La Adoración de los Reyes del Colegio de Nuestra Señora de la Antigua de Monforte de Lemos

El Colegio de Nuestra Señora de la Antigua, al que ya le he dedicado un artículo que podéis consultar en este enlace, que también se conoce como Colegio de la Compañía, por sus regidores originales, o Colegio del Cardenal, por su patrocinador, mandado construir por el cardenal don Rodrigo de Castro Osorio, un relevante personaje del siglo XVI, poseía un tríptico con una tabla central con una Adoración de los Reyes que durante la invasión francesa perdió las dos tablas móviles laterales, que se cree que, según copias antiguas de la obra, contendrían una Natividad y una Circuncisión.

Aunque no se sabe cómo llegó al colegio y tradicionalmente se consideraba una donación del cardenal, el fundador no lo menciona ni en la dotación del colegio ni en su testamento, algo que choca con su meticulosa mentalidad, que incluso hace constar en este último documento los utensilios culinarios que posee y establece muy detalladamente toda la repartición de sus bienes sin olvidarse ni de uno de sus criados.

Adoración de los Reyes de Hugo van der Goes. Gemäldegalerie de Berlín

En cuanto a su autor, durante un tiempo se dijo que era de Rubens (¡qué dislate!) y también se atribuyó a Felipe van Orley o a Memling, hasta que a comienzos del siglo XIX el especialista en pintura flamenca Walter Armstrong, director del Museo de Dublín, dictaminó, no sin disputas, que era de Hugo van der Goes pintada ha. 1470, cuando su estilo ya estaba plenamente consolidado.

Pero lo que hay en Monforte en la actualidad es una copia de la original, vendida una vez atribuido al famoso pintor flamenco, con la consiguiente revalorización de la misma.

Retablo con la copia del cuadro en una de las capillas laterales de la iglesia del colegio

La idea de vender la obra partió del propio colegio y del ayuntamiento de Monforte como única solución para poder invertir el dinero en restaurar el edificio, que en ese momento estaba en pésimas condiciones, incluso en peligro de ruina total, y poder continuar impartiendo enseñanza en él. El Imperio Alemán pronto se interesó por él y ofreció 1.180.000 francos alemanes.

Pero dicha venta llegó a oídos del gobierno español, que se opuso a ella y así se lo notificó al gobernador de Lugo que, a su vez, envió al alcalde de Monforte un telegrama en el que se leía:

“Según participa el Ministerio de Instrucción Pública existe en el Colegio Compañía, hoy a cargo de las Escuelas pías de ésa, un Cuadro llamado de los Reyes, de gran valor artístico que Ayuntamiento trata de enajenar extranjero.
Como quiera que fundador al donar cuadro citado prohibió su venta, sírvase Ud. decirme qué hay de este asunto y adopte disposiciones precisas para evitar sea burlada la voluntad del fundador, impidiendo que el cuadro salga del Colegio interim la Superioridad resuelva lo procedente. Deme cuenta medidas adoptadas y acúseme recibo de este telegrama”.

Ante la urgencia por reparar el edificio, el 15 de abril de 1909 el rector del colegio dirigió una instancia al patrono, don Jacobo Fritz James Stuart Falcó, XVII duque de Alba, exponiéndole la situación límite en la que se encontraban con las siguientes palabras:

“Que el Colegio ya por haber quedado a medio construir, ya por el transcurso de los tiempos y no contando con recursos adecuados para su conservación, se halla en estado que demanda urgente remedio; pues, no se trata ya de que las enseñanzas del Colegio pudieran darse con la mayor extensión que desearían V.E. y PP. Escolapios, en consonancia con las necesidades de la época y en las condiciones de higiene que aconseja la pedagogía moderna, sino de evitar que, diferidas por más tiempo las obras de reparación, acabe por arruinarse totalmente el edificio. Además, las dimensiones hacen imposible que se atienda su conservación con las rentas habidas.
Posee el Colegio una obra de valor, que vendida sufraga los gastos de reparación”.

El duque respondió dando permiso para la enajenación de la obra y, a pesar de la prohibición gubernamental, se iniciaron los trámites, pues incluso ya existía una oferta de un agente oficial del Imperio Alemán. Al tiempo, el propio duque se puso en contacto con don Álvaro de Figueroa y Torres, conde de Romanones, nuevo Ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes, ofreciéndole el cuadro por la mitad de lo que ofrecían los compradores alemanes, pero como el ministro le respondió que no había presupuesto para ese desembolso, el rector del colegio siguió adelante con la venta a pesar del gran revuelo que la misma generó en la opinión pública y en la prensa, una polémica en la que participaron escritores como Azorín, Emilia Pardo Bazán, Menéndez Pidal… artistas como Sorolla, Zuloaga, Benlliure, Beruete… o políticos como Canalejas o el propio Romanones. Incluso se inició una campaña de suscripción popular para conseguir dinero para poder comprar el cuadro y donarlo a un museo español.

Joaquín Sorolla, en ese momento presidente de la Asociación de Pintores, publicó una carta en El País el 27 de marzo de 1913 en la que se leía:

"como buenos patriotas no debemos permanecer impasibles ante la desaparición de nuestras joyas artísticas, las cuales deben ir a enriquecer nuestros Museos, y nunca hemos de consentir que por un puñado de pesetas se nos arrebaten obras que son gloria del arte nacional".

A su vez, Azorín escribió un artículo en La Vanguardia publicado el 1 de abril de 1913 donde decía:

"En la prensa se ha producido un estruendoso clamor a propósito de la venta de este cuadro; se han escrito multitud de artículos; se han pergeñado brillantes crónicas; se han hecho pintorescas informaciones; han surgido personalidades que han ofrecido cantidades diversas, se ha abierto una suscripción; propúsose la celebración -¡cómo no!- de una corrida de toros; en suma, las proposiciones, protestas, gritos de indignación, trazas y arbitrios mil han resonado, en pintoresca greguería, a través de toda España?".

Pero la campaña fue un auténtico fracaso y aunque el gobierno español suspendió la venta hasta que el Tribunal de lo contencioso fallase sobre quién era el legítimo propietario del cuadro y si los estatutos del colegio lo permitían, finalmente, en febrero de 1913, siendo Ministro de Instrucción Pública López Muñoz, debido a las presiones del embajador alemán y en medio de un conflicto diplomático, terminó levantándose la suspensión de salida del cuadro después de un largo examen de las Leyes de la Fundación porque

“no se encuentra en las cláusulas fundacionales prohibición expresa a los Patrones para enajenaciones como  las del cuadro en cuestión, sino antes bien, amplitud de funciones e iniciativas, con mayor razón cuando ellas tienden al beneficio y mejoramiento de la Institución misma, según acontece en el presente caso”.

En el informe también se dice que

“es de lamentar desde el punto de vista de la riqueza artística nacional, que pueda salir de nuestra Patria una joya tan apreciada como el cuadro del insigne maestro flamenco, es lo cierto que aún no existe en España, como en otros países, particularmente en Italia, una Ley que impida eficazmente la exportación de obras de arte en consonancia con los anhelos de la opinión pública, con justicia alarmada ante la frecuencia con la que los particulares y entidades se vienen desposeyendo de obras que constituyen verdaderos tesoros, de cuyo mal se ha dado cuenta el Gobierno de su Majestad al incluir entre sus propósitos preferentes una disposición que haga punto en este triste éxodo, dañoso para la cultura y ocasionando el abatimiento del espíritu nacional”.

También se considera que el cuadro debería ser adquirido por el gobierno español, pero éste alegó que no había presupuesto para ello.

La escritura de venta fue formalizada en octubre de 1913 y en las cláusulas se especificó que el precio debía ser el estipulado de 1.180.000 francos alemanes, que al cambio resultaron 1.261.125 pesetas, que debía ir por cuenta de Alemania el embalaje, la extracción y el transporte, que el producto íntegro de la venta tenía que invertirse en láminas intransferibles a nombre del colegio que debían depositarse en el Banco de España sin que pudiera disponerse nunca de ellas sin mutuo consentimiento del patrono y de los beneficiarios del colegio, que las rentas se destinaran a la urgente reconstrucción del edificio y que una ver reparado éste, las rentas tendrían que destinarse a la creación de nuevas cátedras de primera y segunda enseñanza. También se pactó que Alemania enviara al colegio una copia fiel del cuadro, pero con el estallido de la Primera Guerra Mundial esta cláusula no se hizo efectiva hasta 1920. El cuadro pasó a formar parte de la colección del Kaiser Friedrich Museum de Berlín, hoy Gemäldegalerie de los Museos Nacionales de Berlín.

El cuadro, datado ha. 1470-80, mide 147 x 242 cm., está pintado al óleo sobre tabla de roble y conserva en el marco original y las bisagras de las alas laterales perdidas, pero está cortado en su parte superior.

La escena se desarrolla dentro de un edificio en ruinas. A la izquierda se sitúan María con el Niño en el regazo y san José a su derecha. En el centro está el rey mago más anciano arrodillado ante Jesús con las manos en oración y la corona en el suelo como gestos de sumisión, y ha depositado un recipiente de oro con monedas también de oro sobre una piedra.

Corona y presente del rey más anciano

El de mediana edad aparece detrás haciendo una genuflexión mientras sujeta, ayudado por un sirviente arrodillado, otro rico recipiente. A continuación está el mago más joven, que es negro y todavía está de pie, sujetando también el presente que trae al Niño. Los tres van suntuosamente vestidos y acompañados de sus sirvientes.

Rey de mediana edad y rey joven

Por un vano al fondo de la estancia se asoman varios pastores y algunos autores consideran que el barbudo con sombrero de piel con plumas que está a la izquierda podría ser un autorretrato del artista. Están sobre un fondo de paisaje en el que puede verse a dos pastores señalando algo a una anciana con un niño que se han interpretado como santa Isabel y san Juanito camino de ir a visitar al recién nacido.

Posible autorretrato del autor a la izquierda y escena al fondo identificada por algunos autores como santa Isabel y san Juanito camino de ir a visitar al recién nacido

En la parte superior del cuadro, la cortada, se cree que se representaría un coro de ángeles sobrevolando la escena central, de ahí los tejidos rosa y amarillo que asoman y que pertenecerían a sus vestiduras. El esquema sería similar al del cuadro del mismo tema de Jan Gossaert.

Todas las miradas de los personajes convergen en Jesús, y éste mira hacia el espectador. El artista denota un extraordinario dominio de la técnica, con dominio del espacio y gran calidad en el tratamiento de los distintos materiales, como brocados, pieles, terciopelo, cabellos y barbas, metales preciosos, perlas… además de la expresividad de los rostros y las manos.

El suelo está pintado en perspectiva para dar profundidad y abundan los detalles simbólicos repartidos por el cuadro, como los lirios a la izquierda, una ardilla en una de las vigas superiores o una pequeña naturaleza muerta con un cuenco, una olla, una cuchara de madera y un pedazo de pan en un nicho en la pared.

A la izquierda la escena se abre a un paisaje en el que pueden verse unos edificios y un lago en el que descansan los palafreneros con los caballos de los reyes magos, todos pintados en tonos más claros y brillantes, en perspectiva aérea.

San José arrodillado, lirios como símbolo de la virginidad de María y paisaje con palafreneros y los caballos de los reyes 

Fuentes:

DÍAZ FERREIROS, J., “La Adoración de los Reyes de Hugo van der Goes. De Monforte a Berlín”, Boletín do Museo Provincial de Lugo, nº 6, 1993-1994, pp. 83-98.

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