Una visita a la cartuja de Santa María de las Cuevas de Sevilla en la actualidad

Santa María de las Cuevas de Sevilla es uno de los cuatro monasterios de la Orden Cartuja que hay en Andalucía. Situado en la que se conoce como Isla de la Cartuja, a la que da nombre, en época almohade fue terreno de hornos alfareros que aprovechaban la situación junto al Guadalquivir y la abundancia de arcillas, que extraían labrando cuevas de las que después también se surtieron los alfareros de Triana. La leyenda dice que en 1248, tras la conquista de Sevilla por Fernando III, se encontró una imagen de la Virgen María de alabastro o mármol en una de esas cuevas, escondida allí por los cristianos dispersos por la vega del río durante la dominación musulmana, y que en su honor se construyó una ermita que se puso bajo la advocación de Santa María de las Cuevas. En 1394 el arzobispo de Sevilla don Gonzalo de Mena y de las Roelas entregó la ermita a la Orden Tercera de San Francisco, que construyó un pequeño convento. Pero en 1400 decidió que fueran los cartujos los que levantaran un monasterio en ese enclave.

Cartuja de Santa María de las Cuevas (1)

Tras habernos detenido en los múltiples avatares por los que ha pasado este impresionante monumento en el artículo La cartuja de Santa María de las Cuevas de Sevilla a lo largo de su historia, que podéis consultar en este enlace, ahora quiero invitaros a conocer el conjunto en la actualidad.

Imagen que refleja el aspecto de la cartuja en la segunda mitad del siglo XVIII tomada de Maisons de l'ordre des chartreux, Museo Británio, Londres (2)

Planta de la cartuja con sus principales elementos. 1. Puerta de Tierra y capilla de Afuera; 2. Atrio de la iglesia; 3. Capilla de Santa Ana; 4. Claustrillo; 5. Sala capitular; 6. Capilla de la Magdalena; 7. Refectorio; 8. Sacristía; 9. Memorial del agua; 10. Claustro grande; 11. Huertas; 12. Ombú; 13. Arco de los legos; 14. Puerta del Río. (3)

El monasterio cuenta con dos portadas ubicadas en la cerca exterior, de unos dos metros y medio de alto construida en tapial y ladrillo que buscaba protegerlo de las constantes riadas, dada su proximidad al río, a la vez que lo aislaba del mundo exterior.

La Puerta del Río, orientada hacia el Guadalquivir, aunque era secundaria, era la que utilizaban los que se acercaban al monasterio en barca o desde Triana. Existió desde la primera configuración de la cerca a comienzos del siglo XV pero su aspecto actual responde a una remodelación integral en 1759 de la mano de Diego Antonio Díaz, maestro mayor por esas fechas. Presenta gran arco de medio punto sobre fuertes pilares y está rematada con diez pináculos de cerámica vidriada y dos cruces de hierro, con decoración de azulejos antiguos del siglo XVII y otros contemporáneos al proyecto.

Puerta del Río (4)

En la cerca sobre el río también destaca un mirador elevado de planta rectangular con dos ventanas y tres arcos de medio punto que se construyó en 1636 antes de obtener el permiso de los visitadores de la orden, y aunque en 1670, 1729 y 1753 se ordenó su demolición para reubicarlo en una zona más retirada y en 1758 se propuso cerrar los arcos con celosías, nunca se acataron dichas órdenes y, por fin, en 1764 la construcción obtuvo la aprobación del Capítulo General.

La Puerta de Tierra, la portada principal, en el lado occidental, fue realizada por Ambrosio de Figueroa en 1766, maestro de obras del monasterio en el siglo XVIII. Es de ladrillo y azulejos con vano central flanqueado por sendas hornacinas en las que estaban las esculturas de San Bruno y San Hugo realizadas por Pedro Ramos en 1750, frontón triangular con otra hornacina con una talla de mármol de la Virgen con el Niño del siglo XVI y frontis barroco con el escudo del fundador, el arzobispo don Gonzalo de Mena, con el capelo cardenalicio y cinco soles de oro sobre fondo azul, también utilizado por los cartujos sevillanos como escudo oficial del monasterio y remate de cruz de hierro forjado.

Puerta de Tierra

Puerta de Tierra y Capilla de Afuera

Alzado de la Puerta de Tierra y la Capilla de Afuera (2)

Atravesada la portada principal se accede a un porche cubierto que a la derecha tiene la capilla de la Virgen de las Cuevas, de Afuera o de las mujeres y la celda del monje portero.

Porche

La capilla de la Virgen de las Cuevas se levanta sobre la primitiva ermita que alojaba la imagen de la Virgen que se encontró tras la conquista de la ciudad por Fernando III en 1248 y también es obra de Ambrosio de Figueroa en 1766, levantada para sustituir a la del siglo XV, que había colapsado tras los daños que sufrió por el terremoto de Lisboa de 1755, una riada en 1757 y un fuerte temporal en 1759. En origen contó con un acceso por su lado sur que permitía visitarla sin acceder al monasterio, pero en su reconstrucción desapareció. Las tropas napoleónicas la utilizaron como polvorín y fábrica de cartuchos y mechas y durante la época de fábrica de loza la familia Pickman la convirtió en oratorio privado para ellos y los trabajadores.

Portada de la capilla de Afuera o de la Virgen de las Cuevas

Presenta planta rectangular de nave única cubierta con bóveda de cañón y cabecera con cúpula. El retablo mayor es de dos cuerpos, fue realizado en la década de 1780 por Francisco de Acosta “el Mayor” y alojó la legendaria imagen de la Virgen encontrada en una cueva tras la conquista de Sevilla por Fernando III hasta la invasión francesa, cuando desapareció. Hoy aloja una talla barroca de la Inmaculada.

Cúpula de la cabecera de la capilla de Afuera

Capilla de Afuera o de la Virgen de las Cuevas

También tuvo dos retablos laterales, uno de mármol blanco italiano con un arco de medio punto fechado en 1520 y atribuido a Pace Gazzini (o Gaggini) da Bissone y Antonio Maria Aprile da Carona y otro barroco de madera tallada, dedicados a la Virgen del Rosario y a San Juan Bautista. En el lado del Evangelio está el acceso a la sacristía y a una capilla contigua con profusa decoración vegetal barroca.

A la izquierda del porche estaba la zona de la servidumbre, hoy sede del rectorado de la Universidad Internacional de Andalucía. Incluía una cocina, el refectorio de la carne o del infierno, que toma ese nombre porque era un alimento dedicado a la servidumbre y moradores del monasterio que no habían profesado y no debían cumplir el voto de ayuno, otro refectorio para pobres y las caballerizas.

Zona exterior, con la portería a la izquierda (a la derecha según se entra) y la zona de servidumbre a la derecha (a la izquierda según se entra), hoy sede del rectorado de la Universidad Internacional de Andalucía

Sede del rectorado de la Universidad Internacional de Andalucía (4)

Toda esta zona servía de transición a la clausura.

Plano del núcleo central de la cartuja de Santa María de las Cuevas (2). Las indicaciones son mías

Para acceder a la clausura hay que atravesar el patio y la portada del Ave María o de las Cadenas. Las cadenas simbolizaban la frontera del lugar sagrado, pues los perseguidos podían solicitar asilo o inmunidad eclesiástica y el paso estaba vedado para los alguaciles. La portada es de principios del siglo XV y presenta dos arcos apuntados gótico-mudéjares. En el siglo XVII se colocaron sobre los arcos tres paneles de azulejos con los escudos de armas del fundador, el arzobispo don Gonzalo de Mena.

Patio del Ave María

Portada del Ave María o de las cadenas

Traspasando la portada se entra en el atrio de la iglesia. Por la derecha se accedía a la procuración, por la izquierda a la celda prioral y de frente se entra a la iglesia.

Atrio (5)

El monje procurador era el enlace con los legos y los sirvientes y el encargado de mantener entre ellos las normas de la orden y de gestionar los víveres y el abastecimiento de los monjes. El edifico tenía planta rectangular y dos alturas, con comunicación con las cocinas, el claustro de legos y la huerta del olivar mediante un arco rematado con azulejos en el siglo XVIII conocido como arco de la procuración. Cuando el monasterio fue comprado por Pickman la procuración se transformó en vivienda de la familia.

La celda prioral era más bien una casona de corte renacentista y se considera, junto al claustrillo mudéjar, una de las construcciones más interesantes del conjunto desde el punto de vista arquitectónico.

Pórtico de la celda prioral (6)

Patio de la celda prioral

Con acceso desde el atrio de la iglesia, a través de un pórtico de arcos de medio punto sobre columnas toscanas, y desde el claustro de monjes, se organiza en torno a un patio cuadrado de dos plantas con galerías porticadas en sus cuatro frentes. El piso inferior cuenta con arcos de medio punto de ladrillo sobre columnas de mármol genovés o de ladrillo enlucido con estucos imitando ese material y el superior con escarzanos también sobre columnas de mármol. Las galerías inferiores están cubiertas con techumbre de madera y azulejos y la comunicación entre los dos pisos se realizaba mediante una escalera claustral en el ángulo suroeste cubierta con bóveda de yeserías con temas clásicos.

Cubierta de una de las galerías inferiores del patio de la celda prioral

En origen su construcción se remonta a mediados del siglo XV pero tuvo varias modificaciones y ampliaciones con motivo de las visitas de Enrique IV en 1469 y, sobre todo, Felipe II en 1570, cuando se construyeron gran parte de las estancias del primer piso con aposentos y cámaras para alojar a los visitantes ilustres y se realizaron tres de los frentes de la galería siguiendo el modelo del único ejecutado hasta ese momento.

En 1574 también se ubicó allí la biblioteca del monasterio, cuyo origen estuvo en el legado de la librería íntegra de don Fadrique Enríquez de Ribera, I marqués de Tarifa, a la Cartuja en 1539. En 1574 también recibió la del cosmógrafo Jerónimo de Chaves. Llegó a contar con gran número de ejemplares y fue de las bibliotecas más importantes de la ciudad.

Entre las obras que decoraban este ámbito había una Inmaculada del padre Luis Pascual Gaudín, monje de la cartuja de Scala Dei, donada en 1742 a la cartuja de Cazalla de la Sierra para que presidiera el retablo mayor de la iglesia, una Virgen con el Niño y San Bruno del mismo autor, cinco lienzos con San Bruno y otros santos de Pedro Duque Cornejo, una Sagrada Familia de Zurbarán, un Salvador de Murillo o un Crucificado de Alonso Cano. Hay autores que defienden, sin que se haya corroborado, que en el oratorio también colgaban cuatro Evangelistas de Velázquez.

La iglesia se levantó entre 1410 y 1419 y fue ampliada en 1526 por los pies, con la consiguiente reducción del atrio. La portada es la que presentaba la iglesia primitiva, trasladada a su nueva ubicación tras la ampliación. Realizada en piedra, presenta arco apuntado abocinado enmarcado por alfiz, típico del mudéjar sevillano de fines del siglo XIV. Por encima se colocó un gran rosetón rodeado de azulejos cerámicos en el que posteriormente se instaló una vidriera.

Fachada occidental de la iglesia

Alzado de la fachada occidental de la iglesia (2)

Rosetón sobre la portada de la iglesia (1)

Ya en el interior, el templo tiene planta rectangular de nave única de cinco tramos y se cubre con bóvedas de crucería con florones y escudos de armas. Las yeserías de la bóveda son de entre 1613 y 1614.

Bóvedas de la iglesia (1)

Visión de la iglesia desde el ámbito que ocupaba el coro de legos

La iglesia desde la cabecera

Los muros contaban con un zócalo de azulejos del siglo XVI atribuido a Alonso García que fue desmontado y guardado en un almacén a fines del siglo XX. El primer tramo, separado por una reja, recompuesta en 1989 con piezas recuperadas en distintos puntos del recinto recreando la pieza original de 1528, del resto del templo, estaba destinado a los seglares relacionados con el monasterio, el segundo era el coro de legos, el tercero estaba destinado al coro de monjes y en el cuarto y quinto estaban los sepulcros de la casa Ribera.

Viendo la desnudez actual del templo cuesta imaginarse el extraordinario amueblamiento con el que contaba. Entre el coro de legos y el de monjes había una estructura de madera con vano central y dos retablos laterales pintados en 1509 por Alejo Fernández que en el siglo XVII fueron sustituidos por otros según trazas de Juan Martínez Montañés con las tallas de la Virgen de las Cuevas y San Juan Bautista de Juan de Mesa realizadas en 1623, hoy en el Museo de Bellas Artes de Sevilla, y cuatro Virtudes Cardinales realizadas por Juan de Solis, discípulo de Martínez Montañes, en 1697, hoy en el mismo museo.

Recreación en el Museo de Bellas Artes de Sevilla de la estructura que separaba el coro de legos del de monjes (7)

Esculturas de la Virgen de las Cuevas y de San Juan Bautista de Juan de Mesa (7)

Las primeras sillerías de legos y monjes fueron realizadas en 1475 en Flandes. Hacia 1700 fueron sustituidas por otras de marcada talla barroca con diez sitiales a cada lado la de legos y veintidós la de monjes, ambas con un atril corrido para apoyar los libros de coro. Están compartimentadas por columnas salomónicas con respaldos con relieves de santos, misericordias en forma de mascarones y crestería con medallones con figuras de vírgenes y mártires flanqueadas por angelitos con instrumentos musicales. Unos especialistas consideran que fueron realizadas por Pedro Duque Cornejo y otros creen que son de Juan de Valencia y Agustín Perea, encargados del ensamblaje e imaginería respectivamente. En medio había un facistol.

En 1810, durante la invasión francesa, las dos sillerías, junto a otras obras, fueron trasladadas a los Reales Alcázares y en 1858 la de monjes pasó a formar la sillería alta de la catedral de Cádiz, lo mismo que el facistol.

Sillería de monjes y facistol procedentes de la cartuja reubicados en el coro de la catedral de Cádiz (8)

En la actualidad parte de la sillería de legos, que durante algunos años se reubicó en la capilla de Afuera, ha vuelto a la iglesia.

Detalle de la sillería de legos

Encima de las sillerías había ocho cuadros con escenas de la Vida de la Virgen de formato alargado realizados hacia 1618 por el padre Luis Pascual Gaudín que desaparecieron durante la invasión francesa y en 1815 fueron sustituidos por otros del pintor José María Arango.

Por encima de la cornisa había otros seis cuadros con la Vida de San Juan Bautista realizados hacia 1709 y otras pinturas colocadas sobre la línea de los ocho cuadros anteriores, a los que se les colocó unas molduras.

El presbiterio presenta un tramo rectangular y otro poligonal separados por unas gradas de caliza roja y cubiertos con bóvedas de crucería. Entre éstas y el coro de monjes estaba el espacio convenido por contrato de 1411 para los enterramientos de la familia Ribera. También había una cripta con entrada en el lado de la Epístola que contaba con dos salas. El sepulcro de don Per Afán de Ribera “el Viejo” con sus dos esposas, doña María Rodríguez de Mariño y doña Aldonza de Ayala, y el de don Per Afán de Ribera “el Joven” con sus dos esposas, doña Teresa de Córdoba y doña María de Mendoza, ocupaban el centro del presbiterio. La ejecución de ambos distó casi un siglo, pues el primero era de la primera mitad del siglo XV y el segundo fue mandado hacer por don Fadrique Enríquez de Ribera en 1539. En 1712 fueron trasladados al muro de la Epístola y del Evangelio de la capilla mayor y en la actualidad están en la Sala Capitular. En el pavimento del presbiterio también estaba la lauda sepulcral de bronce diseñada por Juan Bautista Vázquez el Viejo en 1573 de don Per Afán de Ribera, I duque de Alcalá y virrey de Nápoles, fallecido en 1571, hoy en el claustrillo.

Sepulcro de don Ruy López de Ribera y doña Inés de Sotomayor (9)

Sepulcro de don Per Afán de Ribera "el Viejo" y sus dos esposas, doña María Rodríguez Mariño y doña Aldonza de Ayala

Sepulcro de don Diego Gómez de Ribera y doña Beatriz Portocarrero (9)

Sepulcro de don Per Afán de Ribera "el Joven" con sus dos esposas, doña Teresa de Córdoba y doña María de Mendoza

Lauda sepulcral de bronce diseñada por Juan Bautista Vázquez el Viejo en 1573 de don Per Afán de Ribera y Portocarrero (+1571), I duque de Alcalá y virrey de Nápoles (10)

Sobre los mausoleos de los Ribera en la capilla mayor se colocaron, dos a dos, las esculturas de los cuatro profetas mayores Isaías, Jeremías, Ezequiel y Daniel atribuidas a Pedro Duque Cornejo y debajo, cuatro cuadros de santos cartujos atribuidos a Lucas Valdés. Hasta 1989 las esculturas estuvieron en la capilla de afuera. En un cuadro pintado por Lucas Valdés en 1714 se ve el muro de la Epístola con dicha composición.

Lucas Valdés. Muro de la Epístola del presbiterio de la Cartuja de Santa María de las Cuevas de Sevilla. 1714 (11)

El primer retablo mayor con el que contó la iglesia fue donado al monasterio por Alfonso V de Portugal en 1467. Entre 1542 y 1564 se construyó uno nuevo de tres cuerpos de cinco calles y ático. Primero se le encargó al escultor Isidro de Villoldo pero éste murió dejando terminadas unas escenas pero otras solo planteadas, así que se contrató al escultor Juan Bautista Vázquez para que culminara la obra. En épocas sucesivas se doraron partes del conjunto para amoldarlo a los gustos barrocos y a comienzos del siglo XVIII Pedro Duque Cornejo removió casi todas las tallas y cambió las columnillas originales por otras salomónicas de capiteles corintios. Estuvo en la iglesia hasta la desamortización de 1836, cuando se desmembró, sin que se haya localizado ningún fragmento.

El templo también tuvo, según las costumbres cartujas, un sagrario detrás del altar mayor construido en 1436 rompiendo la pared maestra de la cabecera entre dos estribos para formar una pequeña capilla cuadrangular con una claraboya en la parte superior del muro que se decoró con yeserías y pavimento de azulejos y en la que se colocó una custodia de plata en forma de chapitel y tabernáculo con puerta de madera. Con la incorporación del retablo mayor gótico en 1467 el sagrario no se alteró, ni tampoco cuando éste fue sustituido por el renacentista de Villoldo y Vázquez el Viejo, aunque sí se enriqueció con reliquias traídas de Roma y pequeñas pinturas en lienzo y en cobre. Pero en 1672 la comunidad decidió emprender una reforma integral por considerar el recinto demasiado pequeño para las proporciones y monumentalidad que había alcanzado el monasterio. Para ello se derribó el muro, se amplió el recinto al doble, se levantaron nuevos muros con dos accesos laterales mediante angostos pasillos que conducían a unas puertas de cristal en el retablo mayor y se pavimentó con ébano con incrustaciones de plata. La obra corrió a cargo de Bernardo Simón de Pineda, que realizó las estructuras y decoraciones arquitectónicas, Pedro Roldán, que realizó los relieves de la Última Cena, las Bodas de Caná, alegorías eucarísticas y ángeles que invadían todos los elementos de soportes y cubierta, y Miguel de Parrilla, encargado del dorado y estofado. En 1697 Juan Laureano de Pina realizó una custodia de plata para presidir el tabernáculo. En el convulso siglo XIX toda la decoración mueble del sagrario fue desmontada y sus piezas quedaron almacenadas en una estancia del monasterio hasta que en 1948 un miembro de la familia Pickman, propietaria del edificio, se las regaló al padre Arreche para que las colocase en el sagrario de la Cartuja de Jerez, donde todavía permanecen.

En la actualidad la iglesia tiene doble uso, como sala de arte contemporáneo y como espacio polivalente para la celebración de actos culturales.

La primera capilla adosada al lado del Evangelio es la capilla de Santa Catalina, aunque no tiene acceso desde la iglesia sino desde la celda prioral y no entra dentro del circuito visitable. Fue una de las últimas construidas en el monasterio, realizada en 1590 como panteón de diversos miembros de la familia Ribera, también usada por el prior para decir misa y como capilla privada de oración. Tiene planta cuadrangular. En principio estuvo dedicada al Salvador pero cambió en el siglo XVIII cuando se renovó su retablo incluyéndose un óleo con el Martirio de Santa Catalina.

Continuando hacia la cabecera por el lado del Evangelio se encuentra la capilla de San Bruno, con acceso desde la capilla de Santa Catalina y tampoco visitable. Fue construida en 1441 con el patrocinio de don Alonso López de Ayala con planta cuadrangular y cripta. En el inicio su advocación fue la del Nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo pero en 1614 pasó a ser la capilla del Crucifijo por haberse colocado en ella un Crucificado de Juan Martínez Montañés donado por el arcediano de Carmona don Mateo Vázquez de Leca, poco después trasladado a la capilla de Santa Ana, y en 1634 ya pasó a estar dedicada a San Bruno, que había sido canonizado por Gregorio XV en 1623, colocándose en ella una talla del santo también de Martínez Montañes, hoy en el Museo de Bellas Artes de Sevilla, y redecorando el ámbito con un zócalo de azulejos, un retablo y una reja nuevos. La talla salía en procesión por el claustro en el Corpus Christi hasta 1747, cuando empezó a procesionar otra de plata de menor tamaño del orfebre sevillano Tomás Sánchez Reciente realizada a partir de un modelo en madera de Pedro Duque Cornejo, desaparecida durante la invasión francesa.

Escultura de San Bruno de Martínez Montañés, hoy en el Museo de Bellas Artes de Sevilla (7)

A continuación de la capilla de San Bruno en el lado del Evangelio se ubica el arco, arquillo o claustrillo de San Miguel, un recinto de planta cuadrada abierto al Gran Claustro cubierto con bóveda de cañón.

Fachada norte de la iglesia con el arquillo de San Miguel

En 1655 se cerró su comunicación con el Gran Claustro y estuvo así hasta que en la rehabilitación de 1989 volvió a abrirse. Entre su decoración destacaba un retablo mayor dedicado al arcángel San Miguel, un banco corrido, un zócalo de azulejos, decoración mural y cuadros, destacando nueve lienzos realizados por Cristóbal Ferrando con escenas de la vida de San Bruno. conservándose seis en el Museo de Bellas Artes de Sevilla.

El siguiente ámbito del lado del Evangelio es la Capilla del sepulcro o “de profundis”, donde se depositaban los cadáveres de los monjes hasta su inhumación a manera de capilla ardiente. Presenta planta cuadrangular y desde ella se accede a la sacristía.

La primitiva sacristía era más pequeña y la actual responde a una ampliación en 1537. Tiene planta cuadrangular cubierta por una bóveda octogonal.

Bóveda de la sacristía

Detalle de las yeserías de la sacristía

En el frontal había un altar dedicado a San Bruno de estilo plateresco, enfrente una vitrina para los ornamentos de plata y en el centro una cajonera de cedro con incrustaciones de plata y nácar. También había varios cuadros de Alonso Cano, Murillo y otros pintores, abundantes reliquias y un oratorio portátil donado por Carlos V en su visita a la cartuja en 1526, el conocido como Retablo de San Juan Bautista, obra atribuida a Durero durante muchos años pero que en la actualidad se considera de Roger Van der Weyden, desaparecida tras la exclaustración de 1836 y en la actualidad en la Gemäldegalerie de Berlín.

Retablo de San Juan Bautista de Roger Van der Weyden (12)

Pero las obras más destacadas de esta estancia eran los tres grandes cuadros de Francisco de Zurbarán la Virgen de las Cuevas, San Hugo en el refectorio y el Papa Urbano II con San Bruno. Fueron realizados en la misma cartuja, en una de las salas de la celda prioral, y para su ejecución posaron varios de los monjes. Con motivo de la colocación de estos cuadros, en 1655 toda la sacristía fue adornada con yeserías cuyo diseño se atribuye a Pedro Roldán.

Sala dedicada a la Cartuja de Santa María de las Cuevas con los cuadros de Zurbarán en el Museo de Bellas Artes de Sevilla (13)

Los tres cuadros estuvieron en la cartuja, trasladados y reutilizados por la familia Pickman, hasta mediados del siglo XX y hoy forman parte de la colección del Museo de Bellas Artes de Sevilla. Dada su importancia, le dedicaré un artículo monográfico en Viajar con el Arte que publicaré en breve.

Adosada a los pies del lado de la Epístola de la iglesia se encuentra la Capilla de Santa Ana o del Cristo de la Misericordia. La primitiva capilla se levantó en 1507 y se accedía a ella a través del atrio, pero cuando en 1523 se realizó la ampliación de la iglesia también se amplió esta capilla y su acceso quedó en el último tramo del templo. Presenta portada de arco de medio punto con arquivoltas de ladrillo y tiene planta rectangular de tres tramos, los dos primeros con bóvedas de terceletes y el tercero con cupulino de media naranja sobre pechinas en las que aparecen las armas del fundador Mena.

Portada de la capilla de Santa Ana (1)

Bóvedas de la capilla de Santa Ana

Capilla de Santa Ana

Cúpula de media naranja en el tercer tramo de la capilla de Santa Ana

En 1614 el arcediano de Carmona don Mateo Vázquez de Leca donó al monasterio un Cristo crucificado de Martínez Montañés que primero se ubicó en la capilla del Nacimiento (después de San Bruno) pero que en 1616 se trasladó a esta capilla, de ahí su cambio de advocación, y con ese motivo también se incorporó una nueva decoración de yeserías clasicistas, pintura mural, cornisa y molduraje además de un zócalo de azulejos en el que destacan paneles con figuras de santos atribuidos a Juan Bautista Pisano. En la actualidad la talla se encuentra en la sacristía de los Cálices de la catedral de Sevilla.

Cristo crucificado de Juan Martínez Montañés (14)

Además del altar principal con el Crucificado, tenía otros dos laterales con las tallas de San Miguel y Santa Teresa realizadas por Pedro Duque Cornejo. Entre los cuadros que adornaban las paredes estaban una Virgen con el Niño, San Pedro y Santa Clara y un Crucificado de Alonso Cano, una Verónica atribuida a Murillo o una Asunción de la Virgen de Antonio Palomino, todas desaparecidas.

La capilla tiene una cripta subterránea en la que estuvieron enterrados Cristóbal Colón y otros miembros de su familia.

El claustrillo era de carácter cenobítico y agrupaba las dependencias de la vida comunitaria. Tenía el acceso a la iglesia por una puerta, hoy cerrada, en el cuarto tramo del lado de la Epístola. Es un ámbito rectangular construido en 1454 para articular el paso al refectorio de monjes y legos, la capilla de la Magdalena y la sala capitular. Está realizado en ladrillo visto y muestra el estilo típico del mudéjar sevillano, con pilares ochavados en los ángulos y columnas de mármol blanco con capiteles campaniformes y fustes con anillos nazaríes que sustentan arcos de medio punto peraltados enmarcados por alfiz. En el siglo XIX todavía conservaba una fuente central con taza de mármol.

Claustrillo

Las galerías muestran un zócalo de azulejos polícromos con motivos de lacerías y están cubiertas por techumbre de madera.

Zócalo de azulejos del claustrillo

Estuvieron decoradas, siguiendo el ejemplo de la cartuja de Santa María de El Paular, con una serie de cuadros con la Vida de San Bruno realizados por Luis Pascual Gaudin en 1616 que permanecieron muy poco en ese ámbito, pues en 1618 fueron regalados a la cartuja matriz de Grenoble y sustituidos por unas copias realizadas por Francisco Varela. Ambas series están desaparecidas.

En una de las galerías están las estatuas orantes de Juana de Zúñiga, viuda de Hernán Cortés, y su hija Catalina, en la actualidad enterradas en el convento de la Madre de Dios de Sevilla.

Estatuas orantes de Juana de Zúñiga y su hija Catalina (6)

La capilla de la Magdalena ocupa la panda sur del claustrillo y fue la primera iglesia del monasterio hasta la inauguración del templo principal en 1420, cuando pasó a servir como sala capitular provisional hasta la construcción de ésta en 1454. Con la ampliación del refectorio en 1588 su planta fue modificada, perdiendo una parte a los pies y siendo ampliada por la cabecera incluyendo una capilla contigua cubierta con bóveda octopartita.

Bóveda de la capilla de la Magdalena

Capilla de la Magdalena

A la muerte del fundador, el arzobispo don Gonzalo de Mena, en 1401, primero fue sepultado en un sepulcro de mármol blanco con su yacente en la capilla de Santiago de la catedral hispalense pero en 1594 sus restos y el sepulcro fueron trasladados en ceremonia solemne que atravesó toda la ciudad a esta capilla, que también se redecoró mediante la colocación de un zócalo de azulejos con las armas de Mena, pintura mural, la renovación de las losas del pavimento y la apertura de una ventana al claustrillo. Tras la desamortización de Mendizábal el sepulcro fue de nuevo trasladado al primitivo emplazamiento en la catedral.

Las paredes de esta capilla conservan fragmentos de pinturas murales góticas figurativas datadas en el primer siglo de existencia de la Cartuja, con un San Cristóbal sobre la puerta y un Cristo con unos donantes, una Virgen María y un santo no identificado en el muro frente a la entrada.

El refectorio ocupa la panda occidental del claustrillo, al que abre mediante una portada de piedra de arco de medio punto abocinado. Se levantó en 1422 y en origen fue más pequeño, ampliado en 1588 creando un ámbito de planta rectangular de grandes dimensiones.

Portada del refectorio

Refectorio (1)

En la ampliación también se optó por redecorarlo con un escaño que rodea toda la sala, paneles de azulejos sevillanos y pinturas al fresco y estofadas con oro formando grandes recuadros en los que se alojaron lienzos.

Detalle del escaño y los azulejos del refectorio

En el testero principal se colgó un gran lienzo de la Santa Cena de Alonso Vázquez de 1599, hoy en el Museo de Bellas Artes de Sevilla, y sobre éste había un cuadro de menores dimensiones con la Virgen y el Niño.

Santa Cena de Alonso Vázquez procedente del refectorio de la cartuja en el Museo de Bellas Artes de Sevilla

En los muros laterales había cuatro cuadros a cada lado con los temas de la Expulsión del Paraíso, Adán y Eva cultivando la tierra, La muerte de Abel, David con la cabeza de Goliat, Tobías y el Ángel, El sacrificio de Abraham, El casto José y la mujer de Putifar y Jesús y la Samaritana, unos perdidos y otros en distintas colecciones.

En la ampliación también hubo que completar la techumbre de madera de par y nudillo adornada con lazos moriscos y escudos de armas del fundador, a la que se le añadieron tirantes de acero para fortalecer la estructura.

Techumbre de madera del refectorio (5)

Como todos los refectorios de la orden cartuja, estaba dividido en dos compartimentos mediante un muro que no llegaba al techo, uno más grande para los monjes con acceso desde la portada del claustrillo y el otro para los legos con acceso desde la procuración y la cocina. En ese muro había un cuadro de doble faz pintado por Vasco Pereira con un Calvario por un lado y una Sagrada Familia por el otro.

La sala capitular, construida en 1454, ocupa la panda oriental del claustrillo, adosada a la cabecera de la iglesia. Abre a través de un vano de arquivoltas apuntadas de ladrillo y alfiz y consta de dos piezas separadas por un arco apuntado apoyado en ménsulas y decorado con tracerías y cardinas, una antecapilla de planta cuadrangular cubierta con bóveda de terceletes y la verdadera sala capitular, de planta cuadrada y cubierta más alta con cúpula decorada con nervaduras de yesería que la dividen en 16 secciones.

Portada de la sala capitular (5)

Cúpula de la sala capitular

Sala capitular

En 1490 don Pedro Enríquez de Quiñones, IV Adelantado de Andalucía, y su esposa, doña Catalina de Ribera y Mendoza, obtuvieron del monasterio la cesión de la sala capitular a la familia Ribera como panteón familiar y en 1520 el hijo, don Fadrique Enríquez de Ribera, VI Adelantado de Andalucía y I marqués de Tarifa, contrató en Génova la construcción en mármol de una hornacina con una Virgen y unos mausoleos parietales para sus padres.

La hornacina presenta arco de medio punto rematado con venera, está rodeada de rosetas policromadas y aloja una escultura mariana de pie con el Niño en brazos que en parte fue dorada y policromada, aunque no lo conserva.

Hornacina con la Virgen y el Niño

Los mausoleos son obras excepcionales del arte funerario renacentista en Andalucía por su calidad técnica y por la profunda erudición de su programa iconográfico, mostrando las virtudes, heroicidades y la fama alcanzada por los finados como forma de perpetuación eterna, de memoria continua de su paso por el mundo.

Sepultura de doña Catalina de Ribera y Mendoza (+1505) (15)

Sepultura de don Pedro Enríquez de Quiñones (+1493) (16)

En 1607 la antecapilla se decoró con azulejos con los escudos de armas de la casa Enríquez Ribera.

Decoración de azulejos de la sala capitular (10)

Dada la importancia de este conjunto funerario le dedicaré un artículo monográfico que publicaré en breve.

El claustro de los Monjes o claustro grande, de carácter eremítico, era un gran polígono irregular que rodeaba el núcleo formado por la celda del prior, procuración, la iglesia y el claustrillo con sus dependencias comunes. En él se ubicaban las celdas individuales donde los monjes vivían en soledad, silencio y aislamiento, con una planta baja con oratorio, mesa, biblioteca y pequeño retrete, una alta con la cama y patio trasero para huerta con un pozo. En los ángulos del claustro había capillas.

Reconstrucción volumétrica del claustro grande

Se comenzó a construir en el inicio del siglo XV y en 1401, a la muerte del fundador, el arzobispo Mena, ya estaban iniciadas muchas de las celdas y algunas incluso concluidas, pero la incautación del legado del arzobispo en 1407 por Fernando de Antequera supuso la paralización de las obras hasta su reanudación en 1413 tras cobrar las Tercias Reales dadas en compensación. El trazado definitivo quedó terminado en la primera mitad del siglo XV. En el siglo XVII tuvo que ser reparado de los destrozos producidos por riadas pero sin afectar al aspecto del conjunto, salvo a fines del siglo, cuando se construyeron dos celdas nuevas contiguas al archivo y se amplió éste. A comienzos del siglo XVIII se cerraron las galerías con puertas y ventanas como protección contra la humedad y el frío. Una cuarta parte del jardín central era el cementerio del monasterio.

Entre 1616 y 1618 el padre Luis Pascual Gaudín pinto algunos pequeños cuadros devocionales para algunas de las celdas, obras desaparecidas. En cuanto a la decoración de sus galerías, se cita una serie de lienzos de la vida de la Virgen realizados por el padre cartujo Cristóbal Ferrando en la segunda mitad del siglo XVII y una galería de retratos de cartujos ilustres iniciada a comienzos del siglo XIX por Juan de Dios Fernández, discípulo de Juan de Espinal, conservándose alguno en el Museo de Bellas Artes de Sevilla y en el Provincial de Huelva.

Durante la Guerra de la Independencia los franceses construyeron una gran cocina en el jardín y ocuparon las celdas. En la época de fábrica de loza se transformó considerablemente el aspecto por la construcción de hornos, las chimeneas y otros edificios para la fábrica. En la rehabilitación de 1989 sólo quedaban en pie tres o cuatro celdas del lienzo sur y se optó por una reconstrucción volumétrica del conjunto para convertirlo en salas de exposición.

Galería sur, donde se conservan restos de las arquerías, de las cubiertas y de las celdas

En la esquina noroeste, al lado de la celda del prior el arquitecto José Ramón Sierra realizó la intervención Memorial del agua, que hace referencia a la historia de la Cartuja, condicionada por las riadas. Es un estanque en el que están sumergidos fragmentos arquitectónicos del propio monasterio.

Memorial del agua (6)

Contiguo al claustro grande por su lado sur estaba el claustro de Legos. Empezó a levantarse en 1422 y su construcción se prolongó hasta mediados del siglo XVI. Fue derribado casi en su totalidad para la construcción de la fábrica de loza y en la rehabilitación para la Expo 92 apenas se pudo recuperar nada.

Entre la zona de legos y la Puerta del Río se ubicaban los molinos, la carpintería, la fragua, las cuadras, los pajares y los graneros.

Al norte y al este del conjunto estaban la huerta Vieja y la huerta Grande respectivamente, y al sur y suroeste estaba la huerta del Olivar. Las dos primeras tenían plantaciones de cidros, naranjos, granados, higueras y otros árboles frutales, con pinos que reforzaban las tapias y alineaciones de cipreses en los paseos. La huerta del Olivar contaba con naranjos, verduras y hortalizas, gran parte de ellas entregadas como limosnas.

En la huerta Grande concurrían tres funciones relacionadas con la vida monacal: una productora, de abastecimiento de alimentos, que realizaban los hermanos conversos, los criados y los familiares, desarrollada mediante cuatro pozos de noria que formaban parte de complejos sistemas hidráulicos con albercas que también abastecían los pozos en los huertos de las celdas de los monjes y las cocinas del monasterio; una de recreo y esparcimiento de los monjes los domingos y de los padres los lunes; y una religiosa, representada por la capilla de Santa Ana, levantada con ocasión de la visita de Santa Teresa a la Cartuja en 1575 en medio de una alberca preexistente. En 1742 se restauró. A mediados del siglo XIX, ya siendo el monasterio propiedad de Charles Pickman, se encargó al arquitecto Juan Lizasoaín una remodelación que le dio su aspecto actual, un templete pequeño con arcos ojivales orientados a los cuatro puntos cardinales cubierto con pináculo central y cuatro torreoncillos almenados sobre una plataforma en medio de un estanque. En el interior presenta un zócalo de azulejos y restos de decoraciones pictóricas murales.

Capilla de Santa Ana en la huerta Grande (6)

En la huerta Vieja se ubica la capilla de las santas Justa y Rufina, patronas de Sevilla. Su origen se remonta a 1573, construida junto a una pequeña celda para alojar a un monje con lepra. En 1664, dada la creciente devoción a las santas, la capilla fue ampliada. En 1746 se renovó el retablo con un lienzo de Pedro Duque Cornejo. Es una construcción de dos plantas con torreón mirador con un aspecto historicista dado por sus transformaciones a comienzos del siglo XX. En 1989 fue restaurada.

Capilla de las santas Justa y Rufina en la huerta Vieja (6)

Si queréis saber más sobre este impresionante monasterio podéis pasearos por estos artículos en Viajar con el Arte:

La cartuja de Santa María de las Cuevas de Sevilla a lo largo de su historia

Los sepulcros de don Pedro Enríquez de Quiñones y doña Catalina de Ribera y Mendoza en la sala capitular de la cartuja de Santa María de las Cuevas de Sevilla (en breve)

Los cuadros de Francisco Zurbarán para la sacristía de la Cartuja de Santa María de las Cuevas de Sevilla (en breve)


Imágenes ajenas:

(1) https://www.visitarsevilla.com/que-ver/monumentos/el-monasterio-de-la-cartuja/

(2) OLMEDO, F. y RUBIALES, J. (dirs.), Historia de la Cartuja de Sevilla. De ribera del Guadalquivir a recinto de la exposición universal, Madrid, Turner, 1989.

(3) http://www.caac.es/inf/esp.htm#

(4) http://robertopaneque.blogspot.com/2014/07/el-conjunto-monumental-de-santa-maria.html

(5) MESONERO PRIETO, R., Las cartujas castellanas en la Baja Edad Media: análisis arquitectónico, Trabajo fin de Grado, Universidad de Valladolid, curso 2017/2018.

(6) http://leyendasdesevilla.blogspot.com/2012/01/el-monasterio-de-santa-maria-de-las.html

(7) http://leyendasdesevilla.blogspot.com/2011/08/el-museo-de-bellas-artes-de-sevilla-y.html

(8) https://catedraldecadiz.com/silleria-y-coro/

(9) http://emanuelangel.blogspot.com/2017/04/sala-capitular-monasterio-de-la-cartuja.html

(10) https://commons.wikimedia.org/wiki/Category:Cartuja_de_Sevilla

(11) https://elpais.com/elpais/2015/10/02/album/1443788657_049819.html#foto_gal_1

(12) https://es.wikipedia.org/wiki/Retablo_de_San_Juan_Bautista

(13) https://www.libertaddigital.com/chic/viajar-comer/articulos-de-viaje/el-museo-de-bellas-artes-cultura-y-pintura-con-mayusculas-en-sevilla-9776/

(14) http://artemagistral.blogspot.com/2016/11/cristo-de-la-clemencia-de-martinez.html

(15) http://www2.ual.es/ideimand/sepultura-de-dona-catalina-de-ribera-1520/

(16) http://www2.ual.es/ideimand/sepultura-de-don-pedro-enriquez-de-quinones-1493/


Bibliografía:

AMORES CARREDANO, F., “La arqueología en la recuperación de la Cartuja de Sevilla. 1986-1992”, PH: Boletín del Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico, año 6, nº 24, 1998, pp. 68-81.

AMORES CARREDANO, F. y otros, “Informe sobre las actuaciones arqueológicas de apoyo a la restauración en la Cartuja de Sevilla (1987-1992)”. En Anuario Arqueológico de Andalucía, T.III. Intervenciones de Urgencia, Sevilla, 1993, pp. 594-608.

AMORES CARREDANO, F., HUNT ORTIZ, M. A. y DÍAZ SÁNCHEZ, A., “Los sistemas hidráulicos de la Cartuja de Santa María de las Cuevas de Sevilla: La Noria Norte”. En CARA BARRIONUEVO, L. (coord.), El agua en zonas áridas. Arqueología e historia. Hidráulica tradicional de la provincia de Almería, 1989, pp. 929-949.

BERNALES BALLESTEROS, J., “El Sagrario de la Cartuja de las Cuevas”, Laboratorio de arte, 1, 1988, pp. 145-162.

LÓPEZ CAMPUZANO, J., “Aportaciones a la iconografía de San Bruno”, Anales de Historia del Arte, 7, 1997, pp. 193-210.

MESONERO PRIETO, R., Las cartujas castellanas en la Baja Edad Media: análisis arquitectónico, Trabajo fin de Grado, Universidad de Valladolid, curso 2017/2018.

OLMEDO, F. y RUBIALES, J. (dirs.), Historia de la Cartuja de Sevilla. De ribera del Guadalquivir a recinto de la exposición universal, Madrid, Turner, 1989.

PRIETO SAYAGUÉS, J. A., “Prelados, nobleza y oligarquías urbanas. Una relación a través de los monasterios en la Castilla bajomedieval”, Revista de historia Jerónimo Zurita, nº 97, 2020, pp. 97-115.

RIVERA-GÓMEZ, C. A., Caracterización de las decoraciones pictóricas murales del Monasterio de Santa María de las Cuevas de Sevilla, Tesis doctoral presentada en la Universidad de Sevilla, 2005.

RUIZ BARRERA, Mª. T., “Bernardo Simón de Pineda y Pedro Roldán, binomio artístico de primera fila para el Sagrario de la Cartuja de Sevilla”, Laboratorio de Arte, 23, 2011, pp. 581-588.

VALVERDE MARTÍN, A., La fábrica Pickman de la Cartuja de Sevilla: Estudio Historiográfico, Trabajo Fin de Máster, UNED, 2016-2017.

https://es.wikipedia.org/wiki/Monasterio_de_la_Cartuja_(Sevilla)

https://www.juntadeandalucia.es/cultura/blog/breve-historia-de-la-cartuja-de-sevilla-ii-la-fabrica-de-ceramica-pickman/?highlight=Cartuja

http://www.caac.es/inf/esp.htm#

http://www.museosdeandalucia.es/web/museodeartesycostumbrespopularesdesevilla/antecedentes

Comentarios

El navegante errante ha dicho que…
He recibido un email con esta entradas, y otras más antiguas ¿A que debo el honor? Soy celoso de mi identidad y me gustaría saber cómo consiguió mi dirección y que más datos míos posee.
Sira Gadea ha dicho que…
Buenas, El navegante errante. Soy Sira Gadea, creadora de los contenidos de este blog. Personalmente yo no poseo dato alguno para enviar nada a nadie. Se envían automáticamente a las personas que así lo han solicitado al suscribierse al blog. En cualquier caso, todo el mundo es libre de anular dicha suscripción si es que ya no está interesado. Espero haberle servido de ayuda.
El navegante errante ha dicho que…
Esta es primera vez que visito su blog, por lo tanto nunca he solicitado que me envié nada y por supuesto nunca me he subscrito al mismo.
En cuanto a su contenido, con sólo una lectura rápida, me parece interesante y creo que bien documentado. Desgraciadamente hay tantas cosas que me resultan de interés, que si las siguieras no tendría ni tiempo para comer.
Saludos.
Sira Gadea ha dicho que…
Muchas gracias por su valoración. Le insisto en que yo personalmente no le he enviado nada. No tengo dato alguno suyo. Un saludo.
katevilla ha dicho que…
Me encanta este articulo, muy bien detallado, espero conocer muy pronto este hermosos lugar.

Saludos,
Kate - Viaje Fotografico
Rosa ha dicho que…
Hola Sira Gadea! hace un año que no mueves el blog con lo interesante que es y los buenos post que publicas... ¿Qué ha pasado?
Me atrevo a ponerte este enlace y el reto para que escribas sobre una iglesia tan interesante y más aún el retablo del Marquesito. ¿Aceptas?
Anónimo ha dicho que…
Me ha encantado. El otro día estuve allí y ya veo que me he perdido mucho. Volveré a visitarlo. Enhorabuena!!
Sira Gadea ha dicho que…
Hola Rosa. Muchas gracias por tu comentario. A ver si me animo a publicar de nuevo.
Sira Gadea ha dicho que…
Muchas gracias, Anónimo. Es un monumento impresionante. Merece muchas visitas.
Jaume ha dicho que…
Hola el otro día vi una noticia creo que fue en el diario el confiable o el confidencial donde comentaban que cerrarían las visitas a la Cartuja, alguien me puede decir si es verdad
Carlos ha dicho que…
¡Qué interesante historia de la Capilla de las Santas Justa y Rufina! Es fascinante cómo un lugar tan cargado de historia y devoción ha perdurado a través de los siglos, desde su origen en 1573 hasta las reformas y restauraciones modernas. La ampliación en 1664 y la renovación del retablo en 1746 dan muestra de la importancia que este sitio ha tenido para la comunidad sevillana. Me encanta la idea de la torreón mirador y cómo las transformaciones a principios del siglo XX le dan ese toque historicista. Es un verdadero reflejo de la tradición y la evolución de la ciudad. Sin duda, una visita imperdible para conocer más sobre Sevilla y su legado. Es uno de losmás interesantes Destinos para viajar con niños que les enseñe sobre arte.

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