El monasterio jerónimo de Santa María de la Concepción en Granada
Según cuenta el padre Sigüenza, historiador de la Orden
Jerónima, los Reyes Católicos, nada más conquistar Granada, decidieron la
fundación de tres monasterios que serían entregados a las órdenes franciscana,
dominica y jerónima. Y es que la conquista del último bastión nazarí implicó
grandes cambios, tanto en el terreno urbanístico como en la
creación de una nueva tipología arquitectónica necesaria para una nueva
población con una forma de vida diferente, compuesta de iglesias, monasterios,
hospitales, palacios, casas señoriales… que buscaban convertir la ciudad en
nuevo símbolo de la cristiandad.
La iglesia de san Jerónimo desde la crujía oeste del claustro procesional |
En el mismo año de 1492, incluso antes de la conquista definitiva, ya se instaló una comunidad jerónima, bajo la advocación de Santa Catalina la Real, en Santa Fe, el campamento que los Reyes Católicos habían ubicado a las afueras de Granada para acometer la ofensiva final, aunque la mala situación del lugar, una zona pantanosa plagada de insectos, hizo que los propios reyes, una vez conseguida la rendición, decidieran su traslado extramuros de Granada, junto a la muralla, a la finca de la Almoraba, que había pertenecido a la familia real nazarí, en lo que hoy ocupan el Hospital y la Basílica de San Juan de Dios, poniéndose ya bajo la advocación de Santa María de la Concepción y dotándole de tierras y rentas.
En 1504 se registra, o un nuevo traslado a lo que se pensó
que era mejor emplazamiento, un lugar contiguo conocido como Dar Abenmordi, con
casa y huertas, o una simple anexión de estos terrenos, ubicados en una zona de
expansión tras la conquista y que pronto se convirtió en un barrio
aristocrático conocido como “barrio de la Duquesa” en alusión a doña María
Manrique de Lara, viuda de don Gonzalo Fernández de Córdoba, I duque de Sessa y
Terranova entre otros muchos títulos nobiliarios concedidos por los Reyes
Católicos, apodado “el Gran Capitán” por sus hazañas bélicas, y que habitaba en
el palacio que el matrimonio había construido en la zona, adquiriendo después
también el patronato del altar mayor de la iglesia del nuevo monasterio jerónimo como panteón familiar siguiendo los deseos testamentarios de su marido
y tras el fallido intento de ambos de ubicarlo en la Cartuja de Nuestra Señora de la Asunción.
“Y mando que si Dios nuestro Señor fuere servido de disponer
de mi en esta enfermedad mi cuerpo sea depositado en el monasterio de señor San
Jeronimo extra muros de esta cibdad de Granada, et que de alli sea puesto et
enterrado donde la duquesa mi muger quisiere et hordenare” (1)
Situación del monasterio en el plano de la ciudad de Francisco Dalmau de 1796 (2) |
El conjunto comenzó a construirse entre los últimos años del siglo XV y los primeros del XVI y al principio las obras transcurrieron con gran diligencia. La iglesia empezaría a levantarse en 1513, sin que se sepa
quién realizaría las trazas, aunque hay autores que apuntan a Enrique Egas,
tracista de la Capilla Real, que tiene una estructura muy similar aunque es más
pequeña, como primer maestro de obras en el monasterio, y en 1523 ya estaban
cerradas las capillas laterales, en 1519 ya estaba terminado el claustro grande
y en 1521 los monjes ya pudieron empezar a habitar el monasterio.
A comienzos de la década de 1520 hay un cambio de dirección en las obras, cuando la duquesa de Sessa solicita a Carlos V la concesión del patronato de la capilla mayor como panteón familiar bajo el compromiso de terminar su edificación.
Doña María, mujer de esmerada educación, vasta cultura
humanista y gustos muy italianos después de su estancia en Italia cuando su
marido fue virrey de Nápoles, donde es muy probable que mantuviera una pequeña
corte personal al estilo de la época, frecuentada por artistas, pensadores y
literatos, también se comprometió al amueblamiento de la cabecera mediante la
incorporación de un retablo mayor y una reja además de sus respectivos túmulos
funerarios de mármol, en un esquema que parece seguir el de la Capilla Real de los
Reyes Católicos.
Para su ambicioso proyecto la duquesa contrata a Jacopo Lazzaro di Pietro Torni,
conocido en España como “Jacopo
Florentino”, arquitecto, escultor y pintor italiano que había llegado a
Granada poco antes para trabajar en la Capilla Real dirigiendo y facilitando
modelos para la decoración de la misma y como tracista de la sacristía de la
Catedral, de las cajonerías y del espacio de la antesacristía de unión con la
girola, con una interesante portada concebida como arco de triunfo. Algunos
autores consideran que por esas fechas ya habría empezado a trabajar,
contratado por la duquesa, y previo consentimiento del prior, en la iglesia de los Jerónimos, incluso antes de recibir la concesión oficial del emperador.
Este patronato implicó un giro rotundo de estilo y supuso
una fuerte financiación para las obras que se tradujo en un cambio de
materiales apreciable en toda la fábrica, en la que el sillarejo es sustituido
por sillares bien labrados.
Fachadas norte y oeste, donde también se aprecia claramente las fases constructivas por el cambo de materiales en la fábrica (3) |
Tras la muerte de Florentino en 1526, Diego de Siloé, uno de los más afamados arquitectos del momento en
la península, se hace cargo de la dirección, y aunque la duquesa de Sessa murió
en 1527, sus disposiciones testamentarias dejaron suficientes fondos para
continuar con las obras y a comienzos de la década de 1550 la iglesia ya estuvo
preparada para recoger los restos mortales del matrimonio, trasladados en 1552
en solemne procesión a la cripta ubicada a tal efecto bajo el crucero, procedentes
del convento de San Francisco, donde habían estado depositados provisionalmente
porque la capilla mayor era el panteón de los González de Córdoba.
En esos años de mediados del siglo XVI don Gonzalo Fernández
de Córdoba y Fernández de Córdoba, III duque de Sessa, nieto del Gran Capitán y
heredero del patronato, consiguió el permiso de Felipe II para ceder al monasterio el cortijo de Ansola, perteneciente
a su mayorazgo, para que con sus rentas los monjes estuvieran obligados a
rematar las obras y costear el retablo, la reja, la solería de la capilla y
unos sepulcros exentos para sus abuelos que tendrían que haberse colocado en el
centro del crucero, pero que nunca llegaron a labrarse.
También hubo un cambio en la dirección porque el nuevo comitente rescindió el contrato con Siloé en 1548. En esos años anteriores, además de ocuparse de la iglesia, el artista intervino en la decoración de los dos claustros.
En la primera mitad del siglo XVIII se decidieron decorar todos los muros de la iglesia, la bóveda y el crucero con frescos de la mano de Juan de Medina.
El conjunto terminó componiéndose de iglesia, claustro procesional y claustro de la hospedería, alrededor de los que se distribuyeron las distintas dependencias conventuales, además de otros patios, corrales, cuadras, bodegas…
También hubo un cambio en la dirección porque el nuevo comitente rescindió el contrato con Siloé en 1548. En esos años anteriores, además de ocuparse de la iglesia, el artista intervino en la decoración de los dos claustros.
En la primera mitad del siglo XVIII se decidieron decorar todos los muros de la iglesia, la bóveda y el crucero con frescos de la mano de Juan de Medina.
El conjunto terminó componiéndose de iglesia, claustro procesional y claustro de la hospedería, alrededor de los que se distribuyeron las distintas dependencias conventuales, además de otros patios, corrales, cuadras, bodegas…
Detalle del monasterio en el plano de Dalmau de 1796 en el que se aprecian, además de la iglesia y los dos claustros conservados, otros dos patios más (2) |
En el transcurrir de los años, además, fue enriqueciéndose
con grandes obras de arte. Las capillas se cerraron con rejas, en 1601
Francisco de Aguilar terminó realizando la del crucero, los claustros
estuvieron decorados con cuadros de la Vida de San Jerónimo y en la celda
prioral se guardaban dos retratos de medio cuerpo de los Reyes Católicos, un
tondo de mármol del Gran Capitán, una tabla con un Crucificado o una pintura
del Niño Triunfante que Ceán atribuye al Veronés. También tuvo mucha fama su rica biblioteca, en la que
destacaban más de cincuenta volúmenes manuscritos de vitela.
Pero el convulso siglo XIX, con la invasión francesa, las sucesivas desamortizaciones y la exclaustración forzosa de los jerónimos en 1835, supuso la ruina del conjunto y la pérdida de gran parte de sus obras de arte, algunas hoy conservadas en el Museo de Bellas Artes de Granada.
Pero el convulso siglo XIX, con la invasión francesa, las sucesivas desamortizaciones y la exclaustración forzosa de los jerónimos en 1835, supuso la ruina del conjunto y la pérdida de gran parte de sus obras de arte, algunas hoy conservadas en el Museo de Bellas Artes de Granada.
En 1842 el convento pasó al Ministerio de la Guerra, convertido en cuartel de caballería, tapiándose los arcos de los claustros, y la iglesia hizo funciones de parroquia, y aunque en 1867 fue declarado Monumento Nacional Histórico-Artístico, siguió como cuartel, ahora también de infantería. Su estado de ruina llegó a tal que hasta se pensó en su derribo aunque, afortunadamente, en la década de 1910 el Estado decidió acometer su restauración, puesta bajo la dirección del arquitecto Fernando Wilhelmi.
Detalle de una litografía de 1854 de Alfred Guesdon publicada en L'Espagne a vol d'oiseau en el que se ve el monasterio de san Jerónimo en primer plano a la derecha (4) |
Claustro procesional cuando se usaba como cuartel, con las galerías tapiadas (5) |
En 1928 el convento sufrió un incendio que afectó, sobre
todo, al claustro de la hospedería, y aunque en 1931 fue declarado Monumento
Nacional, hasta 1957, con la reinstauración de Orden jerónima, no dejó de ser
cuartel.
Claustro de la hospedería tras el incendio de 1928 (6) |
La Orden y la Universidad de Granada financiaron su
restauración y el conjunto pasó de nuevo a manos jerónimas, siendo ocupado hasta
hoy en día por la comunidad de la rama femenina que lo habita desde la década
de 1970 procedente del Convento de santa Paula de la ciudad, poseedora de su
titularidad por cesión de sor Cristina de la Cruz Arteaga, madre superiora del
Convento de santa Paula de Sevilla, hija y heredera de don Joaquín de Arteaga,
duque del Infantado, que canjeó el monasterio por su propiedad del Carmen de
los Mártires en el recinto de la Alhambra con el ayuntamiento de Granada.
En la actualidad sólo puede visitarse el claustro grande y
la iglesia, pues el otro claustro forma parte de la clausura de la pequeña
comunidad de monjas jerónimas.
Plano del convento. IPCE. Las indicaciones son mías |
El convento cuenta con dos
accesos, uno por la calle Rector López Argueta y otro por el callejón de
San Jerónimo. Ambos desembocan en el compás o explanada cercada del recinto. La portada en la calle López
Argueta, aunque era originaria del monasterio, desapareció en el siglo XIX y
tras ser encontrada abandonada en un cortijo de la Vega en la década de 1960 se
procedió a su reposición, aunque la escultura de la Virgen de las Angustias,
patrona de Granada y su región, con la que cuenta, no es la original.
Compás del monasterio desde la entrada de la calle Rector López Argueta (3) |
Compás, con la iglesia a la izquierda y la portada del convento de frente |
El acceso al monasterio
se realiza por una portada en la fachada
en ángulo con la de la iglesia realizada en 1594 y presenta vano
rectangular flanqueado por dobles semicolumnas dóricas que soportan un
entablamento sobre el que se ubica un segundo cuerpo flanqueado por sendos
aletones con arco de medio punto que acoge una escultura de la Inmaculada
Concepción, advocación del monasterio, y rematado por frontón partido con
escudo.
Portada del convento |
Desde la portada se entra a un zaguán, una sala rectangular que tiene la portería a la izquierda, desde la que se accede al locutorio, fruto de una intervención
reciente, desde que el monasterio está habitado por una comunidad femenina,
pues en los monasterios jerónimos masculinos este ámbito no existía, y que conecta
con el otro claustro conservado del conjunto, más pequeño y perteneciente a la
clausura, por lo que no es visitable.
Zaguán del monasterio, con el acceso a la portería de frente (3) |
El claustro de la hospedería desde el claustro mayor, lo único que en la actualidad se puede ver |
Cuando la comunidad jerónima masculina lo habitaba este
claustro era la hospedería del cenobio. Es una mezcla de varios estilos, con
doble galería de arcos de medio punto en la baja y escarzanos en la alta, muy
reconstruida tras un incendio a mediados del siglo XX. Su importancia histórica
reside en que en sus dependencias estuvo alojada Isabel de Portugal entre 1526
y 1527, tras su boda con Carlos V y después de una corta estancia en la
Alhambra, pasando allí su embarazo del futuro Felipe II tras la partida del
Emperador para combatir en Europa contra Francisco I de Francia en la pugna que
ambos mantuvieron por el Sacro Imperio Romano Germánico. Es por esto que
también se conoce como claustro de la
Emperatriz.
Desde la portería también se accede al claustro procesional. Lo mismo que el claustro menor, tiene dos alturas, repitiendo
la secuencia de arcos de medio punto y arcos escarzanos,
esta vez arquivoltados, todos apoyados sobre pilares circulares con capiteles
gotizantes, con las enjutas de los arcos centrales decoradas con escudos de los
Reyes Católicos y las armas del monje jerónimo fray Hernando de Talavera,
primer arzobispo de Granada y confesor de los Reyes Católicos. También destaca
el antepecho gótico de la planta superior. Las cubiertas de las crujías son
planas y de madera.
Panel de azulejos en la crujía norte del claustro procesional en recuerdo a fray Hernando de Talavera |
En la crujía norte, adosada al lado de la Epístola de la
iglesia, sobresale la Galería de Convalecientes, con antepecho abalaustrado,
esbeltas columnas bajo zapatas y cubierta de madera.
Galería de Convalecientes sobre la crujía norte e iglesia desde la crujía sur del claustro |
Bajo la solería de barro cocido del claustro están
enterrados unos quinientos monjes, recordados mediante unos pequeños azulejos
donde aparece el nombre y el año de fallecimiento.
Sencillo azulejo que recuerda a uno de los frailes jerónimos enterrados en el claustro |
Además, en sus crujías, y dada la fama en el cuidado y
solemnidad con la que los jerónimos realizaban las liturgias funerarias, se
ubican varias capillas funerarias compradas por ilustres familias granadinas
deseosas de compartir reposo con el Gran Capitán, como los Bobadilla, los Díaz
Sánchez Dávila, los Ponce de León, los Rivera… fundando capellanías con la
obligación de que los monjes realizaran misas diarias en cada una de ellas para
la salvación de las almas de los allí enterrados. Las portadas de estas capillas funerarias, lo mismo que las
dependencias articuladas en las crujías del claustro, fueron realizadas por
Diego de Siloé.
Al salir al claustro procesional desde la portería, a la izquierda, justo debajo de la torre, en la esquina noroeste del claustro, se ubica una capilla funeraria trazada por Siloé, con gran portada de medio punto arquivoltada en la que destaca la minúscula decoración de grutesco que cubre las jambas, las pilastras y las dos arquivoltas exteriores, con la interior con el Ecce Homo en la clave flanqueado por los santos Juanes, Pedro y Pablo, Gregorio y Jerónimo. El interior tiene una bóveda de crucería decorada con pintura mural con los cuatro evangelistas y también destaca un pequeño retablo.
Al salir al claustro procesional desde la portería, a la izquierda, justo debajo de la torre, en la esquina noroeste del claustro, se ubica una capilla funeraria trazada por Siloé, con gran portada de medio punto arquivoltada en la que destaca la minúscula decoración de grutesco que cubre las jambas, las pilastras y las dos arquivoltas exteriores, con la interior con el Ecce Homo en la clave flanqueado por los santos Juanes, Pedro y Pablo, Gregorio y Jerónimo. El interior tiene una bóveda de crucería decorada con pintura mural con los cuatro evangelistas y también destaca un pequeño retablo.
Ya en la crujía oeste, a continuación de la portada de la
portería estaba la capilla funeraria de
los Díaz Sánchez-Dávila, muy modificada porque en la actualidad está
habilitada como iglesia de la comunidad jerónima y, por tanto, no puede verse
más que durante la eucaristía y vísperas. La portada, que abre al claustro, es
de arco de medio punto con arquivolta con querubines y enjutas con ángeles,
obra de Diego de Siloé.
Crujía oeste, con la portada de la portería en primer término y la de la capilla de los Díaz Sánchez-Dávila a continuación |
Portada de la capilla de los Díaz Sánchez-Dávila, obra de Diego de Siloé |
En la esquina sureste está la escalera de acceso a la crujía superior, en la que se distribuían
las celdas y la biblioteca. Tiene una portada renacentista de tres arcos. El de
la derecha comunica con el claustro menor y desde el central arranca un primer
tramo que después se bifurca en dos laterales, con la caja cuadrada cubierta
por una cúpula sobre pechinas y linterna, y aunque quedó muy destruida en el
incendio de 1927 que afectó tanto al claustro menor anexo, su decoración de
yesería del siglo XVIII fue fielmente reconstruida.
Escalera de acceso a la crujía superior |
Arquería superior de la escalera y arranque de la cúpula, con pechinas con decoración de yesería |
Cúpula de la escalera |
Ya en la crujía sur,
se ubica el refectorio, de planta
rectangular, con un banco corrido ante el que están las mesas, con el
púlpito en el testero norte. En la actualidad está presidido por un cuadro de
la Última Cena y en los laterales hay cuadros de Juan Sevilla Romero y una Inmaculada
de Ambrosio Atanasio Bocanegra, pintor del siglo XVII que también realizó
muchas obras para la Cartuja de Granada.
Portada del refectorio |
Refectorio |
Otro aspecto del refectorio, con el púlpito de lecturas a la derecha y la comunicación con las cocinas al fondo |
Inmaculada de Ambrosio Atanasio Bocanegra en el refectorio |
A continuación está la sala
De Profundis, con una portada
plateresca de exquisita decoración de grutescos. Recibe ese nombre porque se
entraba a ella antes de acceder al refectorio para declamar el Salmo
130 en honor a los benefactores difuntos. En el centro del testero que va a dar
al refectorio con el que se comunica mediante dos arcos laterales, tiene una
fuente de abluciones.
Portada de la sala De Profundis |
Sala De Profundis, con el lavabo de abluciones y dos arcos que conectan con el refectorio, al que los jerónimos entraban formando dos filas |
Detalle del suelo de barro cocido original que se conserva en la sala De Profundis |
En la esquina
suroeste de la crujía se ubica un frontal de altar de factura italiana,
realizado en mármol blanco, procedente del altar mayor de la iglesia del
monasterio de Santa Paula y que durante un tiempo albergó el Entierro de Cristo de Jacopo
Florentino que hoy está en el Museo de Bellas Artes de Granada, con otras
muchas obras del monasterio que fueron allí trasladadas después de las
desamortizaciones.
Crujía oeste, con el frontal de altar en el que estuvo el Entierro de Cristo de Florentino al fondo |
Entierro de Cristo de Jacopo Florentino (7) |
Ya en la crujía oeste, primero se ubica la sala capitular, con una portada barroca,
planta cuadrangular, con una sillería de madera
que recorre los muros, bancos en la zona central y un retablo de la Purísima.
Portada de la sala capitular |
Sala capitular |
A continuación está el capítulo
de culpas, con una portada renacentista. Es de planta rectangular y tiene
un banco corrido alrededor de los muros, en el testero norte presenta un
retablo del siglo XVI con un lienzo con un Crucificado
y está flanqueado por dos tallas de santos. A la derecha se ubica el monumento
funerario de fray Pedro Ramiro de Alba, monje jerónimo arzobispo de Granada
fallecido en 1528.
Portada del capítulo de culpas |
Capítulo de culpas |
Detalle del monumento funerario de fray Pedro Ramiro de Alba |
El último ámbito de esta crujía este es la sacristía, adosada al transepto de la
Epístola de la iglesia, con una portada plateresca con el escudo Mendoza y el
lema familiar “AVE MARIA”. Es un ámbito rectangular con cajonerías para guardar
los ornamentos litúrgicos, lienzos, tallas de madera y algún relicario.
Portada de la sacristía desde la crujía norte |
Sacristía |
Relicario de busto en la sacristía |
La crujía norte
no tiene estancias porque es la que comparte muro con la iglesia y en ella se sitúa
la portada plateresca de Siloé que da paso a un pequeño atrio o primera capilla
de la Epístola, desde la que se entra al sotocoro del templo.
Portada de Siloé de acceso a la iglesia desde el claustro |
Pero para poder visitar la impresionante iglesia y su espléndida cabecera, con una rica iconografía a la mayor gloria del Gran
Capitán, don Gonzalo Fernández de Córdoba y de su esposa, doña María Manrique,
la verdadera comitente de la obra, tendréis que abrir este enlace.
Iglesia del monasterio de san Jerónimo de Granada (8) |
Santa María de Moreruela en Granja de
Moreruela, de Zamora
San Pedro de Cardeña en Castrillo del Val, en
Burgos
San Juan de los Reyes de Toledo
San Benito el Real de Valladolid
San Martiño Pinario en Santiago de Compostela
Convento de las Bernardas de Alcalá de Henares,
en Madrid
Santa María del Paular en Rascafría, de Madrid
Santo Tomás de Ávila
San Antonio el Real de Segovia
Santa María del Parral de Segovia
San Miniato al Monte de Florencia
Convento da Madre de Deus, hoy Museu Nacional do
Azulejo en Lisboa
Santa Maria da Vitória de Batalha
Santa-Clara-a-Velha de Coímbra
Santa Cruz de Coímbra
Santa María de Celas de Coímbra
Santa María de Alcobaça
Basilica dei Santi Giovanni e Paolo de
Venecia
Basilica di Santa Maria Gloriosa dei Frari de
Venecia
Monasterio de San Michele in Isola de
Venecia
San Giorgio Maggiore de Venecia
Referencias:
(1) COLLADO RUIZ, Mª J., “La mujer granadina como mecenas de
espacios funerarios durante el Antiguo Régimen”. Asparkía, nº 21, 2010, pp. 169-184.
(5) GUTIÉRREZ GARCÍA, A. Mª, El Monasterio de San Jerónimo de Granada. Musealización y puesta en
valor de un monumento, Granada, 2007.
Fuentes:
CALLEJÓN PELÁEZ, A. L., Los
ciclos iconográficos del monasterio de San Jerónimo de Granada. Hypnerotomachia
ducissae, Tesis doctoral, Granada, 2007.
CARRASCO, D. J., “Documentos para una nueva aproximación al
proyecto de la Capilla Mayor del Real Monasterio de san Jerónimo extramuros de
Granada”. Cuadernos de Arte e Iconografía,
Madrid, T. XVI, nº 32, 2007, pp. 385-422.
COLLADO RUIZ, Mª J., “La mujer granadina como mecenas de
espacios funerarios durante el Antiguo Régimen”. Asparkía, nº 21, 2010, pp. 169-184.
GUTIÉRREZ GARCÍA, A. Mª, El
Monasterio de San Jerónimo de Granada. Musealización y puesta en valor de un
monumento, Granada, 2007.
MATEOS, I., LÓPEZ-YARTO, A. y PRADOS, J. M., El arte de la Orden Jerónima. Historia y
mecenazgo, Madrid, Ed. Encuentro, 1999.
SÁNCHEZ, M., “Visiones del monasterio de san Jerónimo de
Granada”, Arte, Arqueología e Historia,
nº 15, 2008, pp. 99-106
TORRE, L. de, “La traslación de los restos del Gran Capitán
al monasterio de San Jerónimo”. La
Alhambra, año XVIII, nº 404, 1916,
pp. 35-39.
VALLEJO, J., “Ángeles, arcángeles, serafines y otros seres
alados en el arte granadino”. Al compás,
año XIV, nº 36, 1994, pp. 12-37.
Comentarios
Como dice el amigo Antonio Banus, no puedo esperar a la entrada sobre la iglesia, que por lo que se ve es "abundante de todo abundamiento" en lo que respecta a arquitectura, pintura y escultura.