La portada de la Majestad de la colegiata de santa María la Mayor de Toro, en Zamora
La ex colegiata santa María la Mayor de Toro, declarada Monumento
Nacional en 1892 y Bien de Interés Cultural en 2008, empezó a erigirse a
fines del siglo XII, con sucesivas etapas constructivas que duraron hasta
bien entrado el siglo siguiente, cuando finalmente se levantó la portada de la Majestad, el acceso principal del templo en la fachada oeste, a los pies, una impresionante obra escultórica.
Portada de la Majestad de la colegiata de Toro |
Fachada sur de la colegiata, con el volumen de la capilla de santo Tomás a la izquierda, junto a la torre |
Acceso a la capilla de santo Tomás Apóstol desde los pies de la colegiata |
Pero ha sido precisamente por haber estado protegida de las
inclemencias del tiempo que conserva casi toda su policromía original, recuperada
en unos trabajos de restauración en la década de 1980 para dejarnos apreciar cómo eran este tipo de obras en origen.
Incluso se sabe quién fue su pintor, Domingo López, criado
del rey don Sancho IV de Castilla, según reza una inscripción aparecida en el dintel tras las
restauraciones. También se sabe que hubo seis repintes que se sucedieron sobre
la pintura original.
La portada está cobijada de un pórtico con bóveda
octopartita que adopta soluciones arquitectónicas “sui generis” que demuestran
que se realizó “sobre la marcha”, solucionando los problemas estructurales
según iban apareciendo, de ahí que el arco apuntado que abre al mismo esté
sustentado por columnas en el lado de la Epístola pero carezca de ellas en el
del Evangelio o que unos nervios descansen en columnas, otras columnas no
reciban nervio alguno y otros terminen en ménsulas.
Pórtico de la Majestad, con peculiares soluciones constructivas |
Detalle de la cubierta octopartita del pórtico |
Remate del arco que abre al pórtico en el lado del Evangelio, sin correspondencia con elemento sustentante alguno |
Los capiteles son corridos y presentan escenas de la Vida de
Jesucristo. En el lado del Evangelio sólo hay un capitel, en el que se
distinguen un ave, una cabra y otro animal entre follaje, la Presentación en el
templo, Sansón desquijarando al león, la Magdalena a los pies de Cristo, una
Epifanía, la Coronación de la Virgen, una Anunciación, dos dragones luchando y
otras escenas no identificadas.
Capitel corrido del Evangelio. También se observa cómo los nervios de la bóveda quedan cortados, terminados en ménsulas “improvisadas” |
En cuanto a los capiteles de la Epístola, en el
más cercano a la portada aparecen la Traición de Judas y el Prendimiento de
Cristo; en cuanto al exterior, tiene la Última Cena, el Lavatorio de pies,
la Oración en el huerto, San Pedro cortando la oreja a Malco, Simón el Cireneo
ayudando a Cristo y un Calvario.
Capitel corrido de la Epístola cercano a la portada |
Escena de la Última Cena en el capitel exterior de la Epístola |
La portada en sí está flanqueada por siete columnas a cada lado con superposición
de órdenes y muestra que fue construida en dos fases, la más
antigua, de la década de 1230, en tiempos de Fernando III el Santo, todavía anclada en criterios románicos.
El primer orden está sin policromar y fue trazado para apear
unas alquivoltas también románicas, con gruesos fustes y sin capiteles. El
segundo tiene columnas más estilizadas, con capiteles con el Ciclo de la Infancia
de Cristo, con la Natividad, la Cabalgata de los Reyes y la Epifanía en el
lado del Evangelio y la Matanza de los Inocentes y Jesús entre los doctores en
el de la Epístola, alternos con otros de motivos vegetales e historiados, como el primero
del Evangelio, donde aparecen dos personajes que intentan mover a un burro
cargado de leña tirándole del rabo y las orejas. La labor de esta parte baja se
completa con paramentos en las jambas con imaginativos trazados geométricos y
vegetales.
Capiteles del lado del Evangelio |
Capiteles del lado de la Epístola |
La obra quedó interrumpida hasta fines de siglo, reanudada
y terminada, ya siguiendo criterios góticos, durante el reinado de Sancho IV de
Castilla y de su esposa, doña María de Molina, que ostentaba el título
de Señora de Toro.
En todo lo narrado se distinguen tres programas
iconográficos encadenados. El primero, y de acuerdo a la advocación del templo,
está dedicado a la Virgen, en relación con el incremento del culto mariano a
partir del siglo XIII, en el que se exalta su vida, muerte, asunción y
coronación, centrado en el parteluz, el tímpano y las esculturas laterales. El
segundo comienza con la escena final del primero, la Coronación de la Virgen
del tímpano, y está en relación con la Iglesia Celestial, siendo María su
máxima representante, continuándose en
las seis primeras arquivoltas. Finalmente, el tercero, que comparte con el
segundo la sexta arquivolta, con los ancianos del Apocalipsis, está referido al
Juicio Final, que ocupa la espectacular última arquivolta.
Sobre las columnas se asentaron cuatro figuras de bulto
redondo a cada lado que forman parte de la Genealogía
de la Virgen, dentro del programa de exaltación de María. Aparecen en hornacinas bajo doseletes con fondos que
alternan el rojo y el azul y ya demuestran influencia gótica, aunque con un
estatismo todavía románico y un canon algo corto.
Comenzando por el más extremo del lado del Evangelio
aparecen, un arcángel sin identificar, quizá el que anuncia la Muerte de la
Virgen, los profetas Isaías y Daniel y el rey Salomón, con un ceñidor con
leones y castillos, símbolos de la corona castellano-leonesa.
Arcángel sin identificar, los profetas Isaías y Daniel y el rey Salomón |
Continuando por el lado de la Epístola, están el rey David
tocando el arpa, también con ceñidor con las armas de Castilla y León, los
profetas Jeremías, representado sin barba, algo excepcional, y Ezequiel, y el
arcángel san Gabriel, el de la Anunciación.
El rey David, los profetas Jeremías y Ezequiel y el arcángel san Gabriel en el lado de la Epístola |
El parteluz sirve
de soporte para una Virgen con Niño que completa la Genealogía. Sus formas escultóricas
todavía son hereditarias del románico, con posición frontal, estática, aunque
con un tímido naturalismo al ofrecer con la mano derecha una flor al Niño, al
que sostiene con el brazo izquierdo, también frontal, bendiciendo con la mano
derecha.
Parteluz con la Virgen con Niño |
Detalle de la Virgen con Niño del parteluz |
El dintel
representa la Dormición de la Virgen
flanqueada por los apóstoles y se apoya en cuatro mochetas con cuatro ángeles
músicos.
Detalle de las mochetas sobre las que se apoya el dintel, con cuatro ángeles músicos |
En el tímpano
aparece, sobre fondo azul para indicar que la escena
transcurre en el Cielo, la Coronación de la Virgen por Cristo, ambos
flanqueados por dos ángeles orantes ceroferarios, portando grandes cirios, y
otros dos turiferarios, santificando el lugar con el perfume de incienso.
Dintel con la Dormición de la Virgen y tímpano con la Coronación |
En total hay siete arquivoltas. En la primera, comenzando por la más cercana al tímpano, aparecen de nuevo, ángeles
ceroferarios y turiferarios alternados. En la clave se ubica otro ángel sujetando
una corona, que en el resto de las arquivoltas aparece orante.
Arquivoltas de la portada |
En la segunda encontramos
a los apóstoles san Pedro con las llaves del Paraíso en el extremo de la
Epístola y san Pablo en el del Evangelio, flanqueando a ocho figuras coronadas
que podrían representar a reyes o a bienaventurados, todos con un libro en la
mano aunque cada uno con una actitud diferente.
En la tercera
arquivolta aparecen doce mártires y santos varones, la mayoría con iglesias
o ermitas dedicadas en las cercanías de Toro, y entre los que San Gil, con arco
y flecha en el pecho, sin tradición conocida en la zona, se ha interpretado
como homenaje a fray Juan Gil de Zamora, monje franciscano preceptor de Sancho
IV el Bravo y que se cree que sería el gestor del programa iconográfico de la portada.
El resto son Esteban con una piedra, Santiago con bordón de
peregrino, Sebastián con arco y flechas, Tirso con una sierra, Lorenzo con
una parrilla, dos sin identificar, con sendas espadas, Tomás con cíngulo de la
Virgen y espada, Santiago el Menor con maza de batanero, Bartolomé con
cuchillo de desollar, y Felipe con lanza.
Detalle de las arquivoltas del Evangelio |
En la cuarta
arquivolta se representan confesores, divididos en obispos, con báculo y
mitra, y abades, con báculo pero descubiertos, representantes del mundo
religioso, que portan libros o filacterias. De difícil identificación, uno de
ellos se cree que sería san Agustín de Hipona, pues lleva una pequeña iglesia
en la mano.
La quinta arquivolta
está dedicada a mártires y vírgenes femeninas, todas ataviadas con atuendos de
la época. Las del lado del Evangelio portan simplemente palmas, por lo que la
identificación es imposible. En el lado de la Epístola se distinguen a las
santas Catalina de Alejandria con la rueda dentada y Bárbara con la torre,
otras dos no identificadas, una rezando y otra leyendo, y después están las
Vírgenes necias y las prudentes de la parábola del Evangelio según san Mateo,
un aviso sobre el segundo advenimiento de Cristo para juzgar a los vivos y los
muertos y el inicio del tercer programa, dedicado al Juicio Final.
Detalle de las arquivoltas de la Epístola |
En la sexta
arquivolta aparecen dieciocho personajes portando instrumentos variados de
la época, desde los populares panderos hasta las cortesanas zanfonas, pasando
por arpas, salterios, gaitas… Aunque en las representaciones del Juicio Final
es habitual la presencia de los veinticuatro ancianos del Apocalipsis, éstos no
son todos ancianos, apareciendo también jóvenes rasurados, pero todos con túnicas y coronados.
La séptima arquivolta,
más ancha que el resto, relata un impresionante Juicio Final en el que las figuras están representadas en posición radial, mientras
que en el resto de arquivoltas siguen al patrón gótico de alineación siguiendo
la dirección de las mismas.
La escena está presidida por Cristo Varón de Dolores que enseña las heridas de la Pasión ayudado por dos ángeles que le sostienen
los brazos, y está flanqueado por la Virgen y San Juan orantes, como
intercesores, a su vez flanqueados por ángeles portando los instrumentos de la
Pasión.
Detalle de la clave de la séptima arquivolta con Cristo Varón de Dolores flanqueado por la Virgen y el Evangelista y los ángeles con los instrumentos de la Pasión |
A continuación, a ambos lados, sendos ángeles tocan las
trompetas del Juicio Final mientras tres muertos se levantan. En el lado del
Evangelio están los justos y bienaventurados, mientras que en el de la Epístola
aparecen los pecadores y condenados, todos dirigiéndose hacia la base de la
arquivolta, donde aparecen, respectivamente, el Cielo y el Infierno.
La procesión de los justos comienza con los resucitados
saliendo de los sepulcros a los que siguen unos monjes, entre los que podría identificarse a san Francisco de Asís, quizá una referencia al franciscano fray Juan Gil de Zamora, y otros bienaventurados
velados, con un ángel tocando el velo de uno de ellos en alusión a la transformación
del cuerpo en espíritu.
A continuación vemos a Dios Padre en la Puerta del Paraíso, tres reyes músicos en alusión a la música celestial, el Paraíso, representado con cabezas con coronas entre follaje, y el Purgatorio, con seis cabezas más entre el follaje, y que con la ayuda de san Pedro y del fuego purificador de las almas, se unen al resto de bienaventurados.
El Paraíso, con una iconografía sin precedentes, alejada de las típicas simbólicas del Seno de Abraham o la Jerusalén Celeste, y el Purgatorio, son aportaciones originales. Éste último incluso es el primer ejemplo de representación física conocido, ausente en todos los grandes conjuntos escultóricos anteriores, puesto en consonancia con su definición en el Concilio de Lyon de 1274.
El Paraíso, con una iconografía sin precedentes, alejada de las típicas simbólicas del Seno de Abraham o la Jerusalén Celeste, y el Purgatorio, son aportaciones originales. Éste último incluso es el primer ejemplo de representación física conocido, ausente en todos los grandes conjuntos escultóricos anteriores, puesto en consonancia con su definición en el Concilio de Lyon de 1274.
De derecha a izquierda aparecen, Dios Padre en las puertas del Paraíso, tres reyes músicos, el Paraíso y el Purgatorio y san Pedro dejando pasar a los salvados |
En cuanto a los condenados, primero figuran los resucitados
saliendo de los sepulcros al oír la trompeta, les sigue un diablo conduciendo a un obeso, símbolo
de la gula, un noble y un clérigo. A continuación otro diablo empuja a un noble
tocándose la tripa, símbolo de la lujuria y a otro con una bolsa, símbolo de la
avaricia. Después otro condenado recoge las heces de un macho cabrío, símbolo
de la herejía.
Detalle de los condenados. De izquierda a derecha, tras el ángel anunciando el Juicio Final, los resucitados van saliendo de sus tumbas mientras los diablos conducen a los pecadores hacia el Infierno |
A continuación vemos a Lucifer en las puertas del Infierno y los
castigos infringidos a los pecadores, con una mujer boca abajo colgada de un
gancho de la vagina, un ladrón colgado de una soga al cuello, un hombre colgado
de los testículos, un blasfemo colgado de la lengua y otra mujer de la que le
salen de la vagina serpientes que le muerden los pechos. La última escena muestra cómo un diablo introduce a los
condenados en un caldero hirviendo, para terminar con el Leviatán, un ser
monstruoso que los devora.
Detalle de los condenados, con el Leviatán a la derecha |
La capilla ante la portada, que contaba con una techumbre
mudéjar que, lamentablemente, no se conserva, hoy es una de las salas del Museo
de la colegiata, con piezas destacadas de arte sacro fechadas entre los siglos
XIII y XVII.
Talla del Ángel de la guarda de ha. 1615 de Sebastián Ducete y Esteban de Rueda procedente de la iglesia de la Santísima Trinidad de Toro |
Retablo mayor procedente de la iglesia de san Esteban de Fuentesecas, realizado por Antonio Falcote y Juan de Durana en 1570, y Cristo yacente de la Cofradía del Santo Sepulcro de Toro |
La
portada occidental de Santa María la Real de Aranda de Duero, en Burgos
La
portada occidental de San Vicente de Ávila
Referencias:
Fuentes:
VV.AA. La restauración de la portada de la Majestad de la
Colegiata de Santa María la Mayor de Toro, Toro, 1996.
Comentarios
Los lunes nos los haces fenomenales.
Un besico
Antonio
Las entradas son píldoras de felicidad y estudio para todos los amantes del arte y de la historia.
La OMS debería de subvencionarlo...
Muchos muchos besos.
Esperaré tu entrada de Zamora con ansiedad... Un besazo para ti también, guapísima.
en cuanto a la explicación de su distribución es de Luis Delgado.
Por lo demás magnifico articulo
un saludo
Ar.Got
Muchas gracias