La iglesia de San Miguel y San Julián de Valladolid

La hoy conocida como iglesia de San Miguel y San Julián de Valladolid es el antiguo templo del Colegio San Ignacio de la Compañía de Jesús en la ciudad.

Cabecera de la iglesia de San Miguel y San Julián de Valladolid

Los primeros dos jesuitas que llegaron a Valladolid en marzo de 1545 fueron los padres Antonio de Araoz y Pedro de Fabro, quedando acomodados, con permiso del Consejo Real y del Regimiento de la ciudad, en un pequeño hospital con iglesia cedido por los cofrades de San Antonio de Padua en la calle Caridad, frente a la parroquia de San Julián y Santa Basilisa, donde instalaron el que denominaron Colegio de San Antonio.

A partir de ahí, la Compañía fue, poco a poco, comprando y reformando varias casas de la misma manzana hasta contar con casi toda la acera par de la calle, que casi un siglo después pasaría a llamarse calle de San Ignacio, denominación que conserva en la actualidad. En 1554, gracias a una donación de la infanta doña Juana de Austria, hermana de Felipe II, con funciones de regente durante la estancia del rey en Inglaterra tras su matrimonio con la reina María Tudor, fue posible la adquisición de una importante propiedad de los IV vizcondes de Altamira, con fachada también a la calle Caridad. En años sucesivos se fueron comprando otras casas de la manzana, pues desde el comienzo se tuvo idea de contar, además de con Colegio, con Casa Profesa, para lo que era necesario un solar más grande.

Parcial del plano de Valladolid de 1738 de Ventura Seco en el que aparece la manzana que ocupaban los jesuitas, un solar con forma de triángulo entre las calles San Ignacio, Concepción y Cazalla. El nº 5 eran la iglesia de San Julián y Santa Basilisa, ela esquina entre las calles Encarnación y San Julián, y el nº 6,  San Miguel, en la plaza de su nombre (1). Con correcciones mías

El acta de fundación de la Casa Profesa en sí, también bajo la advocación de San Antonio, data de 1567, cuando también se separa judicialmente del Colegio, que cambia su advocación a la de San Ambrosio y queda instalado en una propiedad adquirida junto a la parroquia de San Esteban.

Pero para poder erigir una nueva iglesia para la recién creada Casa Profesa todavía hubo que esperar, pues la precaria situación económica de la fundación pucelana no lo permitía.

Así, fue el propio Ayuntamiento de Valladolid, ante la inminente amenaza de derrumbe del primitivo templo de San Antonio, el que financió el inicio de las obras de la tan ansiada iglesia, que finalmente comenzaron en 1583, tras el envío de los planos a Roma para su preceptiva aprobación por la Casa madre.

En 1610 los I condes de Fuensaldaña y V vizcondes de Altamira, don Juan Urbán Pérez de Vivero y doña Magdalena de Borja Oñez y Loyola, adquirieron el patronato.

Escudo de los Fuensaldaña en la fachada de la iglesia

Fallecido el conde en ese mismo año, la condesa viuda, sin descendencia, testó a favor de la fundación, acordando tres cosas: el enterramiento de ambos en el ábside de la nueva iglesia, erigida, en parte, gracias a sus abundantes limosnas; que se sanearan las deudas de la Casa Profesa, que debía cambiar su advocación a la de San Ignacio de Loyola, su tío bisabuelo, canonizado unos años antes de la muerte de la dama, acaecida en 1625; y que se fundara una Casa de Probación de novicios bajo la advocación de su abuelo, San Francisco de Borja, canonizado junto a San Ignacio.

Parece ser que la casa de novicios nunca llegó a fundarse y que en 1626 la Casa Profesa, dada su constante precaria situación económica, y que según las Constituciones de la Compañía no podía sustentarse con rentas fijas sino a través de limosna, cambió su situación jurídica para convertirse en Colegio de San Ignacio y poder recibir las rentas asignadas para esa función, sobre todo las de la condesa de Saldaña.

En Valladolid llegó a haber varias fundaciones jesutíticas, como esta Casa Profesa convertida en Colegio de San Ignacio en 1626, el Colegio de San Ambrosio, vinculado a los estudios universitarios de Teología o el Colegio de San Albano para la formación de sacerdotes católicos destinados a Inglaterra, entrando en competencia entre ellas por recibir rentas y limosnas para su mantenimiento.

Iglesia del Colegio San Albano, otra de las fundaciones jesuíticas en Valladolid (2)

Pero la Pragmática Sanción de Carlos III de 1767 supuso el extrañamiento de los jesuitas, la incautación de todo su patrimonio por parte del Estado y la expulsión de la Compañía de todos los territorios de la corona española.

Frontispicio de la Pragmática Sanción de Carlos III de 1767 decretando la expulsión de los jesuitas (3)

Así, la iglesia de San Ignacio quedó abandonada hasta que en 1775 se convirtió iglesia parroquial fruto de la fusión de las dos parroquias más antiguas de la ciudad, la de San Miguel, que tenía su sede en la plaza del mismo nombre, y la de San Julián y Santa Basilisa, que estaba a espaldas de San Benito el Real, en la esquina de las calles de San Ignacio y la Encarnación, adquiriendo la denominación de Real Parroquia de San Miguel y San Julián y Santa Basilisa al haber asumido la corona su patronato.

Las imágenes de San Ignacio del retablo mayor y de la portada se cambiaron por las de San Miguel y se picaron los símbolos de la Compañía para sustituirlos por las armas de Carlos III. La parte conventual se convirtió en cuartel hasta que en 1860 se redistribuyó convertido en casas de alquiler.

No se tiene certeza sobre el autor de las trazas de la iglesia, barajándose la posibilidad de un artífice de la propia Compañía, el jesuita italiano Giuseppe Valeriani, muy relacionado con Juan de Herrera y al que últimamente se le atribuyen las modificaciones sobre las trazas iniciales de Rodrigo Gil de Hontañón para la iglesia de San Luis del Noviciado de Villagarcía de Campos, fundación jesuítica poco anterior a la de Valladolid con clara influencia escurialense. Otros autores ponen la nueva fundación pucelana en relación con Juan de Nantes o Juan de Ribero Rada, dadas las características del clasicismo vallisoletano que presenta. Lo que sí es casi seguro es que las obras estuvieron supervisadas por dos arquitectos jesuitas, los hermanos Juan de Tolosa y Fernández de Bustamante.

La fábrica es de ladrillo y tapial, con piedra sólo en elementos estructurales y decorativos. Su planta cuenta con una estructura que sigue un modelo que empezaría a conformarse en la iglesia del Colegio de Medina del Campo, iniciada en 1557, y en la ya mencionada iglesia de Villagarcía de Campos, ambas con una estructura que ya se ajustaba a las directrices del Concilio de Trento en cuanto al culto y exaltación del sacramento de la Eucaristía y que la fundación vallisoletana parece repetir.

Planta de Santiago el Real de Medina del Campo (4)

Planta de San Pablo de Villagarcía de Campos (5)

Así, ésta última también cuenta con nave única para que la congregación permaneciera reunida y concentrada ante el altar mayor, las capillas laterales entre los contrafuertes están intercomunicadas para que la devoción en ellas no interrumpiera los ritos desarrollados en la iglesia, presenta crucero pero con brazos que no sobresalen en planta y tiene cabecera de testero plano.

Planta de la iglesia de San Miguel de Valladolid (6). Las indicaciones son mías

La cabecera de la iglesia desde la nave

Tiene tres capillas laterales a cada lado que abren a la nave mediante arcos de medio punto entre pilastras corintias y también se cubren con bóvedas vaídas. A continuación corre un entablamento que sirve de apoyo a la cubierta, que en vez de ser de crucería tardogótica, como en Santiago el Real de Medina del Campo, ya presenta bóveda de cañón con lunetos y decoración de yeserías geométricas, una solución similar a la adoptada en la iglesia de San Luis de Villagarcía de Campos.

Detalle del alzado de la nave

El crucero también cuenta con bóveda vaída, aunque el dibujo geométrico hace que parezca una cúpula casi plana sobre pechinas.

Detalle del último tramo de la bóveda de cañón de la nave y de la bóveda del crucero

La iglesia conserva gran parte de su amueblamiento original, destacando el conjunto formado por el retablo mayor y los dos relicarios de los brazos del crucero.

El retablo mayor es de fines del siglo XVI, financiado por doña Magdalena de Ulloa. Cuenta con banco, dos cuerpos de tres calles y dos entrecalles laterales organizadas mediante columnas jónicas y corintias respectivamente, y ático.

La estructura, los relieves y algunas tallas se atribuyen a Adrián Álvarez, que estuvo trabajando al mismo tiempo en el retablo mayor de la iglesia de los jesuitas de Medina del Campo, de ahí las grandes similitudes entre ambos, que toman como referente el modelo de Juan de Herrera para la basílica de San Lorenzo de El Escorial.

Retablo mayor de la basílica de San Lorenzo de El Escorial

Retablo mayor de la iglesia de la Compañía en Medina del Campo

Retablo mayor de la iglesia de San Miguel de Valladolid

Los relieves del banco representan las cuatro Virtudes Cardinales; y en los cuerpos superiores vemos, de izquierda a derecha y de abajo a arriba, la Natividad, la Presentación en el templo, la Resurrección y Pentecostés.

Alegorías de la Justicia, la Prudencia, la Fortaleza y la Templanza 
en el banco del retablo mayor

Natividad

Presentación en el templo

Resurrección

Pentecostés

En el ático se encuentra el habitual Calvario, flanqueado por dos grandes escudos de los condes de Fuensaldaña y los Cuatro Evangelistas. Todas estas obras se consideran de Adrián Álvarez.

Detalle del ático

Las pinturas con las Virtudes Teologales y Cardinales son de Francisco Martínez, colaborador habitual de Adrián Álvarez.

Tras la conversión en parroquial de San Miguel y San Julián, en 1775 a este retablo se incorporaron otras procedentes del retablo mayor de San Miguel consideradas obra temprana de Gregorio Fernández, de fines de la década de 1600: el tabernáculo y la talla de San Miguel de bulto redondo que ocupan la calle central y que sustituyó a una figura de San Ignacio; las de los apóstoles San Pedro, San Pablo, San Felipe y Santiago de las entrecalles laterales, que sustituyeron a otras imágenes hoy desaparecidas; y las de los arcángeles San Gabriel y San Rafael de la embocadura del presbiterio.

Detalle de dos de los Apóstoles de las entrecalles laterales, esculturas de Gregorio Fernández

San Miguel, como jefe de los ejércitos celestiales, viste a la romana, con túnica, coraza, manto, escudo y clavándole la lanza en el cuello al diablo.

Detalle del segundo cuerpo, con la talla de San Miguel del antiguo retablo de la parroquia homónima en el centro

Esquema hipotético del retablo mayor de San Miguel,  con las esculturas que hoy se encuentran en la antigua  iglesia de la Compañía (7)

San Gabriel está caracterizado como mensajero divino, el de la Anunciación, con escudo y cetro. En cuanto a la iconografía de San Rafael, está haciendo referencia a su viaje con Tobías, de ahí que porte la esclavina, el zurrón y el bordón propios del peregrino, cuando hace huir al demonio con las vísceras del pez.

Arcángel San Rafael, en el lado de la Epístola

El enterramiento de los condes de Fuensaldaña ocupa la pared del Evangelio del altar mayor. Fue realizado por Francisco de Praves hacia 1611 y se conforma mediante un arcosolio de medio punto, entablamento y frontón partido acogiendo las esculturas orantes de los patronos, obra en alabastro de Gregorio Fernández de fines de la década de 1610. Ambos están apoyados sobre un reclinatorio, al lado del que descansa la celada con penachos condales, y van ricamente vestidos, de acuerdo a su condición, él con armadura, manto y gola y ella con un sofisticado peinado a la moda de la época.

Enterramiento de los duques de Saldaña en el testero del Evangelio del presbiterio, orientados hacia el retablo mayor, orantes en perpetua oración

Es un modelo que algunos autores ponen en relación con el de los Leoni para los grupos escultóricos de Carlos V y Felipe II en El Escorial, que llega a Valladolid de la mano del duque de Lerma en San Pablo, y que también observamos en el enterramiento de don Pedro Cuadrado y doña Francisca Manjón en la fundación jesuita de Medina del Campo.

Detalle de las esculturas orantes de los condes de Fuensaldaña, realizadas en alabastro por Gregorio Fernández

En cuanto a los retablos relicarios, tan habituales en las iglesias de la Compañía, ocupan ambos lados del altar mayor en los testeros del crucero en una disposición similar a la de los armarios relicarios de la basílica de San Lorenzo de El Escorial.

Fueron realizados por los ensambladores Cristóbal, Francisco y Juan Velázquez en 1613 y su estructura se inspira en la decoración realizada por Girolamo Rainaldi para la fachada de San Pedro del Vaticano en la ceremonia de canonización de San Carlos Borromeo en 1610.

Grabado con la decoración de Girolamo Rainaldi para la fachada de San Pedro del Vaticano en la ceremonia de canonización de San Carlos Borromeo y su comparación con un dibujo de uno de los retablos de San Miguel (8)

Retablo relicario de San Francisco Javier

Los bustos relicarios fueron realizados por Gregorio Fernández. En 1622 se reformaron para incluir las esculturas de bulto de San Francisco Javier en el del Evangelio y San Ignacio de Loyola, en el de la Epístola, ambos canonizados ese año, obras también de Gregorio Fernández.

Retablo relicario de San Ignacio de Loyola

En los testeros de los brazos del crucero destacan dos retablos del siglo XVIII con las esculturas de la Inmaculada Concepción, adscrita al círculo de Pedro de Sierra, y San Francisco de Asís.

Retablos barrocos de los brazos del crucero

Las capillas laterales están decoradas con pintura de motivos geométricos y con retablos.

Detalle de la decoración de una de las capillas

La primera de la Epístola es la capilla del Cristo de la Buena Muerte, con un retablo barroco del siglo XVIII concebido como camarín de tres alturas, con un Calvario central sobre Nuestra Señora de la Amargura, ambas atribuidas a Juan Alonso Villabrille y Ron, un Cristo yacente de Gregorio Fernández de la década de 1620, el único del artista, junto a otro en Monforte de Lemos, que es completamente de bulto redondo, sin el cuerpo adherido al sudario, y una Piedad atribuida a Alejandro Carnicero coronando el conjunto. Son obras de gran devoción en Valladolid, procesionadas en Semana Santa por la Cofradía del Descendimiento.

Capilla del Cristo de la Buena Muerte

Cristo yacente de Gregorio Fernández

Las otras dos capillas de la Epístola están dedicadas a la Inmaculada y a San Siro.

Capilla de la Inmaculada

La primera capilla del lado del Evangelio está dedicada a la Magdalena, con un retablo de la segunda mitad del siglo XVII que contiene una talla de Magdalena penitente, que unos autores atribuyen a Pedro de Mena y otros dicen que sería de un seguidor de Gregorio Fernández pero imitando a Mena, y una imagen de vestir de Nuestra Señora de Loreto en el cuerpo superior.

A continuación se ubica la capilla de San Antonio de Padua, fundada en 1632 por don Juan de Benavente y su hija según la inscripción junto a uno de los escudos. Su advocación tiene que ver con que la primitiva iglesia de la cofradía de San Antonio en la que tomó acomodo la Compañía. La escultura del santo es una imagen de vestir también atribuida a Gregorio Fernández, de su época temprana de producción.

Capilla de San Antonio de Padua

En la última capilla destacan las esculturas de los santos Nicolás Tolentino y Roque en un retablo del siglo XVIII.

El coro a los pies fue añadido a comienzos del siglo XX sustituyendo una tribuna más pequeña.

La nave con el coro a los pies

La iglesia conserva otras dos destacadas dependencias: en lado de la Epístola un antepresbiterio por el que se accede a la antesacristía, en la que se expone una Sagrada Familia de 1662 de Diego González de Vega. y la sacristía, dos espacios rectangulares en diagonal al eje de la iglesia, adosados a la cabecera,  de planta rectangular y con bóveda de cañon con lunetos decoradas con yesería; y en el lado del Evangelio, encontramos una impresionante capilla-relicario.

Antesacristía

Bóveda de cañón con lunetos de la sacristía

La sacristía conserva el pavimento y la cajonería originales del siglo XVII y tiene un retablo pintado en trampantojo imitando un gran arco triunfal que acoge un tabernáculo fingido, atribuido a Felipe Gil de Mena, con una imagen pintada de la Inmaculada. En el ático aparece una imagen de San Miguel del siglo XVIII del círculo de José de Rozas.

Sacristía

Adaptada también como museo, destaca por su colección de pintura y escultura barroca, con una serie de gran formato con los "Triunfos de la Nueva Ley", de distintos autores y basados en los cartones para tapices realizados por Rubens para las Descalzas Reales de Madrid. También llama la atención una colección de santas de origen inglés de Juan de Roelas procedentes de los retablos de San Siro y de la Virgen del Carmen. Por su curiosidad, destacar también las anamorfosis de Carlos V e Isabel de Portugal a ambos lados del retablo.

Otro punto de vista de la sacristía

Uno de los cuadros de la serie de Triunfos, el de la Iglesia

La capilla-relicario cuenta con doble acceso, uno desde el brazo del Evangelio, mediante una puerta en el sotabanco del retablo, también relicario, de San Francisco Javier, y otro desde la sacristía.

Es de planta cuadrada con cubierta de bóveda vaída, con retablo de mediados del siglo XVII presidido por una Virgen con Niño rodeada de un Apostolado completo y los cuatro Evangelistas, obras de la órbita de Gregorio Fernández. Los otros dos testeros están completamente cubiertos con relicarios de muy distintos tipos, destacando los de busto de santos y santas, entre los que llaman la atención ocho de tamaño más grande de los Padres de la Iglesia latina y griega, los santos Gregorio Papa, Gregorio Naciancero, Jerónimo, Ambrosio, Basilio y Atanasio realizados también Gregorio Fernández en 1613.

Retablo de la capilla relicario

Estos espacios fueron muy habituales en las iglesias de la Compañía desde fines del siglo XVI, sobre todo en la provincia de Valladolid, llegando a su momento cumbre en la segunda mitad del XVII. En ellos, todas las disciplinas artísticas se ponen al servicio de un mensaje claramente contrarreformista que busca ensalzar la vocación misionera de la orden y su entrega incluso hasta el martirio.

Capilla relicario de San Miguel

Otro detalle de la capilla relicario

La importancia de las reliquias en Valladolid queda reflejada en uno de los muros cerámicos del zaguán del Palacio Pimentel, donde se recrea la multitudinaria procesión con la que se celebró llegada del fémur de San Benito en 1594, que fue seguida de grandes celebraciones y festejos populares, como corridas de toros o juegos de cañas.

Escena de la llegada de una reliquia de San Benito a Valladolid en el mural del zaguán del Palacio Pimentel

En cuanto a la fachada de la iglesia, repite el esquema de Villagarcía de Campos. Tiene tres calles, la central de dos cuerpos y las laterales unidas mediante aletones.

Fachada de San Miguel

La portada se organiza mediante vano adintelado coronado con frontón curvo partido en el que aparece una hornacina con la escultura de San Miguel con las armas de los Reyes Católicos de fines del siglo XV procedente de la antigua parroquia y colocada en 1775 sustituyendo a la original de San Ignacio, flanqueada por los escudos de los condes de Fuensaldaña, patronos de la iglesia desde comienzos del siglo XVII.

Portada

Detalle de la escultura de San Miguel procedente de la antigua parroquia, con el escudo de los Reyes Católicos a los pies

En el cuerpo superior también se sustituyó el escudo de la Compañía por el de Carlos III. Por encima se ubica una ventana adintelada y un frontón triangular con óculo en el tímpano y esferas en los vértices.

Calle central de la fachada

Mil gracias, Mariché, por tu incondicional hospitalidad, tu cariño y tu santa paciencia. Te quiero.

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Imágenes ajenas:

(5) RODRÍGUEZ G. de CEBALLOS, A., “La arquitectura jesuítica en Castilla. Estado de la cuestión”. En ÁLVARO, Mª I., IBÁÑEZ, J. Y CRIADO J. (coords.), La arquitectura jesuítica. Actas del Simposio Internacional en Zaragoza 9/11 de diciembre de 2010, Zaragoza, 2012, pp. 305-325.
(8) URREA, J., “Los relicarios de la Compañía de Valladolid”. Boletín del seminario de Estudios de Arte y Arqueología, nº 48, CSIC, 1982, pp. 430-435.

Fuentes:

ARRANZ ROA, I., "Las Casas Profesas de la Compañía de Jesús: centros de actividad apostólica y social. La Casa Profesa de Valladolid y Colegio de San Ignacio (1545-1767)". Cuadernos de Historia Moderna, nº 28, 2003, pp. 125-163.
BURRIEZA SÁNCHEZ, J., “Valladolid, capital jesuítica de Castilla”. En DACOSTA MARTÍNEZ, A. (et al.), Poder, pensamiento y cultura en el Antiguo Régimen. Actas de la 1ª Semana de Estudios Históricos Noble Villa de Portugalete, Donostia-San Sebastián, 2002, pp. 133-156.
GADEA, S., “La iglesia de Santiago el Real de Medina del Campo, en Valladolid”. Viajar con el arte. 26/08/2013 http://viajarconelarte.blogspot.com.es/2013/08/la-iglesia-de-santiago-el-real-de.html
PASCUAL, J. C., “La capilla de María Magdalena en Bellver de los Montes (Zamora). Boletín del Seminario de Estudios de Arte y Arqueología: BSSA, tomo 66, 2000, pp. 259-268.
RODRÍGUEZ G. de CEBALLOS, A., “La arquitectura jesuítica en Castilla. Estado de la cuestión”. En ÁLVARO, Mª I., IBÁÑEZ, J. Y CRIADO J. (coords.), La arquitectura jesuítica. Actas del Simposio Internacional en Zaragoza 9/11 de diciembre de 2010, Zaragoza, 2012, pp. 305-325.
URREA, J., “Los relicarios de la Compañía de Valladolid”. Boletín del seminario de Estudios de Arte y Arqueología, nº 48, CSIC, 1982, pp. 430-435.

Comentarios

Ángel Ruiz ha dicho que…
Muchísimas gracias por haberlo escrito: ha sido como volver otra vez allí. Estuve varias veces este verano y lo disfruté muchísimo, (http://compostela.blogspot.com.es/2013/09/la-iglesia-de-san-miguel.html y http://compostela.blogspot.com.es/2013/09/la-iglesia-de-san-miguel-salas.html), pero con lo que explicas lo disfrutaré mucho más la próxima vez que pueda ir por allí.

Hay un pequeño despiste en tu texto: la Magdalena es de Pedro de Sierra (siguiendo el modelo de la de Pedro de Mena, claro).
Luis Daniel González ha dicho que…
Vaya trabajo. Muchas gracias.
Sira Gadea ha dicho que…
Muchas gracias a ti, Ángel. Es una iglesia muy bonita y con un amueblamiento espectacular del que se disfruta de verdad ¿Podrías facilitarme la bibliografía en la que se le atribuye la Magdalena a Pedro de Sierra? Lo que yo he leído es que se le atribuyen las tallas de San Siro y la Inmaculada, que ocupan otras capillas laterales, pero no la Magdalena, que en las fuentes que he consultado se habla de Mena. Te estaría muy agradecida.
Por cierto, he intentado ver el enlace que me has facilitado pero me da error y me sale el siguiente mensaje "Parece que hay problemas con esta página: puedes volver a la página inicial pulsando en el título.", y en el buscador del propio blog no me remite a ninguna entrada por "San Miguel".
Sira Gadea ha dicho que…
Muchas gracias, Luis Daniel.
Ángel Ruiz ha dicho que…
El primer enlace es: (http://compostela.blogspot.com.es/2013/09/la-iglesia-de-san-miguel.html

Y el segundo:
http://compostela.blogspot.com.es/2013/09/la-iglesia-de-san-miguel-salas.html

De la Magdalena lo que había leído era este este artículo. Lo lié yo todo. Se remite a J. J. Martín González, que la consideraba obra de un seguidor de Gregorio Fernández a partir del modo de Pedro de Mena: http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=291336
Sira Gadea ha dicho que…
Muchas gracias por el artículo, Ángel.
enrique ha dicho que…
Nos encontramos con un templo con la claridad de trazas típica de las fábricas jesuíticas.
La fachada recuerda también la de la iglesia de la Compañía en Segovia, ahora iglesia del Seminario.

Apuntar que el título de Vizconde de Altamira (los Pérez de Vivero) recae ahora en la familia Peñalosa, de Segovia.
En efecto Luis Felipe de Peñalosa y Contreras fue fino poeta e historiador, además de sobrino del benemérito marqués de Lozoya.
Su hijo mayor lleva ahora el título y son dueños del Esquileo de Cabanillas, lugar de bodas de postín.
Otros hijos de Luis Felipe de Peñalosa, ya fallecidos, fueron un arquitecto radicado en Málaga y un afamado fotógrafo del Adelantado de Segovia.
Para rematar la saga, su hijo Luis Peñalosa es concejal de IU en el Ayuntamiento de Segovia...

Abrazos por el estupendo artículo!!
Sira Gadea ha dicho que…
Eres una pozo de sabiduría "genealógica", Enrique. Muchas gracias por tu aportación. Un abrazo.
Anarkasis ha dicho que…
no me he podido resistir y me he tomado el resucitao con los cuatro pasmaos
(Muy buen trabajo:-)
un saludO
Bonifacio Esteban ha dicho que…
Hola Sira, qué trabajo más bonito y qué interesante.
Me han gustado mucho también las esculturas de los Condes de Fuensaldaña y también el San Miguel del siglo XV.
Tus entradas son además una estupenda guía artística, estuve de nuevo en Burgos este fin de semana y me estuve leyendo antes tus anotaciones sobre San Lesmes, San Nicolás... y se agradece muchísimo.
Sira Gadea ha dicho que…
Todos tuyos, Anarkasis. Muchas gracias.
Sira Gadea ha dicho que…
Muchas gracias, Bonifacio Esteban. Me alegro mucho de que mis artículos te hayan servido para tu viaje a Burgos. Un saludo.
Nautilus ha dicho que…
Enhorabuena, Sira. Sólo otro pequeño apunte: Juan Urbán Pérez de Vivero y Mercado era familia del personaje que inspiró a Lope de Vega "El Caballero de Olmedo", y también era familia de los Mercado, antepasados míos, que emparentaron con los Peñalosa segovianos a finales del siglo XV y fundaron el mayorazgo de los Mercado-Peñalosa. Los Peñalosa debieron de heredar el título de Vizconde de Altamira de Vivero a traves de su parentesco con los Contreras, por mejor derecho sucesorio o similar.
Sira Gadea ha dicho que…
Muchas gracias por la aportación, Julián. Las genealogías son interesantísimas y dan mucha información sobre muchas cosas.
CANFER ha dicho que…
EXTRAORDINARIA EXPOSICION Y COMENTARIOS, LO QUE SE DICE UN TRABAJO BIEN HECHO, SE HECHA MUCHO DE MENOS ESTE TIPO DE REPORTAGE MUCHAS GRACIAS CANDIDO








Anónimo ha dicho que…
Muy bonito; y eso que está hecho con limosnas. Que limosneros son los vallisoletanos.

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