La iconografía de los Reyes Magos en el arte cristiano
El culto a los Reyes Magos, aunque nunca fueron incluidos en
el santoral, fue muy importante desde los primeros cristianos, similar al de
los santos, con sus nombres admitidos por la Iglesia como nombres de pila,
convertidos en patronos de varias ciudades, invocados por los peregrinos, con
sus iniciales inscritas en las casas y en las campanas de las iglesias para
mantener alejadas las tormentas, conjurados para proteger a animales y personas
de demonios y fantasmas y para evitar maleficios, incendios e inundaciones.
Ciclo de los Reyes Magos en el Cenotafio de los santos Vicente, Sabina y Cristeta de la iglesia de San Vicente de Ávila, con el Viaje guiados por la estrella, la Epifanía y el Sueño de los Magos |
Ciclo de los Reyes Magos dentro de otro más amplio de la Vida de Cristo en la bóveda del baptisterio de Florencia. Aparecen la Epifanía, el Sueño de los Magos y el Viaje de vuelta a Oriente |
El mosaico en el arco de triunfo del ábside de la basílica
de Santa Maria la Maggiore de Roma, fechado hacia el año 432, es la primera
representación conocida en la religión cristiana que podría identificarse con
el Ciclo de los Reyes Magos, con la escena de la Epifanía en el segundo
registro a la izquierda, encima de la de la Matanza de los Inocentes, y la de
los Magos ante Herodes en el tercero a la derecha. El modelo compositivo no es
romano sino que procede de la cristología oriental, con los personajes sagrados
representados con el boato propio de Bizancio.
Dentro de los textos canónicos, el único que menciona la
Adoración del Niño por unos magos es el Evangelio
de san Mateo, pero como la narración es escueta en detalles, para ir confeccionando la
iconografía que hoy conocemos, el arte recurrió a otros textos, tanto apócrifos
como leyendas, siendo los fundamentales el Protoevangelio
de Santiago de mediados del siglo II, el Evangelio de Taciano, también del siglo II, el Adversus Marcionem de
Tertuliano de comienzos del siglo III,
el Evangelio Árabe de la Infancia,
escrito entre los siglos V y VI, el Evangelio
Armenio de la Infancia, probablemente del siglo VI, el más extenso y
controvertido desde el punto de vista canónico, o el Pseudo-Mateo, fechado ha. el siglo VII. Además, a lo largo de la
Edad Media, fue un asunto tratado en obras como Excerptiones patrum, collectanea et flores, de fines del
siglo VII o comienzos del VIII atribuida falsamente a Beda el Venerable, de ahí
que se conozca como el Pseudo-Beda, el Liber de Infantia Salvatoris
escrito entre los siglos VII y IX refundiendo el Pseudo-Mateo y de gran
difusión en la Europa Occidental medieval, la Leyenda Aurea de Jacobo de la Voragine del siglo XIII, las Meditationes
de Vita Christi del Pseudo-Buenaventura también del siglo XIII, el Liber
de trium regum corporibus Coloniam translatis de 1364 de Johannes von Heldesheim,
monje carmelita alemán que dedicó los últimos años de su vida a recopilar
documentos leyendas e historias sobre los Reyes Magos, o la Vita
Christi de sor Isabel de Villena publicada en 1497.
El que en las representaciones se haya optado por tres personajes es un convencionalismo quizá deducido de los tres dones que le fueron entregados mencionados en el Evangelio de san Mateo: oro, incienso y mirra, ofrendas de gran valor económico siendo, al contrario de lo que ocurre en la actualidad, la mirra la más costosa, siete veces más valiosa que el incienso o el oro, que tenían un valor similar.
“Y
cuando Jesús nació en Belén de Judea en los días del rey
Herodes, he aquí, unos magos vinieron del oriente a Jerusalén, diciendo:
¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque su estrella hemos visto
en el oriente y venimos a adorarle (…) la estrella que habían visto en el
oriente iba delante de ellos, hasta que llegando, se detuvo sobre donde estaba
el niño. Al ver la estrella, se regocijaron con gran alegría. Y cuando entraron
en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, le adoraron; y
abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, e incienso y mirra” (Mt.
2, 1-12)
Epifanía con la Cabalgata encima en el tímpano de la portada sur de la iglesia de santa María la Real de Aranda de Duero |
El oro, metal propio de los reyes, es símbolo del tributo a
la realeza de Jesús, a su calidad de rey. El incienso era esencial en los
rituales religiosos y en las ofrendas a las deidades, tanto en las religiones
politeístas como en el judaísmo, y es símbolo del tributo a la divinidad del
Niño, su reconocimiento como Dios. En cuanto a la mirra, usada en la unción de
los cadáveres y los ritos funerarios, prefiguraba la pasión y muerte de Cristo,
un tributo a su condición como hombre. De esta manera los magos reconocían al
Niño como rey, Dios y hombre mortal.
En la Leyenda Aurea
de Jacobo de la Vorágine se dice que el oro simboliza el amor, el incienso la
plegaria y la mirra la mortificación de la carne, tres presentes que significan
los tres atributos de Cristo: su divinidad, su devota alma y su carne intacta e
incorrupta.
Aunque en las representaciones paleocristianas pueden
aparecer dos o cuatro y la iglesia siria y armenia quiso imponer a doce, como
las tribus de Israel o los apóstoles, en los Sermones para la Epifanía del papa León I el Grande a mediados del
siglo V ya se declara que fueron tres, igual que en el Evangelio Árabe de la Infancia:
“(…) tres reyes, hijos de los reyes de Persia,
tomaron, como por una disposición misteriosa, uno tres libras de oro, otro
tres libras de incienso y el tercero tres libras de mirra. Y se revistieron de
sus ornamentos preciosos, poniéndose la tiara en la cabeza, y portando su
tesoro en las manos”.
Fue un
convencionalismo tempranamente fijado y reforzado en el siglo XI cuando los
monjes de san Eustorgio de Milán, buscando promover las peregrinaciones a su
monasterio, afirmaron que ellos custodiaban sus tres cuerpos, que según leyenda
habían llegado a la ciudad en el siglo V a manos del propio obispo Eustorgio
después de que santa Elena, madre del emperador Constantino, los llevara a
Constantinopla desde Saba, donde habrían muerto. Pero esta fuente de riqueza
para la ciudad duró poco porque en 1164, cuando Federico Barbarroja invadió el
Milanesado, Reinaldo de Dazzel, gran canciller del emperador, se apoderó de las
reliquias y las trasladó a Colonia, ciudad donde era arzobispo, construyendo
una nueva catedral que se conformó como gran relicario puesto bajo la
advocación de los Reyes Magos, que también pasaron a ser patronos de la ciudad.
En el siglo XIII los restos fueron depositados en el relicario de plata sobredorada
donde todavía permanecen.
Relicario de los Reyes Magos en el altar de la catedral de Colonia (1) |
Mateo también afirma que procedían de Oriente, que se asocia con
Persia, y que eran “magos”, que es
como se denominaba a los sacerdotes de Zoroastro, personas que se dedicaban a
la astronomía y a la astrología, que interpretaban los sueños y estudiaban los
enigmas cósmicos además de cumplir sus funciones religiosas, justificando así por
qué fueron capaces de ver las señales del cielo que indicaban que había nacido
alguien muy especial.
Pero el
término “mago” pronto empezó a tener connotaciones peyorativas al asociarse con
la brujería y el trato con los demonios, y en el Adversus Marcionem de
Tertuliano en el siglo III ya se les considera “reyes” basándose en Isaías cuando dice “Las naciones
caminarán hacia tu luz y los reyes hacia la claridad de tu amanecer",
en un salmo en el que se afirma “A causa de tu Templo, que está en
Jerusalén, los reyes te presentarán tributo”, o en otro en el que se dice “Los reyes de Tarsís y las islas
traerán tributo. Los reyes de Sabá y de Seba pagarán impuestos; todos los reyes
se postrarán ante él, le servirán todas las naciones”.
Esta nueva consideración interesó mucho a la Iglesia en un momento de reforzamiento de las monarquías europeas, asociado a la simbología de la supeditación de la corona a Roma.
Esta nueva consideración interesó mucho a la Iglesia en un momento de reforzamiento de las monarquías europeas, asociado a la simbología de la supeditación de la corona a Roma.
Así, mientras que en época paleocristiana y prerrománica se les representaba ataviados a la moda oriental por considerarlos persas, con gorro frigio o pileus, igual que el que portaban Mitra y Zoroastro y sus sacerdotes, túnica corta y pantalones ajustados, también la indumentaria de los bárbaros que ofrecían su homenaje al emperador romano, poco a poco se fueron imponiendo los atributos regios y empiezan a lucir corona y el manto. A fines de la Baja Edad Media la escena adquiere un carácter tan cortesano que la indumentaria es cada vez más extravagante y sofisticada.
Detalle de la riqueza de las vestiduras de Gaspar y Baltasar, portando ricos recipientes en los que llevan las ofrendas |
Los nombres de Melchor, Gaspar y Baltasar aparecen por primera vez en el siglo VI
en el Evangelio Armenio de la Infancia:
“El primero era Melkon, rey de los persas;
el segundo, Gaspar, rey de los indios; y el tercero, Baltasar, rey de los
árabes”.
En el Pseudo-Beda
ya los describe con sus nombres, sus ofrendas y su significado y se menciona
el color oscuro de la piel de Baltasar:
“El primero de los
magos fue Melchor, un anciano de largos cabellos y cumplidas barbas...quien
ofreció el oro, símbolo de la realeza divina. El segundo, llamado Gaspar, joven
imberbe de piel encendida, honró a Jesús presentándole el incienso, ofrenda que
manifestaba su divinidad. El tercero, llamado Baltasar, de piel oscura (fuscus)
y con toda su barba, testimonió con la ofrenda de la mirra, que el hijo del
hombre tenía que morir”.
Sus nombres terminan popularizándose a partir de su
inclusión en el Liber Pontificalis del siglo IX.
Se les diferencia buscando marcar la Universalidad de la Salvación, tanto en el tiempo como en el espacio, por lo que se busca convertirlos en la representación de distintos tipos humanos y edades. Y en el siglo XIV el obispo humanista Pietro de’ Natali en su Cathalogus Sanctorum et gestorum eorum incluso se determina que tenían sesenta, cuarenta y veinte años respectivamente.
Sepulcro de don Alonso Tostado Ribera "El Tostado", de Vasco de la Zarza en el trasaltar de la catedral de Ávila |
Las tres edades buscan simbolizar que
Cristo viene a salvar a los hombres de todos los tiempos, y a fines de la Edad
Media, para ahondar más en la idea, se convierten en representativos de las tres
distintas razas conocidas en el momento, surgidas a partir de los tres
descendientes de Noé: Sem, Jafet y Cam; y en correspondencia con los tres
continentes conocidos: anciano europeo, asiático de mediana edad y africano
joven, al que habitualmente se identifica con Baltasar.
Las
primeras escenas de este tipo se encontraron con el problema de cómo
representar al africano, pues el hombre medieval asociaba la raza negra con la
maldad y el diablo, una raza condenada y degenerada descendiente de Cam, el
hijo de Noé que se burló de su desnudez, y tampoco se habían visto negros hasta
fines del siglo XV, cuando fueron traídos a Europa como esclavos por los
portugueses, haciéndose muy difícil identificar a uno de aquellos esclavos con
un rey, de ahí que al principio más bien se le representa como a un árabe.
Tríptico de los Reyes Magos de la colegiata de los santos Cosme y Damián de Covarrubias |
De todos modos, la historia de los tres magos y los tres
continentes se tambalea cuando se descubre América y se conocen más razas, y
aunque hubo intentos de incluir un cuarto rey, la iconografía estaba demasiado
consolidada y la idea no prosperó.
Las representaciones no suelen identificar las ofrendas. Siguiendo la costumbre oriental de no tocar los objetos sagrados ni los regalos al emperador en las representaciones bizantinas o de su influencia, los reyes las portan sin tocarlos directamente, a menudo guardadas en ricos recipientes según las modas de la orfebrería del momento. Y aunque las fuentes tampoco son precisas en cuanto a qué obsequiaron cada uno, lo habitual es que se interprete que Melchor ofreció el oro, Gaspar el incienso y Baltasar la mirra.
Las representaciones no suelen identificar las ofrendas. Siguiendo la costumbre oriental de no tocar los objetos sagrados ni los regalos al emperador en las representaciones bizantinas o de su influencia, los reyes las portan sin tocarlos directamente, a menudo guardadas en ricos recipientes según las modas de la orfebrería del momento. Y aunque las fuentes tampoco son precisas en cuanto a qué obsequiaron cada uno, lo habitual es que se interprete que Melchor ofreció el oro, Gaspar el incienso y Baltasar la mirra.
La primera secuencia que puede aparecer en el ciclo es el Anuncio a los Magos, momento en el que ven la estrella e
interpretan que ha pasado algo importante. Habitualmente se representan subidos
en una montaña. La estrella puede tener una cabecita de ángel o éste puede
estar al lado, guiándoles. También puede aparecer el Niño Jesús anunciándoles
su propio nacimiento. En el Liber de infantia Salvatoris se dice
que la estrella significa que la estirpe de Dios reinará en la claridad del
día.
Los textos indican que estaban en lugares diferentes e
iniciaron el viaje a la vez, encontrándose en un cruce de caminos por
casualidad y continuando juntos a partir de ese momento. En las representaciones más antiguas es más habitual que los
Magos vayan a caballo porque en Europa no se conocían los camellos. Después
pueden aparecer montados en camellos o en caballos y llevar los presentes en
camellos. Los caballos aluden a su condición de peregrinos.
Cabalgata de los Reyes Magos en el tímpano de la portada sur de la iglesia de Santa María la Real de Aranda de Duero |
En el Evangelio de san
Mateo también se dice que mientras los Magos estaban de viaje, Herodes el
Grande fue informado por sus astrólogos, que habían interpretado las señales
del cielo, del nacimiento del Rey de Reyes, y que como el monarca creyó que iba
a destronarle decidió matar al niño. Así, cuando se enteró de que los Magos iban
a visitarle les convocó en su palacio y les pidió que cuando supieran dónde había
tenido lugar el nacimiento le informaran de ello para que también él pudiera ir
a adorarle. Esta escena del Encuentro de los Magos con
Herodes también puede aparecer en el ciclo.
Cabalgata de los Reyes Magos y Encuentro con Herodes en el sepulcro de "El Tostado" de Vasco de la Zarza en el trasaltar de la catedral de Ávila |
La siguiente escena es la Adoración de los
Magos o Epifanía, la más importante del ciclo por ser una de las cuatro
Teofanías o manifestaciones de Cristo como hijo de Dios eligiendo a unos
gentiles para indicar la universalidad de su mensaje salvífico -junto a la
Adoración de los pastores, el Bautismo y las Bodas de Caná, donde Cristo hace
el primer milagro-, muy representada de forma individual porque supone el reconocimiento del Mesías como
redentor de toda la Humanidad por todos los hombres. En la Leyenda Dorada Jacobo de la Vorágine
dice que las cuatro tuvieron lugar un 6 de enero, pero en la actualidad la
Iglesia Católica Romana sólo celebra en ese día la Adoración de los Magos y el
Bautismo de Cristo.
Al principio el asunto se reduce a los tres reyes de pie
ante María y el Niño, sin que aparezca san José. No se sabe dónde es la escena,
no hay referencia espacial ni temporal. Además, y siguiendo el Evangelio del Pseudo Mateo, que dice
que el acontecimiento tuvo lugar dos años después del nacimiento, un dato que
coincide con el Edicto de Herodes mandando matar a todos los niños menores de
dos años, el Niño es un poco mayorcito.
“Después de transcurridos dos años, vinieron a Jerusalén
unos magos procedentes del Oriente, trayendo consigo grandes dones”.
Mosaico con la Epifanía en la basílica de San Apolinar el Nuevo en Rávena. San José no está presente en la escena (3) |
Epifanía en el Cenotafio de los santos Vicente, Sabina y Cristeta de la iglesia de san Vicente de Ávila. San José aparece pero en una actitud ajena a la escena, sentado y con la cabeza apoyada en su mano izquierda, un gesto que busca indicar sus sus dudas sobre su paternidad |
Pero la representación va evolucionando y la visita termina coincidiendo con el propio nacimiento, aunque al Niño se le sigue representando más crecido. San José aparece pero en un papel secundario. Puede estar de pie o sentado apoyándose en su bastón. Su alejamiento de la Virgen y el Niño, incluso dándoles la espalda, simboliza que él no es el verdadero padre.
La presencia de ángeles busca enfatizar la divinidad del
Niño. Otros elementos que pueden aparecer en la escena son los donantes de la
obra, santos normalmente vinculados a estos últimos o al lugar en el que va a
exponerse el cuadro, el buey y el asno, también presentes en la Natividad y que
buscan enlazar con las profecías de Isaías cuando dice “El buey conoció a su
amo, y el asno el pesebre de su señor”, el cortejo de los reyes, que puede ser
desde un único paje hasta grandes comitivas…
Epifanía en el trascoro de la catedral de Ávila de Juan Rodríguez y Lucas Giraldo de mediados del siglo XVI, San José está presente pero algo ausente, en un lado apoyado en su bastón. Detrás asoman el buey y el asno, en una mezcla iconográfica con la escena de la Natividad |
La actitud normal del Niño es la de bendecir sentado en el
regazo de la Virgen, a menudo entronizada, aunque en obras a partir del siglo
XIV puede mostrar una actitud más infantil con sentido narrativo. Los reyes
adoran al Niño. En el ámbito bizantino el primer rey suele hacer una prosquinesis
poniéndose de rodillas o tumbándose en el suelo, reverencia oriental que aún se
conserva en la oración musulmana. En occidente esta postura no tuvo éxito y se
hace una genuflexión, con una rodilla en tierra, postura tomada de la posición
de respeto de los vasallos a sus señores.
Epifanía en el retablo mayor de la colegiata de san Antolín en Medina del Campo, donde el primer rey, más que arrodillado, parece estar haciendo una prosquinesis de tradición bizantina, y el niño tiene una postura más natural, con las piernas cruzadas |
Epifanía en una pintura mural procedente del monasterio de santa Clara de Toro, hoy en la iglesia de san Sebastián de la misma ciudad. Los reyes representan las tres edades, señalan la estrella que los ha guiado hasta Belén y portan las ofrendas en lujosos recipientes. El primero está con una rodilla en tierra, postura propia del vasallaje medieval |
A finales del siglo XIII y basándose en las Meditaciones
de Vita Christi del Pseudo-Buenaventura, el primer rey puede que bese
el pie del Niño:
“Entonces besaron los
pies del niño Jesús, con reverencia y devoción”.
Adoración de los Magos de Alberto Durero en los Uffizi. Los recipientes son valiosas piezas de orfebrería y el niño parece querer jugar con uno de ellos |
También
fueron de gran importancia para la iconografía los autos y obras teatrales
representadas en toda Europa durante la Edad Media, pues incorporaban detalles
y actitudes después reflejadas en el arte. En este sentido, la Biblioteca
Nacional de Madrid conserva, procedente de la Biblioteca del cabildo de la
catedral de Toledo, el Auto de los Reyes
Magos, fechado en el siglo XII pero que recoge tradiciones anteriores que
incluyen, por ejemplo, la entrega de presentes como muestra de la condición
divina del recién nacido.
Adoración de los Magos de Ghirlandaio fechada en 1487 y conservada en los Uffizi |
Una vez que han adorado al niño emprenden el camino de
vuelta y cuando están durmiendo se les aparece un ángel que les anuncia las
intenciones de Herodes. En el Sueño de los Reyes
éstos siempre aparecen acostados en la misma cama y con la corona puesta.
Sueño de los Magos en el Cenotafio de los santos Vicente, Sabina y Cristeta en la iglesia de san Vicente de Ávila |
El ciclo puede completarse con la Furia de Herodes
y con Los Magos volviendo a Oriente en
barco.
Los Magos volviendo a Oriente en barco en la bóveda del baptisterio de Florencia |
Imágenes ajenas:
Fuentes:
GRAU-DIECKMANN, P., “Una iconografía polémica: Los Magos de
Oriente”. Mirabilia Journal,
Diciembre 2002, pp. 102-123.
RODRÍGUEZ PEINADO, L., “La Epifanía”. Revista Digital de Iconografía Medieval, vol. IV, nº 8, 2012, pp. 27-44.
Comentarios
Me ha encantado estetrabajo.
Un beso
Antonio
Respecto al tema del retorno en barco, en este artículo D. José Javier Azanza López menciona a la "Leyenda Dorada" como origen de la iconografía (último párrafo); intentaré confirmarlo: http://www.unav.es/catedrapatrimonio/paginasinternas/conferencias/navidad08/reyes/
Gracias y un abrazo.