El monasterio de San Juan de Duero en Soria
Los restos del monasterio
de san Juan de Duero conforman uno de los monumentos más significativos del
románico castellano del que en la actualidad sólo se conservan la iglesia, que
por sus dimensiones parece indicar que no fue un cenobio con especial
trascendencia histórica, con una comunidad no muy amplia, y las arquerías del
claustro, sin que apenas se sepa nada sobre cómo eran las dependencias anexas,
que debían ocupar los lados norte, este y sur.
Ruinas del Monasterio de San Juan de Duero con el puente que comunica con la ciudad de Soria al fondo (1) |
En este sentido, un documento fechado en 1152 indica que la
Orden de San Juan de Jerusalén ya poseería ese enclave, extramuros de la ciudad
de Soria, en la orilla izquierda del Duero, y cerca del “puente Pedrina”, una
encomienda con su correspondiente iglesia, un enclave estratégico de acceso a
la localidad desde Aragón y Navarra que concuerda con su carácter hospitalario
y su vinculación con los caminos y la vías de peregrinación.
Estuvo habitado hasta el primer tercio del siglo XVII y
seguramente el culto continuó hasta el XVIII, aunque su semi ruina ya obligó a
una temprana intervención para reparar el tejado de la iglesia porque en ella
se celebraba la fiesta de los Jurados el día de san Juan. Pero el conjunto
siguió degenerando, la iglesia terminó convertida en establo y en el claustro
se habilitó un huerto, un deterioro que ni siquiera logro frenar su declaración
como Monumento Nacional en 1882, primer edificio de la provincia de Soria que
obtuvo dicho reconocimiento, pues aunque la Dirección General de Obras Públicas
del Ministerio de Fomento aprobó un proyecto de obras para su reparación, estas
se limitaron a desescombrar la iglesia, reparar el techo y explanar el claustro
eliminando las plantas, continuando su uso como establo hasta que en 1902
empezaron varias obras de restauración y recuperación e incluso se aprobó un
proyecto para cubrir las crujías del claustro que después no se materializó.
En 1934 se convirtió en Museo Epigráfico para exponer
mosaicos e inscripciones procedentes del Museo Celtibérico. En 1973 se
convirtió en una sección del Museo Numantino. En 1978 recibió los fondos
medievales de ese museo y en 1992 se convirtió en Sección Medieval del mismo,
hoy dependiente de la Junta de Castilla y León.
En una campaña arqueológica entre 1989 y 1990 en la huerta
junto el muro sur del claustro se localizaron varios restos constructivos que
se fecharon entre los siglos XIII y XIV y entre los siglos XV y XVII.
La iglesia
muestra una estructura muy sencilla, repetida en más de veinte templos
románicos castellanos cercanos, como los de Nafría de Llana, Castillejo de
Robledo o Rejas de San Esteban, algo muy habitual en los hospitalarios, que
acostumbraban a adoptar soluciones de acuerdo al tiempo y lugar en el que
levantaban sus monasterios.
La portada,
abierta en el centro del muro de la Epístola, muestra arco de ingreso y doble
arquivolta de medio punto con jambas constituidas por pilastras que más bien
son una prolongación de las dovelas, sin imposta o cimacio que las separe del
arco. En el muro del Evangelio hay otra puerta compuesta por un simple arco de
medio punto y un arcosolio de enterramiento empotrado en la pared y se conserva
la lauda con difunto yacente con ropas sacerdotales, la cabeza apoyada en dos
almohadones, las manos cruzadas y un cáliz sobre el pecho fechado a fines del
siglo XV o comienzos del XVI.
Portada de la iglesia (1) |
La fábrica es de encofrado de cal mezclado con pequeñas
piedras calizas y cantos de río, reforzado en las esquinas y en los vanos con
sillares de arenisca. Presenta planta rectangular irregular con nave única,
muros en los que se conservan escasos restos de enlucido blanco con líneas
negras que imitaban sillares, cubierta de madera y cabecera con fábrica más
cuidada que destaca porque las dimensiones son algo mayores que lo habitual en
templos tan sencillos. Recibe luz a través de las ventanas abiertas en el eje del
ábside, en el muro sur del presbiterio y mediante la puerta, también en el muro
sur.
La cabecera abre
a la nave mediante arco de triunfo apuntado sobre pilastras con semicolumnas
con capiteles de decoración vegetal derivada lejanamente de motivos silenses, y
está compuesta por presbiterio cuadrado cubierto con bóveda de cañón apuntado y
ábside semicircular con bóveda de horno también apuntado.
Cabecera de la iglesia |
Capitel del arco de triunfo del ábside (1) |
Sección de la iglesia. Planoteca IPCE. |
En un momento posterior se añadieron dos baldaquinos de planta cuadrada elevados de la cota de la nave
por tres escalones y formados por haces de cuatro columnas en sus cuatro
esquinas que sustentan arcos de medio punto sobre los que se ubican sendas
bóvedas, la del lado del Evangelio, esquifada al exterior y al interior, reforzada
por gruesos nervios sobre ménsulas, y la de la Epístola, cónica al exterior y
piramidal al interior, ambas cubiertas por capa de mortero sin decorar. Todos
los capiteles presentan decoración.
Baldaquinos (1) |
Interior de la bóveda del baldaquino de la Epístola |
Interior de la bóveda del baldaquino del Evangelio (1) |
Se sabe que el baldaquino del
Evangelio estaba dedicado a San Juan Bautista, de ahí que uno
de sus capiteles, el noroeste, represente la Decapitación de san Juan Bautista, con Herodes Antipas y Herodías de
pie junto a la mesa en el banquete, su hija Salomé arrodillada ante su madre y
un soldado con cota de malla y espada en alto agarrando al santo por el
cabello. Por detrás hay un edificio almenado identificado con la fortaleza de
Macheroo donde estuvo preso, y en otra cara hay un dragón del que le sale una
mano de la boca.
Decapitación del Bautista |
En el capitel suroeste vemos dos figuras quiméricas entre
las que se ubican dos monstruos enseñando los dientes con alas y largas colas
entrelazadas.
Capitel suroeste del baldaquino del Evangelio (1) |
En cuanto al capitel sureste, muestra a un centauro disparando
con su arco contra una hidra de siete cabezas cabalgado por un guerrero que
parece agarrar por el cuello a otro dragón mientras un soldado intenta sujetar
las alas de otro.
Capitel de la hidra de siete cabezas |
Por último, el capitel noreste del baldaquino del Evangelio
representa a dos dragones, uno enfrentándose a un ave con cabeza de fiera junto
a una figura antropomorfa erguida mientras otro guerrero con cota de malla levanta
una espada para atacar a algo que no se ve porque el capitel está embutido en
el muro.
Capitel noreste del baldaquino del Evangelio (1) |
Son todos temas negativos que acompañan a la ejecución del
Bautista y que también protagonizan las cabezas que soportan los nervios de la
bóveda, con dos monstruos con las bocas abiertas de forma amenazadora, una
cabeza humana llevándose con desesperación las manos al rostro y un capitelito con
decoración vegetal justo sobre la historia del Bautista.
En cuanto a los capiteles del baldaquino de la Epístola, dedicado a la Virgen María, desarrolla los
Ciclos de la Infancia de Cristo y la Muerte de la Virgen. El capitel noroeste presenta cinco escenas: la Anunciación muestra a un ángel de
rodillas sosteniendo una cruz apareciéndosele a la Virgen; la Visitación se representa con el habitual
abrazo de las primas; la Natividad
muestra a María acostada junto a la cuna con el niño y un buey y una mula, una
comadrona y un ángel con una estrella; y el Anuncio
a los Pastores representa al ángel indicándoles el camino para ir a adorar
al Mesías y comparte espacio con la Epifanía,
con los tres Magos con sus ofrendas presentándose ante la Virgen con el Niño.
Anunciación y Visitación (1) |
Natividad |
Anuncio a los pastores |
En el capitel noreste aparece la Matanza de los Inocentes, con Herodes, espada en mano mesándose las
barbas, escuchando a un demonio alado que le susurra al oído que ordene la
muerte de los niños, una particularidad iconográfica soriana, con una madre
arrodillada rogándole por su hijo mientras un soldado se lo arrebata de las
manos. Al otro lado otro soldado está descuartizando a otro niño ante otra
madre que se araña las mejillas con desesperación.
Matanza de los Inocentes |
En el capitel suroeste se representa la Huida a Egipto, con la Virgen sobre una mula con el Niño en su
regazo mientras san José tira de las riendas y parece llamar a las puertas de
una ciudad amurallada por la que asoma un pequeño personaje. Un ángel protege a
los tres del acecho del mal, representado por una arpía.
Huida a Egipto |
En el último capitel de este baldaquino de la Epístola, el
sureste, aparecen los últimos días terrenales de la Virgen, con María
flanqueada por dos ángeles que portan un vestido representando el anuncio de la
muerte de la Virgen según los Evangelios Apócrifos, cuando un ángel le lleva
las vestiduras para amortajarla. Otro de los ángeles porta una banda que
se ha interpretado como el cinturón entregado a santo Tomás, que aparece arrodillado, como prueba de la
Asunción de María al cielo.
Últimos días terrenales de la Virgen (1) |
En cuanto a los soportes de los nervios, hay dos cabezas
serenas, una de adulto barbado y otra de joven con largos cabellos, un monstruo
que enseña los dientes y otro capitel vegetal.
Algunos autores explican la presencia de estos baldaquinos
en relación con el incremento del culto en el monasterio con la llegada de los
hospitalarios, a los que la iglesia que les habría sido entregada les resultó
demasiado pobre y decidieron enriquecerla para satisfacer las necesidades del
culto griego que traían desde el Mediterráneo oriental, colocando entre ambos
templetes un velo que sirviera de iconostasis ante el altar mayor. Pero los
documentos parecen corroborar que la iglesia que hoy conocemos fue levantada
por los propios sanjuanistas a su llegada a la población a mediados del siglo
XII, sin que se haya constatado la existencia de una edificación anterior.
Además, tampoco se han localizado en los baldaquinos huellas que permitan saber
dónde estuvieron sujetos los cortinajes.
Otros consideran que se levantaron para monumentalizar la cabecera, como forma de dignificación litúrgica, tomando como referente templetes o ciborios cuadrados con columnas y rematados con cúpulas abundantes en Tierra Santa, como el que corona el acceso al Calvario por la fachada sur del Santo Sepulcro de Jerusalén, la llamada Capilla de los Francos, o un baldaquino que remataba el edículo interior en la rotonda de la Anástasis, una fórmula de baldaquino que también fue utilizada en Europa Occidental.
Adosado a la fachada sur del templo se encuentra un atrio o claustro, que destaca, entre
otras cosas, por sus grandes dimensiones en comparación con la iglesia, con
unos veintisiete metros en su eje norte-sur y por unos treinta en su eje este-oeste. Conserva las arquerías
pero no la cubierta, que debió ser de madera a un agua.
Crujía este |
Comenzó a levantarse por la panda norte, la adosada a la
iglesia, según lo habitual, al tiempo que se realizaba el primer tramo de la
arquería oeste, por estar ahí el acceso al conjunto, en vez de continuar por la
este, que era lo habitual por ser donde se alojaban la sala
capitular y otras dependencias esenciales para la vida de la comunidad. Se
adoptaron arcos de medio punto sobre columnas dobles con capiteles historiados,
vegetales y animales que se asemejan a los del cercano claustro de san Pedro.
Panda norte, adosada a la iglesia (3) |
Pero entre el último cuarto del siglo XII y las primeras
décadas del XIII se decidió cambiar la traza concibiendo cada galería
incluyendo dos tipos de arcos distintos, diferenciando cada mitad de cada
panda. También se sustituyeron los habituales machones de las esquinas de los
claustros por arcos en chaflán, algo que no estaba pensado desde el principio
porque en el centro de la galería oeste hay una serie de arcos entrecruzados
embutida en un machón preexistente, sin que las hiladas traben con la
construcción previa, mientras que el machón de enfrente, en el centro de la
panda este, que une arquerías de dos tipos, lo hace en perfecta trabazón y
continuidad de hiladas, de lo que se deduce que estos dos últimos tipos de arcos formaron
parte del mismo proyecto y campaña constructiva.
Distintos tipos de arcos de San Juan de Duero (4) |
Panda sur |
Galería este (4) |
Galería oeste (4) |
Galería sur (4) |
En el ángulo noroeste
aparecen arcos de medio punto con columnas dobles sobre podio. Los cinco arcos
del norte fueron reconstruidos en el siglo XX imitando las formas de los del oeste utilizando
capiteles que habían sido usados para tapiar las puertas del recinto. La
decoración de los capiteles es preferentemente vegetal, con acantos, hojas
palmeadas o lobuladas, algunas composiciones antropomorfas y tres capiteles
narrativos con la Parábola del rico
Epulón y el pobre Lázaro, el Banquete
de Herodes y la decapitación del Bautista, y la Visitatio Sepulcri.
Arcos oeste del ángulo noroeste, donde se conservan capiteles historiados (3) |
Arcos norte del ángulo noroeste, reconstruidos en el siglo XX |
Capiteles románicos del ángulo noroeste |
Los arcos del ángulo
noreste son de herradura apuntados, doblados y sin clave, con número de
dovelas pares, con cimacios simulados y moldura vertical sobre los capiteles
que parece corresponder a un alfiz aunque no se puede confirmar porque no se
conserva ninguna de las piezas altas horizontales. Al ser arcos doblados,
necesitan de soportes de sección cruciforme, de ahí que estos sean cuatro
fustes yuxtapuestos sobre zócalos individualizados. El tramo norte tiene seis
arcos y el este tiene cuatro.
Ángulo noreste |
Los capiteles tienen decoración vegetal de palmas, palmetas
y frutos que parecen repetir fórmulas tardorrománicas, uno de entrelazo
geométrico y otro con arpías. Aquí ya se sustituye el machón de la esquina por
el acto en chaflán, también de herradura apuntado.
En el ángulo suroeste
se sitúan arcos apuntados entrecruzados cuyo despiece no es radial porque los
encuentros entre arcos son incompatibles con la geometría normal de las
dovelas, con tres tipos de piezas distintas, un tipo insólito de despiece, que
hace pensar en que no se corresponde a tradición hispanomusulmana. Apoyan en
zócalos individualizados, columnas gemelas y capiteles dobles con decoración
vegetal y distintos tamaños que recuerdan a combinaciones del norte de Francia
de fines del siglo XII y comienzos del XIII, como algún tallo esbelto a la
manera de crochet.
Ángulo suroeste |
En el centro de la galería meridional hay una puerta formada
por un arco en el que se inscriben dos medios entrecruzados formando una pieza
pinjante, otro elemento que llama mucho la atención y que suscita variadas
interpretaciones en cuanto a su uso y significado.
Galería sur, con una puerta central que no se sabe para qué se utilizaba (3) |
Puerta central de la galería sur (3) |
Para terminar, los arcos del ángulo sureste son apuntados entrecruzados que arrancan más abajo
que en el tramo C y presentan pilares con acanaladuras verticales en vez de
columnas.
Ángulo sureste |
Estas galerías se alejan de las fórmulas típicas de los
claustros románicos por la diversidad de diseño de arquerías, la presencia de
arcos en chaflán en las esquinas y la eliminación del podio. Además, la similitud de
la traza en los tramos sureste y suroeste y de la presencia de fustes torsos
flanqueando los machones centrales y los arcos de las esquinas hacen pensar en que
fueron proyectados y ejecutados bajo la dirección de un mismo maestro y en la
misma campaña.
De todos modos, los estudiosos no se ponen de acuerdo a la hora de
calificar este curioso ámbito como claustro o como atrio, pues aunque sí existe
constancia arqueológica y documental de la existencia de dependencias anexas
propias de un claustro, la ausencia de podio de separación entre las crujías y
el espacio central y de un acceso directo y público al templo desde el exterior,
al que se entraba desde aquí, son características que más bien nos están
hablando de un atrio o patio, aunque en las encomiendas sanjuanistas los patios
ni son generalizados, a pesar de que en la encomienda de Almazán, también en
Soria, también existió, ni las dependencias seguían unas pautas estrictas, como
sí ocurría en los monasterios de regla benedictina.
Lo que sí se sabe del patio de san Juan de Duero es que su
destino fue funerario, con estudios arqueológicos que demuestran que las
galerías estaban completamente colmatadas de tumbas realizadas con lajas de
piedra verticales con los cuerpos orientados con las cabezas hacia el este,
incluso con un arcosolio en el muro meridional de la iglesia que algunos
autores consideran que sería del patrocinador de la terminación del claustro.
Los mencionados capiteles historiados en el tramo suroeste,
junto a la iglesia, van en esa línea. Estos son: el Banquete de Herodes con la decapitación del Bautista, que está muy
deteriorado; la Parábola del rico Epulón
y el pobre Lázaro, que representa el opíparo banquete del rico mientras a
su lado unos perros están lamiendo las piernas llagadas del pobre; pero la
muerte y el Juicio Final pondrán a cada uno en su sitio, de ahí que al lado
aparezca un ángel que sostiene el alma de Lázaro y Abraham lo acoge en su seno
mientras la cabeza del Leviatán se está tragando a Epulón; y la Visitatio Sepulcri, con un ángel junto
al sepulcro y las tres Marías con sus frascos, un asunto usado en el arte
románico como símbolo de la Resurrección de Cristo porque esta visita de las Marías sí
está narrada en los Evangelios pero ninguno cuenta cómo salió Cristo de su tumba, de ahí que la representación de Cristo saliendo del sepulcro sea excepcional en esa época.
Capitel con la Parábola de Epulón y Lázaro (3) |
Capitel con la Visitatio Sepulcri (3) |
El tema de la Visitatio
Sepulcri, además, fue muy frecuente en iglesias que evocaban el Santo Sepulcro
de Jerusalén, como en uno de los ábsides de Torres del Río, en el relieve de la
puerta de la Veracruz de Segovia o en el tímpano de la capilla bajo la torre en
la iglesia de los santos Justo y Pastor también
de Segovia.
Visitatio Sepulcri en la iglesia de los santos Justo y Pastor de Segovia |
En este sentido, se sabe de la existencia de claustros
funerarios en edificios románicos donde no parece muy normal que existieran
porque no servían a una comunidad monástica o canónica, como en San Pedro de la
Rúa de Estella, un priorato que funcionó como parroquia perteneciente al
monasterio de San Juan de la Peña, que también se asemeja a San Juan de Duero
en las relaciones de tamaño entre la iglesia y el patio.
El carácter ochavado que adoptan las tres últimas esquinas
construidas, a partir del cambio de diseño, cuando los tradicionales machones
son sustituidos por puertas en chaflán, se corresponden con el trazado del muro
perimetral, lo que ha hecho pensar a algunos estudiosos que lo que se buscó es
convertir el patio en una evocación del Santo Sepulcro de Jerusalén de igual
manera que otras muchas iglesias románicas adoptaron la forma octogonal, como
la del Santo Sepulcro de Torres del Río o la mencionada de la Veracruz de
Segovia.
En cuanto a los arcos en las esquinas, también podrían
relacionarse con el Santo Sepulcro. La reconstrucción de la rotonda de la
Anástasis en el siglo XI, después de su destrucción, quedó conformada como un
espacio circular con deambulatorio separado mediante tramos de cuatro arcos
sobre columnas, y en el eje norte-sur y al oeste se abrieron tres arcos sobre
pilares que comunicaban con altares secundarios, siendo quizá este esquema el
que quisieron repetir los responsables de la segunda campaña de construcción de
San Juan de Duero, haciendo que sus galerías funcionaran como una especie de
deambulatorio alrededor de una Anástasis central. En este sentido, los arcos
exteriores están adornados con un motivo geométrico de tres fajas en zigzag que
no aparece en ningún otro edificio románico hispano y que, sin embargo, se
parece mucho al motivo que enmarca las puertas y ventanas de la fachada sur del
Santo Sepulcro de Jerusalén, con una sucesión de piezas a modo de dientes de
sierra perpendiculares a los arcos, aunque no están dispuestas en serie
zigzagueante, como en Soria, sino una encima de otra en composición radial.
Arco del chaflán del ángulo sureste |
Las columnas torsas que flanquean los arcos en chaflán, dada
su presencia en el edículo interior de la rotonda del Santo Sepulcro, también
son elementos frecuentemente utilizados para evocar ese monumento.
Muchos estudiosos explican las arquerías apuntadas y
entrecruzadas de la segunda fase de San Juan de Duero como recurso a una
fórmula utilizada en el arte hispanomusulmán interpretado como evocación de
Tierra Santa a ojos del comitente o alarife.
También los hay que hablan de la presencia de arcos
apuntados y arcos de herradura apuntados en construcciones islámicas y en
Tierra Santa, como en la Qubbat al-Miraj de Jerusalén, fechada inmediatamente antes
o después de la toma de la ciudad santa en 1187, rematada por una linterna
adornada con arcos entrecruzados. En este sentido, el Santo Sepulcro pudo
contar con alguna construcción similar hoy desaparecida y que podría explicar
la presencia de nervios entrecruzados de la bóveda de Torres del Rio o en la
Veracruz de Segovia, tanto en la bóveda del piso inferior del edículo central
como en el frente de altar del piso superior de dicho edículo.
Otros autores las ponen en relación con el claustro de los
capuchinos de Amalfi e incluso con el de la catedral de la misma ciudad
italiana, con arcos entrelazados con función arquitectónica y no sólo
ornamental. En este sentido, fueron precisamente comerciantes de Amalfi los que
crearon el hospital de Jerusalén que se convirtió en embrión de la Orden de los
Hospitalarios de San Juan tras la toma de la ciudad santa en 1099, aunque tras
la conquista de Saladino en 1186 se retiraran a Acre, en 1310 pasaran a Rodas y
en 1530 se establecieran en Malta, cuando empezaron a conocerse como Orden de
Malta.
Hay también que destacar que el entrelazo, en general, suele
aparecer en obras románicas relacionadas con el Santo Sepulcro porque a veces
se utilizaba en relación con el culto a la Santa Cruz. Así podría interpretarse
en el arco que enmarca el tímpano de la Visitatio
Sepulcri en la mencionada iglesia de los santos Justo y Pastor de
Segovia, en uno de los adornos del tímpano de la iglesia hospitalaria
de San Martín de Leache en Navarra o en las celosías de las ventanas de Torres
del Río.
La diversidad de arcos no parece copiada de obra previa
alguna sino más bien resultado de un proceso creativo propio en el que muy
probablemente habría un comitente que quería evocar el Santo Sepulcro de
Jerusalén, que conocería de primera mano, tanto con las arquerías como con los
baldaquinos interiores, confiando la ejecución a un maestro de formación
occidental tardorrománica sin influencias hispanomusulmanas, que no habría
conocido personalmente Tierra Santa.
En este mismo sentido, la mención documental más antigua
conocida de la iglesia soriana, de 1152, de la que ya he hablado, indica que
ésta no estuvo dedicada inicialmente a san Juan Bautista sino que su
titularidad correspondía al Santo Sepulcro:
“(…) facio cartam donacionis et textum firmitatis Deo et sancto
Hospitali Iherusalem et ecclesie Sancti Sepulcri qua in Sauria [habet] de illa plaza que est ulta civitatem Saurie in ripa fluvii
de illa ponte Pedrina [usque] ad ipsam ecclesiam supra
nominatam” (5)
Aunque un segundo documento de 1190 en relación con las
posesiones de la Orden en Soria identifica al prior de San Juan de Jerusalén en
Castilla entre 1169 y 1185 con Pedro de Arias, un destacado personaje de su
tiempo, no puede afirmarse que él fuera el ideólogo de la galería soriana.
Además, hay autores que creen que más que el prior, el comitente sería un
potentado que impulsaría la reforma de la iglesia y del claustro con el deseo
de convertirlo en su panteón.
Imágenes ajenas:
(2) http://www.arquivoltas.com/13-Soria/01-SJuanDuero01.htm(3) https://commons.wikimedia.org/wiki/Category:Monastery_of_San_Juan_de_Duero,_Soria
(5) Transcripción tomada de BARQUERO GOÑI, C., “La repoblación hospitalaria en la Corona de Castilla (siglos XII-XVI)”, Instituciones. Documentos, nº 24, 1997, pp. 71-100.
Fuentes:
MARTÍNEZ DE AGUIRRE, J., “San Juan de Duero y el Sepulcrum
Domini de Jerusalén”. En HUERTA, P. L. (coord.), Siete maravillas del románico español, Aguilar de Campoo, 2009.
MELERO MONEO, Mª L., “El diablo en la Matanza de los
inocentes: una particularidad de la escultura románica hispana”, D'Art, 12, 1986, pp. 113-126.
Comentarios
Tiene además ese regusto literario que le dan Bécquer, Machado y dos figuras tan atractivas para mi como Ridruejo y Julian Marías, que pasó los veranos en Soria del año 1946 al 1977.
Dentro de los numerosos tesoros que contiene la capital ( a falta de catedral, que ciertamente está en El Burgo de Osma), destaca sin duda ese claustro o atrio que impresiona en su desnudez y complejidad. Es casi sorprendente que lo poco que se conserva sea a la vez tan importante y tan enigmático.
Recuerdo cuando lo recorrí casi azorado y a mi memoria saltaban las leyendas de Bécquer, el cercano Monte de las Animas y ese aura tan especial que tiene Soria en cada rincón.
Kissss
y Kisssss
Precioso documento. Tengo unas ganas enormes de poder visitarlo. El día que vaya me llevare impresa tu entrada.
Beso
Gracias!