La iglesia de San Miguel y San Julián de Valladolid
La hoy conocida como iglesia de San Miguel y San Julián de
Valladolid es el antiguo templo del Colegio San Ignacio de la Compañía de Jesús
en la ciudad.
Cabecera de la iglesia de San Miguel y San Julián de Valladolid |
Los primeros dos jesuitas que llegaron a Valladolid en marzo
de 1545 fueron los padres Antonio de Araoz y Pedro de Fabro, quedando
acomodados, con permiso del Consejo Real y del Regimiento de la ciudad, en un
pequeño hospital con iglesia cedido por los cofrades de San Antonio de Padua en
la calle Caridad, frente a la parroquia de San Julián y Santa Basilisa, donde instalaron
el que denominaron Colegio de San Antonio.
A partir de ahí, la Compañía fue, poco a poco, comprando y reformando varias casas de la misma manzana hasta contar con casi toda la acera par de la calle, que casi un siglo después pasaría a llamarse calle de San Ignacio, denominación que conserva en la actualidad. En 1554, gracias a una donación de la infanta doña Juana de Austria, hermana de Felipe II, con funciones de regente durante la estancia del rey en Inglaterra tras su matrimonio con la reina María Tudor, fue posible la adquisición de una importante propiedad de los IV vizcondes de Altamira, con fachada también a la calle Caridad. En años sucesivos se fueron comprando otras casas de la manzana, pues desde el comienzo se tuvo idea de contar, además de con Colegio, con Casa Profesa, para lo que era necesario un solar más grande.
El acta de fundación de la Casa Profesa en sí, también bajo la
advocación de San Antonio, data de 1567, cuando también se separa judicialmente
del Colegio, que cambia su advocación a la de San Ambrosio y queda
instalado en una propiedad adquirida junto a la parroquia de San Esteban.
Pero para poder erigir una nueva iglesia para la recién
creada Casa Profesa todavía hubo que esperar, pues la precaria situación económica
de la fundación pucelana no lo permitía.
Así, fue el propio Ayuntamiento
de Valladolid, ante la inminente amenaza de derrumbe del primitivo templo
de San Antonio, el que financió el inicio de las obras de la tan ansiada iglesia, que finalmente comenzaron en 1583, tras el envío de los planos a Roma para su preceptiva
aprobación por la Casa madre.
En 1610 los I condes de Fuensaldaña y V vizcondes de
Altamira, don Juan Urbán Pérez de Vivero y doña Magdalena de Borja Oñez y Loyola,
adquirieron el patronato.
Escudo de los Fuensaldaña en la fachada de la iglesia |
Fallecido el conde en ese mismo año, la condesa viuda, sin
descendencia, testó a favor de la fundación, acordando tres cosas: el
enterramiento de ambos en el ábside de la nueva iglesia, erigida, en parte, gracias
a sus abundantes limosnas; que se sanearan las deudas de la Casa Profesa, que
debía cambiar su advocación a la de San Ignacio de Loyola, su tío
bisabuelo, canonizado unos años antes de la muerte de la dama, acaecida en
1625; y que se fundara una Casa de Probación de novicios bajo la advocación
de su abuelo, San Francisco de Borja, canonizado junto a San Ignacio.
Parece ser que la casa de novicios nunca llegó a fundarse y
que en 1626 la Casa Profesa, dada su constante precaria situación económica, y que según las Constituciones de la Compañía no podía sustentarse con rentas
fijas sino a través de limosna, cambió su situación jurídica para convertirse
en Colegio de San Ignacio y poder recibir las rentas asignadas para esa función,
sobre todo las de la condesa de Saldaña.
En Valladolid llegó a haber varias fundaciones jesutíticas, como esta Casa Profesa convertida en Colegio de San Ignacio en 1626, el Colegio de
San Ambrosio, vinculado a los estudios universitarios de Teología o el Colegio
de San Albano para la formación de sacerdotes católicos destinados a Inglaterra, entrando en competencia entre ellas por recibir rentas y limosnas para su mantenimiento.
Iglesia del Colegio San Albano, otra de las fundaciones jesuíticas en Valladolid (2) |
Pero la Pragmática Sanción de Carlos III de 1767 supuso el
extrañamiento de los jesuitas, la incautación de todo su patrimonio por parte
del Estado y la expulsión de la Compañía de todos los territorios de la corona
española.
Frontispicio de la Pragmática Sanción de Carlos III de 1767 decretando la expulsión de los jesuitas (3) |
Así, la iglesia de San Ignacio quedó abandonada hasta que en
1775 se convirtió iglesia parroquial fruto de la fusión de las dos parroquias
más antiguas de la ciudad, la de San Miguel, que tenía su sede en la plaza del
mismo nombre, y la de San Julián y Santa Basilisa, que estaba a espaldas de San
Benito el Real, en la esquina de las calles de San Ignacio y la Encarnación, adquiriendo
la denominación de Real Parroquia de San Miguel y San Julián y Santa Basilisa
al haber asumido la corona su patronato.
Las imágenes de San Ignacio del retablo mayor y de la portada se cambiaron por las de San Miguel y se picaron los símbolos de la Compañía para sustituirlos por las armas de Carlos III. La parte conventual se convirtió en cuartel hasta que en 1860 se redistribuyó convertido en casas de alquiler.
Las imágenes de San Ignacio del retablo mayor y de la portada se cambiaron por las de San Miguel y se picaron los símbolos de la Compañía para sustituirlos por las armas de Carlos III. La parte conventual se convirtió en cuartel hasta que en 1860 se redistribuyó convertido en casas de alquiler.
No se tiene certeza sobre el autor de las trazas de la iglesia, barajándose la posibilidad de
un artífice de la propia Compañía, el jesuita italiano Giuseppe Valeriani, muy
relacionado con Juan de Herrera y al que últimamente se le atribuyen las
modificaciones sobre las trazas iniciales de Rodrigo Gil de Hontañón para la iglesia
de San Luis del Noviciado de Villagarcía de Campos, fundación jesuítica poco
anterior a la de Valladolid con clara influencia escurialense. Otros autores
ponen la nueva fundación pucelana en relación con Juan de Nantes o Juan de
Ribero Rada, dadas las características del clasicismo vallisoletano que
presenta. Lo que sí es casi seguro es que las obras estuvieron supervisadas por
dos arquitectos jesuitas, los hermanos Juan de Tolosa y Fernández de
Bustamante.
La fábrica es de ladrillo y tapial, con piedra sólo en
elementos estructurales y decorativos. Su planta cuenta con una estructura que sigue un modelo que
empezaría a conformarse en la iglesia del Colegio de Medina del Campo,
iniciada en 1557, y en la ya mencionada iglesia de Villagarcía de Campos, ambas
con una estructura que ya se ajustaba a las directrices del Concilio de Trento en
cuanto al culto y exaltación del sacramento de la Eucaristía y que la fundación
vallisoletana parece repetir.
Planta de Santiago el Real de Medina del Campo (4) |
Planta de San Pablo de Villagarcía de Campos (5) |
Así, ésta última también cuenta con nave única para que la
congregación permaneciera reunida y concentrada ante el altar mayor, las
capillas laterales entre los contrafuertes están intercomunicadas para que la
devoción en ellas no interrumpiera los ritos desarrollados en la iglesia, presenta crucero pero con brazos que no sobresalen en planta y tiene
cabecera de testero plano.
Planta de la iglesia de San Miguel de Valladolid (6). Las indicaciones son mías |
La cabecera de la iglesia desde la nave |
Tiene tres capillas laterales a cada lado que abren a la
nave mediante arcos de medio punto entre pilastras corintias y también se
cubren con bóvedas vaídas. A continuación
corre un entablamento que sirve de apoyo a la cubierta, que en vez de ser de
crucería tardogótica, como en Santiago el Real de Medina del Campo, ya presenta bóveda de cañón con
lunetos y decoración de yeserías geométricas, una solución similar a la
adoptada en la iglesia de San Luis de Villagarcía de Campos.
Detalle del alzado de la nave |
El crucero también cuenta con bóveda vaída, aunque el dibujo
geométrico hace que parezca una cúpula casi plana sobre pechinas.
Detalle del último tramo de la bóveda de cañón de la nave y de la bóveda del crucero |
La iglesia conserva gran parte de su amueblamiento original,
destacando el conjunto formado por el retablo mayor y los dos relicarios de los
brazos del crucero.
El retablo mayor es de fines del siglo XVI, financiado por
doña Magdalena de Ulloa. Cuenta con banco, dos cuerpos de tres calles y dos
entrecalles laterales organizadas mediante columnas jónicas y corintias
respectivamente, y ático.
La estructura, los relieves y algunas tallas se atribuyen a
Adrián Álvarez, que estuvo trabajando al mismo tiempo en el retablo mayor de la
iglesia de los jesuitas de Medina del Campo,
de ahí las grandes similitudes entre ambos, que toman como referente el modelo
de Juan de Herrera para la basílica de San Lorenzo de El Escorial.
Retablo mayor de la basílica de San Lorenzo de El Escorial |
Retablo mayor de la iglesia de la Compañía en Medina del Campo |
Retablo mayor de la iglesia de San Miguel de Valladolid |
Los relieves del banco representan las cuatro Virtudes
Cardinales; y en los cuerpos superiores vemos, de izquierda a derecha y de
abajo a arriba, la Natividad, la Presentación en el templo, la Resurrección y Pentecostés.
Alegorías de la Justicia, la Prudencia, la Fortaleza y la Templanza en el banco del retablo mayor |
Natividad |
Presentación en el templo |
Resurrección |
Pentecostés |
En el ático se encuentra el habitual Calvario, flanqueado
por dos grandes escudos de los condes de Fuensaldaña y los Cuatro Evangelistas.
Todas estas obras se consideran de Adrián Álvarez.
Detalle del ático |
Las pinturas con las Virtudes Teologales y Cardinales son de
Francisco Martínez, colaborador habitual de Adrián Álvarez.
Tras la conversión en parroquial de San Miguel y San Julián,
en 1775 a este retablo se incorporaron otras procedentes del retablo mayor de
San Miguel consideradas obra temprana de Gregorio Fernández, de fines de la
década de 1600: el tabernáculo y la talla de San Miguel de bulto redondo que
ocupan la calle central y que sustituyó a una figura de San Ignacio; las de los
apóstoles San Pedro, San Pablo, San Felipe y Santiago de las entrecalles
laterales, que sustituyeron a otras imágenes hoy desaparecidas; y las de los
arcángeles San Gabriel y San Rafael de la embocadura del presbiterio.
Detalle de dos de los Apóstoles de las entrecalles laterales, esculturas de Gregorio Fernández |
San Miguel, como jefe de los ejércitos celestiales, viste a
la romana, con túnica, coraza, manto, escudo y clavándole la lanza en el cuello
al diablo.
Detalle del segundo cuerpo, con la talla de San Miguel del antiguo retablo de la parroquia homónima en el centro |
Esquema hipotético del retablo mayor de San Miguel, con las esculturas que hoy se encuentran en la antigua iglesia de la Compañía (7) |
San Gabriel está caracterizado como mensajero divino, el de
la Anunciación, con escudo y cetro. En cuanto a la iconografía de San Rafael,
está haciendo referencia a su viaje con Tobías, de ahí que porte la esclavina,
el zurrón y el bordón propios del peregrino, cuando hace huir al demonio con
las vísceras del pez.
Arcángel San Rafael, en el lado de la Epístola |
El enterramiento de los condes de Fuensaldaña ocupa la pared
del Evangelio del altar mayor. Fue realizado por Francisco de Praves hacia 1611
y se conforma mediante un arcosolio
de medio punto, entablamento y frontón partido acogiendo las esculturas orantes
de los patronos, obra en alabastro de Gregorio Fernández de fines de la década
de 1610. Ambos están apoyados sobre un reclinatorio, al lado del que descansa la
celada con penachos condales, y van ricamente vestidos, de acuerdo a su
condición, él con armadura, manto y gola y ella con un sofisticado peinado a la
moda de la época.
Enterramiento de los duques de Saldaña en el testero del Evangelio del presbiterio, orientados hacia el retablo mayor, orantes en perpetua oración |
Es un modelo que algunos autores ponen en relación con el de
los Leoni para los grupos escultóricos de Carlos V y Felipe II en El Escorial, que llega a Valladolid de la mano del duque de Lerma en San Pablo, y que también observamos
en el enterramiento de don Pedro Cuadrado y doña Francisca Manjón en la
fundación jesuita de Medina del Campo.
Detalle de las esculturas orantes de los condes de Fuensaldaña, realizadas en alabastro por Gregorio Fernández |
En cuanto a los retablos
relicarios, tan habituales en las iglesias de la Compañía, ocupan ambos
lados del altar mayor en los testeros del crucero en una disposición similar a
la de los armarios relicarios de la basílica de San Lorenzo de El Escorial.
Fueron realizados por los ensambladores Cristóbal, Francisco
y Juan Velázquez en 1613 y su estructura se inspira en la decoración realizada
por Girolamo Rainaldi para la fachada de San Pedro del Vaticano en la ceremonia
de canonización de San Carlos Borromeo en 1610.
Retablo relicario de San Francisco Javier |
Los bustos relicarios fueron realizados por Gregorio
Fernández. En 1622 se reformaron para incluir las esculturas de bulto de San
Francisco Javier en el del Evangelio y San Ignacio de Loyola, en el de la
Epístola, ambos canonizados ese año, obras también de Gregorio Fernández.
Retablo relicario de San Ignacio de Loyola |
En
los testeros de los brazos del crucero destacan dos retablos del siglo XVIII
con las esculturas de la Inmaculada Concepción, adscrita al círculo de Pedro de
Sierra, y San Francisco de Asís.
Retablos barrocos de los brazos del crucero |
Las
capillas laterales están decoradas con pintura de motivos geométricos y con
retablos.
Detalle de la decoración de una de las capillas |
La
primera de la Epístola es la capilla del
Cristo de la Buena Muerte, con un retablo barroco del siglo XVIII concebido
como camarín de tres alturas, con un Calvario central sobre Nuestra Señora de
la Amargura, ambas atribuidas a Juan Alonso Villabrille y Ron, un Cristo yacente
de Gregorio Fernández de la década de 1620, el único del artista, junto a otro
en Monforte de Lemos, que es completamente de bulto redondo, sin el cuerpo
adherido al sudario, y una Piedad atribuida a Alejandro Carnicero coronando el
conjunto. Son obras de gran devoción en Valladolid, procesionadas en Semana
Santa por la Cofradía del Descendimiento.
Capilla del Cristo de la Buena Muerte |
Cristo yacente de Gregorio Fernández |
Las
otras dos capillas de la Epístola están dedicadas a la Inmaculada y a San Siro.
Capilla de la Inmaculada |
La
primera capilla del lado del Evangelio está dedicada a la Magdalena, con un retablo de la segunda mitad del siglo XVII que
contiene una talla de Magdalena penitente, que unos autores atribuyen a Pedro de Mena y otros dicen que sería de un seguidor de Gregorio Fernández pero imitando a Mena, y una imagen de
vestir de Nuestra Señora de Loreto en el cuerpo superior.
A
continuación se ubica la capilla de San
Antonio de Padua, fundada en 1632 por don Juan de Benavente y su hija según
la inscripción junto a uno de los escudos. Su advocación tiene que ver con que
la primitiva iglesia de la cofradía de San Antonio en la que tomó acomodo la
Compañía. La escultura del santo es una imagen de vestir también atribuida a
Gregorio Fernández, de su época temprana de producción.
Capilla de San Antonio de Padua |
En
la última capilla destacan las esculturas de los santos Nicolás Tolentino y
Roque en un retablo del siglo XVIII.
El coro a los pies fue añadido a comienzos del siglo XX
sustituyendo una tribuna más pequeña.
La nave con el coro a los pies |
La iglesia conserva otras dos destacadas dependencias: en
lado de la Epístola un antepresbiterio por el que se accede a la antesacristía, en la que se expone una
Sagrada Familia de 1662 de Diego González de Vega. y la sacristía, dos
espacios rectangulares en diagonal al eje de la iglesia, adosados a la
cabecera, de planta rectangular y con
bóveda de cañon con lunetos decoradas con yesería; y en el lado del
Evangelio, encontramos una impresionante capilla-relicario.
Antesacristía |
Bóveda de cañón con lunetos de la sacristía |
La sacristía conserva el pavimento y la
cajonería originales del siglo XVII y tiene un retablo pintado en trampantojo
imitando un gran arco triunfal que acoge un tabernáculo fingido, atribuido a
Felipe Gil de Mena, con una imagen pintada de la Inmaculada. En el ático aparece
una imagen de San Miguel del siglo XVIII del círculo de José de Rozas.
Sacristía |
Adaptada
también como museo, destaca por su colección de pintura y escultura barroca,
con una serie de gran formato con los "Triunfos de la Nueva Ley", de distintos
autores y basados en los cartones para tapices realizados por Rubens para las
Descalzas Reales de Madrid. También llama la atención una colección de santas de origen inglés de Juan de Roelas procedentes de los retablos de San
Siro y de la Virgen del Carmen. Por su curiosidad, destacar también las
anamorfosis de Carlos V e Isabel de Portugal a ambos lados del retablo.
Otro punto de vista de la sacristía |
Uno de los cuadros de la serie de Triunfos, el de la Iglesia |
La capilla-relicario cuenta con
doble acceso, uno desde el brazo del Evangelio, mediante una puerta en el
sotabanco del retablo, también relicario, de San Francisco Javier, y otro desde
la sacristía.
Es de planta cuadrada con cubierta de bóveda vaída, con retablo de
mediados del siglo XVII presidido por una Virgen con Niño rodeada de un
Apostolado completo y los cuatro Evangelistas, obras de la órbita de Gregorio
Fernández. Los otros dos testeros están completamente cubiertos con relicarios
de muy distintos tipos, destacando los de busto de santos y santas, entre los
que llaman la atención ocho de tamaño más grande de los Padres de la Iglesia latina y
griega, los santos Gregorio Papa, Gregorio Naciancero, Jerónimo, Ambrosio,
Basilio y Atanasio realizados también Gregorio Fernández en 1613.
Retablo de la capilla relicario |
Estos espacios fueron muy habituales en las iglesias de la
Compañía desde fines del siglo XVI, sobre todo en la provincia de Valladolid,
llegando a su momento cumbre en la segunda mitad del XVII. En ellos, todas las
disciplinas artísticas se ponen al servicio de un mensaje claramente
contrarreformista que busca ensalzar la vocación misionera de la orden y su
entrega incluso hasta el martirio.
Capilla relicario de San Miguel |
Otro detalle de la capilla relicario |
La importancia de las reliquias en Valladolid queda
reflejada en uno de los muros cerámicos del zaguán del Palacio Pimentel, donde
se recrea la multitudinaria procesión con la que se celebró llegada del fémur
de San Benito en 1594, que fue seguida de grandes celebraciones y festejos
populares, como corridas de toros o juegos de cañas.
Escena de la llegada de una reliquia de San Benito a Valladolid en el mural del zaguán del Palacio Pimentel |
En cuanto a la fachada
de la iglesia, repite el esquema de Villagarcía de Campos. Tiene tres calles,
la central de dos cuerpos y las laterales unidas mediante aletones.
Fachada de San Miguel |
La portada se organiza mediante vano adintelado coronado con
frontón curvo partido en el que aparece una hornacina con la escultura de San
Miguel con las armas de los Reyes Católicos de fines del siglo XV procedente de
la antigua parroquia y colocada en 1775 sustituyendo a la original de San
Ignacio, flanqueada por los escudos de los condes de Fuensaldaña, patronos de
la iglesia desde comienzos del siglo XVII.
Portada |
Detalle de la escultura de San Miguel procedente de la antigua parroquia, con el escudo de los Reyes Católicos a los pies |
En el cuerpo superior también se sustituyó el escudo de la
Compañía por el de Carlos III. Por encima se ubica una ventana adintelada y un
frontón triangular con óculo en el tímpano y esferas en los vértices.
Calle central de la fachada |
Mil gracias, Mariché, por tu incondicional hospitalidad, tu cariño y tu santa paciencia. Te quiero.
Imágenes ajenas:
(3) http://www.cervantesvirtual.com/portales/expulsion_jesuitas/expulsion_espana/imagen/0_pragmatica
(5) RODRÍGUEZ G. de CEBALLOS, A., “La arquitectura jesuítica
en Castilla. Estado de la cuestión”. En ÁLVARO, Mª I., IBÁÑEZ, J. Y CRIADO J.
(coords.), La arquitectura jesuítica.
Actas del Simposio Internacional en Zaragoza 9/11 de diciembre de 2010,
Zaragoza, 2012, pp. 305-325.
(8) URREA, J., “Los relicarios de la Compañía de
Valladolid”. Boletín del seminario de Estudios de Arte y Arqueología, nº 48,
CSIC, 1982, pp. 430-435.
Fuentes:
ARRANZ ROA, I., "Las Casas Profesas de la Compañía de
Jesús: centros de actividad apostólica y social. La Casa Profesa de Valladolid
y Colegio de San Ignacio (1545-1767)". Cuadernos
de Historia Moderna, nº 28, 2003, pp. 125-163.
BURRIEZA SÁNCHEZ, J., “Valladolid, capital jesuítica de
Castilla”. En DACOSTA MARTÍNEZ, A. (et al.), Poder, pensamiento y cultura en el Antiguo Régimen. Actas de la 1ª
Semana de Estudios Históricos Noble Villa de Portugalete, Donostia-San
Sebastián, 2002, pp. 133-156.
GADEA, S., “La iglesia de Santiago el Real de Medina del
Campo, en Valladolid”. Viajar con el arte. 26/08/2013 http://viajarconelarte.blogspot.com.es/2013/08/la-iglesia-de-santiago-el-real-de.html
PASCUAL, J. C., “La capilla de María Magdalena en
Bellver de los Montes (Zamora). Boletín del
Seminario de Estudios de Arte y Arqueología: BSSA, tomo 66, 2000, pp.
259-268.
RODRÍGUEZ G. de CEBALLOS, A., “La arquitectura jesuítica en Castilla. Estado de la cuestión”. En ÁLVARO, Mª I., IBÁÑEZ, J. Y CRIADO J. (coords.), La arquitectura jesuítica. Actas del Simposio Internacional en Zaragoza 9/11 de diciembre de 2010, Zaragoza, 2012, pp. 305-325.
RODRÍGUEZ G. de CEBALLOS, A., “La arquitectura jesuítica en Castilla. Estado de la cuestión”. En ÁLVARO, Mª I., IBÁÑEZ, J. Y CRIADO J. (coords.), La arquitectura jesuítica. Actas del Simposio Internacional en Zaragoza 9/11 de diciembre de 2010, Zaragoza, 2012, pp. 305-325.
URREA, J., “Los relicarios de la Compañía de Valladolid”. Boletín del seminario de Estudios de Arte y
Arqueología, nº 48, CSIC, 1982, pp. 430-435.
Comentarios
Hay un pequeño despiste en tu texto: la Magdalena es de Pedro de Sierra (siguiendo el modelo de la de Pedro de Mena, claro).
Por cierto, he intentado ver el enlace que me has facilitado pero me da error y me sale el siguiente mensaje "Parece que hay problemas con esta página: puedes volver a la página inicial pulsando en el título.", y en el buscador del propio blog no me remite a ninguna entrada por "San Miguel".
Y el segundo:
http://compostela.blogspot.com.es/2013/09/la-iglesia-de-san-miguel-salas.html
De la Magdalena lo que había leído era este este artículo. Lo lié yo todo. Se remite a J. J. Martín González, que la consideraba obra de un seguidor de Gregorio Fernández a partir del modo de Pedro de Mena: http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=291336
La fachada recuerda también la de la iglesia de la Compañía en Segovia, ahora iglesia del Seminario.
Apuntar que el título de Vizconde de Altamira (los Pérez de Vivero) recae ahora en la familia Peñalosa, de Segovia.
En efecto Luis Felipe de Peñalosa y Contreras fue fino poeta e historiador, además de sobrino del benemérito marqués de Lozoya.
Su hijo mayor lleva ahora el título y son dueños del Esquileo de Cabanillas, lugar de bodas de postín.
Otros hijos de Luis Felipe de Peñalosa, ya fallecidos, fueron un arquitecto radicado en Málaga y un afamado fotógrafo del Adelantado de Segovia.
Para rematar la saga, su hijo Luis Peñalosa es concejal de IU en el Ayuntamiento de Segovia...
Abrazos por el estupendo artículo!!
(Muy buen trabajo:-)
un saludO
Me han gustado mucho también las esculturas de los Condes de Fuensaldaña y también el San Miguel del siglo XV.
Tus entradas son además una estupenda guía artística, estuve de nuevo en Burgos este fin de semana y me estuve leyendo antes tus anotaciones sobre San Lesmes, San Nicolás... y se agradece muchísimo.