La historia y la iglesia del convento de San Marcos de León
El convento de San Marcos de León tiene su origen en la
donación que en 1152 hizo la infanta doña Sancha Raimúndez, hermana de Alfonso
VII, de unos terrenos extramuros de la ciudad, junto al puente sobre el río
Bernesga en el camino hacia Santiago de Compostela, para la construcción de un
modesto edificio con iglesia, hospital para atender a los peregrinos y
monasterio, puesto bajo la advocación de San Marcos, lo mismo que el puente, y
entregado a canónigos agustinos. Pero en 1176 el obispo de León, Juan
Albertino, confíó el convento al leonés don Suero Rodríguez, que al convertirse
en caballero santiaguista, lo cedió para que se conformara, por expreso deseo
de su monarca, Fernando II, que no quiso aceptar una única sede santiaguista
ubicada en el Reino de Castilla, como priorato y Casa Mayor de la Orden de
Santiago en el Reino de León.
Los nuevos adeptos se multiplicaron rápidamente y también
lograron la adhesión a su causa de los canónigos reglares agustinos del
convento de Loio, en Lugo, acogiéndose a su regla, menos rígida que la benedictina, la que adoptaron Calatrava y Alcántara, siendo el propio Alfonso VII
el que promovió su constitución como Orden de Santiago, consiguiendo la
aprobación de Alejandro III por bula de 1175.
Ilustración del Tumbo Menor de Castilla con Alfonso VIII y Leonor de Plantagenet entregando el castillo de Uclés a Pedro Fernández de Fuentencalada en presencia de un fraile (2) |
La organización acogió a tres tipos de miembros: los freiles
(o “freires”, llamados así para distinguirlos de los “frailes”, miembros de
órdenes religiosas no militares) casados, única orden de caballería que lo
permitió desde sus inicios, incluso con autorización para vivir con la familia, y los freiles célibes, ambos laicos, que se dedicaban a la guerra, y los
freiles clérigos, que se ocupaban de la liturgia, una dualidad religioso-militar que
siempre los caracterizó. Además, también poseyó cenobios femeninos, las
comendadoras de Santiago, que atendían a los peregrinos y recogían a esposas e
hijas de los caballeros de la Orden mientras estos estaban en campaña. Todos
ellos debían hacer voto de pobreza y obediencia.
Esta singularidad es la que motivó que el primitivo complejo
de San Marcos tuviera una estructura laberíntica, por otro lado muy propia del
medievo, conformándose como una ciudad en miniatura en la que se agrupaban la
iglesia, el hospital y el convento junto a huertas, almacenes, establos,
bodega, cárcel…
Durante toda la Baja Edad Media la Orden llegó a alcanzar gran
poder económico y territorial, gobernando unas doscientas villas además de múltiples
conventos femeninos y masculinos, parroquias y hospitales. Su territorio estaba
dividido en provincias a su vez estructuradas en encomiendas, frente a las que
se situaba un comendador que residía en un castillo, gozando de jurisdicción
civil y penal y gobernando y administrando todas las rentas de tierras,
industrias, pastos y diferentes impuestos a cambio de garantizar su defensa
militar y el sustento de sus iglesias.
En el siglo XV este gran poder económico y militar, en manos de la nobleza, entró en conflicto con las pretensiones de los
Reyes Católicos de crear un estado poderoso en el que la corona ejerciera la
hegemonía, que aprovecharon la muerte del maestre de Santiago Alonso de Cárdenas
en 1493, último elegido por los caballeros de mayor rango, los llamados
“Trece”, para solicitar a Alejandro VI, con la excusa de la compensación por
los gastos ocasionados con la conquista definitiva de la península, la
administración del maestrazgo de la Orden, consiguiendo que el papa accediera a
su demanda mediante bula firmada ese mismo año, con lo que Fernando de Aragón
se convirtió en el maestre de Santiago.
Vista aérea del conjunto monumental en la actualidad |
El edificio que hoy se conserva en León empezó a gestarse
tras un capítulo general celebrado en Valladolid en 1513 precisamente bajo la
presidencia del rey Fernando, que destinó una cuantiosa renta anual para la
construcción de un nuevo edificio que sustituyera al antiguo, en el que aunque
se habían hecho importantes reformas durante la segunda mitad del siglo XV, se
consideraba que no reflejaba ni la importancia del Estado ni el poder de la Orden.
La historiografía tradicional atribuye las trazas generales de un edificio, con dos partes diferenciadas en iglesia y palacio-convento y una gran fachada de casi cien metros de longitud, a Pedro de Larrea, arquitecto del
convento de Alcántara, que las habría entregado en 1514.
Un año después, ya en el reinado de Carlos V, que sucedió a
su abuelo como maestre de la Orden santiaguesa, dieron comienzo las obras bajo
la dirección de Juan de Horozco. Se empezó
por la cabecera de la iglesia al tiempo que se realizaban las primeras labores
de derribo de la construcción medieval.
Iglesia de San Marcos de León |
Algunos autores consideran que a comienzos de la década de
1530 Juan de Álava, que aparece mencionado
en los documentos de archivo recibiendo sustanciosos pagos por su intervención
en San Marcos, sustituyó a Horozco como maestro de obras, fallecido en fecha imprecisa, y remataría la iglesia, ya muy avanzada en ese momento, y su fachada,
aunque dado el prestigio de este maestro en ese momento y la cantidad que se le
abona, que es muy elevada, también podría haber realizado el diseño de la fachada del
convento, que comenzó a levantarse en torno a 1530 y fue a buen ritmo hasta
1541, cuando queda paralizada y no se reanuda hasta 1545 coincidiendo con la
presencia de Martín de Villarreal en
San Marcos, que seguramente sucedería a Álava, fallecido en 1537.
En esos mismos años Juan
de Badajoz el Mozo realizó la sacristía y la sala del tesoro al tiempo que
trabajaba en el claustro, en este último seguramente siguiendo trazas de Horozco. Se cree que desde el principio
se decidió la construcción de sólo las crujías este y sur, donde se ubicaron
las dependencias más representativas del monasterio, porque no había espacio en
el solar sin hacer más derribos del convento medieval, donde se alojaban las estancias
para la vida doméstica de la comunidad, como cocinas, despensas, paneras,
portería, hospedería, dormitorio... que se pensaban aprovechar comunicándolas
con la parte nueva.
La entrada de Martín
de Villareal parece
que determinó nuevas trazas en la zona claustral que afectaron,
fundamentalmente, a las galerías altas y sus dependencias, como el cuarto
contiguo al coro, el cuarto prioral en la crujía sur, abierto a la fachada
principal del convento, y la escalera del ángulo noreste que comunica el
claustro con las sacristías y el crucero del Evangelio del templo. Así, a mediados de la década de 1640 las partes más
importantes planeadas del nuevo edificio, o sea, la iglesia, la
sacristía-tesoro, la fachada principal y los dos paños del claustro, con el
capítulo y el cuarto prioral, estaban casi terminadas, aunque todavía quedaban
las otras dos crujías del claustro, en donde había, entre otras cosas, que ubicar
las dependencias de habitación para los freiles, un asunto complicado porque su
construcción implicaba el derribo de la antigua fábrica, todavía unida al
convento y con dependencias necesarias para la vida doméstica.
Pero en torno a 1560 las obras quedaron de nuevo interrumpidas, y esta vez sine die, porque el convento de San Marcos fue abandonado por problemas internos en la Orden que se arrastraban desde su fundación, pues aunque ya en el siglo XIII, tras la unión de las coronas
de Castilla y León, Fernando III el Santo nombró a Uclés sede única de Santiago, no se terminó con la bicefalia porque siguió
existiendo una división eclesiástica en dos prioratos, con dos priores todopoderosos en sus respectivos dominios de San Marcos y Uclés, ambos con jurisdicciones
independientes y exentas de la autoridad de cualquier obispo, directamente dependientes del papado.
La excusa para que se decretara el abandono de León en un capítulo general presidido por Felipe II fue que el inacabado monasterio presentaba unas condiciones de vida muy complicadas, una circunstancia que la historiografía parece desmentir. También se alegó que el priorato de San Marcos estaba demasiado alejado de los territorios que
gobernaba, casi todos en Extremadura y Andalucía, lo que
dificultaba el cobro de rentas y diezmos. El caso es que la comunidad fue obligada a salir de León para ubicarse, primero provisionalmente a Calera y después definitivamente en Mérida, una de las encomiendas más ricas de la Orden, elegida como
sede conventual definitiva de San Marcos y sin que se pensara, en ese momento,
en una vuelta a León, más aun teniendo en cuenta que la intención de Felipe II era “vender el edificio a otra religión”, de ahí que todos sus enseres de valor, bienes muebles y objetos
litúrgicos, incluyendo la extraordinaria sillería de coro, fueran
trasladados a Extremadura.
Pero la situación dio un giro coincidiendo con la llegada al
trono de Felipe III, pues las continuas presiones ejercidas por los
partidarios del restablecimiento de la primitiva sede, sobre todo
del Concejo de León y del Cabildo de la catedral, y las pésimas condiciones en
las que los monjes estaban instalados en la fortaleza de Mérida, dieron su
fruto cuando en 1602 Clemente VII y el monarca aprobaron el regreso de la
comunidad al convento de San Marcos, una vuelta que en 1615 supuso la
reanudación de las obras para culminar las dos alas que faltaban del claustro.
Planta de las crujías del claustro procesional. En gris, las realizadas en el siglo XVI y en negro las del XVII y XVIII (3) |
La última intervención en la edad moderna se produce en
torno a 1715 para levantar un nuevo lienzo de fachada entre la entrada y el río
que imitó al construido en el siglo XVI y que se remató con una torre
palaciega.
A pesar de los años transcurridos entre el inicio de las
obras y su culminación, el conjunto denota unidad de estilo porque los freiles
siempre abogaron por ello, con obras dirigidas por Pedro del Hoyo y Toribio de
la Teja en el siglo XVII y Pedro Salgar en el XVIII, con Martin de Suinaga y
Antonio y Pedro de Valladolid como encargados de la nueva fachada.
Francisco de Quevedo, caballero de Santiago, estuvo
encarcelado en San Marcos entre 1639 y 1643 por orden del Conde-Duque de
Olivares, periodo en el que trabajó en sus obras Vida de San Pablo, Constancia
y paciencia del Santo Job y Providencia de Dios. De este periodo dejó escrito:
“(…) de rigurosísima
prisión, enfermo de tres heridas, que con los fríos y la vecindad de un río que
tengo por cabecera, se me han cancerado, y por falta de cirujano, no sin
piedad, me han visto cauterizar con mis manos; tan pobre que de limosnas me han
abrigado y entretenido la vida. El horror de mis trabajos ha espantado a todos”.
Tras la supresión de los conventos de órdenes religiosas entre
1836 y 1837 y la desamortización de sus bienes, los freiles de San Marcos,
canónigos reglares de San Agustín fueron exclaustrados y tuvieron que
abandonarlo, y aunque en 1844 fue declarado Monumento Histórico Artístico, aquello
no evitó que iniciara un largo periodo de cambios legales, patrimoniales y
arquitectónicos en el que se sucedieron los usos como Instituto de Segunda
Enseñanza, Casa de misioneros, Escuela de Veterinaria, Museo Arqueológico de
León, cárcel provincial, hospital para enfermos de viruela…
En cuanto a la rica colección de bienes muebles que la Orden
había ido acumulando a lo largo de siglos, sólo una pequeña parte aparecía
reflejada en los inventarios o en las descripciones de los Libros de Vista a
lo largo de los siglos XVI al XVIII, y aunque es difícil cuantificar su
pérdida, es evidente que fue muy considerable. Para dificultar todavía más su
estudio, el inventario tras la desamortización apenas aporta datos
significativos, limitándose a reseñar el número de objetos de cada clase,
tipología, el material a veces y la ubicación que tenían en el edificio. Llama
la atención la ausencia de piezas valiosas del mundo medieval y de reliquias,
por lo que se supone que hubo ocultación previa de las mismas, las más
interesantes a los ojos del pensamiento romántico, que muy probablemente
salieron del edificio de forma ilegal. También son muy escasas las obras de
plata, sin que exista ninguna de oro, datos que no concuerdan con los abundantes
recursos con los que contó San Marcos.
Precisamente las piezas sobre las que hubo un mayor deseo de
poner a resguardo de la venta o enajenación pública, son las que fueron sacadas
del convento de forma ilegal sin ser inventariadas, terminando por dispersarse
y yendo a parar a manos privadas o museos en los que se ocultó su procedencia, un
expolio cuya causa directa no estuvo en las desamortizaciones.
En 1875, después de que el año antes se extinguiera la
jurisdicción religiosa de la Orden de Santiago, se pensó en derribar el
convento, pero en 1894 fue entregado al Ministerio de la Guerra, que comenzó a
utilizarlo para las oficinas del Estado Mayor del 7º Cuerpo del Ejército,
aunque manteniendo las tres salas de la sacristía, la sala del
tesoro-biblioteca, y la denominada “sala del claustro” como museo.
La sacristía en 1934 como sala del Museo Arqueológico de León. Fotografía tomada de un panel in situ |
Sala del tesoro en 1934. Fotografía de un panel in situ |
Durante la Guerra Civil y los primeros años de la posguerra
fue campo de concentración de prisioneros republicanos, símbolo de la
represión franquista en León.
A comienzos de la década de 1960 el edificio pasó al
Ministerio de Turismo, que lo traspasó al Instituto Nacional de Industria para
convertirlo en hotel de lujo inaugurado como “Hostal de San Marcos” en 1965.
Este nuevo uso implicó profundas transformaciones de su fisonomía interna sin
consideración al valor artístico de sus dependencias, escapando de las
alteraciones sólo las zonas consideradas “monumentales”, que fueron la fachada, el claustro comenzado en el siglo XVI, la sala capitular, el refectorio, la
sacristía, la iglesia, respetándose la actividad parroquial de la misma, y las
salas cedidas al Museo.
En 1986 el hostal se convirtió en Parador de Turismo y en la
actualidad compagina ese uso con el de parroquia y Anexo monumental del Museo
de León.
Planta de San Marcos (4). Las indicaciones son mías |
La iglesia, obra de Juan de
Horozco iniciada en 1515, está orientada en el eje norte-sur aprovechando el
espacio dejado por una demolición muy parcial del templo primitivo por la
necesidad de utilizarlo para los oficios hasta que la capilla mayor del nuevo
estuviera terminada.
Conjunto de San Marcos, con la iglesia en primer plano |
Comenzando por la fachada,
presenta un gran arco de medio punto que cobija un atrio con cubierta de
crucería en el que se aloja la portada, todo ello flanqueado por dos torres
inacabadas. La portada es de arco escarzano sobre el que se sitúa otro de medio
punto con tímpano sin decoración, toda ella flanqueada por sendos pináculos que
se prolongan hacia arriba enmarcando siete calles separadas por pilastras que
contienen peanas con doseletes góticos que estarían preparados para esculturas.
Fachada de la iglesia |
Sobre el pórtico hay una terraza abalaustrada que se
antepone al hastial de remate, con un
cambio de lenguaje que podría deberse a la sucesión en la dirección de obras de Álava, observándose ya elementos renacientes
como la compartimentación rectangular del muro, la división tripartita
subrayada mediante pilastras o los frisos decorados con grutescos, que también
enmarcan el óculo central que ilumina el coro. Y lo mismo ocurre con la
repetición sistemática de veneras y sillares facetados que recorren los muros.
El conjunto estaba concebido para ser rematado con un frontón triangular que no
llegó a concluirse, dejándose simplemente con un pequeño frontispicio
triangular de exaltación del Imperio, con el águila bicéfala de Carlos V
flanqueada por las columnas de Hércules con el lema Plus Ultra y dos maceros.
En el primer cuerpo de las torres destacan sendas hornacinas
de medio punto flanqueadas por pilastras que sostienen un entablamento, todo
ello con labor esculpida de grutescos, y un frontón trapezoidal. En el del lado
de la Epístola el arco contiene un Calvario
en muy mal estado de conservación, y por la inscripción junto a uno de los
tondos de las enjutas, la obra se atribuye a Juan de Horozco padre.
El retablo pétreo de la torre del Evangelio contiene un Descendimiento mucho mejor conservado que se cree que pudo ser
realizado por Juan de Juni y que
demuestra conocimiento del clasicismo y de la perspectiva renacentista
italiana.
Retablos del Descendimiento y de la Crucifixión en las torres de la fachada de la iglesia |
El interior
muestra una estructura habitual en la época, con planta
de cruz latina con nave única de cinco tramos, capillas-hornacina entre los contrafuertes abiertas a la nave mediante sencillos arcos apuntados y
comunicadas entre sí, cuerpo de ventanas, bóvedas estrelladas de tradición
gótica de diseño variado, coro alto a los pies de gran desarrollo sobre bóveda de crucería en
carpanel, crucero que no sobresale en planta, separado por una destacada
rejería, y ábside poligonal.
La iglesia desde el sotocoro (4) |
Capillas del lado de la Epístola |
Tercera capilla del Evangelio, convertida en atrio de acceso al claustro procesional |
Cubiertas del crucero y del ábside |
La iglesia desde la zona absidial, con la reja que separa el crucero de la nave |
Las ventanas son ojivales ajimezadas y las vidrieras fueron realizadas
por Alberto de Holanda y Francisco Valdivieso, vecinos de Burgos, aunque se
conservan muy fragmentadas. Las dispuestas en el presbiterio están constituidas
por elementos reaprovechados teniéndose sólo en cuenta la mezcla de colores
para lograr una luminosidad similar a la de los vitrales góticos, pero sin
coherencia iconográfica ni unidad estilística, imposibilitando la lectura
iconográfica de las mismas. Las mejor conservadas son las del testero norte del
crucero, en las que aparecen San Joaquín y Santa Ana en el lado del Evangelio y
Santa Catalina y San Cristóbal en el de la Epístola.
Claristorio con las ventanas y bóveda de terceletes de la nave de la iglesia |
El retablo mayor,
del siglo XVIII porque el primitivo no se sabe dónde está después de que fuera
llevado a Extremadura cuando el convento fue trasladado allí, presenta una
estructura neoclásica con pinturas en las que se representa una Anunciación
central rodeada de un Apostolado. También tiene sendos retablos en los testeros
de la cabecera de los brazos del transepto.
Retablo mayor |
Retablos del Salvador y de la Inmaculada en los transeptos |
Una de las obras muebles más destacadas de la iglesia es la sillería del coro, realizada por un
grupo de artistas franceses que incorporaron a su trabajo aportaciones
españolas e italianas, quizá dirigidos por Juan de Juni mientras
estuviera trabajando en el retablo de piedra con una Natividad en la entrada a la iglesia desde el claustro, que varios
autores también le atribuyen.
Coro a los pies con la sillería |
Tiene forma de U con dos niveles, uno alto con cuarenta y
cinco sitiales y otro bajo con veintinueve, y desarrolla un complejo programa
iconográfico basado, fundamentalmente, en la Biblia. En los
respaldos superiores, atribuidos a Juan
de Juni, se representan santos, mártires, Padres de la Iglesia y los
Apóstoles, aunque no todos fueron realizados por él. Juan de Angers, imaginero
con un estilo influido por Juni, sería el artífice de alguna figura de la parte
superior y de los medallones inferiores del tramo central y del Evangelio.
Sillería de San Marcos (5) |
Respaldos de la sillería alta. Fotografía cedida por la web www.monestirs.cat (6) |
Por su parte, Guillén Doncel, entallador colaborador
de Juni, habría realizado algunas de las imágenes de esta zona superior y los
medallones inferiores del lado de la Epístola con Sibilas y Profetas, firmando
la obra en el asiento principal de la sillería baja en 1542, donde puede leerse:
"MAGISTER GUILLERM' DOZEL ME FECIT 1542". También habría sido el
encargado de la instalación y del montaje definitivo en 1543, aunque en 1545
Juan de Juni, ya residente en Valladolid, recibió el encargo del espaldar de la
silla prioral con la imagen de Cristo.
Medallones de Sibilas y Profetas de la parte baja. Fotografía cedida por la web www.monestirs.cat (6) |
Firma de Guillén Doncel (7) |
Espaldar de la silla prioral. Fotografía cedida por la web www.monestirs.cat (6) |
El transepto del Evangelio cuenta con una sencilla portada de acceso al claustro bajo de medio punto con decoración vegetal, otra portada
retablo plateresca por la que también se accede al claustro bajo y una tercera,
ya renacentista, para la sacristía
y a una de las dos escaleras de subida al claustro alto.
La portada retablo
plateresca se organiza mediante arco de medio punto
entre columnas que soportan un friso sobre el que se ubica un segundo cuerpo
con tres hornacinas aveneradas con una Virgen con Niño central flanqueada por
Santiago y un obispo. Por encima hay un vano de arco escarzano que abre a la
galería alta del claustro rematado por un frontón triangular.
Detalle de la puerta de acceso a la sacristía y a la escalera del claustro |
Escalera, con el acceso a la sacristía a la derecha |
En este enlace podréis acceder a otro artículo dedicado a la espectacular sacristía, obra de Juan de Badajoz el Mozo, la no menos espectacular fachada del convento, el claustro procesional y las dependencias históricas que todavía conserva.
Bóveda de la sacristía |
Sacristía |
Referencias e imágenes ajenas:
(3) MORAIS VALLEJO, E., “Pervivencia de formas góticas en la
arquitectura del Barroco. El caso de León”. Boletín
del Museo e Instituto Camón Aznar, nº 108, 2011, pp. 195-242.
(4) GRAU LOBO, L., Plan
museológico del Museo de Léon, Madrid, Ministerio de Cultura, 2007.
Fuentes:
ALONSO GÓMEZ, C., León
(España). Manual del turista, Valladolid, Eds. Libertad, ¿1953?
BRAÑA, R. A. de la, “San Marcos de León”, Boletín de la Sociedad Castellana de
Excursiones, nº 28, abril 1905, año III, pp. 57-63.
CAMPOS SÁNCHEZ-BORDONA, Mª D., “El convento de San Marcos de
León después de la desamortización”, Tierras
de León, Vol. 37, nº 105-106, 1998, pp. 119-132.
CAMPOS SÁNCHEZ-BORDONA, Mª D. y ORICHETA GARCÍA, A.,
“Implicaciones artísticas en una decisión del Consejo de Órdenes Militares. El
traslado del convento de San Marcos de León a Extremadura (1560-1604)”, Norba, nº 16, 1996, pp. 83-101.
CAMPOS SÁNCHEZ-BORDONA, Mª D. y ORICHETA GARCÍA, A., “El
convento de San Marcos de León. Nuevos datos sobre el proceso constructivo en
el siglo XVI”, Academia. Boletín de la
Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, nº 86, 1998, pp. 231-274.
GRAU LOBO, L., Plan
museológico del Museo de Léon, Madrid, Ministerio de Cultura, 2007.
Núñez Rodríguez, Manuel. (2006) - In: Liño Bd. 12 (2006) S.
45-53
LLAMAZARES RODRÍGUEZ, F., “La portada del exconvento de San
Marcos de León. Ingreso al Aula Dei”. En NIETO IBÁÑEZ, J. Mª (coord.), LÓGOS Hellenikós: homenaje al Profesor
Gaspar Morocho, 2003, pp. 857-665.
LLAMAZARES RODRÍGUEZ, F., “Sobre el concepto bíblico del initium et finis mortis en el claustro
de San Marcos de León”, LIÑO 21. Revista
Anual de Historia del Arte, 2015, pp. 9-20.
MERINO RUBIO, W., “León en el siglo XV”, Tierras de León, Vol. 12, nº 15, 1972, pp.
14-62.
MORAIS VALLEJO, E., “Pervivencia de formas góticas en la
arquitectura del Barroco. El caso de León”. Boletín
del Museo e Instituto Camón Aznar, nº 108, 2011, pp. 195-242.
NÚÑEZ RODRÍGUEZ, M., “Carlos V y la flamante metáfora de un
Imperio Universal”, Liño, nº 12,
2006, pp. 45-53.
POSTIGO CASTELLANOS, E., “Las tres ilustres órdenes y
religiosas caballerías” Studia Histórica.
Historia Moderna, nº 24, Salamanca, 2002, pp. 55-72.
Comentarios
La arquitectura mozarabe me apasiona por su serena belleza que impresiona para una época tan dificil de batallas y repoblaciones. Lo espero con impaciencia para organizar el viaje a Leon con un grupo de amigos que creen que soy un experto en arte, gracias a tus articulos.
Un abrazo
Es una pena que para que muchos de nuestros mejores edificios pudieran sobrevivir hayan tenido que sacrificar importantes partes de los mismos a la reforma hostelera y todo esto con el aplauso de parte de la sociedad.
Recuerdo que mi padre, que estudio en el magnífico pero ya desaparecido instituto del Padre Isla en León, me decía en nuestras visitas a León que en la torre del extremo del convento, junto al río, estuvo encerrado Quevedo y ahí es donde pasaba tantísimo frío. Esto se lo decía un profesor de literatura y el lo creyó en buena lógica, hasta que yo le dije que esa torre era muy posterior a la muerte del poeta... creo que le estropee una buena historia.
Supongo que el antiguo retablo ardería en Calera de León durante la Guerra Civil, aunque es posible que exista alguna fotografía.
Un abrazo
Lo poco que he leído respecto al retablo mayor es que se trasladaría, junto con el resto de bienes muebles y objetos de valor a Extremadura cuando se decretó que San Marcos se estableciera allí y se obligó a la comunidad a abandonar León. Pensé que después de su paso por Calera terminaría en la fortaleza de Mérida, que se suponía que iba a ser la sede definitiva ¿Tienes tú algún dato respecto a que se quedara en Calera? Conseguir una fotografía ya sería impagable. Un abrazo, Boro.
Pdt: No tienes perdón, haberle hecho semejante faena a tu padre.
Saludos
Pues no tengo un dato exacto en realidad, fue una composición que yo me hice después de leer que la iglesia de Santiago del conventual de Calera de León fue amueblada espléndidamente durante la estancia del prior en el lugar, llegando a tener la iglesia hasta cinco órganos, claro que como dices lo lógico es que luego el amueblamiento siguiera viaje hasta Mérida. Creo que el retablo de Calera fue destruido durante la Guerra Civil, y ahora tiene uno moderno y pensé que ...
Un abrazo
PD: Por cierto, la sillería hizo viaje de ida y vuelta?
http://www.dip-badajoz.es/cultura/ceex/reex_digital/reex_XLVIII/1992/T.%20XLVIII%20n.%201%201992%20en.-abr/RV10985.pdf
En cuanto al retablo mayor, también creo que hablan de él estas dos investigadoras. Por lo que creo recordar de lo leído, en principio pensaban que Calera iba a ser su destino definitivo, y allí estuvieron unos cuarenta años, aunque las pésimas condiciones, o eso es lo que alegaron, hicieron que se buscara nuevo acomodo en Mérida. De todos modos, ese asunto lo he "tocado" más bien tangencialmente porque si me lío y me lío no acabo ninguna publicación.
Muchas gracias por el artículo. Tengo que leerlo. Un abrazo, Boro.
Tengo yo varias fotos hechas en esa sillería del coro, es extraño que todo un retablo mayor desaparezca sin dejar rastro.
Como curiosidad, el marqués de Lozoya, eminente historiador del arte, fue caballero Trece de Santiago.