La ex colegiata de San Cosme y San Damián de Covarrubias, en Burgos
Viniendo desde Santo Domingo de Silos, ya antes de cruzar el puente que salva el río Arlanza para entrar en Covarrubias, una localidad al sur de Burgos de larga tradición vinculada al origen mismo del reino de Castilla, el perfil de San Cosme y San Damián llama poderosamente nuestra atención.
La ex colegiata antes de cruzar el Arlanza (1)
Nave central de la ex colegiata de Covarrubias
Aunque en época romana ya existiría un primer y pequeño asentamiento que protegería el paso del río en el camino entre las poblaciones de Lara y Clunia, en época visigoda la población creció, se amuralló y se produjo la fundación, que la tradición atribuya al rey Chindasvinto en el año 695, de un primer monasterio dúplice, algo habitual en la época, ya bajo la advocación de los santos médicos Cosme y Damián.
Pero tanto la población como el cenobio fueron arrasados en una incursión árabe en el primer tercio del siglo VIII y hubo que esperar a las primeras etapas de repoblación del territorio entre el Arlanza y el Duero en el último cuarto del siglo IX protagonizadas por Alfonso III el Magno, rey de Asturias, para que Covarrubias surgiera de nuevo.
Entramado urbano de Covarrubias, con la colegiata en la ribera del Arlanza (2). La señalización es mía
La táctica utilizada por los monarcas para consolidar los territorios conquistados fue el nombramiento de condes que defendieran los puntos clave para la defensa, entregando esta zona a Fernán González, primer conde independiente de Castilla.
Y fue su hijo y sucesor, Garci Fernández, el que en el año 972 creó el Infantado de Covarrubias, un señorío independiente del condado mismo que abarcó un amplio territorio con más de setenta pueblos, además de la abadía, con jurisdicción propia tanto civil como eclesiástica, y que entregó como dote a su primogénita, doña Urraca, que no había contraído matrimonio para dedicarse a una vida de oración, nombrada abadesa de la abadía seis años después.
Precisamente de esta época se cree que es la famosa torre de Doña Urraca, de portada prerrománica que algunos autores atribuyen a un anterior palacio de Fernán González. La dama falleció en 1038 y fue sepultada bajo el altar mayor de la iglesia de abadía.
Paseo por la orilla del Arlanza, con la torre de doña Urraca a la izquierda y la torre la ex colegiata al fondo
A doña Urraca le sucedieron en el señorío otras infantas de la familia real y en 1148 la villa recibió fuero de otra de sus señoras, doña Sancha, hija del conde don Raimundo de Borgoña y de otra doña Urraca, hija de Alfonso VI y hermana de Alfonso VII, primer rey de Castilla y León. Es también a partir de esta fecha cuando se opta por construir un nuevo templo según los gustos románicos, de la que se conserva, por ejemplo, una pila bautismal, hoy en la primera capilla de la nave de la Epístola.
Doña Sancha muere en 1159, y a falta de una princesa célibe que se hiciera cargo del infantado, Alfonso VIII optó por cederlo al arzobispo de Toledo junto con la abadía, perdiendo ambos su independencia. Pero en 1218 Fernando III le devolvió la dignidad de infantado y logró nuevos privilegios del papado para la abadía, que se constituye como colegiata, incluyendo nullius Diocesis, su sometimiento exclusivo y directo al papa, entregándole el dominio a su hijo, el infante don Felipe, el último señor y abad de Covarrubias de sangre real, que aunque fue preparado para la carrera eclesiástica, su hermano, Alfonso X el Sabio, le dio consentimiento para abandonarla y casarse con la princesa Cristina de Noruega, hija del rey Haakon IV, enterrada en el claustro.
La colegiata conservo su privilegio nullius hasta 1754, cuando el papa Benedicto XIV la agregó a la diócesis de Burgos para compensar a ésta por las cesiones que tuvo que hacer para la creación de la sede episcopal de Santander. Además, el Concordato de 1851 también suprimió la colegiata y, con ella, la dignidad abacial, con lo que el abad perdió la jurisdicción eclesiástica aunque mantuvo la civil, pues seguía siendo señor natural del Infantado de Covarrubias.
El templo que hoy conservamos comenzó a levantarse en la segunda mitad del siglo XV sobre otra construcción románica del siglo XII de la que todavía se conservan algunos restos y que ya había empezado a modificarse en el XIV, época de la que data la fachada occidental, con un espléndido rosetón calado.
Fachada occidental de la ex colegiata
La iniciativa partió del abad Diego Fernández, capellán de Enrique IV, con unas obras que se prolongaron durante casi todo el reinado de los Reyes Católicos.
Cuenta con un atrio añadido en el siglo XVI con techumbre de madera sostenida por pilares octogonales con capiteles blasonados y reja de forja que cobija tres puertas, una por cada nave, y aunque la central fue inutilizada en el siglo XVIII cuando el coro fue trasladado a los pies, todavía conserva su arco apuntado.
Atrio de la iglesia
Portada central y acceso desde la nave del Evangelio al fondo
Rosetón abierto sobre el atrio de la fachada occidental
Vidriera en uno de los brazos del crucero
La iglesia, una interesante muestra del gótico castellano en su momento de máximo apogeo, tiene planta de cruz latina con tres naves de cuatro tramos, vanos apuntados con tracería gótica y cubiertas de bóveda de crucería sencilla, tres capillas absidiales de testero plano, las laterales con bóvedas de terceletes y la central con dos tramos de crucería sencilla, y capillas funerarias añadidas en el siglo XVI, también con bóvedas de terceletes, en el lado de la Epístola.
Cubierta de crucería sencilla de la capilla mayor
Planta de la ex colegiata de Covarrubias de Félix Palomero Aragón (3). Las indicaciones son mías
La capilla mayor es más ancha que la nave central, de ahí que el último tramo de ésta última presente forma trapezoidal.
El retablo mayor y los dos altares colaterales adosados a los pilares de entrada a la capilla mayor son barrocos de mediados del siglo XVIII, realizados por los retablistas y entalladores Luis y Manuel Cortés del Valle y Francisco Echevarría. El retablo cuenta con banco, un cuerpo de tres calles y ático, con las imágenes de los santos Cosme y Damián flanqueados por los santos Pedro y Pablo y la Asunción de la Virgen entre los santos diáconos Esteban protomártir y Lorenzo.
Retablo mayor
También destacan el púlpito, con decoración plateresca de molduras de oro, adosado a una pilastra del lado del Evangelio en la nave central y un interesante órgano de mediados del siglo XVII transformado a comienzos del siguiente por el maestro Diego de Orio Tejada y que todavía está en funcionamiento.
El altar mayor desde la nave central, con el retablo mayor y los dos laterales y el púlpito en primer plano a la izquierda
El retablo de la capilla absidial de la Epístola es también del mismo estilo. En la actualidad, la del Evangelio no cuenta con decoración mueble alguna, casi usada como almacén.
Retablo de la capilla absidial de la Epístola
En 1777 se ubicó un coro bajo a los pies de la nave central, en el que destaca la sillería de nogal.
Coro a los pies de la nave central ubicado en 1777, para lo que se cegó la portada central
La colegiata alberga más de treinta enterramientos. La zona del presbiterio, con once de ellos, está reservada por los sepulcros más ilustres.
A los pies del retablo se ubican tres sepulcros datados en el siglo XII conocidos como los de “las santas infantas”, y que estuvieron en una cripta bajo el presbiterio hasta el siglo XVIII. Son tres sarcófagos de piedra unidos y con la cruz abacial y los escudos labrados en las cubiertas. La del centro presenta una inscripción en la que se dice que allí yace la infanta doña Urraca, fallecida en 1016, hija del conde Garci Fernández y nieta del conde Fernán González, para la que su padre instituyó el Infantado de Covarrubias, y que a su derecha está la infanta doña Sancha, hija de Alfonso VI, que fue la que concedió los fueros a la villa en 1186.
Además, una inscripción en la balaustrada que cierra el altar mayor informa de que bajo el altar están, a la derecha, la reina doña Urraca, hija del conde Fernán González y esposa de Ordoño III de León, fallecida en 1003; que en medio está la mencionada infanta doña Urraca, primera infanta de Covarrubias, fallecida en 1016; y que a la izquierda está la infanta doña Sancha. De todos modos, no deja de ser una leyenda, pues doña Sancha de Castilla está enterrada en el Panteón real de San Isidoro de León.
A ambos lados del altar se encuentran los del conde Fernán González y su primera esposa, doña Sancha, hija de los reyes de Navarra, trasladados en 1841 desde el monasterio de San Pedro de Arlanza. El del conde data del siglo V, encontrado en el XVII en la aldea de Alfoz de Lara, aunque le faltaba la cubierta, mucho más sencillo que el de la condesa, una pieza hispanorromana del IV que presenta una típica decoración de los sepulcros romanos, con clípeo central con las efigies de los dos patricios a los que perteneció el sepulcro, decoración de estrígilos como símbolo de la limpieza del alma, y dos escenas pastoriles en los extremos, en relación con la interpretación del Otro Mundo en clave bucólica.
Sepulcro del conde Fernán González
Sepulcro de doña Sancha de Navarra
Ya en los muros laterales del presbiterio, el primero del lado de la Epístola es un arcosolio sencillo con una gran cruz que cobija los restos del licenciado Fernando de Covarrubias. El segundo es un arco escarzano abarcado por otro conopial, cuenta con un relieve con una Epifanía en el tímpano y con yacentes sobre el sarcófago; en él reposan los restos de don Gonzalo Díaz de Covarrubias y su esposa, doña Isabel González de Cisneros, padres de don Alfonso, arzobispo de Monreal, y de don Pedro, obispo de Calahorra. En cuanto al tercero, también cuenta con los yacentes de don Alonso García y doña Mayor de Castro, fallecidos en 1400 y 1406 respectivamente, según reza la inscripción.
Enterramientos del lado de la Epístola en la capilla mayor
El primer arcosolio del lado del Evangelio es el de un prior, con yacente y sólo identificado con las siglas “A. C.”. El segundo, también con yacente, corresponde a don Alonso de Cuevas, regidor de Burgos, fallecido en 1479. El cuanto al tercero, el más decorado, es el del abad de Covarrubias García Alonso de Cuevas, fallecido en 1450. Es un arco escarzano angrelado abarcado por otro conopial y gablete en el que aparecen la imagen central del Salvador sedente bendiciendo junto a otra imagen que parece femenina, ambos bajo dosel, flanqueados por los santos Pedro y Pablo.
Enterramientos del lado del Evangelio en la capilla mayor
Detalle del enterramiento del abad de Covarrubias García Alonso de Cuevas
En la capilla del Santísimo, abierta en el último tramo de la nave del Evangelio, destacan dos arcosolios, uno del canónigo García de Covarrubias, fallecido en 1504, y otra de don Pedro de Covarrubias y su esposa, doña Leonor, con fecha de 1491.
En la nave del Evangelio hay otros cuatro arcosolios. Los dos más cercanos al altar presentan dos estatuas yacentes cada uno, pero al carecer de inscripción, no están identificados los restos. De los otros dos, uno está convertido en altar y el otro, justo al lado de la portada del claustro, el más decorado, tampoco tiene sepultura, con el arco ocupado por un confesionario, aunque se sabe que contenía los restos de varios canónigos y alguno de sus hijos.
Dos arcosolios no identificados en la nave del Evangelio
Las capillas abiertas a la nave de la Epístola también contienen sepulcros, adscritos a destacadas familias locales. La primera es la de los Santos Reyes, donde estuvo ubicado el famoso tríptico de los Reyes Magos, en la actualidad en el museo parroquial, sustituido por un retablo del siglo XVI dedicado a San Juan Bautista. Cuenta con cuatro arcosolios de arco apuntado con decoración vegetal y tres de ellos muestran sarcófago con decoración plateresca con blasones y parejas de yacentes. El cuarto no tiene sarcófago y en su lugar hoy figura un confesionario.
Altar de San Juan Bautista en la capilla de los Santos Reyes, donde estaba el tríptico de los Reyes Magos que fue trasladado a una de las salas del museo parroquial por motivos de seguridad
Tríptico de los Reyes Magos
Enterramientos en la capilla de los Santos Reyes
La segunda es la capilla de San Pablo. Cuenta con seis enterramientos, dos arcosolios por cada testero. El primero de la izquierda es el de don Velasco de Béjar, con arco de medio punto, entablamento y en relieve de una Virgen con Niño que todavía conserva algún resto de policromía y que cobija un sarcófago blasonado sobre el que reposa el yacente.
Sepulcro de don Belasco de Béjar
Otros enterramientos de la capilla de San Pablo
Detalle de la Anunciación sobre el dintel de uno de los arcosolios de la capilla de San Pablo
La tercera está dedicada a la Virgen del Carmen, con enterramientos y una pila bautismal románica con sencilla decoración geométrica.
Capilla del Carmen, con una pila bautismal románica en el centro
A los pies de la iglesia en el lado del Evangelio se encuentra la capilla del Santísimo, popularmente conocida como de “de los Santos Mártires” por contener un retablo con los santos patronos de la iglesia. El ámbito cuenta con una bóveda de crestería atribuida a Simón de Colonia.
El claustro se empezó a levantar en los primeros años del siglo XVI con el patrocinio de don Jerónimo de Villegas, y en él se constata la intervención del cantero Fernando Díaz y de los maestros Diego y Pedro de Sesmiegos. Es un recinto rectangular con tracerías góticas mezcladas con algunos elementos ya renacientes y cubierta de terceletes.
Claustro (4)
Bóvedas de terceletes del claustro
En su crujía sur destaca el sepulcro gótico de la princesa Cristina de Noruega, hija del rey Haakon IV y que casó con el infante don Felipe, hermano de Alfonso X el Sabio.
Crujía sur del claustro, con el sepulcro de Cristina de Noruega en primer plano a la derecha
Panda este del claustro
Otro de los atractivos de la colegiata es su museo, con distintas piezas de arte sacro, tablas góticas, orfebrería ropas litúrgicas de los siglos XVI al XVIII…
Por las pandas del claustro se ubican distintos capiteles románicos rescatados de la antigua construcción, con motivos que recuerdan a los del claustro de Silos.
El resto de piezas se distribuyen en cuatro salas adosadas a la panda este del claustro y por detrás de la zona absidial de la iglesia, donde se exponen distintas obras destacables. La primera sala muestra escultura, tanto en piedra como en madera, destacando el retablo de Santiago, del siglo XV.
Piezas de la primera sala del museo parroquial
Retablo de Santiago
En la segunda, con una magnífica cubierta mudéjar de madera, había documentos relacionados con la historia de la colegiata que en su día fueron trasladados al archivo de la misma por razones de conservación. En la actualidad destaca una copia del documento de creación del Infantado de Covarrubias, fechado en el año 978. También cuenta con tres arquetas de plata repujada procedentes del monasterio de san Pedro de Arlanza y con una Inmaculada Concepción del siglo XVI que se adscribe a la escuela de Gil de Siloe.
Cubierta mudéjar de la segunda sala
La tercera sala está dedicada a los ornamentos litúrgicos de los siglos XV al XVIII.
Vitrina con vestiduras litúrgicas en la tercera sala
La cuarta sala era la antigua sacristía y cuenta con pintura y orfebrería de distintos periodos. De entre todas las piezas, destaca el Tríptico de los Reyes Magos, una obra encargada a comienzos del siglo XVI por el chantre Francisco García de Covarrubias para el altar de su capilla familiar, bajo la advocación de los Reyes Magos, la más próxima al presbiterio en la nave de la Epístola de la colegiata.
Lo habitual es que las puertas estuvieran cerradas, mostrando la Virgen de la Anunciación en grisalla y Cristo atado a la columna realizado en color, temas alusivos al inicio y el fin del Ciclo de la Redención.
Ya abierto, y de acuerdo a la advocación de la capilla, cuenta con una escena central de la Epifanía en el relieve y las puertas laterales pintadas, lo mismo que al exterior. La escena escultórica presenta figuras de gran tamaño, casi todas en bulto redondo pero concebidas para un punto de vista frontal. Destaca por su excepcional calidad y los especialistas la adscriben un maestro anónimo conocido como el Maestro de Covarrubias, posiblemente de origen alemán, que llegaría a Burgos atraído por su floreciente mercado artístico a fines del siglo XV y que tras su paso por el taller de Gil de Siloe, con el que presenta muchas semejanzas, se habría instalado por su cuenta formando taller propio.
En cuanto a las tablas laterales, se consideran de artista hispano-flamenco, realizadas a comienzos del siglo XVI, que algunos historiadores identifican con Juan de Borgoña y otros con Diego de la Cruz. En la de la izquierda vemos una Natividad y una Transfiguración y en la de la derecha, un Bautismo de Cristo y el donante tutelado por san Antonio acompañado de los santos Cosme y Damián, patronos de la colegiata, decapitados.
Tríptico de los Reyes Magos
En esta sala también se exponen algunas tablas sueltas procedentes del primitivo retablo mayor, que fue desmantelado cuando se sustituyó por el actual barroco. Una de ellas, con los santos patronos Cosme y Damián, se dice que es obra de Berruguete. También destacan dos tablas del antiguo altar mayor de la iglesia de Santo Tomás atribuidas a Alfonso de Sedano.
Algunas de las pinturas de la cuarta sala del museo parroquial
Otro detalle de la cuarta sala del museo
Otra de las tablas más interesantes es la Virgen del Libro, de mediados del siglo XV, atribuida a un pintor próximo a Van Eyck.
Virgen del Libro
También cuenta con un tríptico con un Descendimiento de fines del siglo XV de escuela alemana, atribuido a un artista de Colonia conocido como Maestro del Retablo de San Bartolomé.
Y para terminar, el último ámbito del museo era la antigua sala capitular del siglo XVIII, con una destacada sillería de nogal, y que en la actualidad también se utiliza de sacristía.
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Imágenes ajenas:
(2) GARCÍA GRINDA, J. L., Burgos edificado, Madrid, COAM, 1984.
Fuentes:
ALAMEDA, J., Covarrubias en la historia y en el arte, 1928
FLOREZ, HENRIQUE, España sagrada, tomo XXVII, Madrid, 1772.
GARCÍA GRINDA, J. L., Burgos edificado, Madrid, COAM, 1984
Comentarios
Respecto a la ubicación de las tumbas de los reyes castellanos, repartidas en ambas Castillas, Andalucía y hasta Extremadura, he leído varias teorías referentes a ello: por un lado la que opina que el enterramiento era visto por los reyes como un acto privado y por lo tanto el "lugar" no era relevante. Otra, al contrario, consideraba el enterramiento real como algo sagrado en sí y por lo tanto el sitio tampoco tenía un significado importante, ya que eran las personas de los reyes las que sacralizaban el lugar y le daban un carácter sagrado.
La última teoría establece que los reyes de Castilla elegían el lugar de sus enterramientos de conformidad con el avance de la reconquista, dando con ella relevancia y carácter regio al avance de Castilla frente al Islam. con ello vemos los sucesivos enterramientos en León, Burgos capital y Provincia, Toledo, Sevilla y por fin Granada. La reconquista fue la "empresa" de Castilla y la empresa nacional; recuperar "la España perdida" de los godos frente a la invasión árabe que consideraron inaceptable.
Pero esta teoría tiene sus lagunas, ya que por ejemplo Juan II se enterró en Burgos (Miraflores)...
Hace años estuve en Burgos y en la Cartuja de Miraflores, pero por desgracia estaban restaurando el altar mayor.
Saludos!
Lo que me sorprende es que, ¿le han dejado fotografiar dentro del recorrido con el guía?
Acabamos de volver de una visita a Covarrubias, nos ha encantado y la Colegiata es impresionante. Tuvimos la suerte de poder visitar el claustro y el museo, y de poder ver el retablo de los Reyes magos. Una autentica joya!
He aprendido mucho leyendo tu explicación. Cuando lo visitas, a veces vas tan rápido que no da tiempo a asimilar todo. La otra iglesia del pueblo, la de Santo Tomás, también merece la pena, pero hay que tener suerte de que te la enseñen. Nosotros pudimos visitarla, gracias a la amabilidad de la persona que se encarga de la colegiata, que nos la abrió.
Un saludo y gracias por compartir tus conocimientos con nosotros!
Erika