Santa María del Parral, en Segovia
El monasterio jerónimo de Santa María del Parral está extramuros de Segovia, en la ribera del río Eresma, un lugar escogido también por otros monasterios, como el cisterciense femenino de Santa María y San Vicente o el dominico de Santa Cruz con una espectacular portada, un privilegiado y frondoso entorno con abundantes manantiales y desde el que se tiene, además, una espectacular vista de la ciudad.
El monasterio del Parral desde las murallas de la ciudad |
Vista de la ciudad desde el monasterio, con la torre de la catedral a la derecha y la torre de San Esteban a la izquierda |
Para empezar a hablar del Parral tendríamos que remontarnos al reinado de Juan II Trastámara, que en 1440 entregó Segovia a su hijo, el príncipe Enrique, futuro Enrique IV quien, por haberse criado en esa ciudad, sentía gran afecto por ella, favoreciéndola con privilegios y promoviendo la construcción del convento de San Antonio el Real, el palacio real de San Martín, obras en el propio Alcázar o, siguiendo a fray Gabriel de Talavera y fray José de Sigüenza, historiadores jerónimos, orden a la que se les entrega la nueva fundación, también este monasterio.
Y es que el padre Sigüenza escribe que el príncipe añoraba un monasterio en el que hospedarse y seguir los oficios divinos, que pensó en la Orden Jerónima, en ese momento en todo su esplendor, y que cuando le contó la idea a don Juan Pacheco, marqués de Villena, su camarero mayor y con el que mantenía una muy estrecha relación por haber sido su doncel, éste empezó a “mover los hilos” para satisfacer sus deseos y en 1447 eligió como enclave la antigua ermita de Santa María del Parral, enfrente del Alcázar.
Vista del Alcázar desde el monasterio |
Pero la edificación apenas avanzó hasta la subida al trono de Enrique IV en 1454, cuando el monarca ya asumió como propia la fundación y se levantaron el claustro principal, el de la hospedería, se adornaron muchas estancias con cubiertas mudéjares y se comenzó a levantar la capilla mayor que, según Sigüenza, el rey pensaba convertir en su propio lugar de enterramiento aunque después la terminara entregando a Villena para su panteón familiar, que asumió la financiación de las obras.
En cuanto a los artífices, se cree que Juan Gallego dibujaría la traza de un monasterio de cuatro claustros que cumple con los requisitos exigidos por la orden jerónima. Así, la iglesia está dispuesta al norte, el claustro principal al sur, en el ángulo suroeste de éste, el claustro de la enfermería, y en el lado oeste, los claustros de la portería y de la hospedería, formando una barrera frente al mundo secular.
Plano de Luis Cervera Vela del monasterio (1). Las indicaciones son mías |
La iglesia, como era habitual, se empezó a construir por la cabecera. Martín Sánchez Bonifacio, Juan Guas y Pedro Pulido fueron contratados por Villena, levantando desde la cornisa hasta el arranque de las bóvedas de la capilla mayor.
Pero la inestabilidad del reinado, la muerte del marqués y del monarca en 1474 y la guerra civil posterior entre los partidarios de doña Juana, hija del rey, y los de doña Isabel, su hermanastra, de nuevo paralizaron las obras, que no se reanudaron hasta el fin del conflicto en 1479 gracias al patrocinio de los hermanos de don Diego López Pacheco, el nuevo marqués, pues éste, partidario de doña Juana y vencido, apenas contaba con recursos.
A partir de 1483 ya fue el propio don Diego, recuperado de las pérdidas ocasionadas por la guerra, el que subvencionó la obra y Martín Sánchez Bonifacio y Juan Guas terminaron de cerrar las bóvedas de la capilla mayor, quedando el monasterio concluido, en lo esencial, en 1503, materializándose, finalmente, el deseo del padre de convertir el Parral en panteón familiar. Lo que nunca se terminó fue la fachada, que se cree que también sería proyectada por Juan Guas.
Los dos grandes blasones superiores son los de don Diego López Pacheco, a la izquierda, y su mujer, doña Juana Enríquez, a la derecha.
Cuesta de acceso al monasterio |
El campanario, de Juan Campero, se sitúa a la derecha y está coronado con cestería interrumpida por una espadaña en el lado sur.
Blasones de don Diego López Pacheco y doña Juana Enríquez en la fachada de la iglesia, con el campanario a la derecha |
En los siglos siguientes la activa vida monástica estuvo volcada, fundamentalmente, a la liturgia y la iluminación de libros, una labor que se vio interrumpida a comienzos del siglo XIX con la invasión francesa, cuando se ordenó la exclaustración y se saquearon sus tesoros. Aunque en 1813 la comunidad volvió al monasterio, en 1920 se decretó su disolución, en 1823 de nuevo volvieron los monjes y en 1835 las desamortizaciones disolvieron la orden, el convento fue abandonado y sus obras de arte y su biblioteca dispersas o perdidas para siempre.
El deterioro llegó a ser tal que en 1839 hasta se pensó en su demolición, detenida ante la reclamación como fundación de los antepasados del duque de Frías, de la casa de Villena.
En 1847 una Real Orden lo puso bajo la tutela del superintendente de la Casa de la Moneda ordenando la reparación de la iglesia según proyecto de Vázquez de Zúñiga y en 1875 el monasterio volvió a ser habitado por una comunidad de concepcionistas tras una rehabilitación de Joaquín de Odriozola; pero a los pocos años volvió a ser abandonado.
Fotografía de J. Laurent publicada en CALVERT, A. F., Valladolid, Oviedo, Segovia, Zamora, Ávila & Zaragoza, London-New York, 1908, Plate 98 |
El deterioro siguió su curso y a comienzos del siglo XX se habían desplomado muros, arquerías y cubiertas. Pero en 1914 fue declarado Monumento Nacional y comenzaron las labores de restauración centradas en la iglesia. En 1917 se redactó un proyecto para convertir el convento en seminario pero en 1919 se desplomó la cubierta de la sala capitular.
Por estas mismas fechas es cuando surgió el proyecto de restaurar la orden jerónima precisamente en este monasterio, en 1925 llegaron los primeros postulantes y en 1927 se emitieron los primeros votos en la iglesia, aunque todavía quedaba la recuperación del propio edificio, a cargo del arquitecto Luis Sainz de los Terreros, que reconstruyó el claustro principal y otras dependencias. Pero con la llegada de la República, en 1931 se suspendieron las obras y parte de la comunidad abandonó el monasterio, quedando sólo cinco monjes que se convirtieron en la base sobre la que se asentaron nuevas vocaciones a partir de 1941, tras la guerra civil y el comienzo de la dictadura franquista.
Entre 1940 y 1943 y bajo proyecto del arquitecto Cabello y Dodero, se repararon el claustro principal, la sala capitular y otras dependencias. Después le seguiría la bóveda de la capilla mayor, el parteluz de la portada de la iglesia, el pavimento del claustro, las capillas de su crujía norte…
En la década de 1960 hubo una desafortunada intervención en la que se suprimió la decoración pictórica de las bóvedas de la sacristía, se picaron las paredes de la iglesia y se desmontó la escalinata de mármol del presbiterio, con lo que el retablo quedó suspendido, un mal efecto que se palió, en parte, mediante la colocación de la sillería del monasterio de San Pedro de La Ñora.
Fotografía anónima de la capilla mayor desde el coro anterior a 1960 porque todavía se aprecia la grada, que al eliminarla dejó el retablo sin apoyo |
Lamentablemente, en 1972 se decidió demoler el claustro de la hospedería. Desde esas fechas, el monasterio ha tenido varias intervenciones posteriores mucho más conservadoras, buscando devolverle, en la medida de lo posible, su antiguo esplendor. La última intervención, todavía en curso, es la construcción de una escalera de acceso al coro alto para poder admirar la espléndida sillería tallada por Bartolomé Fernández, que estaba desmontada y repartida entre el Museo Arqueológico Nacional y la iglesia de San Francisco el Grande y fue restituida a su lugar de origen a comienzos de 2012.
Lo que queda del claustro de la hospedería, convertido en estanque |
El monasterio desde el otro lado del río en la actualidad |
La iglesia es de planta de cruz latina de nave única de cuatro tramos cubiertos con bóveda de crucería, capillas laterales y coro alto a los pies, característico de las iglesias jerónimas, prolongado por los lados de la nave, a modo de balcón en el que se ubicaban los órganos, tan importantes en la liturgia jerónima y que desaparecieron tras las desamortizaciones. La única luz que recibe la nave procede del amplio ventanal en el coro.
Coro alto, prolongado por los laterales para ubicar los órganos hoy desaparecidos |
Está sostenido por arco carpanel y bóveda rebajada de dos tramos, el segundo el doble que el primero, de nervaduras de trazado geométrico que arrancan de ángeles que portan los blasones de don Juan Paqueco y doña María de Portocarrero.
Detalle de la bóveda rebajada que sostiene el coro alto |
El crucero, aislado de la nave mediante dos escalones, es de muros oblicuos y escaso desarrollo, logrando así, junto con una cabecera de tres lados también poco desarrollada, la impresión de ámbito centralizado tan propio de fines del gótico y tradicionalmente asociado al uso funerario.
Cuenta con seis amplios ventanales adornados por encima de las claves con las armas de los marqueses de Villena, labradas en 1494 por Francisco Sánchez de Toledo, y un apostolado en las jambas obra de Sebastián de Almonacid. Se cubre con bóveda de terceletes.
La capilla mayor desde la nave de la iglesia, observándose cuatro de los seis grandes ventanales que iluminan el ámbito que genera unida al crucero |
Calvario del retablo, apóstoles que decoran las jambas de las ventanas y armas de los marqueses de Villena sobre las claves de éstas |
Cubierta de terceletes del crucero y los escudos de los Villegas sobre las claves de las ventanas |
El retablo mayor es de madera dorada y policromada, realizado por los entalladores Juan Rodríguez y Jerónimo de Pellicer y el pintor Francisco Giralte, todos de Ávila y discípulos de Vasco de la Zarza. Consta de tres calles, además de otras dos subsidiarias que enlazan con los sepulcros de los Villena, colocados a los lados, banco, cuatro cuerpos y ático. Desarrolla un ciclo iconográfico cristológico, con escenas de la Vida de la Virgen y de la Vida de Cristo, completado con esculturas de evangelistas, profetas y santos. Para terminar, el ático muestra el habitual Calvario, culminado por Dios Padre.
Los restos de don Juan Pacheco y doña María de Portocarrero, en Guadalupe, fueron trasladados al monasterio en 1480 siguiendo las disposiciones testamentarias otorgadas en 1472 por el marqués, que establecía su expreso deseo de ser enterrado en el Parral. Primero recibieron sepultura en lo que en los documentos se denomina como “capilla vieja”, quizá la actual Capilla de San Sebastián, y una vez abovedada la capilla mayor, fueron trasladados al centro de la misma en sepulcros exentos. Pero en 1528 don Diego ordenó labrar los actuales sepulcros parietales de alabastro, que se atribuyen a Juan Rodríguez y Lucas Giraldo y que, dada la armonía que guardan con el retablo, se piensa que formaron parte de un proyecto unitario.
Retablo mayor |
Don Juan está a la izquierda y doña María a la derecha y tienen la misma composición, con sendas hornacinas a modo de arco triunfal que acogen a los orantes. Él viste armadura decorada con finos grutescos y la Cruz de Santiago, orante sobre un reclinatorio y acompañado de un paje que le sostiene el casco y un escudo en el que también aparece la Cruz de Santiago. El fondo es un altorrelieve con un Llanto sobre Cristo muerto ambientado en la ciudad de Villena. En las enjutas del arco aparecen las armas de don Juan. En el segundo cuerpo, cobijados en nichos, están San Esteban y San Lorenzo, y la composición se corona con Santiago Matamoros, de nuevo en referencia a la condición de caballero de la Orden de Santiago del difunto.
Sepulcro de don Juan Pacheco |
Doña María, sin reclinatorio, aparece acompañada de una dueña y al fondo destaca un Santo Entierro también ambientado en la ciudad de Villena. Las enjutas acogen sus armas y esta vez, en los nichos aparecen Santa Elena y Santa Lucía, con el conjunto rematado con un relieve de la Aparición de Cristo a la Virgen.
Sepulcro de doña María de Portocarrero |
Lamentablemente, no queda nada de los sepulcros de don Diego López Pacheco y de su esposa, doña Juana Enríquez ni de las laudes de cobre de los restantes miembros de la familia que cubrieron el suelo de este ámbito, arrancadas y vendidas en 1838, tras la exclaustración.
En el brazo sur del crucero se encuentra la portada que da acceso a la antesacristía, atribuida a Juan Guas y Egas Cueman, con un arco apuntado sobre el que se sitúa otro trilobulado y profusa decoración conformando una sinuosa traza que acoge en el centro una Entronización de la Virgen flanqueada por ángeles tenantes con los escudos del primer marqués de Villena.
Portada de la antesacristía |
Algunos autores defienden que en origen acogería el sepulcro de doña Beatriz de Pacheco, condesa de Medellín e hija de don Juan, en la actualidad a la izquierda de la portada y mal encastrado en el muro, aunque entonces quedaría sin resolver dónde estaría la puerta de acceso a la sacristía, sin otro posible emplazamiento.
Todas las capillas laterales fueron enterramientos de la nobleza castellana. Las del muro del evangelio no son el resultado de un plan concreto sino adiciones al cuerpo de la nave, quizá incluso aprovechadas de la antigua ermita, mientras que las del muro de la epístola sí parecen responder a un planteamiento unitario. Todos estos ámbitos apenas cuentan con ornato, con todas las obras de arte que los decoraban perdidas o dispersas en distintos museos.
La primera del evangelio, inmediata al crucero, es la capilla de San Jerónimo, fundada en 1482 por don Alonso González de la Hoz, secretario y contador de Juan II, Enrique IV y los Reyes Católicos, siendo la primera que se levantó en la iglesia, antes de que se erigiese la capilla mayor, lo que corroboraría el uso de la primitiva ermita dentro de la nueva construcción.
Se accede a ella mediante un arco carpanel enmarcado en otro conopial, motivo repetido en el resto de capillas, y aparecen los escudos de los Río y de la Hoz. Conserva la antigua reja de madera con balaustres pintados en verde y rojo y ornamentación vegetal.
Entre el crucero y esta capilla está el púlpito, de piedra caliza y de fines del XV. Muestra las figuras de la Justicia, Esperanza, Fe, Caridad y Prudencia como matronas sentadas que apoyan sus pies en otras tendidas, y la Fe sostiene el escudo de don Diego López Pacheco.
Portada de acceso a la capilla de don Alonso González de la Hoz, con el púlpito a la derecha |
A continuación se sitúa la capilla de la Asunción, de fines del siglo XV y que se cree que formaba parte, junto con la anterior, de la primitiva ermita, adquirida por don Sancho García del Espinar, uno de los caballeros presentes en la proclamación de la princesa Isabel como reina de Castilla.
Muestra portada de tres paños que ocupa el ancho del tramo, el central con la entrada y los laterales con arcosolios, los tres con arcos rebajados trasdosados por conopiales, y sobre ella se apoya el balcón para el órgano.
Portada de la capilla funeraria de don Sancho García del Espinar |
En el arcosolio de la derecha están las laudes de don Gonzalo del Río y de su esposa, doña Beatriz Álvarez, y en el de la izquierda la de don Alfonso González del Espinar, consejero de los Reyes Católicos. La reja también es de madera con balaustres pintados de verde y rojo y bandas que recuerdan la escritura cúfica.
En las paredes de la capilla aparecen otros cinco arcosolios de arcos rebajados y angrelados deteriorados por la humedad. En el centro del pavimento está la laude del doctor don Sancho García del Espinar, nieto del fundador.
Arcosolios en el interior de la capilla de don Sancho García del Espinar |
La capilla del Descendimiento perteneció al linaje de los Coronel-Solís, fundada por don
Abraham Senior, rabino y banquero judeo-español, almojarife mayor de Castilla y
administrador real, hombre de gran peso en la corte de los Reyes Católicos, que en 1492 lo apadrinaron en su conversión al cristianismo, cuando adoptó el nombre de
Hernán Pérez Coronel, abuelo de María Coronel, segunda esposa de Juan Bravo, caudillo comunero, y ascendiente de Pablo Coronel, catedrático de la Universidad de Salamanca y colaborador del cardenal Cisneros en la edición de la Biblia Políglota. Ambos están enterrados en la capilla. La portada es de arco rebajado trasdosado por uno conopial y en la clave aparece el escudo, muy dañado, de la familia. La humedad ha deteriorado los arcosolios del interior, también de rica ornamentación.
Interior de la capilla de don Hernán Pérez Coronel |
Por último está la capilla de la Natividad, que perteneció al linaje de los Heredia y se cree que sería la última en construirse. Se ingresa mediante arco carpanel de sencilla decoración y se divide en dos tramos con bóvedas estrelladas y ménsulas con ángeles portando las armas de la familia.
Cubierta estrellada de la capilla de los Heredia, con ménsulas con ángeles portando las armas de la familia |
En cuanto a las capillas del lado de la epístola, si empezamos por los pies, en primer lugar nos encontramos con la capilla de la Virgen de los cuchillos, que ocupa el cuerpo bajo de la torre y que perteneció a los Brihuega.
La siguiente es la capilla de la Anunciación, que perteneció al mayorazgo de los Pascual. Desde este ámbito, sin acceso directo desde la nave de la iglesia, se pasa a la capilla de San Gregorio, propiedad del linaje del regidor Gaspar de Oquendo y su mujer, Ana Jiménez.
La última del lado de la epístola es la capilla de San Sebastián, con un sencillo arco apuntado y cubierta de terceletes. A la izquierda se sitúa el sepulcro de la familia de don Pedro Tapia, consejero de Enrique IV, un arcosolio de fines del siglo XV cobijado con un arco rebajado y otro conopial con las armas de la familia. A la derecha está la sepultura don Dionisio de Solís y a su mujer doña Felipa de Solís, costeada por sus hijas durante en la primera mitad del siglo XVI y con evidentes características renacentistas, un arco de medio punto con bustos de profetas en las enjutas y friso cabezas de putti.
Acceso a la capilla de San Sebastián, con el sepulcro de la familia de don Pedro Tapia a la izqueirda y de los Solis a la derecha |
La sacristía está dividida en dos tramos con cubiertas de bóvedas nervadas y paredes con ocho hornacinas de arco de medio punto. En este ámbito estaba la famosa Fuente de la Gracia y Triunfo de la Iglesia sobre la Sinagoga de la Escuela de Jan van Eyck, hoy en el Museo del Prado y sustituida aquí por una fotografía a tamaño original.
Escuela de Jan van Eyck. La fuente de la Gracia o Triunfo de la Iglesia sobre la Sinagoga, óleo sobre tabla, Museo Nacional del Prado, Madrid (2) |
Para acceder al recinto monástico hay que salir de la iglesia, con una puerta a la derecha de la fachada, y dado que todavía mantiene la única comunidad jerónima que queda en la península, sólo están abiertos al público el pórtico y el claustro de la portería.
Puerta de acceso al recinto monástico a la derecha de la fachada de la iglesia |
El pórtico llama la atención por la espectacular vista que ofrece del Alcázar, enmarcada por tres vanos de arcos de medio punto de sección curva. Está cubierto con una armadura renacentista que estaba en el antecoro y el estanque a los pies de los arcos es contemporáneo.
Arcada del pórtico, con el Alcázar al fondo |
Desde aquí, a través de una puerta adintelada coronada con el escudo de Enrique IV, se accede al claustro de la portería, de cuatro arcos por cada panda de igual factura que los del pórtico, por lo que se supone que se levantaron al tiempo, a principios del siglo XVI.
Puerta de acceso al claustro de la portería, coronada con el escudo de Enrique IV |
Claustro de la portería desde el ángulo suroeste |
Crujía este del claustro de la portería |
Detalle del claustro de la portería, con el campanario al fondo |
Mediante arco carpanel también con el escudo de Enrique IV se accede a una estancia intermedia de acceso al claustro principal o de las procesiones, parte de la clausura y sólo visible a través de una puerta de cristal.
Puerta de acceso a la estancia entre el claustro de la portería y el principal |
Está formado por siete arcos de medio punto por panda en la galería baja y el doble y apuntados en la alta. Los gruesos pilares de ladrillo de ángulos achaflanados y pintados en blando y rojo recuerdan al prototipo que pudiera estar en Guadalupe, de donde procedía la comunidad fundadora. Alrededor de las crujías se ubican distintas capillas nobiliarias, la sala capitular, el refectorio, la antigua celda del prior, una portada de acceso a la sacristía… pero todo ello no es visitable.
Claustro principal |
El claustro de la enfermería o botica, también parte de la clausura y no visitable, presenta dos plantas, con cuatro arcos trebolados en la baja y conopiales en doble número en la alta, con decoración de bolas en la cornisa que algunos autores asocian con el círculo de Guas, aunque llama la atención la rudeza de la galería inferior.
Quiero terminar dando las gracias al portero del monasterio, pues a pesar de que estaba cerrado porque iban a iniciarse las mencionadas obras para acceder al coro alto, fue muy amable y nos abrió la iglesia, el pórtico y el claustro de la portería sólo para nosotros, para que pudiéramos hacer las fotografías.
Imágenes ajenas:
(1) VV.AA., El siglo del renacimiento, Madrid, Akal, 1998, p. 68. Planta del monasterio de Luis Cervera Vela
(2) https://es.wikipedia.org/wiki/La_Fuente_de_la_Gracia
Fuentes:
Fuentes:
MATEO, I., LÓPEZ-YARTO, A. y RUIZ HERNANDO, J. A., “El monasterio de Santa María del Parral (Segovia)”. Boletín de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, 84, primer semestre, 1997.
FRANCO SILVA, A., “Los testamentos de Juan Pacheco (1470-1472)”. Congreso de Historia del Señorío de Villena, octubre 1986. Albacete, Instituto de Estudios Albacetenses, 1997, pp. 157-173.
Comentarios
Un saludo
Recordar que los únicos y últimos monjes Jerónimos de todo el mundo viven en el Monasterio de El Parral.
Volvieron a este monasterio al límite de cumplir los cien años que marca el derecho canónico para que una orden desaparezca.
Tremenda historia de decadencia de la orden religiosa favorita de los reyes Austrias de España.
Un saludo.
http://www.youtube.com/watch?v=a61M-0-cGvk
Muchas gracias por el dibujo, una preciosidad.
Teniendo en cuenta que es de 2013, supongo que consultando notas a pie y bibliografía podría conseguir mucha información al respecto. Espero que le sirva.