El Museo de Zamora
La ciudad de Zamora ofrece muchas más bellezas que sus
construcciones románicas, por muy destacadas que sean, o su famosa Semana
Santa, y uno de los ejemplos más significativos es el injustamente desconocido
Museo de Zamora, una joyita escondida bajo las murallas con titularidad del
Ministerio de Educación, Cultura y Deporte pero con la gestión transferida a la
Junta de Castilla y León.
Sala III del Museo de Zamora, dedicada a la romanización, protagonizada por dos mosaicos de la villa tardorromana de Requejo |
Su origen se remonta al denominado “Museo Arqueológico y Artístico de la provincia de Zamora”, que surgió, como la mayoría de los museos provinciales españoles, a partir de las desamortizaciones eclesiásticas del siglo XIX y la recogida de obras de arte de los edificios abandonados por parte de las Comisiones de Monumentos Históricos, inaugurado simbólicamente por Alfonso XII en 1877, pero que hasta 1911 no pudo ser abierto al público, con el nombre de “Museo Provincial de Bellas Arte de Zamora” porque no contó con edificio para exposición hasta que se le entregó la iglesia del antiguo convento de las Marianas, donde estuvo, en precarias condiciones, hasta que en 1975 se decidió derribar el monasterio para construir el edificio de la Delegación de Hacienda y la plaza de Castilla y León.
Sala II, dedicada al mundo celtíbero |
Así, las colecciones tuvieron que ser almacenadas en el
antiguo Hospital de la Encarnación en espera de encontrar una nueva sede, y
aunque en 1980 ya se designó el Palacio del Cordón como nuevo emplazamiento, en
una plaza extramuros, bajo el recinto amurallado medieval, muy próximo al río
Duero, el proceso de construcción del nuevo museo, plagado de vicisitudes, se
prolongó más de quince años.
El proyecto de adecuación a las nuevas funciones corrió a
cargo de los arquitectos Luis Moreno Mansilla (DEP) y Emilio Tuñón, su primera
obra conjunta, e incluyó también un programa museístico coordinado por el
Ministerio de Cultura y la incorporación como espacio museable de la vecina
iglesia desacralizada de santa Lucía, siendo inaugurado en 1998 ya con el
nombre de “Museo de Zamora”.
El museo, con la iglesia en primer plano, a continuación la crujía conservada del palacio y detrás el edificio de nueva construcción, vistos desde la muralla de Zamora (1) |
El Palacio del Cordón, un interesante edificio de la
arquitectura civil zamorana de comienzos del siglo XVI, apenas conservaba algo
más que la fachada, coronada por una cornisa de veneras rematada por diez
gárgolas y una portada enmarcada por un cordón franciscano a modo de alfiz,
origen del nombre, con los escudos de los antiguos propietarios, los condes de
Puñonrostro y marqueses de Maenza, en la parte superior.
Portada del palacio del Cordón |
Los arquitectos tuvieron que partir con “pie forzado”, teniendo
que acoplar un edificio de nueva construcción a un solar limitado y pequeño
detrás del palacio, manteniendo y mejorando los espacios preexistentes y
comunicándolos todos entre sí, consiguiendo un conjunto imbricado en un museo a
la medida del hombre, que acoge, que se deja pasear y disfrutar.
Aunque el museo cuenta con dos accesos, uno desde la plaza
que forman el palacio y la iglesia y otro desde la cuesta de san Cipriano, se
buscó potenciar este último, incluso sacrificando la portada del palacio como
entrada, para ponerlo más en contacto con la ciudad, de cara a ella mediante
una rampa que también se conforma como acceso para minusválidos, y deja a la
izquierda el muro románico de la iglesia de santa Lucía.
Plaza de santa Lucía, con el palacio del Cordón a la izquierda y la iglesia a la derecha y el acceso al museo entremedias de ambos edificios |
Entrada al museo desde la plaza (2) |
Entrada al museo desde la cuesta de san Cipriano (2) |
Rampa de entrada desde la cuesta de san Cipriano, con el muro románico de la iglesia de santa Lucía a la izquierda |
Acceso al museo desde la cuesta de san Cipriano |
Las murallas desde la entrada del museo |
En la única crujía del palacio que todavía se mantenía en
pie se instalaron la sala de exposiciones temporales, un salón de actos, una
biblioteca y la zona de dirección. La iglesia, que solo conservaba de su
primitiva obra románica el muro norte, con una profunda reforma en el siglo
XVII, se acondicionó como almacén visitable.
El edificio de nueva planta, en el que quedaron integrados
unos restos de la arquería del patio y parte de la escalera, lo único que se
conservaba del palacio, es un cubo construido en hormigón con las fachadas, con
escasos vanos, de piedra arenisca de Villamayor en un despiece de pequeño
tamaño que evoca el adobe tradicional de la zona.
Arquería del Palacio del Cordón integrada en el edificio de nueva construcción |
Tiene anejo otro cubo más pequeño que alberga el taller de
restauración, separado del cuerpo principal mediante un patio interior.
Dado que su función principal es alojar las salas de
exposición permanente, adquiere especial importancia la iluminación, que
combina la luz artificial con la natural a través de una cubierta con lucernarios
en dientes de sierra para una iluminación cenital de las salas.
Vista aérea del museo, al lado del Duero. La dirección de los lucernarios define los distintos espacios mediante las posiciones, alturas y orientaciones (3) |
Lucernarios desde el interior de la sala V |
Los muros interiores dejan el hormigón visto, simplemente pintado
de blanco, y presentan perforaciones entre las salas a modo de hornacinas con
doble función, pues sirven para exponer obras significativas y para dejar ver los
espacios contiguos enfatizando algunas piezas.
Sala III desde la planta superior, donde se aprecian el muro de hormigón pintado de blanco, los vanos que comunican los espacios y la cubierta de lucernarios |
Hornacinas en los muros (2) |
Hornacina en la rampa de comunicación con las salas superiores convertida en marco privilegiado del mosaico de la sala principal de la villa tardorromana de Requejo en Santa Cristina de la Polvorosa |
Las obras expuestas se distribuyen en tres niveles. En la
planta baja, la de acceso al museo, y donde se encuentra el ámbito de
recepción, se distribuye la colección de Arqueología, la más importante del
museo, que narra la historia de la provincia desde el Paleolítico hasta la Edad
Moderna.
Ámbito de recepción desde las arcadas del patio del Palacio del Cordón conservadas, con el boceto de la estatua de Viriato de Eduardo Barrón que está en la plaza dedicada al personaje en la ciudad |
La sala I está
dedicada a la prehistoria, con utensilios paleolíticos de piedra tallada,
reproducciones de dólmenes y túmulos o tres recipientes cerámicos de un ajuar
funerario de finales de la Edad del Bronce localizado en Villabuena del Puente,
ejemplos significativos de cerámica campaniforme. Las piezas van a menudo
acompañadas de paneles explicativos y mapas en los que se localizan los
yacimientos donde fueron encontrados.
Sala I |
Utensilios paleolíticos de piedra tallada |
Piezas cerámicas de Villabuena del Puente pertenecientes a un ajuar funerario campaniforme |
La sala II se
centra en la protohistoria, desde la Edad de Hierro hasta la romanización, y
cuenta con piezas como el vaso pintado de La Aldehuela o los dos tesoros
celtibéricos de Arrabalde, encontrados en la década de 1980 en una tosca vasija
pero compuestos por excepcionales piezas de oro, plata y alguna de bronce, para
las que los que Tuñón y Mansilla diseñaron un original mueble expositor-caja
fuerte.
Vitrina con piezas celtibéricas en la sala II del museo |
Sala II en primer plano, con la sala III al fondo |
Mueble expositor-caja fuerte diseñado por Tuñón y Mansilla para los tesoros celtibéricos de Arrabalde |
Maqueta del mueble (3) |
Fíbulas prerromanas del primer tesoro de Arrabalde |
En la sala III, la
más grande y espectacular del museo, con doble altura y en torno a la que giran
el resto, está el mundo romano, protagonizado por dos de los trece mosaicos
localizados en la villa romana de Requejo, en Santa Cristina de la Polvorosa.
Mosaico tardorromano de la villa de Requejo en la sala III |
La sala III desde la primera planta |
Las vitrinas alojan piezas localizadas en las excavaciones
de los campamentos romanos de Rosinos de Vidriales o las cerámicas de Melgar de
Tera.
Vitrina de la sala III con piezas romanas |
Monedas romanas, expuestas con un sistema de espejos que deja ver también el envés |
Elemento de suspensión de un carro con figura de caballito encontrado en el yacimiento de Villafáfila |
Además, desde 2011 esta inmensa sala también aloja el grupo escultórico de Nerón y Séneca de Eduardo Barrón, una
obra a tamaño natural en escayola parcialmente policromada, premiada en la
Exposición Nacional de Bellas Artes de 1904 y en cesión permanente del Museo
Nacional del Prado. Representa al maestro y al discípulo, inspirado por la
diosa Minerva, en el momento de una lección. En su momento no llegó a
ejecutarse en bronce pero hace pocos años la ciudad de Córdoba, donde la obra
estuvo depositada, encargó el vaciado que hoy se encuentra en la glorieta del
Pretorio.
Nerón y Séneca de Eduardo Barrón |
Reproducción en bronce en Córdoba (4) |
A continuación se asciende por una rampa de madera, un
ámbito de tránsito, pero que se conforma, con gran acierto, como sala IV dedicada a la epigrafía romana,
pues consigue que las piezas expuestas, varias estelas funerarias, la mayoría
procedentes de Villalcampo, en vez de pasar desapercibidas, como suele suceder
en estas zonas de los museos, queden enfatizadas, alojadas en hornacinas
iluminadas.
Sala IV, ubicada en la rampa de comunicación entre plantas |
La sala V está en el
nivel intermedio y aloja piezas arqueológicas de época medieval y moderna, con
testimonios arquitectónicos altomedievales, como los capiteles de Camarzana de
Tera, placas visigodas de mármol de Pozoantiguo, una celosía de Cañizar, el tesoro
visigodo de Villafáfila, un sarcófago de Villalazán, ajuares funerarios
procedentes de enterramientos monásticos o el conjunto de loza de los siglos
XVIII y XIX del Monasterio de Moreruela, del que
también se expone una maqueta.
Sala V, con la maqueta de la iglesia de Santa María de Moreruela en primer plano |
Placas visigodas de Pozoantiguo |
El segundo tramo de la rampa se conforma como sala VI, con talla de madera y
escultura en piedra de entre los siglos XIV y XVIII, en la que destaca una
pequeña pieza de mármol de comienzos del siglo XVI que representa a San Lucas procedente del Hospital de la
Encarnación y que se pone en relación con la escultura funeraria del gótico
final de los sepulcros del Doctor Grado en la Catedral de Zamora o el de Juan II
en la Cartuja de Miraflores de Burgos.
Sala VI |
Sala VI, con Santa Catalina de Alejandría, talla de Juan Ramos de 1574 procedente del Hospital de Sotelo, y un santo no identificado anónimo datado en el siglo XVIII |
La planta superior acoge obra religiosa procedente de los
monasterios suprimidos en el siglo XIX junto a otras piezas que han llegado al
museo por donaciones y depósitos de instituciones y donaciones particulares de
artistas o familiares vinculados a la ciudad, obras de procedencia y autoría
variada.
La sala VII
expone pintura de los siglos XV al XVIII, destacando una Crucifixión gótica, una tabla
hispano-flamenca con un Descendimiento
procedente del monasterio de San Jerónimo de Zamora que estuvo en el Museo
Nacional de El Prado hasta hace poco, una Sagrada
Familia con San Juanito procedente de Tábara, fechada a mediados del siglo
XVI y recientemente atribuida a Michele Tosini, o algunos lienzos barrocos
también procedentes de San Jerónimo, como Jardín
rococó, en depósito del Prado, atribuida a Francesco Battaglioli y que se
cree que sería una escenografía para la ópera Armida placata.
Otro aspecto de la sala VII |
Jardín rococó, escenografía para la ópera Armida placata atribuida a Francesco Battaglioli |
La escultura y la pintura de los siglos XIX y XX se
encuentran en la sala VIII, con una
importante muestra de bocetos del escultor zamorano Eduardo Barrón o del
valenciano Mariano Benlliure, que trabajó un tiempo en Zamora, pinturas como el
retrato de La marquesa de Perinat de
Raimundo de Madrazo o paisajes y escenas costumbristas.
Aspecto general de la sala X |
Sala X, con el retrato de La marquesa de Perinat de Raimundo de Madrazo a la izquierda y el boceto de Tentación de Barrón al fondo |
Boceto de Barrón para el grupo escultórico Nerón y Séneca |
Boceto para El Descendido, paso de Semana Santa realizado por Mariano Benlliure |
Paso de El Descendido de Mariano Benlliure en el Museo de la Semana Santa de Zamora |
El recorrido termina, bajando de nuevo a la planta calle por
una larga escalera, en la sala IX, dedicada
la evolución histórica de la ciudad de Zamora a través de objetos arqueológicos
localizados en excavaciones urbanas, elementos arquitectónicos de edificios
desaparecidos, escudos heráldicos o las veletas en hierro forjado de “El
Peromato”, un caballero con armadura fechado en 1642 y procedente de la torre
de la iglesia de San Juan Bautista en la Plaza Mayor de Zamora, donde estuvo
hasta fines del siglo XIX, y “La Gobierna”, una figura de la Fama con trompeta
y las llaves de la ciudad fechada en 1708 y procedente de la torre que defendía
la entrada sur del Puente de Piedra, demolida a comienzos del siglo XX.
Escalera de bajada (2) |
Aspecto general de la sala IX, con “El Peromato” en primer plano y “La Gobierna” al fondo |
Vista de la ciudad de Zamora de Joseph Augier, dibujo a pluma de 1756 |
En el almacén de la
iglesia de Santa Lucía, con las visitas muy restringidas, se conservan
piezas de gran formato, como estelas romanas o restos arquitectónicos.
Aspecto de la iglesia de Santa Lucía habilitada como almacén visitable (5) |
Museo Provincial de Palencia
La antigua colegiata y el Museo Diocesano Catedralicio de
Valladolid
Museo Cerralbo de Madrid
Museo de Santa Cruz de Toledo
Museo di Castelvecchio de Verona
Museu Calouste Gulbenkian de Lisboa
Museu Nacional do Azulejo de Lisboa
Museu Nacional de Arte Antiga de Lisboa
Museo Diocesano de Arte Sacro de Vitoria
Referencias:
(5) http://www.museoscastillayleon.jcyl.es/web/jcyl/MuseoZamora/es/Plantilla66y33/1258120723892/_/_/_
Fuentes:
GARCÍA ROZAS, R., Guía.
Museo de Zamora, Valladolid, Junta de Castilla y León, 2006.
Comentarios
Lo pongo separado porque el traductor del iPad me hace cosas raras..
En efecto el edificio moderno es admirable tanto en su función como en su integración con el entorno.
Ana.
Primero de todo felicitarte por tu blog, ya que además de entretenido resulta muy útil para conocer espacios en los que no se ha estado. Y sobre el Museo de Zamora, me gustó mucho la estructura y el desarollo de la exposición, como se te va dirigiendo y demás, pero como medievalista me pareció que la Edad Media queda muy reducida en la misma, cuando Zamora cuenta con ese espléndido románico.
¡Un abrazo y feliz fin de semana!