Según una inscripción que se cree que se encontraba en una
puerta en el exterior de la iglesia, en la zona de monasterio, hoy
desaparecida, pero de la que se conserva una transcripción realizada por el
padre Manuel Risco y publicada en el tomo XXXV de la
del padre Flores en 1786, la fundación de San Miguel
de Escalada se remontaría a fines del siglo IX durante el reinado astur-leonés
de Alfonso III el Magno, monarca que continuó con la labor de reorganización
interna en las tierras del
, iniciada por Alfonso II a comienzos de ese siglo, mediante “edictos
de repoblación” que favorecieron asentamientos de grupos de cristianos
procedentes de Al-Ándalus, unos asentamientos trascendentales para la reestructuración
del valle del Duero no tanto desde un punto de vista demográfico, pues las
últimas investigaciones parecen indicar que la zona nunca quedó despoblada, como
político-administrativo, buscando la consolidación del reino mediante la
implantación de núcleos de población organizados dedicados a la explotación de
las tierras.
HIC LOCUS ANTIQUITUS MICHAELIS ARCHANGELI HONORE DEDICATUS,
BREVI OPERE INSTRUCTUS, POST RUINIS ABOLITUS DIU MANSIT DIRUTUS, DONEC
ADEFONSUS ABBA CUM SOCIIS ADVENIENS À CORDOVENSI PATRIA EDIS RUINAM EREXIT SUB
VALENTE SERENO ADEFONSO PRINCIPE. MONACHORUM NUMERO CRESCENTE, DEMUN HOC
TEMPLUM DECORUM MIRO OPERE A FUNDAMINE EXUNDIQUE AMPLIFICATUM ERIGITUR. NON
JUSSU IMPERIALI VEL OPPRESIONE VULGI, SED ABBATIS ADEFONSI, ET FRATRUM INSTANTE VIGILANTIA DUODENIS
MENSIBUS PERACTA SUNT HAEC OPERA, GARSEA SCEPTRA REGNI PERAGENS MUMADONMA CUM
REGINA. ERA DCCCCCLI. SACRATUMQUE TEMPLUM AB EPISCOPUM JENNADIUM XII.
KAL. DECEMBRIUM (1)
(Este antiguo
lugar consagrado al Arcángel Miguel, de pequeña construcción, después destruido,
permaneció durante mucho tiempo en ruinas hasta que el abad Alfonso con sus
compañeros, llegando desde su patria cordobesa, rehizo la ruina del edificio
bajo el sereno Príncipe Alfonso, que ejercía su autoridad. Creciendo el número
de monjes, finalmente este templo se erige hermoso, ampliado por todas partes
con admirable factura desde su cimiento. No por mandato del poder o forzamiento
del pueblo sino por el empeño atento del abad Alfonso y sus hermanos se acabaron
estos trabajos en doce meses. García era el que llevaba a término su reinado
con su reina Mumadona. En la era 951 fue consagrado el templo por el Obispo
Genadio de Astorga, a doce días de las kalendas de diciembre) (2)
|
Interior de la iglesia de San Miguel de Escalada en la actualidad (3) |
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Fotografía de Laurent de la iglesia publicada en la década de 1920 (4) |
Según los estudios arqueológicos e históricos, el cenobio de
San Miguel de Escalada se erigiría en el último cuarto del siglo IX sobre restos
romanos de los siglos IV y V, quizá pertenecientes a una explotación agrícola,
sobre los que, a su vez, hay autores que defienden que se habría levantado una
construcción visigótica que ya estaría bajo la advocación del arcángel san
Miguel, por lo que, necesariamente, habría que datarla a partir del siglo VII, pues
antes su culto no existía en la Península Ibérica, un espacio ya sacralizado y seguramente
de uso funerario, de ahí la presencia de varios enterramientos de distintas
tipologías, y que se abandonaría tras la conquista musulmana en el siglo VIII.
|
Planta con la localización de restos arqueológicos que parecen corresponder
a una construcción tardorromana (5) |
La comunidad estaría formada por un grupo procedente del
Emirato de Córdoba encabezado por un abad llamado Alfonso, que se instaló en
estos terrenos cedidos por el rey y que reconstruyó la antigua edificación
visigoda en unos años no determinados durante el reinado de Alfonso III (866-911),
un edificio que contaría con tres naves sin transepto y cabecera tripartita,
una estructura perfectamente útil porque el ritual litúrgico y las reglas de
vida monástica seguían siendo los mismos. Por ello, dicha reconstrucción debió
limitarse a retirar los escombros, completar los muros y reconstruir los
tejados, asegurar ciertas partes de la infraestructura y, quizá, algún
replanteo ligero de la zona absidial, para lo que se utilizaron materiales
reaprovechados de la anterior reconstrucción, en la que, a su vez, también se
habrían aprovechado elementos tardorromanos.
Los factores que determinan el uso de viejas fábricas son la
economía de medios en una situación de precariedad y el prestigio de lo
visigodo en un momento de fuerte “neovisigotismo” (término acuñado por le prof.
Isidro Bango Torviso), entendido como referente legitimador para la monarquía
astur-leonesa y sus instituciones. Los monjes repobladores son fervientes
seguidores de Fructuoso y Valerio y buscan restaurar los monasterios fundados
por estos santos de la España visigoda para convertirlos en enclaves sacros, de
ahí que los antiguos edificios se conformaran como piedras veneradas, reliquias
del pasado.
Como poco después la comunidad crecería y ya habría más mano
de obra disponible para trabajar en el templo, en el año 912 se tomaría la
decisión de enriquecerlo con obras ornamentales, la forma habitual de convertir una
arquitectura funcional en una obra de prestigio. Estas obras ya
serían ex novo y habrían consistido
en la incorporación de los canceles que delimitan el coro, tanto los laterales con
relieves como central de tres arcos sustentados por columnas con capiteles
corintios, o los frisos del arco de triunfo del ábside central, realizados en
yeso.
Según la mencionada perdida inscripción, solo un año
después, ya en el reinado de García I, que traslada la capital del reino desde
Oviedo a León, dichas obras estaban terminadas, aunque hay otros autores que
interpretan que la inscripción habla de la erección completa de un templo
mayor, aunque este hecho resulte complicado de encajar porque es muy poco
tiempo para una obra de tal magnitud, incluso considerando el uso de materiales
reaprovechados.
La solemne ceremonia de consagración tuvo lugar el 20 de
noviembre del 913 de la mano del obispo de Astorga Iennadium o san Genadio,
algo inusual porque Escalada no estaba bajo su jurisdicción, pero que podía
explicarse porque la sede de León estuvo vacante entre la prelatura de Scemeno y Cixila
II, desde fines del 913 a principios del 914. En este mismo proceso de decoración
sería cuando se incorporaría el pórtico, en principio compuesto solo por siete
arcos.
El Beato de san
Miguel de Escalada, en la actualidad en la Pierpont Morgan Library de Nueva
York, que recibe ese nombre porque fue realizado a petición de su abad Víctor
para este monasterio leonés, es la copia más antigua conservada, fechada a
mediados del siglo X, del Libro del
Apocalipsis del 746 de Beato de Liébana, que fue iluminada por el famoso
calígrafo y miniaturista Magius, a quien su discípulo Emeterius denomina magister y archipictor, y cuyo nombre aparece citado una vez en el colofón y
otra al final del texto, un monje que se sabe que trabajó en el scriptorium del monasterio de san
Salvador de Tábara, donde también recibió sepultura. Su autor fue un experto
miniaturista que amplió el contenido de la obra y que abandonó el antiguo
formato en el que cada miniatura iba determinada en función de la columna de
texto en el que se insertaba para crear composiciones a página completa y doble
página. También fue el primero en incorporar los marcos, franjas policromadas
que rodean las escenas que se conforman como rico muestrario de pintura
mozárabe.
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Folio 174 del Beato de Escalada que ilustra el Apocalipsis, 14: 1-3: "1. Tuve otra visión: el Cordero estaba de pie sobre el Monte Sión y lo rodeaban ciento cuarenta y cuatro mil personas que llevaban escrito en la frente el nombre del Cordero y el nombre de su Padre. 2. Un ruido retumbaba en el cielo, precedido (sic) al estruendo de las olas o al fragor del trueno: era como un coro de cantores que se acompañan tocando sus arpas. 3. Cantan un cántico nuevo delante del trono y delante de los cuatro Vivientes y de los Ancianos. Y nadie podía aprender aquel canto, a excepción de los ciento cuarenta y cuatro mil que han sido rescatados de la tierra" (6) |
La vida del convento prosiguió hasta que a fines de la
década del 980 sufrió las razzias de Almanzor. Pero a mediados del siglo XI
resurgió gracias a la labor del abad Sabarico, que lo restauró y amplió, cuando
la comunidad, que habría estado hasta ese momento bajo la regla de san Isidoro,
tras el Concilio de Coyanza en 1050, y lo mismo que pasó en el resto de
monasterios leoneses, pasó a regirse por la de san Benito, impulsada con fuerza
desde Cluny, el mismo año en el que los reyes Fernando I y doña Sancha
visitaron el cenobio para celebrar su incorporación al
Infantazgo de san Isidoro, con sede
en la
Colegiata de san Isidoro de León,
acontecimiento para el que se cree que el abad Sabarico mandó abrir la puerta por
la que se accede al tercer tramo de la nave de la Epístola, bajo la que, según
consta en una inscripción en caracteres mozárabes en el salmer izquierdo, el
propio abad recibió sepultura a su muerte en 1059.
OB(IT) SABARICUS ABBA / DIE IIª F(ERIA) VIII K(A)L(EN)D(A)S
/ N(OVEM)BR(I)S ERA LXL CU(M) / VIIª P(OST) M(I)L(LESIMA) / IPSE F(E)C(I)T ISTE
ARCU(M) / A SUO CABO IACE / NOM ABEA P(A)RTE CUM / XR(IST)O OM(O) Q(U)I D(E)
ISTO / LOCO SAKARE AMEN
Según otra inscripción que recorre el borde del altar del
ábside central, en 1088, bajo el abadiato de Suero Álvarez, se introdujo una
reliquia de Santiago en el altar como forma de prestigiar el monasterio ante la
popularidad alcanzada por el culto jacobeo a partir de la segunda mitad del
siglo X. La inscripción añadida en los cantos de la propia ara se ha
interpretado por unos autores como conmemoración de este hecho, mientras que
otros creen que se refiere a la construcción de la torre y la capilla de san
Fructuoso o Panteón de los Abades, que ya adoptan claves románicas.
La vinculación con la monarquía castellano-leonesa perduró
hasta que en 1155 Alfonso VII y su hermana, doña Sancha Raimúndez, dómina del
infantado de san Isidoro, cedieron el cenobio a una comunidad de canónigos agustinos
procedentes de la abadía francesa de san Rufo de Avignon, que establecieron
allí un priorato, y los monjes benedictinos de Escalada fueron repartidos entre
el monasterio de san Pedro de Eslonza y el de Sahagún.
Igual que otros muchos cenobios, a partir del siglo XIII
comenzó un periodo de decadencia y a mediados del XIV, tras una epidemia de
peste que asoló la región, la comunidad quedó reducida a un único monje, surgiendo
conflictos entre los canónigos agustinos y la diócesis de León en la lucha del
obispado por adueñarse de las propiedades del monasterio.
A comienzos del siglo XVI la comunidad agustina abandona el
monasterio, que en 1536 se convierte en patronato real con el nombre de Real
Priorato de Escalada, con los priores nombrados por el propio rey, aunque en
realidad hacen función de simples administradores de las propiedades hasta que
a comienzos del siglo XVII se ven obligados a la cesión obligatoria, tras la
aprobación del papa Paulo V, de dos terceras partes del patrimonio de Escalada
al monasterio dominico de Santa María de Trianos, cerca de Sahagún, para el
mantenimiento de su Seminario de Teología y Arte, creado el siglo anterior.
Con esta pérdida de gran parte de sus posesiones y la
consecuente falta de recursos para el mantenimiento de los edificios, el
declive ya fue imparable, y con las desamortizaciones del siglo XIX y el
definitivo abandono de un cenobio moribundo, las construcciones monásticas
terminaron desapareciendo y sólo permaneció en pie la iglesia, que en 1851,
tras la supresión de las jurisdicciones exentas, que afectaron al priorato de
Escalada, fue privada de todo privilegio, convertida en parroquia rural sujeta
a la jurisdicción ordinaria de León.
Tras una primera campaña de restauración iniciada en 1874,
en 1886 fue declarada Monumento Nacional aunque, paradójicamente, quedó sin culto.
Desde esta fecha hasta la actualidad, el monumento ha sufrido una veintena de
intervenciones, algunas muy desafortunadas.
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Foto de Laurent publicada en la década de 1920 (4) |
La última campaña fue puesta en marcha a comienzos de este
siglo por la Junta de Castilla y León, encargada de la gestión del monumento
aunque la titularidad del mismo es del Obispado de León, y ha consistido en un
plan de restauración integral que ha incluido un estudio arqueológico previo
para definir las pautas a seguir, y en el que se han dejado a la vista restos
del monasterio descubiertos en el costado norte de la iglesia y fechados entre
los siglos XIV y XVI.
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Restos de la zona monasterial adosados a la fachada norte de la iglesia |
La iglesia presenta diferentes tipos de elementos
constructivos. Así, son de mampostería los muros perimetrales del ábside norte,
los de las naves laterales y todo el cierre oeste; el ábside central, lo que se
ve del sur, las arquerías de los intercolumnios y los muros de cierre de las
naves con el crucero, incluido el cancel alto, son de buena cantería; sobre los
intercolumnios, los muros se continúan en ladrillo; finalmente, el pórtico
lateral adosado a la fachada sur es de piedra.
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Conjunto formado por la iglesia prerrománica y la torre y la iglesia románicas (3) |
También destacan los contrafuertes a la manera asturiana en
las líneas de separación de los ábsides, tal y como también pueden verse, por
ejemplo, en San Salvador de Priesca.
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Fachada este, en la que se aprecia el ábside del Evangelio en mampostería y el central y el de la Epístola en cantería |
Orientada canónicamente con la cabecera hacia el este, lo
que hoy se conserva tiene planta de tres naves de cinco tramos, la central más
ancha y alta, cubierta con tejado a dos aguas y las laterales a una vertiente, transepto
que no sobresale en planta aunque en origen sí pudo hacerlo, si hubieran
existido sendas sacristías, como defienden algunos autores, hoy desaparecidas, triple
cabecera con ábsides rectos al exterior y de planta de herradura al interior e
igual anchura que las naves, y pórtico lateral.
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Planta actual del monumento (7) |
Existen huellas de una puerta en el transepto del Evangelio
y una puerta enfrente de esta última, en el transepto de la Epístola, que
aunque algunos autores consideran que no es original sino fruto de una de las
intervenciones en el siglo XIX o XX, otros defienden que, aunque su trazado
actual está en la parte reconstruida en sillares en tiempos de la ampliación
románica del campanario y la capilla funeraria adosadas a ese lado, sí
existiría una puerta en ese mismo lugar en la construcción prerrománica,
enfrentada a la del lado del Evangelio, ambas de acceso a las dos sacristías
canónicas de la liturgia hispana, un ámbito que explicaría que el pórtico
inicial sólo contara con siete arcos, pues el resto del espacio estaría ocupado
por dicha sacristía, que se habría demolido al ampliar el pórtico.
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Planta de la iglesia prerrománica astur de San Salvador de Valdediós, donde se conserva la sacristía de la Epístola aunque ha desaparecido la del Evangelio.El prof. Bango Torviso defiende que en San Miguel de Escalada también habría estas dos sacristías (8) |
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Fachada norte, en la que se aprecian las huellas de una puerta en el transpto del Evangelio, con dintel de madera empotrado en el muro |
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Detalle de las huellas de la puerta en el muro norte |
La cubierta exterior original de la nave central tendría
menos inclinación, quizá la correspondiente a las líneas de decoración en
dientes de sierra que pueden verse en los testeros este y oeste, algo más bajas
que la actual, que correspondería a una reestructuración en el siglo XIV, y que
serían paralelas a las de los tejados de las naves laterales. Los amplios
aleros estarían soportados por modillones de rollo de influencia andalusí,
conservándose todavía alguno de ellos, ya sin función sustentante alguna.
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Testero oriental de la nave central, donde se aprecia la línea de decoración de dientes de sierra que señala por dónde iría la cubierta original. A la izquierda también se ve uno de los modillones de rollo |
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Uno de los modillones de rollo, ahora sin función alguna (3) |
En una restauración contemporánea se sustituyeron los
tejados independientes del pórtico y de la nave sur por uno de plano único que
cubre ambos espacios, una distorsión de la estructura original, que era muy
similar a la que ofrecen las iglesias del prerrománico asturiano de San Salvador de Priesca o San Salvador de Valdediós. La capilla
central presenta tejado a tres aguas y la de las laterales es de un solo plano.
Aunque en la actualidad no cuenta con fachada principal a
los pies, se conservan huellas que parecen indicar que sí tuvo una puerta
central en este muro occidental, quizá de comunicación con un vestíbulo del que
ya no queda resto alguno y que pudo ser anterior a un ámbito que sí se ve en
las fotografías antiguas. También hubo otra puerta a los pies de la nave de la
Epístola en esta misma fachada occidental.
El pórtico se compone
de doce arcos de herradura y muestra dos fases. La primera está formada por los
siete arcos más occidentales, levantados inmediatamente después de la
consagración de la iglesia en el año 913, con la misma longitud que el cuerpo
de la misma. Presentan columnas reaprovechadas, con diferencias en altura y
módulo, y arcos que iban trasdosados por una moldura que formaba un alfiz que
desapareció al rebajar el muro en altura para adaptarse a la nueva inclinación
de la cubierta adoptada en una de las restauraciones contemporáneas, que han
desdibujado el aspecto exterior, que contaría con tejados independientes para
la nave de la Epístola y para el pórtico.
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Pórtico de San Miguel de Escalada |
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Alzado dela fachada sur, con la arcada del pórtico (8) |
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Vista de la iglesia en la que se aprecia la cubierta única actual para la nave de la Epístola y el pórtico (3) |
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Interior del pórtico, con la puerta que abre al tercer tramo de la nave de la Epístola a la izquierda en primer plano, a continuación la puerta del crucero y al fondo, la puerta de acceso al Panteón de Abades |
Quizá este primitivo pórtico, que pudo recibir influencias
del de la iglesia prerrománica asturiana de San Salvador de Valdediós,
fuera el modelo que después siguieron las galerías porticadas románicas que
jalonan las tierras del Duero, ámbitos de función original múltiple, sobre todo
funeraria y penitencial, pues en ellos tenían que quedarse los no bautizados,
que no podían acceder al templo, durante la celebración de la misa, pero
también donde resguardarse y reunirse, de ahí que el de Escalada tuviera un banco
corrido que se eliminó en las restauraciones anteriores a 1919.
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Grabado de Parcerisa del pórtico a fines del siglo XIX, en el que se ve el banco corrido, la puerta de acceso al Panteón de Abades y la escalera de subida a la torre. Publicado en QUADRADO, J. Mª PARCERISA, F. J., España, sus Monumentos y Artes. Su naturaleza e historia. Asturias y León, Barcelona, 1885 (4) |
Lo mismo que ocurre en
San Salvador de Valdediós, este pórtico no recorrería toda la fachada porque se
lo impediría la mencionada posible sacristía meridional adosada al transepto de
la Epístola, desaparecida en Escalada pero que sí se conserva en Valdediós.
La segunda fase del pórtico está compuesta por el resto de
arcos hasta llegar a la torre, levantados en el tercio final del siglo XI inmediatamente
después a la construcción de esta, cuando también se optaría por demoler la
sacristía meridional adosada al transepto de la Epístola porque el cambio al
rito romano en sustitución del hispano ya la haría innecesaria. Aquí también se
utilizarían materiales reaprovechados, de ahí que los capiteles, al haberse
concebido para estar adosados a un pilar o muro, muestren una de sus caras planas.
Hay autores que creen que aunque hay dos fases de construcción, todos los
capiteles, a pesar de tener distintos tamaños y formas, corresponderían a la
misma ruina.
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Capiteles del pórtico, con los de la primera fase desde el fondo hacia delante y el primero a la izquierda ya de la segunda fase, apreciándose que su cara interior es plana porque estaría concebido para adosarlo |
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Detalle de los capiteles del pórtico de la segunda fase (3) |
Llama la atención la ventana geminada del muro occidental,
una pieza única tallada con doble vano enmarcado por alfiz con columnilla
central con capitel y basa soportando dos arquillos de herradura prolongada.
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Ventana geminada del muro oeste del pórtico. Fotografía amablemente cedida por la web monestirs.cat (9) |
En el muro del pórtico se ubican varias lápidas funerarias y
también hay un lucillo practicado a la altura del ábside de la Epístola con el
sarcófago del prior Raunulfo, fallecido en 1260.
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Lápidas funerarias en el muro del pórtico |
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Lucillo del prior Raunulfo al lado de la puerta de acceso al Panteón de Abades |
El acceso actual se realiza mediante una portada lateral en
el pórtico que abre al tercer tramo de la nave de la Epístola, la mencionada
puerta realizada por el abad Sabarico en torno al año 1050, con un arco de
medio punto que simula ser de herradura gracias a un salmer de una sola pieza
que constituye el peralte, una fórmula tardorromana que seguirá utilizándose
durante toda la alta edad media hispana, solución similar a la que presentan la
mayoría de los arcos de
Santiago de
Pañalba o de
San Román de Moroso
o el de la puerta de acceso al cementerio real a los pies de la
Colegiata de san Isidoro de León.
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Arco del abad Sabarico |
El que, según dice la inscripción en el salmer de la derecha
de esta puerta, Sabarico decidiera enterrarse a los pies de la misma parece un
indicio de que sería la de acceso de los monjes, de ahí que cobre fuerza la
hipótesis que defienden varios autores de que el claustro que organizaba las
dependencias conventuales estaría en este lado sur, siendo el pórtico un resto
del mismo, igual que después ocurriría en la
galería románica de San Isidoro de León,
que sería el resto de un primitivo claustro. La fotografía más antigua
conservada del monumento parece indicar, por los restos que todavía se
conservaban, que fue así.
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Fotografía más antigua conocida de San Miguel de Escalada (10) |
Ya en el interior,
las naves están separadas por
columnas con fustes de mármol de distintos tipos y arcos de herradura ya usados
en las iglesias visigodas pero que aquí muestran una rosca ultrasmicircular,
trasdós descentrado y dovelas de piedra calcárea, apoyados directamente sobre
los capiteles con collarino labrados con talla a bisel. Los soportes que
separan el cuerpo del transepto son pilares cruciformes en vez de columnas.
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Nave central de la iglesia, con el cancel alto cerrando el espacio del coro |
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Sección transversal (8) |
Las últimas investigaciones sobre las columnas y capiteles
parecen indicar que todos son reutilizados de distintos edificios tardorromanos,
incluso con una inscripción funeraria recortada fechada en los siglos IV o V
utilizada como cimacio del quinto capitel de la arquería del Evangelio, y del
siglo VI, siendo los únicos ex novo
los del cancel central que separa la nave del crucero, correspondientes a la
fase de decoración que termina en el año 913.
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La iglesia desde el coro, con el cancel alto en primer plano, que contiene los que parecen ser los únicos capiteles ex novo de toda la construcción |
Las techumbres originales de las naves serían de armadura de
madera vista, pero las que se conservan en la actualidad datan de la mencionada
reestructuración del siglo XIV, decoradas con escudos de Castilla y León y
otros motivos de estilo mudéjar. El transepto muestra techumbre de madera plana
en el crucero y bóvedas de arista en los brazos, aunque estas últimas parecen
un añadido posterior.
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Cuerpo de ventanas y techumbre de madera de la nave central |
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Bóveda de arista del crucero del Evangelio (11) |
El falso transepto
tiene la misma anchura que la nave central y no sobresale ni en planta al
exterior al estar incluido en la misma cubierta, aunque sí presenta una clara
separación interior porque la iglesia conserva canceles en las naves laterales
y cancel alto o porta chori en la
central, marcado por pilares cruciformes laterales y dos columnas que soportan
tres arcos y que se completaba con el velum, la cortina que separaba la zona
reservada al pueblo de la de monjes, que se colocaban en el coro, y de la de
los celebrantes, que ocupaban los ábsides. Este velum se abría o cerraba según
el momento del culto para dejar visible o tapar el altar, una distribución
jerarquizada del espacio propia de la liturgia hispana, heredera de la
bizantina y la visigoda, vigente hasta su sustitución, a fines del siglo XI,
por la romana, y en la que la ceremonia de consagración del pan y el vino
estaba velada para la feligresía.
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Nave de la Epístola con el arco de herradura y los canceles que la separan del transepto y el ábside lateral al fondo |
Los ábsides
también abren al transepto mediante arcos de herradura, más cerrados y pequeños
los laterales que el central, conformado como gran arco de triunfo. Están
cubiertos con bóvedas ultrasemicirculares gallonadas similares a las que cubren
los mihrabs de las mezquitas andalusíes de la época, dos tipos de techumbres desconocidas en la arquitectura asturiana. Sí es de reminiscencias asturianas y
visigodas la presencia de una cámara aislada entre la cúpula de la capilla
central y el tejado.
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Zona del transepto y los ábsides desde el cancel alto |
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´Bóveda gallonada del ábside central |
Los tres altares, que se consideran contemporáneos a la
consagración de la iglesia en el 913, son de piedra caliza con los bordes
decorados con cenefas enmarcando inscripciones con los nombres de los santos
cuyas reliquias atesoraban.
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Altar del ábside central con la inscripción que recuerda las reliquias de santos que albergaba. Además, en el borde inferior se aprecia otra inscripción posterior conmemorando la incorporación de las reliquias de Santiago Apóstol en 1089 |
La iluminación
procede del cuerpo de ventanas sobre los arcos de la nave central, más alta que
las laterales, con un total de seis vanos de medio punto por cada lado, de
sendas celosías en los hastiales, reminiscencia asturiana, y de un vano central
en cada uno de los ábsides. Las ventanas están abocinadas hacia el interior
para obtener el máximo de luz con la mínima abertura. Estarían provistas de
losas de mármol o pizarra caladas o de losas de algún material traslúcido,
todas perdidas, dotando al espacio de un contraste de luces y sombras, una
atmósfera diferente que se creía la adecuada para la liturgia y el culto, con
el oficiante directamente iluminado por un foco de luz a su espalda que generaba
un halo. Además, no hay que olvidar su componente práctico, pues según la
longitud de las sombras proyectadas podía saberse el momento del día.
|
Arcos que separan la nave central de la del Evangelio, con el cuerpo de ventanas por encima |
Los detalles
decorativos que se conservan se centran en frisos,
capiteles, canceles, celosías… con predominio de la decoración vegetal de
racimos, hojas o palmeras además de algún motivo geométrico como mallas o
trenzados y otro zoomórfico, como unas aves picoteando racimos de vid.
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Celosía del testero occidental de la nave central |
Aunque la mayoría de los frisos que recorren el transepto y el ábside central son de piedra,
también los hay de estuco en el cancel alto y en el arco de triunfo del ábside
central. Muestran motivos heredados de las estéticas tardorromana, visigótica y
asturiana, como tallos ondulantes o pájaros con racimos, y otros que parecen
islámicos, como águilas y leones entrelazados en un tronco de palmera, temas
desconocidos en lo visigodo y más relacionados con el arte omeya, quizá
copiados de tejidos ricos. El tratamiento estilizado también recuerda las
decoraciones miniadas de los Beatos.
|
Detalle del friso del ábside central |
Los canceles
separaban las naves laterales de los brazos del crucero y se conservan ocho de
los originales. También se cree que existirían bajo los dos arcos laterales del
cancel alto. Están realizados en piedra caliza, con talla por las dos caras con
motivos geométricos, vegetales y zoomórficos ordenados de forma simétrica en
series verticales, tal y como pueden verse en las iglesias visigodas de Quintanilla de las Viñas o San Pedro de la Nave.
|
Fragmento de uno de los canceles que separaban el coro, hoy expuesto en la iglesia románica anexa |
Aunque es un tema no suficientemente estudiado y nos movemos
en el terreno de las hipótesis, quizá estas arquitecturas prerrománicas
estuvieran decoradas con pintura tanto interior como exteriormente.
La mencionada torre
adosada en el ángulo sureste de la iglesia se data fines del siglo XI y se
accedía a ella por una escalera, hoy desaparecida, desde el testero este del
pórtico. En origen contó con tres cuerpos, conservándose solo dos de ellos,
apoyados en machones. En el muro oeste destaca un retardatario vano con doble
arco de herradura que imita al del extremo occidental del pórtico.
|
Detalle de la torre adosada en el ángulo sureste, con la ventana geminada en el segundo cuerpo, por encima de la cubierta de la nave de la Epístola y el pórtico |
Con acceso en el testero este del pórtico mediante un arco
de medio punto con tímpano formado por un cancel reaprovechado, el cuerpo bajo de
la torre forma parte de la llamada iglesia
parroquial de san Fructuoso, capilla
de san Gonzalo, capilla de Nuestra
Señora o Panteón de Abades, que
con todos esos nombres se conoce, un ámbito añadido de nave única de dos tramos con
testero recto, aunque se sabe que en principio fue semicircular y
contrafuertes exteriores, que contó con bóvedas de ojivas añadidas en el siglo
XV, hoy perdidas, quedando sólo los arranques, y que en la actualidad se cubre
con una techumbre a doble vertiente fechada en 1895 y restaurada a comienzos
del presente siglo. Habilitado como espacio museístico o centro de
interpretación, expone algunos sarcófagos y otras piezas y cuenta con paneles
explicativos de las intervenciones restauradoras del conjunto, pero su estado
de abandono es deplorable.
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Bloque formado por la torre, a la que le falta el tercer cuerpo, y la capilla |
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Puerta del Panteón de Abades, con un tímpano que es uno de los canceles del coro de la iglesia |
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Cancel usado como dintel |
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Interior del Panteón de Abades |
Cuenta con otra puerta en el testero sur que abre
directamente a la nave. Es de arco de medio punto de grandes dovelas rodeado de
una sencilla moldura.
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Puerta del testero sur |
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La capilla románica desde la cabecera |
Está documentado su uso como parroquia desde comienzos del
siglo XIII, y en ella recibieron sepultura, tanto los vecinos de San Miguel
como los del cercano pueblo de Valdabasta, que en la actualidad forman una
única población, de ahí la presencia de varios niveles de inhumación
superpuestos, localizados en unas excavaciones a comienzos de la década del
2000, que ocupan prácticamente toda la superficie del templo. Estas
inhumaciones, por lo menos oficialmente, terminaron en 1807, cuando el obispo
de León prohibió los enterramientos en la iglesia, pero la localización de
tejidos de fabricación industrial indica que se mantuvieron, por lo menos,
hasta mediados del siglo XIX. Las inhumaciones también abarcaron las zonas
exteriores de la iglesia desde épocas muy tempranas.
(1) RISCO, M., “Memorias
de la Santa Iglesia Esenta de León, concernientes a los siglos XI. XII. y
XIII.”, España Sagrada XXXV, Madrid,
1786, p. 311.
(2) Traducción
en MARTÍNEZ TEJERA, A. M., “San Miguel de Escalada (Gradefes, León). Cuestiones
diversas respecto a un edificio de la “arquitectura prerrománica leonesa” del
siglo X”, Argutorio, 29, 2º semestre,
2012, pp. 32-35.
(5) LARRÉN IZQUIERDO, H., “Aspectos visigodos de San Miguel
de Escalada (León)”. En GONZÁLEZ BLANCO, A. (Ed.), Antigüedad y Cristianismo III: Los visigodos. Historia y civilización,
1986, pp. 501-512.
(7) MARTÍNEZ TEJERA, A. M., “La arquitectura cristiana del
siglo X en el Reino de León (910-1037): del “mozárabe” a la “arquitectura de
fusión””, Antigüedad y Cristianismo
XXVIII: Mozárabes. Identidad y continuidad de su historia, 2011, pp.
163-229.
Fuentes:
BANGO TORVISO, I., “Los expolios en el paisaje monumental y
la arquitectura hispana de los siglos XII al XI. Reflexiones sobre el proceso constructivo
de San Miguel de la Escalada”, De Arte,
7, 2008, pp. 7-50.
LARRÉN IZQUIERDO, H., “Aspectos visigodos de San Miguel de
Escalada (León)”. En GONZÁLEZ BLANCO, A. (Ed.), Antigüedad y Cristianismo III: Los visigodos. Historia y civilización,
1986, pp. 501-512.
MARTÍNEZ TEJERA, A. M., “La arquitectura cristiana del siglo
X en el Reino de León (910-1037): del “mozárabe” a la “arquitectura de
fusión””, Antigüedad y Cristianismo
XXVIII: Mozárabes. Identidad y continuidad de su historia, 2011, pp. 163-229.
MARTÍNEZ TEJERA, A. M., “El “orientalismo ornamental” de la
mal llamada “Arquitectura Mozárabe” en el reino astur-leonés (siglos
IX-X):¿inercial o inducida?”, Anales de
Historia del Arte, 2012, Vol. 22, Núm. Especial (II), pp. 221-235.
MARTÍNEZ TEJERA,
A. M., “San Miguel de Escalada (Gradefes, León). Cuestiones diversas respecto a
un edificio de la “arquitectura prerrománica leonesa” del siglo X”, Argutorio, 29, 2º semestre, 2012, pp.
32-35.
SAN ROMÁN FERNÁNDEZ, F. y CAMPOMANES ALVAREDO, E., “Avance
de las excavaciones arqueológicas en San Miguel de Escalada (campañas
2002-2004)”, Tierras de León. Revista de
la Diputación Provincial, Vol. 45, nº 124-125, 2007, págs. 1-32.
Comentarios
Lo guardo como oro en paño. Un millon de gracias. No sabes como nos alegras la vida a los aficionados al arte que no nos hemos podidp dedicar a ello como tú.
Parece que el grupo sueco ABBA tiene un antecedente leones del siglo IX (perdón por la broma).
Pdt: No entiendo el chiste. Debo estar espesa ¿a qué te refieres?
Una tontería tremenda por mi parte.
¡Enhorabuena!
http://www.europeana.eu/portal/es/record/2022701/lod_oai_bibliotecadigital_jcyl_es_11666_ent1_.html?q=what%3A%22Monasterio+de+San+Miguel+de+Escalada%22
Referencia:
MARTÍNEZ TEJERA, A. M., “El templo del monasterium de San Miguel de Escalada":“arquitectura de fusión”en el reino de León (siglos X-XI). Prólogo I.G.Bango Torviso.
Gracias por acordarte de divulgar nuestro Priorato. ¡Ni te imaginas cuánto lo necesita!