La
compleja jerarquía angélica cristiana tiene su origen remoto en Oriente,
inspirada en la corte babilónica, con un Cielo en el que el Dios todopoderoso,
igual que el monarca, está sentado en trono y rodeado de cortesanos,
sirvientes, militares… en un palacio lujoso con jardines, y aunque fue
un tema muy discutido por los teólogos primitivos, quedó definitivamente
consolidado a mediados del siglo V a partir de De la jerarquía celeste del
Pseudo Dionisio Areopagita, neoplatónico convencido que concebía el mundo
celeste completamente jerarquizado, con Dios en el centro rodeado de diferentes
esferas en las que se ubican nueve tipos agrupados en tres jerarquías:
Serafines, Querubines y Tronos; Dominaciones, Virtudes y Potestades; y Principados,
Arcángeles y Ángeles.
Los
Serafines y
los
Querubines constituyen la corte
celestial, en contacto directo con Dios y a su servicio, cantándole alabanzas.
Son los que más se representan y su iconografía se basa en
Isaías 6,2. Los serafines tienen seis alas que suelen estar llenas
de ojos, porque lo ven todo, y los textos los describen de color azul, y los querubines
tiene cuatro alas y los textos los describen de color rojo, pero lo cierto es
que la iconografía no está nada clara y suelen variar tanto en color como en el
número de alas.
Los Tronos se
inspiran en Ezequiel 1,15, donde el
profeta narra una visión en la que ve serafines, querubines y tronos. Pueden aparecer
como si fueran ruedas, o portando una rueda, aunque su representación es muy
escasa. Generalmente también pueden acompañar al Tetramorfos.
En
cuanto a los Ángeles, las fuentes
para su representación iconográfica en el arte parten, fundamentalmente, del Libro de Isaías, del Libro de Ezequiel y del Libro de Tobías, aunque como seres
espirituales, invisibles, hay pocas referencias sobre su aspecto, y lo que
siempre se cumple es que tienen alas, lo mismo que otros personajes orientales,
como los lamassus o los genios alados mesopotámicos y asirios o la Niké griega.
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Lammasu del Palacio de Khorsabad en el Louvre (1) |
Para la
conformación de su iconografía se
tomaron ambas tradiciones, y aunque la idea surgió del ámbito oriental, la
plasmación plástica es más propia del mundo occidental. Durante la Alta y Baja
Edad Media siempre son bellos adolescentes rubios y sin barba. Los ángeles
niños triunfan a partir del Renacimiento, cuando se los identifica con los putti, los amorcillos alados desnudos
clásicos que corretean alrededor de los dioses. Uno de los primeros en utilizar
esta iconografía clásica fue Stefan Lochner, pintor alemán del siglo XV. A
fines del siglo XV ya hay alguno femenino y se hacen más abundantes en los siglos
XVII y XVIII, pero nunca llegan a ser muy frecuentes.
Aunque
etimológicamente la palabra “ángel”, viene del griego άγγελος (angelos), que
pasa al latín como angelus, significa mensajero, un concepto presente en casi
todas las religiones, los ángeles del cristianismo, que no proceden del
judaísmo primitivo, donde las alusiones a seres sobrenaturales son muy escasas,
sino del judaísmo tardío, a partir del cautiverio en Babilonia en el siglo VI
aC., por contacto con las religiones orientales de Mesopotamia y Persia, en las
que sí eran normales los seres espirituales intermediarios entre los dioses y
los hombres, no son sólo son mensajeros,
sino que intervienen en las acciones de los hombres por mandato de Dios, son cortesanos al servicio de Dios, le
adoran, le cantan alabanzas, los hay guerreros,
que defienden el Paraíso de sus enemigos, y justicieros, que cumplen las sentencias de Dios, como el que
expulsa a Adán y Eva del Paraíso, los que llevan a los condenados al Infierno
tras el Juicio Final o los que guardan las puertas del Cielo o los que se
apuestan ante las del Infierno para que no salgan los condenados.
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Ángel expulsando del Paraíso a Adán y Eva pintados por Masaccio en la capella Brancacci de Florencia |
Y
además de estar al servicio directo de Dios, también lo están al de los
hombres, ayudándoles mediante diversas intervenciones: inspiración para los Evangelistas,
recoger las almas de los mártires... También existe el concepto del ángel de la
guarda.
Lo más
habitual es que las alas sean multicolores, doradas y no necesarias para volar,
sino como atributo de los mensajeros.
En cuanto a las vestiduras, los ángeles más primitivos del cristianismo
visten de blanco, color de la pureza, de la luz... con una toga a la romana.
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Ángeles con toga blanca a la romana en la Capilla del Sacramento de la basílica de la Assumta de Torcello en la laguna veneciana |
En Bizancio los ángeles más importantes visten con ricos y
lujosos vestidos propios de los cortesanos bizantinos, llevan joyas, van
calzados (los ángeles suelen ir descalzos) y normalmente portan unas lanzas o
estandartes que son atributo de los cortesanos.
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Ángel con ricas vestiduras y estandarte en el
Juicio Final de la contrafachada de la
basílica de la Assumta de
Torcello |
En el Románico siguen vistiendo a la bizantina y en el
Gótico siguen la moda gótica, con túnica blanca ceñida con un
cordón dorado, vestidura inspirada en los diáconos que ayudaban en misa o en los
catecúmenos, adultos que se bautizaban.
Los Arcángeles presentan la misma
iconografía que los ángeles y para diferenciarlos hay que recurrir a la escena
o a que estén identificados con cartela. Son un total de siete, al mando de los
grupos de ángeles: Barchiel, Sealtiel, Rafael, Miguel, Jahudiel, Uriel y Gabriel. Gabriel
aparece en el
Libro de Daniel, Rafael en el
Libro de Tobías y
Uriel en el
Libro de Enoch. Es habitual que sostengan un asta o una bola
del mundo, iconografía que proviene de los dípticos consulares bizantinos, como
símbolo del poder delegado del emperador, significado que pasa del ámbito
político al religioso, como si los arcángeles fueran los cónsules de Dios, que
mandan sobre los ángeles. A veces, en vez de un asta, sostienen un cetro, y
en
el baptisterio de san Giovanni de Florencia están
representados con un rollo desplegado.
Miguel, Gabriel, Rafael y Uriel son
muy frecuentes en Bizancio, muchas veces sustituyendo a los cuatro
evangelistas, en las pechinas de las cúpulas, sosteniendo un clípeo... Pero en
occidente no aparecen porque el Libro de Enoch fue considerado apócrifo por la
Iglesia Occidental y condenado a partir del siglo VIII, prohibiéndose la
representación de Uriel, habiendo sólo representaciones de Miguel como jefe de
las milicias celestiales, Gabriel, como mensajero, y Rafael, como sanador.
La representación del arcángel san Miguel es muy habitual en Bizancio, con ropaje de corte y calzado.
También puede aparecer representado con vestidura militar, ya que es el jefe de
la milicia celestial, idea proveniente del Apocalipis
12, donde se narra cómo Miguel lucha por defender a una embarazada contra
el dragón que pretendía devorar al recién nacido. El dragón es representación
del demonio y también hace referencia a la batalla en el Cielo en la que Miguel
y sus soldados se enfrentan a Satanás y sus huestes para defender el reino de
Dios. Va vestido según la indumentaria militar del momento y porta espada. Por la referencia a una mujer
embarazada, a la que también se identifica con la Iglesia, se convierte en
defensor de la Cristiandad y de los hombres ante los ataques del diablo.
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San Miguel venciendo al demonio en el Schwarzenbersky Palác de Praga |
Otra
función de san Miguel es la de psicopompo, personaje que aparece en casi
todas las religiones antiguas como conductor de las almas al más allá. Desde
muy pronto se le asigna esta misión sin ninguna base. Se cree que el origen
está en su identificación con Hermes, el psicopompo griego. Lo cierto es que
muchos de los santuarios del dios griego se consagraron a san Miguel con la
llegada del cristianismo. Aunque es rara su representación como tal, se unen
ambas concepciones y se convierte en el personaje que en el momento del Juicio
realiza la psicostasis, el peso de las almas, idea también frecuente en
otras religiones, como en la egipcia, con Anubis. Tras la muerte se produce un
juicio individual en el que se pesa el alma del difunto para decidir si va al
Cielo o al Infierno, pesa que se hará definitiva en el Juicio Final. Lo normal
es su representación en el Juicio Final y es rara en la pesa particular. Pero
la idea va más allá y san Miguel debe disputarse el alma con el diablo
defendiendo al hombre de sus trampas y logrando que el juicio sea justo.
El
culto a san Miguel fue muy difundido gracias a las peregrinaciones a los
numerosos lugares en donde se extendió la leyenda de su aparición. La primera
conocida tuvo lugar el 8 de mayo del 492 sobre el Monte Gárgano, al sur de
Italia, en la zona del Adriático. Casi siempre aparece en montes o grutas, de
ahí que se considere defensor ante los terremotos. La historia se recoge en la Leyenda Dorada de Jacobo de la Vorágine.
Gárgano era un ganadero al que se le escapó un toro, cuando lo encuentra en un
monte cerca de una gruta le dispara una flecha que, milagrosamente, se da la
vuelta y se le clava al hombre en un ojo. Cuando vuelve a la ciudad y le cuenta
al obispo el hecho, éste considera que ha sido un prodigio y ordena ayuno y peregrinación
al lugar, donde se aparece san Miguel para decirle que lo de la flecha lo ha
hecho para llamar la atención para que le construyan un santuario allí. Este
santuario se convierte en uno de los lugares de peregrinación más importantes
de la Edad Media. Es habitual que sus santuarios estén en zonas de grutas
porque se piensa que son bocas del Infierno que san Miguel defiende. El Monte
Saint Michel de Normandía tiene una similar historia.
La
tercera aparición es en Roma en el año 590. Con motivo de una grave epidemia de
peste el papa san Gregorio decide organizar una procesión. Al pasar al lado del
Mausoleo de Adriano, en lo alto del edificio aparece san Miguel limpiando una
espada ensangrentada y guardándosela en la vaina, gesto con el que quiere indicar
que ha acabado con la peste. El papa sucesor, Bonifacio, para conmemorar el hecho
mandó consagrar el mausoleo como santuario adoptando el nombre de Castell
Sant’Angelo, en honor a san Miguel. Es bastante típico que las iglesias
dedicadas a san Miguel sean de planta centralizada, no se sabe si porque toman
este santuario como referencia.
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Castell Sant'Angelo de Roma |
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El arcángel san Miguel coronando el Castell Sant'Angelo de Roma |
El
arcángel san Gabriel es el mensajero
por excelencia, el de la Anunciación,
pero no suele aparecer en escenas aisladas.
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Anunciación con el arcángel san Gabriel y la Virgen en la basílica de la Assumta de Torcello en la laguna veneciana |
La
representación del arcángel san Rafael,
muy rara en la Edad Media y más frecuente a partir de los siglos XVI y XVII, se
fundamenta en el Libro de Tobías,
apareciendo dos jóvenes vestidos de peregrinos, uno de ellos con alas y con el
pez con el que sanarán al padre, pero el tema evoluciona y Tobías acaba convirtiéndose en un niño y
Rafael en el ángel de la Guarda que protege a los niños. De ahí se pasa a
pensar que todos los hombres tienen un ángel custodio que en el momento de la
muerte actúa como psicopompo.
Los
ángeles están en continua lucha con los diablos
o demonios, personajes que también surgen en el judaísmo tardío por
contacto con las religiones orientales, pero que también están presentes en la
religión grecorromana. Aunque en oriente no son necesariamente maléficos, en el
judaísmo a los demonios se los identifica con el mal en contraposición con los
ángeles, que son el bien. En el cristianismo ángeles y demonios tienen igual
naturaleza, ambos creados por Dios, pero uno de los ángeles, Lucifer, se rebela
contra Dios junto con otros ángeles y se entabla una pelea en la que los
rebelados caen al Infierno, convertidos en demonios. Lo que no está claro es el
pecado que cometen, pero suele entenderse que es la soberbia, aunque en la Edad
Media también se identifica con la lujuria.
Dependiendo
de la escena, Satán adopta diferentes iconografías. Es un dragón en el caso de
la lucha con san Miguel o una serpiente cuando tienta a Eva; de ahí, que tanto
dragón como serpiente, reptiles que se arrastran por el suelo, se identifiquen
con el demonio. Pero al contrario que Dios, que es inmutable, el Demonio adopta
múltiples formas intentando engañar a los hombres, divididos en dos grandes
grupos: 1. Monstruos gesticulantes. También hay demonios trifaciales. Como recuerdo de las alas de los ángeles suelen quedarles unas alas membranosas como de murciélagos, iconografía de procedencia oriental; 2. Normalmente son negros por ausencia de luz, aunque también los hay rojos por el fuego y verdes porque se identifican con reptiles. Es normal que lleven rostros en distintas partes del cuerpo como forma de representar que se dejan arrastrar por las pasiones: en el estómago si su pecado es la gula, en el sexo por la lujuria...
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Demonios llevándose a los condenados al Infierno después del Juicio Final en el Retablo de las Mejores ánimas del Purgatorio de la iglesia de san Nicolás de Bari de Burgos |
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