La basílica de Santa Prassede de Roma
El origen de la basílica de Santa Práxedes, como en otros
muchos casos del periodo paleocristiano, está envuelto en la leyenda y se
asocia con un pequeño oratorio quizá construido en las “Vicus Lateranus”, cerca
de la actual via di San Giovanni, a mediados del siglo II, en tiempos del papa
Pío I, para albergar las míticas reliquias de las santas hermanas Práxedes y
Pudenziana, que se decía que fueron hijas del senador Pudente, considerado por
la tradición el primer converso cristiano de san Pablo en Roma, y que habrían
sido asesinadas por recoger la sangre y dar entierro cristiano a los primeros
martirizados, desafiando la ley romana que lo prohibía.
Basílica de santa Práxedes |
Sería el papa Pascual I durante la segunda década del siglo
IX el que ordenaría su cambio de ubicación al actual emplazamiento en la colina
del Esquilino, muy cerca de Santa María la Mayor, el rione Monti, levantando
una nueva basílica que también eligió como lugar de enterramiento de su madre,
Teodora, construyendo para tal efecto la capilla de san Zenón, todo ello dentro
de un ambicioso proyecto impulsado durante el “renacimiento carolingio” y su
alianza con el papado que se concretó en la edificación de numerosas iglesias
donde albergar multitud de reliquias, como Santa Cecilia in Trastevere o Santa
Maria in Domnica, para acoger las crecientes peregrinaciones a Roma. En este
sentido, un epígrafe localizado en la iglesia dice que en Santa Práxedes se llegaron a
recoger los restos de unos 2.300 mártires procedentes de las catacumbas, en ese
momento fuera de las murallas de Roma, abandonadas, olvidadas y expuestas a la
profanación.
Fragmento del plano de Roma de Giambattista Nolli de 1748 en el que he señalado la basílica de santa Práxedes, con Santa Maria Maggiore justo al lado (1) |
Esa basílica se cree que solamente contaría
con dos capillas laterales, la ya mencionada dedicada a san Zenón, abierta a la nave de la Epístola, y
otra justo enfrente, en la nave del Evangelio, dedicada a san Juan Bautista y que,
probablemente, funcionaría como baptisterio.
Para el cuidado del nuevo templo el papa lo entregó,
fundando un monasterio anexo que las excavaciones arqueológicas, lamentablemente,
todavía no han localizado, a un grupo de monjes griegos que seguían el rito
bizantino y que formaban parte de los muchos que marcharon a Roma tras la
revolución iconoclasta. Pero a fines de ese siglo IX, cuando el Imperio
Bizantino abandonó la iconoclastia, y ante la creciente hostilidad entre las Iglesias romana y ortodoxa, los monjes griegos abandonaron Roma, seguramente
reemplazados, a comienzos del siglo X, por una comunidad benedictina,
convertida en dominante en el monacato occidental. Este cambio supuso la necesidad de anexionar un claustro
cuadrado hacia el norte de la basílica, con el ábside abierto en su panda sur y
del que sí se conservan los restos aunque no es visitable.
Pero la relajación de la regla por parte de la comunidad llegó a tal nivel que a mediados del siglo siglo XII Anastasius VI arrebató el convento a los benedictinos para entregárselo a los regulares de Santa Maria in Reno, que se encargaron de él hasta que a fines de ese siglo, el papa Inocencio III decidió entregarlo a una comunidad benedictina reformada procedente de Vallombrosa, fundación de san Giovanni Gualberto de 1037.
A lo largo de los siglos siguientes el templo fue
experimentando diversas intervenciones. A comienzos del XIII se inició una reestructuración
en la que se añadieron tres arcos diafragma (el más cercano al ábside es
anterior, decorado con mosaicos de época de Pascual I) sobre seis potentes pilares
que encierran las antiguas columnas y que contrarrestan los empujes de los
muros laterales y sustentan la cubierta.
En tiempos del cardenal Antonio Pallavicini Gentile, en el
último tercio del siglo XV, se reformó la zona del presbiterio. Durante el
cardenalato de Carlo Borromeo, a mediados del XVI, volvió a reformarse el
presbiterio, se construyó el portal central de la sacristía y se abrieron las
ocho ventanas que iluminan la nave central, pues los antiguos vanos habían sido
tapiados en la restauración estructural del siglo XIII. A fines del XVI el
cardenal Alessandro di Ottaviano de' Medici, nombrado León XI en 1605, encargó
la decoración de la nave central. Al cardenal Ludovimo Pico della Mirandola se
le debe, a partir de 1728, la última intervención en el presbiterio y una nueva
renovación de la cripta. Durante todos estos siglos también se fueron añadiendo
capillas abiertas a ambas naves laterales.
La creación del Estado Italiano en 1873 supuso la
desamortización de muchos monasterios, entre los que se encontró el de Santa
Práxedes, que primero sirvió de cuartel del ejército y después fue ocupado por
distintos colegios.
El templo cuenta con dos accesos. El principal está a los
pies, por Via di San Martino ai Monti pero, lamentablemente, no suele estar
abierto más que los días festivos. Presenta un pórtico del siglo XII que
recuerda mucho al de la basílica de San Clemente Laterano, con
dos columnas con capiteles jónicos, fustes de granito gris y basas que fueron
capiteles dóricos que sustentan una pequeña bóveda de cañón y frontón superior
con un relieve de santa Práxedes fruto de la intervención en época del cardenal
Carlos Borromeo.
Pórtico en la Via di San Martino ai Monti (2) |
El pórtico abre a un pasadizo con escaleras, también de
época de Borromeo, sobre el que en el siglo XVIII se levantó un edificio y que desemboca
en un atrio que en origen estaría rodeado de una galería porticada que
desapareció y ante el que se levanta la fachada, recurriendo de nuevo a San Clemente Laterano para
establecer cómo habría sido, inspirada en los atrios de las domus romanas y que después se traspasa
a los claustros medievales occidentales.
La fachada, que originariamente estaba cubierta de mosaicos, con algún pequeño e insignificante fragmento conservado que no permite saber nada del ciclo iconográfico que presentaba, es fruto de una intervención en 1937 en la que el
arquitecto Antonio Muñoz, Superintendente de Artes y Antigüedades de Roma,
decidió picar el enfoscado para dejar el ladrillo rojo desnudo, un error
histórico porque tradicionalmente nunca se dejaba así, y eliminar una ventana
de tres vanos de época de Carlos Borromeo para sustituirla por tres ventanas
que consideró más de estilo medieval pero que no estuvieron basadas en vestigio
alguno. La portada de acceso es adintelada con frontón triangular decorado con
relieve, también de época de Borromeo.
Fachada a los pies (3) |
El otro acceso es lateral, en la Via di Santa Prassede, y abre
a un vestíbulo en el que se ubica un icono de la Madona della Salute del siglo
XIII de especial devoción popular desde el que se accede a la nave de la
Epístola a la altura de la cabecera.
Acceso lateral por Via di Santa Prassede |
El templo tiene planta basilical de tres naves separadas por
pares de columnas de fuste de granito y capiteles compuestos de estuco
realizados en el siglo XVI entre potentes pilares que soportan arcos diafragma
de medio punto añadidos a inicios del siglo XIII y sobre los que se sitúa una cubierta
plana que ya es de 1868, con casetones rectangulares con estrellas doradas
sobre fondo azul oscuro.
Alzado de la basílica, con las columnas entre potentes pilares, arquitrabe, cuerpo de ventanas, arcos diafragma y techumbre plana casetonada |
Las columnas soportan un arquitrabe realizado con fragmentos
romanos, reservando los más decorados para la zona más próxima a la cabecera, sobre el que se desarrolla un friso con decoración mural de arquitectura
fingida que contiene escenas y las ventanas.
La basílica desde la zona del presbiterio, con la contrafachada al fondo |
El pavimento es de estilo cosmatesco, reconstruido entre
1914 y 1918 según diseño del arquitecto romano Antonio Muñoz, y en la zona
central hacia los pies se ubica un gran disco de pórfido que cubre el pozo en
el que la tradición dice que santa Práxedes depositaba la sangre de los
mártires cristianos recogida con una esponja.
Pavimento de santa Práxedes, con el disco de pórfido que tapa el supuesto pozo en primer plano |
En el proceso de reconstrucción se encontraron evidencias
que sugieren que la primitiva basílica contó con una Schola Cantorum, tal y como hoy se conserva en la basílica de San Clemente Laterano.
Disco de pórfido en el pavimento cosmatesco bajo el que la tradición dice que se sitúa el pozo en el que santa Práxedes depositaba la sangre de los mártires |
Fotografía de comienzos de siglo del pavimento de imitación cosmatesca de la basílica diseñado por Antonio Muñoz en 1918 (4) |
El ábside conserva los mosaicos de época de Pascual I, con
una iconografía en torno al Juicio Final según el Apocalipsis de san Juan que
se completa con la decoración musivaria que también cubre el arco de triunfo
que separa la cabecera del cuerpo del templo.
(Al ser la zona más espectacular de la basílica he pensado que sería mejor dedicarle un artículo aparte centrado exclusivamente en este asunto: El ábside de la basílica de santa Práxedes).
(Al ser la zona más espectacular de la basílica he pensado que sería mejor dedicarle un artículo aparte centrado exclusivamente en este asunto: El ábside de la basílica de santa Práxedes).
Decoración musivaria en la cabecera de la basílica |
Los dos balcones sobre el mosaico que aparecen en los
laterales del arco de triunfo son fruto de una intervención en 1564 por orden
del cardenal Carlos Borromeo, titular de la basílica, según trazas de Martino Longhi
il Vecchio, realizados para exponer las reliquias más destacadas del templo en
los días de fiesta, dentro de la campaña contrarreformista de enfatización de
las reliquias, negadas por el protestantismo y siguiendo las directrices del
Concilio de Trento en las que el altar, lugar de exposición hasta ese momento,
debía reservarse sólo para el rito de la Eucaristía.
Justo debajo de los balcones están, en el lado del Evangelio
el monumento funerario del cardenal Querini, fallecido en 1742, y en el de la
Epístola el del cardenal Pico della Mirandola, fallecido en 1714.
En los muros laterales entre el ábside y el arco de triunfo
se ubican dos coros de monjes. En el del Evangelio está el órgano, construido
por la firma de Tronci en 1884 y en el de la Epístola hay una pintura de la
Asunción de Francesco Gai también de esas fechas.
Punto de vista desde el que se ve, a la derecha, el coro de la Epístola entre el arco del triunfo y el ábside (3) |
Bajo el presbiterio está la confessio, la primitiva cripta en la que se conservan varios
sarcófagos paleocristianos donde la tradición dice que están los restos de la
santas Pudenziana y Práxedes junto a los de otros mártires trasladados desde
las catacumbas de santa Priscila. Ha sido reestructurada varias veces a lo
largo de su historia, la última en 1730 por Francesco Ferrari por orden del cardenal
Pico della Mirandola. Uno de los sarcófagos muestra a Cristo como Buen Pastor y
Jonás tras salvarse después de haber sido tragado por la ballena, ambos motivos
muy populares del arte paleocristiano. Jonás también aparece en un relieve en
el dintel de la puerta, realizado a partir de otro sarcófago.
Cripta (3) |
Ferrari también remodeló la parte baja del presbiterio, el
altar y el baldaquino. Para este
último utilizó dos columnas de pórfido que muy probablemente procederían del
anterior de época de Pascual I añadiéndole otras dos de mármol amarillo de Siena y una cúpula conopial flanqueada por ángeles de estuco de Giuseppe
Rusconi. El interior de la pequeña cúpula está decorada con frescos de Antonio
Bicchierai.
Baldaquino enmarcando el cuadro de Santa Práxedes en el ábside, con la entrada a la cripta en primer plano |
Además, tapió la única ventana que sobrevivía en el ábside y
colocó una pintura al óleo de Domenico Muratori fechada en 1730 que representa
a Santa Práxedes recogiendo la sangre de los mártires.
Planta de la basílica de santa Práxedes (3), Las indicaciones son mías |
La capilla absidial de la Epístola, un resto del crucero que
en origen tenía la iglesia, algo muy inusual en las basílicas, y habilitada a
fines del siglo XIII, se conoce como Capilla
del Crucifijo. Restaurada en 1927, durante la campaña dirigida por Antonio
Muñoz, contiene una talla medieval de un Crucificado, la tumba del cardenal
Anchier de Troyes, sobrino del papa Urbano IV, asesinado en 1286 en la propia
iglesia, atribuida a Arnolfo di Cambio con decoración de Giovanni Cosmati y
varios fragmentos escultóricos antiguos encontrados en la restauración del
pavimento, algunos quizá pertenecientes a la Schola Cantorum que se cree que había en el centro de la nave central.
Capilla del Crucifijo |
Sepulcro del cardenal Anchier de Troyes |
Ese mismo espacio en el lado del Evangelio contiene una antigua capilla con frescos fechados en el siglo IX descubiertos a comienzos del XIX con escenas de martirios y que en
mi visita en diciembre de 2014 no estaba abierto al público. Actúa como base
para una torre campanario construida
a fines del siglo XIII que no se aprecia desde el exterior, una estructura de
ladrillo y tres cuerpos con cubierta de cerámica.
En cuanto a la decoración
mural de la nave central, que utiliza la técnica de la quadrattura, data de 1592 durante el cardenalato de Alessandro di
Ottaviano de' Medici, después León XI. Comenzando por la contrafachada, la puerta está flanqueada por dos pilastras fingidas
con dos apóstoles y querubines que los coronan realizados por Giovanni Balducci
y sobre la misma se ubica el escudo de armas de Clemente VIII flanqueado por
las Alegorías de la Fe y la Justicia atribuidas a B. Fazzini.
A continuación, a ambos lados, aparece una Anunciación de Stefano Pieri. Por
encima, en escenas más pequeñas en sepia, hay dos episodios de la Vida de
Moisés realizados por Balducci. Y más arriba todavía, hay dos ángeles sobre
plintos con el escudo de armas de los Medici.
Contrafachada |
Los otros diez Apóstoles, con Pedro y Pablo ocupando los más
cercanos a la cabecera, están representados, también por Balducci, en los
pilares de la nave.
Sobre el entablamento, a lo largo de toda la nave central, se
repite un esquema similar, con una escena más grande flanqueada por dos más
pequeñas en sepia sobre los que se sitúan dos ángeles sobre plintos con el
escudo de armas de los Médici.
Esquema de las composiciones de los muros laterales |
En total, las ocho grandes escenas, cuatro a cada lado, narran
episodios de la Pasión de Cristo, mientras que los paneles más pequeños en
sepia relatan la Historia de Josué y la traición de sus hermanos. En cuanto a
los ángeles, portan objetos alusivos a la escena principal.
Decoración mural del lado del Evangelio |
Decoración mural del lado de la Epístola |
En el lado del Evangelio figuran la Oración en el Huerto, de Giovanni Balducci, con los ángeles con
aceitunas, el Prendimiento de Cristo,
de Paris Nogari, con los ángeles con las cuerdas con las que fue atado, Cristo ante Caifás, de Girolamo Massei,
con los ángeles con los libros de la Ley por las que fue condenado y Cristo ante Pilatos, de Agostino
Ciampelli, con los ángeles que llevan el cetro del poder secular.
Cristo ante Caifás |
Cristo ante Pilatos |
En cuanto a los de la Epístola, están la Flagelación, también de Ciambelli, con
los ángeles con la cuerda y el látigo, la Coronación
de espinas, atribuida a Baldassare Croce, con los ángeles con las tenazas
que se usaron para apretar la corona, El Ecce
Homo, de nuevo de Ciambelli, con los ángeles con la corona de espinas y el
cuenco en el que Pilatos se lava las manos, y el Encuentro de Cristo y la Verónica, de Balducci, con los ángeles con
el paño.
La Flagelación, escena esencial en la iconografía teniendo en cuenta la reliquia de la columna conservada en la basílica |
Coronación de espinas |
Respecto a las capillas
laterales, comenzando por las de la
Epístola, la primera estuvo dedicada a san
Bernardo degli Uberti, abad de Vallombrosa y obispo de Parma en el siglo
XII, pero desde 1886 es la capilla de la
Virgen del Rosario. El retablo, dedicado al santo, es de Filippo Luzi,
discípulo de Lazzaro Baldi, de fines del siglo XVII, y seguramente no se trasladó
tras su nueva advocación porque en él también aparece la Virgen con el Niño
mirando desde el cielo. Los cuadros laterales, de Angelo Soccorsi y Domenico
Pestrini, también están en relación con la primera advocación, con escenas
relacionadas con la abadía de Vallombrosa.
A continuación se ubica la capilla Cesi, remodelada a fines del siglo XVI como capilla
funeraria familiar de Federico Cesi. Está decorada con pinturas al fresco de
Ciro Ferri con Dios Padre en la bóveda y los santos Pascual, Felipe Neri,
Francisca Romana y Firminius de Amiens en los lunetos, y paredes con óleos de Guglielmo
Cortese el Borgognone con la Revelación a san Joaquín y santa Ana del
nacimiento de la Virgen y una Epifanía. Desde 1955 está dedicada al papa san
Pío X, cuando la Deposición de Cristo de Giovanni de Vecchi que presidía el
altar mayor fue trasladada a la sacristía, sustituido por otro de Arnaldo
Bartoli dedicado al santo.
Bóveda de la capilla Cesi (2) |
Capilla Cesi desde la nave central |
La siguiente es la capilla
de san Zenón, de las partes más antiguas de la basílica y el testimonio
conservado más importante del Renacimiento Carolingio en Roma, construida por
el papa Pascual I como capilla funeraria para su madre, Teodora, que aparece representada
en el interior con nimbo cuadrado y con una inscripción identificándola como
“obispo”, y para conservar las reliquias de san Zenón, un enigmático santo, del
que apenas nada se sabe y cuyas reliquias debieron ser trasladadas desde las
catacumbas, de ahí que el ámbito recree uno de los cubículos de estos lugares
de enterramiento paleocristianos.
La biografía de Pascual I en el Liber Pontificalis relata que éste estableció la indulgencia de
liberar un alma del Purgatorio por cada cinco misas celebradas en la capilla,
de ahí que también se dedicara a Santa Maria Liberatrix Nostra a Poenis Inferni,
figura que preside el altar. También se refiere al ámbito como “Jardín del
Edén”, quizá por el esplendor de sus mosaicos, y nombre con el que se conoce
durante todo el Medievo.
El acceso se realiza a través de un vano flanqueado por
columnas negras, una de serpentina y otra de granito, con capiteles jónicos,
que soportan una cornisa del siglo I en el que se inscribió el monograma de
Pascual I y sobre el que se desarrolla un panel rectangular con un vano central
enmarcado por dos semicírculos concéntricos que contienen clípeos con los
bustos de Cristo con los apóstoles y los de la Virgen con el Niño, dos santos,
quizá Zenón y Valentín, su compañero de martirio, y santas mártires, además de
otras cuatro figuras en las esquinas que podrían ser Moisés, Elías, Pascual I y
Eugenio II, su sucesor en el papado.
Acceso a la capilla de san Zenón |
El interior es de planta de cruz griega, el pavimento es uno
de los ejemplos más antiguos conservados de opus sectile con mármoles
polícromos del periodo cosmatesco y un gran disco de pórfido y las paredes están
completamente cubiertas de mosaicos dorados, con una bóveda central apoyada en
cuatro columnas corintias romanas de granito gris. Los cuatro brazos de la cruz
forman pequeños habitáculos con bóvedas de cañón decoradas con roleos
vegetales.
Disco de pórfido en el pavimento de la capilla de san Zenón (2) |
El mosaico de la bóveda muestra a Cristo Pantocrátor con
túnica dorada y sosteniendo el rollo de los sellos dentro de un clípeo
sostenido por cuatro ángeles.
Bóveda de la capilla de san Zenón |
En los lunetos de la bóveda se distinguen varios personajes.
En el de la contrafachada, sobre la puerta aparece la Etimasia o trono vacío,
flanqueada por los santos Pedro y Pablo, indicando la próxima llegada de Cristo
para el Juicio Final.
Etimasia flanqueada por los santos Pedro y Pablo |
Enfrente, sobre el altar están la Virgen y San Juan Bautista
flanqueando el único vano de la capilla, como si la luz quisiera darse a
entender como metáfora de Cristo, formando todos una Deésis. En el de la
derecha aparecen las santas Inés, Práxedes y Pudenziana vestidas como princesas
bizantinas haciendo una ofrenda ante un altar. Finalmente, en el de la
izquierda, aparecen los santos Juan Evangelista, Andrés y Santiago.
Deésis |
Santas Inés, Práxedes y Pudenziana |
El altar se sitúa enfrente de la entrada desde la nave de la
Epístola. Es de madera, datado en el siglo XVII y contiene un nicho con un
mosaico de la Virgen con el Niño que sostiene una filacteria en la que puede
leerse “EGO SUM LUX” (Yo soy la luz) flanqueados por las santas Práxedes y
Pudenziana que es posterior a la realización de la capilla, fechado en torno a
1275.
Altar de la capilla de san Zenón |
En el luneto que sobresale por encima del altar, fragmentado
por la posterior incorporación del mismo, se distingue una Transfiguración, con Cristo en mandorla azul acompañado de los
profetas Moisés y Elías y los apóstoles Pedro, Juan y Santiago.
El nicho de la derecha abre a un pequeño ámbito en el que se
expone un fragmento, a todas luces falso, del supuesto pilar sobre el que Jesús
fue flagelado antes de su crucifixión, que según la leyenda fue llevado a
Constantinopla en el siglo IV por santa Elena, madre de Constantino I, de
vuelta tras su peregrinación a Tierra Santa, y traído a Roma por el cardenal
Giovanni Colona, titular de Santa Práxedes, en 1223. El habitáculo se creó a
fines del siglo XVIII y con anterioridad el fragmento se exponía en la
sacristía de la iglesia. En el luneto aparece Cristo bendiciendo flanqueado por
dos santos, quizá Valentín y Zenón.
Supuesta columna de la flagelación (5) |
El brazo de la izquierda contiene un vano de acceso fruto de
una intervención posterior, posiblemente del siglo XVI, a la capilla siguiente, y
el luneto superior está dividido en dos registros. El de arriba tiene un Agnus dei sobre una montaña de la que
surgen los cuatro ríos del Paraíso y en el de abajo se representa a Teodora,
identificada con la inscripción “THEODORA EPISCOPA” como madre de obispo, con
nimbo cuadrado, señalando que estaba viva cuando se realizó la obra, y a las
santas Inés, Práxedes y Pudenziana con las manos veladas y las palmas del
martirio. Además, en la pequeña bóveda de cañón de este brazo, a la derecha,
parece identificarse una Anástasis,
un asunto que surge en el siglo VII y se hace muy habitual en los dos siguientes,
muy apropiado para ámbitos funerarios al simbolizar no sólo la muerte sino
la esperanza da la salvación gracias a la misericordia de Cristo.
Luneto sobre el acceso a la capilla Coëtivy |
A continuación está la
capilla Coëtivy, convertida en tienda de recuerdos, con la tumba del
cardenal Alain Coëtivy, titular de la iglesia en la segunda mitad del siglo XV,
recientemente atribuida a Andrea Bregno, con arco de medio punto que contiene
el sarcófago con yacente y los santos Pedro y Pablo en nichos semicirculares en
el tímpano del arco. El conjunto está enmarcado por pilastras en donde se
ubican las santas Práxedes y Pudenziana.
Sepultura del cardenal Coëtivy en la capilla hoy convertida en tienda de recuerdos |
El tercer pilar de la Epístola, cercano a la entrada a la capilla Coëtivy, es el más
interesante del templo porque contiene tres importantes obras. En su cara norte
conserva un fresco con un Calvario datado en 1200.
Calvario de 1200 en el tercer pilar de la Epístola (2) |
También tiene la losa de piedra con el epígrafe que recuerda
la intervención de Pascual I donde se informa de que se recopilaron 2.300
reliquias de mártires procedentes de las catacumbas, colocado aquí en época del
cardenal Borromeo. Y en su cara sur está el monumento funerario del obispo Giovanni Battista Santoni, fechado
hacia 1614 y con un busto que se considera uno de los primeros trabajos de Gian Lorenzo Bernini, cuando el artista
no tendría ni veinte años.
Monumento funerario del obispo Santoni (2) |
En cuanto a las capillas
del lado del Evangelio, la primera es la capilla de san Pedro, construida en la primera mitad del siglo
XVIII, con un altar de artista anónimo con San Pedro visitando la casa de san
Pudente y dos cuadros laterales con San Juan Bautista señalando el Cordero de
Dios y la Visión de santa Emerentina de su hermana santa Inés, ambas de
Giuseppe Severoni.
A continuación está la capilla
de san Carlos Borromeo. Data de 1735, es de planta octogonal cubierta con
bóveda con linterna, con paredes pintadas de blanco y decorada con
nichos en las esquinas con las estatuas de estuco de las Virtudes Cardinales,
Prudencia, Justicia, Templanza y Fortaleza, en relación con los famosos frescos
de Domenichino en las pechinas de la bóveda de la iglesia de San Carlo ai
Catinari, y tres grandes pinturas al óleo en los testeros. La del altar, de Stefano
Parrocel, se representa a San Carlos
agradeciendo a Dios el fin de la peste en Milán y en los laterales se
encuentran el Éxtasis de san Carlos
mientras contempla el Santísimo Sacramento y San Carlos meditando ante una Crucifixión de Ludovico Stern.
Capilla de san Carlos Borromeo |
La tercera capilla del Evangelio es la capilla Olgiati, diseñada por Martino Longhi il Vecchio a fines del
Cinquecento como capilla funeraria de la familia de Bernardo Olgiati, banquero
originario de Como muy próspero en Roma fallecido en 1585. Tiene planta
rectangular con pilastras jónicas sobre las que apoya un entablamento y una
bóveda pintada al fresco por Giuseppe Cesari, el Caballero de Arpino, con la Ascensión de Cristo en el centro rodeada
de profetas y sibilas y los cuatro Doctores de la Iglesia, Gregorio Magno,
Agustín, Jerónimo y Ambrosio, en los lunetos.
Bóveda de la capilla Olgiati |
En los lunetos sobre la entrada y sobre el altar se
representan una Resurrección de Cristo
y una Asunción de la Virgen. En
cuanto a la pintura del altar, es un Encuentro
de Cristo y la Verónica camino del Calvario de Federico Zuccaro y está
flanqueado por los santos Andrés y Bernardo de Claraval, patrón del fundador,
del Caballero de Arpino.
Detalle de la bóveda, con la Resurrección y uno de los cuatro Doctores en el luneto, profetas a la izquierda y sibilas a la derecha |
Altar con el Encuentro de Cristo y la Verónica de Zuccaro flanqueado por los santos Andrés y Bernardo de Claraval del Caballero de Arpino |
Encuentro de Cristo con la Verónica de Zuccaro (2) |
El ciclo se completa con una Última Cena sobre la puerta, un Noli
me tangere en la pared de la Epístola y un Camino de Emaús en la del Evangelio.
La última capilla del Evangelio es la capilla de san Giovanni Gualberto, fundador de la abadía de
Vallumbrosa. El proyecto fue encargado por el papa Pío VI al arquitecto
Giuseppe Camporesse a fines del siglo XVIII pero el trabajo quedó paralizado
tras la ocupación francesa y no pudo retomarse hasta 1935 por orden del papa
Gregorio XVI, con un nuevo proyecto del arquitecto Ernesto Leschiutta, conformándose
como un ámbito neo-barroco cubierto con cúpula elíptica con tambor con ocho
vanos y ábside de bóveda de horno, todo ello decorado con frescos y mosaicos de
Giulio Bargellini.
Capilla de san Giovanni Gualberto |
Cúpula de la capilla de san Giovanni Gualberto |
Detalle de la pintura de la cúpula |
En el altar mayor aparece San Giovanni Gualberto venerado
por ángeles y la bóveda de horno que cubre el ábside muestra la Asunción y
Coronación de la Virgen rodeada de monjes y monjas de Vallumbrosa. En los
testeros laterales se repr esentan dos escenas de la vida de san Giovanni
Gualberto.
Asunción y Coronación de la Virgen |
Altar mayor con mosaico de san Giovanni Gualberto |
La sacristía, el
último ámbito abierto al lado del evangelio más cercano al ábside, fue
construida por san Carlos Borromeo, de ahí que su escudo aparezca en la bóveda,
y cuenta con varias obras interesantes. En el altar se ubica un San Giovanni
Gualberto de Agostino Ciampelli y en las paredes están una Flagelación de un
discípulo de Giulio Romano, una Deposición
de Cristo con santos de Giovanni de Vecchi que antes había estado en la
capilla Cesi o San Giovanni Gualberto ermitaño de Francesco Gai.
Lamentablemente el día de diciembre de 2014 que visité la basílica, este ámbito
no estaba abierto al público.
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Referencias:
(4) MUÑOZ, A. Roma di
Dante, Milano-Roma, 1921.
(5) http://kunsthistorie.com/galleri/index.php?album=Italia%2FRoma%2FSan.+Prassede&sortby=name&order=asc
Fuentes:
http://www.gliscritti.it/approf/2008/conferenze/sprassede/sprassede.htm
Y ahora ¿qué tal si compARTEs?
Y ahora ¿qué tal si compARTEs?
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