patrocinado la construcción de un nuevo convento en el mismo emplazamiento, al que en 1317 ya llegó un primer grupo de monjas procedentes de Santa Clara de Zamora.

Escultura de bulto redondo del siglo XVII de la reina como peregrina, pues se sabe que hizo una peregrinación a Santiago, en el Museu Machado de Castro de Coimbra

La reina también tomó la decisión de ampliar el complejo incluyendo un hospital de pobres y un palacio real al que en 1325 ella misma, ya viuda, decidió retirarse, tomando hábito pero no haciendo votos, para así poder disponer de su fortuna como mejor conviniera.

Además, en 1328 hizo testamento y estableció su voluntad de ser enterrada en el monasterio, legando bienes y recursos para las obras, el mantenimiento de las monjas, la conformación del altar mayor como capilla funeraria y dos túmulos, uno para ella y otro para su nieta, la infanta Da. Isabel, hija del futuro Afonso IV, encargados a un tal Maese Pero, quizá de origen aragonés.

Sarcófago de Da. Isabel (1)

Recreación de la ubicación original (tomada de un audiovisual in situdel túmulo funerario ante el altar mayor

Como fundación real, las obras se pusieron bajo la dirección del arquitecto de la corona Domingos Domingues, que ya había trabajado en el claustro de D. Dinis del monasterio cisterciense de Alcobaça, y que llegaría a realizar la cabecera de la iglesia.

Claustro de D. Dinis del monasterio cisterciense de Alcobaça, donde trabajó Domingos Domingues, primer maestro de obras de Santa-Clara-a-Velha

A su muerte en 1325 le sucedería Estevão Domingues, quizá familiar suyo, alarife también en el claustro de D. Dinis pero en el de la Sé de Lisboa, que levantaría el cuerpo de la iglesia e iniciaría el claustro principal.

El templo fue consagrado en 1330. Estaba precedido de un atrio que delimitaba la zona de privilegio de asilo del monasterio además de servir como cementerio. Presentaba tres naves casi iguales en altura, de siete tramos y con cubierta de bóveda de cañón apuntado en la central, con los arcos fajones apoyados sobre ménsulas cónicas, y de crucería de gruesos nervios las laterales, apoyados en pilares y ménsulas, algo excepcional para la época en las iglesias mendicantes, en las que lo habitual era la cubierta de madera.

Atrio en la fachada norte de la iglesia

Los tres primeros tramos más próximos al altar conformaban la zona pública, mientras que los otros cuatro eran la zona de clausura, donde se situaba el coro de las monjas, separado por una gruesa pared.

La iglesia desde la actual recreación de la zona del coro

Pero desde el principio la localización del convento en la orilla del Mondego marcó significativamente su historia, con inundaciones periódicas y una crecida progresiva del río que complicaba las condiciones de vida de la comunidad, obligada a constantes reformas arquitectónicas y el aumento de las plantas.

Da. Isabel murió en 1336 durante una estancia en Estremoz y, siguiendo sus deseos, sus restos fueron trasladados a Santa Clara, recibiendo sepultura en su túmulo junto al de su nieta y siendo objeto de culto desde el principio, por su fama de mujer pía y milagrosa.

En 1360 el templo también acogió los restos de Da. Inés de Castro, degollada en 1355 por orden de D. Afonso IV, que no aceptó sus amores con su hijo y heredero, el futuro D. Pedro I. Según la leyenda, las lágrimas derramadas por el río Mondego por la muerte de Da. Inés dieron lugar a la Fonte dos Amores en la Quinta das Lágrimas.

Fonte dos Amores, en los jardines de la Quinta das Lágrimas

De todos modos, la historia de Da. Inés no acabó en Santa Clara, pues nada  más llegar al trono su amado, D. Pedro I, mandó construir dostúmulos funerarios en el monasterio de Alcobaça, donde en 1361 trasladó los restos de su dama, a la que nombró reina, en espera de unirse con ella a su muerte, acaecida en 1367.

El crucero de la iglesia de Alcobaça desde el dormitorio, con los túmulos de Pedro I e Inés de Castro

Otra de sus habitantes más ilustres fue la triste infanta doña Juana, hija de don Enrique IV de Castilla y de doña Juana de Portugal, que en 1480 profesó en Santa Clara, tras ser despojada del trono castellano por los partidarios de los Reyes Católicos, que alegaron que no era hija del rey sino fruto de los amores adúlteros de su madre con don Beltrán de la Cueva, de ahí que pasara a la historia con el ofensivo apodo de "la Beltraneja" y que a lo largo de toda su vida siguiera firmando como "yo, la reina".

Genealogía dos reis de Portugal, Brujas, 1530-1531, con el supuesto retrato de la princesa doña Juana, en el arco superior derecho, según Menéndez Pidal en su vol. XV de su Historia de Españay que está tomado de Simon Bening, “Genealogía de la reina doña Felipa de Portugal” (2)

En el siglo XVI el monasterio y, sobre todo su iglesia, fueron redecorados según la nueva moda del reinado de D. Manuel, revistiéndose sus paredes con azulejos mudéjares de importación sevillana, de los que todavía se conservan vestigios, y colocándose altares con pinturas y esculturas portuguesas, flamencas y alemanas, algunas hoy conservadas en el Museu Machado de Castro.

Restos de la decoración de azulejos incorporada en el siglo XVI

Tablas conservadas del Políptico de Santa Clara, fechado a. 1486, procedente del altar mayor de la iglesia de Santa Clara-a-Velha

Recreación (tomada de un audiovisual in situ) del políptico en el altar mayor

Tablas con el Ecce Homo y la Flagelación, paneles laterales del Tríptico da Paixão de Cristo de Quentin Metsys procedente del convento de Santa Clara y que contaría con un Calvario central del que sólo se conserva un fragmento con el rostro de la Virgen Dolorosa. En la actualidad se conservan en el Museu Machado de Castro de Coimbra

Esquema de cómo sería el tríptico (3)

El Machado de Castro también atesora otras piezas excepcionales procedentes del convento, lo que denominan “O Tesouro da Rainha Santa”.

Pequeño exvoto de la Reina Santa de mediados del siglo XVI dando las gracias por sus milagros junto con una medalla pintada con su imagen y un manuscrito de la “Vida, bons feitos e milagres que fez Dona Isabel” de 1592

Dos cruces procesionales de cristal de roca del siglo XIV con las armas de Aragón del “Tesouro da Rainha Santa”

En 1555 hubo un terremoto que afectó a las estructuras del convento y el palacio de Da. Isabel tuvo que ser derribado. Además, los continuos problemas de las crecidas del Mondego seguían afectando al convento y a comienzos del siglo XVII se construyó una bóveda de ladrillo apoyada en arcos para elevar la iglesia un piso en altura y asentar en él los altares y el sarcófago de la fundadora.

Segunda planta de la iglesia vista desde la parte baja de la zona pública

Recreación (tomada de un audiovisual in situ) de la ubicación del túmulo funerario en alto para protegerlo de las crecidas

Aspecto de la iglesia en ruinas en la actualidad, con las dos plantas y las marcas dejadas por los distintos niveles a los que llegaba el agua en la parte baja del pilar

Arcos que sirvieron de soporte para la segunda planta, hoy perdida

También tuvieron que elevarse en altura otros espacios del claustro. Y de esta forma, prácticamente todo el piso bajo del convento quedó convertido en un pozo de agua y lodo.

Pero los problemas con las crecidas no se solucionaron y las condiciones de insalubridad del lugar hicieron que a mediados de ese siglo el rey D. João IV ordenara la construcción de un nuevo convento en el monte de la“Esperança”, muy cercano pero más elevado, al que la comunidad se trasladó en 1677.

Dibujo realizado por Pier Maria Baldi de 1669, miembro del séquito que acompañó a al gran Duque Cosme de Médici por España y Portugal y en el que se aprecia muy bien el convento de Santa-Clara-a-Velha a orillas del río. El punto de vista muy bien podría ser el del lugar en el que por esas fechas se estaba construyendo el nuevo (4)

Detalle del convento

“todas las casas y conventos construidos en las orillas de este río, padecen todos los años las mismas inundaciones y ahora el convento de monjas de Santa Clara fundado por Santa Isabel presagia su ruina inminente” Viaje de Cosme de Médicis por España y Portugal (1668-1669), relato de Lorenzo Magalotti.

Otro punto de vista de la maqueta del Centro de Interpretación, el mismo que el dibujo de Pier Maria Baldi

Todo ello a pesar de las reticencias de las clarisas a abandonar su convento, tan íntimamente ligado a la fundadora, venerada ya en vida y que en 1625 había sido canonizada como Santa Isabel de Portugal, con lo que el convento, que ya era un importante lugar de peregrinación, había adquirido todavía más fama.

A raíz de la canonización, el obispo-conde de Coimbra D. Afonso de Castelo-Branco patrocinó la construcción de un imponente arcosolio en el coro alto de la iglesia donde se albergaron sus restos, preservados en un nuevo sarcófago de plata y cristal que hoy se venera en el altar de Santa-Clara-a-Nova, el nombre que adopta la nueva construcción para diferenciarla de la antigua, que a partir de esa fecha se conoce como Santa Clara-a-Velha.

Arcosolio patrocinado por D. Afonso de Castelo-Branco para exponer el nuevo sarcófago de plata y cristal con los restos de la Rainha Santa Isabel

Ábside de la iglesia de Santa Clara-a-Nova, con el sarcófago de plata y cristal en medio del retablo, dentro de una urna

Así, después de más de tres siglos, el problemático edificio quedó abandonado, arrendado por las monjas para múltiples usos agrarios y progresivamente despojado de sus riquezas, con muchos de sus materiales utilizados para otras construcciones.

Grabado desde la orilla derecha del Mondego en el que se observa, justo a la orilla, al lado del puente, Santa-Clara-a-Velha parcialmente enterrado, a media ladera el convento masculino de San Francisco y más arriba, completamente a salvo de las aguas, el nuevo e impresionante complejo monástico de Santa-Clara-a-Nova (5)

Santa Clara-a-Velha, con Santa-Clara-a-Nova arriba a la izquierda

“assim se vão desfazendo os maiores edificios que pareciam eternos, representando todos, para nosso desengano, a semelhança da norte, que em nós não tem falência” Fray Manuel da Esperança (6)

Con las desamortizaciones del siglo XIX, la propiedad del convento pasó a manos particulares, comprado por D. António Maria Osório, el propietario de la vecina Quinta das Lágrimas, y la parte que ocupaba el coro de la iglesia se adaptó como vivienda, modificándose incluso las ventanas.

La iglesia en el siglo XIX, convertida en vivienda y pajar (7)

Pero con las crecidas del Mondego y periódicamente inundado a media altura, su degradación parecía imparable, llegando al siglo XX en absoluto estado de ruina. Y aunque, dada su importancia histórica y artística, a comienzos del siglo XX fue declarado monumento nacional, ello no impidió su progresiva degradación.

La iglesia durante una crecida (7)

A lo largo del siglo pasado tuvo varias intervenciones de restauración, destacando las de la Direcção Geral dos Edifícios e Monumentos Nacionais, que se hizo cargo de la gestión del convento, dirigidas por Baltazar de Castro en la década de 1930 y que afectó a la parte superior de la iglesia porque la inferior ya estaba enterrada bajo los depósitos sedimentarios del río, cuando se retiraron los añadidos que se habían hecho para su uso como vivienda y explotación agrícola-ganadera e incluso se habilitó como monumento abierto al público y con un servicio de vigilancia.

A partir de 1950 se iniciaron obras de reparación, protección y limpieza bajo la dirección de los arquitectos Luís Amoroso Lopes y Álvaro de Fonseca y que incluían los espacios circundantes; pero el proyecto quedó inconcluso. Aún así, las visitas al monumento continuaron, reducidas a la segunda altura porque el agua seguía anegando la parte más baja.

Sección de la iglesia levantada en 1965, donde se aprecia el segundo piso levantado y los niveles bajos enterrados bajo el lodo y el agua (8)

Aspecto de la iglesia en la década de 1960 (7)

Interior de la iglesia de Santa Clara inundada por el Mondego (9)

En 1989, después de que el Estado adquiriera los terrenos adyacentes y los pusiera bajo la tutela del Instituto Português do Património Arquitetónico, se aprobó un ambicioso proyecto de revalorización del monumento como sitio arqueológico de los siglos XIV al XVII, para lo que primero fue necesario drenar las aguas y después iniciar las obras de recuperación apoyadas en un equipo multidisciplinar de arqueólogos, historiadores, arquitectos, antropólogos, paleontólogos…

Durante los trabajos arqueológicos, se sacaron a la luz la parte baja de la iglesia, el claustro mayor y las estancias anejas. Pero una nueva inundación en 2001 obligó a construir el dique de protección que rodea el monasterio.

Trabajos de drenaje en el claustro (8)

También se erigió un Centro de Interpretación  según proyecto de los arquitectos Alexandre Alves Costa y Sérgio Fernandez y un jardín diseñado por el arquitecto Gonçalo Birne que lo vincula con las ruinas.

Aspecto actual del monasterio, con un centro de interpretación en primer plano (10)

Pero para ver con detalle el Centro de Interpretación y las ruinas de Santa Clara-a-Velha tendréis que pasearos por aquí.

Otros MONASTERIOS en Viajar con el Arte:

San Esteban convento e iglesia, de Salamanca
San Martiño Pinario en Santiago de Compostela
Santa María del Paular en Rascafría (Madrid)
Santo Tomás de Ávila
San Antonio el Real de Segovia
San Miniato al Monte de Florencia
Convento da Madre de Deus, hoy Museu Nacional do Azulejo en Lisboa
Imágenes ajenas y referencias:

(2) VALDEÓN BARUQUE, J. La dinastía de los Tratámara, Eds. El Viso-Iberdrola, 2006, p. 212.
(6) CORTE-REAL, A. (coord.),  Mosteiro de Santa Clara de Coimbra. Do Convento à Ruína, da Ruína à Contemporaneidade, Coimbra, Direcção-Geral de Cultura do Centro, 2ª ed. 2009

Fuentes:

CORTE-REAL, A. (coord.),  Mosteiro de Santa Clara de Coimbra. Do Convento à Ruína, da Ruína à Contemporaneidade, Coimbra, Direcção-Geral de Cultura do Centro, 2ª ed. 2009.
TAVARES, A., “El Monasterio de Santa Clara-a-Velha de Coimbra. Una propuesta de gestión del patrimonio”. En ÁVILA SEOANE, N. (Ed.), Cultura y Mentalidades: de la Antigüedad al siglo XVII. (Nuevas Investigaciones), Madrid, Asociación Cultural CASTELLUM, 2007, pp. 213-241.

Comentarios

Boro ha dicho que…
Una magnífica rehabilitación de un lugar arruinado y relacionado con España a través de tres mujeres, reinas de portugal y españolas de nacimiento. Siempre es triste ver una obra como esta en estado ruinoso pero en ocasiones resultan tremendamente evocadores de las vicisitudes por la que el tiempo hace pasar a las personas y sus obras. Fantástico ver como a pesar de las condiciones adversas idean métodos para mantenerse en su sitio hasta que el traslado es la única solución posible.
Preciosa la imagen general en que se ve el monasterio y su entorno. Hace años que no voy a Coimbra, habría que darse una vuelta de nuevo porque ni sabía de la existencia de esta maravilla.
Gracias por este descubrimiento.
enrique ha dicho que…
En la muerte de doña Inés de Castro mucho tuvo que ver un Pacheco, linaje luego pasado a Castilla y que tanta importancia tuvo en su historia.

Sira Gadea ha dicho que…
Muchas gracias, Boro. Me alegra que la entrada pueda animarte a volver a Coimbra. Tengo algunas otras pendientes. Para empezar, si me da tiempo, el lunes publicaré la continuación, con un paseo por Centro de Interpretación, que nos pareció estupendo, y las ruinas en sí, analizando las partes de la iglesia y demás. Una absoluta gozada. Y alguna otra joyita. También nos gustó mucho el Museu Machado de Castro. En fin, que es una ciudad estupenda para pasar unos días.
Sira Gadea ha dicho que…
Caray con los Pacheco...

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