Una visita a los Reales Alcázares de Sevilla
Los Reales Alcázares de Sevilla, un conjunto monumental que
conserva siete hectáreas de jardines y diecisiete mil metros cuadrados de
edificaciones, fue una auténtica acrópolis militar y palatina que aglutinó
distintos palacios y defensas urbanas todavía conservadas que abarcan un amplio
ámbito cronológico entre los siglos XI y XVI con modificaciones posteriores,
habiendo sido palacio principal del reino taifa abbadí, sede de una de las tres
capitales del imperio almohade, palacio de la monarquía castellana durante la
Baja Edad Media y Casa del Rey durante la Edad Moderna.
Vista aérea de los Reales Alcázares en la actualidad (1) |
Planta actual de los Reales Alcázares y de los jardines renacentistas (1) |
La totalidad del recinto primitivo exterior, gran parte
fuera del conjunto visitable, conserva las murallas perimetrales prácticamente
íntegras, aunque el almenado sea muy reciente.
Murallas del Alcázar (1) |
La visita turística
actual presenta un recorrido que no tiene en cuenta la perspectiva
histórica, siendo mucho más lógico para entender el origen y evolución del alcázar
si comenzara por donde termina, desde la muralla norte y el Patio de Banderas,
primera zona ocupada, e ir progresando desde allí hacia el interior.
La puerta original está cegada aunque rehabilitada como
parte de una sala de conferencias integrada en una casa del mencionado patio,
aunque ni puede visitarse ni está bajo el control del Patronato del Alcázar a
pesar de su importancia histórica.
La entrada actual al monumento se realiza por la Puerta del León, practicada en la
muralla árabe del siglo XII, y que en época islámica se denominaba “de la
montería” porque era el zaguán a dicho patio. Toma su nombre del símbolo
heráldico ubicado sobre el alfiz de su arco.
Puerta del León (1) |
De todos modos, su configuración responde a una intervención
de fines del siglo XIX en la que se cubrió con un panel de azulejos de Triana. Atravesando
este zaguán, se llega al Patio del León.
Patio del León |
La Giralda desde el Patio del León |
A su derecha están la Sala
de Justicia o de Consejos y el Patio
del Yeso, una de las pocas muestras de arquitectura civil almohade que se
conservan en el país, los restos del mexuar, donde se reunía el consejo
de visires, y que se cree que se acondicionó como morada real en tiempos de Alfonso X, Alfonso
XI y de Pedro I, que lo utilizaría mientras se construía su nuevo palacio, con
el Patio del Crucero y el Cuarto del Caracol como parte pública del conjunto.
Entrada a la Sala de Justicia y el Patio del Yeso desde el Patio del León (2) |
La Sala de Justicia es
una estancia de planta cuadrada a la que Alfonso XI añadió una nueva cubierta
mudéjar que todavía conserva, pero siguió siendo lugar de reunión de los
miembros del consejo durante la monarquía cristiana.
Dibujo de la techumbre de la Sala de Justicia (3) |
Techumbre mudéjar de la Sala de Justicia (2) |
Decoración de yeserías de la Sala de Justicia (2) |
El Patio del Yeso
conserva parte del aspecto exterior de época almohade aunque está muy
modificado respecto a las estancias que se disponían a su alrededor. Es de
planta cuadrangular con una alberca central. En su ala oeste solo conserva los
restos del arco de acceso porque tras él se levantó la mencionada Sala de
Justicia. La arquería norte está cegada, compuesta por tres arcos de herradura
sobre columnas centrales enmarcados por alfiz sobre el que aparecen tres
ventanas de arquillos en herradura. La arquería meridional es la mejor
conservada, compuesta por un arco central apuntado polilobulado con pilares de ladrillo flanqueado por otros tres a cada lado,
más pequeños, también lobulados, apoyados en columnas de mármol y sobre los que
se desarrolla una rica decoración de sebka calada, dando paso a una sala
rectangular con alcobas en los extremos.
Labor de yesería en el intrados del arco entre la Sala de Justicia y el Patio del Yeso (2) |
Patio del Yeso (1) |
De vuelta al Patio del León, en su testero sur se ubican tres vanos abiertos en
un antiguo lienzo de la muralla taifa, un acceso en forma de arco de triunfo.
Según algunos autores, bajo el arco central, de medio punto peraltado, se
instalaba el tribunal judiciario castellano destinado al pueblo llano, dando al
recinto un carácter de mexuar cristiano, mientras que los
laterales, cegados, cobijarían a los soldados que hacían la guardia, aunque en 1939 se calaron para dar mayor
visualidad al Patio de la Montería y
la fachada del palacio de Pedro I.
Sección este-oeste del Patio del Yeso, la Sala de Justicia y los arcos que comunican con el Patio de la Montería (3) |
El Patio de la
Montería recibe ese nombre en honor de los monteros que acompañaban al
monarca en sus partidas de caza y ocupa, parcialmente, el ámbito del patio que
articulaba los edificios residenciales de época almohade.
Patio de la Montería |
Tiene planta trapezoidal y organiza los espacios más
relevantes del alcázar, con el palacio
de Pedro I de frente, un pórtico bajo con una galería del siglo XVI a la
derecha, tras el que se ubica el
conocido como Patio de la Casa de
Contratación, y un pórtico simulado que ya es del siglo XVIII a la
izquierda con el acceso al Patio del
Crucero, ante el palacio gótico.
Las arquerías de ladrillo a ambos lados de la portada del palacio de Pedro I
parecen indicar que su articulación perimetral en el siglo XIV podría haber
presentado un aspecto porticado de arcos y pilares de ladrillo, aunque no se
sabe si el proyecto llegó a materializarse o quedó truncado con el asesinato de
Pedro I.
La galería de la
derecha, obra de Antón Sánchez Hurtado en el siglo XVI, tiene doble altura
de arcos de medio punto sobre columnas toscanas en la parte baja y una
acristalada superior con columnas jónicas, con una escalera junto a la fachada
del Palacio de Pedro I y el acceso al Palacio Alto, la zona hoy reservada para
uso de la Corona española o para alojar a invitados ilustres.
Galería derecha en el Patio de la Montería |
En esta ala derecha del Patio de la Montería, donde estaba la
Casa de Contratación de Indias, se
conserva el Cuarto del Almirante, con
un salón inicial de planta
rectangular con techumbre de madera decorada con cuadros de los siglos XIX y XX, propiedad de Patrimonio Nacional, que hoy se utiliza para actos oficiales y
culturales que tiene adosada otra sala en la que se expone una colección de
treinta y siete abanicos donados a la ciudad por doña Gloria Trueba, y la
conocida como Sala de Audiencias,
una estancia de planta cuadrada cuyos muros presentan los escudos de los almirantes
de la corona castellana, desde que Fernando III fundó en Sevilla la Real Armada
de Castilla, hasta Cristóbal Colón y una cubierta de madera pintada del siglo
XVI.
Salón inicial del Cuarto del Almirante (2) |
Cubierta de madera de la Sala de Audiencias del Cuarto del Almirante (2) |
Después se convirtió en capilla, presidida por un retablo de
la Virgen de los Navegantes de Alejo
Fernández, fechado entre 1531 y 1536, con la primera representación conocida
del descubrimiento de América, donde se identifica a Colón y al emperador
Carlos V.
Retablo de la Virgen de los Navegantes de Alejo Fernández |
También está ahí el llamado Patio de la Casa de Contratación, aunque, a pesar de su importancia
histórica, como vestigio de un antiguo palacio almohade reestructurado por
Pedro I, no forma parte del circuito visitable del Alcázar porque está
integrado en el actual edificio de la Consejería de Gobernación de la Junta de
Andalucía, oficinas cerradas al turismo. Conserva, reconstruida por Rafael
Manzano con restos recuperados tras el derribo del edificio, la arquería almohade
norte, con un gran arco central polilobulado, sin elementos originales salvo el
arranque, apoyado en gruesas pilastras flanqueado por dobles vanos menores separados
por pilares que delimitan grandes paños de sebka calada. El pórtico de la sala
sur no ha llegado a nosotros, quizá destruido en el siglo XVI para adecuar el
espacio como Sala del Tesoro, depósito del oro y la plata americanos.
Patio de la Casa de Contratación con el pórtico norte almohade reconstruido (4) |
A la izquierda del Patio de la Montería está el Palacio Alfonsí, gótico, del Crucero o
Cuarto del Caracol, que con todos esos nombres se conoce, mandado edificar
por Alfonso X en 1254 en el Patio del
Crucero del conocido como recinto II de la alcazaba, el espacio principal
de los palacios almohades, quedando el resto de edificios, en el recinto III,
apenas sin alteraciones durante todo el siglo siguiente.
Fachada del Palacio del Crucero en el Patio de la Montería (2) |
El patio, con un eje longitudinal orientado norte-sur, era
un gran jardín rectangular, el más grande del conjunto almohade y el más grande
conocido en Al-Andalus, por encima del Palacio de Comares de la Alhambra. Según
los estudios arqueológicos, contaba con una galería perimetral a la altura de
las estancias que ocupaban los lados norte y sur, sin que se sepa con seguridad
si en los lados este y oeste, los más largos, había alcobas, y un jardín en
crucero rehundido a más de cuatro metros y medio al que se accedía mediante
unas escaleras también desde los lados norte y sur, dividido en cuatro
parterres mediante dos andenes en cruceta con albercas. En el centro se cree
que había una gran fuente o un pabellón que se habría construido a mediados del
siglo XII, en tiempos de Ibn Mardanis.
Planta del Palacio gótico sobre el Patio el Crucero almohade (1) |
La modificación cristiana consistió en transformar el carácter
doméstico de la residencia principal de los califas almohades sevillanos en un
gran palacio cortesano, más pensado para el movimiento de un séquito numeroso
que como vivienda real, el lugar de reunión de la corte poética de Alfonso X,
donde surgieron obras tan importantes como las Cantigas de Santa María o libros
de historia, derecho y ciencia.
La sala meridional del gran patio fue modificada para
conformar dos crujías paralelas flanqueadas por otras dos perpendiculares
cubiertas con bóvedas de crucería y cuatro torres angulares con escaleras de
caracol, de ahí uno de sus nombres, por las que se accedía a una gran terraza almenada
que quizá hizo las funciones de plaza de armas. Para permitir la comunicación
directa entre las alas norte y sur, ahora espacios protocolarios, sin necesidad
de utilizar los estrechos andenes perimetrales o bajar al jardín, también se levantó un gran andén central apoyado en una estructura abovedada en la que
quedó alojada la alberca longitudinal, con pequeños corredores a los lados de
ésta formando dos pasadizos paralelos. El diseño se completó con otros andenes
transversales, reproduciendo en altura el diseño del crucero inferior que
existía en el jardín islámico.
Una de las crujías paralelas se denomina Sala gótica, de las bóvedas o de fiestas,
esta última acepción adoptada a partir de la celebración de la boda real de
Carlos V e Isabel de Portugal en marzo de 1526. Durante el reinado de Felipe II
fue remodelada para darle un aire más renacentista sustituyendo los pilares por
ménsulas, pintando las bóvedas y cubriendo los muros con altos zócalos de
azulejos del ceramista Cristóbal de Augusta con decoración heráldica,
grutescos, cariátides… y alegorías de las virtudes cardinales, Fortaleza,
Justicia, Templanza y Prudencia, que rinden homenaje al emperador, al que
presentan como un héroe clásico, y a su esposa.
Sala gótica |
En paralelo a esta sala gótica está el Salón de tapices, reconstruido de nueva planta tras el terremoto de 1755 con epicentro en Lisboa por orden de Carlos III. Presenta planta rectangular con cubiertas de bóvedas
baídas con yeserías barrocas. Recibe ese nombre porque en época de Carlos V fue
decorado con la serie de grandes tapices de la Conquista de Túnez en 1535,
realizados a partir de 1546 por encargo de María de Hungría, hermana del
emperador, según cartones de Jan Cornelisz Vermeyen y Pieter Coecke van Aelst y
tejidos en el taller de Bruselas de Willem de Pannemaker. Pero en el siglo XVIII
ya estaban tan dañados que en 1740 Felipe V encargó unas copias, que son las
que ocupan este salón desde 1929, mientras que los originales, propiedad de
Patrimonio Nacional y restaurados en el años 2000, forman parte de la colección
del Palacio Real de Madrid.
Salón de tapices |
De las crujías perpendiculares destaca la ubicada a la
derecha, en la parte occidental, porque es la que conforma la capilla gótica, y para la que fue
necesario derribar parte de la muralla abbadí, que quedó embutida en el edificio
gótico, que los recintos II y III del alcázar perdieran su carácter
independiente y adentrarse en parte del palacio almohade allí ubicado, aunque
el resto se mantuvo simplemente cambiando los pavimentos y transformando el
patio.
Capilla gótica |
La capilla cuenta con un retablo de la Virgen de la Antigua
del siglo XVIII de Diego de Castillejo y a los muros también se añadió un
zócalo de azulejos de Cristóbal de Augusta en época de Felipe II.
Tras el terremoto de Lisboa, las importantes obras de restauración que hubo que acometer también se aprovecharon para dar al
patio un aire barroco rellenando con tierra los parterres para formar el actual
patio y levantando una nueva fachada porticada, obra de Sebastián van der
Brocht.
Fachada del siglo XVIII en el Palacio gótico |
Sección del Patio del Crucero con los Baños de doña María y la fachada barroca (1) |
Como todo el patio se vio muy afectado por el terremoto de
Lisboa, el arquitecto también optó por macizar la zona
ajardinada hasta la altura de los pisos superiores y convertir la antigua
cisterna almohade en un sótano bajo el palacio gótico, un ámbito que todavía se
conserva y que se conoce como “Baños de doña María” en honor a doña María de
Padilla, noble amante de Pedro I que, según la leyenda, se bañaba en ella. El
rey consiguió que las Cortes castellanas la proclamaran reina después de muerta
y que el arzobispo de Toledo considerara válido su matrimonio de palabra y
anulara los otros dos que el monarca había contraído, legitimando así a sus
hijos como sus sucesores, de ahí que sus restos descansen en la Capilla Real de
la catedral de Sevilla. Pero las luchas fraticidas durante el reinado de Pedro
I finalmente terminaron en un cambio de dinastía en la casa Trastamara y la
persona de Enrique II, su hermanastro, hijo de Alfonso XI y de doña Leonor de
Guzmán.
Baños de doña María (2) |
De nuevo en el Patio de la Montería, ámbito vertebrador de
todo el conjunto, en su lado sur, en eje con la entrada desde la Puerta del León, el Patio del León y la
Puerta de la Montería se ubica el Palacio mudéjar, empezado a construir
por Pedro I suponiendo la destrucción de los edificios almohades del recinto
III, el cambio en el sistema de accesos marcando ese nuevo eje descrito y la
desaparición del esquema urbano islámico.
La fachada del Palacio mudéjar desde el arco central del Patio del León |
De todos modos, según Almagro, sólo habría podido
materializarse parte de un proyecto mucho más ambicioso que quedó truncado por
la guerra civil, pues lo que se pretendería sería haber convertido el patio en
el gran espacio distribuidor de tres grandes palacios reformados: el palacio
gótico hacia el este, el palacio mudéjar hacia el sur y un gran palacio hacia
el oeste que sería la qubba o salón principal de todo el
recinto y que ni se empezó, en lo que hoy ocupa lo que se conserva de la Casa
de Contratación de Indias creada por Isabel I en 1503.
El Palacio de Pedro I
fue erigido entre 1356 y 1366 como zona más privada, aunque sin perder su
sentido simbólico y representativo, respecto al carácter más protocolario del
Palacio gótico, utilizado para grandes reuniones y audiencias de la corte
aprovechando sus grandes salones y su acceso directo desde el crucero del
patio, usos que se han mantenido, paradójicamente, hasta la actualidad.
Su construcción denota un mudejarismo sutil porque las
formas son más claramente islámicas, pero su articulación espacial buscó
resolver necesidades distintas a las de un palacio musulmán, teniendo como
precedentes además, por supuesto, de la arquitectura nazarí de Muhammad V en Granada,
los dos palacios construidos pocos años antes por el monarca y su esposa, doña
María de Padilla, en Tordesillas y Astudillo, ambos después convertidos en
conventos de clarisas, creyéndose que en los tres trabajaron los mismos
artífices procedentes de Sevilla, Granada y Toledo.
La fachada, quizá
la imagen más característica de todo el Alcázar, es insólita en la tradición
islámica, pues por imperativo coránico no se puede hacer ostentación de riqueza
en el exterior de las casas para no ofender a los pobres que pasen ante ella.
Pero las necesidades del nuevo comitente cristiano eran otras, pues las
fachadas se conforman como demostración de la categoría de su propietario.
Fachada del Palacio mudéjar (2) |
Dibujo de la fachada del Palacio mudéjar (3) |
La actual disposición es fruto de distintas transformaciones a lo largo de su historia. Destaca por su majestuosidad, con una composición
similar a la de Comares de la Alhambra de Granada aunque algo más tosca. Se
compone de tres módulos de dos cuerpos, el central con una portada organizada
mediante vano adintelado decorado con ataurique flanqueado por arcos laterales
polilobulados ciegos prolongados en sebka almohade sevillana, una
franja de otros arcos polilobulados ciegos sobre columnillas califales
reutilizadas y rica decoración vegetal y heráldica, un segundo cuerpo con las
ventanas del piso superior, un registro rectangular con aspecto de dintel
adovelado realizado con piezas cerámicas vidriadas azules incrustadas en el
paramento de piedra formando una inscripción en escritura cúfica en la que se
lee ocho veces el lema nazarí “Y no vencedor sino Alá” rodeada de otra
inscripción fundacional en letra gótica del siglo XIV dedicada a Pedro I.
Portada del Palacio mudéjar |
Labor de yesería en ataurique del dintel de la puerta |
"El mui alto
et muy noble et mui poderoso et muy conqueridor Don Pedro por la gracia de Dios
rey de Castiella et de León, maneo (sic por mandó) fazer estos alcaçares et
estos palacios et estas portadas que fue fecho en la era de mill et
quatrocientos y eos (sic por dos)".
La portada está rematada por un impresionante tejaroz de
madera con decoración de mocárabes.
Este módulo central de la fachada se ha interpretado como
una sublime puerta, un trono exterior siguiendo una tradición oriental, el
lugar ante el que se sentaba el rey presidiendo el supremo tribunal judiciario
para impartir justicia.
Las calles laterales presentan un primer cuerpo de las
antiguas arquerías que rodearían el patio, seguramente tapiadas a fines del
siglo XV y reabiertas en 1937. Se componen de cuatro arcos de medio punto
peraltados sobre pilares a cada lado, todo ello realizado en ladrillo. Los del
lado izquierdo son ligeramente mayores que los del derecho por la asimetría de
la fachada provocada por el pie forzado de buscar ubicar la portada en el eje
visual que atraviesa las sucesivas puertas del nuevo acceso dispuesto por Pedro
I. Sobre estos arcos se ubicaba un alero de canes inclinados al estilo nazarí
como remate del tejado, y los paramentos de la planta alta, lisos, con un vano
a cada lado y rematados por una sencilla cornisa, estaban retranqueados
respecto de la línea de arcos inferiores. Pero con una ampliación de la segunda planta realizada durante el reinado de Carlos V por el arquitecto Luis de Vega, esta segunda altura quedó
organizada mediante dos galerías con arco de medio punto peraltado central
flanqueado por grupos de tres arquillos también peraltados sobre finas columnas
de mármol, repitiendo de nuevo la decoración en sebka. El tejado de este piso alto
se corresponde a una intervención de mediados del siglo XIX tras un incendio en
1762 que destruyó parte de la planta alta.
Planta baja del Palacio mudéjar (3). Las indicaciones son mías |
Atravesando la puerta se accede a una sala transversal a
modo de vestíbulo que distribuye los
dos sectores del palacio. A la parte pública, por la izquierda, se accedía, tras
atravesar un segundo vestíbulo situado en sentido perpendicular al primero, que
contaba con una puerta, hoy tapiada, con una de las escaleras que subían a
la segunda planta, el Cuarto Real Alto,
y un corredor, con otra puerta a la izquierda que comunicaba con los salones de
aparato del Cuarto del Caracol y que desemboca en el Patio de las Doncellas, un nombre que empieza a utilizarse en el
siglo XVI pero que en realidad no responde a su uso, pues en su origen era el
patio del Rey.
Cubierta del vestíbulo |
Arco entre el vestíbulo y el acceso a la parte pública del Palacio mudéjar |
El acceso a la parte privada, en torno al Patio de las Muñecas, se realizaba a
través de otro corredor en recodo que está a la derecha del vestíbulo.
Cubierta del corredor que conduce el Patio de las Muñecas |
Otra de las características más originales de este palacio
fue la presencia de un piso alto, el
mencionado Cuarto Real Alto, sobre
el ala norte, donde estaban los aposentos principales, y sobre el ala sur, con
unos apartamentos abiertos al jardín.
Sección transversal norte-sur hipotética del Palacio mudéjar en época de Pedro I, con el alzado del Cuarto Real Alto a la derecha (5) |
Sección transversal norte-sur del Palacio mudéjar en la actualidad (3) |
Cámara de Audiencias del Cuarto Real Alto en la actualidad (2) |
Los aposentos principales, con acceso mediante dos
escaleras, quizá una oficial y otra privada, estaban protagonizados por un
vestíbulo, un salón alargado en paralelo al patio destinado a los cortesanos y
una sala casi cuadrada a modo de qubba, como salón de recepción
privado o Cámara de Audiencias, con una balconada abierta a la fachada
principal en el Patio de la Montería y cuyo volumen externo sobresale por detrás
de la portada realzando su simbolismo. El acceso a los apartamentos abiertos al
jardín sur, quizá dependencias de uso invernal, se realizaba mediante otras
escaleras en el ángulo oriental del patio.
El Patio de las
Doncellas marca un eje principal longitudinal y está rodeado de una
galería, una solución andalusí que también vemos en el Patio de los Leones de
la Alhambra, enmarcada plenamente en la concepción islámica de espacio abierto
y ajardinado como centro de distribución del resto de habitaciones, que es como
podemos verlo en la actualidad, pues en las últimas restauraciones, finalizadas
en la década del 2000, se ha buscado recuperar el aspecto que tendría el diseño
original del jardín central en tiempos de Pedro I, con un estanque longitudinal
flanqueado por sendas zonas deprimidas en casi un metro respecto del suelo
general y arquillos doblados realizados en ladrillo en todo su perímetro.
Frente a la tradición hispano-musulmana de doble pórtico en
los lados menores, aquí nos encontramos con una galería perimetral a modo de
peristilo. Está organizada mediante arcos polilobulados que apoyaban en fustes
y capiteles califales reutilizados de palacios cordobeses que durante las
reformas emprendidas en época de Carlos V y prolongadas con Felipe II según el
arquitecto real Luis de Vega, se optó por sustituirlas por columnas
renacentistas del taller de Antonio Maria Aprile de Carona de Génova. También
destaca la ausencia de alfices, sustituidos por paños de sebka prolongados de tradición local, tal y
como ya hemos visto que se utilizan, por ejemplo, en el Patio del Yeso.
Reconstrucción hipotética del Patio de las Doncellas en epoca de Pedro I (6) |
Las obras de Luis de
Vega en el siglo XVI consistieron en la reorganización del Cuarto Real Alto para convertirlo en
palacio de invierno de Carlos V, añadiéndose una segunda galería perimetral
de circulación compuesta por balaustradas marcadas en sus
pedestales por las armas y el Plus Ultra imperiales y arcos de medio punto con
decoración plateresca de yesería soportados por columnillas jónicas simples o
dobles alternas.
Patio de las Doncellas en la actualidad |
En la galería
oriental baja no hay habitaciones por estar pegada a la capilla del Palacio
gótico, aunque presenta tres divanes de gusto oriental en los que descansar contemplando el jardín practicados en el muro.
La crujía norte baja acoge dos salas paralelas
conocidas como Dormitorio de los Reyes
Moros o Alcoba Real. El acceso es un gran arco de medio punto
flanqueado por ventanas geminadas y se
compone de dos dependencias rectangulares, la Sala Regia, cubierta con una armadura morisco-renacentista que
combina los elementos geométricos con motivos renacientes, y el Dormitorio de verano del rey, separado
de la anterior mediante una arcada de herradura triple enmarcada por un alfiz
sobre el que se sitúan tres ventanas ciegas adornadas con ricas celosías.
Sala regia de la Alcoba Real (2) |
Arcada de comunicación entre la Sala Regia y el Dormitorio de verano del rey (2) |
Dormitorio de verano del rey (2) |
En la crujía sur baja
se encuentra el Salón del Techo de
Carlos V, que se cree que en origen debió ser la capilla del palacio, en la que destaca el artesonado, una de las
cubiertas renacentistas más destacables del alcázar.
Crujía sur del Patio de las Doncellas |
Salón del Techo de Carlos V |
Desde la galería
occidental baja del Patio de las Doncellas, a través de un gran arco que
conserva las puertas originales, realizadas por carpinteros toledanos con hojas
talladas en madera de pino ataujeradas, doradas y policromadas con decoración
epigráfica árabe en su caras externas y en castellano en las internas, se accedía,
a través de una antesala que simbolizaba la separación entre los súbditos y el
monarca, a otra qubba, la sala principal del
palacio, utilizada para recepciones privadas, seguramente construida porque la
que se ubica sobre el vestíbulo y que sobresalía en la fachada de la Montería
tenía un complicado acceso por una estrecha escalera y no servía para las
funciones simbólicas de representación del poder que el monarca pretendía. Aunque
se cree que quedaría inconclusa, se piensa que la idea habría sido cubrirla con
una armadura de artesa ochavada similar a la que conserva la Sala de Justicia
del Patio del Yeso.
Convertida después en Salón
de Embajadores, en la actualidad conserva la planta cuadrada y muestra
zócalo de azulejería, paredes con rica decoración de yesería policromada que
abre a tres de sus lados mediante triples arcos de herradura sostenidos por
columnas de fustes de distintos colores y capiteles califales a su vez
abarcados por otro gran arco de herradura y una cubierta con friso con los
retratos de cincuenta y seis reyes españoles, desde Recesvinto hasta Felipe
III, identificados por su nombre, su heráldica y las fechas de su reinado,
además de los de treinta y dos damas, sobre la que se alza una bóveda
semiesférica con pechinas de mocárabes dorados realizada por Diego Ruiz en 1427
a la que a fines del siglo XVI, después de modificarse la segunda planta al
conjunto, se le abrieron cuatro balcones, uno por cada lado.
Uno de los lados de acceso al Salón de Embajadores |
Bóveda del Salón de Embajadores |
Decoración del Salón de Embajadores |
El Salón del Techo de
Felipe II o de la media caña es un ámbito alargado adosado en paralelo a
toda esta crujía occidental del Palacio
mudéjar y recibe el segundo nombre por la forma de su artesonado.
Salón del Techo de Felipe II (2) |
Desde este salón, a través de una galería, puede iniciarse
el recorrido por los jardines del alcázar, una parte fundamental del mismo, con
diversas transformaciones a lo largo de los siglos y aunando características
árabes, renacentistas y contemporáneas, dispuestos en terrazas y con varias
fuentes y pabellones e infinidad de especies vegetales, a los que en breve
le dedicaré un artículo monográfico.
A la izquierda del Salón de Embajadores están las alcobas
que ocupaban los infantes en época de los Reyes Católicos y todas destacan por
su decoración, donde se repiten los zócalos de azulejería, las yeserías y las
techumbres mudéjares.
Salón de los infantes (2) |
A la derecha del Salón de Embajadores, en torno al Patio de las Muñecas, se ubican las habitaciones privadas
que estuvieron destinadas al príncipe heredero, don Juan, nacido en el alcázar. Este patio, de pequeñas dimensiones y planta cuadrangular, debe su nombre a los rostros que aparecen en
varios de sus arcos. Sólo
conserva la planta baja mudéjar, pues en el siglo XIX, durante el reinado de
Isabel II, cuando el palacio se convirtió en residencia de los duques de
Montpensier, fue ampliado añadiéndosele el entresuelo, la galería superior y la
montera. Destacan los fustes califales con capiteles de avispero que soportan
arcos peraltados festoneados trasdosados en sebka.
Detalle de una de las caras que dan nombre al patio (2) |
Patio de las Muñecas (7) |
Detalle del trabajo de sebka en el Patio de las Muñecas |
Parte superior del Patio de las Muñecas |
A ambos lados del patio están el Salón de los Pasos Perdidos y el Salón de los Reyes Católicos y de frente se ubica el Cuarto del Príncipe.
Cubierta morisco-renaciente del Salón de los Reyes Católicos |
Cuarto del príncipe |
Detalle de la labor decorativa del Cuarto del príncipe |
Durante el reinado de los Reyes Católicos la estructura de jardín central con arriates y
estanques del Patio de las Doncellas ya no era adecuada, y menos todavía en el
reinado de Felipe II, cuando se optó
por nivelar todo el espacio en altura eliminando la alberca central y los
jardines laterales para forrarlo con solería de mármol, se cree que en damero
blanco y negro, aunque en siglos sucesivos sufriera distintas modificaciones,
para convertirlo en un patio, mucho
más útil para desarrollar el rígido protocolo de los Ausburgo y más acorde con
los nuevos gustos estéticos, una estructura que considero mucho más
coherente con el alzado que se
conserva, que muestra la galería baja de arcos lobulados y la galería alta
añadida en el siglo XVI que cambia por completo el aspecto general del ámbito. Pero
la mencionada reciente recuperación del jardín de Pedro I no parece haber tomado en consideración estas circunstancias, más teniendo en cuenta que se cree que
el jardín nunca llegó a concluirse ni a funcionar como tal, seguramente
enterrado tras el asesinato de Pedro I.
Evolución del Patio de las Doncellas (1) |
En el siglo XVIII, con motivo de la estancia de Felipe V
durante el llamado “Lustro Real”, toda la planta superior fue redecorada y en
la actualidad no se tiene acceso en una visita turística habitual, que se
limita a la planta baja, porque es de uso privado para la actual familia real,
administrada por Patrimonio Nacional. Se puede acceder mediante el pago de un
suplemento pero no aparece anunciado en ningún folleto. Cuenta con un
vestíbulo, estancia conservada de tiempos de los Reyes Católicos, un oratorio y
un mirador también de esta época, una cámara oficial o de audiencias, el
comedor de gala, construido durante el reinado de Felipe II, el que fuera
dormitorio de Pedro I… El altar cerámico del oratorio es obra trascendental de
Niculoso Pisano porque fue el primer paño ejecutado en Sevilla con azulejería
lisa polícroma, fechado en 1504.
Altar de la Visitación de Niculoso Pisano (2) |
Para terminar con este recorrido arquitectónico, tras volver
al Patio de la Montería y atravesar la Galería dieciochesca que recorre la
fachada norte del Patio del Crucero, ya de salida del recinto, llegamos al Apeadero, un amplio zaguán de planta
rectangular con tres naves separadas por columnas construido en época de Felipe
V, en contacto con unas nuevas caballerizas y abierto
al Patio de Banderas, un amplio
ámbito rectangular que funcionaba como Plaza de Armas del recinto militar del
Alcázar, la zona más antigua del complejo, que recibe ese nombre porque en él
se colocaban las banderas que señalaban la presencia del rey en el palacio. Su
aspecto actual corresponde a la renovación de su fachada en tiempos de Felipe
IV y a la reconstrucción del Cuarto del Alcalde en la fachada sur y la
renovación de una serie de viviendas almohades en el lado norte como casas de
oficios para alojar al médico, al capellán, al boticario, al intendente y a otros
cargos necesarios a la Casa Real en el lustro entre 1729 y 1733 en el que la
corte de Felipe V estuvo alojada en el Alcázar.
Galería dieciochesca (2) |
Apeadero |
Patio de Banderas, con la Giralda al fondo |
Y después de este paseo arquitectónico también podéis recrearos en la intrincada historia de los Reales Alcázares, aunque para conocer los magníficos jardines abiertos a la vista turística habrá que esperar a una próxima publicación.
Para terminar, aquí os dejo este enlace desde el que podréis recrearos en otros monumentos de SEVILLA en Viajar con el Arte.
Imágenes ajenas:
(1) TABALES RODRÍGUEZ, M. Á., El Alcázar de Sevilla. Reflexiones sobre su origen y evolución en la Edad Media. Memoria arqueológica 2000-2005, Sevilla, Consejería de Cultura Junta de Andalucía y Patronato del Real Alcázar de Sevilla, 2008.
(3) ALMAGRO, A., Planimetría del Alcázar de Sevilla, Granada, 2000.
(5) ALMAGRO, A., “El Alcázar de Sevilla en el siglo XIV”. En VIGUERA, M. J. (ed.), Ibn Jaldún. El Mediterráneo en el siglo XIV. Auge y declive de los imperios, Sevilla, Legado Andalusí, 2006, pp. 398-403.
(6) ALMAGRO, A., “Los palacios de Pedro I de Castilla: la arquitectura al servicio del poder”, Anales de Historia del Arte, vol. 23, II, 2013, p. 25-49.
(7) Apuntes del Real Alcázar de Sevilla, 14, 2013.
Fuentes:
ALMAGRO, A., “El Patio del Crucero de los Reales Alcázares de Sevilla”, Al-Qantara, XX, 2, 1999, pp. 331-376.
ALMAGRO, A., Planimetría del Alcázar de Sevilla, CSIC, Granada, 2000.
ALMAGRO, A., “La recuperación del jardín medieval del Patio de las Doncellas”, Apuntes del Alcázar de Sevilla, 6, 2005, pp. 44-67.
ALMAGRO, A., “El Alcázar de Sevilla. Un palacio musulmán para un rey cristiano”. XI Congreso de Estudios Medievales "Cristianos y musulmanes en la península Ibérica: la guerra, la frontera y la convivencia, León, 23-26 de octubre de 2007, Fundación Sánchez-Albornoz, pp. 333-365.
ALMAGRO, A., “Los Reales Alcázares de Sevilla”, Artigrama, 22, 2007, pp. 155-185.
ALMAGRO, A., “Una nueva interpretación del Patio de la Casa de Contratación del Alcázar de Sevilla”, Al-Qanṭara, Vol. XXVIII, nº 1, 2007, pp. 181-228.
ALMAGRO, A., “Los palacios de Pedro I de Castilla: la arquitectura al servicio del poder”, Anales de Historia del Arte, vol. 23, II, 2013, p. 25-49.
CÓMEZ, R., “El Alcázar bajomedieval”, Apuntes del Real Alcázar de Sevilla, 14, 2013, pp. 94-137.
LLEÓ, V., “El Alcázar”, Apuntes del Real Alcázar de Sevilla, 14, 2013, pp. 20-29.
MANZANO, R., “Los patios y jardines del Alcázar de Sevilla”, Apuntes del Real Alcázar de Sevilla, 14, 2013, pp. 176-195.
MARÍN FIDALGO, A. Mª, “La arquitectura del Alcázar en la Edad de Carlos V”, Apuntes del Real Alcázar de Sevilla, 14, 2013, pp. 138-153.
ROBADOR, Mª D., “Restauración de los patios y jardines La Galera, Troya y Danza del Real Alcázar de Sevilla”, Apuntes del Alcázar de Sevilla, nº 8, 2007, pp. 54-93
TABALES RODRÍGUEZ, M. Á., El Alcázar de Sevilla. Reflexiones sobre su origen y evolución en la Edad Media. Memoria arqueológica 2000-2005, Sevilla, Consejería de Cultura Junta de Andalucía y Patronato del Real Alcázar de Sevilla, 2008.
TABALES, M. Á., “Origen y Alcázar islámico”, Apuntes del Real Alcázar de Sevilla, 14, 2013, pp. 118-117.
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