El Colegio de San Gregorio de Valladolid, hoy Museo Nacional de Escultura
El Colegio San Gregorio fue fundado, con Bula Papal de
Inocencio VIII en 1487, por el dominico fray Alonso de Burgos, obispo de Córdoba,
Cuenca y Palencia y confesor de los Reyes Católicos, como centro de estudios
teológicos de la Orden dominica en un momento de profundas reformas políticas y
espirituales en toda Europa, y aceptado como patronato real por Isabel la
Católica en 1500, tras la muerte del fundador.
Detalle de la portada del Colegio de San Gregorio |
Adosado al convento de San Pablo, del que fray Alonso había
sido prior, su fundación quedó condicionada a la cesión de la capilla del
Crucifijo, unida al brazo de la Epístola de la iglesia dominica,
para convertirla en su propia capilla funeraria, que después adquirió doble
función al servir también como capilla para el colegio.
El ábside de la vecina iglesia de San Pablo desde el Patio Grande del Colegio de San Gregorio |
Parcial de un plano de la ciudad levantado por Ventura Seco en 1738 en el que se aprecia el convento San Pablo y el colegio San Gregorio (1) |
Las obras comenzaron en 1488 en un proceso desde dentro
hacia fuera, siendo la fachada principal lo último en levantar. El que los
escudos reales en las esquinas del Patio Grande todavía no presenten la granada
hace pensar que esta parte estaría terminada antes de 1492.
Detalle de la heráldica de las esquinas |
Lamentablemente, se ha localizado muy poca documentación
sobre su construcción, sin que se sepa fehacientemente quiénes fueron sus
artífices. Parece que los primeros procederían de zona del norte de Francia, Bajo
Rhin o Países Bajos y que después se fueron incorporando los más afamados
canteros e imagineros que en ese momento estaban trabajando en Castilla,
haciendo que el conjunto se conformara como un paradigmático ejemplo de las
variadas tendencias de cantería castellana a fines del siglo XV, con Juan Guas
y Juan de Talavera encargados de las trazas y construcción de la capilla
funeraria de fray Alonso, Simón de Colonia contratado para la fachada de la iglesia de San Pablo, su retablo
mayor, el sepulcro del fundador, después sustituido por otro encargado a Felipe
Vigarny, sin que se conozcan las causas, y otras obras en el colegio, o Gil de
Siloe y Diego de la Cruz como encargados del retablo de su capilla.
Portada de la vecina iglesia de San Pablo |
En 1524 el edificio se amplió con la adición de un ala hacia
el oeste según trazas de Gaspar de Solórzano, el llamado Edificio de las Azoteas, que sobresalía del resto porque contaba
con cuatro plantas de altura.
Restos del Edificio de las Azoteas |
Desde su fundación el colegio se convirtió en foco de
influencia de la Edad Moderna, en el que se formaron teólogos, hombres de
letras, fundadores de universidades, obispos, asesores de reyes o juristas, como Bartolomé de las Casas, Melchor Cano, Luis de Granada o Francisco de
Vitoria, y donde en 1550/51 tuvo lugar, por ejemplo, la conocida “Controversia
de Valladolid”, en la que fray Bartolomé de las Casas defendió los derechos de
los pueblos indígenas de América en contra de Juan Ginés de Sepúlveda, partidario del derecho el dominio de los conquistadores sobre los indígenas, a
los que consideraba seres inferiores.
Fray Bartolomé de las Casas y Juan Ginés de Sepúlveda |
Pero con el siglo XVIII y la llegada de la Ilustración, la
oposición de la dinastía Borbón al poder que ejercían los Colegios como
elementos debilitadores del absolutismo que implantaron, San Gregorio fue
perdiendo su influencia.
Llegado siglo XIX, durante la invasión francesa fue utilizado como acuartelamiento, con la supresión de las Órdenes regulares de 1820 quedó abandonado, y aunque con la Restauración absolutista de 1823 fue ocupado de nuevo, fue por un periodo muy pequeño y volvió a abandonarse por la precaria situación que presentaba para su habitación. Finalmente, las desamortizaciones y su expropiación dieron paso a su uso como presidio, dependencias de Gobierno Civil, Instituto Nacional, Escuela Normal de Maestros… experimentando muchas transformaciones que desvirtuaron el carácter original del edificio, con obras esporádicas, muchas veces de urgencia, para evitar un mayor deterioro.
Llegado siglo XIX, durante la invasión francesa fue utilizado como acuartelamiento, con la supresión de las Órdenes regulares de 1820 quedó abandonado, y aunque con la Restauración absolutista de 1823 fue ocupado de nuevo, fue por un periodo muy pequeño y volvió a abandonarse por la precaria situación que presentaba para su habitación. Finalmente, las desamortizaciones y su expropiación dieron paso a su uso como presidio, dependencias de Gobierno Civil, Instituto Nacional, Escuela Normal de Maestros… experimentando muchas transformaciones que desvirtuaron el carácter original del edificio, con obras esporádicas, muchas veces de urgencia, para evitar un mayor deterioro.
Grabado de la portada publicado en PARCERISA, F.J., Recuerdos y bellezas de España, 1844 (2) |
En 1884 fue declarado Monumento Nacional y en los
años siguientes el arquitecto Teodosio Torres se encargó de la restauración del
patio central y la reconstrucción de las cresterías y la cubierta, aunque
también empezaron a perderse muchas de las techumbres y desaparecieron
el aula de Metafísica y el corredor adosado a la contrafachada que conducía a la
capilla.
La gárgola de la izquierda contiene una cartela con dos fechas: 1493 y 1887, la última correspondiente a la restauración tras su declaración como Monumento Nacional |
En 1933, y tras un proceso de restauración y limpieza del
edificio a cargo del arquitecto Emilio Moya con la colaboración de
Constantino Candeira y la intervención de Sánchez Cantón, se convirtió en sede
del recién creado Museo Nacional de Escultura, con origen en el Museo Provincial
de Valladolid, que desde 1842 había estado en el Colegio de Santa Cruz.
Sala del museo instalado en el Colegio de Santa Cruz (3) |
Pero desde el principio las instalaciones sufrieron
carencias que se fueron agravando con el crecimiento de la colección, la incorporación de obras
de gran formato y las nuevas necesidades museísticas, a pesar de las
abundantes intervenciones buscando solucionarlas.
La rehabilitación completa del conjunto, realizada a partir de un plan de renovación integral firmado en 1990 y culminado en 2011 de la mano de los arquitectos Fuensanta Nieto y Enrique Sobejano ha triplicado el espacio museístico al incorporar el Palacio Villena, destinado a oficinas del museo y exposiciones temporales, la Casa del Sol y la iglesia de San Benito el Viejo, donde se exponen los fondos del Museo Nacional de Reproducciones Artísticas, con antigua sede en el actual Museo del Traje en la Ciudad Universitaria de Madrid. También se recuperó la denominación de “Museo Nacional de Escultura”, que tres años antes había sido sustituida por la de “Museo Nacional Colegio San Gregorio”.
La rehabilitación completa del conjunto, realizada a partir de un plan de renovación integral firmado en 1990 y culminado en 2011 de la mano de los arquitectos Fuensanta Nieto y Enrique Sobejano ha triplicado el espacio museístico al incorporar el Palacio Villena, destinado a oficinas del museo y exposiciones temporales, la Casa del Sol y la iglesia de San Benito el Viejo, donde se exponen los fondos del Museo Nacional de Reproducciones Artísticas, con antigua sede en el actual Museo del Traje en la Ciudad Universitaria de Madrid. También se recuperó la denominación de “Museo Nacional de Escultura”, que tres años antes había sido sustituida por la de “Museo Nacional Colegio San Gregorio”.
Sala 3 del museo antes de su última rehabilitación (3) |
Aun contando con todas las modificaciones que ha experimentado a lo largo de los siglos, San Gregorio conserva una estructura reconocible caracterizada por tres elementos esenciales para la historia de la Arquitectura y del Arte: la fachada con su portada, el Patio de Estudios, el Patio Grande y los espacios circundantes, y la Capilla.
Detalle de la galería alta del Patio Grande |
Planta del Colegio San Gregorio (4). Las indicaciones son mías |
Su arquitectura, en la que destacan, sobre todo, la portada
y el patio, se conforma como uno de los mejores ejemplos del arte desarrollado
durante el reinado de los Reyes Católicos, en el que empiezan a
pugnar con fuerza las nuevas ideas que dan lugar a inicio de la Edad Moderna.
La fachada, de
paramento liso y rematada con una crestería, destaca, sobre todo, por su
espectacular portada, que por sus
características estilísticas se pone en relación con el taller de Gil de Siloe,
artista de procedencia nórdica que en ese momento estaba en Burgos ocupándose
de los sepulcros reales de la Cartuja de
Miraflores y que se sabe que fue contratado para la realización del
desaparecido retablo de la capilla, muy en relación con el que el escultor
había realizado en la capilla de la Concepción o del Obispo Acuña en la catedral de Burgos y que
presenta similitudes evidentes con la parte alta de la portada de San Gregorio.
Fachada del Colegio |
Detalle de la crestería que remata la fachada |
Portada del Colegio de San Gregorio |
Retablo de la capilla de la Concepción o del obispo Acuña en la catedral de Burgos de Gil de Siloe |
Evocando los arcos triunfales de las arquitecturas que en ese momento se estaban desarrollando en Centroeuropa imitando cestería y madera, pero quizá también en relación con
las portadas tapiz de las madrasas islámicas, que no olvidemos que eran
escuelas, aunque aplicando una decoración propia del gótico final, cuenta con
una compleja significación simbólica en la que se mezclan figuras
contemporáneas, santos, alegorías, salvajes, abundante emblemática del poder…
Cuenta con dos cuerpos enmarcados por sendos machones a modo
de contrafuertes. El inferior acoge un vano adintelado decorado con flores de
lis, símbolo del fundador repetido hasta la saciedad, cubierto con arco carpanel a su vez abarcado por
otro trilobulado conopial.
Cuerpo inferior de la portada |
Llaman la atención los “salvajes”
de las jambas y los contrafuertes, un total de dieciséis. Las teorías sobre la significación de estas figuras,
presentes en muchos edificios del siglo XV, son muy variadas y también habría
que ponerlas en relación con el contexto en el que aparecen. Una de sus
funciones sería la de simples tenantes de la heráldica. También se dice que,
ataviados con escudo y maza, eran los guardianes del edificio, hombres-bestia
que garantizaban la seguridad. O podrían aludir a la costumbre de
disfrazar a los escuderos y lacayos en fiestas cortesanas en las que se presentaba al “salvaje” como ser inferior, en relación, por ejemplo, con las novelas de
caballerías, en las que se mencionan hombres salvajes cubiertos de vello,
hombres degradados, más próximos al animal que al hombre, distanciados del
mundo civilizado, no cristianizados, y que aquí podrían estar en confrontación visual
con los caballeros que también aparecen en la portada, con armaduras, lanzas y
escudos, que se interpretarían como alegorías de la Virtud. Por el contrario,
también podrían ser una alusión positiva, la imagen mítica del hombre en la
naturaleza, no contaminado, símbolo de pureza que evoca el tiempo en un mundo perfecto y feliz, teniendo como prototipo a san Juan Bautista.
Salvajes de las jambas de la izquierda |
Los de la parte baja, flanqueando la portada, están
completamente cubiertos de pelo, con cabello largo, portan armas y los escudos
están decorados con figuras demoníacas salvo en uno, que cuenta con una cruz de
Calatrava, los mismos motivos que los de los escudos de los soldados del segundo
piso, la misma iconografía que ya se veía desde hacía más de un siglo.
Salvajes de las jambas de la derecha, el más hacia la izquierda es el único que en vez de tener un rostro monstruoso en el escudo, cuenta con la cruz de Calatrava |
Detalle los caballeros del contrafuerte de la izquierda, con los ángeles tenantes de la heráldica del fundador a la derecha |
Sin embargo, los del piso superior son completamente
distintos, una iconografía novedosa, con iguales atributos pero sin vello por el
cuerpo e incluso dos hasta lampiños, con un aspecto más humano, y que hay
autores que los consideran la representación más antigua en Castilla de un
indio americano, reflejo de efecto de la llegada a América en el imaginario europeo.
Detalle de la parte superior del contrafuerte de la derecha con dos salvajes, el de la izquierda incluso sin barba |
El tímpano, sobre un dintel, parece representar la ofrenda
del colegio por fray Alonso de Burgos a San Gregorio Magno en presencia de los
santos Domingo y Pablo, patronos del vecino convento dominico, una escena algo
desconcertante, desequilibrada, con desproporción entre las figuras y con un
San Pablo con nimbo crucífero, un atributo exclusivo de Cristo. Da la sensación
de ser una labor más temprana que la del resto, o incluso reaprovechada de
otro sitio.
Detalle del tímpano |
El cuerpo superior se divide en tres calles, con la central
ocupada por un pilón hexagonal del que arranca un granado, alusión a la
conquista del reino Nazarí en 1492, alrededor del que se arremolinan putti
jugando y saltando. Podría ser una representación de la Fuente de la Eterna
juventud, de ahí los niños, del Árbol del Conocimiento, en relación con un
edificio dedicado al estudio, una alegoría del Paraíso, el lugar al que aspiran
a llegar los hombres a través del conocimiento, una alegoría de la Edad Dorada
en relación con el momento histórico por el que estaba pasando la monarquía
castellana…
Cuerpo superior de la portada |
El granado está coronado por un enorme escudo de los Reyes
Católicos con el águila de san Juan sostenido por dos leones rampantes y por
debajo también aparecen sus símbolos: el haz y las flechas. Y es que el uso de
la heráldica real con fines propagandísticos en este periodo alcanzó un
protagonismo hasta entonces desconocido, presente no solo en los edificios
directamente promocionados por los monarcas sino también en los de muchos de
sus más directos colaboradores, que de esa manera mostraban su participación y
aceptación en el proyecto político emprendido por Isabel y Fernando en relación
con la conformación de un Estado Moderno con el que controlar y organizar todos
sus territorios bajo su único poder.
Detalle del escudo de los Reyes Católicos, con el haz y las flechas en las dos ramas en las que se divide el tronco principal |
Las calles laterales del cuerpo alto cuentan con decoración
heráldica del fundador y dos reyes de armas o maceros situados a la altura del
escudo central.
Macero de una de las calles laterales |
Distribuidos en medio del enramado repartido por toda la
portada se distinguen múltiples escenas relacionadas con los
vicios que hay que superar con el estudio, en relación con la búsqueda de la
verdad y el rechazo de la herejía, el triunfo de la inteligencia sobre la
fuerza o la fortaleza para vencer la tentación.
Detalle del dintel de la entrada, con un niño recibiendo la coz de un burro y, por encima, un personaje que algunos autores identifican con el autorretrato de uno de los artífices |
El colegio se organiza en torno a dos patios. El llamado Patio de los Estudios es el de acceso
directo desde la portada, que a modo de atrio romano muestra planta cuadrangular con pilares se sección lobulada rematados con los escudos
del fundador. En origen, este ámbito alojaba las aulas de Física y de Metafísica,
esta última arruinada en el siglo XX.
Patio de los Estudios |
Otro detalle del Patio de Estudios, con una ventana plateresca |
Desde él se accede, por la izquierda a la capilla de fray Alonso y por la derecha
al Patio Grande.
La capilla funeraria
de fray Alonso al principio tenía acceso tanto desde el colegio como desde
la portada del crucero de la Epístola de San
Pablo, hoy cegada. Fue iniciada en 1484 por Juan Guas y Juan de
Talavera, quedando terminada en 1490 tras muchos incidentes, pues sus artífices
fueron multados por considerase su fábrica defectuosa. Presenta planta
rectangular de dos tramos con ábside poligonal, cubierta de crucería estrellada
con nervios sobre ménsulas con ángeles tenantes con las armas del
fundador y coro a los pies con una pequeña tribuna para el órgano. Contaba con
una rica barandilla de balaustres de hierro que durante las obras de
restauración en la década de 1880 fue sustituida por un petril neogótico.
Portada de acceso a la capilla de San Gregorio desde la iglesia de San Pablo, hoy tapiada |
La capilla desde el sotocoro |
Detalle de la cubierta del ábside |
En 1499 se encargó a Simón de Colonia la construcción de la
sacristía a los pies y del corredor de conexión con el colegio, hoy
desaparecido.
Aspecto actual de la sacristía añadida por Simón de Colonia a los pies de la capilla, con la escalera de acceso al coro a la derecha |
Durante la invasión francesa desapareció todo el
amueblamiento, incluyendo el sepulcro de fray Alonso de burgos de
Felipe Vigarny que ocupaba el centro y el retablo de Gil de Siloe.
El Patio Grande
vertebraba las estancias más importantes del conjunto. Considerado una joya
hispanoflamenca, se pone en relación con Juan Guas por sus similitudes con el
palacio del Infantado de Guadalajara, aunque también se han localizado
abundantes motivos que Bartolomé Solórzano, un artista activo por esa época en
la zona, emplea en la cercana catedral de Palencia, sede del obispado de fray Alonso.
Patio Grande |
Es de planta cuadrada con dos pisos, el bajo con esbeltos
pilares torsos, quizá una referencia salomónica en relación con un edificio
como “templo de la sabiduría”, con capiteles de medias bolas y flores de lis
sustentando arcos escarzanos, y el superior con una de las galerías más
decorativas del periodo, con petriles calados de tracería gótica y arcos
geminados plagados de guirnaldas y follaje entre los que aparecen niños jugando
y en los que ya se aprecia la influencia renaciente, de medio punto y con una talla que va siendo más plana.
Crujía baja noreste |
A continuación se sucede un friso de yugos y flechas sobre
el que destacan las imaginativas gárgolas.
Cuenta con abundantes emblemas de los Reyes Católicos y de los reinos de Navarra y Granada, incorporados a la corona de Castilla en el transcurso de la erección del edificio.
Crujía noreste del Patio Grande |
La única escalera que comunica ambos pisos es de caja
rectangular de dos tramos, zócalo gótico, paramentos decorados con
almohadillado de influencia renaciente con la heráldica del fundador, una
impresionante techumbre mudéjar sobre un friso con las iniciales de los Reyes
Católicos y pretiles neo-góticos con igual dibujo que el zócalo añadidos en
unas obras en la década de 1860 para sustituir la barandilla de madera que
tenía.
Crujía suroeste del patio, con la embocadura de la escalera y una de las portadas de acceso a una estancia principal del Colegio |
Techumbre mudéjar de la escalera del Patio Grande |
Caja de la escalera, en la que destaca el almohadillado y la profusión heráldica |
En la planta baja de la panda sureste, la que corre a lo
largo de la fachada, se ubicaban la cocina y el refectorio, y en la alta estaba
la biblioteca.
Antiguo refectorio, hoy Sala 3 del museo, con los restos del retablo del altar mayor de la iglesia de San Benito |
Comunicación entre el refectorio y la cocina |
Ámbito en el que se encontraba la biblioteca, hoy Sala 7 del museo, en la que destaca la sillería del coro de la iglesia de San Benito |
Impresionante techumbre mudéjar de una de las salas de la antigua biblioteca |
En la panda noroeste de este piso alto se encontraban la
sala capitular.
Acceso a la antigua sala capitular, en planta superior de la panda noroeste |
Antigua sala capitular, hoy Sala 20 del museo |
Galería alta sureste del patio Grande, con las puertas de las antiguas celdas de los colegiales |
Como ya se ha visto, en la capilla, las estancias alrededor
del Patio Grande y en las salas construidas en la rehabilitación del llamado
Edificio de las Azoteas se distribuyen todas las colecciones del Museo, que
bien merecen una entrada aparte a la que podréis acceder abriendo este enlace.
Y si tenéis todavía ganas de seguir paseándoos por una ciudad tan plagada de historia y patrimonio, simplemente pinchad en VALLADOLID.
Y si tenéis todavía ganas de seguir paseándoos por una ciudad tan plagada de historia y patrimonio, simplemente pinchad en VALLADOLID.
Notas:
(4) NIETO, F. y SOBEJANO, E., “El Museo Nacional Colegio de
San Gregorio (Valladolid)”. Museos.es:
Revista de la Subdirección General de Museos Estatales, nº 4, 2008, pp.
56-63.
Fuentes:
AGAPITO Y REVILLA, J., La Iglesia del Convento de
San Pablo y el Colegio de San Gregorio, Valladolid, 1911.
GARCÍA de WATTENBERG, E., Las obras de restauración y adaptación llevadas a cabo en el Colegio de
San Gregorio hasta la instalación del Museo Nacional de Escultura en el
edificio. Discurso de Recepción Pública como miembro de la Real Academia de
Bellas Artes de la Purísima Concepción de Valladolid y contestación del académico Juan José
Martín González, Valladolid, Real Academia de Bellas Artes de la Purísima
Concepción, 1985.
NIETO, F. y SOBEJANO, E., “El Museo Nacional Colegio de San
Gregorio (Valladolid)”. Museos.es:
Revista de la Subdirección General de Museos Estatales, nº 4, 2008, pp.
56-63.
PEREDA ESPESO, F., “La morada del salvaje: La fachada
selvática del colegio de San Gregorio y sus contextos”. En ALONSO RUIZ, B.
(Coord.), Los últimos arquitectos del
Gótico, 2010, pp. 149-218.
ROSENDE VALDÉS, A. A., “El tema del “salvaje” en las
sillerías de Mondoñedo y Xunqueira de Ambia”. Boletín del Seminario de Estudios de Arte y Arqueología, BSAA, tomo
53, 1986, pp. 283-296.
RUIZ SOUZA, J., “Castilla y la libertad de las artes en el
siglo XV. La aceptación de la herencia de Al-Andalus: de la realidad material a
los fundamentos teóricos”. Anales de Historia del Arte, 2012,
vol. 22, nº especial, pp. 123-161.
Comentarios
Una vez más te sales, magnifico trabajo.Se lo que cuesta hacer un trabajo de estas caracteristicas bien hecho y este lo esta. Además San Gregorio reune arquitectura excepcionalmente bella y escultura entre sus muros. Como castellano-leonesa de adopción no me queda más que darte las gracias una vez más del cariño que pones y la difusión que haces de los bellos rincones de nuestra tierra. Ademas incidir en la importancia que tiene el resaltar la importancia de los museos,ya que muchas veces creo....fuera de los más populares los dejamos en el olvido sin darnos cuenta todo lo que de arte y cultura se guardan en ellos. Un abrazo y enhorabuena. Fantastico.
Resulta realmente sorprendente que una portada de un edificio al fin y al cabo religioso (aunque con función educativa) en este periodo tenga tan poca imaginería directamente interpretable como religiosa y tan directamente relacionada con el ensalzamiento del poder Real.
Me resulta llamativo el salvaje que culmina el pilar de la derecha y del que tomas una imagen detallada, es tal cual un Ecce Homo, hasta con corona de espinas (aunque otros de los salvajes tb. parecen portarla) aunque supongo que es una coincidencia de parecido, porque no tiene ningún sentido hay situado, excéntrico y sin relación con el resto de la portada.
Si no lo conoces te recomiendo esta página sobre arte en Valladolid y en concreto esta entrada sobre un crucifijo cuyo posible origen se encuentra en el del retablo de la capilla del Colegio de San Gregorio, desgraciadamente destruido con el resto del mobiliario.
http://artevalladolid.blogspot.com.es/2011/12/el-crucifijo-de-cigunuela.html
Gracias y saludos.
Boro
No deja de ser paradójico que esa capital no tenga una catedral digna de su rango, gótica o herreriana.
Es difícil consolarse de ello, pero este conjunto es magnífico y evita un tanto esa falta.
Estupendo como siempre la entrada, de la que aprendo y disfruto en la misma medida.
Conozco el blog Arte en Valladolid, me ha dado muy buenos ratos. Me leeré el artículo del Crucificado.
Un abrazo.
Tu interesante anotación, magníficamente redactada y trabajada como veo que es norma, me ha puesto en aviso de que no puedo dejar pasar mucho más tiempo...
Impresionante, lo digo con total sinceridad.
Estoy con Boro en cuanto a lo extravagante de la portada de San Gregorio. Tal vez sea por contraposición con la cercada de San Pablo. Gracias por mostrarnos los detalles. Jamás había reparado en la coz (¡buenísimo!), por ejemplo, ni en el salvaje barbilampiño.
Eso sí, no te perdono que no hayas sacado una foto de mi chica. ;-)
Una vez más, gracias por tus artículos, Sira. Estoy pasando una tarde de Reyes de lo más entretenida. Besines y ¡feliz año nuevo!
Por la presente me complace comunicarle que mañana mismo tendrá a "su chica" en esta su casa, en una entrada especial que he dejado como regalito de Reyes y en la que hablo más de las obras del museo que del museo en sí.
Suya afectísima,
Sira