Santa Clara-a-Nova en Coímbra
El Convento de Santa Clara, más conocido como Santa
Clara-a-Nova, está ubicado en el monte de Nossa Senhora da Esperança, un
promontorio en la margen izquierda del Mondego a igual altura que el centro de
Coímbra, con una vista privilegiada de la ciudad y a salvo de las crecidas del
río, una de las causas que provocaron el abandono del primitivo enclave, que
empezó a denominarse Santa Clara-a-Velha para
distinguirlo del nuevo.
Claustro del convento de Santa Clara-a-Nova en Coímbra |
Ruinas de Santa Clara-a-Velha, con el nuevo convento arriba a la izquierda |
Así, D. João IV, que había restablecido la independencia de
Portugal de la Monarquía Hispánica de los Austrias, en vez de optar por una
enésima reconstrucción, tomó la decisión de patrocinar la erección de un nuevo
monasterio con el doble propósito de dar acomodo más seguro a la comunidad
clarisa que custodiaba los restos de la santa, de ahí que también se conozca
como Mosteiro da Rainha Santa Isabel, pero también como forma de enaltecer y
reafirmar el prestigio y el poder de la nueva dinastía Bragança iniciada por él
a través de su venerada antepasada.
En ese mismo sentido, se sabe que el rey tenía pensado,
aunque la idea no llegó a materializarse, que el convento se convirtiera en
panteón real, con una capilla mayor que albergara las tumbas o mediante la
construcción de un edificio anexo destinado a la Familia Real comunicado con
las dependencias conventuales.
Las obras se iniciaron en 1649 comenzando por las
habitaciones de las monjas, dado lo precario de su situación en el convento
medieval, siguiendo trazas de Frey João Turriano, monje benedictino, ingeniero
mayor del reino y profesor de matemáticas en la Universidad de Coímbra, y
ejecución de Domingos de Freitas, sustituido a su muerte, en 1655, por su hijo,
Pedro de Freitas. En esta primera fase también se constata la intervención de
Francisco Rodrigues y Manuel Rodrigues Veloso.
Ante la gravedad de las condiciones de habitabilidad del
primitivo convento, en 1677, con las obras ya bajo la dirección de Mateus do
Couto, y culminados el dormitorio, la cocina y el refectorio e iniciadas las
obras de la iglesia, las monjas se instalan en el nuevo convento, trasladándose
el sepulcro del siglo XIV con las reliquias de la santa en solemne procesión hasta
el nuevo enclave, junto con el sepulcro de la infanta D. Isabel, nieta de la
benefactora, hija de D. Afonso IV, las losas sepulcrales de las antiguas
abadesas y los retablos. Se opta por usar como “iglesia de prestado” una gran
sala junto al refectorio.
Grabado desde la margen derecha del Mondego en el que se observa, justo a la orilla, al lado del puente, Santa Clara-a-Velha parcialmente enterrado, a media ladera el convento masculino de San Francisco y más arriba, completamente a salvo de las aguas, el nuevo e impresionante complejo monástico de Santa-Clara-a-Nova (1) |
Fotografía de la década de 1870, con Santa Clara-a-Nova al fondo (2) |
El monasterio desde la orilla derecha del Mondego |
La iglesia definitiva fue consagrada en 1696, con los restos
incorruptos de Santa Isabel de Portugal instalados en una urna de plata en el
altar mayor. Pero las obras continuaron hasta fines del siglo XVIII.
El convulso siglo XIX se inició con la invasión francesa y
la instalación de tropas en el monasterio y continuó con las desamortizaciones
de 1835 y la supresión de las Órdenes Religiosas en Portugal, autorizándose a
las casas femeninas a permanecer abiertas hasta la muerte de la última
religiosa. Además, en 1848 Santa Clara se convierte en nuevo monasterio para la
comunidad de Nossa Senhora do Carmo de Sandelgas, que habían tenido que
abandonar su convento ante la amenaza de ruina y la imposibilidad de cumplir
con los oficios divinos y la correspondiente disminución de sus rentas.
En 1886 muere la última abadesa, D. Maria Antónia do
Patrocínio, sepultada en el coro bajo. A continuación se decreta la extinción
del monasterio y empiezan a hacerse inventarios de sus bienes, con las obras de
arte repartidas en distintos museos de Lisboa y Coímbra y los libros y códices
enviados a bibliotecas y archivos públicos.
Finalmente, en 1891 fallece la última monja de Sandelgas, D.
Ana Ermelinda da Conceição Vaz, y el convento queda definitivamente extinguido.
La iglesia es entregada a la Confraria da Rainha Santa
Isabel para que continúe con el culto, que solicita que se le devuelvan sus
objetos de culto, y el resto del edificio pasa a la Congregação de São José de
Cluny para que instale un colegio de misioneros.
En 1910 el convento es declarado Monumento Nacional pero ese
mismo año, tras la proclamación de la República y la extinción del colegio, el
convento es entregado al Ministerio de la Guerra, que instala allí un regimiento
del ejército portugués y varias oficinas auxiliares tras las modificaciones que
considera necesarias para el nuevo uso.
El conjunto monasterial presenta orientación norte-sur, con
una iglesia central dividida en zona para feligresía y coros para las clarisas,
claustro adosado al oeste, hospedería hacia el sur y gran ala para el
dormitorio hacia el norte, con una portería en perpendicular al eje
longitudinal del conjunto.
Plano esquemático del convento (3). Las indicaciones son mías |
El edificio de la hospedería,
parte pública del convento, está fuera del atrio. Tiene dos cuerpos pero el
segundo se divide en dos plantas con vanos rectangulares.
La zona conventual está precedida de un gran atrio con portada compuesta por vano central flanqueado por
columnas corintias sobre plinto que sustentan un friso y un ático con ángeles
tenantes de un escudo, piezas reaprovechadas de Santa Clara-a-Velha.
Portada del atrio |
Detalle de la portada, con relieves escultóricos reaprovechados del convento de Santa Clara-a-Velha |
Este amplio atrio, con zócalo y balconada, se conforma como
impresionante mirador abierto al paisaje, desde el que se divisa la ciudad de
Coímbra, al otro lado del río. En el centro se ubica una escultura de la Reina
Santa Isabel en mármol de Estremoz.
Vista de la ciudad de Coímbra desde el atrio de Santa Clara-a-Nova |
Escultura de la Reina Santa Isabel en el atrio del convento (4) |
La fachada principal
del conjunto, orientada hacia la ciudad, marca claramente los elementos
estructurales mediante muros encalados y pilastras adosadas en piedra de orden
colosal toscano, seis para la zona correspondiente a la iglesia, marcando los
cinco tramos interiores y recogiendo los empujes de la cubierta de cañón
interior, Abarcan dos cuerpos separados por un friso, el superior con cinco
ventanas rectangulares, y están rematadas por pináculos.
La parte de la fachada este correspondiente a los coros de las monjas se organiza
mediante un muro encalado seguido con dos cuerpos de ventanas correspondientes
a las dos alturas en las que se divide esta zona.
En cuanto a la zona de la cabecera de la iglesia, muestra dos alturas también divididas en
pilastras entre las que se sitúan ventanas
rectangulares de sencilla moldura, algo más ancha que las de la iglesia. La
zona más baja se corresponde con la sacristía y la superior es el cuerpo de la
capilla mayor, con una ventana termal en el testero de la cabecera.
La portada de la
iglesia, sobre cinco escalones y en el tramo central del lado del Evangelio,
es obra barroca trazada por Carlos Mardel en 1761 y ejecutada por Gaspar
Ferreira. Presenta pilastras toscanas que sustentan un entablamento con friso
con triglifos y sobre el que aparece un cuerpo rectangular de pilastras jónicas
y aletones que contiene dos ángeles tenantes con las armas de Portugal, con una
cruz de remate.
Detalle de la fachada de la iglesia |
Escudo de D. João IV en la portada de la iglesia |
Rematando el gran atrio por su lado norte está la fachada de la portería, en
perpendicular a la iglesia y a la gran ala de los dormitorios de las monjas.
Fachada rococó de la portería |
Pasillo del ala de los dormitorios (3) |
En septiembre de 2013 sólo eran visitables la parte de la
iglesia reservada a la feligresía y la crujía baja del claustro, pero aun así,
la monumentalidad de ambas merece sobradamente un pausado paseo.
Aunque las trazas iniciales fueron de Turriano, la dirección
de obras de la iglesia estuvo a
cargo de Mateus do Couto, arquitecto real que realizó algunas modificaciones,
pero manteniendo el proyecto de forma genérica.
Planta de la iglesia y de la crujía del claustro bajo (3). Las indicaciones son mías |
Muestra una única
nave muy larga dividida en la parte reservada a la comunidad, a los pies, y
la zona para la feligresía. Esta última está dividida en cinco tramos mediante
pilastras colosales dóricas entre las que se distribuyen, enmarcados por arcos
de medio punto sobre pilastras toscanas, nueve retablos de talla dorada realizados
a fines del siglo XVII por António Gomes y Domingos Nunes, artistas de Oporto
que contrataron el proyecto de amueblamiento del templo en 1692. Por encima de
los retablos está el cuerpo de ventanas y después una cubierta de bóveda de
casetones con arcos torales que descansan sobre las pilastras.
Nave de la iglesia (3) |
Bóveda de cañón casetonada |
Una balaustrada de madera recorre todo el perímetro y separa
los retablos, que muestran motivos franciscanos y escenas de la vida de Santa
Isabel, de la zona destinada a los fieles. Los del lado del Evangelio muestran, partiendo desde los
pies, a Santa Catalina recibiendo el
hábito del papa, Stella Coeli, la
Aparición de San Antonio a Santa Teresa
sobre la puerta de entrada, San Pedro
recibiendo las llaves de Cristo y Nuestra
Señora de la Concepción.
En cuanto a los retablos de la Epístola, partiendo de los
pies, muestran las escenas de San Juan Capristano recibiendo el cáliz, San Luis
de Tolosa salvando a D. Dinis de un jabalí, el Milagro de las rosas de la Reina
Santa Isabel de Portugal, San Antonio recibiendo al Niño Jesús y San Francisco
recibiendo los estigmas de Cristo.
Retablos de la Epístola, con San Francisco recibiendo los estigmas de Cristo, San Antonio recibiendo al Niño Jesús, Milagro de las rosas de la Reina Santa Isabel de Portugal y uno de los púlpitos |
Retablo del Milagro de las rosas de Santa Isabel de Portugal en un lugar preferente, justo frente a la puerta de entrada de la iglesia |
Cuenta con dos
púlpitos, uno horadado en la pilastra entre el segundo y tercer tramo del
lado de la Epístola, con balaustrada de madera y tornavoz troncopiramidal,
realizado por los ensambladores António Azevedo Fernandes y Domingos Nunes en
1704, y otro en el testero del fondo al lado de la verja de separación del coro
bajo en el lado del Evangelio, con base de piedra y también del siglo XVIII.
La capilla mayor
abre a la nave mediante arco de triunfo de medio punto sobre pilastras toscanas
también colosales. A ambos lados del arco se encuentran los retablos con el Bautismo de Cristo y San Juan Evangelista dando la comunión a la
Virgen, con lienzos superiores con los dos Padres de la Iglesia Latina.
Cabecera de la iglesia |
Retablos del Bautismo de Cristo y de San Juan Evangelista dando la comunión a la Virgen |
San Agustín y San Jerónimo, Padres de la Iglesia latina sobre los altares laterales de la cabecera |
El ábside es de planta rectangular, más estrecha que la de la nave, está elevado y se cubre con bóveda de cañón casetonado decorada con
grutescos, hojas de acanto, flores y cartelas, aunque su estado de conservación
es pésimo.
En los muros laterales se ubica un conjunto de seis lienzos
del siglo XVII realizados por Vincenzo Bacherelli con marcos de talla
dorada con ángeles laterales y otro
superior con el escudo de Portugal. Los del lado del Evangelio muestran a Santa
Isabel tomando el hábito, San Francisco entregando la Regla a Santa Clara y la
Muerte de la Reina Santa Isabel.
Lado del Evangelio del ábside, con la puerta de la sacristía a la izquierda |
En cuanto a los de la Epístola, relatan el Traslado de las
reliquias de la santa, San Francisco recibiendo el privilegio de Jubileo de la
Porciúncula y los Desposorios de la Reina Santa Isabel. Por debajo,
hay otros cuatro lienzos más con los cuatro Evangelistas.
Lado de la Epístola del ábside, con la puerta de la sala de la Cofrafía a la derecha, tapada por un repostero |
El espectacular retablo
mayor fue un encargo del obispo de
Coímbra D. Afonso Castelo Branco al entallador Domingo Lopes, que trabajó en
colaboración con Manuel Moreira. Realizado en talla de madera dorada, se
organiza mediante banco y un único cuerpo superior con arco de medio punto
flanqueado por pilastras con columnas torsas prolongadas en arquivoltas y un
escudo central de Portugal.
Retablo del altar mayor, con el túmulo relicario de plata de la reina santa en el centro |
Está concebido como trono eucarístico y para exponer un
magnífico túmulo relicario de plata
realizado en 1677 para alojar el cuerpo incorrupto de Santa Isabel, obra de los
orfebres lisboetas Domingos y Miguel Vieira siguiendo modelos de la
arquitectura manierista.
En este ámbito del ábside se encontraba una imagen de Santa
Isabel encargada en el siglo XIX por la reina D. Amélia a Teixeira Lopes que en
septiembre de 2013 estaba en el coro bajo.
Escultura de la santa de Teixeira Lopes en procesión (5) |
La puerta del lado de la Epístola da paso a la sala de la Cofradía de la Reina Santa
Isabel y la del Evangelio comunica con la antesacristía, hoy utilizada como espacio de recepción del
visitante y tienda de la cofradía, y la sacristía,
desde donde se pasa al claustro.
Sacristía |
Lavabo de la sacristía |
La zona de la iglesia que estaba reservada
a la comunidad clarisa tiene las mismas dimensiones que la de la
feligresía, pero se divide en dos alturas, con coro bajo y alto.
Lamentablemente, en mi visita en septiembre de 2013, esta parte no estaba
abierta al público.
El muro de separación
está organizado con tres calles separadas por pilastras colosales toscanas que
recorren los dos cuerpos. En la calle central se ubican sendas verjas centrales
que aislan los dos coros, separadas por una pintura con Santa Clara huyendo de
los soldados y culminadas por una hornacina con el Santísimo Sacramento que
abre, tanto a la nave de la iglesia como al coro alto. Las calles laterales
repiten la composición del testero de la cabecera, con retablos laterales que
en este caso muestran a Gregorio IX
visitando el cadáver de San Francisco en el de la Epístola y a Santa Isabel en el del Evangelio, con
sendos lienzos superiores con San Ambrosio y San Gregorio Magno, los otros dos Padres
de la Iglesia Latina. Estos cuatro retablos también son de António Gomes y
Domingos Nunes.
Retablos de Gregorio IX visitando el cadáver de San Francisco y de Santa Isabel de Portugal |
El coro bajo está
dividido en tres naves mediante pilares, con muros revocados en blanco y
cubiertas de bóveda de arista con decoración mural con hojas de acanto,
jarrones de flores y ramos de rosas. En él fueron enterradas muchas de las
abadesas del convento. También tiene acceso desde el ángulo noreste del
claustro, a través de un antecoro.
Coro bajo (3) |
Como una de las comunidades religiosas más prestigiosas del
país, las clarisas de Coímbra reunieron a lo largo de tantos siglos, fruto de
las donaciones de reyes, nobles y población en general, un gran patrimonio
artístico, gran parte expoliado a partir del siglo XIX. Aun así, ambos coros
cuentan todavía con retablos de distintos estilos, varios traídos del antiguo
convento de Santa Clara-a-Velha.
Otro detalle del coro bajo (4) |
Además de los sepulcros de las abadesas, este ámbito también
aloja los de la Reina Santa y la infanta D. Isabel, su nieta, hija del futuro
D. Afonso IV, ambos trasladados desde Santa Clara-a-Velha y realizados en
el primer tercio del siglo XIV bajo el propio patrocinio de la reina por el
Mestre Pêro, quizá un artífice de origen aragonés, como la reina.
Sepulcro de Santa Isabel de Portugal (6) |
Ambos de similar factura, destaca la calidad del sarcófago
de la santa venerada en el monasterio, de piedra policromada con rico programa
iconográfico sobre el que se sitúa la figura yacente vestida con hábito
franciscano y con los atributos de peregrina a Santiago y su relación con las
casas reales de Portugal y Aragón.
El coro alto, que
también cuenta con antecoro abierto a la crujía alta oriental del claustro, tiene una
única nave de cuatro tramos con zócalo de azulejería y bóveda de cañón y
cuenta con una sillería de coro de la primera mitad del siglo XVII con setenta
y ocho asientos dispuestos en dos alturas. Los respaldos de los superiores
presentan pinturas con escenas de la vida de los santos Francisco y Clara y
otros santos franciscanos y clarisas.
Postal antigua con una fotografía del coro alto (7) |
Detalle de la sillería del coro alto (3) |
El imponente claustro,
uno de los más grandes de Portugal, está adosado a la iglesia por el lado de la
Epístola, levantado a partir de la década de 1730 con el patrocinio de João V
de Portugal tras el derrumbe de uno anterior. Es de planta cuadrada con dos
alturas y se conforma como reflejo de la larga campaña de obras del monumento,
con disposición espacial manierista y formas decorativas barrocas.
Claustro del convento de Santa Clara-a-Nova |
Hay autores que consideran que las trazas generales se deben
a Manuel do Couto y otros que piensan que éste y Custódio Vieira fueron los
artífices del piso bajo y atribuyen al arquitecto húngaro Carlos Mardel el superior
y algunas modificaciones en el bajo, tanto decorativas como estructurales,
estas últimas buscando evitar un nuevo colapso. La obra queda terminada en 1760.
Escalera de acceso a la segunda planta del claustro, cerrada a las visitas en septiembre de 2013 |
Las crujías de la planta baja están cubiertas con bóveda de
cañón con robustos arcos fajones que descansan en los pilares exteriores y en
ménsulas en la pared.
Crujía baja oriental del claustro bajo |
Fuente ornamental en el centro de la crujía oeste |
En las fachadas al jardín, la planta baja está organizada
mediante arcos de medio punto entre pilares cuadrangulares con pilastras
adosadas encuadradas por molduras. A continuación aparece friso y cornisa y una
segunda altura con vanos rectangulares entre nichos enmarcados por columnas
jónicas y frontón triangular rematado por pináculo. Todo el conjunto está rematado
por una balaustrada.
Fachadas oeste y norte del claustro |
En los ángulos del piso inferior, que son curvos, se sitúan cuatro
fuentes, símbolo de los cuatro ríos del Paraíso, decorados con emblemas
alusivos a la Reina Santa Isabel. En el centro, una columna sustenta una
escultura de Nuestra Señora de la Concepción, culto de especial devoción por la
Orden franciscana.
Fuente de uno de los ángulos del claustro |
Todavía se conservan algunas de las salas del claustro. El refectorio, con su correspondiente
ante-sala con dos lavabos, abre a la planta baja de la crujía norte.
Refectorio (3) |
Es de planta rectangular con zócalo de azulejería, banco
corrido de piedra, púlpito de lectura y cubierta de bóveda de cañón. Tampoco
era visitable en septiembre de 2013.
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