Santa María la Real de Aranda de Duero, en Burgos
Aranda de Duero, al sur de la provincia de Burgos, es una ciudad histórica de Castilla, fundada durante la repoblación, tras la conquista de esas tierras a Al-Andalus, con una estratégica posición que le permitió, desde sus inicios, un destacado papel político y económico, este último basado, en su agricultura y su vino, una producción que la convirtió en una ciudad única, con bodegas subterráneas excavadas en todo su casco antiguo en las que se preparaban y criaban los caldos que tanta fama le han dado.
Se cree que la actual iglesia parroquial de Santa María la Real empezaría a levantarse en el segundo cuarto del siglo XV por iniciativa de la diócesis de Osma, de la que Aranda dependió hasta 1956, en puja ganada contra la otra parroquia de la localidad, San Juan, y ante la necesidad de un templo mayor que el que existía en ese mismo emplazamiento, seguramente románico, en el que poder atender una creciente feligresía.
Fachada sur de la iglesia de Santa María la Real de Aranda de Duero
De la antigua construcción románica sólo se conserva la torre, con un aspecto defensivo que asoma en el último cuerpo, que aunque en la actualidad luce un chapitel, incorporado a mediados del siglo XVI, todavía muestra los soportes de unas antiguas almenas, por otro lado algo habitual en una zona de continuas revueltas y luchas nobiliarias por afianzar sus posesiones, con la iglesia muy próxima a las murallas de la ciudad y al puente del Duero, desde la que poder defender la plaza, una pugna que quedaría solucionada, en parte, cuando la corona de Castilla nombró a Aranda villa de realengo.
Torre de Santa María de Aranda (1)
En el convulso periodo de la historia castellana que comprende el reinado de Enrique IV, la nobleza estuvo dividida entre los partidarios de un poder regio efectivo y los que querían seguir teniendo en sus manos la capacidad de decisión en los asuntos que les interesaban, con dos bandos agrupados entre los que defendían la sucesión de su hija Juana y los que apostaban por la de su hermanastra Isabel alegando que la niña era fruto de las relaciones adúlteras de la reina, doña Juana de Portugal, con don Beltrán de la Cueva, de ahí que la pobre princesita pasara a la historia con el triste y vergonzante apodo de “la Beltraneja”.
En 1472 Aranda de Duero, codiciada por ambos bandos por su ubicación estratégica de encrucijada de caminos y que el rey, como villa de realengo, había entregado a su esposa para que la disfrutara de por vida, se reveló contra la reina y se acogió bajo la obediencia de Isabel y Fernando, príncipes de Aragón y reyes de Sicilia, que el 6 de octubre de 1473 tomaron solemne posesión de la misma, permaneciendo en ella hasta la celebración de la Navidad y partiendo hacia Segovia al día siguiente.
Precisamente durante estos meses, y buscando una solución a las continuas agitaciones del reino y una reforma eclesiástica que se venía pidiendo desde hace tiempo, en la ciudad se celebró el llamado Concilio Arandino, que tuvo como sede la iglesia de San Juan, de ahí que se deduzca que Santa María todavía no estaba acabada.
Y es que las obras de la iglesia habrían avanzado despacio. Sin embargo, y seguramente gracias al empuje de Isabel y Fernando tras su paso por la villa, en el famoso plano de la villa fechado en 1503 conservado en el Archivo de Simancas, la iglesia ya aparece acabada, sólo a falta de la fachada.
Plano en perspectiva de la Villa de Aranda, tinta negra y color encarnado, con rotulación, 60 x 53 cm. Remitido por Fernando de Gamarra, juez comisario, al Consejo Real, unido a una información sobre la apertura de la calle Barrionuevo en aquella villa. Abril, 1503. Archivo General de Simancas MPD. 10, 1 (2)
Ampliación de la zona, donde se ve con más detalle la iglesia
La monumental portada gótico-isabelina que preside su fachada sur, y que puede admirarse con más detenimiento en el artículo monográfico que se le dedica en este blog, se cree que quedaría concluida en 1516, conformándose como un claro ejemplo del esplendor económico de la población en una época en la que el cardenal Cisneros, convertido en regente del reino a la muerte de Fernando el Católico en 1516, y por inhabilitación de la reina doña Juana, se instala en San Pedro Regalado de Aguilera, cerca de Aranda, y en la propia localidad se van congregando muchos nobles y obispos, todos en espera de del archiduque Carlos desde Flandes, destinado a ocupar los tronos vacantes de Aragón y Castilla, que a su llegada incluso establece, por un mes, la corte en Aranda.
A partir de esa fecha la plaza de Santa María se convirtió en centro neurálgico de las actividades de la villa, desplazando para siempre a la zona de la parroquia de San Juan.
Detalle de las arquivoltas y el tímpano de la portada
En la actualidad el templo se encuentra inmerso en un largo y costoso proceso de restauración que ya ha logrado una destacada intervención en el exterior, pero que todavía no ha acometido el interior, que presenta planta de tres naves, más una cuarta adosada a la del Evangelio compuesta por tres capillas y que se añade como oficinas de la vicaría y del arciprestazgo, aunque después se convierten en dependencias para las cofradías, coro a los pies que abarca las tres naves y tres ábsides de planta poligonal que al exterior muestran robustos contrafuertes rematados con pináculos.
Planta de Santa María la Real de Aranda de Duero (3)
Aspecto exterior de la zona absidial, con la capilla del Crucifijo en el ábside del Evangelio, a la derecha. A continuación se observa el exterior de la sacristía
Nave central de Santa María, con el púlpito de nogal a la derecha, donde también se advierte parte del retablo mayor, hoy en la nave de la Epístola
Coro a los pies de la iglesia
La iglesia está cubierta con sencillas bóvedas de crucería sobre pilares fasciculados sin capitel y collarines con decoración vegetal.
Bóveda de la nave mayor, con los ventanales sobre las naves laterales
La iluminación proviene de ventanales apuntados abiertos hacia la nave central, rosetones a los pies y en los testeros del primer tramo de las naves laterales, que hace las veces de crucero, vanos en los ábisdes laterales y los dejados al descubierto en el central tras retirar el gran retablo romanista que ocupaba este ámbito hasta 1962, algunos de ellos con vidrieras fechadas en los primeros años del siglo XIX, muy bien conservadas y que recientemente han sido sometidas a un delicado proceso de limpieza, luciendo en todo su esplendor.
Rosetón con una Asunción de la Virgen
Rosetón con decoración vegetal
El ábside central se comunica con los laterales mediante vanos de arcos carpaneles, aunque el que abre al ábside de la Epístola está enmarcado por otro conopial decorado con las típicas bolas del gótico isabelino.
Ábside central, con los arcos de comunicación con los laterales a ambos lados
Arco carpanel enmarcado por otro conopial que comunica el ábside central con el de la Epístola
Al ábside del Evangelio, en su día se le añadió la capilla del Crucifijo, con una interesante cúpula.
Ábside del Evangelio, con la verja que lo separa de la capilla del Crucifijo y la puerta a la sacristía a la izquierda
Detalle de la capilla del Crucifijo, abierta en el ábside del Evangelio, con una interesante bóveda sobre trompas que cubre un ámbito irregular
Gracias a la idea del párroco de ubicar un espejo en el suelo de la capilla, puede observarse la cúpula en todo su esplendor
También desde este ábside del Evangelio se accede a la sacristía, con una interesante cajonería de nogal y una gran mesa realizada en una sola pieza.
Sacristía
Como ya se ha mencionado, hasta 1962 el retablo mayor ocupaba el presbiterio, pero tras Concilio Vaticano II, para dar cumplimiento a los nuevos usos litúrgicos, se decidió su trasladado al testero del primer tramo de la nave de la Epístola, también buscando recuperar el aspecto original del ábside y dar mayor luminosidad al templo al dejar al descubierto los ventanales que estaban tras él. Pero fue un traslado desafortunado que desvirtuó por completo una obra de devoción descontextualizándola, además de acarrear graves deterioros todavía pendientes de subsanar.
Aspecto del ábside con el retablo mayor en el lugar para el que fue realizado, también se ven parte de los retablos que en la actualidad están en el sotocoro, un emplazamiento e el que apenas pueden apreciarse (4)
De madera policromada y estilo renacentista tardío, con algunos toques barrocos, sustituyó a otro más antiguo destruido en un incendio en 1601 y fue realizado por los escultores Gabriel de Pinedo y Pedro Cicarte, y Clemente Sánchez y Bernabé de la Serna como encargados de la labor pictórica, entre 1609 y 1624.
El retablo mayor, mutilado, en su incomprensible ubicación actual
Se compone de tres cuerpos y tres calles sobre banco y la figura principal es la Virgen María, con escenas de su vida, aunque la sustitución de unas obras por otras hace imposible su lectura iconográfica. El Calvario que lo remataba y otras figuras que estaban ubicadas en el ático, están desmontadas porque no cabían en su emplazamiento actual; el Crucificado ocupa hoy en el presbiterio y la Virgen y San Juan y las otras figuras están distribuidas por las naves laterales.
En el banco se representan la Presentación de la Virgen en el templo, la Visitación, la Natividad, la Circuncisión, la Epifanía y la Huida a Egipto.
La calle central, alterada, cuenta en el primer cuerpo con un San Pedro en su Cátedra en el lugar en el que estaba el ostensorio, una talla procedente de uno de los cuatro retablos laterales fechados en la primera mitad del siglo XVIII y que en su día estuvieron en los pilares a ambos lados del presbiterio, trasladados al sotocoro también en 1962. En el segundo cuerpo aparece una Virgen con Niño que sustituyó a la Asunción que se encuentra en el lado izquierdo del presbiterio, colocada en ese lugar preeminente como patrona de la iglesia. En el cuerpo más alto, la pintura de la Dolorosa sustituye a una escena de Coronación de la Virgen, con las figuras de Dios Padre y Jesucristo hoy en la capilla bautismal, a los pies de la iglesia, bajo la torre románica.
Detalle del presbiterio, con el Crucificado del Calvario que remataba el retablo mayor y la Asunción que ocupaba el centro del segundo cuerpo
En las entrecalles aparecen los santos Pedro, Pablo, Santiago, Juan, Andrés y otro no identificado. En cuanto a las pinturas de las calles laterales, desarrollan los siguientes temas: la Inmaculada Concepción, el Nacimiento de la Virgen, la Anunciación, la Presentación en el Templo, Jesús entre los doctores y la Dormición de la Virgen.
En la iglesia se distribuyen otros retablos. Ya se han mencionado los cuatro que están en el sotocoro, dedicados a san Pedro, de san Miguel Arcángel, la Sagrada Familia y san Cristóbal, desplazados de la zona absidial en 1962.
En el testero de la cabecera de la cuarta nave se ubica un retablo barroco del siglo XVIII, sin policromar, procedente de la desaparecida iglesia dominica de Aranda, erigida por el obispo Acosta como su propia capilla funeraria. Aloja un Crucificado de mediados del siglo XVI de igual procedencia y del que se desconoce el autor, y dada su excepcional talla y que el obispo contrató a los principales maestros del momento, hay autores que lo ponen en relación con Becerra o incluso con Juan de Juni.
Retablo del Cristo de la Salud en el testero de la cuarta nave; a la izquierda, en el arcosolio de la pared, justo al lado del retablo, se encuentra otro Crucificado con las figuras de la Virgen y San Juan que pertenecen al Calvario que culminaba el retablo mayor
Como sede de la cofradía del Cristo de la Salud y Nuestra Señora de la Soledad, el Crucificado procesiona la tarde del Sábado Santo. Además, el último domingo de septiembre se celebra su fiesta, de gran raigambre en Aranda.
También destaca el púlpito renacentista, atribuido a Miguel de Espinosa y Juan de Cambray según los pagos que figuran en los libros de la parroquia.
Púlpito de Santa María la Real de Aranda de Duero
Es de nogal, con cuerpo y tornavoz poligonales con relieves separados por pilastras y columnas. En el cuerpo aparece la figura central de San Juan Bautista flanqueado por los Padres de la Iglesia y los Evangelistas emparejados.
Detalle del San Juan Bautista del cuerpo del púlpito
En la parte adosada a la pared que une esta parte con el tornavoz se distinguen un Ecce Homo y el escudo del obispo Acosta, comitente de la obra. En los aletones del tornavoz se representan a Adán y Eva y en el propio tornavoz aparecen santos y santas, todo ello rematado con una figura de la Inmaculada.
Ya se ha mencionado que en el cuerpo bajo de la torre románica, a los pies de la cuarta nave, se ubica la capilla bautismal, con destacada portada plateresca y bóveda de crucería, y que en la actualidad aloja las figuras de Cristo y Dios Padre de la escena de la Coronación de la Virgen que estaba en el retablo mayor.
Portada plateresca de la capilla bautismal, bajo la torre románica
Capilla bautismal bajo la torre románica, con las figuras de Cristo y Dios Padre de la Coronación de la Virgen del retablo mayor
La escalera de subida al coro fue construida en 1523 para sustituir a otra anterior de caracol en madera. Se atribuye a Sebastián de la Torre, a quien los libros de la iglesia se dice que le fue pagada, quizá ayudado por su hermano Juan, y que también se encargarían de realizar la galería alta situada en la fachada sur, a la izquierda de la monumental portada, que nos indica la existencia de un espacio ocupacional sobre la nave lateral que se demolió en un momento dado, quedando ahora como “colgada” en la fachada sin que se entienda muy bien qué función tenía.
Escalera de subida al coro
Detalle de la fachada sur de la iglesia, con una galería de corte renacentista a la izquierda que indica la existencia de un espacio ocupacional hoy demolido, y al que se accedería desde el coro
La escalera, realizada en estuco, está formada por tres tramos con cuatro paneles con decoración que comparte características góticas y renacentistas junto a claras influencias mudéjares. El primer tramo, el más mudéjar, muestra una decoración de trazos entrecruzados formando estrellas de ocho puntas en las que se insertan florones. El segundo se corresponde con un descansillo, por lo que está paralelo al suelo; muestra decoración de circunferencias entrelazadas sobre un fondo calado imitando formas vegetales, muy en relación con el gótico florido y muy similar a uno de los tramos de la escalera de la iglesia arandina de San Nicolás de Bari de Sinovas, realizada por el propio Sebastián de la Torre tres años antes; finalmente, el tercer tramo está dividido en dos paneles, uno con decoración de roleos con formas vegetales en el calado, típica del gótico florido, y otro con calado también vegetal.
Detalle del último tramo
Existía otra escalera similar en el lado de la Epístola que fue condenada en una reconstrucción de la iglesia en 1992, conservándose sólo un fragmento del tercer tramo.
Detalle del resto que se conserva de la escalera del lado de la Epístola
Y quiero terminar con un detalle sobre el que nos llamó la atención el propio párroco, don Andrés Vicario, justo cuando estábamos en el sotocoro, y es que los canecillos de la techumbre de madera, en vez de estar al exterior, aparecen hacia el interior, unas figuras monstruosas que parecen querer llamar la atención al fiel sobre los peligros de la tentación y que rodean un dulce rostro femenino, quizá la Virgen, como intercesora entre los hombres y Jesucristo.
Detalle de los canecillos en el sotocoro de Santa María la Real de Aranda de Duero, con el rostro femenino el segundo desde la izquierda
Una vez más tengo que agradecer la amabilidad del párroco de Santa María de Aranda, don Andrés Vicario, que con tanto entusiasmo nos explicó su iglesia y los denodados esfuerzos con los que acomete todas las dificultades que está entrañando su restauración. Y por supuesto, de nuevo, a Mª Antonia Sassot, que fue quien me descubrió esta joya, gestionó los permisos necesarios para poder verla y fotografiarla por dentro y me acompañó durante toda mi corta pero intensa estancia en Aranda de Duero.
Con fecha 12 de abril de 2014 añado este vídeo, pues con motivo de la celebración de las Edades del Hombre en Aranda de Duero, se ha tomado la decisión de restaurar y recolocar el retablo mayor a su emplazamiento original, con un resultado espectacular:
Con fecha 12 de abril de 2014 añado este vídeo, pues con motivo de la celebración de las Edades del Hombre en Aranda de Duero, se ha tomado la decisión de restaurar y recolocar el retablo mayor a su emplazamiento original, con un resultado espectacular:
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San Román de Toledo
Notas:
(2) http://sites.cardenalcisneros.es/ciudadarte/2012/06/25/aranda-de-duero-1503/
Fuentes:
ONTORIA OQUILLAS, P., “Trascendencia del concilio arandino de 1473”, El Día/La Prensa, 11 de septiembre de 2004.
VELASCO PÉREZ, S., Aranda: memorias de mi villa y de mi parroquia, Madrid, 1925.
Comentarios
http://www.youtube.com/watch?v=tXNlZi6LwJc
http://www.diariodeburgos.es/noticia/ZBD23BDD9-F866-8838-468ABB53BCCAED9B/20140409/concluye/restauracion/retablo/mayor/iglesia/santa/maria
https://viajarconelarte.blogspot.com/2013/04/burgos-ii-santa-maria-la-real-de-aranda.html