El Monasterio de San Zoilo en Carrión de los Condes, de Palencia, a lo largo de su historia
El Monasterio benedictino de San Zoilo, el establecimiento
más importante de la red cluniacense en la península junto con los de San
Isidoro de Dueñas y Santa María de Nájera, se ubica al oeste a las afueras de
Carrión de los Condes, en la orilla izquierda del río Carrión y al lado del
puente que lo cruza, en la ruta de peregrinación a Santiago en Tierra de Campos
palentina, una zona de amplias llanuras dedicadas al cereal, al ganado y al
cultivo de viñedos.
Vista aérea del Monasterio de san Zoilo de Carrión de los Condes (1) |
El núcleo urbano como tal comenzaría a gestarse en el siglo
IX, después de que a fines del VIII Alfonso II conquistara la zona, cuando
durante los reinados de Ramiro I, Ordoño II y Alfonso III el enclave adquiriría
importancia estratégica y militar por estar en la ruta jacobea y converger en
él la cañada leonesa, la principal vía de comunicación entre los reinos de León
y Castilla, al lado del río, en una “carria” o vado, de donde se cree que
procedería el origen del nombre, aunque la leyenda dice que vendría de la
estrategia empleada por las tropas cristianas para vencer a los andalusíes
entrando a la población escondidos en unos carros cargados de carbón para
atravesar las murallas y conquistarla, quizá de ahí la presencia de carros en
los sellos de plomo de la documentación de la villa ya desde la primera mitad
del siglo XIII.
Los primeros documentos localizados que ya aplican ese
nombre, refiriéndose también al territorio circundante, que denominan como “in
territorio de Carrione”, datan del siglo X, y al convertirse en cabeza de un
condado administrativo del reino leonés, gobernado por la poderosa familia Banu-Gómez
(hijos de Gómez), y centro de expansión, terminaría dando el nombre al propio
río, aunque otros historiadores consideran que fue el río el que dio nombre a
la población, que al principio se llamó solamente “Santa María”.
Los Banu-Gómez lograron que la población adquiriera título
de ciudad, adscrita a la restablecida diócesis de Palencia, fundaron el
Monasterio de san Zoilo, construyeron un puente esencial para el paso de
mercaderes y peregrinos y un hospital en el que atender a estos últimos y, aunque
los condados leoneses en esa época eran de carácter vitalicio y no hereditario,
lo mantuvieron en la familia hasta que en 1037 Fernando I de León y Castilla
los abolió todos para acaparar poder frente a la nobleza.
Decoración de la bóveda del ángulo noreste del claustro bajo, dedicada a la familia Banu-Gómez como fundadores del monasterio |
En los siglos XI y XII la ciudad, convertida en una
importante etapa de la ruta jacobea, lo que la obligó a dotarse de numerosos hospitales,
obtuvo privilegios reales, destacando en 1169 la concesión de Alfonso VIII a
San Zoilo de una feria anual de un mes de duración, lo que supuso un gran aumento de su
actividad artesanal y comercial. En 1190 se constituyó en uno de los cuatro arcedianatos
del obispado de Palencia junto a Cerrato, Campos y el Alcor.
Camino de Santiago en la provincia de Palencia (2) |
En el siglo XIII perdió su título de ciudad pero siguió
beneficiándose de privilegios reales y de importantes donaciones, como la renta
del portazo, la exención de tributo real, la confirmación del privilegio de
libertad por los servicios prestados a la Corona, una feria anual de ganado o
la orden de Fernando IV, a petición de sus habitantes, como territorio de realengo, de que no saliera de
manos de la Corona. También fue sede de Concilios y Cortes y en ella se
instalaron familias nobles como los Girón, los Velasco, los La Vega, los
Manrique…
En el siglo XIV la villa se convirtió en cabeza de los
cuatro arcedianazgos del obispado de Palencia, y con solo unos tres mil vecinos
contaba con cuatro monasterios, doce templos parroquiales y tres ermitas.
Aunque en las luchas entre Pedro I y su hermanastro Enrique, conde de
Trastámara, la población se posicionó a favor de éste último, cuando llegó al
trono como Enrique II no respetó la prohibición de Fernando IV de que la villa
no saliera de la Corona y se la concedió a don Juan Sánchez Manuel, convertido
en I Conde de Carrión.
Pero cuando Enrique III entregó el condado a su esposa,
Catalina de Lancaster, Carrión volvió a la Corona, en 1415 Juan II renovó
sus privilegios y en 1454 Enrique IV le concedió el privilegio de no pagar
portazgos en todo el reino de Castilla. En este reinado la jurisdicción de la
villa pasó por varias dignidades señoriales pero con la llegada de los Reyes
Católicos desapareció la figura del señor particular de Carrión y su gobierno recayó
en el alcalde ordinario, el corregidor con gobierno real en posesión de
alcabalas y otros impuestos, un teniente corregidor, un alférez, un alguacil
mayor, doce regidores, doce escribanos y seis procuradores, con una clase social
media emancipada de la nobleza y vinculada con la corona en calidad de
vasallaje que paulatinamente fue subiendo escalafones en la sociedad.
El siglo XVI fue un periodo de expansión económica en
Castilla protagonizado por las poblaciones de la cuenca del Duero gracias al
aumento de la producción agraria por la roturación de pastizales, la
sustitución de los bueyes por mulas como ganado de labor y la reorganización de
las tierras, y fue acompañado de un crecimiento demográfico que provocó la
creación de núcleos de población en Tierra de Campos no demasiado grandes pero
muy próximos, estableciéndose una jerarquización en la que Carrión se mantuvo a
la cabeza dentro del conjunto territorial palentino gracias a sus privilegios y
exenciones, a la posesión de más parroquias de la diócesis, a la cabeza de los
cuatro arcedianazgos, y a su estratégica situación geográfica, pasó obligado
para las ferias y mercados de Villaón, Villada, Rioseco, León, Sahagún, Zamora…
También fue un periodo de cristalización del régimen
aristocrático y de florecimiento de la actividad artística gracias a un potente
mecenazgo protagonizado por familias con residencias en Carrión desde siglos,
como los Aguilar, los Mendoza, los Enríquez Cisneros, los Vozmediano… como de
otras asentadas más recientemente, como los Herrera Calderón, los Ponce de
León, los Paz de la Serna… Así, aunque la mayoría de los monumentos carrioneses
se remontaban al medievo, a lo largo del siglo XVI se produjeron renovaciones
íntegras de muchos de ellos y también surgieron nuevas fundaciones religiosas.
El linaje Manrique-Castañeda fue esencial. Don Garci IV
Fernández Manrique de Lara, I conde de Castañeda, y su esposa, doña Aldonza de
Castilla y de Vega, fundaron el Hospital de la Trinidad. Su nieto, Don Pedro Fernández
Manrique y Vivero, II conde de Osorno, impulsó un “pleito homenaje” entre
nobles en 1506 para proteger la villa y mantenerla bajo la corona real que se
fue confirmando periódicamente. Su hermana, doña Beatriz Manrique, fue abadesa
del monasterio de Santa Clara de Carrión. Es precisamente en el testamento de
otra de las hermanas, doña Aldonza Manrique, otorgado en 1522, donde aparece
por primera vez el apelativo “de los condes”. Ambas fueron enterradas en las
clarisas.
Dada su lealtad a la corona en las revueltas comuneras
Carlos V confirmó todos los privilegios de la villa y dispuso que ésta sólo
rindiera pleitesía a los monarcas.
En el siglo XVII se inicia la decadencia de la corona de
Castilla, con una agobiante presión fiscal que mermó la producción agrícola y
una disminución vertiginosa de la población por epidemias de peste y otras
enfermedades. Carrión pudo frenar su descenso demográfico gracias a la
concesión de Felipe III de un mercado franco semanal en 1618. Pero el sistema del
Antiguo Régimen, basado en la percepción de rentas y en la venta de títulos, se
convirtió en un lastre para la evolución económica y técnica de la agricultura.
Aun así, el patrocinio de obras de arte no se vio muy afectado,
renovándose las fábricas gracias a préstamos, limosnas, y censos concedidos al
clero regular, estamento privilegiado que ejerció como señor de un extenso
monopolio con poderes jurisdiccionales. En este sentido, los seis cenobios
carrionenses llegaron a acaparar el veinte por ciento de la producción agraria
y de los censos de toda la provincia de Palencia, con San Zoilo a la cabeza de
todos ellos.
Grabado de Carrión ha. 1800 de Guillermo Orejón y Lamas. El monasterio aparece a la izquierda, después de atravesar el puente sobre el río (3) |
El siglo XIX estuvo protagonizado por la pérdida progresiva
de poder de la nobleza y las desamortizaciones religiosas, que afectaron
profundamente a la villa, deteriorándose numerosos monumentos, algunos de los
cuales han sido restaurados o reconstruidos en el siglo XX.
En la actualidad, la economía de Carrión de los Condes se
basa en la agricultura y la ganadería y tiene una población en torno a los dos
mil doscientos habitantes.
En cuanto a la fundación
del monasterio, el documento más antiguo en el que éste ya figura bajo la
advocación de san Zoilo es de 1095, aunque algunos historiadores ponen en duda
su autenticidad porque es una copia del siglo XII. En su reverso se menciona
que el convento se había fundado cuarenta y ocho años antes, por lo que el
origen del mismo habría que remontarlo a 1047. Pero esa fecha estaría indicando
la refundación de otro cenobio de fundación real del año 948 dedicado a san Juan
Bautista y habitado por monjes cordobeses procedentes del Monasterio de san Miguel de Escalada.
Dicha refundación de mediados del siglo XI fue patrocinada por don Gómez Díaz,
miembro de la poderosa familia de los Banu-Gómez, después de que Fernando I de
León y Castilla se lo entregara para que lo convirtiera en su monasterio familiar,
aunque como las reliquias de san Zoilo todavía no habían llegado a Carrión, no pudo
estar bajo esa advocación, conservándose la de san Juan.
Vista aérea del monasterio (1) |
Don Gómez había conseguido entroncar con la familia real
leonesa a través del matrimonio con la condesa doña Teresa Peláez, hija del
infante Pelayo y de doña Aldonza Ordóñez, biznieta de dos monarcas leoneses, convirtiéndose
en un influyente personaje en la corte. Murió hacia 1057 y doña Teresa ingresaría
como religiosa en el monasterio familiar, cuya financiación ella misma asumió, tal
y como recomendaban los Padres de la Iglesia para las viudas y porque el rito
hispánico permitía a las mujeres laicas vincularse a comunidades de varones.
Se cree que las reliquias de los santos mártires Zoilo,
Félix y Agapio llegarían a Carrión hacia 1070 de la mano de don Fernando Díaz,
hijo primogénito de los fundadores, que las habría recibido del emir taifa de Córdoba
Abd al-Malik b.Muhammad al-Mansur como parte del pago a sus servicios como
mercenario en la guerra con la Taifa de Sevilla que terminó con la victoria de
esta última. El cambio de advocación seguiría el mismo patrón de la basílica
real de San Pelayo y San Juan Bautista de León, que en 1063 se convirtió en Basílica de San Isidoro de León al
recibir las reliquias de este santo, pues la recepción de reliquias de mártires
meridionales era una forma habitual de elevar el prestigio religioso de estas
fundaciones.
La hagiografía de san Zoilo nos relata que fue un cristiano cordobés azotado, despedazado
sacándole los riñones por la espalda y degollado en el año 306 por renegar de
la idolatría pagana, que fue enterrado en un campo yermo para que nadie
encontrara sus restos. San Agapio fue caballero que abandonó sus riquezas para
tomar el hábito benedictino en Córdoba y a quién en el año 589 se le apareció
San Zoilo para revelarle dónde estaba enterrado, localizando sus restos y trasladándolos en solemne procesión a una iglesia sobre la que después se
erigió un monasterio donde el propio Agapio fue sepultado. En cuanto a san
Félix, su identidad no está muy clara. La opinión más generalizada es que fue
un monje de Alcalá de Henares que tomó el hábito benedictino en un convento
asturiano para después trasladarse a Córdoba, donde en el año 853 fue degollado
y clavado en un palo y pocos días después su cuerpo, junto con el de otros
mártires, fue quemado y sus cenizas y huesos arrojados al Guadalquivir, aunque
sus devotos seguidores recuperaron sus restos y los llevaron al monasterio de
San Zoilo. El enlace de los tres santos, reposando en el mismo convento,
justificó el traslado conjunto de sus reliquias el cenobio de Carrión.
Martirio de san Zoilo en el retablo de la Capilla de la Concepción de la Catedral de Córdoba (4) |
En 1076 doña Teresa y sus hijos, por orden de Alfonso VI,
rey de Castilla, de León y de Galicia, dentro de la política del monarca de
adhesión a la renovación monástico-litúrgica de sustitución del rito hispánico
por el romano emprendida por Gregorio VII, donaron el monasterio, junto a una
amplia dotación territorial, a los benedictinos de Cluny, que se estaban
encargando de la implantación de la reforma, y la viuda trasladaría su vivienda fuera
del recinto monástico porque su permanencia en él, un cenobio masculino
cluniacense, no estaba permitida en el rito romano. Hay autores que creen que
pudo retirarse al monasterio femenino de San Salvador de Palat del Rey en León, históricamente relacionado con la familia real leonesa, a la que doña Teresa
pertenecía, como sede del Infantado
de León, creado por Ramiro II a
mediados del siglo X como señorío independiente y entregado como dote a su
hija, la infanta doña Elvira con el cargo de abadesa o dómina del señorío, que
no había contraído matrimonio para dedicarse a la vida de oración. De este
mismo periodo data la fundación del Infantado de Covarrubias para las infantas del condado de Castilla que
optaban por la vida religiosa.
La realeza fomentó los establecimientos cluniacenses por
motivos políticos además de religiosos, pues la Orden, con una fuerte
implantación en el resto de Europa, era una importante aliada en las reformas
que las coronas emprendieron para acaparar poder frente a la nobleza. Con
anterioridad todas habían sido cesiones reales y esta donación fue la primera
entrega familiar, conformada como un evidente acto de apoyo a la estrategia del
monarca por parte de una de las familias más poderosas de su reino.
Cluny también fue una gran impulsora de las peregrinaciones
a Santiago, de ahí que muchas de sus filiales estuvieran junto a las grandes
rutas jacobeas, tomando como una de sus principales obligaciones la acogida y
cuidado de los peregrinos, de ahí que Carrión fuera un candidato inmejorable.
No existe documentación que corrobore la renovación del
templo y la ampliación de las dependencias conventuales con un claustro para
acomodarse a los usos de la nueva liturgia en el último cuarto del siglo XI,
como sí se sabe que pasó en los monasterios benedictinos de San Pedro de Arlanza, Santo Domingo de Silos o Sahagún. Pero
la posición privilegiada de San Zoilo en plena ruta jacobea en ese
periodo de reformas hace pensar en una sustitución de la vieja fábrica en la
que el patrocinio de doña Teresa se centraría, más que en una reedificación, en
la financiación de la continuación de las obras emprendidas por su marido teniendo en cuenta los cambios necesarios para la adopción del rito romano. A
su muerte en 1093, sin que estas obras románicas se hubieran terminado, recibió
sepultura, junto a don Gómez, en el pórtico occidental de la iglesia, la
denominada galilea, aunque después de que se
extendiera la leyenda sobre sus milagros y empezara a considerársela santa, su
sepultura fue trasladada a la capilla mayor, donde permaneció hasta 1570,
cuando se ubicó en un nicho alto en el testero de la Epístola.
Sepulcro de doña Teresa en el testero del Evangelio del ábside de la iglesia barroca |
La iglesia románica estaría terminada en torno a 1100. Orientada canónicamente hacia el
este, sería de tres naves de cuatro tramos con cubiertas de bóveda de cañón,
transepto no destacado en planta, crucero posiblemente cubierto con cimborrio y tres ábsides semicirculares. Se conservan parte de los muros laterales, la
portada occidental y parte de la torre del Evangelio.
Planta hipotética de la iglesia románica (5) |
Muro de la iglesia románica en el lado de la Epístola (6) |
Maqueta de la hipotética iglesia románica |
El acceso principal estaba en la fachada norte, pero también
contaba con una elaborada fachada occidental con forma en H que definía un
recorrido en el que participaban dos torres laterales entre las que se ubicaba
en cuerpo horizontal con un pasillo elevado sobre la portada y tribuna abierta
sobre la nave central.
Maqueta de la hipotética iglesia románica con la fachada norte y la occidental (7) |
Reconstrucción hipotética de la fachada occidental románica (8) |
A esta fachada estaba adosado un pórtico, la ya mencionada galilea, de dos tramos
abovedados con medio cañón y de igual ancho que la nave central destinado a
enterramiento de la familia Banu-Gómez de Carrión, una estructura que entronca
con la tradición prerrománica de la monarquía astur-leonesa de ubicar espacios
de enterramiento a los pies de los templos, como sabemos que ocurrió en la Basílica de San Isidoro de León,
donde existió un ámbito funerario previo a la conformación de su famoso Panteón Real, y también con la
propia estructura de los monasterios cluniacenses, orden especializada en velar
por la memoria de los difuntos y garantizar la salvación de sus almas, que,
entre los siglos XI y XII, siguiendo la tradición carolingia, habilitaron los
espacios ante la fachada occidental como lugares de enterramiento para los
grandes protectores de los cenobios en una época en la que la prohibición de
las inhumaciones en el interior de las iglesias provocó que se buscaran otros espacios
significativos que fueron enfatizados para que dieran importancia a los
enterramientos privilegiados que allí tenían lugar.
La morfología cluniacense de fachada en H facilitaba un
recorrido específico con el que se celebraban los oficios del Tridium Pascual de Semana Santa (Adoratio Crucis, Depositio, Elevatio y Visitatio sepulchri),
relacionados con el triunfo simbólico sobre la muerte. Se ascendía por la torre
del Evangelio como metáfora del recorrido de los apóstoles desde Jerusalén al
Monte de los Olivos en el que se produjo la Resurrección, se realizaban los
ritos en el ámbito superior, bajo la advocación del Santo Sepulcro o del Arcángel
san Miguel por sus connotaciones funerarias en su papel como psicopompo, y se descendía por la
torre de la Epístola para orar en el templo.
En la anteiglesia de Cluny, después extendido a otros
monasterios de la Orden, el espacio inferior fue llamado galilea por los monjes por
sinécdoque, pues ahí se ubicaba la última estación procesional del Domingo de
Resurrección y se entonaba una oración que recordaba que Cristo resucitado se
había reencontrado con sus discípulos, tal y como cuentan el Evangelio de Mateo y el Evangelio de Marcos:
"Después de haber cantado un himno, salieron hacia el
monte de los Olivos. Entonces Jesús les dijo: Esta noche todos vosotros os
apartaréis por causa de mí, pues escrito está: “Heriré al pastor, y las ovejas
del rebaño se dispersarán. Pero después de que yo haya resucitado, iré delante
de vosotros a Galilea” (Mateo 26, 30-32).
“No os asustéis. Buscáis a Jesús Nazareno, el crucificado;
ha resucitado, no está aquí; mirad el sitio en el que le pusieron. Pero id a
decir a sus discípulos y a Pedro que os precederá a Galilea; allí le veréis,
como os ha dicho” (Marcos 15, 6-8).
“Los once discípulos
fueron a Galilea, al monte que Jesús les había señalado y, al verlo, lo
adoraron” (Mateo 28, 16-17).
Se conservan restos de la primitiva torre románica que
estaba a los pies en el lado del Evangelio en la iglesia de san Zoilo, a la que
se accedía mediante una portada recientemente descubierta, que cuenta con un
tímpano con un crismón, que da paso a escalera helicoidal embutida en el muro que
comunicaba con una tribuna abierta a la nave central, y se sabe que hubo otra
torre de forma cilíndrica al otro lado, en la Epístola.
A la derecha de la portada barroca de la fachada norte de la iglesia se pueden observar los restos de la torre occidental del Evangelio de la iglesia románica |
Puerta descubierta a los pies del lado del Evangelio con crismón trinitario por la que se accedía a la torre de este lado (1) |
El crismón es trinitario, el único conocido en la provincia
de Palencia, pues el de San Martín de Frómista es cristológico, sin la “S”
característica de los difundidos en el Reino de León, y los símbolos
apocalípticos alfa y omega aparecen invertidos, una característica que se ha
relacionado con la intención de reforzar la lectura del término “PAX”, asociado
por san Pablo a Cristo en varios pasajes de sus Epístolas, o también como símbolo de la vía de progresión
escatológica desde la muerte, representada por la omega, la última letra del
abecedario griego, hasta la vida, representada por la alfa, la primera letra
del abecedario griego, que igualmente formula san Pablo en su Epístola a los Romanos cuando dice
“Fuimos, pues, sepultados juntamente con él por el bautismo en la muerte, para
que como Cristo fue resucitado entre los muertos por la gloria del Padre, así
también nosotros caminemos en nueva vida”. En este sentido, en una de las
puertas de acceso al Panteón de San Isidoro de León, otro contexto
funerario, se localiza un crismón de iguales características.
Además, el descubrimiento en 2006 en esta torre del Evangelio de una pequeña capilla, seguramente dedicada a san Miguel, de planta cuadrada rematada con ábside canónicamente orientado, cubierta abovedada, con ventana en el lado del Evangelio y una credencia en el de la Epístola, señal de que tuvo función litúrgica, parece corroborar que allí también se desarrollaría la liturgia cluniacense del Tridium Pascual, relacionada, además, con el hecho de que la galilea de San Zoilo conformó el panteón funerario de los condes de Carrión.
Planta de la capilla en la torre del Evangelio (8) |
Capilla en la torre del Evangelio (9) |
Ventana de la capilla de la torre románica del Evangelio |
El ascenso por la torre del Evangelio también se pone en
relación con el pasaje del Génesis
sobre el sueño de Jacob en el que el patriarca veía subir y bajar a los ángeles de
Yavé, pues en la propia literatura benedictina de la época era frecuente
la identificación de los monjes cluniacenses con ángeles. Además, en la propia
Regla de san Benito se relaciona el ascender y descender escaleras con los doce
grados de la humildad que preconizaba.
En una miniatura germana de ha. 1162 de un ejemplar de la
Regla de san Benito compuesta en el monasterio de Zwiefalten aparecen dos
escaleras: a la izquierda la de Jacob y a la derecha la visión de Perpetua. En
la primera, Jacob aparece durmiente al pie y por la escalera ascienden y
descienden ángeles y en la parte superior está Cristo bendiciendo. En la de la
derecha hay un dragón de tres cabezas impidiendo la ascensión, un personaje
desnudo con una espada en el medio y en los escalones intermedios hay cabezas
de hombres y mujeres, seguramente los que están en el camino de la salvación,
con una imagen de Cristo en la parte superior con una cuerda con la que
engancha una de las cabezas del dragón. Entre ambas escaleras se ubica san
Benito redactando la Regla dentro de una arquitectura con dos torres laterales.
Miniatura alemana de ha. 1162 en un ejemplar de la Regla de san Benito compuesta para el monasterio de Zwifalten (10) |
La galilea de San Zoilo hoy está incluida en una galería de
doble arcada con pilares cuadrangulares de piedra que sustentan bóvedas de
arista pero en origen estaría abierta al patio. En la actualidad, esta galería, además de
comunicar con la zona del hotel, expone una maqueta de la iglesia románica,
varios capiteles recuperados durante las restauraciones y que podrían haber
pertenecido al desaparecido claustro románico y otros restos.
Sección transversal a la altura de la galilea, con la fachada occidental de frente (8) |
Galería con la galilea ante la portada occidental |
Capiteles del claustro románico expuestos en la galería |
Detalle de los capiteles recuperados del claustro románico |
La portada occidental
de la iglesia románica, tapiada desde el siglo XVII y recuperada en 1993,
se cree realizada en torno a 1100 y se compone de cinco arquivoltas de medio
punto alternando rosca plana con dos gruesos baquetones y una de ellas conserva
restos de una inscripción en letras capitales romanas alusiva a san Juan Bautista, una
cita del Evangelio de Mateo sobre la
predicación del santo en el desierto donde se describe que tenía una túnica de
pelos de camello y un cinturón de cuero
“...PILIS CAMELORVM ET ZONAM PELI[…]AM…”
Aunque podría pensarse que estaría en relación con la
primera advocación del cenobio, parece ser que la inscripción es de fines del
siglo XVI, cuando el primitivo pórtico se conformó como Capilla de san Juan,
también conocida como Capilla de los Condes por ser su lugar de enterramiento.
Portada occidental |
Inscripción alusiva a san Juan Bautista en la portada |
Las arquivoltas apoyan en pilares y en cuatro columnas con
fustes de mármol reaprovechados, quizá de alguna villa romana cercana. En
cuanto a los capiteles, el exterior del lado del Evangelio presenta cuatro
figuras emparejadas portando bandejas sobre las que aparecen los bustos de unas
figuras aladas que sustentan libros y están en actitud de bendecir, una escena
de difícil identificación; el interior de este mismo lado muestra parejas de
animales fantásticos con cola de serpiente. Ambos se relacionarían con la
ascensión del alma y las amenazas del mal. El capitel interior del lado de la
Epístola parece representar a Balaam
sobre la burra, quizá indicando la debilidad de la fe; y el exterior
muestra una escena de vendimia, quizá relacionada con la inminencia de la
Parusía, con el pasaje apocalíptico del vino de la ira de Dios, o con la
parábola del sembrador, mensaje de salvación a través de la correcta recepción del
mensaje de Cristo
“Los que reciben la semilla en tierra buena son los que oyen
la palabra, la reciben y dan fruto” (Marcos 4, 20)
Capiteles del lado del Evangelio |
Capiteles del lado de la Epístola |
Así, la iconografía general del portal estaría relacionada
con el triunfo sobre la muerte, en consonancia con las mencionadas
celebraciones procesionales cluniacenses de Pascua y con la festividad de los
difuntos el 2 de noviembre en las que este espacio occidental de los templos
tenía un papel litúrgico protagonista.
En el Panteón Real de San Isidoro de León
y en la Portada sur de la Catedral de Jaca también se localizan capiteles con Balaam sobre la burra, interpretados
como símbolos de la recuperación de un tema antiguo emanado de la Roma
constantiniana y postconstantiniana como reflejo de la vuelta a la Iglesia
primitiva promovida por la Reforma Gregoriana difundida por Cluny a la que se
le añade un nuevo significado relacionado con las virtudes necesarias para un
monje de la época.
Construidos la nueva iglesia y el claustro, hasta mediados
del siglo XIII el monasterio fue ampliando su poder e influencia e
incrementando sus posesiones gracias a privilegios y donaciones reales y de la
nobleza, pero ya desde antes empezó a verse afectado por la crisis general
relacionada con la pérdida de valores de la vida monacal por la progresiva
relajación de las costumbres y la decadencia espiritual, con la consiguiente
disminución de vocaciones, iniciándose una crisis económica,
fundamentalmente provocada por la pésima administración de los priores, que se
prolongó durante dos siglos más y que condujo a la ruina de los edificios a
pesar de las constantes intervenciones, siempre provisionales.
A fines del siglo XIV pareció existir una cierta
recuperación que permitió intervenciones en la iglesia y el claustro después
sustituido.
En 1430 el papa Eugenio IV elevó San Zoilo a la categoría de
abadía. Pero la independencia de Cluny fue solo aparente pues, a todos los
efectos, San Zoilo siguió siendo jurisdicción de la casa madre francesa. Además,
aunque en este siglo XV las rentas del monasterio aumentaron, no fueron
suficientes para paliar la grave crisis económica, pues la subordinación
directa a Roma implicó la introducción de abades comendatarios, elegidos por el
papado o nombrados por los reyes, que la mayoría de las veces no pertenecían al
convento, ni vivían en él, ni lo visitaban con frecuencia, pero sí se quedaban
con gran parte de sus ingresos, una situación que agravó todavía más la
situación económica y espiritual.
En 1479, durante el abadiato comendatario de don Pedro
González de Mendoza, la parroquia de la Magdalena fue anexionada a San Zoilo y
la iglesia empezó a desarrollar funciones parroquiales.
A comienzos del siglo XVI, y por expreso deseo de Fernando
el Católico, San Zoilo tuvo que unirse a la Congregación benedictina de
Castilla, con sede en el Monasterio de san Benito de Valladolid,
que casi un siglo antes ya había emprendido una reforma para volver a la
observancia rigurosa de la regla, un modelo impulsado por los monarcas
castellanos y también por el Papa, y se había convertido en ejemplo de vida
para implantar en otros monasterios.
Pero los siguientes abades comendatarios siguieron gestionando los bienes del monasterio para su propio beneficio en vez de para el bien de éste, quedándose con muchas de sus rentas, hasta que en 1532 quedó definitivamente unido a la Congregación de San Benito y obtuvo permiso para elegir a sus superiores, comenzando un periodo de esplendor para San Zoilo que permitió al segundo abad elegido por la congregación en esta nueva etapa, fray Gaspar de Villarroel, emprender la reconstrucción total del claustro, un elemento necesario dentro del proceso de renovación espiritual que estaba experimentando la orden benedictina, que al aceptar la clausura perpetua, necesitaba de nuevos recintos adecuados a la oración y el estudio.
Pero los siguientes abades comendatarios siguieron gestionando los bienes del monasterio para su propio beneficio en vez de para el bien de éste, quedándose con muchas de sus rentas, hasta que en 1532 quedó definitivamente unido a la Congregación de San Benito y obtuvo permiso para elegir a sus superiores, comenzando un periodo de esplendor para San Zoilo que permitió al segundo abad elegido por la congregación en esta nueva etapa, fray Gaspar de Villarroel, emprender la reconstrucción total del claustro, un elemento necesario dentro del proceso de renovación espiritual que estaba experimentando la orden benedictina, que al aceptar la clausura perpetua, necesitaba de nuevos recintos adecuados a la oración y el estudio.
Galerías del claustro bajo (1) |
Galerías del claustro alto (1) |
La destrucción del claustro medieval implicó la pérdida
de enterramientos de otros miembros de la familia de los condes de Carrión y de
otros nobles y hay autores que consideran
que algunos de los sepulcros conservados en la iglesia podrían proceder de ese
ámbito.
Esta campaña de renovación de claustros fue común a otros
cenobios benedictinos, como Santa María la Real de Nájera, Oña, Santa María la
Real de Irache o Celanova, dentro del engranaje reformador en el que estaba
imbuida la Orden. Todos tuvieron que obtener la aprobación del capítulo General
y debieron contratar a maestros renombrados que siguieran un modelo único en
cuanto a estilo y sólo variable por las medidas al tenerse que adaptar al espacio
existente, de ahí la similitud entre ellos.
Hacia 1570 se decidió despejar la galilea y convertirla en capilla, para lo que se optó por enterrar los dieciséis sepulcros que contenía dejando a ras de suelo las laudas, con la progresiva erosión de sus epitafios.
“Está sepultado en esta Capilla, que llaman la Galilea, el
Conde Don Fernando Malgradiense (…). Había (…) otras muchas sepulturas de los
hijos de los Condes y de otros Caballeros, y un abad las metió debaxo de
tierra, para que se pudiese andar por la capilla, y pisando las tapas de las
arcas de piedra se gastaron, las letras, de manera que yo no las pude leer” (11)
“A los pies de la iglesia de San Zoil, que dice Morales que
no era capilla y que antiguamente tenía el nombre de Galilea, ahora se llama
capilla de los condes y está dedicada a San Juan, que fue el principio de aquel
monasterio, y se ven en ella, decentemente puestos, los entierros del conde y
sus hijos, con inscripciones y versos antiquísimos… En esta capilla no se
podían enterrar sino personas muy principales” (12)
La nueva sacristía, pegada a la cabecera de la iglesia en el
lado de la Epístola, en los primeros tramos de la panda este del claustro, fue
iniciada a fines del siglo XVI.
Sacristía |
Desde comienzos del siglo XVII hasta las desamortizaciones
del siglo XIX el monasterio se gobernó mediante abades elegidos por cuatro años,
comenzando un periodo de bonanza económica que permitió renovar la sacristía
por completo, a pesar de ser tan nueva, a partir de 1622, y levantar una nueva iglesia a partir de 1642 aprovechando al máximo los muros del templo románico y
limitándose a derribar los intercolumnios, tabicar ventanas y afeitar impostas,
fustes y capiteles de los muros. También se construyó una librería sobre la
sacristía y se completaron el resto de dependencias del claustro alto.
Iglesia |
En el siglo XVIII se añadió un nuevo patio rectangular de grandes dimensiones a los pies del templo y en paralelo al claustro plateresco
para disponer nuevas celdas para los monjes, se renovaron algunas dependencias
deterioradas y se amueblaron el templo y la sacristía.
Patio en la actualidad (1) |
En 1786 hubo una nueva intervención a los pies del templo,
cuando se levantaron las laudas funerarias y se emparedaron en los muros
laterales de la capilla allí construida.
El siglo XIX estuvo lleno de avatares para el monasterio,
pues las sucesivas desamortizaciones de la primera mitad del siglo XIX
supusieron la pérdida progresiva de su patrimonio. Pero el edificio no fue
abandonado, pues la iglesia continuó siendo la sede de la parroquia de la
Magdalena, y el convento se acondicionó como fábrica de harinas hasta que en la
década de 1850, cuando cedido por el gobierno a la diócesis de Palencia pasó a
ser, sucesivamente, colegio de la Orden agustina y colegio internado de primera
y segunda enseñanza de la Compañía de Jesús después ampliado a externado,
cuando se modificó profundamente el patio del siglo XVIII y se construyeron
nuevas dependencias anejas.
Pero durante el sexenio revolucionario, con el decreto de expulsión
de las comunidades religiosas de toda España, los jesuitas tuvieron que
abandonarlo y la propiedad pasó a manos del Ayuntamiento de Carrión. Durante
unos meses de 1869 el colegio fue utilizado como cárcel y en 1871 se planteó la
venta del convento, pero la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando
emitió un informe en contra y el Ayuntamiento decidió utilizarlo, tras el
decreto de libertad de enseñanza, como Instituto libre de segunda enseñanza
hasta un nuevo cierre en 1874.
Con la restauración borbónica en la persona de Alonso XII en
1875, el monarca autorizó la vuelta de la Compañía a San Zoilo, estableciéndose
de nuevo un colegio de primera y segunda enseñanza, con alumnos internos y
externos, y un filosofado con jesuitas de Poyanne. El coro alto de la iglesia
fue habilitado como capilla. El colegio funcionó hasta su clausura en 1891, que
pasó a convertirse en Noviciado Menor, con la mayoría de sus alumnos en régimen
externo, con nuevas obras de acondicionamiento que incluyeron el
acristalamiento del claustro alto plateresco, hasta ese momento cerrado con
contraventanas de madera.
En 1918 San Zoilo asumió también las funciones de Colegio
Apostólico, centro de enseñanza media para formar a futuros jesuitas como
ampliación de su Noviciado Mayor de Salamanca, aunque en 1926 el Noviciado
Menor jesuita también se trasladó a Salamanca y San Zoilo empezó a funcionar
como Colegio Apostólico de la Compañía y Noviciado Menor diocesano.
En 1932, durante la II República, aunque se decretó una
nueva expulsión de los jesuitas de San Zoilo, la queja de los vecinos de
Carrión posibilitó que éstos siguieran en el monasterio bajo la protección del
Obispado, propietario del edificio.
Tras la Guerra Civil ya solo fue Colegio Apostólico, pero la
nueva división territorial de las provincias jesuíticas en 1948 provocó su
traslado a León a pesar de las quejas de los carrionenses, y en 1959 la
Compañía abandonó definitivamente el edificio. Tras varias reformas, el obispo
de Palencia trasladó a San Zoilo el seminario Menor de la diócesis, en
funcionamiento hasta 1988.
En 1991 la Diócesis vendió a una empresa privada todas sus dependencias salvo el claustro y el templo, cedidos en usufructo, para transformarlas en hospedería, función que sigue desempeñando en la actualidad. Las obras de acondicionamiento estuvieron a cargo del arquitecto Rafael Sainz Fraile, miembro del estudio de José María Pérez “Peridis”. Las celdas de los monjes se convirtieron en habitaciones, el antiguo refectorio fue transformado en el comedor del hotel, la cilla se transformó en cafetería… Además, durante las obras de restauración de la iglesia y el claustro, que se dejaron abiertos a las visitas turísticas, fue cuando se sacó a la luz la portada occidental de la primitiva iglesia románica, emparedada desde el último tercio del siglo XVIII.
Antigua sala capitular, hoy salón del hotel (1) |
Las salas a la derecha de la puerta del colegio se
reservaron como sede del Centro de Estudios y Documentación del Camino de
Santiago, que cuenta con una prestigiosa biblioteca especializada en la ruta
jacobea.
Biblioteca del Centro de Estudios y Documentación del Camino de Santiago (3) |
En 1931 el convento fue declarado Monumento Nacional y en
2012 Bien de Interés Cultural con categoría de Monumento.
Para poder ver la iglesia actual y el espectacular claustro del siglo XVI con detalle solo tenéis que abrir este enlace.
Para poder ver la iglesia actual y el espectacular claustro del siglo XVI con detalle solo tenéis que abrir este enlace.
Imágenes y referencias ajenas:
(3) GARCÍA GARCÍA, L., Evolución
del patrimonio religioso en Carrión de los Condes, Palencia, desde la Baja Edad
Media hasta nuestros días, Tesis doctoral presentada en la Facultad de
Filosofía y Letras, Universidad de Valladolid, 2012.
(5) SENRA
GABRIEL Y GALÁN, J. L., “La puerta como dogma: a propósito de un Nuevo
descubrimiento de la iglesia románica de San Zoilo de Carrión de los Condes
(Palencia)”, Archivo Español de Arte,
LXXXI, 322, abril-junio 2008, pp. 139-150.
(8) SENRA
GABRIEL Y GALÁN, J. L. “Aproximación a los espacios litúrgico-funerarios en
Castilla y León: porticos y galileas”, Gesta, vol.
36, nº 2, 1997, pp. 122-144.
(9) BOTO VARELA, E., “Capillas en alto y cámaras elevadas en
templos románicos hispanos: morfologías, usos litúrgicos y prácticas cultuales”.
En HUERTA HUERTA, P. L. (coord.), Espacios
y estructuras singulares del edificio románico, Aguilar de Campoo,
Fundación Santa María la Real, 2008, pp. 93-119.
(11) Prudencio de Sandoval en su Historia de los cinco reyes (1615), pp. 205-206.
(12) El padre Antonio Yepes en su Crónica General de San Benito (1617).
Fuentes:
BOTO VARELA, E., “Capillas en alto y cámaras elevadas en
templos románicos hispanos: morfologías, usos litúrgicos y prácticas cultuales”.
En HUERTA HUERTA, P. L. (coord.), Espacios
y estructuras singulares del edificio románico, Aguilar de Campoo,
Fundación Santa María la Real, 2008, pp. 93-119.
DOKMAK, A. M. y SAYED, Z. S., “Aportaciones de la epigrafía
árabe en el arte románico español. Una facete de la cultura árabe–islámica
medieval”, Mundu bat begirada anitz-Un
mundo, muchas miradas, nº 4, 2015, pp. 109-133.
GARCÍA GARCÍA, L., Evolución
del patrimonio religioso en Carrión de los Condes, Palencia, desde la Baja Edad
Media hasta nuestros días, Tesis doctoral presentada en la Facultad de
Filosofía y Letras, Universidad de Valladolid, 2012.
POZA YAGÜE, M., “La burra de Balaam”, Revista Digital de Iconografía Medieval, vol. III, nº 5, 2011, pp. 1-9.
SENRA
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Castilla y León: porticos y galileas”, Gesta, vol.
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GABRIEL Y GALÁN, J. L., “Nuevos hallazgos románicos en el monasterio de San Zoilo
de Carrión de los Condes (Palencia)”, Archivo
Español de Arte, nº 293, 2001, pp. 88-95.
SENRA
GABRIEL Y GALÁN, J. L., “Dos telas islámicas encontradas en el Monasterio de
san Zoilo de Carrión de los Condes” Goya:
Revista de arte, nº 303, 2004, pp. 332-340.
SENRA
GABRIEL Y GALÁN, J. L., “Mio Cid es de
Bivar e nos de los condes de Carrión. Los Banu-Gómez de Carrión a la luz de
sus epitafios”, Quintana, nº 5, 2006,
pp. 233-267.
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descubrimiento de la iglesia románica de San Zoilo de Carrión de los Condes
(Palencia)”, Archivo Español de Arte,
LXXXI, nº 322, abril-junio 2008, pp. 139-150.
SENRA
GABRIEL Y GALÁN, J. L., “Las grandes instituciones cluniacenses hispanas bajo
el reinado de Alfonso VI”, Anales de
Historia del Arte, Volumen Extraordinario (2), 2011, pp. 335-366.
SENRA
GABRIEL Y GALÁN, J. L., "Imágenes explícitas y evocadas en espacios
restringidos y otros ámbitos de acceso limitado", La imagen en el edificio románico: espacios y discursos visuales,
Aguilar de Campoo, Fundación Santa María la Real del Patrimonio Histórico, 2015,
pp. 46-83.
BANGO
TORVISO, I. G., “El espacio para enterramientos privilegiados en la
arquitectura medieval española”, Anuario
del Departamento de Historia y Teoría del Arte, Universidad Autónoma de
Madrid, Vol. IV, 1992, pp. 93-132.
Comentarios
Sólo puedo decirte que muchas, muchas gracias por este post. San Zoilo es parte de mi historia vital y, leyendo tu escrito, me haces sentir que estoy por allí cerca, que en cinco minutos podría plantarme en su claustro para dar un paseuco.
Esperando como agua de mayo la segunda entrega. ;-)
Besos a puñaos.
C.
Enhorabuena 😀
Felicidades por el post. Es un excelente trabajo.
En el apartado que hace referencia a la hagiografía del santo, hay una imagen del cuadro del retablo de la Capilla de la Concepción de la Catedral de Còrdova que me ha llamado la atención.
La iconografía que representa el martirio de san Zoilo ha sido comentada en un artículo publicado en Actas Españolas de Urologia en junio de 2016, que probablemente conozcas.
Por si no fuese así me permito recordarte su referencia: Domínguez Freire, F. "El martirio de San Zoilo, una cuestión urològica. Historia y desarrollo de su tradición". Actas Urol. Esp, Vol 40, Issue 5, junio 2016, pag: 317-321.
Un cordial saludo:
Fernando Domínguez