El Museo Cerralbo, en Madrid
El Museo Cerralbo, que ocupa un palacete decimonónico con jardín en un solar de más de 1700 metros cuadrados en el barrio de Argüelles en Madrid, muy cerca de la Plaza de España y del Templo de Debod, con fachada a las calles Juan Álvarez de Mendizábal, Ventura Rodríguez y Ferraz, fue la residencia familiar de don Enrique de Aguilera y Gamboa, XVII marqués de Cerralbo, y de su familia, doña Inocencia Serrano y Cerver, viuda de don Antonio del Valle, fallecida en 1896, y los dos hijos de estos últimos, don Antonio del Valle y Serrano, I marqués de Villa-Huerta, y doña Amelia, II marquesa de Villa-Huerta tras el fallecimiento de su hermano en 1900.
Un detalle de la decoración del salón de baile del Palacio Cerralbo
El marqués, de un linaje aristocrático que se remontaba al siglo XIII, nació en Madrid en 1845 y recibió una educación tradicional en las Escuelas Pías de San Fernando, mostrando sensibilidad por las Bellas Artes y dotes para el dibujo, la pintura y la poesía desde la adolescencia. También cursó estudios de Filosofía y Letras y Derecho en la Universidad Central de Madrid. Heredero de varios varios títulos nobiliarios y dos veces Grande de España, a lo largo de su vida también consiguió los nombramientos reales de Caballero de la Orden del Toisón de Oro y del de la Orden del Espíritu Santo.
El marqués de Cerralbo con su obra Páginas de la Historia Patria, 1911-1922 (1)
A partir de su matrimonio con doña Inocencia Serrano y Cerver en 1871, la recién creada familia con los dos hijos del primer matrimonio de la dama, empezó a viajar por toda Europa visitando museos y galerías y adquiriendo todo tipo de objetos de arte, llegando a poseer una de las colecciones privadas más importantes de España y una de las más completas de su tiempo.
Doña Inocencia Serrano y Cerver, marquesa de Cerralbo, hacia 1875 (1)
Tras un periodo en política militando en las filas carlistas, don Enrique se consagró a la investigación histórica y a la arqueología, patrocinando y dirigiendo abundantes excavaciones en el alto del Jalón, con resultados publicados en 1909 en El Alto Jalón, descubrimientos arqueológicos, una labor que le proporcionó reconocimiento científico nacional e internacional, nombrado miembro de la Real Academia de la Historia y de la de Bellas Artes españolas, de la Pontificia de Roma o miembro honorario de la Sociedad Arqueológica y la Academia de Bellas Artes y Letras de Burdeos.
El palacete de Argüelles fue concebido desde el principio tanto como vivienda como para exponer el conjunto de obras de arte, antigüedades y otras curiosidades que había ido reuniendo a lo largo de su vida don Enrique, erigido sucesivamente por los arquitectos Alejandro Sureda, Luis Cabello y Asó y Luis Cabello Lapiedra según las estrictas directrices del marqués.
Las fachadas, que alternan ladrillo y piedra, se adscriben dentro del clasicismo ecléctico de los movimientos "neo" del periodo, con tres cuerpos articulados por pilastras y cuatro torreones.
Palacio Cerralbo en la esquina entre las calles Ventura Rodríguez y Ferraz
La distribución interior, según los hoteles parisinos contemporáneos, contaba con un patio central y estancias distribuidas en cuatro plantas: semisótano, entresuelo, piso principal y buhardillas. El entresuelo estaba destinado a la vida cotidiana de los marqueses, el principal era el dedicado a su ajetreada vida social y el semisótano y las buhardillas estaban dedicados a servicios, alojando cocinas, despensas, cocheras, cuadras, calderas o cuartos de los criados.
En cuanto a la conformación del museo, el marqués murió en agosto de 1922, donando todos sus hallazgos arqueológicos y paleológicos al Museo Arqueológico Nacional y el Museo Nacional de Ciencias Naturales, respectivamente, y todas sus colecciones artísticas para la creación del mismo, con sede en su palacio y estableciendo que sus colecciones permanecieran
“siempre reunidas (…) tal y como se hallan establecidas y colocadas por mí, sin que jamás se trastoquen ni por ningún concepto, autoridad o Ley se trasladen de lugar, se cambien objetos ni se vendan”. TESTAMENTO ABIERTO otorgado por el EXCMO. SEÑOR DON ENRIQUE DE AGUILERA Y GAMBOA MARQUÉS DE CERRALBO Y OTROS TÍTULOS. En Madrid a 30 de junio de 1922. Cláusula 28.
El primer director del museo fue Juan Cabré Aguiló, designado por el propio marqués, que realizó un minucioso inventario de los objetos del piso principal con una descripción de las salas, una labor que continuó con el entresuelo tras la muerte de la marquesa de Villa-Huerta en 1927, aunque de forma más somera.
Los interiores se conservaron casi inalterados hasta la Guerra Civil, cuando Cabré decidió trasladar las piezas decorativas de la planta principal al entresuelo y los sótanos para protegerlas de los bombardeos, dejando in situ sólo las que, por sus dimensiones o características, no consideró conveniente.
Al final de la guerra fue el propio Cabré quien comenzó a devolver las piezas a su lugar exacto, una labor delicada y dificultosa y que solo podía hacerse a partir de los inventarios. Pero en noviembre de 1939 fue apartado de la dirección, cuando la recuperación todavía no era definitiva, con estancias que apenas tenían cuadros.
Tras dos años en los que se continuó con la recuperación sin dirección y sin interés alguno por reproducir una estética decimonónica, se nombró directora a Consuelo Sanz Pastor, que junto con el arquitecto Guillermo Diz Flores, proyectaron una reforma en la que partieron de considerar la planta entresuelo carente de interés artístico e histórico suprimiendo la distribución en pequeñas alcobas para crear tres galerías en las que exponer la colección pictórica, hasta ese momento en la planta principal, alterando por completo el espíritu que pretendía su fundador con la disposición original, cuya premisa no había sido mostrar una visión científica de la evolución de las artes sino crear conjuntos armónicos desde la perspectiva decimonónica.
Además, en 1964 la directora también decidió, con proyecto arquitectónico de Fernando Chueca Goitia, suprimir las estancias de servicio de la planta sótano para dotar al museo de una sala de exposiciones temporales y un salón de actos.
Pero la década de 2000 el museo se embarcó en la tarea de recuperar los ambientes originales de la casa y cumplir con las disposiciones testamentarias de don Enrique, para lo que se adoptaron criterios historiográficos consultando, fundamentalmente, los inventarios de Cabré, los archivos del palacio, fotografías o cualquier otro documento que pudiera servir para recuperar la apariencia de cada sala en vida del marqués.
Así, en 2010 el Museo Cerralbo fue reinaugurado ya como casa-museo, con estancias que buscan mostrar la vida cotidiana de la alta aristocracia madrileña entre fines del siglos XIX y comienzos del XX y que están repartidas entre el zaguán de entrada, la escalera de honor y los pisos entresuelo y principal.
El zaguán cuenta con dos enormes puertas gemelas que permitían el acceso de los carruajes de visitas por una de ellas y la salida por la otra, facilitando las maniobras de las caballerías. Los coches de la casa continuaban el trayecto hasta el arranque de la escalera y después el cochero accedía al patio interior, donde estaban las caballerizas y el guadarnés.
Puertas gemelas del zaguán
La escalera de honor era uno de los espacios más escenográficos de estos palacetes, importante para demostrar el prestigio social de los propietarios. La barandilla de hierro forjado perteneció al antiguo monasterio de las Salesas Reales, fundado por doña Bárbara de Braganza, esposa de Fernando VI.
Detalle de la escalera de honor
También destacan dos tapices del siglo XVII, uno de Bruselas con los escudos de los Carvajal, Padilla, Acuña y Enriquez y otro de Pastrana con las armas de los Silva, Mendoza y de la Cerda y que enmarcan el gran escudo de armas del matrimonio Cerralbo.
Santo Domingo en Soriano de Antonio de Pereda, de ha. 1655. El cuadro perteneció al retablo de la capilla del marqués de La Lapilla en el convento de Santo Tomás, popularmente conocido como Colegio de Atocha, de la que era patrono el marqués de Cerralbo, y que quedó destruida en un incendio en 1872
En la planta entresuelo transcurría la vida cotidiana de la familia y en ella se recibían las visitas de confianza, con una zona destinada para los marqueses y su hija y otra para el hijo, I marqués de Villa-Huerta; pero tras el fallecimiento de éste en 1900, toda la planta se reconvirtió para conformar un ala de verano, orientada hacia el jardín, y otra de invierno.
Como fue la más transformada en la década de 1940, no ha sido posible una recuperación fidedigna sino una recreación de espacios a partir de piezas que se sabe que estaban pero también completándola con otras de la colección Villa-Huerta procedentes del palacio de los marqueses en Santa María de Huerta, en Soria, y hasta con alguna adquirida.
El ala de verano cuenta con un recibimiento y una galería que conduce al jardín.
Recibimiento. Todos los maniquíes que aparecen a lo largo del recorrido no forman parte de la exposición permanente sino que son fruto de una temporal de moda
La colección pictórica está distribuida por todas las salas del palacio. En el recibimiento y la galería, destacar una Alegoría de la Eucaristía de Escuela Española de la segunda mitad del siglo XVII que se ha relacionado con Antonio Palomino o un San José con Niño Jesús de Escuela italiana del primer tercio del siglo XVII
En esta misma ala se ubican el salón rojo, despacho del marqués para atender a administradores y proveedores, el salón amarillo, comedor de diario, y la salita rosa, una recreación como salita de compañía de la marquesa de Villa-Huerta, los tres con vistas al jardín y que deben su nombre a sus respectivas tapicerías y paramentos, algunos rematados con cenefa de papel pintado a nivel del suelo, una alternativa al rodapié que se puso de moda a fines del siglo XIX.
A continuación se ubica el dormitorio del marqués, austero frente a la opulencia de los salones, algo propio de una sociedad en la que primaban las apariencias. También es una recreación a partir del inventario de la casa, con piezas originales y otras adquiridas. El marqués falleció sentado en el sillón isabelino a los pies de la cama.
Dormitorio del marqués
En cuanto al ala de invierno, como piso de diario, también muestra una decoración más sobria que la que después veremos en el piso principal. También se inicia con un recibimiento y a continuación está el llamado salón de confianza, en el que se ubican los objetos decorativos más llamativos. Por el término “confianza” en el protocolo decimonónico se aludía al salón para recibir visitas íntimas o de cumplido pero sin la etiqueta de las recepciones de gala.
Detalle del salón de confianza, con un retrato femenino atribuido a Tiziano
El salón comedor era sala de comer y de estar a la vez, ubicada en una de las zonas más caldeadas, aprovechando el sol de la tarde. La mesa, además de para comer, se utilizaba para conversar, leer, coser o jugar a las cartas.
El piso principal se destinaba al protocolo, decorado con las piezas más suntuosas, reflejo de la posición económica y social de los propietarios, mostrando en su distribución la mentalidad decimonónica, donde primaba la apariencia, reservándose los mejores espacios para la vista de los invitados, abriéndose sólo para recepciones, fiestas y bailes.
La distribución es similar a la del entresuelo, con habitaciones en enfilada y tres amplias galerías en torno a un patio interior, con todas las estancias formando un espacio común con múltiples comunicaciones para poder albergar a muchos invitados y distribuir las colecciones artísticas.
La recepción de los invitados, con la ceremonia del besamanos, tenía lugar en la armería. La ambientación evoca las salas de armas medievales.
Armería
Al final del pasillo se encuentra la sala árabe, un tipo de estancia que también se denominaba gabinete oriental o sala turca y que se puso de moda en Europa en el siglo XIX asociada al consumo de tabaco, de uso fundamentalmente masculino. En España casi todas imitaron el Gabinete Árabe del Palacio Real de Aranjuez. Las paredes y suelos con kilims y alfombras buscaban evocar las jaimas y también exponían objetos curiosos y de colección, sobre todo armas y armaduras, aunque en este caso también aparecen instrumentos musicales, procedentes de China, Japón, Filipinas, Marruecos, Nueva Zelanda…
Detalle de la sala árabe con una armadura japonesa del Periodo Edo (1614-1868)
A continuación de la sala árabe está el salón estufa, aunque en mi visita en diciembre de 2012 no estaba abierto al público. Fue concebido como invernadero pero al marqués no le debió convencer el acristalado y condenó los ventanales con tapices convirtiéndolo en gabinete de coleccionista, con objetos que mezclan materias, estilo y época y piezas arqueológicas.
La visita continúa por la sala de columnitas, que se utilizó como fumoir, lugar donde los caballeros se reunían para hablar de negocios y política mientras fumaban. La denominación proviene del conjunto sobre la mesa, multitud de figurillas egipcias, griegas, etruscas y romanas junto a otras de la Edad Moderna, en terracota, mármol o bronce, dispuestas sobre columnillas de ágata, alabastro, mármol o madera dorada. En esta sala también destaca la pintura, de la escuela barroca madrileña y el espejo veneciano con aplicaciones de nácar sobre la chimenea.
Una de las figuritas de la colección, quizá un ángel caído
El salón vestuario se proyectó como tocador del marqués, estancia de ámbito masculino. Supone la pervivencia simbólica de la costumbre real de vestirse ante el séquito en habitaciones destinadas a tal efecto e incluso recibir en ellas. Llaman la atención la colección de espadines de corte y sables de los siglo XVIII y XIX aparatosamente dispuestos en la mesa central.
Salón vestuario en la actualidad
A continuación se ubica la salita imperio. En origen era el tocador de la marquesa pero en 1900, cuatro años después de su muerte, se decoró como gabinete de espejos. Al estar entre el salón vestuario y el comedor de gala se supone que era un lugar de paso en el que las damas se detenían para arreglar sus tocados o reposar en los divanes.
El comedor de gala acogía las cenas de etiqueta y los buffets en noches de fiesta y baile. La iluminación combinaba las primeras bombillas eléctricas con velas, multiplicándose gracias a la estudiada disposición de los espejos.
Comedor de gala
Contiguo al comedor está el salón de billar, una sala que debió utilizarse como apoyo al servicio durante las cenas además de su uso principal de entretenimiento en el juego favorito de los caballeros del siglo XIX, con una sala presidida por una espectacular mesa de carambolas. La luz de la lámpara horizontal concentra toda la atención en el tapete dejando en penumbra el resto de la habitación, decorada con retratos de distintas épocas y escuelas.
Salón de billar. Al fondo a la derecha cuelga un Retrato de caballero de Tintoretto fechado hacia 1555 que quizá represente a Agostino Doria, noble genovés
Una de las salas más atractivas de este planta es el salón chaflán, justo en la esquina entre las calles Ferraz y Ventura Rodríguez, una habitación para la tertulia y el descanso entre baile y baile decorada por Máximo Juderías Caballero con labor escultórica, pinturas alusivas a la Música y la Pintura para el techo y el Descanso del mediodía en la siega, el Amanecer a orillas del Jalón y el Jardín del palacio de Santa María de Huerta de Soria para las paredes, mientras que la cuarta escena, el Baile popular en la huerta valenciana, es de José Soriano.
Pintura mural del techo del salón chaflán alusiva a la Música y la Pintura, obra de Máximo Juderías
Escena del Descanso del mediodía en la siega, también de Máximo Juderías
A continuación se ubica el despacho del marqués de Cerralbo, la habitación que mejor define su personalidad, concebida como sala de aparato y recepción de visitas ilustres, sin sentido utilitario alguno, como lo demuestra la mesa, repleta de recuerdos carlistas y las pistolas con el emblema Dios, Patria y Rey, además de informarnos de sus aficiones a la arqueología, las antigüedades y el coleccionismo, con especial atención por la pintura, de ahí que en esta sala se encuentren las obras que más apreciaba, como el Retrato de Alejando de Medicis, que el marqués atribuía a Andrea del Sarto y que en la actualidad se cree del taller de Bronzino, o el Retrato de María de Medicis del taller de Van Dyck. Lamentablemente la disposición museográfica, que no da acceso completo a la sala, con catenaria de seguridad, imposibilita poder apreciar estas obras.
Retrato de María de Médicis del taller de Anton Van Dyck, en el despacho del marqués (1)
Las tres galerías rodean el patio interior y eran un espacio común utilizado en las celebraciones multitudinarias, ideadas por el propio marqués, a imitación de las de los palacios italianos, buscando facilitar el deambular de los invitados al tiempo que contemplaban las pinturas más destacadas de su colección, mezcladas con jarrones de porcelana, relojes, bustos de mármol, grandes espejos con molduras de talla dorada y mobiliario variado.
Aspecto de ese mismo tramo en la actualidad, donde puede comprobarse la labor de recuperación de los espacios originales realizada en la década de 2000
Una de las versiones que Francisco Zurbarán pintó de la Inmaculada Concepción, fechada hacia 1640 y Una Piedad de Alonso Cano de hacia 1660
Jacob con los rebaños de Labán del taller de José de Ribera, fechado hacia 1638, una copia gracias a la que se conoce la composición completa del cuadro del maestro conservado fragmentado en la National Gallery de Londres
Alegoría de la muerte que a todos alcanza, que en época del marqués se creía que era de Caravaggio y que hoy se atribuye al caravaggista Pietro Paolini, aunque la cartela del cuadro no se ha cambiado
Otro de los tramos de la galería, abierto hacia el patio por la derecha y hacia la escalera de honor por la izquierda, desde donde los invitados presenciaban al espectáculo de la llegada de otros asistentes a las fiestas
Y el colofón de esta planta es el impresionante salón de baile, decorado con pintura mural, mármoles y grandes espejos que multiplican los reflejos. Las pinturas del techo, lo mismo que las del salón chaflán, fueron realizadas por Máximo Juderías a comienzos de la década de 1890 en un estilo academicista que encaja con la ambientación historicista del palacio, contribuyendo a la peculiar atmósfera de esplendor y brillantez de un ámbito concebido para la diversión y con todo en función del baile, aunque en este salón también se celebraron exposiciones de Arqueología y Numismática y veladas literarias.
Detalles de la decoración del salón de baile
Detalles de la decoración del salón de baile
La escena central representa la danza de los dioses, rodeada de interpretaciones del baile a lo largo de la Historia, en la idea de “templo de la danza”. El propio marqués aparece retratado en uno de los ángulos, con levita roja, ejerciendo su papel de anfitrión.
Galería de los músicos en el salón de baile
Otros MUSEOS:
(1) http://museocerralbo.mcu.es/index.html
Fuentes:
http://www.mcu.es/museos/docs/MC/MES/Rev02/Rev02_LurdesVaquero_y_JulioAcosta.pdf http://museocerralbo.mcu.es/web/docs/prensa/dossier-reapertura.pdf http://museocerralbo.mcu.es/laCasaMuseo/historiaDelEdificio.html
Para terminar, visitamos el jardín, cuya apariencia actual es una recreación de 1995, sin que se conserve apenas documentación del jardín original salvo un apunte del propio marqués de Cerralbo; además, la construcción en la década de 1940 de un pabellón para uso interno del museo rompió el eje ideado por el marqués que unía la salida desde el palacete y el templete mirador en la esquina, proyectado por Cabello y Asó en 1881 con planta hexagonal y dos pisos, con el superior abierto a modo de belvedere.
Aspecto del jardín
El espacio central se ha interpretado como estanque a modo de espejo de agua en el que se reflejan las esculturas, que junto a los bustos de romanos que procedían del jardín del palacio de Santa María de Huerta, hoy repartidos por todo el perímetro, buscan lograr una ambientación de jardín italiano con elementos clásicos, mientras que los senderos curvos nos acercan al jardín inglés.
Jabalí de mármol blanco de tamaño natural que es una réplica del de bronce realizado por Pietro Tacca en 1620 para la ciudad de Florencia, a su vez copiado de una pieza clásica griega. Procede del palacio de Medinaceli de Madrid, demolido en 1890.
Cartuja
de Santa María del Paular en Rascafría
Otros MUSEOS:
Museu
Calouste Gulbenkian de Lisboa
Museo
de Santa Cruz de Toledo
Museo
di Castelvecchio de Verona
Museu
Nacional do Azulejo de Lisboa
Museu
Nacional de Arte Antiga de Lisboa
Museo
Diocesano de Arte Sacro de Vitoria
Imágenes ajenas:(1) http://museocerralbo.mcu.es/index.html
Fuentes:
http://www.mcu.es/museos/docs/MC/MES/Rev02/Rev02_LurdesVaquero_y_JulioAcosta.pdf http://museocerralbo.mcu.es/web/docs/prensa/dossier-reapertura.pdf http://museocerralbo.mcu.es/laCasaMuseo/historiaDelEdificio.html
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