El
Colegio de Nuestra Señora de la Antigua, que también se
conoce como Colegio del Cardenal, por su patrocinador, o Colegio de la
Compañía, por sus regidores originales, es apodado como “El Escorial gallego”
y, efectivamente, en él se aprecia el eco del gran monasterio de Felipe II,
como un medio Escorial donde la iglesia se encuentra en el centro de la fachada
principal, ya participando plenamente de un clasicismo manierista que
tuvo importantes frutos en Galicia.
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Colegio de Nuestra Señora de la Antigua de Monforte de Lemos |
Fue mandado construir por el
cardenal don Rodrigo de Castro
Osorio, hijo de doña Beatriz de Castro, III condesa de Lemos, y hermanastro de
don Fernando Ruiz de Castro Osorio y Portugal, IV conde de Lemos, un relevante
personaje del siglo XVI quizá nacido en Valladolid en 1523, aunque ese dato no
está claro, que había pasado su infancia y parte de su adolescencia en Monforte,
licenciado en Leyes y Cánones en la Universidad de Salamanca, que fue miembro
del séquito del príncipe Felipe (futuro Felipe II) en sus viajes a Flandes e
Inglaterra o secretario de su hermanastro, el IV conde de Lemos, que estaba en
Roma como representante de Carlos V en la Santa Sede, convirtiéndose así en un
auténtico hombre del Renacimiento, amante de los libros, del lujo, filántropo y
promotor de las artes. En 1556 fue ordenado sacerdote, después fue obispo de
Zamora y de Cuenca, en 1581 alcanzó la sede arzobispal de Sevilla y dos años
más tarde fue nombrado cardenal por el papa Gregorio XIII. En 1596 Felipe II le
nombró miembro del Consejo de Castilla.
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Retrato y escudo de armas del cardenal dos Rodrigo de Castro Osorio (1) |
La idea de la construcción de un colegio que fuera a la vez
panteón familiar y centro de cultura para Galicia en Monforte de Lemos para que
en él se enseñase a
“leer y esbrivir y Gramatica rrectorica y artes a todos los
niños y personas que lo fueren a aprender y oyr sin les pedir ny llebar por
ello yntereses ny otra cossa alguna”.
empezó a fraguarse en 1586, cuando el cardenal inició
conversaciones con la Compañía de Jesús para que ésta se hiciera cargo de la
dirección del mismo, decidiendo ponerlo bajo la advocación de Nuestra Señora de
la Antigua, por la que había cogido profunda devoción en Sevilla.
Así, en 1591 ya se adquirieron unos terrenos a las afueras
del núcleo poblacional, una gran planicie junto al río Cabe. A continuación se
seleccionaron los tracistas, que fueron el jesuita Andrés Ruiz y el arquitecto
italiano del arzobispado de Sevilla Vermondo Resta, quizá éste encargado de la
iglesia, que el cardenal quería que fuera más suntuosa de lo habitual en una
fundación jesuítica, y aquel más centrado en el resto del edificio, destinado a
casa y escuela, para que se hiciesen a gusto de la congregación, aunque el
reparto de la autoría de cada uno es un tema todavía abierto.
Andrés Ruiz se había formado como carpintero en la construcción
de la colegiata de Villagacía de Campos y posible ensamblador del retablo,
diseñado por Juan de Herrera, y en la
catedral
de Valladolid, de trazas también de Herrera. Después diseñó la iglesia de
Villacastín y en 1584 comenzó a dirigir obras de arquitectura, primero como
maestro de obras en el colegio antiguo de la Compañía en Salamanca y después
dirigiendo las de la iglesia del seminario de Segovia, desde donde fue llamado
para que trabajara en Monforte, la primera obra que traza desde el inicio.
Vermondo Resta nació en Milán y llegó a Sevilla en las
últimas décadas del siglo XVI, nombrado por el cardenal don Rodrigo maestro
mayor de obras del arzobispado en 1585 y más tarde también arquitecto de los
Reales
Alcázares.
Las obras fueron adjudicadas en 1592 mediante subasta en
varias ciudades y en ella participaron casi treinta maestros canteros. Se
dividieron en dos lotes, por un lado la iglesia, que ganó Juan de las Cajigas,
y por otro la casa y las escuelas, que recayeron en los maestros Diego de Isla,
Macías Álvarez y Gregorio Fatón, a los que después se incorporó Gonzalo Fatón,
hermano del último. Cajigas era trasmerano y no se conocen otras obras
anteriores suyas en Galicia. Diego de Isla era vizcaíno y había trabajado como
aparejador en el
convento
de san Esteban de Ribas de Sil. Macías Álvarez trabajaba en Orense en 1578.
Gregorio Fatón había trabajado en el monasterio de Oseira y en el de Melón bajo
la dirección de Simón de Monasterio.
Las trazas presentadas a la subasta no se conservan, pero sí
el documento notarial del acto, en el que aparecen las condiciones de ejecución
de las obras, que dieron comienzo en 1593, poco antes de la firma de la
escritura de fundación. Pero en 1594 el cardenal visitó Monforte y decidió la
ampliación de la fachada mediante la adición de una galería superior y dos
cuerpos laterales a partir de las torres. Pero el comitente murió en Sevilla en
1600 sin poder verlo acabado. En su testamento dejó establecido que debía ser
sepultado en el lado del Evangelio del presbiterio, donde fueron trasladados
sus restos, una vez concluida la obra, desde su sepultura provisional en la
capilla de la Antigua de la catedral de Sevilla.
Por voluntad del propio cardenal los patronos de la
fundación serían, a perpetuidad, los condes de Lemos, a los que dejó el encargo
de amparar, honrar y favorecer al colegio. Pero éstos, salvo excepciones,
apenas atendieron los graves problemas por los que pasó la institución y la
obra sufrió paralizaciones casi desde el principio, con pleitos entre los herederos,
problemas económicos, incendios, el terremoto de Lisboa de 1755… de ahí que el proyecto
inicial experimentara muchas transformaciones.
El estudio del edificio parece indicar que el jesuita Juan
de Tolosa tuvo una intervención trascendental, apareciendo en los documentos
dirigiendo las obras intermitentemente junto a Andrés Ruiz hasta el
fallecimiento de este último en 1596, asignándosele un importante papel en las
modificaciones introducidas a partir de esa fecha. Mientras estaba en Monforte
también recibió el encargo para la reconstrucción de la iglesia del cercano
Monasterio
de Santa María de Montederramo, para la que da trazas y condiciones pero
solo para el cuerpo de la nave, proponiendo la construcción de una bóveda de
lunetos de cantería, aunque finalmente lo ejecutado fue una bóveda de crucería
simple, posiblemente resultado de la adaptación de su idea inicial a las
reticencias cistercienses a soluciones clasicistas.
En 1602 se hizo cargo de las obras Simón de Monasterio, que
remató la cúpula y la bóveda del presbiterio en la iglesia, consagrada en 1619,
y comenzó el patio anexo al lado del Evangelio del templo. Por esas fechas
el conjunto se componía de iglesia, fachada principal y sólo parte de los
cuerpos articulados alrededor de los patios.
Los jesuitas regentaron la institución hasta la expulsión de
la Compañía de las tierras de la corona española, ordenada por Carlos III en
1767, y el monarca incauta la fundación del cardenal con todos sus bienes
asociados y expide una Real Cédula en la que ordena que el colegio se convierta
en Real Seminario, eliminándose los emblemas de la Compañía en las dos puertas
principales de la fachada, la parte superior interna de las puertas que
comunican la iglesia, el retablo mayor, los claustros o en cuatro claves de las
bóvedas de éste. Pero en 1770 doña Rosa María de Castro y Centurión, XII
condesa de Lemos, solicitó y recuperó el patronato sobre el colegio con todos
los efectos de la primitiva fundación y los adquiridos por los jesuitas además
de una cantidad de dinero, para que continuase siendo casa de estudios públicos
para todos los naturales de Galicia.
En septiembre de 1824 se produjo un gran incendio que afectó
tanto al edificio como a los bienes que contenía, con la consiguiente pérdida
irreparable de documentos esenciales para el conocimiento de la historia del
colegio. El propietario del edificio, don Carlos Miguel Fitz-James Stuart y
Silva (1794-1835), XVIII conde de Lemos, XV marqués de Sarria, V duque de
Berwick, XIV duque de Alba, pues la Casa de Alba había heredado el condado de
Lemos a fines del siglo XVIII por la extinción de la Casa de Castro, ordenó su
restauración y la ampliación de las enseñanzas impartidas para que se
convirtiera en Real Colegio de Humanidades y Bellas Artes, una función que
desempeñó durante los 22 años siguientes. Pero con la supresión de los diezmos
en 1837 el colegio dejó de ingresar los curatos de presentación que la Casa de
Lemos tenía en Galicia y en 1842 también dejó de percibir la cantidad
establecida por la testamentaría de doña Rosa María de Castro para culto y
reparaciones, llegando a tal penuria económica que fue necesario suprimir el
internado.
Después de unos años de varios cambios en la categoría
docente del edificio, en 1873 don Jacobo Fitz James Stuart y Ventimiglia, XV duque
de Alba, llegó a un acuerdo con la Orden de las Escuelas Pías para que los
escolapios se hicieran cargo de su gestión y el compromiso de impartir primera y
segunda enseñanza, comenzando una nueva etapa de obras y reformas en el
edificio que no fueron suficientes, una situación que se vio agravada con un
nuevo incendio. En un informe del arquitecto de la Casa de Alba don Francisco
Pérez de los Cobos, se puede leer:
“El edificio, tal como está hoy, está completamente
inhabitable y sorprende verdaderamente que haya siquiera un alumno que venga a
buscar la enseñanza en un Colegio en esas condiciones. Hay bóvedas vencidas,
muros desnivelados, toda la techumbre amenaza desplomarse; dos patios, uno en
ruinas y el otro sin terminar, no dejan lugar a dudas de que en un plazo muy
breve el edificio desaparecerá y con él la enseñanza”.
Pero a partir del estudio de este arquitecto y gracias a la
venta del cuadro de la Adoración de los
Reyes de Hugo van der Goes en 1913, recién descubierto en la iglesia, por
fin, se iniciaron las obras que culminaron el claustro principal, la fachada
lateral derecha para añadir nuevas dependencias en la parte posterior, en la
que sólo existían los sótanos, y se renovaron las cubiertas. Las obras
estuvieron dirigidas por el propio Pérez de los Cobos y concluyeron en 1930. Se
impartió Enseñanza Primaria, Media y Superior para internos, externos y medio
pensionistas.
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La fachada principal antes y después de la restauración. Fotografía tomada en un panel informativo en el monumento |
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El patio de la Compañía antes de la restauración. Fotografía tomada en un panel informativo en el monumento |
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El patio de la Compañía en la actualidad |
Durante la II República la ley de Congregaciones Religiosas,
que impidió a éstas dedicarse a la enseñanza, obligó a los escolapios a
abandonar temporalmente el colegio y durante la Guerra Civil en el edificio
convivieron las actividades docente, sanitaria y militar.
Entre 1946 y 1952, recuperado el colegio por los escolapios,
el arquitecto Antonio Ferreras dirigió las obras para la construcción de las
plantas superiores de dos de las crujías del patio de las escuelas, que
nunca se habían completado.
En 1983 un rayo impactó en la cúpula destrozando los
ventanales y el lucernario, levantando parte de los tejados y dañando la
instalación eléctrica de la iglesia y de parte del colegio y en 1986 el
arquitecto Carlos Meijide Calvo se encargó de las obras de reparación,
incluyendo la colocación de un nuevo pararrayos, la limpieza de la cúpula, la
colocación de nuevos ventanales y el relleno de sus grietas con silicona y
mortero. En los años siguientes también se renovaron las cubiertas.
La última gran obra emprendida en el colegio ha sido la
rehabilitación de la escalera principal, ubicada en la esquina oriental del
colegio, dirigida por los arquitectos Carlos Meijide Calvo y su hijo Jorge
Meijide Tomás y culminada en el año 2002.
La planta del conjunto responde a un esquema simétrico, con
una iglesia en el centro y dos cuerpos laterales en torno a sendos patios, el
de la derecha proyectado como casa destinada a la comunidad de jesuitas y el de
la izquierda para albergar la zona de estudios y que ya desde el proyecto
inicial debieron ser diferentes, el de las escuelas más sencillo, aunque la
fachada da la idea de que ambas alas son iguales. De todos modos, ya he
comentado que no fue un proyecto cerrado, por lo que cambió varias veces
durante la obra.
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Planta del conjunto (2). Las indicaciones son mías |
La iglesia no está orientada canónicamente en el eje
este-oeste sino con la cabecera hacia el noroeste, un condicionante que
respondería a la necesidad de ubicar la fachada principal hacia el gran espacio
abierto ante la misma y facilitar así el acceso, además de para
dirigir los desagües más fácilmente hacia el río.
La fachada principal,
de 110 metros de longitud, realizada en granito, destaca por su grandiosidad y
equilibrio en la disposición de sus elementos.
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Alzado de la fachada principal (2) |
La iglesia está en el centro y los laterales muestran tres
plantas. La baja y la primera, separadas por una sencilla cornisa, se organizan
mediante vanos rectangulares y la última es una galería de arcos de medio punto
y balaustradas añadida tras una modificación de las trazas después de la visita
del cardenal a las obras en 1594. Las torres recuerdan al palacio Monterrey de
Rodrigo Gil de Hontañón en Salamanca, ciudad en la que trabajaron tanto Andrés
Ruiz como Juan de Tolosa, aunque éstas no quedan en los extremos porque los dos
pequeños cuerpos hasta llegar al ángulo también se añadieron después. El
conjunto se remata con una cornisa con pináculos de bola. Su estructura se
conforma como un resumen de influencias renacentistas procedentes de Roma, de
Vignola, del monasterio de San Lorenzo de El Escorial, de palacios…
La fachada de la
iglesia se organiza mediante dos cuerpos superpuestos. El inferior es almohadillado
con laterales con un óculo y una ventana cada uno y una portada central compuesta
por columnas pareadas dóricas que soportan un friso de triglifos y metopas sobre
el que se ubican cuatro pináculos rematados en acróteras que flanquean una
cartela con una inscripción en latín en la que se lee
“El cardenal don Rodrigo de Castro, arzobispo de Sevilla,
dona a la Compañía de Jesús, para uso de la juventud, templo y colegio,
consagrados a la Virgen María”.
El cuerpo superior presenta pilastras jónicas, con el escudo
del fundador y un gran ventanal central y sendos óculos laterales. Se remata
con un frontón partido por una peineta con el escudo de la Corona, que sustituyó
al de la Compañía tras su expulsión. El frontón está flanqueado por aletones de
perfil curvo y rematado por seis acróteras.
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Fachada de la iglesia |
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Cartela que recuerda al fundador bajo su escudo en la fachada de la iglesia |
La diferencia de órdenes se atribuye a la posible
intervención de distintos maestros, Tolosa o Juan Bustamante en la inferior y
Juan de Nates en la superior, aunque hay otros que se la adjudican a Vermundo
Resta.
El templo tiene planta
rectangular, con nave central de cuatro tramos con coro a los pies organizada
mediante grandes pilastras corintias que soportan un friso corrido en el que
descansan bóvedas de cañón peraltadas decoradas con casetones y con lunetos con
ventanas termales que sólo ofrecen luz en el vano central del lado del
Evangelio. Cuenta con cuatro capillas hornacinas laterales a cada lado
comunicadas entre sí y cubiertas con bóvedas de cañón.
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La iglesia desde los pies |
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Bóveda de cañón de la nave de la iglesia |
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Capiteles corintios de las pilastras del crucero |
El transepto no sobresale en planta, el crucero está
cubierto con cúpula, el presbiterio es rectangular cubierto también con bóvedas
de cañón y aparece flanqueado por sendas torres campanario de planta
rectangular con dos cuerpos, el segundo decreciente separado por una
balaustrada y remate de media naranja. Están embebidas en la fábrica, de ahí
que no sobresalgan mucho en altura.
Cuenta con coro alto a los pies, en el primer tramo de la
nave, más estrecho que los otros tres, y se eleva sobre una bóveda casetonada
escarzana muy rebajada, con barandilla de balaustres de piedra.
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Nave de la iglesia desde el crucero |
La cúpula del crucero se eleva sobre pechinas decoradas con
ángeles policromados que sostienen en una mano el escudo del cardenal y en la
otra una custodia con el anagrama de la Compañía y tambor cilíndrico con ocho
vanos semicirculares y está rematada por una linterna con vanos rectangulares
rematada con otra pequeña cúpula y un pináculo piramidal, siendo la estructura
abovedada más compleja del edificio.
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Cúpula del crucero y bóveda de cañón del presbiterio |
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Ángel de una de las pechinas |
El modelo inicial, igual que el resto de iglesias jesuíticas
de la época, carecía de cúpula, con el crucero cubierto con una bóveda vaída,
pues primaban los aspectos funcionales y la adecuada acústica para facilitar la
predicación. La modificación del diseño es una muestra de la influencia
escurialense presente en el edificio, posiblemente una de las cúpulas españolas
que más evoca a la de la basílica de El Escorial.
El retablo mayor,
renacentista, de madera de nogal sin policromar, fue realizado por Francisco
Moure, su hijo y discípulos y está dedicado a la Virgen, advocación del
colegio. Consta de banco y tres cuerpos de tres calles separadas por columnas
corintias de fustes acanalados torsos.
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Retablo mayor |
En el banco se representan las cuatro virtudes cardinales,
prudencia, justicia, fortaleza y templanza, flanqueando dos a dos el escudo del
cardenal y los cuatro Evangelistas, con un gran ostensorio central que también
ocupa el cuerpo bajo, que en las calles laterales presenta las escenas en relieve
de la Circuncisión y la Epifanía.
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Banco con Evangelistas y Virtudes |
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Banco con Evangelistas y Virtudes |
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Circuncisión |
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Epifanía |
El segundo cuerpo presenta una escultura de bulto de la
Virgen de la Antigua central con las escenas laterales de la Visitación y la Adoración de los pastores.
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Segundo cuerpo, con la Virgen flanqueada por las escenas de la Visitación y la Adoración de los pastores |
En el tercer cuerpo aparece san Ignacio de Loyola en el
centro en bulto redondo con las escenas de la Natividad de la Virgen y la Anunciación.
El conjunto se remata con dos grandes escudos del cardenal laterales y otro
central más grande que está vacío pero que debió de contar con el emblema de
los jesuitas.
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Tercer cuerpo, con san Ignacio en el centro flanqueada por la Natividad de la Virgen y la Anunciación |
En el muro del Evangelio del presbiterio, en una hornacina
de medio punto flanqueada por pares de pilastras jónicas, se ubica la sepultura
de don Rodrigo de Castro con la escultura orante de bronce del fundador,
encargada por el propio cardenal a Giambologna, la única escultura del escultor
francés afincado en Florencia en España. Debajo está su sepulcro. En el muro de
la Epístola hay una pintura de la Virgen de la Antigua que el cardenal tenía en
su oratorio del palacio episcopal de Sevilla y que es una réplica de la
original venerada en la catedral hispalense.
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Muro del Evangelio y de la Epístola del presbiterio, con la sepultura del fundador y la Virgen de la Antigua |
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Escultura orante del fundador realizada por Giambologna |
El
púlpito apoya
sobre un águila de alas extendidas y es de planta hexagonal con relieves de los
cuatro doctores de la iglesia de Occidente, los santos Jerónimo, Ambrosio,
Agustín y Gregorio Magno, con el escudo de las Escuelas Pías, realizado por
Elio Rodríguez, que sustituyó al de los jesuitas, eliminado tras la expulsión de
la Compañía en 1767.
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Púlpito |
La primera capilla lateral del Evangelio es de estilo
barroco y atesoraba multitud de reliquias
que el cardenal fue reuniendo en sus abundantes viajes dentro de relicarios de
oro y plata que fueron expoliados durante la invasión napoleónica, salvo los
del lignum crucis y una espina de la
corona de Cristo, ambos de plata repujada, que se libraron del robo porque en
esas fechas estaban fuera de la capilla.
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Retablo de la capilla de las reliquias |
La siguiente capilla poseía un tríptico con una tabla
central con una
Adoración de los Reyes
que durante la invasión francesa perdió las dos tablas móviles laterales, que
se cree que, según copias antiguas de la obra, contendrían una
Natividad y una
Circuncisión. Aunque no se sabe cómo llegó al colegio y tradicionalmente
se consideraba una donación del cardenal don Rodrigo, el fundador no lo
menciona ni en la dotación del colegio ni en su testamento, algo que choca con
su meticulosa mentalidad, que incluso hace constar en este último documento los
utensilios culinarios que posee y establece muy detalladamente toda la
repartición de sus bienes sin olvidarse ni de uno de sus criados.
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Adoración de los Reyes de Hugo van der Goes. Gemäldegalerie de Berlín |
En cuanto a su autor, durante un tiempo se dijo que era de
Rubens (¡qué dislate!) y también se atribuyó a Felipe van Orley o a Memling, hasta
que a comienzos del siglo XIX el especialista en pintura flamenca Walter
Armstrong, director del Museo de Dublín, dictaminó, no sin disputas, que era de
Hugo van der Goes pintada ha. 1470, cuando su estilo ya estaba plenamente
consolidado. Pero lo que hay en Monforte en la actualidad es una copia del
original, vendido una vez atribuido al famoso pintor flamenco, con la
consiguiente revalorización del mismo. Dada la importancia de esta pintura le dedico un artículo aparte que podéis abrir en
este enlace.
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Retablo con la copia de la Adoración de los Reyes de Hugo van der Goes |
En la tercera capilla de este lado del Evangelio está un
Santo Cristo de mármol del italiano
Valerio Cioli, autor de las estatuas de la tumba de Miguel Ángel en
Santa Croce de Florencia. Se dice que fue un encargo de Felipe II para el monasterio de San
Lorenzo de El Escorial que no le gustó por considerarlo demasiado musculoso y
que se lo regaló al cardenal.
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Santo Cristo de Valerio Cioli |
De los dos patios
del conjunto, el de la izquierda, destinado a colegio, no está abierto a las
visitas turísticas. El de la derecha, que sí puede verse, es el más
espectacular. Estaba destinado a casa para los jesuitas, donde se ubicarían los
dormitorios, la portería, el anterrefectorio y el refectorio, la cocina, la
botica… Es de planta cuadrada y presenta
un primer cuerpo de crujías cubiertas con bóvedas de arista abierto mediante
arcos de medio punto entre pilastras dóricas que sostienen un entablamento con
friso de triglifos y metopas sobre el que se levanta una galería cerrada con
vanos rectangulares bajo óculos y en la mitad de cada uno de los lados aparecen
los escudos del cardenal fundador, de la Casa de Lemos, de la Casa de Alba y de
las Escuelas Pías, pues fueron los escolapios los que acabaron las crujías
nordeste y noroeste, incompletas hasta la década de 1920.
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Alzado de uno de los lados del patio de la casa de los jesuitas (2) |
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Patio de la casa de los jesuitas |
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Escudo del cardenal don Rodrigo de Castro |
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Emblema de los escolapios |
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Bóvedas de arista del claustro bajo |
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Patio de las escuelas, no abierto a las visitas turísticas (3) |
En la esquina inferior derecha está la escalera monumental, que arranca del zaguán de entrada a la derecha
de la fachada y conduce al corredor superior del claustro principal. Se
atribuye a Pedro Marlote y Juan de la Sierra y sería realizada entre 1594 y
1603. Presenta planta rectangular con tres tramos de gran anchura abovedados,
peldaños de una sola pieza de granito y carece de apoyo central, sosteniéndose
gracias al juego de fuerzas y el apoyo en los muros, aunque en una restauración
a fines del del siglo XX hubo que reforzarla mediante tirantes de acero
inoxidable exteriores.
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Escalera monumental |
En el del espacio bajo la escalera se conserva, grabada en el
pavimento de granito, una montea para las bóvedas del claustro. También se ha
localizado otra en una de las paredes del claustro al lado de la puerta de
acceso realizada en dibujo con pigmento rojo, posiblemente almagre, bastante
perdido, sobre todo en las zonas bajas.
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Montea bajo la escalera (2) |
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Montea en una pared del patio (2) |
En la esquina superior izquierda está la sacristía vieja, un ámbito construido en
1699 casi alineado con la
zona de la Epístola del presbiterio de la iglesia, aunque como nunca se
resolvió su conexión directa con el templo, pues el acceso se realiza desde el
propio claustro a través de un espacio de tránsito o antesacristía, pronto se
dejó de utilizar como tal y pasó a ser, sucesivamente, sala de estudio,
oratorio de internos, comedor y biblioteca. Construida en granito, presenta
planta rectangular, hornacinas laterales y bóveda de cañón de dos tramos con
lunetos que sólo presentan ventanas en el lado del Evangelio, siendo ciegos los
de la Epístola.
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Sacristía vieja, actual museo |
Desde mediados del siglo XX está habilitada como museo con varias pinturas y otras obras y objetos
personales del cardenal. De entre las pinturas, que fueron restauradas por el
Museo del Prado, destacan dos de El Greco y cinco atribuidas a Andrea del Sarto
que en la actualidad se consideran copias de gran calidad realizadas en la
segunda mitad del siglo XVI por un artista desconocido.
Las de El Greco
son la Aparición de la Virgen con el Niño
a san Lorenzo, de su primera época, según Camón Aznar anterior al Entierro
del conde Orgaz, y San Francisco de Asís
y fray León meditando sobre la muerte, que lleva una inscripción con el
nombre del pintor y que Cossío fecha entre 1594 y 1604 y Mayer y Camón Aznar
consideran que sería de entre 1590 y 1598.
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Aparición de la Virgen y el Niño a san Lorenzo de El Greco |
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San Francisco de Asís y fray León meditando sobre la muerte de El Greco |
Las copias de Andrea
del Sarto son Santa Margarita de
Cortona, Santa Inés, Santa Catalina de Alejandría, San Pedro y San Juan Bautista.
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Santa Margarita de Cortona, Santa Inés y Santa Catalina de Alejandría |
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San Pedro y San Juan Bautista |
A ambos lados de la puerta están La Muerte y el Juicio Final,
dos cuadros de Escuela Compostelana de autores desconocidos.
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La Muerte |
También hay un Retrato
del cardenal don Rodrigo de Castro de autor desconocido a partir del dibujo
atribuido a Francisco Pacheco, suegro y maestro de Velázquez.
En las vitrinas se exponen varios objetos personales
del cardenal, como un guante procedente de su tumba, documentos de valor
histórico, como un libro con las copias notariales de su testamento, y algunos
libros pertenecientes a su rica y exquisita biblioteca.
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Guante del cardenal |
Fotos ajenas:
(2) GUERRA PESTONIT, R. A., Bóvedas y contrarresto del Colegio de Nuestra Señora de la Antigua de
Monforte de Lemos: geometría, construcción y mecánica, Tesis Doctoral,
E.T.S. Arquitectura UPM, 2012.
(3) GRANDE NIETO, V., Proceso
metodológico y compositivo del Renacimiento en Galicia: 1499-1657, Tesis
Doctoral, Universidade da Coruña, Departamento de Composición, 2014.
Fuentes:
CES FERNÁNDEZ, B., Los
efectos del seísmo de Lisboa de 1755 sobre el patrimonio monumental de Galicia,
Tesis Doctoral, Universidade da Coruña, Escuela Superior de Arquitectura,
Departamento de Composición, 2015.
DÍAZ FERREIROS, J., “La Adoración de los Reyes de Hugo van
der Goes. De Monforte a Berlín”, Boletín
do Museo Provincial de Lugo, nº 6, 1993-1994, pp. 83-98.
FEAL ANTELO, M. A., El
Colegio del cardenal de Monforte de Lemos. Evolución de la traza universal,
Traballo fin de mestrado, Universidade da Coruña, Escuela Superior de
Arquitectura, Departamento de Composición, 2010.
GRANDE NIETO, V., Proceso
metodológico y compositivo del Renacimiento en Galicia: 1499-1657, Tesis
Doctoral, Universidade da Coruña, Escuela Superior de Arquitectura, Departamento
de Composición, 2014.
GUERRA PESTONIT, R. A., Bóvedas
y contrarresto del Colegio de Nuestra Señora de la Antigua de Monforte de
Lemos: geometría, construcción y mecánica, Tesis Doctoral, Universidad
Politécnica de Madrid, Escuela Técnica Superior de Arquitectura, 2012.
GUERRA PESTONIT, R. A., “La antigua sacristía del colegio
del cardenal de Monforte de Lemos: estudio geométrico de una bóveda muy
deformada”, Actas del Sexto Congreso
Nacional de Historia de la Construcción, Valencia 21–24 de octubre de 2009,
2009, pp. 693-700.
Comentarios
Les mandamos un saludo desde el colegio en Guadalajara.