La iglesia de San Benito el Real de Valladolid
Después de habernos detenido en el monasterio de San Benito y su azarosa
historia, hoy nos adentramos en su grandioso templo, la parte conservada más
antigua del complejo, que tras la exclaustración y las desamortizaciones del
siglo XIX, primero estuvo abandonado para después ser entregado a la Venerable
Orden Tercera del Carmen, convertido en iglesia parroquial regida por los
carmelitas descalzos desde 1897 hasta la actualidad.
La iglesia de San Benito el Real de Valladolid desde el sotocoro |
La cabecera de la iglesia desde la nave del Evangelio |
Lo habitual era orientar las iglesias este-oeste, pero al
tenerse que adaptar al espacio existente, con el convento levantado entre los
muros del alcázar real, el nuevo templo cambió la orientación y optó por un eje
norte-sur, conformándose como una imponente fábrica de gran espacialidad, con planta
rectangular de tres naves de seis tramos y bóvedas de terceletes con grandes
contrafuertes exteriores.
Planta de la iglesia de San Benito (1). Las indicaciones son mías |
Muro exterior de la Epístola |
Detalle de la zona absidial |
Las naves concluyen en tres ábsides poligonales elevados,
los dos laterales dedicados a San Marcos, el del Evangelio, y San Antonio, el
de la Epístola.
Cabecera de San Benito |
Detalle de la cubierta del ábside central |
Ábside de San Antonio |
Don Alonso de Valdivieso, patrocinador de la iglesia,
dispuso su propio enterramiento en el lado del Evangelio de la capilla mayor y, aunque Isabel la Católica dio orden de que en la capilla no se ubicaran otros
entierros ni otros blasones de los de los reyes fundadores, los monjes
ocultaron la cédula y, fallecida la reina, cumplieron las voluntades del
benefactor del convento.
Arcosolio de don Alonso de Valdivieso en el muro del Evangelio del altar mayor |
Pero fue por poco tiempo, pues a comienzos del siglo XVII
sus restos fueron reubicados en la capilla absidial de San Marcos, con un
arcosolio con un yacente, para acoger en el suyo los del infante don Alfonso,
hijo de Sancho IV y María de Molina, trasladados desde San Pablo cuando el duque de Lerma
adquirió el patronato del convento para convertir su iglesia en panteón
familiar.
Enterramiento de don Alonso de Valdivieso en la capilla de San Marcos |
En el altar mayor también encontró sepultura doña María de
Hungría, hija de la reina doña Juana y Felipe el Hermoso, hermana de Carlos V,
fallecida en Cigales (Valladolid) en 1558, trasladada a El Escorial por orden
de su sobrino, Felipe II, en 1571. En el templo se conservan otros arcosolios
de enterramiento, destacando los dos de la capilla absidial de San Antonio.
Arcosolios de enterramiento en la capilla absidial de San Antonio |
El templo presenta coro alto a los pies que abarca el primer
tramo de las tres naves.
Vista hacia los pies de la iglesia desde la zona que estaba reservada a la clausura, separada por la reja |
Sotocoro |
Detalle del coro |
Conserva dos capillas laterales entre los contrafuertes en
el lado del Evangelio. La del licenciado Francisco Butrón cuenta con una reja pintada
por Pedro de Oña en 1592 y en la actualidad es la sede canónica de la Cofradía del Santo Sepulcro, con un Crucificado de Gregorio Fernández, el Santísimo Cristo del Consuelo, que da nombre a la capilla, y un Cristo yacente y una Virgen de la Alegría del imaginero contemporáneo Miguel Ángel Tapia.
Capilla Butrón, con el Santísimo Cristo del Consuelo de Gregorio Fernández y un Cristo yacente de Miguel Ángel Tapia |
Sin embargo, en el lado de la Epístola no desarrolla
capillas, sino arcos apuntados abiertos en el muro a modo de capillas para altares y que quizá podrían haberse pensado para alojar enterramientos. Todos presentan igual estructura salvo
el situado en el último tramo antes del ábside, que es un arco de medio punto
casetonado enmarcado por columnas que soportan un entablamento,
en una conformación ya clasicista.
Arcos apuntados abiertos en el muro de la nave de la Epístola |
Arco del último tramo de la Epístola, con una estructura clásica posterior al resto |
La luminosidad de la iglesia debía ser magnífica, pero en la
actualidad resulta algo oscura, con una iluminación que proviene de las
ventanas de la Epístola y de los ábsides, pues las del Evangelio quedaron
cegadas quizá con la construcción del anexo Patio de las Procesiones o con
alguna modificación posterior de las cubiertas.
La iglesia desde la zona pública |
La iglesia también conserva in situ algunas de sus rejas. En 1571 se colocó la que cubre las
tres naves dividiendo el espacio en el de los pies, destinado al pueblo, y el
de la cabecera, para los monjes, obra del maestro rejero Juan Tomás de Celma.
Detalle del ático de la reja que divide la iglesia en dos ámbitos |
La actual fachada no es la proyectada al tiempo que se
erigió la iglesia. Y es que en 1565 se produjo un derrumbamiento a los pies del
templo y Rodrigo Gil de Hontañón recibió el encargo de dar la traza para su reconstrucción,
incluyendo el último tramo con el coro alto y una nueva fachada que empezó a levantarse en 1575.
Así, ésta se conformó como un monumental pórtico de piedra
apoyado en dos pilares de sección octogonal formando dos cuerpos cuadrados
abiertos mediante grandes arcos apuntados y cubiertos en el interior mediante
bóvedas de crucería.
Fachada actual de la iglesia de San Benito, con la del convento a la izquierda |
Poco después Juan de Ribero Rada prolongó los pilares
octogonales y añadió un tercer cuerpo de piedra con entrepaños de ladrillo con
el frente abierto mediante dos ventanas de medio punto para alojar las
campanas, rematando la estructura mediante un frontispicio de aletones curvos.
Pero en 1605, con motivo de la celebración del nacimiento
del futuro Felipe IV, las luminarias causaron un incendio que dejó muy
maltrecha la torre-pórtico, por lo que la corona y el ayuntamiento sufragaron
una reconstrucción en la que las bóvedas de crucería de Gil de Hontañón se
sustituyeron por otras vaídas. Si prestamos atención a un dibujo de Ventura
Pérez (ha. 1759), la fachada contaría en ese momento con un tercer cuerpo con
dos ventanas de medio punto y cuerpo de la campana rematado con frontón
triangular.
Dibujo de la fachada de la iglesia de San Benito de Ventura Pérez de ha. 1759 (2) |
Otra referencia de cómo sería la fachada la tenemos en el
grabado de Parcerisa de 1865, en el que se aprecian dos cuerpos superiores de
ladrillo que terminaron demolidos, por su estado de ruina o, quizá, por
necesidades de seguridad del cuartel que se instaló en el monasterio tras las
desamortizaciones.
Grabado de Francisco Javier Parcerisa de la fachada de San Benito (3) |
Fotomontaje de Juan Carlos Urueña Paredes siguiendo el grabado de Parcerisa del estado de la Iglesia de San Benito antes de la demolición de los dos cuerpos superiores de ladrillo (4) |
En la década de 2000 la Fundación del Patrimonio Histórico
de Castilla y León financió la restauración de la fachada, descubriéndose el
único escudo de José I Bonaparte conservado en un edificio público.
Detalle del pórtico con el escudo de José I descubierto en la última restauración |
Aunque en la actualidad la iglesia luzca “un tanto desolada
y fría” (gracias, Boro), como espacio sagrado de solemne importancia, San
Benito recibió un magnífico
amueblamiento compuesto, entre otros, por retablos en los ábsides, capillas
laterales, sotocoro… del que fue despojado tras la exclaustración y las
desamortizaciones del siglo XIX.
La sillería del coro
bajo y el retablo mayor fueron
encargados por fray Alonso del Toro en su generalato durante el primer cuarto
del siglo XVI. La sillería, que ocupaba el quinto tramo de la nave central, es
una impresionante obra en nogal con ensamblaje y talla del escultor Andrés de
Nájera y la colaboración de Diego Siloe, Guillén de Holanda y, quizá, Alonso
Berruguete, denotando influencias clasicistas mezcladas con reminiscencias
medievales, sobre todo en los sitiales bajos.
Sillería del coro bajo de San Benito de Valladolid en el Museo Nacional de Escultura |
Y es que, como cabeza de la Congregación de San Benito en
Castilla, el convento se convirtió en sede del Capítulo General que tenía lugar
cada cuatro años, considerándose necesaria una obra de esta magnitud que
acogiera a todos los abades en ese importante acontecimiento.
“… todos los prelados y procuradores de la Congregación
determinaron pagar cada uno por su monasterio una silla alta y baja para el
choro de San Benito, y que en cada silla se pongan las insignias de su
monasterio y nuestro muy reverendo padre general tome cargo de las mandar luego
hacer”. Actas Capitulares de 1522 (5)
La financiación corrió a cargo de cada una de las treinta y
cuatro casas que en ese momento integraban la Congregación, pagando el
sitial alto destinado a su abad y el bajo para su acompañante, pudiendo también
decidir el personaje que querían que se representase en el respaldo, por regla
general, el fundador o patrono del convento, representado en una hornacina
avenerada.
Detalle de la sillería |
La curiosa circunstancia del encargo hace que no exista un
hilo conductor en las representaciones, con reiteraciones, como la de San Pedro
para los sitiales de los monasterios de Eslonza y Montes, distintas
advocaciones marianas, como en Monserrat o Valbanera, o personajes civiles, como
el conde Fernán González para Arlanza, el rey García en la de Nájera o el Cid
Campeador para Cardeña, figuras vinculadas como fundadores o protectores de esas
casas. En total son treinta y tres sitiales más otras seis sillas no asignadas
a ningún monasterio pero pensadas para la adhesión de otras abadías a la
congregación y que muestran personajes relacionados con la sede de Valladolid,
como Juan I, su fundador, el arcediano don Fernando de Zúñiga o San Marcos, su segundo
patrono.
Las representaciones se acompañan con textos con el nombre
del monasterio y el personaje elegido enmarcados en taraceas de boj con
grutescos de influencia italiana y los sitiales están rematados con los escudos
de armas de cada monasterio asociado.
Sitial de San Marcos con la decoración de grutescos en taracea |
El único sitial policromado, en el lado de la Epístola,
estaba reservado para el anfitrión, el general de San Benito, que representa,
precisamente, al titular de la Orden y de la casa vallisoletana. Los dos toros
afrontados en la parte de abajo hacen referencia al general de la Orden en ese
momento, fray Alonso de Toro.
En cuanto a los sitiales bajos, muestran el ciclo de la Vida
de la Virgen y de Cristo, desde el Abrazo ante la Puerta Dorada hasta
Pentecostés.
Abrazo ante la Puerta Dorada y Anunciación |
Epifanía y Circuncisión |
Última Cena y Flagelación |
Subida al Calvario y Crucifixión |
Llanto sobre Cristo muerto y Anástasis |
Resurrección y Noli me tangere |
En los extremos aparecen los escudos reales de los Reyes
Católicos, impulsores del proyecto unificador benedictino, y de Carlos V, en
cuyo reinado se realizó esta obra.
Tras las desamortizaciones, la sillería pasó a formar
parte del Museo Provincial de Bellas Artes, inaugurado en 1842 en el Colegio de
Santa Cruz, que en 1933 pasó a denominarse Museo Nacional de Escultura, con
sede en el Colegio de San Gregorio, donde se encuentra en la actualidad.
La sillería baja de San Benito montada en el Colegio Santa Cruz (5) |
Los dos retablos del trascoro, realizados en madera
con tallas de alabastro, siguieron proyectos de Alonso Berruguete y fueron
realizados por Cornelis de Holanda y Juan de Cambray, dedicados a San Miguel y
a San Juan Bautista, y hoy también están en el Museo Nacional de Escultura.
Planta de la iglesia con la ubicación de la sillería en el coro y los retablos que existían alrededor (5) |
Retablo de San Miguel en el Museo Nacional de Escultura |
En el lado del Evangelio del coro estaba la capilla de san
Juan Bautista, fundada en 1551 por doña Francisca de Villafañe para
enterramiento propio y de su esposo, don Diego Osorio de Herrera, y con un
retablo encargado a Juan de Juni en 1552. Cuatro de sus esculturas, de los
santos Juan Bautista, María Magdalena, Elena y Jerónimo, se conservan en el Museo Nacional de Escultura. Una quinta identificada como santa Escolástica,
hoy se encuentra en la iglesia del Carmen extramuros de Valladolid.
Reconstrucción del retablo de doña Francisca Villafañe (6) |
En el lado de la Epístola
estaba la capilla del doctor Cornejo amueblada con el conocido como retablo del
Maestro de Pacully, encargado por su suegro, don Alonso Sánchez
de Logroño, canciller de los Reyes Católicos para su propio enterramiento en la
capilla de San Ildefonso y que el doctor hizo trasladar a este nuevo emplazamiento, donde permaneció hasta 1651, cuando se trasladó a la capilla de
los Daza.
Tras las desamortizaciones
sus tablas quedaron dispersas en varios museos. Las dos laterales, con los
santos Leando e Isidoro, fueron al Museo Provincial y hoy se conservan en el Museo Nacional de Escultura. La central, con la Imposición de la casulla a San
Ildefonso, terminó en la colección particular del anticuario Emille Pacully de
París, de ahí el nombre del maestro, al que se relaciona con la escuela de Hans
Memling, aunque en la actualidad no está localizada. En cuanto a las tres
tablas de la predela, con un Apostolado, están repartidas entre el Museo el
Prado y una colección privada madrileña.
Tablas laterales con San Leandro y San Isidoro del retablo del Maestro de Pacully en el Museo Nacional de Escultura (6) |
El retablo mayor
también se expone, aunque desmontado, en el Museo Nacional de Escultura. Es
obra de Alonso Berruguete, realizado entre 1526 y 1532 y un claro ejemplo de
las influencias renacentistas y manieristas italianas en su desarrollo en la
península.
Reconstrucción virtual del retablo de San Benito (6) |
Los episodios bíblicos y los personajes fueron
cuidadosamente elegidos por fray Alonso de Toro, abad de San Benito, para
componer un mensaje doctrinal exclusivamente dirigido a los monjes de la
comunidad, los únicos que lo contemplaban de cerca, pues la feligresía sólo
accedía a la parte de atrás de la iglesia, separada del ámbito de los monjes
por la reja. La figura central es San Benito, rodeado de escenas de la Vida de
la Virgen y de Cristo, milagros de santos benedictinos, patriarcas, apóstoles,
profetas y sibilas, componiendo, entre todos, una imagen de la Jerusalén Celeste. Las distorsiones de las figuras no serían visibles in situ, colocadas en alturas y distancias suficientes.
Fragmentos del primer cuerpo del retablo mayor en el montaje del museo |
Calle central del segundo cuerpo del retablo mayor |
El Sacrificio de Abraham y el Martirio de San Sebastián, tallas del retablo de Santo Domingo |
El Museo Nacional de Escultura también conserva una escultura de la Piedad en
piedra policromada de comienzos del siglo XV que se sabe que fue una donación
de Juan II para la capilla de don Sancho de Rojas en la primitiva iglesia del
convento.
Piedad de comienzos del siglo XV (6) |
Otra de las obras en el Museo Nacional de Escultura procedente del convento es un
Llanto sobre Cristo Muerto, sin que se tenga certeza de dónde estaría ubicado.
Juan de Borgoña el Joven (atrib.). Llanto sobre Cristo muerto (ha. 1540) |
Y para terminar, destacar la Alegoría de la Virgen de la
Inmaculada de Juan de Roelas. Perteneciente a la colección real del Alcázar de
Madrid, llegaría a San Benito durante el reinado de Carlos II como parte del nuevo
amueblamiento de la sacristía tras su remodelación durante el abadiato de fray
Manuel de Toledo.
Juan de Roelas. Alegoría de la Virgen Inmaculada (1616). Museo Nacional de Escultura de Valladolid |
Es un "lienzo parlante”, un documento esencial para entender
el movimiento inmaculista de la Monarquía Hispánica, ardiente defensora del
dogma de la concepción sin pecado original de la Virgen. La parte de abajo,
reservada al mundo terrenal, es un ejemplo de pintura social, con un abigarrado
grupo de niños, colegiales cantando, clérigos, autoridades, hombres y mujeres
entrando en la catedral de Sevilla, culminación de una procesión celebrada el
29 de junio de 1615 en defensa de la Inmaculada. En la parte de arriba, la
celestial, aparece la Virgen rodeada de ángeles portando las letanías marianas,
profetas, santos y padres de la Iglesia defensores de la idea de la Inmaculada
Concepción. Mientras, ambas zonas están unidas mediante un árbol con el emblema
de la Orden franciscana, gran defensora del dogma, con el escudo real y óvalos
con los nombres de santos marianistas.
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Giacomo da l’Orio en Venecia
Imágenes ajenas:
(3) QUADRADO, J. Mª, Recuerdos
y Bellezas de España. Valladolid, Palencia y Zamora, Madrid, 1861.
(5) ARIAS MARTÍNEZ, M., “Una aproximación al espacio coral
de San Benito el Real de Valladolid”. VV.AA., Conocer Valladolid 2012/2013. VI Curso de patrimonio cultural, Real
Academia de Bellas Artes de la Purísima Concepción, 2013, pp. 125-144.
Fuentes:
ARIAS MARTÍNEZ, M., “Una aproximación al espacio coral de
San Benito el Real de Valladolid”. VV.AA., Conocer
Valladolid 2012/2013. VI Curso de patrimonio cultural, Real Academia de
Bellas Artes de la Purísima Concepción, 2013, pp. 125-144.
EGIDO, T., “La grandeza benedictina. San Benito el Real de
Valladolid”. Patrimonio. Fundación del
Patrimonio histórico de Castilla y León, nº 46, enero-abril 2012, pp. 4-10.
MARTÍN MONTES, M. A.; MOREDA BLANCO, J., “Los ‘Palacios’ de
san Benito el Real (Valladolid) y su ornamentación mudéjar”. En V Congreso de Arqueología Medieval Española.
Actas., vol. 2, Valladolid, Junta de Castilla y León-Consejería de Educación y
Cultura, 2001, pp. 931-938.
OLIVERA SERRANO, C.,
“Devociones regias y proyectos políticos: los comienzos del monasterio
de san Benito el Real de Valladolid (1390-1430)”. Anuario de Estudios Medievales, 43/2, julio-diciembre 2013, pp.
799-832.
QUADRADO, J. Mª, España.
Sus monumentos y artes – su naturaleza e historia. Valladolid, Palencia y
Zamora, Barcelona, 1885.
SANGRADOR VITORES, M., Historia
de la Muy Noble y Leal Ciudad de Valladolid desde su mas remota antigüedad
hasta la muerte de Fernando VII, Tomo II, Valladolid, 1854.
Comentarios
Es una de las características más castizas de nuestra arquitectura.
Aunque en el caso que nos ocupa hoy la verdad es que la nave de la iglesia queda amplia y despejada.
Magníficos esos arcos escarzanos!!
Y magnífica la entrada!!
Me ha encantado la fotografía del coro elevado, realmente aparece monumental con ese pretil calado de dos alturas en el no creo haberme fijado antes. Otra cosa que me ha sorprendido es su relativa modernidad (la iglesia), no sabía hasta tu post anterior la fecha de construcción pero siempre la había imaginado del siglo XIV, me parecía un gótico más temprano. Gracias por currártelo tanto.
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En casi todos los sitios la siguen identificando en la Colección Aldus C. Higgins en Worcester, pero me temo que es una localización antigua
Dices si alguien ha experimentado alguna vez un STENDHALAZO;Te contesto, sí, yo lo he experimentado, la primera vez que fuí a Paris, y como dices estuve en el séptimo cielo.Cuando volví fuí a un médico porque seguía en un estado un poco mágico y me dijo que era el mal de Stendal.No fué serio, pero necesite una cura de sueño y un poco de descanso. Algunas veces al descubrir alguna cosa nueva siento un gran impacto, me sorprendo, pero nunca como esa experiencia.
Descubrir tu blog me ha sorprendido y estoy disfrutando como si fuese viajando en una nube,muchos de los lugares los conozco y las fotografias y los textos me transportan totalmente al lugar.Gracias por recopilar tanta belleza y dejarnos disfrutarla.Un abrazo
No sé si te lo había enviado este artículo sobre la Iglesia de SAN BENITO “EL REAL” de Valladolid. Por si fuera de tu interés.
Un saludo
https://uvadoc.uva.es/handle/10324/54370