El Museu Calouste Gulbenkian de Lisboa
El Museu Calouste Gulbenkian es una verdadera joya, una de las muchas que plagan Lisboa, una visita obligada para cualquiera que pase por la ciudad, donde disfrutar, emocionarse y enamorarse aún más, si cabe, del arte y de los infinitos placeres que proporciona.
Sala del museo dedicada al renacimiento, impactante, emocionante, deslumbrante, infinita, en la que el espacio se convierte en significante porque no es vacío, en la que queda evidente que menos es más, con las piezas
Este museo es posible gracias a la labor filantrópica y el exquisito gusto de Calouste Sarkis Gulbenkian y a una gestión impecable por parte de sus administradores, la Fundación que también lleva su nombre, creada en 1956 gracias al empeño de José Azeredo Pedigao, abogado portugués del magnate, y que también desarrolla, desde hace más de cincuenta años, toda una labor de fomento de las artes, educativa, filantrópica y científica.
Una vez establecidos los estatutos de la Fundación, se eligió para su ubicación el parque de Santa Gertrudes em Palhava con más de siete hectáreas, comprado a los condes de Vilalva, y se abrió un concurso restringido para tres equipos de arquitectos con unas bases muy detalladas, buscando que el edificio fuese “un homenaje perpetuo a la memoria de Calouste Gulbenkian, con unas líneas en las que se adivinasen los rasgos fundamentales de su carácter: concentrada espiritualidad, fuerza creadora y sencillez de la vida”.
Plano de situación a la entrada del parque, observándose las oficinas de la Fundación (1), el museo (2 y 3)), el centro de arte moderno (4) y el anfiteatro (5), además del lago y la disposición de los caminos
El proyecto, además, tenía que contar con varios tipos de instalaciones para albergar el museo, un auditorio, una biblioteca y los servicios administrativo y técnico de la fundación. De las tres soluciones presentadas se seleccionó la de los arquitectos Ruy Jervis d’Athouguia, Pedro Did y Alberto Pessoa, que estuvieron asesorados por un gran número de especialistas en diversas áreas.
En 1960 toda la colección ya fue trasladada a Lisboa y quedó expuesta en el Museu Nacional de Arte Antiga hasta que el 2 de octubre de 1969, catorce años después de la muerte del coleccionista, el museo fue inaugurado, excepcional por las colecciones que alberga y por el exquisito cuidado con el que se estudiaron todas las posibilidades expositivas para que cada pieza reunida por Calouste Gulbenkian luciera con todo su esplendor, un ámbito en el que se conjuga la belleza de las obras y el expreso lugar que cada una de ellas ocupa, en donde el espacio se conforma como parte esencial de su belleza.
Entrada al museo
Texto conmemorativo en el hall del museo en el que Calouste Gulbenkian manifiesta el profundo amor que siente por sus obras, reunidas exclusivamente en función de su gusto personal
Su estructura aparentemente simple muestra todas las áreas sabiamente integradas entre sí en un edificio en torno a dos jardines interiores con numerosos vanos hacia el exterior que permiten un diálogo constante entre naturaleza y arte, en el entorno de un jardín proyectado por los arquitectos paisajistas Gonçalo Ribeiro Telles y António Viana Barreto, árboles, lagos y un anfiteatro al aire libre.
Anfiteatro al aire libre (1)
Lago artificial el parque Gulbenkian (2)
El ámbito de recepción del visitante es un amplio hall con una cómoda zona de descanso y abierto a uno de los dos jardines interiores, una constante durante todo el recorrido museístico.
Hall de recepción del museo, donde se expone el Apolo de Houdon, una de las esculturas que Gulbenkian tenía en el propio hall de su casa parisina
Hall de la residencia parisina de Gulbenkian con la escultura de Apolo que hoy ocupa un lugar destacado en el hall del museo al fondo
En la planta baja están una sala de exposiciones temporales, una biblioteca especializada, un pequeño auditorio, la tienda del museo y la cafetería.
Acceso a la planta baja del edificio
La exposición permanente ocupa una única planta y expone unas mil piezas, de las seis mil que posee, procedentes de todo el mundo desde la antigüedad hasta comienzos del siglo XX y organizadas en dos circuitos independientes.
(1) Arte egipcio. (2) Arte grecorromano. (3) Arte mesopotámico. (4) Arte del Islam. (5) Arte armenio. (6) Arte del Lejano Oriente. (7) Marfil y libros miniados. (8) Pintura y escultura de los siglos XV al XVII de Alemania, Holanda, Flandes e Italia. (9) Arte del renacimiento. (10) Artes decorativas francesas del siglo XVIII. (11) Pintura y escultura francesa del siglo XVIII. (12) Plata francesa de los siglos XVIII y XIX. (13) Pintura inglesa de los siglos XVIII y XIX. (14) Pintura italiana del siglo XVIII. (15) Pintura y escultura francesa del siglo XIX. (16) René Lalique
El primer circuito comienza con el arte egipcio (1), con piezas desde el Imperio Antiguo hasta la Época Ptolemaica.
Cabeza de Senusret III. Arte egipcio. Imperio Medio. XII Dinastía, ca. 1860 aC. Obsidiana. 12 cm.
Vitrinas de la sala de arte egipcio
Vitrina de arte egipcio con varias piezas, destacando un bajorrelieve con Estudio para retrato de un faraón, de época ptolemaica (305-200 aC.), de 24 x 18 cm.
Otra de las vitrinas de arte egipcio, entre las que destaca, a la derecha, el Torso del rey Pdubast, del Tercer Periodo Intermedio, Dinastía XXIII, 818-793 aC., un exquisito bronce con incrustaciones de oro, que apenas mide 26 cm.
Relieve egipcio
A continuación se expone el arte greco-romano (2), con una extraordinaria colección de monedas y medallas griegas además de cerámicas, esculturas, vidrio, joyas y piedras preciosas.
Vitrinas de arte greco-romano, con Vaso datado en el 440 aC. en primero plano
Vitrina con vidrios romanos
Los ámbitos dedicados a Mesopotamia (3), Islam (4) y Armenia (5) exponen obras proceden de Persia, Turquía, Siria, el Cáucaso, la India... e incluyen alfombras, tejidos, libros miniados, encuadernaciones, lámparas de mezquita o cerámicas.
Sala dedicada al arte armenio, con una de las espectaculares alfombras que se exponen en primer plano
Impresionante vitrina con objetos de cristal del arte islámico con lámpara de mezquita en primer plano, procedente de Egipto o de Siria y datada en el siglo XV
Otro punto de vista de la vitrina, en una sala completamente abierta al jardín
Vitrina central de cerámica del Extremo Oriente
Vitrina con pequeños objetos de coral, jade o cristal de roca
El segundo circuito se centra en el arte europeo con obras que abarcan desde el siglo IX hasta el XX. Comienza con trabajos en marfil y libros iluminados (7).
La sección de escultura europea incluye piezas de la Edad Media hasta el siglo XIX. La imagen delicada de la Virgen y el Niño, atribuido a Jean de Lieja, que trabajó para el rey francés Carlos V, data de la Edad Media.
Vitrina de marfiles europeos
Después se expone la pintura y la escultura de los siglos XV al XVII (8), fundamentalmente procedentes de Flandes, con pinturas de Bouts, Van der Weyden, Rubens, Van Dyck, Frans Hals o Rembrandt, e Italia, con cuadros de Cima de Coneggiano o Carpaccio.
Detalle de la obra anterior
Ámbito dedicado a Vittore Carpaccio, con tabla en el centro de la Sagrada Familia con donantes, fechada en 1505
Obras de Carpaccio a la izquierda, Retrato de Sara Andriesdr de Frans Hals y Retrato de Marco Antonio Savelli de Giovanni Battista Moroni
Uno de los salones de la residencia parisina en el que puede verse el Retrato de Marco Antonio Savelli de Moroni al fondo, al lado de la chimenea (3)
Ámbito dedicado a la pintura flamenca del siglo XVII, con Retrato de Elena Fourment de Rubens, fechada en 1630-32, a la derecha y el Retrato de un caballero de Van Dyck a la izquierda, obra de juventud que denota una fuerte influencia veneciana
A continuación está la enorme y espectacular sala dedicada al Renacimiento (9), presidida por tres impresionantes tapices según cartones de Giulio Romano.
Serie de tapices Juegos de niños, según cartones de Giulio Romano, fechados ha. 1540
Comedor de la residencia parisina, donde a la derecha puede observarse uno de los tapices anteriores (4)
Todos los ámbitos del museo denotan la importancia dada al espacio como portador de significado, con las obras colocadas en perfecto equilibrio, estableciendo diálogos entre ellas pero también dejando que cada una se signifique individualmente con toda su potencia.
Las obras atribuidas a Antonio Rosselino y Andrea della Robbia destacan entre la colección de Renacimiento.
Fragmento del relieve Virgen con el Niño de Rossellino
Habitación de Calouste Gulbenkian en su residencia parisina, con la obra de Rosellino en la cabecera de su cama (4)
Grupo escultórico de San Martín partiendo la capa con un pobre, de autor desconocido francés, fechada en 1531 y Rodela con una Alegoría de la Fe, atribuida a Andrea de la Robbia y fechada entre 1465-70
Calouste Gulbenkian era un gran amante de las artes decorativas, tal y como evidencia la sala dedicada a estas piezas francesas del siglo XVIII (10), con obras de los Gobelinos, de Beauvais, tapices de Aubusson, muebles de época Regencia, de Luis XV, de Luis XVI, realizados por Cressent, Jacob o Carlin.
Ámbito dedicado a las artes decorativas francesas del siglo XVIII, con un precioso canapé de Blanchard a la derecha
El mismo canapé bajo el tapiz de Beauvais La Pipée aux Oiseaux, en la residencia parisina
Otro punto de vista de la misma sala, una de las más grandes del museo
Vitrina de porcelanas francesas
A continuación se expone la pintura y la escultura francesa del siglo XVIII (11). La escultura incluye obras de Jean-Baptiste Lemoyne, Pigalle, Caffieri y Houdon. Una de las obras favoritas de Gulbenkian era la famosa Diana de Houdon, que había pertenecido a Catalina de Rusia y que Gulbenkian compró al Hermitage en 1930 y exhibía al inicio de la escalera principal de su casa parisina.
Escultura de niño de Jean-Baptiste Pigalle, del siglo XVIII
Primer plano con el cuadro La alfombra verde de Hubert Robert, fechado en 1775-77, con la sala de manufacturas francesas del XVIII al fondo
Eje significativo que potencia todavía más la espectacularidad de la escultura de la Diana cazadora de Jean-Antoine Houdon, fechada en 1780
Diana cazadora, en un ámbito abierto a uno de los jardines interiores del museo, como en conversación con la naturaleza que le es propia
La misma escultura en el hall de la residencia parisina de Gulbenkian en la década de 1920 (3)
La plata francesa de los siglos XVIII y XX (12) ocupa un espacio diferenciado y recogido que busca, en cierta medida, evocar la cámara del tesoro. En él se exhiben piezas de plata y oro de los mejores plateros franceses, como, Durán, Roettiers o Auguste.
Gran vitrina con piezas de plata francesas de servicio de mesa
Las salas siguientes, 13, 14 y 15, atesoran un grupo de “veduttas” del veneciano Francesco Guardi y la pintura inglesa y francesa de los siglos XVIII y XIX, con obras de Gainsborough, Romney, Lawrence, Fragonard, Corot, Turner, Renoir, Nattier, Boucher, Manet, Degas o Monet.
Quillebeuf, desembocadura del Sena, de Turner, fechado en 1833, también ocupando todo un panel, sin nada más que distraiga la vista de este impresionante cuadro
Dentro de la escultura francesa del siglo XIX destacan obras de Carpeaux, Barye, Dalou y Rodin.
Bendiciones de Auguste Rodin, fechado en 1900
Escultura de Flora de Jean-Baptiste Carpeaux, fechada en 1873
La mirada curiosa de la visitante del museo
Las obras ejes que atraen la mirada del visitante contribuyen aún más a la espectacularidad de las piezas, como en este caso de la escultura de Flora de Carpeaux
Escultura de Flora tal y como se exponía en el salón oval de la residencia parisina de Gulbenkian (4)
Otro aspecto de la escultura del siglo XIX francesa
Y esta exquisitez de museo termina con un ámbito diferenciado para una excepcional colección de joyas y objetos de cristal de René Lalique (16).
Vitrina del ámbito dedicado a Lalique con piezas de cristal
Vitrina con piezas de Lalique en la residencia parisina (3)
Broche mujer-libélula de esmalte y filigrana de oro
Colgante de rostro femenino de cristal, plata, oro y perla barroca
En 1983 se inauguró el Centro de Arte Moderna dentro del Parque Gulbenkian, que en 1993 pasó a denominarse Centro de Arte Moderna José de Azeredo en homenaje al abogado y primer presidente de la Fundación, pero para poder conocer este lugar no habrá más remedio que esperar otra entrada.
Otros MUSEOS en Viajar con el Arte:
Museo Cerralbo de Madrid
Museo de Santa Cruz de Toledo
Museo di Castelvecchio de Verona
Museu Nacional do Azulejo de Lisboa
Museu Nacional de Arte Antiga de Lisboa
Museo Diocesano de Arte Sacro de Vitoria
Notas:
Fuentes:
CASTEL-BRANCO PEREIRA, J. y VASALLO E SILVA, N. (coords.). Guia do Museu Calouste Gulbenkian, Fundaçao Calouste Gulbenkian, Lisboa, 2004.
Comentarios
Sira Gadea
Muchas gracias por tus artículos, tu blog es un auténtico placer
Muchas gracias por tu comentario, Nacho. Yo también pienso que el Gulbenkian es muy especial, y exquisita colección de don Calouste no podría haber encontrado mejor lugar para quedarse para siempre.