El Castillo de Coca, en Segovia, en la actualidad

El Castillo de Coca se erige en un meandro junto a un escarpe del río Voltoya, al suroeste de esta población segoviana, una situación en un extremo del núcleo urbano que respondería a razones estratégicas, pues en el periodo de constantes revueltas nobiliarias y entre la propia familia real que protagonizaron los reinados de Juan II, Enrique IV y los Reyes Católicos, su construcción intramuros de la ciudad podría haber sido también peligrosa si los propios habitantes de la villa dejaban de ser leales a su señor feudal para ponerse del lado de otro noble y lo asediaban, dejándole sin escapatoria.

Fachada sur del castillo con el primer recinto, más bajo, y el segundo, que sobresale por detrás,
sin que se aprecie el profundo foso que los rodea

Como en un artículo anterior (enlace aquí) ya nos detuvimos en la Historia de Coca y géneris del castillo, ahora nos toca pasearnos por este imponente monumento, considerado el mejor exponente conservado del mudéjar militar castellano y un ejemplo esencial de la importancia que tuvo el uso de las formas de construcción hispanomusulmanas como elemento de prestigio, que comienza ya en el siglo XII, con el ejemplo de Las Huelgas de Burgos, y que se intensifica en el XIV, a medida que se van incorporando a la corona más ciudades andalusíes, durante los reinados de Juan II y Enrique IV, aplicadas no solo a la conservación y remodelación de edificios islámicos, como el Alcázar de Sevilla o la Aljafería de Zaragoza, sino que también se utilizaron en nuevas construcciones, como los palacios de Tordesillas o Astudillo, una moda a la que también se sumó la nobleza vinculada a estos reyes, como los Enriquez, los Ayala, los Ponce de León, los Mendoza, los Guzmán o los Fonseca, y que no sólo afectó a la arquitectura sino que también impregnó los modos de vida y la etiqueta cortesana.

Un testimonio a este respecto podemos encontrarlo en el relato del viaje por Europa con un séquito de cuarenta personas que realiza el barón bohemio León de Rosmithal de Blatna, recabando en la Península Ibérica en 1466, en el que al mencionar las costumbres en Castilla dice:

“En la ciudad (se refiere a Burgos) reside ahora un poderoso Conde que llevó á su palacio á mi Señor y á sus compañeros, acudiendo también hermosas doncellas y señoras ricamente ataviadas á la usanza morisca, las cuales, en toda su traza y en sus comidas y bebidas, siguen dicha usanza. Unas y otras bailaban danzas muy lindas al estilo morisco, y todas eran morenas, de ojos negros, comian y bebian poco, saludaban alegres al Señor y eran muy amables con los tudescos”. (1)

“El Rey (se refiere a Enrique IV Trastamara) nos dio pronto audiencia, sentado en tierra sobre tapices á la usanza morisca”. (1)

El Castillo de Coca actual es fruto de una reconstrución que comenzó en 1956 bajo la dirección de las Reales Academias de Bellas Artes de San Fernando y de la Historia, a las que se les concedieron plenos poderes, con la supervisión del arquitecto del Servicio de Defensa del Patrimonio Artístico Nacional Pons Sorolla y la ejecución de los arquitectos Miguel de los Santos Nicolás y Fernando Cavestany, y aunque en el propio proyecto se afirmaba que la obra de restauración se realizaría con el mayor de los escrúpulos, hubo demasiadas “licencias”, quedando terminada en 1958 con el resultado que hoy se contempla.

Remontándonos a sus orígenes, esta imponente fortaleza se levantó aprovechando parte de la muralla medieval de Coca, erigida tres siglos antes, de ahí que sus paramentos sur y oeste sean, realmente, los de la muralla pero forrados de ladrillo. Así, esa parte del recinto quedó intramuros, dejando extramuros las barreras norte y este.

Ángulo sureste del castillo. A la derecha se aprecia el aprovechamiento de la muralla medieval (2)

Detalle del aprovechamiento de la muralla medieval (2)

Plano de Coca y ubicación del castillo en el proyecto de reconstrucción
de mediados del siglo XX. Planoteca IPCE

Destaca porque está realizado en ladrillo, aunque utilizado no sólo con función defensiva sino también como elemento decorativo creando juegos de colores y formas, a lo que también contribuían estucados y pintados exteriores en los que se usaron solo tres colores: el blanco del yeso del fondo, el rojo almagre o almagra, del árabe “ma[a]rah”, “tierra roja”, un óxido de hierro, y, en ocasiones, el negro de humo. La técnica consistió en aplicar colores al temple sobre un dibujo con la estructura general del diseño realizada sobre el mortero todavía fresco, un fresco seco que ha soportado mal el paso del tiempo.

Los motivos son geométricos y arquitectónicos, los más abundantes, pero también epigráficos, heráldicos, vegetales, simbólicos y zoomorfos, sin que se hayan localizado restos de representación humana. Igual que las sedas de Al-Andalus, muy apreciadas en el ámbito cristiano, fueron reutilizadas en vestimentas litúrgicas y en sepulturas, también se considera que tuvieron una importante dimensión arquitectónica, siendo evidente su influencia en la decoración pictórica de los paramentos exteriores del castillo de Coca, donde se contraponen diseños de círculos, zigzagueados o bandas de inscripciones que siguen idéntico ritmo al de las ricas telas andalusíes.

Detalle de la decoración mural del castillo de Coca comparado con un detalle de la almohada
de León de Castilla conservada en el Monasterio de las Huelgas de Burgos (3)

Planta del Castillo de Coca (4). Las indicaciones son mías

El castillo consta de un inmenso foso seco de unos cuatrocientos sesenta metros de perímetro construido aprovechando el barranco que desemboca en el río Voltoya y realizando una enorme excavación en los lados más próximos al pueblo.

Detalle en el que se aprecia la profundidad del foso y una de las torres angulares del primer recinto

El foso rodea dos grandes recintos cuadrangulares. El primero, que se erige desde el fondo del foso, disimulando su gran altura desde la distancia, es una barrera exterior de función defensiva con pronunciado escarpe, muros con base alamborada, en talud, que además de reforzarlos hacían rebotar entre los sitiadores los proyectiles arrojados desde las almenas, cañoneras y torres esquineras de planta octogonal, relativamente bajas pero de gran grosor y muy difíciles de derribar, con ángulos obtusos en las esquinas y garitones poligonales, una forma habitual de la arquitectura militar almohade, terminados en punta de diamante en cada una de sus caras.


Garitones de una de las torres poligonales

Las cuatro torres del primer recinto son similares, albergando en su interior tres salas sucesivas en altura con planta circular o rectangular cubiertas con bóvedas circulares de casquete esférico realizadas con ladrillo macizo, a modo de casamatas y con tres o cuatro galerías de tiro rematadas con troneras de cruz y orbe o de buzón desde donde poder disparar con cualquier arma montada y en las que se podía ubicar, por lo menos, una pieza de artillería. Por la abertura circular salía el arma y la cruz hacía las veces de mirilla.

Esquema de una de las torres defensivas del recinto exterior (5)

Tronera de uno de los garitones de una torre

Además, la base del extremo suroeste, el más expuesto, cuenta con un sistema de contraminas conformado mediante un espolón con un pozo que tendría agua procedente de un depósito localizado en la contraescarpa y que serviría para refrigerar los cañones pero también para detectar posibles zapas bajo la fortaleza, como también existen en el Castillo de la Mota.

El remate de este recinto exterior se compone de una crestería de pequeños arquillos de medio punto suspendidos sobre ménsulas, que en realidad son matacanes, sobre la que se extiende un adarve perimetral con almenas y robustos merlones defensivos con troneras de cruz y orbe y saeteras decorados con semicolumnas de ladrillos verticales aplantillados con la función de rompepuntas de las flechas de los sitiadores.

La variedad de aberturas en los muros denota el uso simultáneo de armamento todavía medieval, como las ballestas, y armas de fuego ya renacentistas, tanto manuales como montadas, más evolucionadas y basadas en la pólvora.

Entre el recinto exterior y el interior se ubica la liza, un espacio empedrado que rodea todo el conjunto. El recinto interior es más alto y también tiene torres en las esquinas: “del Homenaje”, “de Pedro Mata”, “de la Muralla” y “de los Peces”. Las tres últimas son de planta octogonal y la Torre del Homenaje, más alta, y que protegía el acceso al patio de armas, tiene planta cuadrada con cuatro torrecillas de tres cuartos de cilindro en las esquinas. Además, bajo las de la Muralla y de los Peces, a ambos lados del flanco sur, hay dos pasillos de los que no se conoce su finalidad, aunque la presencia de buhederas en el intradós de sus bóvedas nos hablan de un carácter defensivo, de hostigamiento vertical.

Liza de la fachada sur

Liza de la fachada sur con el enigmático pasadizo bajo la torre de la esquina sureste

Pasadizo en la torre con la buhedera en la bóveda de cañón que lo cubre (5)

El foso contaría con dos puentes, uno por el que todavía se entra, en la fachada este, y que daría acceso al castillo desde la localidad, intramuros, y otro en la esquina noroeste que ha desaparecido y que era la entrada extramuros.

Fachada este, hacia el casco urbano, con el acceso actual al castillo y la Torre del Homenaje
en la esquina noreste del segundo recinto

La misma fachada antes de la restauración (5)

Puente que salva el foso en la fachada este, abierta a la localidad. Foto tomada
de un panel  en el castillo

El mismo puente en la actualidad

Fachada oeste con la entrada, ya sin puente, extramuros de la ciudad

Quizá desde esta entrada un posible atacante no tendría más remedio que realizar un largo recorrido por toda la liza obligándole a pasar bajo las buhederas mediante muros y cierres desmontables colocados entre las torres del recinto interior y la barrera exterior, hasta llegar a la puerta de acceso al patio de armas, en la esquina noreste del recinto interior y justo al lado de la Torre del Homenaje. De todos modos, no se han encontrado evidencias que constaten la existencia de los citados cierres desmontables, sin que pueda saberse si es que no existieron o que sus huellas quedaron borradas en la restauración de mediados del siglo XX.

Posible explicación defensiva a los pasadizos bajo las torres que flanquean el lienzo sur, con el
complicado recorrido que tendrían que hacer unos posibles atacantes antes de conseguir
llegar a la entrada del patio de armas (5)

Otra explicación dada a estos enigmáticos pasillos bajo las torres es que originalmente no se pensaría en una barrera exterior pero que cuando esta última se levantó quedaron inservibles.

En cuanto al remate, este segundo recinto también presenta la crestería sobre la que se sitúa un adarve de almenas y merlones con troneras de cruz y orbe, aunque en este caso las semicolumnillas de ladrillos que muestra la decoración del primer recinto están sustituidas por hiladas verticales de ladrillos en esquinilla. En el centro de cada una de las fachadas se ubica una escaragüaita.

Detalle del remate del recinto interior con crestería y las hiladas verticales de ladrillos en esquinilla

Adarve del recinto interior desde la Torre del Homenaje, con la población de Coca al fondo

Una vez atravesado el puente que salva el foso en el lado este del castillo, desde el núcleo urbano, se encuentra una puerta de arco lobulado con matacanes flanqueada por dos cubos de planta octogonal desde la que se accede a la liza, teniendo que hacer un recorrido en recodo, lo mismo que ocurre en el castillo de los Mendoza de Manzanares el Real, girando a la derecha y bordeando la Torre del Homenaje para llegar al lado norte, donde se ubica la puerta de acceso al patio de armas.

Puente y portada exterior desde el núcleo urbano de Coca

Detalle de los matacanes sobre la portada exterior este (5)

La portada de entrada al patio de armas se organiza mediante un vano en arco carpanel enmarcado por otro apuntado que parte de sendas molduras de modillones que también son la base de un alfiz conformado por una banda plana de ladrillos, una cenefa de dientes de sierra en la parte superior que en el centro presenta un nicho en forma de escudo y albanegas decoradas con esgrafiado formando una retícula curvilínea.

Portada de acceso al patio de armas

Los arcos, realizados en ladrillo, fueron revocados y decorados con grafitos incisos que fingen dovelas de piedra, la misma técnica utilizada para simular un despiece de sillería en el tímpano y que apenas se distingue en la actualidad. Tras la clave del arco apuntado se ubica un buzón matafuego, cuya función era poder verter agua sobre la puerta para evitar cualquier intento de quemarla ante un ataque.

El paño superior de la portada, rematado con unos matacanes defensivos reconstruidos, también presenta decoración esgrafiada en la que se distinguen hexágonos alargados y entrelazados cuyo fondo es la propia fábrica de ladrillo.

Detalle del arco apuntado con el buzón matafuego y los matacanes fingidos reconstruidos

Tras el vano se ubica el rastrillo y justo tras él se localizaron vestigios de una posible segunda puerta.

Como ya se ha comentado, el patio de armas del siglo XVI organizaba las estancias nobles del castillo, en las que se realizaban las fiestas y recepciones, pero en 1828, ya muy arruinado, fue definitivamente desmontado por orden del duque de Berwick, su propietario, para vender los materiales, conservándose solamente algunos capiteles de la galería superior, algunas placas de mármol y restos de azulejos. Así, el actual es fruto de una reconstrucción. En esta campaña también se desmontaron las logias que corrían sobre los adarves y el mirador sobre la Torre Pedro Mata.

El castillo después de haber desmantelado el patio de armas. Foto tomada de un panel en el castillo

El patio de armas en la actualidad

"El castillo es soberbio. Os escribí una entusiasmada postal desde lo alto de la torre. Con el tiempo estupendamente claro y soleado, la naturaleza en derredor se mostraba magnífica y monumental en su yerma melancolía. También esta obra es de ladrillo, algo anterior a Medina [del Campo], aunque de un estilo completamente distinto, casi puramente morisco (mudéjar). Me apena ver cómo ha sido abandonado al deterioro. Del rico interior, un patio de columnas, paredes cubiertas de azulejos y de los pisos no ha quedado ni lo más mínimo. De entre los escombros escogí un par de espléndidos fragmentos de azulejo y me los llevé. Los jóvenes del pueblo apedrean las cornisas y el ornato sin que nadie se lo impida. Tomé algunas medidas. Por ejemplo, de los ladrillos extrañamente largos y planos. Los trabajos fueron ejecutados magnífica y cuidadosamente. La ornamentación con enfoscados en negro, blanco y rojo, de sencillas figuras geométricas, es de un efecto espléndido. En el foso coincidimos con el médico del pueblo, un hombre cordial y listo que ama su castillo y que se alegró de encontrar a unos correligionarios. Me regaló un azulejo completo de su colección, que traeré conmigo. Tras un tentempié en nuestra posada emprendimos el camino de vuelta cargados con pesadas mochilas llenas de azulejos". Descripción del arquitecto Walter Gropius en 1907 en una carta dirigida a su madre, Medina del Campo, 24 de octubre de 1907, Legado Gropius, BHA, Berlín (traducción de Joaquín Medina Warmburg)

Los elementos defensivos se conservan, aunque modificados, en mejor estado. La Torre del Homenaje, que es la única de planta cuadrangular, ocupa el ángulo noreste, el más protegido al ser el más próximo a la villa, y es la estructura del castillo más destacada, superando en altura al resto de torres, sugiriendo un deseo de ostentación respecto de los vasallos dependientes de los señores del castillo, y con los muros más gruesos, pues si las primeras defensas eran superadas por el asedio, se convertía en el último refugio de sus moradores.

En origen albergaba estancias pero también podía servir para almacén de víveres. Cuenta con tres salones cuadrangulares dispuestos en altura y comunicados por una angosta escalera de caracol.

Escalera de caracol en la Torre del Homenaje

Esquema de las salas en la Torre del Homenaje y en la Torre de Pedro Mata (5)

La sala más baja hoy está habilitada como capilla pero es una configuración realizada en la primera restauración de la década de 1950. Un castillo de estas características es evidente que contaría con una pequeña estancia a modo de oratorio pero no se conoce su ubicación original.

Capilla

En esta estancia se conservan algunas tallas románicas y góticas de la Virgen con el Niño y dos tablas con la Crucifixión y la Anunciación fechadas en el siglo XVI procedentes de iglesias desaparecidas de la localidad.

Tallas procedentes de iglesias desaparecidas de Coca

Crucifixión gótica procedente de una de las iglesias desaparecidas de Coca

Subiendo por la escalera de caracol, a la siguiente estancia se la denomina sala de armas y cuenta con una pequeña exposición de lo que queda de la azulejería que decoró el patio. Es de planta cuadrangular, su pavimento es una reproducción del original, está cubierta con una bóveda de horno pintada con un despiece de sillares y falsos nervios con el escudo, incompleto, de los Fonseca en la clave, cinco estrellas rojas de siete puntas sobre fondo blanco, y los muros presentan decoración geométrica en tonalidades rojas, blancas y azules que invaden paredes e intradoses de puertas y ventanas dejando libre solamente una zona como un metro y medio desde el suelo, una especie de zócalo al que se arrimarían los muebles, y que más bien parecen un muestrario de distintos motivos en vez de algo homogéneo y planeado previamente, coexistiendo distintas propuestas para cada uno de los parámetros, solo unificados por unas franjas horizontales.

Bóveda baída de ladrillo pintada imitando nervios en terceletes en la sala de armas

Sala de armas en la Torre del Homenaje

En la sala museo, con una impresionante bóveda de arista en ladrillo, hay una vitrina con materiales arqueológicos celtibéricos y romanos y diversos restos del primitivo castillo, como basas de mármol de decoración renacentista procedentes de la escalera.

Bóveda de la sala museo de la Torre del Homenaje

Sala museo con restos de mármol de la escalera renacentista

La terraza superior de la Torre del Homenaje es un magnífico mirador abierto a Tierra de Pinares, pudiéndose divisar el casco urbano de Coca, en el que destaca la iglesia de santa María la Mayor y la Torre de san Nicolás, además de las poblaciones colindantes.

Terraza de la Torre del Homenaje

Vista de la población desde la terraza de la Torre del Homenaje

La población de Coca, con la iglesia de Santa María la Mayor, panteón de los Fonseca, al fondo

El foso y el primer recinto desde la Torre del Homenaje

La Torre del Homenaje y la Torre de Pedro Mata se comunican mediante un adarve cubierto o galería que discurre por toda la parte superior del muro norte y en la que se exponen reproducciones de distintos documentos relacionados con el castillo y la villa, destacando la Real Facultad de Juan II concedida a Alfonso de Fonseca para construir la fortaleza.

Galería que concecta la Torre del Homenaje con la Torre de Pedro Mata

Ya en la Torre de Pedro Mata, la estancia superior es la Sala de los jarros, con un acceso de bóveda de medio cañón decorada con grandes flores de seis pétalos enlazadas por roleos de tallos con hojas y que recibe ese nombre porque en las paredes se representan arquerías mudéjares con jarros sobre un friso geométrico de lacería.

Bóveda de medio cañón de acceso a la Sala de los jarros

Detalle de la decoración pintada de la Sala de los jarros

Otra característica de esta sala es su acústica, pues si una persona se coloca en una de las esquinas mirando a la pared y susurra algo, quien se encuentre justo en el ángulo opuesto escuchará perfectamente lo dicho, mientras que el resto no percibirán nada, un fenómeno que se produce en construcciones con techo en bóveda con formas regulares equidistantes que tradicionalmente se han terminado por conocer como “salas de los secretos”.

No se conoce muy bien el uso que tuvo esta estancia. Algunos autores sugieren que su delicada decoración relacionada con el agua podría indicar un uso privado femenino, aunque es una explicación extraña si la comparamos con el uso del resto de estancias de la torre. Otros estudiosos la ponen en relación con salas existentes tanto en edificios civiles, como la que había en la Torre del Homenaje del alcázar de Segovia, donde se custodiaba el tesoro real de la corona castellano-aragonesa, como religiosos, con ejemplos como en el Monasterio de Santa María de Huerta, con una cámara conocida como “tesoro”, completamente construida en piedra y con muros muy gruesos en la que se conservaban los objetos de valor del monasterio y documentos como privilegios, escrituras de rentas, donaciones… protegidos del fuego y del agua, una verdadera cámara acorazada.

A continuación, bajando por una escalera de caracol, se ubica lo que la tradición denomina sala de acceso a la mazmorra, que cuenta con una bóveda pintada con motivos que simulan el ladrillo, una estrella de David debajo de la ventana y un óculo en el suelo que comunica con lo que sería la mazmorra, que está debajo y por donde se dice que se introducía a los reos, una explicación que es, más bien, fruto del mito porque el castillo fue prisión de grandes señores, que nunca hubieran sido alojados de forma tan humillante, siendo mucho más probable que su función fuera la de almacén.

Detalle de la cubierta de la sala de acceso a la supuesta mazmorra

Cubierta de la supuesta mazmorra

Y aquí termina nuestro paseo por hoy. En este enlace podéis leer el artículo sobre la Historia de Coca y génesis del castillo, y si queréis seguir por aquí, abriendo el enlace SEGOVIA tendréis acceso a otros artículos de la provincia en Viajar con el Arte.

Referencias:

(1) FABIÉ, A. Mª de (Ed.), Viaje por España de Jorge de Einghen, del barón León de Rosmithal de Blatna, de Francisco Guicciardini y de Andrés Navajero; traducidos anotados y con una introducción por D. Antonio María de Fabié, Madrid, 1879.(2) http://www.taringa.net/posts/imagenes/18966971/Hermosos-Castillos-del-Mundo-Vistas-Exteriores-yapa.html
(3) RUIZ SOUZA, J. C., “Las telas ricas en la arquitectura. La permanencia de lo efímero”, Anales de Historia del Arte, nº especial, Noviembre, vol. 24, 2014, pp. 497-516.
(4) VASALLO TORANZO, L., “El castillo de Coca y los Fonseca. Nuevas aportaciones y consideraciones sobre su arquitectura”, Anales de Historia del Arte, Vol. 24, 2014, pp. 61-85.

Fuentes:

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BLANCO GARCÍA, J. F., PÉREZ GONZÁLEZ, C. y REYES HERNANDO, O. V., “Campaña de excavación arqueológica de 1999 en Cauca (Coca. Segovia). La secuencia estratigráfica”, Oppidum, nº 8-9, IE Universidad, Segovia, 2012-2013, pp. 29-144.
BLANCO GARCÍA, J. F., “La muralla de Cauca vaccea”, Espacio, tiempo y forma, Serie I, Prehistoria y Arqueología, nº 8, 2015, pp. 87-134.
CANTO, A. M., “Sobre el origen bético de Teodosio I el Grande, y su improbable nacimiento en "Cauca" de " Gallaecia", Latomus: revue d'études latines, vol. 65, nº 2, 2006, pp. 388-421.
COOPER, E., Castillos señoriales de la corona de Castilla, 4 vols Valladolid, Junta de Castilla y León, Consejería de Cultura y Turismo, 1991.
FRAILE DELGADO, M., Materiales de construcción en los castillos de Castilla y León, Tesis doctoral presentada en la Universidad Politécnica de Madrid, 2005.
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RALLO GRUSS, C., “El castillo de Coca y su ornamentación”, Anales de historia del arte, nº 6, 1996, pp. 13-34.
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RUIZ SOUZA, J. C., “Las telas ricas en la arquitectura. La permanencia de lo efímero”, Anales de Historia del Arte, nº especial, Noviembre, vol. 24, 2014, pp. 497-516.
SOBRINO LÓPEZ, D., “Manifestaciones artísticas en la villa de Coca”. En CABAÑERO MARTIN, V. M., SOBRINO LÓPEZ, D. y ZAMORA CANELLADA, A. (coords.), Historia de Coca: Estudios sobre historia y arte en Coca: XXXII Curso de Historia de Segovia, Segovia, Real Academia de Historia y Arte de San Quirce, 2011, pp. 197-250.
TAPIA SÁNCHEZ, S. de, “Alí Caro, alarife”. En SER QUIJANO, G. de (coord.), Historia de Ávila IV Edad Media (siglos XIV-XV, 2ª parte), Ávila, 2009, pp. 731-736.
TORRES BALBAS, L. y LÓPEZ OTERO, M., “EL castillo de Coca”, Boletín de la Academia de la Historia, Madrid, 1956, pp. 29-32.
VASALLO TORANZO, L., “El castillo de Coca y los Fonseca. Nuevas aportaciones y consideraciones sobre su arquitectura”, Anales de Historia del Arte, Vol. 24, 2014, PP. 61-85.
Voluntad, función, arquitectura: Walter Gropius en España. http://www.sistemamid.com/panel/uploads/biblioteca/2014-05-13_07-27-24101417.pdf

Comentarios

Unknown ha dicho que…
Me ha sorprendido el castillo Mudéjar por su estilo más propio de iglesias. Me resulta muy vulnerable por su acabado de ladrillo. Lo he visto infinidad de veces pero con tus conocimientos Sira y lo que aprendemos de ellos voy a recrearme leyendo a fondo los comentarios.
Sira Gadea ha dicho que…
Muchas gracias. No te creas que era tan vulnerable. Parece ser que fue construido con las técnicas más avanzadas en cuanto a fortificaciones que, precisamente, habían comprobado cómo los ladrillos absorbían mucho mejor los golpes de los bolardos sin provocar grietas.
enrique ha dicho que…
No tenía ni idea de que Watwr Gropius visitara el castillo de Coca, ¿sabes si hace referencia a Segovia o alguna otra localidad?
Magnífica y detallada descripción, como siempre Sira.

Esa iglesia mayor de Coca merece una entrada, no?
Sira Gadea ha dicho que…
Hola Enrique. No sé qué visita Gropius concretamente en España, pero indagaré en el asunto. Muchas gracias por tu comentario. Lo de la iglesia, claro que sí, que merece una entrada como la copa de un pino, pero cuando pueda fotografiarla como es debido, y es complicado encontrarla abierta a no ser que sea en horario de misa, poco antes de que empiece o poco después. Tengo ganas, pero no sé muy bien cuándo podré hacerla. Un abrazo.

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