Las colecciones del Museo Nacional Machado de Castro de Coímbra
En 2013, después de una remodelación completa que duró
varios años, por fin abrió al público el Museo Nacional Machado de Castro de
Coímbra. Como ya he hablado de la génesis
del museo y de su edificio
histórico, que puede consultarse aquí,
ahora toca recrearnos en sus colecciones.
Santa Isabel de João de Ruão |
En cuanto al discurso museológico, se ha buscado enfatizar
lo que hace del Machado de Castro un museo singular, que son el Criptopórtico, los restos arqueológicos en el subsuelo, y su excepcional colección de escultura, a los que se unen las
colecciones de arqueología y arquitectura, pintura, artes decorativas y
dibujos. La mayoría de las piezas proceden de conventos e iglesias de la región
que quedaron desamortizados en el siglo XIX, testigos de la riqueza de la
Iglesia y la importancia que el mecenazgo regio tuvo en ella.
Patio del museo, con la loggia abierta a la ciudad |
Vista de la ciudad, con terraza del restaurante del museo en primer plano, desde la loggia |
Maqueta del proyecto completo, con la adición de nuevos edificios (1) |
El patio desde el interior del museo |
Después de recrearnos en el patio, la loggia y la
impresionante vista de la ciudad, el circuito del museo comienza teniendo que
bajar dos plantas desde el nivel calle para visitar el Criptopórtico, un inmenso podio con dos galerías abovedadas, una
encima de la otra, en el que en época romana se desarrollaban, a cubierto, y
dadas sus especiales características térmicas, muchas de las actividades
administrativas, políticas y religiosas, además de ser zona de almacenamiento,
una asombrosa obra de ingeniería del siglo I aC. sobre la que se apoyaba el
Foro, el centro neurálgico de Aeminium,
la Coímbra romana.
Maqueta de la reconstrucción del Criptopórtico y del Foro |
Galerías del Criptopórtico (2) |
Planos del museo indicando dónde se encuentran las colecciones |
La colección de Arqueología
está formada por piezas localizadas, fundamentalmente, en las
excavaciones del Criptopórtico, en lo que hoy ocupa el patio de
la Universidad, y en el yacimiento de Conimbriga, con útiles prehistóricos, lápidas
romanas, fragmentos de cerámica, retratos imperiales, restos de mosaicos, algún objeto
visigótico y otras obras califales, como un casco encontrado en
Montemor-o-Velho.
Estelas romanas en el Criptopórtico |
A continuación se sucede la Escultura, la más significativa del museo, una excepcional colección
de obras medievales, renacentistas y barrocas en piedra, terracota y madera,
con especial representatividad del arte realizado en Coímbra entre los siglos
XIV y XVI por artistas como el Mestre Pêro, João Afonso, João de Ruão, Nicolau
de Chanterene o Filipe Hodard, que demuestran la existencia de una tradición
ligada a las canteras de piedra caliza de Anca, Outil, Portunhos y Pena, muy
cercanas a la ciudad.
La colección comienza con piezas vinculadas a la
arquitectura del periodo prerrománico, con fragmentos de columnas, placas
visigóticas, capiteles califales…
Capitel califal y fragmentos visigóticos |
Dentro de las obras románicas, destaca el primitivo y
recoleto claustro de São João Almedina,
que ocupa el lugar en el que estuvo enclavado, reconstruido a partir de los
fragmentos localizados en sucesivas campañas arqueológicas en la zona. También se exponen capiteles procedentes de iglesias desaparecidas de la ciudad y alrededores.
Claustro románico de São João Almedina |
Capiteles románicos |
En cuanto a la escultura
románica de bulto redondo, no se conservan muchos ejemplares, pues no se cultivó
excesivamente en Portugal. El museo sólo cuenta con dos piezas fragmentadas, un
ángel procedente de la Sé
de Oporto y un san Juan Evangelista de la Sé
Velha de Coímbra.
Ángel del siglo XII procedente de la Sé de Oporto, seguramente parte de una Anunciación destinada a la fachada del templo que se desecharía en una remodelación |
Sí son más abundantes las obras funerarias, datadas a partir del siglo XIII, cuando se inicia
la costumbre de los enterramientos en el interior de las iglesias,
conservándose lápidas, fragmentos de sarcófagos y algunas esculturas de bulto redondo.
Piezas funerarias |
Escultura que representa al caballero Domingos Joanes procedente de su sepultura del siglo XIV en la Capela dos Ferreiros |
El siglo XIV está
protagonizado por gran abundancia de escultura devocional en piedra policromada
de tamaño mediano, tanto de Cristo y la Virgen, con una especial devoción en
este periodo gótico, como de santos de fervor popular, sobre todo los Apóstoles
y san Miguel. Son obras que denotan una gran actividad artística de evidente
calidad plástica.
La mayoría son anónimas, producidas en taller, aunque
también se ha identificado a un Mestre
Pero, autor de esculturas de bulto con más movimiento y libertad, ya
alejadas del aspecto arcaizante de piezas anteriores.
Virgen de la O del Mestre Pero del siglo XIV procedente de la Sé Velha de Coímbra |
Túmulo de Cristo de entre los siglos XIV y XV procedente del monasterio de Santa Clara-a-Velha |
También hay alguna notable pieza en madera, sobre todo
Crucificados, siendo uno de los ejemplos más impresionantes el conocido como Cristo Negro, una obra gótica con
características arcaizantes procedente del Oratório das Donas del monasterio
de Santa Cruz de Coímbra.
Cristo Negro procedente del Oratório das Donas del monasterio de Santa Cruz de Coímbra |
La actividad del siglo
XV denota la fortaleza de los talleres de la región, con una abundante
producción que se exporta al resto del país utilizando la vía fluvial del Mondego
para el transporte de las obras. A la iconografía anterior se unen las de
santos mártires del cristianismo como Catalina o Sebastián, también la
Santísima Trinidad y Santa Ana Triple. Ya empiezan a conocerse nombres de
artistas, como João Afonso, Gil Eanes, discípulo de Afonso, que
primero trabaja en Batalha y después hereda el taller de su maestro en Coímbra,
Diogo Pires-o-Velho y, su hijo o
sobrino, Diogo Pires-o-Moço.
Escultura en piedra del siglo XV |
San Miguel de Gil Eanes procedente de la iglesia de San Miguel de Montemor-o-Velho |
En las últimas etapas
del siglo XV las obras ya denotan una fuerte influencia del gótico final
europeo, que en el XVI se traduce en un papel relevante en la producción de escultura en madera,
protagonista de una nueva estética que se difunde por todo el país gracias a la
presencia de artistas flamencos como Olivier
de Gand, al servicio del Obispo-Conde Dom Jorge de Almeida, que realizó
abundantes obras, tanto para la Sé
Velha de Coímbra como para el Paço
Episcopal y conventos e iglesias de la zona.
Por otro lado, también van apareciendo nuevas fórmulas
renacientes, con una producción de escultura manuelina que supone la transición
entre ambos estilos. Es un periodo de gran dinamismo, con presencia en Lisboa
de artistas españoles, franceses, flamencos y alemanes además de los foráneos.
Escultura de transición al Renacimiento, con un Ángel heráldico de Diogo Pires-o-Moço en primer plano, procedente del monasterio de Santa Cruz de Coímbra |
La influencia
francesa en la primera mitad del siglo XVI se deja sentir en Coímbra
gracias a la presencia de artistas como Nicolau Chanterenne, João de Ruão y
Hodart, formados en talleres en los que el Renacimiento italiano ya era
conocido. Son muchas las obras de este periodo en el museo, sobre todo grandes
retablos y altares en piedra, destacando los temas ligados al Ciclo de la
Natividad.
Virgen de la Anunciación del “Mestre dos Túmulos Reais”, quizá identificable con Nicolau Chanterenne, procedente de la Capela de Santa Maria del claustro de la Sé Velha de Coímbra |
Una de las obras más emblemáticas del museo es la Capela do Tesoureiro del arquitecto y
escultor João de Ruão, realizada
para el convento de Santo Domingo y transferida al museo en 1967, cuando se
colocó en un patio interior que en la reciente remodelación se ha incorporado
al circuito techándolo y creando un ámbito que realza la obra, dejándola
contemplar recreando su entorno arquitectónico.
Antiguo patio interior incorporado al circuito del museo en la última reforma, con retablos renacentistas en piedra y la Capela do Tesoureiro al fondo |
Entierro de Cristo de João de Ruão fechado entre 1525 y 1530 y realizado para una capilla de enterramiento en la iglesia del monasterio de Santa Cruz de Coímbra |
João de Ruão o Jean de Rouen, fue un escultor de origen normando
que trabajó en Coímbra durante medio siglo. Sus primeras obras se caracterizan
por mostrar figuras serenas y majestuosas, de movimientos suaves y que apenas
muestran sentimientos, pero a medida que su producción va avanzando,
influenciado por Chanterenne y Hodart,
van surgiendo otros personajes dramáticos y llenos de fuerza interior y
movimiento, incluso con ligeras deformaciones anatómicas que buscan
impresionar.
Hodart, un
escultor especializado en el trabajo en
terracota, se considera un antecedente del barroco. Su obra más importante
es una Última Cena de tamaño natural
procedente del refectorio del monasterio
de Santa Cruz de Coímbra, hoy expuesta en el museo en una sala
individualizada.
Figuras de la Última Cena de Hodart |
También destacan piezas
en madera de escultura flamenca importada, como el Retablo de la Natividad, y obras de artistas flamencos establecidos
en Coímbra, como el Calvario de Olivier de Grand.
Retablo de la Natividad, obra flamenca de importación |
Calvario de Olivier de Grand procedente de la iglesia de São João Almedina |
En el siglo XVII
la madera dorada y policromada adquiere gran protagonismo como soporte casi
exclusivo de la escultura portuguesa, la mayoría de las veces formando parte de
grandes retablos barrocos que decoran iglesias de conventos. Destacan los
escultores portugueses Manuel da Rocha,
muy probablemente formado en Valladolid, y Frei
Cipriano da Cruz, monje benedictino que decora el monasterio de su Orden en
Coímbra.
Retablo de Nossa Senhora da Conceição de Manuel da Rocha, procedente del monasterio de Santa Clara-a-Velha |
San Miguel Arcángel de Frei Cipriano da Cruz procedente de la iglesia del convento de san Benito de Coímbra |
En la escultura del siglo
XVIII sigue predominando la madera. Las obras, en general, muestran un
mayor sentido decorativo, con abundante iconografía de la Virgen y de la
Infancia de Jesús, una devoción tradicional pero que en el periodo cobra nueva
vida, muy difundida por los franciscanos a partir de la contrarreforma. El
portugués más destacado es Joaquim
Machado de Castro, formado con los jesuitas en la tradición italiana,
teórico y creador de escuela.
Detalle de una escultura de la Inmaculada del siglo XVIII de autor desconocido procedente del convento de Louriçal |
Tallas de Santa Clara y San Francisco de Asís del siglo XVIII de autor desconocido, posiblemente con taller en Lisboa |
Otro escultor destacado del periodo es el francés Claude Laprade, que trabaja en piedra
realizando figuras alegóricas para las salas dos Gerais y dos Capelos de la Universidad
de Coímbra, hoy en el museo.
Figuras alegóricas de Claude Laprade |
La colección de Pintura se compone de obras portuguesas de entre los siglos XV y XX, además
de un interesante conjunto de pinturas flamencas del XVI, casi todas
procedentes de las desamortizaciones de conventos, de ahí la preponderancia de la temática religiosa.
Las obras más tempranas conservadas, pertenecientes a los
reinados de D. Afonso V y D. João II, son retablos que denotan fuerte
influencia de Flandes y de la Corona de Castilla, sin que apenas se hayan
localizado autores o talleres.
Políptico de Santa Clara del siglo XV, obra de un taller de un maestro anónimo asentado en Coímbra o Aveiro y procedente del convento de Santa Clara-a-Velha |
Este siglo XV
supone el surgimiento de la burguesía en toda Europa, un nuevo grupo social que
demanda obras de formato más pequeño. Son obras producidas en grandes
cantidades en talleres de Brujas o Amberes y adquiridas en el mercado libre,
con varios ejemplos en el museo.
A comienzos del siglo
XVI, sobre todo a partir del reinado de D. Manuel, la corona también
empieza a adquirir obras en los Países Bajos, trípticos y retablos de gran
formato destinados a amueblar los monasterios de patronato real, como Santa
Clara-a-Velha o Santa
María de Celas. En este sentido destaca el Tríptico de la Pasión de Cristo, encargado por el monarca a Quentin Metsys para Santa
Clara-a-Velha y del que el museo conserva sus tablas laterales y el
rostro de la Virgen de la tabla central, que seguramente contaría con un Calvario.
Tablas laterales de un tríptico de Quentin Metsys realizado para el monasterio de Santa Clara-a-Velha. Por el otro lado muestra una Anunciación en grisalla |
El primer taller de pintura documentado en Coímbra es el del Mestre do Sardoal a fines del siglo XV, hoy identificado
con Vicente Gil, continuado por su
hijo, Manuel Vicente y por su nieto, Bernardo Manuel, con actividad hasta
fines del siglo siguiente. Las obras del fundador denotan todavía un fuerte apego
a los modelos góticos.
Detalle de la tabla central de un retablo fragmentado del taller del Mestre do Sardoal de comienzos del siglo XVI con la Virgen de la Asunción, encargo de D. Manuel para el monasterio de Santa Clara-a-Velha |
El siglo XVI está
protagonizado por pintores portugueses que se han formado en talleres de
artistas flamencos afincados en Portugal, como Cristovão de Figueiredo o Garcia
Fernandes, que trabajan, junto a Gregório
Lopes y Cristovão de Utreque en
el monasterio de Ferreirim, de ahí que se les conozca como “Mestres de Ferreirim”, resultando difícil identificar la mano de
cada uno de ellos.
Tablas con escenas de la Leyenda de la Santa Cruz de Cristóvão de Figueiredo, parte de un retablo realizado durante el reinado de D. João III para el monasterio de Santa Cruz de Coímbra |
Sala de pintura portuguesa del siglo XVI, con el Tríptico de la Aparición de Cristo a la Virgen de 1531, tradicionalmente asociado con Garcia Fernandes, en primer plano |
En la segunda mitad
del XVI destacan obras manieristas realizadas para las iglesias de Coímbra
por Bernardo Manuel, Álvaro Nogueira, Belchior da Fonseca, Simão
Rodrigues y Domingos Vieira Serrão.
El museo posee varias tablas y lienzos, obras de taller de difícil atribución y
datación, pues repiten modelos anteriores, retardatarias del gótico.
Tabla que formaba parte de un retablo realizado por Bernardo Manuel en la década de 1570 para el monasterio de Santa Clara-a-Velha (1) |
La pintura del siglo
XVII cuenta con obras de Josefa de
Óbidos, Bento Coelho da Silveira
o Manuel Henriques, y la del XVIII incluye cuadros de André Gonçalves y Pedro Alexandrino de Carvalho.
La Sagrada Familia con santa Isabel y san Juanito de Bento Coelho da Silveira, procedente del Convento de las Ursulinas de Coímbra (1) |
Adoración de los Magos de André Gonçalves, cuadro de mediados del siglo XVIII ejemplo de la pintura del barroco portugués |
La importantísima colección de Orfebrería Sacra, fechada entre los siglos XII y XVIII, es casi
toda de plata y realizada en distintos lenguajes artísticos y técnicas, de la
mano de orfebres portugueses y extranjeros, destacando piezas como el Cáliz de D. Gueda Menendis del siglo
XII, el Tesoro da Rainha Santa Isabel,
con piezas góticas, una Custodia manuelina de la Sé
Velha de Coímbra del siglo XVI o la Custodia
do Sacramento del siglo XVIII.
Cruces procesionales de la primera mitad del siglo XIV en cristal de roca, plata sobredorada y miniaturas, procedentes del convento de Santa Clara-a-Velha |
Pequeño retablo del Tesoro da Rainha Santa Isabel de mediados del siglo XVI, considerado el primer exvoto portugués |
Custodia de 1527 donada a la Sé Velha de Coímbra por el obispo D. Jorge de Almeida. Su estructura arquitectónica es la propia del lenguaje del gótico final, aunque con decoraciones ya renacientes, como cabezas de putti, festones de frutos… |
La importante colección
de Cerámica, fechada entre los siglos XV y XX, incluye piezas de uso doméstico y
revestimientos para paredes y suelos, de una importancia esencial en Portugal,
herencia de Al-Ándalus, realizados tanto en el país como importados, y en los
que se observan las sucesivas influencias a lo largo del tiempo provenientes de
España, Italia, Paises Bajos, “chinescos”... tanto en decoración como en
técnicas.
Una de las vitrinas de la colección de cerámica de uso doméstico del museo |
Fragmentos de paneles |
Son muy peculiares los llamados “azulejos didácticos” procedentes del Colégio de Santo Antão de
Lisboa y del Colégio das Artes de Coímbra, que reproducen figuras astronómicas,
fórmulas matemáticas, definiciones… sacadas de la obra Os Elementos de Euclides del jesuita A. Tacquet, publicada por
primera vez en 1654, y que dan idea de la importancia que los jesuitas daban a
la imagen como complemento para la comprensión de los textos de los manuales.
Azulejos didácticos |
De la colección de
Textiles destacan, sobre todo, las vestiduras eclesiásticas, como casullas,
dalmáticas o capas pluviales, fechadas entre los siglos XVI y XIX y realizadas
tanto en talleres portugueses como extranjeros, con bordados en seda, lino,
lana, algodón e hilos de oro y plata. También hay frontales de altar y otras piezas
de uso no litúrgico, como tapices o colchas.
Capas pluviales, dalmática y frontal de altar |
La colección de
mobiliario abarca los siglos XVI a XIX y muestra la evolución de
estas piezas desde el periodo manuelino hasta el neoclasicismo y sus distintas
influencias. Aunque son muchas las obras de uso litúrgico, en la exposición
aparecen, casi exclusivamente, las civiles o adaptadas a esa función porque son
las de mayor calidad.
Armario del siglo XVI seguramente de procedencia conventual, una pieza en castaño de influencia holandesa, un tipo que seguramente sería el origen de los armarios louceiros del siglo XVII |
Arca-contador del siglo XVII en teca con incrustaciones de ébano y que denota la influencia del importante comercio de ultramar que caracterizó a Portugal |
El museo también atesora una importante colección de
techumbres de madera, con ejemplos mudéjares, renacentistas y barrocos.
Mobiliario y textiles de distintas épocas |
Y para terminar, la importancia del comercio de ultramar de
Portugal con Asia se deja sentir en una colección
de Piezas Orientales, la mayoría procedentes de donaciones, como las del poeta Camilo Pessanha y del presidente de la República Manuel
Teixeira Gomes. Son objetos de porcelana, metal, marfil, jade, madera, pinturas
y caligrafía chinescas, cajas de rape… de entre los siglos III y XIX.
Crucificado de marfil |
Distintos objetos de procedencia oriental |
Si queréis saber más del edificio y de la importancia del
enclave en el que se ubica, no dejéis de ver el post La
historia del Museu Nacional Machado de Castro de Coímbra.
Otros MUSEOS:
Museo
Provincial de Palencia
La
antigua colegiata y el Museo Diocesano Catedralicio de Valladolid
Museu Calouste Gulbenkian de Lisboa
Museo Cerralbo de Madrid
Museo de Santa Cruz de Toledo
Museo di Castelvecchio de Verona
Museu Nacional do Azulejo de Lisboa
Museu Nacional de Arte Antiga de Lisboa
Museo Diocesano de Arte Sacro de Vitoria
Referencias:
Fuentes:
Comentarios
Enhorabuena por la serie y un abrazo
El museo me parece un acierto aunque por lo que he visto en foros tuvo su polémica porque puede resultar una arquitectura un tanto agresiva en un centro histórico, aunque esto no puedo juzgarlo pues no he estado sobre el terreno para ver su impacto.
Las piezas fantásticas y sorprendentes (sorpresa causada por mi absoluta ignorancia sobre el tema de la escultura portuguesa seguramente). Sobre el tema de las sombras, creo que ahora mismo hay cierta polémica sobre si sombras si o sombras no en los museos que exponen escultura. La sombra da dramatismo (solo hay que ver las fotos de la expo de la National Gallery que dedicó a al escultura barroca española) y creo que sus autores siempre imaginaron sus obras para ser vistas con sombras como no podía ser de otra manera en un mundo de iluminación trémula a velas. La iluminación sin velas parece más pensada para obras destinadas a ser vistas en exteriores luminosos de las ciudades griegas o romanas de la antigüedad o del arte italiano del renacimiento.
Creo que ya lo mencioné pero debería hacerse un circuito de museos europeos de estas características para compartir experiencias y exposiciones (si es no existe).
Gracias y un abrazo.
A mí en absoluto me pareció una arquitectura agresiva, perfectamente integrada en el entorno, sin quitar protagonismo a ningún otro edificio cercano y adquiriendo el que se merece y que había perdido con esa sensación de abandono que transmitía antes de la rehabilitación. Lo que sí fue es que se prolongó más de lo que hubiera sido deseado. Yo creo que estas polémicas están un poco fuera de lugar ¿pretendían que la ampliación se mimetizara imitando la arquitectura colindante? ¿alguien se plantearía que hubiera sido lógico, por ejemplo, hacer una remodelación de un edificio gótico en el siglo XVI aplicando estéticas góticas? La arquitectura es producto de su tiempo y el historicismo también lo tuvo y tenía su sentido, en relación con los nacionalismo y la recuperación de una supuesta esencia, pero ahora sería ridículo de todo punto.
Me parece una apreciación interesantísima la que planteas en relación con las sombras de las esculturas, pensar desde el punto de vista historicista, tratando de recrear las sombras que tuvieron en el contexto para el que fueron creadas. Me ha encantado. Un abrazo.
De todos modos comentar que en San Marcos de León el lado que da hacia el río de la fachada es del siglo XVIII y se hizo imitando las formas platerescas realizadas 200 años antes en la otra mitad.