Don José Lázaro y la construcción de Parque Florido en Madrid

La Fundación Lázaro Galdiano, sede del museo del mismo nombre, fue creada en 1948 a partir de la donación de don José Lázaro al Estado español, para la creación de una institución cultural, de su biblioteca, con cerca de 20.000 volúmenes, sus colecciones de arte, con más de 12.000 obras, y su palacio madrileño, incluyendo la sede de su editorial La España Moderna.

Una de las salas del museo, antiguo Comedor de gala

Don José había nacido en Beire (Navarra), el 30 de enero de 1862 en el seno de una familia de terratenientes venida a menos aunque aún con recursos, de ahí que pudiera estudiar Derecho en Valladolid, Barcelona y Santiago, donde finalmente se licenció. Su actividad periodística ya comenzó durante su vida estudiantil, colaborando en distintas publicaciones periódicas, y cuando en 1889 decidió trasladarse a Madrid, fundó la revista y la editorial La España Moderna, en la que desde el primer número colaboraron escritores de primer orden.

Vitrina en la entrada del museo donde se explica la vida de don José

Retrato de don José Lázaro de joven (1)

También parece que su afición bibliófila y coleccionista fue temprana. Él mismo decía que su primera pieza fue un marco dorado italiano comprado durante su periodo de estudiante en Barcelona, al que le siguió un jarrón hispanoárabe, una medalla de Alfonso V el Magnánimo que creyó de Pisanello, una espada... mostrando desde el principio el eclecticismo que caracteriza toda la colección.

Medalla de Gianrancesco Gonzaga copia de original de ha. 1449 de
Antonio di Puccio “Pisanello”. Catálogo CE-RES

Facsímil del ejemplar de Hypnerotomachia Poliphili atribuido a Francesco Colonna impreso
por Aldo Manucio en Venecia en 1499 que se conserva en la Biblioteca Lázaro Galdiano,
una de las obras más destacadas de la colección

Y comprando y vendiendo libros y obras de arte se cree que inició su fortuna, una labor que mantuvo toda su vida, adquiriendo, según el mismo decía “por intuición, porque me pareció hermosísima...”, palabras en las que según Carlos Saguar, “reside una de las claves primordiales de la pasión coleccionista de Lázaro: atesorar, guiado por su instinto natural y una fina conciencia histórica y patriótica, cuanto de bello produjeron en el pasado las manos y el talento del hombre”.

Taza Aldobrandini, plata dorada, ha. 1570-80. Formaba parte de una docena dedicada a los
llamados doce Césares
según De vita Caesarum de Cayo Suetonio (h. 69-140) y la
del Lázaro es la dedicada a Julio César. En el plato se narran episodios de su vida

Hubo objetos que nunca vendió y con los que decoró el piso de la Cuesta de Santo Domingo. También empezó a comprar piezas en Inglaterra, Francia e Italia, unas para su colección y otras para sus, de nuevo palabras de Saguar, “trapicheos con la belleza”, que le proporcionaban grandes beneficios, por otro lado un comportamiento común a otros coleccionistas contemporáneos a Lázaro como el Marqués de Cerralbo o Archer Huntington, además de actuar como marchantes, como Pablo Bosch, el Marqués de la Vega Inclán o Aureliano de Beruete. De todos modos Lázaro, comenzaría a coleccionar por su pasión por el arte pero también como signo de distinción, para poder ascender a círculos sociales más elevados.

En 1903 se casa con doña Paula Florido y Toledo, dama argentina tres veces viuda con una espléndida posición económica por herencia de su primer marido, Juan Francisco Ibarra, y que aporta tres hijos al matrimonio de sus respectivos maridos. El primero, ya adulto, se quedó en Argentina, pero los dos pequeños convivieron con el nuevo matrimonio en Madrid, y como el piso ya no era apropiado para la nueva situación, el matrimonio decidió construirse una nueva vivienda, un palacete en la calle Serrano que se denominó Parque Florido en honor a doña Paula y que se convirtió en centro de reunión de la alta sociedad madrileña.

Jules-Clément Chaplain. Medalla conmemorativa del matrimonio de doña Paula Florido
con don José Lázaro. Ø 235 mm. 1909. Museo Lázaro Galdiano. Catálogo CE-RES

Fotografía de don José y doña Paula con los dos hijos de ésta, Rodolfo Gache y Manuela Vázquez-Barros, ha. 1909 (2)

Así, en octubre de 1902 Lázaro compró, en representación de su esposa, un terreno de casi siete mil metros cuadrados en la manzana 218 C del Ensanche, entre Serrano, López de Hoyos y Claudio Coello para construir un hôtel rodeado de jardín y tenerlo listo en un año; pero las obras se dilataron y no se pudo habitar hasta diciembre de 1907 aunque no se concluyó hasta año y medio después. Durante las obras, la familia vivió en grandes hoteles y balnearios de Europa.

Manzana de Parque Florido (3)

Plano de la parcela de Parque Florido (4)

Lázaro encargó los planos a José Urioste y Velada, famoso arquitecto del momento, que plantea un edificio de tres plantas con torre, donde ubica la escalera y el ascensor, y pórtico de carácter áulico en la fachada principal al este, a la calle Claudio Coello; por el desnivel del terreno, la fachada oeste, a Serrano, muestra cuatro plantas. Si se hubiera realizado habría sido uno de los mejores ejemplares neoplaterescos, pero entre Lázaro y Urioste surgieron disensiones, el arquitecto fue despedido y se inició un pleito que terminó con el comitente teniéndole que pagar los honorarios que se negaba a abonarle.

El segundo proyecto se lo encargó a Joaquín Kramer y Arnaiz a mediados de 1904, auxiliado por su sobrino José María Lorite y Kramer. Partiendo de los planos de Urioste se introdujeron cambios en la disposición de las plantas y se varió la decoración de las fachadas eliminándose la costosa decoración plateresca en favor de un estilo cinquecentista italiano mezclado con lo neoclasicista, un clasicismo, en palabras de Carlos Saguar, “más cosmopolita e “intemporal”, elegante... y, desde luego, bastante más económico”.

Planta Principal (4)

El palacio en construcción (4)

Fachada norte del palacete en la actualidad

Como Lázaro ordenaba continuas modificaciones, los nuevos planos no se acabaron hasta octubre de 1904. Además, según nos informa la constante correspondencia cruzada, la relación entre Lázaro y el arquitecto llegó a ser muy tensa.

Fragmento de una carta de José Lázaro a Joaquín
Kramer el 12 de septiembre de 1904 (4)

Finalmente, el 27 de diciembre de 1904 se firmó el contrato para la construcción con Antonio García del Real y Manchola por un importe de 279.000 pts. y un plazo de doce meses. Pero las obras también sufrieron contratiempos, con denuncia incluida de unos obreros despedidos y la dimisión de Kramer el 10 de abril de 1906. Según comentó a su sucesor, la retirada se debió “a las repetidas exigencias y genialidades de su cliente que le producían serios disgustos” (Saguar, 1997).

Acceso principal al palacio desde la calle Claudio Coello, aunque hoy no es el acceso al museo,
que se realiza desde la calle Serrano por lo que era la puerta de servicio

Zaguán de la vivienda

Entrada actual al museo por la calle Serrano, lo que era la entrada de servicio cuando el palacio
estaba habitado por don José Lázaro

A continuación Lázaro contrató al arquitecto Francisco Borrás y Soler y despidió al constructor, iniciándose otro pleito que también perdió el comitente.

Mientras tanto, Lázaro trabajaba en la decoración interior visitando constantemente museos y colecciones particulares, comprando obras de arte, encargando alfombras, las telas para las paredes, los estores de las ventanas, las cuberterías, vajillas y cristalerías...

En cuanto al jardín, en 1907 se contrató el diseño y realización a Spalla Hermanos, que realizaron un diseño francés convencional, con senderos sinuosos e islas de césped con sóforas, cedros, palmeras, magnolios...

Jardín de Parque Florido

El palacio se concluyó en agosto de 1908, con pequeños remates pendientes que retrasaron la inauguración hasta el 27 de mayo de 1909. Las relaciones entre Borrás y Lázaro fueron amistosas hasta que el arquitecto pasó una minuta que el comitente no quiso pagar, con la consiguiente denuncia y el fallo, una vez más, en contra de Lázaro.

Las ricas colecciones de Lázaro alhajaron el palacio y fueron incrementándose en años sucesivos, sobre todo a partir de que enviudara.

Parque Florido desde la esquina de la calle Serrano y López de Hoyos, con el edificio
de La Nueva España a la izquierda (4)

La decoración empezó en el año 1905 y debió terminar a finales de 1908. Lázaro encargó los trabajos a especialistas franceses y españoles. Tiddens y Donet realizaron las imitaciones de mármoles y maderas; Manuel Casaños, la ornamentación escultórica en estilo Renacimiento de las cornisas y sobrepuertas de los salones; y Eugenio Lucas Villamil, un hábil copista de Goya con el que Lázaro ejerció de mecenas convirtiéndole, según Pardo Canalís, en su “pintor de cámara”, la decoración pictórica de los techos, en relación al uso dado a la sala con el palacio habitado y a la imagen que la familia quería dar de ella misma.

Los temas son los habituales del repertorio ornamental de la época adaptando los modelos de láminas y grabados que don José proporcionaba al pintor. Para su ejecución, Lázaro levantó en el solar dos naves acristaladas donde Lucas pintó los lienzos durante años mientras se erigía el edificio de La Nueva España y se remataba el palacio.

El Recibidor de la casa es un homenaje a Goya, representado con varios de sus retratados, como Carlos IV y María Luisa de Parma o la Maja vestida.

Recibidor. Fotografía tomada de la señalética del museo

El Recibidor en la actualidad

Pintura del techo del Recibidor con un homenaje a Goya

Esta estancia está flanqueada por otras dos: el Saloncito de la música al lado norte y el Gabinete de la comedia al lado sur. La Sala de música muestra las alegorías de la Música y nos informa de los gustos musicales de la familia, con los retratos de Richard Wagner, Verdi, Rossini, Mozart, Beethoven, Listz o Chopin.

Techo decorado del Gabinete de música

El Gabinete de la comedia muestra a Lope de Vega y a poetas, dramaturgos y literatos como José Zorrilla, Gertrudis Gómez de Avellanada, Byron, Dante, Virgilio, Shakespeare, Víctor Hugo y Calderón de la Barca. Frente a ellos, Homero, Quevedo, Cervantes y clásicos griegos.

Techo del Gabinete de la comedia

El Comedor de gala, comunicado con el Gabinete de la comedia, tiene una decoración con diversas divinidades mitológicas simbolizando diferentes manjares.

Techo del Comedor de gala

El Salón de baile, en el centro del edificio y a doble altura abarcando la planta noble y el segundo piso, con techumbre de cubierta acristalada, limita su decoración pictórica a la galería corrida en el segundo piso sobre la que se situaban los músicos, donde aparecen ninfas, sátiros, faunos y amorcillos.

Aspecto actual del antiguo Salón de baile del palacio

En cuanto al Salón principal, en el ala norte del edificio, abierto al Salón de baile, la pintura del techo desarrolla el tema clásico de Las Cuatro Estaciones, con las Alegorías de la Primavera y el Otoño en los lados menores y del Invierno y el Verano en los menores.

El Salón Principal cuando vivía don José Lázaro. Fotografía tomada de la señalética del museo

El Salón Principal en la actualidad

Alegoría del Otoño en el techo del Salón principal

El antiguo Salón Gótico, hoy Gabinete de Goya, y que se utilizaba como recibidor del despacho de don José, muestra Las Artes reunidas.

Techo del antiguo Salón Gótico, hoy Sala de Goya

El Despacho-biblioteca, en el espacio de la torre en la planta noble, tiene un techo decorado con la Exaltación de la sabiduría y las letras españolas, retrato intelectual del dueño unificando, en ambos espacios, las dos pasiones de Lázaro.

Despacho de don José Lázaro. Fotografía tomada de la señalética del museo

El Despacho en la actualidad

En esta composición figuran diecinueve personajes históricos y Lázaro facilitó a Lucas una reproducción de uno de los frescos de Wilhelm von Kaulbach en la "Treppenhaus" o gran escalera del Neues Museum de Berlín, destruida en la II Guerra Mundial, La era de la Reforma, a su vez inspirado en La Escuela de Atenas de Rafael; es curioso que aunque la obra mostraba, lógicamente, a Martín Lutero como figura central, el techo del Jardín Florido tiene como protagonista a Benito Arias Montano durante su intervención en el Concilio de Trento levantando el tomo III de la Biblia Políglota, con un ejemplar de la misma en la propia colección de Lázaro. También aparecen Moisés, Cristóbal Colón, Juan Sebastián Elcano, Sócrates, Antonio de Nebrija, el cardenal Cisneros, Fray Luis de León, Gaspar de Jovellanos y otros personajes de más dudosa identidad.

La Escuela de Atenas de Rafael (5)

Grabado con La era de la Reforma según pintura de Wilhelm von Kaulbach (6)

Pintura del techo del Despacho de don José Lázaro en Parque Florido

En la segunda planta, donde se hacía la vida diaria, sólo recibieron decoración tres salas: el Gabinete de familia, con la Alegoría del mecenazgo, la caridad y el amor, con un personaje a la romana que podría representar al propio Lázaro acompañado de una matrona con un hermoso niño ofreciendo limosna, representación del espíritu caritativo de doña Paula, y con el propio palacio de Parque Florido al fondo; el Salón de billar, donde Lucas intentó crear efectos de trampantojo y perspectivas; y el Comedor de diario, que homenajeaba a doña Paula con la representación de Flora.

El Gabinete en su época. Fotografía tomada de la señalética del museo

Aspecto actual del Gabinete

Techo del Gabinete

Detalle de la representación del palacio

Techo del Salón de billar

Techo del Comedor de diario, un homenaje a doña Paula como Flora

La tercera planta estaba ocupada por las dependencias del servicio (cocina, fregadero, cuarto de costura y plancha, dormitorios del mayordomo, cocinero y demás empleados) y el espacio de la torre se reservó como cuarto de invitados, con una decoración de Las Edades de la Vida.

Una vez terminado el palacete, la familia comenzó a habitarlo, aunque sus viajes al extranjero siguieron siendo constantes. Los años anteriores a la I Guerra Mundial conformaron la gran época de Lázaro, con una colección que crecía espectacularmente. Además, sus ansias de reconocimiento social se materializaron en el nombramiento como vocal del Patronato del Museo del Prado en 1912, aunque en 1918 y harto de las trabas a sus iniciativas y a que no se tuvieran en cuenta sus opiniones, terminara dimitiendo.

Don José Lázaro, segundo a la izquierda, en la Sala Velázquez del Museo del Prado (7)

La primera exposición de obras de su colección se produce en 1912 con veintidós cuadros de Eugenio Lucas Velázquez en la Sala Iturrioz de Madrid, coincidiendo con otra celebrada por la Asociación de Pintores y Escultores con ciento sesenta y dos cuadros atribuidos al pintor en la que Lázaro no participó, con una actitud desafiante fruto del carácter del coleccionista y de los condicionantes psicológicos del personaje que se repitió varias veces.

Así, en 1913, coincidiendo con la exposición de pintura española de la primera mitad del siglo XIX organizada por la Sociedad Española del Arte, él muestra otra del mismo tema con cincuenta y seis cuadros y cuatro dibujos en la misma sala; o en 1928, que en los locales de ABC muestra su propia exposición de Goya al margen de la del Prado para celebrar el centenario del artista.

Portada del diario ABC de 19 de abril de 1928 con motivo de su exposición de Goya. Don José es
el que está más a la derecha. Fotografía tomada de la señalética del museo

Tres de las obras de Goya en la colección

En 1921 fue presidente del “Congreso de Historia del Arte” en París pero eso no impidió su frustración por no conseguir un sillón en la Academia de la Historia, algo que le amargó durante sus últimos años, cuando la figura de don José fue cambiando desde un hombre triunfador a terminar cayendo en el olvido. Además, se sucedieron las desgracias familiares y en sólo tres años murieron los dos hijos de doña Paula y ella misma, y Lázaro ya con 70 años, se sumió en una depresión que le llevó a viajar por el mundo y comprar compulsivamente.

En 1936, cuando estalló la Guerra Civil española, estaba en París montando una exposición sobre "La estética del libro español", fijando allí su residencia, aunque sin interrumpir sus constantes viajes, hasta que los alemanes empezaron a acercarse a la capital francesa, cuando decidió trasladarse a Estados Unidos y se instaló en el Hotel Pierre de Nueva York, pero siguió viajando dando conferencias y visitando museos, bibliotecas y colecciones privadas. Sus comportamientos se exacerbaron, con una actitud cada vez más huraña, creciente desorden de sus colecciones y ansia por poseer y amontonar.

A comienzos de la década de 1940 regresó a Madrid y empezó a vivir entre Parque Florido y el hotel Ritz, desde donde empezó a batallar para recuperar su patrimonio, logrando traer a España, vía Lisboa, su colección neoyorquina, que vino en cajas que se fueron adueñando del palacio. También inició los trámites para hacer lo mismo con la que había dejado en París, pero murió el 1 de diciembre de 1947 en Parque Florido sin conseguirlo y tuvo que ser la comisión encargada de su herencia la que terminara lográndolo. 

Son varios los testimonios sobre sus deseos de crear una Fundación a la americana y sus ansias por aparecer como estudioso aún a sus 85 años. Aun así, nunca consideró su colección cerrada, realizando compras y ventas importantes hasta su muerte, cuando hacía mucho que su nombre ya no aparecía en la prensa diaria y que no frecuentaba los ambientes artísticos y literarios.

En un próximo post hablaré del Museo y de sus colecciones, pues tras su muerte y la materialización de la Fundación, don José Lázaro consiguió, por fin, el reconocimiento cultural que tanto deseó en vida.

Abriendo este enlace podréis acceder a otros artículos de MADRID en Viajar con el Arte:

Notas:

(4) SAGUAR QUER, C. “José Lázaro Galdiano y la construcción del Parque Florido”. Goya, nº 261, 1997, pp. 515-535.
(7) SAGUAR QUER, C. “José Lázaro Galdiano. Biografía incompleta”. Maestros de la pintura española en la Colección Lázaro Galdiano. Catálogo de Exposición, Pamplona, 2003, pp. 6-21.

Fuentes:

ÁLVAREZ LOPERA, J. “Don José Lázaro y el arte. Semblanza (aproximada) de un coleccionista”. Goya nº 261, 1997, pp. 563-578.
GADEA, S., LANCHO, R. y SÁNCHEZ, L. El Museo Lázaro Galdiano. Trabajo inédito en asignatura del Máster de Museos y Patrimonio histórico-artístico, UCM, 2007.
SAGUAR QUER, C. “José Lázaro Galdiano y la construcción del Parque Florido”. Goya nº 261, 1997, pp. 515-535.
SAGUAR QUER, C. “Eugenio Lucas Villamil, pintor de cámara de don José Lázaro”. Goya nº 277-278, 2000, pp. 293-312.
SAGUAR QUER, C. “José Lázaro Galdiano. Biografía incompleta”. Maestros de la pintura española en la Colección Lázaro Galdiano. Catálogo de Exposición, Pamplona, 2003, pp. 6-21.

Comentarios

Antonio Banús ha dicho que…
Me ha parecido genial en todos los aspectos. La semana que viene me acerco a verlo. Un beso
Antonio
Unknown ha dicho que…
Después de leer tu entrada me han entrado muchas ganas de conocerlo.
Un abrazo
Sira Gadea ha dicho que…
Muchas gracias, Antonio. Otro beso para ti.
Sira Gadea ha dicho que…
Pues anímate, Mari Cruz. Te encantará. Un beso.
Ray ha dicho que…
Sensacional. Mil gracias, Sira.
Sira Gadea ha dicho que…
Gracias a ti, Ray. Me alegro mucho de que te haya gustado. Tenía muchas ganas de hacer una entrada del Lázaro pero antes no se podían hacer fotografías. Afortunadamente, han cambiado la norma y ahora es una gozada poderse pasear por sus salas haciendo todas las fotos que se quieran. Otra forma más de "abrir" el museo.
nacho san marcos ha dicho que…
Impresionante reportaje Sira. Sin duda una espléndida colección de arte en un edificio singular y muy céntrico, que iré a ver cuando vuelva a Madrid. Sin duda se trata de un personaje nada habitual, implicado en la construcción y diseño del edificio hasta llegar incluso al conflicto personal con todos sus arquitectos. Es muy problemático y desagradable un cliente con estas características, aunque estoy seguro que no hubiera discutido con Fernando Chueca, arquitecto que intervino en la adaptación final del edificio. También es muy curioso que en los albores de la arquitectura moderna, y cuando las élites europeas abrazaban otras tendencias, esta nueva burguesía madrileña optara por la estética neoplateresca, para derivar luego en nostalgias neoclasicistas, y que encima se les denominase como " arquitectura elegante...". Este estilo que los arquitectos actuales llamamos remordimiento, ha calado siempre en las élites sociales, incluso en la actualidad... por lo que este coleccionista intuitivo, al que le debemos esta joya es un todo un arquetipo.
Sira Gadea ha dicho que…
Pues yo creo que con Fernando Chueca hubiera discutido más que con ninguno de los otros, pues parece que el enérgico y exigente don José nunca quiso que su palacio pareciese un museo, frío y sistematizado, y tampoco que a su casa la llamaran “Museo”: “¡No, por Dios! Mi casa es mi casa sin más. Una casa en la que he procurado que se van cosas bellas. ¡Pero un Museo, no! ¡Qué horror! En los Museos se ven cosas feas, que no quisiéramos tener ante los ojos continuamente”.
La expresión "estilo remordimiento" la había oído aplicada a mobiliario, pero nunca a arquitectura. Ya sé una cosa más. Y es verdad el desfase arquitectónico de la época. Sólo hay que pensar en el Pabellón Mies van der Rohe en la la Expo Universal de Barcelona de 1929 y lo que todavía le rodea.

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