La basílica superior de san Clemente Laterano en Roma
La basílica de san Clemente, en el rione Monti, entre los
montes Esquilino y Celio, a medio camino entre el Coliseo y la basílica de
san Giovanni Laterano, aúna varios edificios en torno a una iglesia dedicada al
papa Clemente I, un impresionante conjunto compuesto por un templo pagano y dos
basílicas superpuestas que nos informan sobre Roma desde comienzos de la era
cristiana, durante la Edad Media y hasta el fin de la Edad Moderna. En este
artículo vamos a pasearnos pausadamente por la basílica superior y dejamos para
más adelante la emocionante visita al subsuelo.
Basílica superior de San Clemente Laterano |
Además, en el siglo II, en una insula al lado de la domus
también se construyó un mitreo, un templo dedicado a Mitra, que estuvo en uso hasta el año 395,
cuando el cristianismo fue declarado culto oficial del Imperio y el resto quedaron prohibidos.
A fines del siglo IV o comienzos del V las necesidades de
culto en la zona determinaron la ampliación del antiguo titulus, para lo que
fueron necesarios la adquisición de la insula vecina y de otros edificios
cercanos, erigiéndose una gran basílica ya puesta bajo la advocación del papa
Clemente I, cristiano converso del siglo I, tercer sucesor de san Pedro en la
sede de Roma, contemporáneo a Tito Flavio Clemente, el primitivo propietario de
la domus, con la nave central sobre el titulus
y el ábside sobre el antiguo mitreo.
Lawrence Alma Tadema. 1863. Al’interno della Basilica di San Clemente (1) |
En el siglo VI el papa Juan II, titular del cardenalato de
san Clemente, se convirtió en uno de sus grandes benefactores, de ahí que su
nombre aparezca en varias losas del templo.
Tanto en el siglo IX como a fines del X las excavaciones
arqueológicas constatan campañas decorativas en esta basílica, con pinturas
murales que hoy conforman una de las más amplias muestras conservadas de la
Alta Edad Media en Italia.
Pero durante el saqueo normando de Roma por Roberto Giscardo
en 1084, esa espléndida basílica de san Clemente ardió hasta los cimientos, de
ahí que la actual basílica, construida sobre la precedente aunque más estrecha,
date de una campaña iniciada a comienzos del siglo XII, durante el pontificado
de Pascuale II, que había sido cardenal de san Clemente.
Mosaico del ábside central, datado en el siglo XII |
Aunque algunas fuentes hablan de que ya desde el siglo VI san
Clemente estuvo ocupada por una comunidad benedictina, investigaciones más
recientes han revelado que en origen la iglesia sirvió a sacerdotes diocesanos
romanos hasta que a comienzos del siglo XIII el papa Bonifacio IX la entregó a
la recién creada congregación agustina de san Ambrosio de Milán, más conocida
como Orden ambrosiana, que continuaron en ella hasta que en 1643 el papa Urbano VIII
la suprimió, pasando dos años después, y por intercesión del cardenal Camillo
Pamphilj, sobrino de Inocencio X y abad comendador de San Clemente, a los
dominicos de san Sixto.
Alzado de los tres niveles de construcciones en San Clemente Laterano (2) |
Pero en 1667, tras la expulsión de Inglaterra de la iglesia
católica, el papa Urbano VIII dio refugio en san Clemente a la Orden dominica
irlandesa, que son los que la habitan desde esa fecha, concedida a perpetuidad
por el cardenal Francis Maidalchini, sucesor de Pamphilj como abad comendador,
y convertida en residencia para sacerdotes irlandeses que estudian y enseñan en
Roma.
En el siglo XVIII la basílica fue objeto de una importante intervención por orden del papa Clemente XI y bajo trazas de Carlo Stefano Fontana, nieto del famoso arquitecto Carlo Fontana, fecha en la que se datan los techos tallados y dorados de las naves y la nueva fachada.
En el siglo XVIII la basílica fue objeto de una importante intervención por orden del papa Clemente XI y bajo trazas de Carlo Stefano Fontana, nieto del famoso arquitecto Carlo Fontana, fecha en la que se datan los techos tallados y dorados de las naves y la nueva fachada.
Vista del interior de la Basílica medieval antes de la intervención de Carlos Stefano Fontana (4) |
Los propios dominicos fueron los que alentaron, desde
mediados del siglo XIX, con la cooperación de Giovanni Battista de Rossi, el arqueólogo
más importante en Roma en ese siglo, las primeras excavaciones, con sucesivas
campañas prolongadas durante todo el siglo XX que han ido sacando a la luz el
magnífico yacimiento que esconde esta fascinante basílica.
Grabado del siglo XIX del exterior de la basílica de san Clemente Laterano. Al fondo a la izquierda se ve el Coliseo (3) |
El conjunto actual cuenta con dos entradas, una en la
fachada sur, con una portada fruto de la intervención de Carlo Stefano Fontana
en el siglo XVIII y que da paso a la nave del Evangelio, y otra en su fachada
este, abierta a la nave central, precedida por un pequeño pórtico sostenido por
cuatro columnas y desde el que primero se accede a un cuadripórtico con una
fuente central que encuadra la fachada principal de la basílica, obra de también
de Fontana, organizada mediante un atrio de cinco arcos de medio punto y
columnas jonicas sobre el que sobresale el cuerpo de la nave central,
organizado mediante cuatro pilastras compuestas, gran ventanal central que
ilumina el cuerpo de la iglesia y remate mediante un clásico frontón
triangular, con el campanario a la izquierda.
Fachada sur (3) |
Fachada este (3) |
Alzado de la fachada a los pies de san Clemente abierta al cuadripórtico, obra de Carlo Stefano Fontana (2) |
Fachada a los pies de san Clemente abierta al cuadripórtico, obra de Carlo Stefano Fontana |
El interior muestra planta basilical de tres naves, sin
transepto, y tres ábsides semicirculares, el central más grande, con pavimento cosmatesco muy bien conservado. En el centro de la nave central se conserva la schola cantorum con dos
ambones laterales, las tribunas desde las que se leían los textos sagrados,
realizado con fragmentos del siglo VI recuperados de basílica primitiva a los
que en el siglo XII también se les añadió decoración cosmatesca.
El presbiterio desde la schola cantorum, en el que destaca el pavimento cosmatesco |
Planta de la actual basílica, levantada sobre la construcción paleocristiana, que aparece señalada en negro (4). Las indicaciones son mías |
Las naves están
separadas por columnas reaprovechadas, con capiteles jónicos de estuco y arcos
de medio punto con intradós decorados, sobre los que corre, por toda la nave
central, un arquitrabe y un friso en el que se intercalan vanos rectangulares
que la iluminan y ocho pinturas incorporadas en la intervención de Fontana del
siglo XVIII. Las cuatro del lado de la Epístola son escenas de la Vida de san
Ignacio de Antioquía y las cuatro del Evangelio están dedicadas a san Clemente,
realizadas por Pier Leone Ghezzi, Giovanni Odazzi y Sebastiano Conca.
Friso de la Epístola con escenas de la Vida de san Ignacio de Antioquía |
Friso del Evangelio con escenas de la Vida de san Clemente |
Las cubiertas de techo
plano casetonado de las tres naves también datan del siglo XVIII, con la
Gloria de san Clemente de Giuseppe Bartolomeo Chiari en la nave central, y la
Gloria de san Servolo, obra de Pietro Rasini, y la Coronación de María de
Rasini en las naves laterales.
Cubierta casetonada de la nave central |
Gloria de san Servolo en la cubierta de la nave de la Epístola |
La Coronación de la Virgen en la cubierta de la nave del Evangelio |
El ábside central
está decorado con pintura mural en la parte baja, donde se representa a Cristo
flanqueado por una Déesis y los apóstoles, pintura fechada en el siglo XIV
aunque con repintes posteriores, y mosaicos del siglo XII, aunque con un estilo
retardatario, que cubren el casquete esférico, el arco de triunfo y las
enjutas.
Zona del altar mayor, con el friso pintado con Cristo flanqueado por los apóstoles y el mosaico superior |
El mosaico del casquete esférico comienza con el Agnus
Dei flanqueado por seis corderos a cada lado, de nuevo Cristo
rodeado de los apóstoles. A continuación figura la inscripción ECCLESIAM CRISTI
VITI SIMILABIMUS ISTI / DE LIGNO CRUCIS JACOBI DENS Ignatii (ue): / EN
SUPRASCRIPTI REQUIESCUNT CORPORE CRISTI / QUAM LEX ARENTEM SET CRUS FACIT E
(ss) E VIRENTE (m). Leyéndolas dos a dos, en la que la primera y la última línea dicen: "Esta
vid será un símbolo de la Iglesia de Cristo, que la Ley hace marchitarse, pero
la cruz trae a la vida"; y en la segunda y tercera se lee: "Los
restos de la cruz de madera y de Jabob e Ignacio descansan encima de la
escritura en el cuerpo de Cristo". Se ha interpretado en referencia a tres
reliquias custodiadas en la basílica: un fragmento del lignum crucis y las de los santos Santiago apóstol e Ignacio de
Antioquía. Se piensa que bajo el altar mayor también se encontraría la
tumba del cónsul Flavio Clemente y de san Clemente, aunque una inscripción in
situ solo menciona la del cónsul.
Sobre la inscripción aparecen varios animales avanzando
hacia el centro, donde hay un río que mana de cuatro corrientes, en referencia
al jardín del Edén del Génesis, y del que surgen tres potentes ramas. La del
centro presenta un Calvario, con Cristo crucificado en una cruz en la que
aparecen doce palomas blancas, símbolo de los doce apóstoles que expandieron
por el mundo la palabra de Dios, flanqueado por la Virgen y san Juan
Evangelista. Por encima de la cruz aparece la Dextera Dei con la corona de gloria para su hijo, mientras que las dos
ramas laterales van avanzando en espirales por los lados hasta copar todo el
espacio.
Detalle del mosaico del ábside con, de abajo a arriba, el río del Jardín del Edén, el Calvario, la Dextera dei y el Crismón |
Es la representación del Árbol de la Vida del Jardín del
Edén del que se extrajo la madera de la Vera Cruz, Cristo crucificado como
símbolo de su victoria sobre el pecado, con las dos ramas laterales como
representación de la Iglesia viva, conteniendo a los cuatro Doctores de la
Iglesia de Occidente, Ambrosio, Gregorio, Jerónimo y Agustín a la altura de la
base de la cruz, y múltiples aves, pavos reales, ciervos, cestas de fruta, una
campesina alimentando unos pollos, un pastor cuidando su rebaño… imágenes que
simbolizan la vida del cristiano y la fecundidad de la naturaleza y de la
cultura.
Ciervo bebiendo en el río del Jardín del Edén (2) |
El arco de triunfo que abre al ábside simboliza a Cristo
glorificado, aunando naturaleza y cultura. En la parte superior aparece un
Cristo Pantocrátor, de medio cuerpo, que bendice usando tres dedos y muestra a
la Humanidad el Libro de la Vida, flanqueado por el Tetramorfos, con dos de los
símbolos a cada lado.
Pantocrátor y los símbolos de los Evangelistas Mateo y Juan a izquierda y derecha respectivamente |
El intradós del arco tiene un crismón superior con el alfa y
el omega y la inscripción que rodea el arco dice: “GLORIA IN EXCELSIS DEO
SEDENTI SUP(er) THRONUM ET IN TERRA PAX HOMINIBUS BONAE VOLUNTATIS” (Gloria a
Dios en las alturas, sentado en el trono, y en la tierra paz a los hombres de
buena voluntad).
La enjuta de la Epístola muestra en la parte más baja la ciudad de Jerusalén,
símbolo de la Antigua Ley y lugar de la muerte y resurrección de Jesús. A continuación aparece el profeta Jeremías, con una filacteria en la que
se lee: "HIC EST D(eu)S N(oste)R ET N(on) ESTIMABIT(ur) ALIUS ABSQ(ue)
ILLO” (Éste es nuestro Señor, no hay nadie que pueda comparársele). Y arriba están los santos Pedro y Clemente, éste último con el ancla de su martirio en la mano,
con una inscripción que dice: “RESPICE P(ro)MISSU(m) CLEMENS A ME TIBI
CH(rist)UM”, en la que el primero declara la presencia de Cristo en su sucesor,
en relación con la sucesión de los obispos de Roma. Profetas y mártires aparecen dando testimonio de la gloria de Cristo.
Enjuta de la Epístola, con los santos Pedro y Clemente |
El profeta Jeremías |
En cuanto a la enjuta del Evangelio muestra la ciudad de
Belén en la base, símbolo de la Nueva Ley y lugar del nacimiento de Jesús, al
profeta Isaías sosteniendo una filacteria en la que se lee: “VIDI DOMINUM
SEDENTEM SUP(er) SOLIUM” (Yo vi al Señor sentado en un trono) a continuación, y
arriba, sentados, a los santos Pablo, con una inscripción en la que se lee “AGIOS
PAULUS” y Lorenzo, identificable porque tiene la parrilla, su instrumento de
martirio, bajo sus pies, con la inscripción “DE CRUCE LAURENTI PAULO FAMULARE
DOCENTI” (Pablo instruye sobre la Cruz al siervo Lorenzo).
Enjuta del Evangelio, con los santos Lorenzo y Pablo |
El profeta Isaías |
La iconografía general del ábside nos está hablando de la Salvación,
comenzando por el agnus dei, el cordero de Dios, continuando con la Crucifixión
y el crismón, monograma de Cristo, y culminando en Cristo Pantocrátor,
bendiciendo y con el Libro en la mano flanqueado por los Evangelistas.
El tabernáculo, entre el ábside central y el de la Epístola, es fruto de una intervención por
mandato del cardenal Giacomo Tomasi Caetani, titular de la iglesia a comienzos
del siglo XIV, y combina el gótico con la decoración cosmatesca, colocado en
alto en la pared para que pueda ser admirado por todos pero fuera del alcance
de los profanos, tal y como había establecido el Concilio de Letrán en 1215.
El ábside de la
Epístola está dedicado a san Juan Bautista,
con una escultura central y decoración de frescos del siglo XVI.
Ábside de la Epístola, dedicado a san Juan Bautista, con los monumentos del cardenal Bartolomeo Roverella y Giovanni Francesco Brusati a la derecha |
A este lado de la Epístola también se ubican el monumento funerario del cardenal Bartolomeo
Roverella, realizado por Giovanni Dalmata en el siglo XV, y el monumento funerario de Giovanni Francesco
Brusati, obra de Luigi Capponi de 1485.
Monumento funerario del cardenal Bartolomeo Reverella |
El ábside del
Evangelio está dedicado a la Virgen
del Rosario y data de 1627, con un altar barroco con una pintura de
Sebastiano Conca de 1714 con la Madonna del Rosario entre los santos Domingo y
Catalina. La decoración de la cúpula con Ángeles músicos y la Estigmatización
de san Francisco y la Caridad de san Carlos Borromeo es del siglo XVII,
atribuida a Carracci.
A ese lado del Evangelio se encuentra el monumento funerario del cardenal Antonio Vernier, fallecido en
1479, atribuido al círculo de Isaia da Pisa y construido aprovechando columnas
y capiteles procedentes del tabernáculo que mandó realizar en el siglo VI el
que después sería papa Giovanni II.
Monumento funerario del cardenal Antonio Vernier |
Otros monumentos funerarios de san Clemente son el de Frederick
Ambrose Ramsden, fallecido en 1859, y su esposa, o el del conde Barthelemy de
Basterot, fallecido en 1887.
Monumento funerario de Frederick Ambrose Ramsden y su esposa, en la nave de la Epístola |
Monumento funerario del conde Barthelemy de Barterot en la nave del Evangelio |
La única capilla
lateral, abierta en el siglo XIX en
la nave de la epístola, está dedicada a los santos Cirilo y Metodio, con los
restos de san Cirilo seguramente enterrados en la basílica inferior, decorada
con pinturas prerrafaelitas de Salvatore Nobili fechadas en 1886. Además,
también cuenta con la conocida como Virgen de Sassoferrato, el apodo del pintor
del siglo XVII Giovanni Battista Salvi.
Capilla de los santos Cirilo y Metodio |
A los pies de la nave de la Epístola está la capilla de santo Domingo, con cuadros
de Sebastiano Conca con San Domingo resucitanto al joven Napoleone Orsini y San
Domingo resucitando a un muerto.
Capilla de santo Domingo a los pies de la nave de la Epístola |
A los pies de la nave del Evangelio, en el cuerpo bajo de la
torre campanario y tras una reja, se encuentra la cappella Castiglioni, realizaba bajo el patrocinio del cardenal
presbítero de san Clemente, Branda Castiglioni, gran humanista, y puesta bajo
la advocación de santa Catalina de Alejandría, patrona de los filósofos, una de
las escasas construcciones góticas conservadas en Roma, decorada con pinturas
murales quattrocentistas fechadas a fines de la década de 1420 realizadas por
Masolino de Panicale, aunque algunos hablan de que Masaccio, su discípulo,
también podría haber intervenido, fallecido precisamente en Roma en 1428, pues
algunas figuras, sobre todo los dos caballeros que aparecen a la izquierda de
la cruz en la escena frontal, proyectan sombras, y a él se le tiene por el primero
en representarlas en la pintura.
Cappella Castiglioni o de Santa Catalina de Alejandría, con San San Cristóbal a la izquierda, a los pies de la nave del Evangelio |
La capilla abre a la nave mediante un arco apuntado en cuyo intradós
aparece un apostolado, en las enjutas hay una Anunciación y en el pilar de la
derecha se ubica un gran San Cristobal.
Anunciación en las enjutas del arco que abre a la capilla Castiglioni |
Ya dentro de la capilla, un ámbito de planta cuadrada con
cubierta de crucería, el testero del altar está presidido por una Crucifixión.
Crucifixión del testero del altar de la capilla Castiglioni |
En la pared de la Epístola se relatan escenas de la vida de
San Ambrosio, presente en el ciclo porque en ese momento la basílica estaba oficiada por monjes agustinos ambrosianos procedentes de Milán, con su infancia, su nombramiento como obispo de Milán y su
muerte,. En la primera escena se
ve a Ambrosio niño cuando su madre se da cuenta de que posee el don de la
palabra porque las abejas revolotean alrededor de su boca como si su voz fuera
miel. A continuación se representa su nombramiento como gobernador de Milán
cuando todavía no estaba bautizado y su aclamación popular como obispo. Después
aparece ya en Roma, ciudad en la que había nacido y, finalmente, se representa
su muerte asistido por cuatro diáconos, con la cama y su estudio con un atril
con abundantes libros.
Escenas de la vida de san Ambrosio, bastante deterioradas, en el testero de la Epístola de la capilla Castiglioni |
La pared del Evangelio está protagonizada por santa Catalina
de Alejandría, una culta joven del siglo IV que protestó por la persecución
de Majencio contra los cristianos, defendiéndolos ante los filósofos de
Alejandría y que fue encarcelada, martirizada y salvada por un ángel y, finalmente, decapitada.
Escenas de la vida de santa Catalina en el testero del Evangelio de la capilla Castiglioni |
En la primera escena la santa aparece explicando la falsedad de los ídolos. A continuación, es llamada por el emperador para que discuta con los filósofos paganos, a los que termina convenciendo de que se conviertan al cristianismo, por lo que son condenados. Después se representa a la santa en la cárcel cuando es visitada por la emperatriz, que defiende su causa. Finalmente, aparece el martirio, primero colocada entre dos ruedas con cuchillos que giran en sentido inverso y salvada por un ángel y, finalmente, decapitada, cuando unos ángeles se llevan su cuerpo al Monte Sinaí, donde se construye un monasterio en el que se veneran sus reliquias, mientras su alma sube al Cielo.
Detalle de los filósofos escuchando atentamente a santa Catalina (5) |
Dejamos para otro día la visita al fascinante subsuelo de san Clemente, donde se han excavado una basílica paleocristiana, la domus sobre
la que ésta se edificó y un Mitreo del siglo II.
San
Miniato al Monte de Florencia
San
Esteban de Salamanca
"La
Clerecía" de Salamanca
San
Vicente de Ávila
San
Ildefonso de Toledo
San
Román de Toledo
San
Sebastiano en Venecia
San
Zaccaria en Venecia
San
Giacomo da l’Orio en Venecia
Referencias:
(4) BARCLAY
LLOYD, J. E., “The Building History of the Medieval Church of S. Clemente in
Rome”, Journal of the Society of Architectural Historians, Vol. 45, No. 3
(Sep., 1986), pp. 197-223.
Fuentes:
BARCLAY
LLOYD, J. E., “The Building History of the Medieval Church of S. Clemente in
Rome”, Journal of the Society of
Architectural Historians, Vol. 45, No. 3 (Sep., 1986), pp. 197-223.
http://www.annazelli.com/basilica-mitreo-san-clemente-roma.htm
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Un saludo,
Juan
http://viajarconelarte.blogspot.com.es/2015/02/el-fascinante-subsuelo-de-la-basilica.html