También está documentado que las primeras Reglas, cuando
queda constituida como "Cofradía de Nuestra Señora de la Quinta Angustia y
Angustias y Soledad de Nuestra Señora de los Desamparados", fueron
aprobadas en 1569 por el abad de Valladolid como delegado de la diócesis de
Palencia, de la que en ese momento dependía la ciudad, sin diócesis
independiente hasta fines del siglo XVI.
Su primera sede fue un pequeño hospital, en el que los
cofrades ejercían su obligación de caridad y asistencia social, y un oratorio,
ambos situados en el entorno de “las cuatro calles”, lo que hoy se corresponde
con las calles Torrecilla, Rondilla de Santa Teresa, Gondomar y Santa Clara.
Desde su fundación contó con una importante relación con los
poderosos dominicos de
San
Pablo, en cuyo templo tenían lugar sus celebraciones litúrgicas y desde
donde partía la Procesión de Regla de Nuestra Señora de las Angustias en Semana
Santa y la de la Virgen de la Alegría.
Además, cuando a fines del siglo XVI el oratorio amenazó
ruina y hubo necesidad de construir un nuevo templo, la cofradía no tuvo
problema alguno en encontrar patrocinio, con una sustanciosa donación de
sesenta mil ducados de oro del mercader don
Martín Sánchez de Arazamendi y su esposa, doña Luisa de Rivera, para que se levantara una nueva iglesia, estableciendo
también un patronato para garantizar el cumplimiento de los cultos durante
doscientos años con la condición de recibir enterramiento en una sepultura
sencilla y que en la capilla mayor no pudieran realizarse inhumaciones ajenas a la
familia de los patronos.
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Fachada de la iglesia de las Angustias |
El enclave elegido fue la plazuela del Almirante, justo
enfrente del palacio del Almirante de Castilla, donde hoy se levanta el Teatro
Calderón. El proyecto incluyó iglesia y espacios necesarios anejos, con
sacristía, salón del Cabildo y sala de Pasos.
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Detalle del plano de Ventura Seco de 1738 con la Plaza del Almirante, con el palacio a la izquierda y las Angustias a la derecha (1) |
Aunque no se sabe fehacientemente quién fue el arquitecto,
las trazas para la fachada se deben a Juan de Nates y la ejecución corrió a
cargo de Gaspar de Vallejo, Martín de Uriarte, Juan de la Celaya, Juan de
Rozadilla, Hernando de Munar, Juan de la Muela y Juan del Valle. Las obras
dieron comienzo en 1597 y en 1604 la iglesia ya estaba terminada, con la
incorporación de las esculturas de la fachada en 1606, un templo que se
convierte en modelo de iglesia penitencial en el contexto del clasicismo
vallisoletano.
La pujanza de la cofradía fue en aumento gracias a sus
relaciones con la Real Chancillería, con muchos funcionarios reales entre sus
cofrades, además de pudientes mercaderes de la ciudad y del importante gremio de entalladores, agrupado en la Corporación y Cofradía del
Patriarca San José, con sede en una de sus capillas laterales.
La
fachada occidental,
que denota influencias escurialenses, seguramente a través de las trazas dadas
por Herrera para la
Catedral de Valladolid, en ese momento en construcción,
presenta dos cuerpos de tres calles, con obra
escultórica de
Francisco del Rincón.
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Fachada de las Angustias |
El cuerpo bajo se organiza como arco de triunfo mediante arco de
medio punto central que da paso a la iglesia, con una Piedad o Quinta Angustia en
el tímpano, y dos calles laterales entre columnas corintias con nichos con las
esculturas de los santos Pedro y Pablo. A continuación, y tras un entablamento,
se sucede el segundo cuerpo, con ventana adintelada central, de nuevo calles
laterales entre columnas, ahora de orden compuesto, con nichos con una
Anunciación. El conjunto se remata con frontón con la heráldica de los
patronos.
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Esculturas de los santos Pedro y Pablo en los laterales del cuerpo bajo de la fachada |
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La Piedad del tímpano |
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Cuerpo superior y frontón de la fachada |
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Esculturas de la Anunciación en el cuerpo alto |
Adosada al lado del Evangelio está la sala de Pasos, con entrada independiente lateral compuesta de
cuerpo bajo en forma de arco de medio punto lo suficientemente holgado como
para que pasaran los pasos flanqueado por columnas corintias y balcón superior
reservado a las autoridades de la cofradía.
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Fachada occidental de la sala de Pasos, adosada al lado del Evangelio de la iglesia |
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Portada de la sala de Pasos en el lateral de Evangelio (2) |
El interior de la
iglesia es de nave única de dos tramos, coro alto a los pies, capillas
laterales entre contrafuertes, tribuna sobre las capillas, cubierta de bóveda
de cañón con lunetos decorada con yeserías geométricas que apoya sobre pilares
corintios y gran crucero de planta cuadrada cubierto con cúpula sobre pechinas
y linterna y que abre a otras dos capillas laterales.
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Plano de las Angustias (3). Las indicaciones son mías |
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El crucero desde el sotocoro |
La inscripción en el friso que recorre el interior del
templo deja constancia del patronato:
EN REVERENCIA DE DIOS Y DE LA BENDITA MADRE LA VIRGEN NUESTRA SEÑORA DE LA SOLEDAD Y SUS ANGUSTIAS, HICIERON MARTÍN SANCHEZ DE ARANZAMENDI Y D. LUISA DE RIVERA, SU MUGER, ESTA IGLESIA; Y TOMARON EL PATRONAZGO DE ELLA CON LA CAPILLA MAYOR PARA ELLOS Y SUS HEREDEROS Y SUCESORES. ACABOSE EL AÑO DE MIL SEISCIENTOS CUATRO
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Bóveda de cañón de la nave desde el crucero |
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Cúpula del crucero |
Ausente de presbiterio, el retablo mayor se ubica en el testero frontal del crucero. Cuenta
con banco, cuerpo central y ático, con tallas de Francisco del Rincón,
policromía del pintor Tomás de Prado y estructura del ensamblador Cristóbal
Velázquez, suegro del escultor.
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El retablo mayor desde la nave de la iglesia |
En el centro del banco aparece el sagrario, flanqueado por
los relieves de los cuatro Evangelistas. El cuerpo central, dividido en una
calle central y dos entrecalles laterales mediante columnas corintias, está
presidido por un relieve con la escena de la Anunciación, advocación del
templo, coronada por Dios Padre con los brazos extendidos. A ambos lados se
ubican sendas esculturas de los santos Agustín y Lorenzo y en el ático aparece
una Piedad.
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Banco y cuerpo central del retablo mayor |
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Detalle del relieve de la Anunciación |
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Ático con la Piedad |
La iconografía está en consonancia con la época de la
contrarreforma, conformándose como exposición de la Redención de Cristo pero
destacando el importante papel de la Virgen como intercesora.
El retablo está encastrado en un arco de triunfo con pintura
mural que representa a tres Virtudes Teologales a las que se les une, por
cuestiones de equilibrio compositivo, una de las Cardinales. Así, en el lado del Evangelio se representan la Esperanza dentro de una hornacina avenerada
fingida y la Fe en la enjuta, que se
corresponden en la Epístola con la Prudencia
y la Caridad, respectivamente.
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Pinturas murales del altar mayor |
Son figuras que siguen el modelo del manierismo italiano
contrarreformista, obras documentadas de Tomás de Prado, que estaban ocultas
bajo una gruesa capa de mortero, quizá desde las reformas del templo en el
siglo XVIII, hasta su redescubrimiento a fines del siglo XX, recuperadas en una
reciente restauración.
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El altar mayor a comienzos del siglo XX, con las pinturas ocultas bajo una capa de mortero (4) |
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El altar mayor durante el proceso de restauración de las pinturas laterales (5) |
Para responder a las disposiciones de los patronos, bajo el
transepto se localiza una sencilla cripta de planta rectangular y cubierta abovedada
rebajada, recorrida por un basamento de piedra que serviría para apoyar a los
difuntos amortajados. El acceso original estaba en una puerta a la derecha del
altar pero en la actualidad se realiza por una trampilla en el centro del
transepto.
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Superposición de la planta de la iglesia sobre la cripta (6) |
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Cripta bajo el crucero (6) |
En cuanto a los espacios abiertos en el crucero, el del Evangelio
es la capilla del Santo Entierro, de
planta cuadrada y con un Crucificado
y las tallas de la Virgen de la Soledad
y San Judas Tadeo.
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Capilla del Santo Entierro con las tallas de un Crucificado y la Virgen de la Soledad |
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Detalle del Crucificado y la Virgen de la Soledad en la capilla del Santo Entierro |
En origen esta capilla estuvo dedicada a la Piedad, concebida
para alojar el impresionante grupo conocido como Descendimiento, una obra encargada por la cofradía a Gregorio
Fernández en la década de 1610 que constaba de seis tallas, con María con su Hijo
muerto en el regazo, los dos ladrones crucificados y María Magdalena y San Juan
Evangelista.
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Grupo del Descendimiento. Fotografía publicada en Semana Santa Valladolid 1924: única guía oficial (7) |
El grupo completo dejó de procesionar a partir de la crisis
de las hermandades penitenciales a fines del siglo XVIII. Además, en 1842 la
Piedad fue trasladada al Museo de Valladolid, antecedente del
Museo Nacional de Escultura, y aunque en 1923 volvió a procesionar, pronto dejó de hacerlo por el
mal estado en el que se encontraban las tallas. En la actualidad sólo permanecen
en la iglesia, aunque en la capilla de enfrente, la Magdalena y el Evangelista,
y los ladrones también están en el
Museo
Nacional de Escultura, expuestos junto a la
Piedad.
Es una escena que no se ajusta exactamente al pasaje del Descendimiento, siendo más bien una Piedad que añade figuras para realzar el
dramatismo del momento, en consonancia con las ideas contrarreformistas.
Además, al conjunto también se le denomina Sexta Angustia de la Virgen, en relación
con los escritos místicos difundidos por San Buenaventura y Santa Brígida
respecto a los Siete Dolores de la Virgen, que se corresponden con la Profecía
de Simeón, la Huida a Egipto, Jesús perdido en el templo, el Encuentro de la
Virgen con Jesús en la subida al Calvario, la Agonía y muerte en la cruz, el
Descendimiento y el Entierro, y buscando destacar la dramática experiencia de
María durante la Pasión de su hijo, haciéndola partícipe de sus dolores como Compassio Mariae, corredentora de la
humanidad.
La Virgen se aferra al cuerpo muerto de su hijo con la mano
izquierda mientras levanta la derecha y la cabeza, una actitud que no aparece
antes en esta iconografía y que busca generar un movimiento ascendente que
muestre a la Virgen como corredentora, en contraposición con el descendente del
cuerpo de Cristo, que marca su naturaleza humana y el valor de su posterior
Resurrección, una imagen de Jesús que se convirtió en prototipo para las
escenas pasionales, con un detallado y clasicista estudio anatómico que revela
el rigor mortis del cuerpo a través
de la caída de la cabeza y del brazo, resaltado mediante una policromía
violácea que refleja un cuerpo ya desangrado, sin vida.
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Detalle del rostro de Cristo |
Las figuras de San Juan y la Magdalena y los dos ladrones,
le sirvieron al artista para establecer contrapuntos narrativos que daban vivacidad
a la representación, aunque en la actualidad sea imposible admirar el conjunto
completo. La Magdalena está agitada, dando un paso, con el cuerpo
arqueado, la mirada clavada en Cristo y secándose las lágrimas con una mano, la imagen viva de la desesperación. Sin embargo, San
Juan se nos muestra erguido y sereno, con la mirada perdida y sujetando la
corona de espinas.
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La Magdalena y el Evangelista en la capilla de las Angustias |
Los dos ladrones también muestran expresiones y actitudes
muy distintas: Dimas se ve reflejado como redimido, con los ojos cerrados, el
pelo corto y ordenado y la cabeza inclinada hacia Cristo; mientras que Gestas
muestra una anatomía en tensión, con el pelo encrespado, los ojos abiertos, el
ceño fruncido y sacando la lengua en un claro gesto de burla.
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Detalle del rostro de Dimas, el buen ladrón |
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Detalle del rostro de Gestas, el mal ladrón |
El crucero de la Epístola abre a la capilla de la Virgen de las Angustias, fruto de una intervención a
comienzos del siglo XVIII que modificó su estructura primitiva y en la que
participaron el cantero Francisco Pérez, el escultor Gregorio Díez de Mata, el
pintor Manuel Petti y el dorador Santiago Montes.
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Capilla de las Angustias, con el camarín de la Virgen al fondo |
Es una capilla con dos ámbitos, uno de planta ochavada y
cubierta con cúpula y linterna, con dos retablos con dos tallas de Cristo
atado a la columna, una de ellas atribuida a Pedro de Ávila, y dos hornacinas
donde se alojan las mencionadas tallas de María Magdalena y San Juan que
formaban parte del Descendimiento de
Gregorio Fernández, y un camarín heptagonal posterior para alojar la imagen de
madera policromada de Nuestra Señora de
las Angustias, una de las tallas procesionales más antiguas de Valladolid,
titular de la cofradía y obra muy conocida de Juan de Juni, a su vez alojada en
un tabernáculo neoclásico del arquitecto Pedro Albaro de fines del mismo siglo.
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Retablo barroco con Cristo atado a la columna y talla de la Magdalena del grupo del Descendimiento |
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Retablo barroco con Cristo atado a la columna y talla de San Juan Evangelista del grupo del Descendimiento |
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Tabernáculo de la Virgen de las Angustias |
Juni concibió la talla, obra ya madura en su trayectoria, fechada
en 1567, como Virgen de la Soledad, aunque cambió la acepción a Virgen de las
Angustias a partir de aplicarle pequeños cuchillos clavados en el pecho, cuando empezó a conocerse como Virgen de los Cuchillos,
convertidos a comienzos del siglo XX en siete espadas de plata. En una restauración en 1971 se optó por
retirarlos, conservados al pie de la escultura y expuestos en su camarín y en
las procesiones.
María aparece rota de dolor al pie de la Cruz pero con una
actitud serena que contrasta con el profundo dramatismo de las obras más
tempranas de Juni, convirtiéndose en prototipo de las Vírgenes procesionales
del barroco en la zona.
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Nuestra Señora de las Angustias de Juan de Juni |
Los siete lienzos del pintor Manuel Petti que decoran las
paredes del camarín fueron realizados en 1710 y narran los Siete Dolores de la
Virgen extraídos de los mencionados escritos místicos difundidos por San
Buenaventura y Santa Brígida.
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Lienzo de Manuel Petti en el camarín de la Virgen con el Llanto ante Cristo Muerto (8) |
Ya en la nave, la capilla del Cristo de la Luz es la
primera del lado del Evangelio. La talla del Crucificado que acoge fue
realizada a comienzos del siglo XVII y se atribuye a Francisco del Rincón, una joya
de la Semana Santa vallisoletana, obra de gran esbeltez y corrección anatómica,
con los brazos más inclinados por el peso del cuerpo, un paño de pureza muy
típico del taller de Rincón, la corona de espinas tallada entre gruesos
mechones de pelo y la cabeza inclinada sobre el hombro derecho, convertida en
prototipo de otros Crucificados posteriores, como los de las Descalzas Reales y
la Magdalena de Valladolid o el de la Colegiata de Santillana del Mar.
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Cristo de la Luz o de los Carboneros |
Desde comienzos del siglo XIX también se conoce como Cristo de los Carboneros por el culto
especial que le profesaban los mozos del carbón, encargados de cargarla en las
procesiones penitenciales de la cofradía. En la primera mitad del siglo XX fue
la imagen titular de la Cofradía de la Preciosísima Sangre.
A continuación se
ubica la capilla de San José, con un
retablo tardobarroco con la talla del santo titular, que fue sede de la Corporación y Cofradía del Patriarca San José, del gremio de los entalladores. Según las lápidas conservadas, también fue capilla funeraria del maestro entallador don Antonio López y su esposa, doña Isabel
de Valcárcer, con fundación de una capellanía en 1689.
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Retablo de la capilla de San José |
La capilla de Santa Gertrudis, la primera del
lado de la Epístola, muestra un retablo clasicista con la talla de la santa
titular atribuida a Rincón, una elegante y serena imagen propia del clasicismo
característico del autor. En la peana se dice que fue un encargo del licenciado
Gaspar de Cevallos a raíz de la admisión del culto a la santa cisterciense
alemana en 1606, aunque realmente no fuera canonizada hasta 1677. Este ámbito también adquirió uso funerario cuando fue adquirida por las hermanas doña Antonia de la Cruz y doña María de Figueroa en 1611.
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Capilla de Santa Gertrudis |
Bajo el retablo se
ubica una urna con un Cristo yacente
obra de taller vallisoletano, seguramente un seguidor de Gregorio Fernández. De
gran devoción en la ciudad, es objeto de un besapié durante la tarde de Viernes
Santo y la mañana siguiente.
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Cristo yacente en la capilla de Santa Gertrudis |
La capilla de la Virgen de la Encarnación, la primitiva advocación del templo, ocupa
el segundo tramo de la Epístola. Cuenta con retablo barroco de Juan de
Guerrero de 1682 dorado por Antonio Barreda que aloja una talla "de vestir” anónima del siglo XVII de la santa titular.
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Capilla de la Encarnación |
Esta imagen es muy importante para la cofradía, protagonista
de la
Fiesta de Gloria o de la Alegría,
fundamentada en la Regla de 1569 en honor a la advocación del templo, donde se
establecía que el 25 de marzo, día de la Anunciación, una procesión debía
partir desde la
iglesia
de san Pablo a la
iglesia
de san Benito para regresar de nuevo a la primera. En el siglo XVII la
festividad se trasladó a agosto, víspera de la Asunción, pero a fines del XVIII
se suprimió la procesión hasta su recuperación en 1984. En 1995 se fijó su
celebración el segundo domingo de mayo, cuando la imagen procesiona por las
calles cercanas al templo.
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Procesión de la Virgen de la Alegría (9) |
Los pasos penitenciales de Semana Santa de la cofradía siempre
fueron muy valorados; no en vano, entre sus cofrades había numeroso miembros
del gremio de entalladores, como los mencionados Juni, Francisco del Rincón o
Gregorio Fernández.
La
Procesión de Regla
de la Ilustre Cofradía Penitencial de Nuestra Señora de las Angustias, que
comienza a la una de la madrugada del Viernes Santo y llega a la
Catedral para
realizar una estación de penitencia en el interior del templo, procesiona con
los pasos del
Cristo de la Luz o de los
Carboneros, el
Cristo Yacente expuesto en la capilla de Santa
Gertrudis, la Magdalena y San Juan Evangelista del
Descendimiento y
Nuestra
Señora de las Angustias.
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Cristo de los Carboneros procesionando (10) |
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Cristo yacente procesionando (10) |
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María Magdalena y San Juan Evangelista procesionando (10) |
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La Virgen de las Angustias procesionando (11) |
Además de en esta Procesión de Regla, la cofradía también participa con su talla de Nuestra Señora de las Angustias de Juan de Juni en la Procesión del Encuentro del
Martes Santo, en la Procesión General de
la Sagrada Pasión del Redentor y en la Procesión
de La Soledad dentro de la Procesión
General de Sábado Santo.
(4) GONZÁLEZ FRADES, L., Bosquejo
histórico de la Ilustre Cofradía de Nuestra Señora de las Angustias de
Valladolid, Valladolid, 1909.
(6) BLANCO MARTÍN, F. J., “Criptas de Valladolid”. En Conocer Valladolid 2011/2012. V Curso de
patrimonio cultural, 2012, pp. 29-48.
AGAPITO REVILLA, J.,
Las cofradías, las procesiones y los pasos de Semana Santa en Valladolid,
1926.
GONZÁLEZ FRADES, L., Bosquejo
histórico de la Ilustre Cofradía de Nuestra Señora de las Angustias de
Valladolid, Valladolid, 1909.
SANGRADOR VITORES, M.,
Historia de la muy noble y leal ciudad de Valladolid: desde su mas remota
antigüedad hasta la muerte de Fernando VII, 1854.
Comentarios
Esta vez una iglesia con un contenido sorprendente y maravilloso. Me parece genial el relieve de Rincon del retablo mayor, con un clasicismo que me recuerda a los relieves de Martinez Montañes para San Isidoro del Campo en Santiponce más que a la posterior obra de Gregorio Fernández y sorprendentes los extraños frescos, para un iglesia española, conservados en la capilla mayor (aunque a tenor de la foto que nos pones del momento de su descubrimiento resulta extraño su estado actual). Como siempre gracias por compartir tus viajes con nosotros.
Un abrazo.
En todo caso, en cuestiones artísticas en general me confieso católico devoto, ya que considero que la producción artística de esta "rama" del misterio es más profunda en calidad y cantidad que otras . Opinión que muy gustosamente pongo en consideración de otras más y mejor fundadas.
La iglesia y las imágenes son muy vallisoletanas, aunque no se muy bien si la ciudad caracteriza a la iglesia y a las imágenes o si son éstas las que dan "sabor" a la ciudad entera.
Por último, la entrada es de manual de arte, pero esto ya te lo he dicho otras veces y no quiero repetirme. A falta de mejor inspiración por mi parte, dicho queda.