Tras las conquistas territoriales a Al-Andalus en el siglo XI por parte de Alfonso VI, sería su yerno, el conde Raimundo de Borgoña, el encargado de la repoblación de Segovia con grupos de gallegos, asturianos, montañeses, leoneses y riojanos, que pronto empezaron a levantar numerosas iglesias que se muestran como manifestación de distintas influencias presentes en la ciudad.
Uno de estos nuevos templos fue iglesia de los Santos Justo y Pastor, levantada a partir de la pequeña ermita del Cristo de los Gascones en el arrabal de El Cerrillo, el actual barrio del Salvador, sobre el barranco que salva el Acueducto en la ciudad de Segovia, una sencilla construcción de comienzos del siglo XII, la propia de una parroquia de arrabal, que atendía las necesidades litúrgicas de una comunidad fundamentalmente formada por tundidores, tintoreros y pañeros.
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Ábside de la iglesia de los santos Justo y Pastor de Segovia |
Y es quizá por esta sencillez por lo que no es muy frecuentada por los visitantes de la ciudad, que se quedan sin admirar su espectacular ábside, completamente decorado con pinturas datadas en el último tercio del siglo XII que permanecieron siglos escondidas bajo varias capas de cal y detrás de un retablo barroco, descubiertas casualmente cuando en la década de 1960 parte de la bóveda de yeso que cubría la iglesia se cayó, optándose por eliminar las yeserías barrocas de la nave, reconstruir la cubierta de madera original y sacar a la luz las pinturas.
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Detalle del ábside |
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Lo primero que se ve es la torre campanario |
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Atrio |
Pero vayamos por partes. La portada, de tradición muy segoviana, presenta tres arquivoltas, las dos de los extremos con rosetones esculpidos flanqueado un baquetón en central que apea en capiteles decorados, con motivos vegetales en el del Evangelio y dos sirenas-pájaro para el de la Epístola.
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Arquivoltas de la portada |
La arquitectura es muy sencilla, con planta rectangular con cubierta de madera y fábrica en hiladas dobles de ladrillo o verdugadas que segmentan y organizan la mampostería, reservando los sillares solo para los vanos y la torre, que debió adosarse al lado del Evangelio a comienzos del siglo XIII si atendemos a la bóveda de crucería cuatripartita del interior del primer cuerpo, construido en mampostería, y con otros dos más de piedra caliza con dobles arquerías en sus cuatro lados cuyos capiteles muestran animales fantásticos. El remate es un añadido del siglo XVII.
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Ábside, en el que se observan las hiladas de ladrillo y mampostería, y la torre, con los dos cuerpos superiores de sillares |
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Planta (1). Las indicaciones son mías |
La iluminación procede de varios vanos en el lado de la Epístola y de otros en los testeros de la cabecera y de los pies. En los pies se ubican sendos óculos abiertos en época contemporánea flanqueando una ventana de medio punto arquivoltada, con capiteles decorados y vidriera incorporada en la restauración contemporánea que representa a los santos bajo cuya advocación está la iglesia.
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Nave desde la cabecera, con los vanos del en el testero de los pies y en el lado de la Epístola |
En cuanto al muro oriental, presenta dos pequeñas ventanas abocinadas a los lados y otra central igual que la de los pies, de medio punto, arquivoltada y con capiteles decorados y con vidriera también contemporánea, que en este caso representan a una Virgen con Niño.
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Nave desde los pies, con los vanos del muro oriental sobre el arco de triunfo |
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Ventana en el muro oriental |
En el lado de la Evangelio hay adosadas dos estancias. La más cercana a la cabecera conserva la portada de la antigua capilla del Cristo de los Gascones, que al habérsele adosado la iglesia, quedó hacia el interior, oculta bajo una capa de yeso hasta la mencionada restauración de la década de 1960, siendo el resto más antiguo conservado en el templo, todavía con algún resto de la policromía original.
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Portada de la antigua capilla del Cristo de los Gascones |
Presenta arco de medio punto con chambrana de taqueado jaqués y rosca del arco con entrelazos que brotan de una máscara en la dovela central y en el tímpano se representa una escena con un obispo con pontifical y báculo en cátedra, tres figuras femeninas que portan frascos, una de ellas con corona y con vestiduras más lujosas, y un ángel turiferario incensando un pequeño altar cubierto con arco de herradura que protege una cruz.
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Detalle del arco y la escena del tímpano |
Aunque su explicación no es unánime, quizá la más difundida sea la que dice que representa a Santa Elena, madre del emperador Constantino, acompañada por dos damas de su cortejo, cuando descubrió la Vera Cruz, y que el mitrado sería el obispo Macario de Jerusalén.
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Escena del tímpano |
Otra explicación es que representa la Tres Marías ante el sepulcro, aunque para algunos autores esta interpretación no explica la presencia de la dama coronada y del obispo.
En esta misma línea, González Montañés la pone en relación, no con el hecho milagroso en sí sino con la ceremonia litúrgica de la Visitatio Sepulchri, con origen en cenobios de época carolingia y que se extiende por toda Europa en los siglos XI y XII. Lo habitual era que se celebrara en maitines del Domingo de Pascua de Resurrección y en ella se dramatizaba la llegada de las tres mujeres al sepulcro vacío cuando el ángel les anuncia que Cristo ha resucitado. En algunos casos, antes ya se había escenificado la Deposición, muchas veces con una figura articulada. Y en este contexto de representación pascual sí se explicaría la presencia de un mitrado como testigo, asistiendo a la misma. En cuanto a la dama coronada, este autor menciona antecedentes franceses en la representación de las Marías coronadas.
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Las Tres Marías ante el sepulcro en un relieve del ábside de Saint-Paul-les-Dax, donde se observa que van coronadas (1) |
En apoyo de esta última hipótesis, el autor también recuerda que el tímpano ocupa el acceso al cuerpo inferior de la torre, que funcionó como capilla, seguramente bajo la advocación del Santo Sepulcro, y que sirvió para alojar al Cristo de los Gascones, una talla articulada del siglo XII que en Semana Santa protagonizaba las ceremonias de Crucifixión y Descendimiento, una representación que se desarrollaba en el ábside de la iglesia, de ahí que presente agujeros para los clavos en manos y pies y la herida del costado, aunque los antebrazos no son los originales.
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Cubierta del actual cuerpo inferior de la torre, que se cree que funcionaría como capilla. Después se levantaron encima los dos cuerpos superiores y se habilitó una caja de escalera, arriba a la derecha |
La otra estancia a este lado de la nave muestra un amplio arco apuntado y es una capilla barroca del siglo XVII cuya construcción fue patrocinada por el mercader de paños Juan Vélez de Arcaya, con la capilla propiamente dicha, de planta cuadrada cubierta con cúpula, que alberga una urna con el Cristo de los Gascones, además de una sala rectangular con bóveda de cañon para reuniones, sede de la Cofradía de la Santa Esclavitud del Santísimo Cristo, la más antigua de la Semana Santa segoviana, tradicionalmente formada por abogados de la ciudad.
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Detalle de la pechina de la cúpula de la capilla de la Cofradía de la Santa Esclavitud del Santísimo Cristo, con el arco apuntado hacia la iglesia, a la derecha |
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Cúpula barroca de la capilla |
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Cristo de los Gascones |
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Detalle del Cristo de los Gascones |
Aunque la talla articulada ya no se hace el Desenclavo en la iglesia, la imagen sigue procesionando en la urna acristalada en el Santo Entierro del Viernes Santo.
En el lado de la Epístola hay otra capilla con una sencilla pila bautismal.
El presbiterio, abierto a la nave mediante un amplio arco de triunfo, muestra planta rectangular de bóveda de cañón rematada en semicírculo con cubierta de casquete y está completamente decorado con pinturas datadas en el último tercio del siglo XII y escondidas durante siglos bajo varias capas de cal y hoy consideradas uno de los conjuntos de decoración mural románica mejor conservados de la península.
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Presbiterio, abierto mediante un arco de triunfo |
El ciclo iconográfico ya comienza en el propio intradós del arco del triunfo, donde se narran episodios del Génesis, distinguiéndose perfectamente escenas como el Pecado Original o Caín y Abel y la Disputa de las fieras como metáfora de la lucha entre los hermanos.
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El Pecado Original en el intradós del arco |
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Caín y Abel |
Como era habitual en las iglesias del periodo, en el casquete aparece un Pantocrátor, en mandorla, bendiciendo con la mano derecha y con el libro apoyado en la pierna izquierda. Está rodeado de una segunda mandorla con los Veinticuatro Ancianos del Apocalipsis con sus instrumentos musicales y sus tarros y con el Tetramorfos en las esquinas. A los lados de los símbolos de los santos Lucas y Marcos se desarrollan dos escenas difícilmente identificables.
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Pantocrátor rodeado de los Veinticuatro Ancianos del Apocalipsis |
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Detalle de los Ancianos con sus instrumentos |
La bóveda de cañón está presidida por un Agnus Dei en medallón portado por dos ángeles y a los lados se desarrollan dos escenas de interpretación algo confusa.
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Bóveda del ábside |
La del lado del Evangelio se ha querido interpretar como el Milagro de la Misa de San Gil, en la que Carlomagno confesó un gran pecado, lo escribió en un papel depositado en el cáliz de celebración y, al retirarlo, éste estaba en blanco como símbolo del perdón concedido, una escena muy frecuente en los ciclos franceses y mencionada en varios textos de la época, como el Codex Calixtinus o la Legenda Aurea de Iacopo da Varazze.
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Detalle de la escena que algunos autores identifican con el
Milagro de la Misa de san Gil |
En lado de la Epístola se observan dos figuras nimbadas, una con palma de palma de martirio, por lo que se ha pensado que podrían ser los santos Justo y Pastor, algo extraño porque fueron martirizados siendo niños, junto a otras cuatro más de menor tamaño. Quizá tenga que ver con la difusión del mensaje evangélico por parte de los Apóstoles, el del mismo tamaño que Cristo identificable con Santiago si lo que lleva en la cabeza se identificara su característica concha de peregrino.
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Escena al otro lado del Agnus Dei de difícil identificación |
En los registros siguientes hacia abajo, en el lado del Evangelio nos encontramos con una Última Cena a la izquierda que se corresponde a la derecha con otra escena que muestra otros tres episodios de la Pasión, con San Pedro cortando la oreja al judío Malco, el Beso de Judas y el Prendimiento.
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Última Cena |
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Registro con San Pedro cortando la oreja al judío Malco, el Beso de Judas y el Prendimiento, de izquierda a derecha |
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Detalle del friso anterior |
Se supone que en el registro más bajo que recorre todo el ábside se continuarían los episodios de la Pasión. En el lado del Evangelio no se ha conservado nada, en su día modificado para añadir el arcosolio funerario de don Pedro de Avela, miembro de la corte de los Reyes Católicos, redescubierto, aunque mutilado en su decoración, también en las obras de restauración de la década de 1960, oculto detrás del retablo barroco que se retiró.
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Monumento funerario a don Pedro de Avela, en el lado del Evangelio del presbiterio |
En el lado de la Epístola apenas queda resto alguno, pero la pintura del vano abocinado que hay en esa parte muestra tres guerreros y una tupida decoración vegetal, puestos en relación con la Resurrección.
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Tres guerreros en el vano de la Epístola del presbiterio |
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El Árbol de la Vida |
Las dos escenas frontales de la Crucifixión y el Descendimiento formaban un perfecto escenario para la representación que tenía lugar en este ámbito el Viernes Santo, cuando el Cristo de los Gascones era colgado y tenía lugar la escenificación de esa parte de la Pasión, con dos orificios en la bóveda absidal que todavía se aprecian que servirían para colgar la cruz con la talla del Crucificado.
Quiero terminar dando las gracias a Rafael, por su amabilidad y por transmitirnos todo su conocimiento acumulado de una iglesia que ama y que mantiene abierta todos los días.
Imágenes ajenas:
(1) GONZÁLEZ MONTAÑÉS, J., "El tímpano de San Justo de Segovia y la Visitatio Sepulchri”, Románico: Revista de arte de amigos del románico, nº 9, 2009, pp. 10-19.
GONZÁLEZ MONTAÑÉS, J., "El tímpano de San Justo de Segovia y la Visitatio Sepulchri”, Románico: Revista de arte de amigos del románico, nº 9, 2009, pp. 10-19.
MARTÍNEZ DE AGUIRRE ALDAZ, J. M., “La Santa Cruz y el Santo Sepulcro: formas y espacios románicos”. En VV.AA., Monumentos singulares del románico. Nuevas lecturas sobre formas y usos, Aguilar de Campoo, 2012, pp. 214-242.
Comentarios
Recuerdo que siendo niño me impresionaba mucho el Cristo de los Gascones cuando lo veía en la procesión del Viernes Santo.
Claro que ara Cristo impresionante el del convento de las Claras de Palencia, que bien vale una entrada!
Un abrazo.
Metiéndome en conversaciones ajenas, estoy con Enrique: una visitilla a Palencia y su convento de las Claras, a la catedral, al monasterio de San Pablo (con sus espectaculares tumbas de los marqueses de Poza entre otras maravillas)... Eso por hablar solo de la capital que si nos ponemos con la provincia, aburriría a las vacas con el listado.
Besines.
No digo más...
¡Ah! El artículo muy bueno, aunque este Dios Majestad tiene cara de malo, pero de eso tu no tienes la culpa. Por cierto; se da un cierto aire al de Monreale; ¿no serán hermanos?
Te aseguro que tu trabajo es de enorme utilidad y de precisión encomiable.
Te escribo en el mail de mi nieto. Al ver tu articulo he sentido la necesidad de enviarte mi felicitaciñon, admiración y aprecio
Alberto Garcia Gil. Arquitecto
Sabes, hay quien dice que Santiago era hermano de Jesús y quizas por ahi van los tiros.
No recuerdo la fecha en que los evangelios apocrifos fueron censurados y apartados de escena, pero ese dato creo que está por ahí. Un abrazo
Apunto esta iglesia para mi próxima visita a Segovia.
La iglesia de San Justo la he visto dos veces. La primera en 2001, cuando me recorrí todas las iglesias de la ciudad durante dos días, armado con una cámara analógica. La segunda en 2018, ya con una digital. Y siempre me han impresionado sus pinturas. En ambas ocasiones, encontré a la misma persona encargada de enseñar la iglesia, Rafael creo que se llama, que da toda serie de informaciones sobre todos los aspectos del templo y sobre todo de las pinturas, con un cariño tal que parece que las hubiese pintado el mismo. Por cierto en 2001 subí a la torre, que entonces aún se podía. Las vistas del acueducto desde allí son impresionantes y es una pena que ya no se pueda subir.
En la visita de 2018, también visitamos El Parral, La Vera Cruz, San Millán y San Antonio el Real y en este último tu entrada también me ha servido de guía para la identificación de las fotos dudosas y para recordar aspectos que ya no recordaba. En la primera visita, 2004, había una guía estupenda, Josefina y este año, como se había jubilado, nos mostró el convento una monjita joven natural de Bangladesh y nosotros fuimos sus primeros "clientes".
Un paseo delicioso con una persona cuya inocencia y sencillez nos cautivó.
Sira, perdona el ladrillo. Algunos también somos "verborreiocos" escribiendo.
Una suerte y un placer poder acompañarte.