El monasterio de san Pedro de Arlanza en Hortigüela, de Burgos
Las monumentales ruinas del monasterio benedictino de san
Pedro de Arlanza, uno de los más importantes de Castilla, se encuentran a orillas
del río que le da nombre, entre Hortigüela y Covarrubias, en medio de un bosque
de encinas y sabinas en la sierra de las Mamblas, en la actual provincia de
Burgos.
Ruinas del monasterio benedictino de san Pedro de Arlanza |
A falta de los documentos originales, el cartulario del monasterio recoge la copia de dos cartas fundacionales, ambas del año 912, una que también establece que la fundación se debió al propio conde Fernán González y Sancha, su primera esposa, y otra que la atribuye al conde Gonzalo Téllez y Flámula, su esposa, y Mumadonna y su hijo Ramiro, madre y hermano, respectivamente, de Fernán González, todos nobles de la Tierra de Lara.
Pero por las fechas, dado que en el 912 el futuro conde de Castilla era casi un bebé, además de otras consideraciones diplomáticas, la primera carta tiene que ser necesariamente apócrifa, quizá elaborada hacia 1150 para vincular la figura del conde, el primero independiente de Castilla, al propio origen del monasterio. En cuanto a la segunda, los historiadores tampoco se ponen de acuerdo respecto a su autenticidad y podría también haber sido elaborada con posterioridad.
Lo que sí se considera es que aquel primitivo cenobio en el altozano, bajo la regla hispánica, formaría parte del proceso de repoblación iniciado por Alfonso III de Asturias en Castilla entre los siglos IX y X, que se concretó en la erección de enclaves religiosos a lo largo de la ribera oriental del río Arlanza y la sierra de la Demanda.
Ruinas del monasterio de San Pedro de Arlanza, con el primitivo cenobio de san Pedro el Viejo arriba a la derecha |
Y también parece constatado el posterior apoyo de Fernán
González a la fundación mediante abundantes donaciones, elegida como su lugar
de enterramiento y el de doña Sancha, su primera esposa, quizá con sus
restos depositados en un sepulcro adosado al muro exterior de la construcción
prerrománica del altozano, y después trasladados, a fines del siglo XI, a la
nueva iglesia en el llano, permaneciendo allí, aunque con varias reubicaciones
dependiendo de la época, hasta el abandono del convento tras las
desamortizaciones del siglo XIX, cuando en 1841 dos sarcófagos paleocristianos
procedentes de Arlanza con sus restos fueron colocados en el presbiterio del altar
mayor de la cercana colegiata de Covarrubias, donde
todavía pueden verse.
En la segunda mitad del siglo XI se suceden las donaciones y concesiones de derechos, sobre todo, por parte de Fernando I de León y Castilla, primer rey castellano, que convierte Arlanza en herramienta de ordenación política, territorial y social además de centro sacreal del linaje real, elegido como panteón de la dinastía aunque después terminara decantándose por San Isidoro de León.
Y es en este periodo cuando, bajo el abadiato de García, hombre emprendedor, contemporáneo de Domingo en Silos o Sisebuto en Cardeña, se abandona la ermita del altozano para erigir un nuevo monasterio más ambicioso, digno de sus nuevas funciones regias, y ya acomodado al rito romano promovido por Cluny en sustitución del hispano. Además, en pleno apogeo de traslado de reliquias, Fernando I incluso consiguió que se llevaran al monasterio las de los hermanos san Vicente, santa Sabina y santa Cristeta (posteriormente devueltas) procedentes de la iglesia de san Vicente de Ávila, favoreciendo, tanto peregrinaciones como abundantes donaciones.
En el siglo XII el convento sigue acumulando dádivas, tanto de nobles castellanos como de Alfonso VII y Alfonso VIII, este último quizá su mayor benefactor, una prosperidad que llega a su punto álgido a comienzos del siglo XIII, con Arlanza convertido en un pequeño estado de gran prosperidad que puede permitirse erigir un gran complejo monástico compuesto por iglesia abacial y claustro adosado al lado de la Epístola.
Pero a fines del siglo XII ya empiezan los problemas, con constantes litigios por conservar sus derechos respecto de los obispados de Burgos y de Osma, que están en expansión, y también tratando de evitar que a los nobles les fueran devueltos los bienes antes cedidos al monasterio y que ahora reclamaban.
En el XIII se levantó parte de la torre adosada a la cabecera del Evangelio, con características estructurales que parecen señalar que tendría funciones defensivas.
A fines del siglo XV, durante el abadiato de fray Diego de la
Parra y continuada por su sucesor, fray Gonzalo de Arredondo, hubo una primera transformación
del complejo relacionada con la reforma de la regla benedictina, atribuida a
varios artífices de la familia Colonia, que afectó, tanto a la iglesia como al
claustro.
La tercera intervención abarcó los siglos XVI y XVII, tras el ingreso del monasterio de San Pedro de Arlanza en la Congregación de san Benito de Valladolid en la década de 1510, cuando se opta por erigir un nuevo claustro clasicista y se añade un segundo patio adosado a la panda este del primero.
Las desamortizaciones del siglo XIX provocaron la exclaustración, el abandono y la venta del conjunto, además del expolio y la destrucción de gran parte de sus obras de arte. El que se considera legendario sepulcro de Mudarra, hermanastro de los Siete Infantes de Lara, fechado en torno a 1200, se encuentra en el claustro bajo de la catedral de Burgos desde fines del siglo XIX.
Claustro bajo de la catedral de Burgos, con el legendario sepulcro de Mudarra al fondo |
La primitiva
ermita, que se supone que fue el primer asentamiento cenobítico de San
Pedro de Arlanza, es de origen prerrománico, está realizada en sillería de piedra
con aparejo irregular de distintas épocas y se supone que la cubierta era de
madera. Conserva la planta original rectangular de nave única y tenía dos
accesos en el muro sur, uno coincidente con el actual románico y otro casi en el
ángulo oriental del muro, tapiado en un periodo posterior. En el muro oriental
presenta una ventana de medio punto ligeramente abocinada y el ábside es
cuadrangular, con cubierta de bóveda en toba calcárea sobre pechinas y abierto
en el muro este, en el que aparecen también dos vanos asaeteados laterales,
siendo la parte del templo que mejor conserva su estructura primitiva, puesta
en relación con los ábsides de San Vicente del Valle, San Félix de Oca o Santa
Cecilia, testigos de una etapa de recuperación y reconstrucción de centros de
culto anteriores a fines del siglo IX.
Fachadas norte y oeste de la ermita de san Pedro el Viejo |
Nave única de la ermita de san Pedro el Viejo mientras la arqueóloga Consuelo Escribano nos explicaba el edificio |
Ábside de san Pedro el Viejo |
Bóveda del ábside |
En cuanto a la actual ubicación, se cree que lo primero que debió existir
fue un templo prerrománico al que le
sucedió, igual que en el cercano Santo Domingo de Silos, otro románico, que aprovecharía los
muros laterales del primitivo añadiendo una nueva cabecera de tres ábsides
semicirculares, erigido, según un documento epigráfico desaparecido, a partir
del año 1080 bajo el abaciato de fray Vicente de la mano de los artífices Guillelme
y su padre Osten, nombres que parecen indicar un origen francés.
Ruinas de la iglesia de san Pedro de Arlanza, con la torre campanario a la izquierda (1) |
Aquella nueva iglesia
románica se levantó con muros de sillería de buena factura. Tenía planta
basilical, sin transepto, con tres naves de cuatro tramos, tres ábsides con
presbiterios cuadrados cubiertos con bóvedas de cañón y remates semicirculares
con bóveda de horno, abiertos a las naves mediante arcos de medio punto
doblados sobre columnas pareadas, que en los ábsides laterales pasan a ser
columnas únicas a una determinada altura, un hecho que se ha interpretado como
producto de un cambio de etapa constructiva en la que se decide elevar la
primitiva altura de los muros.
Cabecera de la iglesia |
Detalle de la decoración románica de arcos ciegos con vanos centrales en el ábside central |
Ruinas de la iglesia desde la cabecera hacia los pies |
Detalle de la cubierta del ábside del Evangelio, en el que la alineación de hiladas de sillería ya casi en la clave deja de ser concéntrica para mostrar tres superficies engarzadas de forma singular |
Planta de las ruinas de san Pedro de Arlanza. IPCE. Las indicaciones son mías |
El ábside de la Epístola albergó la Virgen de las Batallas, una Virgen como Trono de Sabiduría de unos
30 cm. de alto, en bronce sobredorado y aplicaciones de esmalte y piedras,
adscrita a la escuela de Limoges de la primera mitad del siglo XIII, y cuyo
nombre procede de la falsa leyenda de que Fernán González siempre la portaba en
sus contiendas. Estuvo en el monasterio hasta que en 1883 el obispo de Burgos
decidió trasladarla a la ciudad, perdiéndosele el rastro hasta su reaparición,
ya en el siglo XX en manos de un coleccionista privado de Nueva York. En 1997
se anunció su pública subasta en Sotheby’s pero al final fue adquirida por el
Estado Español por compra directa destinada al Museo del Prado, aunque en la
actualidad se expone en el Museo de Burgos como depósito del
Prado.
Virgen de las Batallas en el Museo de Burgos |
Las tres naves románicas estarían divididas por arcos
formeros de medio punto y todavía se conservan en planta los soportes sobre los
que se alzaban unas pilastras de sección cruciforme con semicolumnas adosadas
en los frentes que sustentaban la cubierta, que en origen sería de madera.
Soportes sobre los que se alzaban los pilares que separaban la nave central de las laterales |
Contaba a los pies con pequeño nártex o pórtico de planta
rectangular ubicado en una cota más alta que la iglesia, salvada por una
escalinata en semicírculo, un ámbito cuya principal función se cree que habría sido la de
capilla funeraria del conde Fernán González, aunque en el siglo XIII sus restos
se trasladaron al interior de la iglesia.
La portada principal, fechada entre fines del siglo XI y comienzos del XII, estaba en el muro norte de este nártex pero en 1895 fue trasladada al Museo Arqueológico Nacional. Algunos autores consideran que no se realizó originalmente para este emplazamiento sino que sería una de las de acceso al claustro desde la nave de la Epístola, colocada allí después de habilitar ese ámbito como entrada para la feligresía. Se compone de arco de medio punto corrido, arquivolta doble con decoraciones geométricas, guardapolvo, línea de impostas sobre jambas compuestas por cuatro columnas de fustes sogueados y acanalados, pilares baquetonados en los ángulos, basa con plinto y toro y escocia muy desarrollados.
La portada in situ, parcialmente enterrada, antes de su traslado al MAN (2) |
La portada occidental de Arlanza en el Museo Arqueológico Nacional antes de la remodelación inaugurada en 2014 |
En el muro sur la iglesia tenía otras dos puertas de
comunicación con el claustro procesional en los tramos tercero y cuarto,
tapiadas en el siglo XV para ubicar sendos enterramientos.
Adosada a los tramos tercero y cuarto de la nave del Evangelio, sobre la primitiva sacristía, a fines del siglo XIII se levantó una torre de planta cuadrada con dos cuerpos y acceso a través de una escalera de caracol dentro de un husillo en el ángulo suroeste.
Torre campanario (3) |
El primer cuerpo, con una interesante organización exterior
compuesta por arquerías apuntadas y columnas en los codos, y cubierta interior
de cañón transversal al eje del templo, siguió sirviendo de sacristía, conservándose
la portada hacia la iglesia, hasta la construcción de la nueva en el lado del
Evangelio a comienzos del siglo XVII. En cuanto al segundo cuerpo, con
paramento liso al exterior, salvo los huecos para las campanas, cuenta con un
interesante abovedamiento interior en el que ya aparece una crucería sencilla de nervios que apean en columnas en las cuatro esquinas.
Detalle del segundo cuerpo de la torre, con el arranque de la bóveda de crucería |
En los primeros años del siglo XVI, durante el abadiato de
fray Gonzalo de Arredondo, se le añadió un tercer cuerpo de campanas, todo ello
dentro de una reforma general del monasterio empezada unos años antes por el
abad fray Diego de la Parra y en la que también se modificó sustancialmente el
aspecto de la iglesia.
Vista desde el tercer cuerpo de la torre, un añadido del siglo XVI |
Esta transformación, que gozó del patrocinio de don Pedro
Girón y Velasco, III conde de Urueña y señor de Osuna entre otros títulos, con
su escudo colocado en varios lugares, consistió en igualar las naves en altura
y cambiar la cubierta de madera por otra tardogótica que precisó de nuevos
pilares laterales para soportarla, construir un coro alto sobre el nártex, crear
una especie de crucero de planta cuadrada con bóveda de crucería, quizá de
terceletes estrellada, y ampliar la cabecera elevando el ábside central y
añadiéndole una bóveda nervada que, según alguna fotografía histórica de
comienzos del siglo XX, debió ser muy similar a la de la cartuja de Miraflores, siendo
preciso incorporar contrafuertes exteriores que contrarrestaran los nuevos
empujes.
Fotografía de fines del siglo XIX de los ábsides de la Epístola y central abiertos al crucero, que todavía se conservaban en parte, mediante arcos apuntados angrelados (4) |
Cubierta del ábside de la iglesia de la Cartuja de Miraflores, con trazas de Juan de Colonia y terminada por su hijo Simón, que se cree que es similar a la que tendría Arlanza |
Ábside central de la iglesia en el que todavía se conserva, a partir de los arcos ciegos románicos, el arranque de la bóveda de crucería añadida a comienzos del siglo XVI |
Sobre el arco de
triunfo del ábside del Evangelio todavía se aprecia la adición del hastial
apuntado con un ventanal ojival sobre el que se colocaron las nuevas cubiertas
góticas.
También se abrió una tercera puerta hacia el claustro en el
segundo tramo de la nave de la Epístola, obra arrancada y trasladada a Burgos
que parece remitir al lenguaje tardogótico de los Colonia, fechada a fines del
siglo XV.
La sacristía nueva
se inicia a comienzos de la década de 1630, bajo la dirección de Pedro Díaz de
Palacios, en el lado de la Epístola, con acceso desde el ábside lateral
mediante un paso en esviaje y adosada al muro norte de la sala capitular, se
compone de antesacristía con cubierta de bóveda de cañón casetonado con puntas
de diamante, desde la que también se podía acceder al ámbito del Capítulo, y
sacristía de planta cuadrada con cubierta de cúpula nervada con escudo del
monasterio central y sobre trompas aveneradas. Se sabe que este maestro después
recibió sepultura en la nave central de la iglesia.
Lápida en la nave central del arquitecto Pedro Díaz de Palacios († 1659) |
Siguiendo el rito romano promovido por la Orden benedictina
desde Cluny, las dependencias monacales
románicas se organizaron en torno un claustro
procesional que también se iniciaría hacia 1080, al tiempo que la iglesia,
adosado a la nave de la Epístola.
Esta construcción románica contaba con dos alturas y de ella sólo quedan vestigios de la conocida como Torre del Tesoro, dividida en dos alturas y de dos cronologías distintas, una de la segunda mitad del siglo XII, con acceso desde el ángulo noreste de la crujía baja, y que era la sala capitular, que todavía conserva un pódium corrido en los muros este, sur y norte, sobre el que se levantaban dos arcadas ciegas de arcos de medio punto sobre columnas, y otra superior de los albores del XIII, con acceso desde la crujía alta en el mismo ángulo mediante una doble portada de sencilla arquivolta modificada durante el barroco.
Ángulo noreste del claustro, con la Torre del Tesoro sobresaliendo al fondo |
Después de años de abandono, el hundimiento de la cubierta
de la sala superior a comienzos del siglo XX puso al descubierto una importante
decoración mural contemporánea a la
sala, de comienzos del siglo XIII, y de un carácter profano que se ha puesto en
relación con un posible uso palatino del ámbito, utilizado por los personajes
de relevancia que visitaban un monasterio muy favorecido por la nobleza y la
corona. Se ponen en relación con otras pinturas peninsulares del
entorno de 1200 influidas por la miniatura inglesa, como la del Tumbo A de la
Catedral de Santiago.
Uno de los folios del Tumbo A de Santiago de Compostela, con un león muy similar al de Arlanza conservado en The Cloisters de Nueva York (6) |
Las pinturas ocupaban sus cuatro muros, aunque los de uno,
el este, ya fueron destruidos con la incorporación de una arquería en el siglo
XVII, y estaban distribuidas en cuatro bandas en torno a un vano central. La
inferior era lisa de color granate, la siguiente era un friso con escenas y
figuras blancas sobre fondo rojo o azul, después se situaban los paneles
principales, de grandes dimensiones, con figuras zoomórficas inspiradas en el
bestiario medieval colocadas en pendant respecto del vano, sobre fondo de
decoración vegetal o arquitectónica y enjutas con aves y castillos, y el último
friso era de motivos geométricos y vegetales, del que apenas quedan restos.
Recreación en 3D de la sala palaciega de la Torre del Tesoro de Arlanza (8) |
Detalle del Grifo junto a un Árbol de la Vida en el estado en el que fue localizado en la Torre del Tesoro de Arlanza (9) |
En la década de 1920 estas pinturas fueron arrancadas y
vendidas, y hoy están repartidas, sobre todo, entre The Cloisters de Nueva York
(León; Dragón con cola serpentiforme anudada), The Fogg Art Museum de Harvard y
el Museu Nacional d'Art de Catalunya de Barcelona (Grifo junto a un Árbol de la
Vida; Castillo; Dragón de una enjuta bajo una cenefa de rombos; Ave de una
enjuta bajo una cenefa de grecas).
En la panda este, a continuación de la sala capitular, hay autores que situarían la sala de monjes. En la panda superior estaría el dormitorio común y, quizá, la cámara abacial.
En la panda sur estaría el refectorio, también a una cota más baja que el claustro actual, y las cocinas. En la panda oeste se ubicarían la cilla y otros almacenes, con autores que sitúan en la segunda altura la hospedería y la enfermería, dado que entre la panda sur y oeste pudo estar la portería románica.
Las modificaciones, que comenzarían a fines del siglo XV para adecuar el monasterio a la reforma de la regla benedictina recién implantada, también afectaron al claustro, alcanzando nuevo empuje tras la incorporación de San Pedro de Arlanza a la Congregación de san Benito de Valladolid y la adopción de su disciplina en la década de 1520. Así, el refectorio se trasladó a la planta baja de la crujía oeste, donde antes estaría la cilla, una sala de planta rectangular de tres tramos con ventanas en el lado occidental, donde también se ubica el púlpito, y bóvedas de terceletes, un ámbito que a día de hoy no es visitable.
Refectorio gótico (10) |
Entre fines del siglo XVI y comienzos del XVII se darían
unas trazas plenamente clasicistas para sustituir el viejo claustro por un nuevo claustro procesional cuyas ruinas
son las que pueden verse en la actualidad. Compuesto de dos pisos, conserva las galerías de las pandas
norte, sur y este, organizadas mediante arcos de medio punto, y los arcos fajones que
sustentaban la bóveda baja de la panda occidental.
Arcos de la bóveda de la galería baja norte, con el cuerpo de la Torre del Tesoro, vestigio románico conservado, al fondo |
En la panda este se conservan también dos portadas a
continuación de la de la sala capitular correspondientes a esta intervención, y
que se cree que abrirían a la sala de monjes, reminiscencia todavía románica. Y
lo mismo ocurre con la portada de formas barrocas de acceso al refectorio que
se conserva en el ángulo suroeste.
Panda este del claustro procesional, con portada de la sala capitular a la izquierda y, a continuación, otra de las dos portadas que abrirían a la sala de monjes |
Ángulo suroeste del claustro procesional, con una portada gótica a la izquierda y la portada barroca de acceso al refectorio gótico a la derecha |
En el centro contaba con una fuente que fue trasladada al
Paseo de la Isla de la ciudad de Burgos en la década de 1930.
Fuente del claustro mayor de Arlanza en el Paseo de la Isla de Burgos (11) |
A mediados del siglo XVII el conjunto se completó con un segundo claustro más pequeño, de planta
trapezoidal irregular, adosado a la panda este del principal, con el espacio del
capítulo en la esquina noreste del claustro mayor convertido en una escalera
monumental de tránsito entre el templo, a través de la antesacristía, y el
nuevo patio, de la que quedan algunos vestigios.
Detalle del claustro menor, en el que hace algo más de cien años se plantó un pinsapo cuyas raíces hoy están amenazando al edificio |
Por los documentos conservados parece deducirse que el
maestro que dirigió estos trabajos fue también, al tiempo que estaba trabajando
en la nueva sacristía, Pedro Díaz de Palacios, que se sabe que también trabajó
en otras obras de la diócesis de Osma, como en la iglesia de Santa María de la Asunción de Gumiel de
Izán.
Este claustro menor, que pudo articular una nueva hospedería y, quizá, la residencia del abad, tiene dos pisos de
grandes arcos de medio punto entre robustos pilares, el bajo con bóveda de crucería
sencilla y el superior con cubierta plana que se cree que sería de madera.
Crujía baja norte del claustro menor |
La fachada exterior
orientada hacia el este de este nuevo claustro se conformó como la principal
del conjunto, el acceso al monasterio. Es de piedra de sillería rematada con
una moldura a modo de alero, con cuatro balcones a media altura y portada
central.
Fachada norte del conjunto. IPCE |
Fachada sur del conjunto. IPCE |
La portada es una estructura adintelada flanqueada por
pilastras cajeadas que soportan un arquitrabe con la fecha de finalización de
las obras: "AÑO DE, SOLI DEO HONOR ET GLORIA, 1643”, rematado por cuatro
pináculos con bolas y hornacina también adintelada que aloja una escultura
ecuestre de Fernán González adoptando la iconografía de Santiago Matamoros, en
alusión a las batallas contra el avance del califato cordobés en el siglo X. El
conjunto se remata con frontón curvo partido y el escudo del monasterio.
Detalle de la portada con la escultura ecuestre de Fernán González |
Otros MONASTERIOS en Viajar con el Arte:
Santa María de Moreruela en Granja de
Moreruela, de Zamora
San Pedro de Cardeña en Castrillo del Val, en
Burgos
San Juan de los Reyes de Toledo
San Benito el Real de Valladolid
San Martiño Pinario en Santiago de Compostela
Convento de las Bernardas de Alcalá de Henares,
en Madrid
Santa María del Paular en Rascafría, de Madrid
Santo Tomás de Ávila
San Antonio el Real de Segovia
Santa María del Parral de Segovia
San Miniato al Monte de Florencia
Convento da Madre de Deus, hoy Museu Nacional do
Azulejo en Lisboa
Santa Maria da Vitória de Batalha
Santa-Clara-a-Velha de Coímbra
Santa Cruz de Coímbra
Santa María de Celas de Coímbra
Santa María de Alcobaça
Basilica dei Santi Giovanni e Paolo de
Venecia
Basilica di Santa Maria Gloriosa dei Frari de
Venecia
Monasterio de San Michele in Isola de
Venecia
San Giorgio Maggiore de Venecia
Referencias fotográficas:
(2) HERRÁEZ ORTEGA, Mª V. y
TEIJEIRA PABLOS, Mª D., “El cuerpo occidental de la iglesia de San Pedro
de Arlanza. Propuesta de reconstrucción histórica”. De arte: revista de historia del arte, nº 2, 2003, pp. 7-28.
(4) AMADOR DE LOS RÍOS, R., Las ruinas del Monasterio de San Pedro de Arlanza en la provincia de
Burgos: estudio histórico-arqueólogico, Madrid, 1896.
(5) GONZÁLEZ de CASTRO, V. y CARRERO SANTAMARÍA, E.,
“Arquitectura clasicista en Burgos: noticias documentales de la obra de Pedro
Díaz de Palacios en San Pedro de Arlanza (1629-1659)”. Anuario del Departamento de Historia y Teoría del Arte, nº 5, 1993,
pp. 111-120.
Fuentes:
AMADOR DE LOS RÍOS, R., Las
ruinas del Monasterio de San Pedro de Arlanza en la provincia de Burgos:
estudio histórico-arqueólogico, Madrid, 1896.
GONZÁLEZ de CASTRO, V. y CARRERO SANTAMARÍA, E.,
“Arquitectura clasicista en Burgos: noticias documentales de la obra de Pedro
Díaz de Palacios en San Pedro de Arlanza (1629-1659)”. Anuario del Departamento de Historia y Teoría del Arte, nº 5, 1993,
pp. 111-120.
HERRÁEZ ORTEGA, Mª V. y
TEIJEIRA PABLOS, Mª D., “El cuerpo occidental de la iglesia de San Pedro
de Arlanza. Propuesta de reconstrucción histórica”. De arte: revista de historia del arte, nº 2, 2003, pp. 7-28.
PALOMERO ARAGÓN, F., San
Pedro de Arlanza: de las formas románicas, al mundo gótico y a la modernidad,
s.f.
PALOMERO ARAGÓN, F., “Ermita de San Pelayo o San Pedro el
Viejo”. En Enciclopedia del románico en
Castilla y León. Burgos, Vol. IV, CER-Caja Duero, Salamanca, 2002, pp.
2353-2358.
SERNA GABRIEL Y GALÁN, J., “Monasterio de San Pedro de
Arlanza”. En Enciclopedia del románico en
Castilla y León. Burgos, Vol. IV, CER-Caja Duero, Salamanca, 2002, pp. 2359-2377.
Comentarios
Un abrazo.
Muchas gracias por tus viajes y un abrazo.
Ahora estoy como el Guadiana, y tengo unas entradas tuyas atrasadas y deseando leerlas, porque veo que tu ritmo no para (y por muchos años ;-).
Un abrazo
La falta de presupuesto estatal para patrimonio viene de largo. Antes quedaba el recurso de las fundaciones de las cajas, pero como éstas también han desaparecido, no sé yo quién va a invertir en su conservación. Me temo que nos quedan por ver todavía muchos desastres irremediables en ese sentido.
Las entradas van a estar siempre ahí, a tu disposición para cuando quieras. Un abrazo fuerte.
Un fuerte abrazo desde Bilbao,
Unai
Muchísimas gracias por adelantado, y de nuevo enhorabuena!
Susana
Muchísimas muchísimas gracias otra vez! y enhorabuena por tu excelente trabajo!
Acabo de leer tu artículo y he de reconocer que me ha encantado, está muy bien documentado y además está expresado con un lenguaje muy claro y sencillo, eso se agradece, creeme.Me he acercado a este artículo porque me gustaría saber si este nmonasterio tuvo en su día un scriptorio propio. Por lo visto, no aparece en los planos que has publicado, eso significaría que no, pero ¿cómo es posible que un monasterio como este careciera de scriptorio?
Muchas gracias por toda la información que aportas, está genial y ánimo para seguir contando historia. saludos cordiales.