El interior de la catedral de León, la pulchra leonina
La catedral de León, ciudad con sede episcopal desde
mediados del siglo IX gracias a Ordoño I, es una de las más espectaculares catedrales góticas, declarada
Monumento Nacional, primera declaración de este tipo en España, en 1844. Ya nos hemos recreado en su historia y sus fachadas y ahora me detendré en su maravilloso interior.
Catedral de León |
Planta de la catedral de León. IPCE. Las indicaciones son mías |
Las naves están separadas por arcos formeros apuntados con
arquivoltas que apoyan sobre columnas adosadas a pilares cilíndricos que
también recogen los arcos fajones y los nervios de las bóvedas, que al no estar
interrumpidos por capiteles, marcan todavía más la acusada verticalidad del
templo. Por encima de los arcos se sitúa un triforio con vanos lanceolados y
muro con ventanas con vidrieras, el claristorio de grandes ventanales también
con vidrieras y unas cubiertas de sencilla crucería cuatripartita. Las naves
laterales también cuentan con grandes vanos con vidrieras.
Desarrollo en alzado, con los arcos apuntados que separan la nave central de las laterales, el triforio y el claristorio |
Crucería cuatripartita de la nave central |
Las vidrieras de la catedral de León forman uno de los conjuntos
medievales más importante y mejor conservado del mundo, aunque no hay que
olvidar que están muy restauradas, perteneciendo a tres etapas distintas. Las
de origen gótico se fechan entre los siglos XIII y XV y ocupan, sobre todo, la
parte alta, realizadas con pequeños trozos de cristal compuestos y emplomados.
También hay un grupo de vidrieras renacentistas, de la primera mitad del siglo
XVI, ubicadas en algunas capillas de la girola y en la capilla de Santiago,
caracterizadas porque, verdaderamente, son pintura sobre vidrio.
Finalmente
están las vidrieras neogóticas de fines del siglo XIX, realizadas por Juan
Bautista Lázaro, con un trabajo tan exquisito que son difíciles de distinguir a
simple vista de las originales porque siguieron técnicas constructivas
medievales, con una ingente labor que consistió en la restauración de todo el
conjunto y en la recuperación del rosetón sur, el triforio y la parte baja de
los ventanales de las naves laterales, que entre los siglos XV y XVI ya se
habían tapiado buscando solucionar los problemas estructurales del templo. De todos
modos, en estas restauraciones también se utilizaron de forma arbitraria unas
partes para completar otras, algunas se cambiaron de sitio tergiversando la
lectura iconográfica y otras se rehicieron.
Vidrieras del presbiterio |
Haciendo un esfuerzo para la correcta lectura del programa
iconográfico original del cuerpo del templo, se considera que se idearon de
forma tripartita en función del pensamiento medieval. Así, con una intención
ascendente, los ventanales de las naves laterales, los más cercanos al suelo,
muestran decoración vegetal por la parte más baja y alegorías de vicios y
virtudes del hombre y las tareas agrícolas por la parte superior, en el
triforio se ubican los símbolos de las instituciones de poder, con escudos
civiles, nobiliarios y eclesiásticos, y las grandes vidrieras del claristorio
están protagonizadas por escenas bíblicas como representación del mundo
celestial, con figuras monumentales cobijadas bajo arquitecturas góticas.
La temática tiene en cuenta la distinta luminosidad que dan
los lados norte y sur. Así, hacia el norte, con menos luz, los tonos son más
fríos y se centran en el antiguo Testamento, cuando todavía no había llegado el
Mesías, mientras las vidrieras del sur son más luminosas, con colores más
cálidos y muestran escenas del Nuevo Testamento.
Vidrieras de la fachada norte |
En el quinto ventanal del claristorio de la Epístola hay una
vidriera conocida como “La cacería”
porque representa a jinetes y hombres armados que parecen dispuestos para la
caza, aparente temática ajena a los santos y profetas del resto, de ahí que en
el siglo XIX Juan Bautista Lázaro defendiera que esta vidriera se trasladó
desde el palacio real, considerándola obra civil. Pero posteriores interpretaciones
parecen indicar que serían las representaciones del trivium y el quadrivium
junto a Carlomagno y a Alfonso X el Sabio, en relación con un vano cegado en la
antigua capilla de Saint-Charles en la que se muestra el gran interés que el
emperador manifestó por las artes liberales y que en León buscaría mostrar las
aspiraciones imperiales de Alfonso X haciendo un paralelo con Carlomagno.
Otra vidriera de temática profana es la de “Simón el Mago”, protagonizada por la alquimia, ciencia medieval muy prestigiosa y que también
se relacionaba con el arte de la construcción de catedrales.
El rosetón de la
fachada occidental, por donde se pone el sol, en referencia al Juicio Final
de la portada central de esta fachada, se fecha a fines del siglo XIII, aunque
con una importante restauración a fines del XIX. Está protagonizado por una
Virgen con el Niño central rodeada de doce ángeles tocando las trompetas y
motivos ornamentales.
Rosetón de la fachada occidental |
El crucero
también tiene bóveda cuatripartita gótica pero construida a fines del siglo XIX
para sustituir a una cúpula barroca añadida en el XVII. En los pilares que
abren al ábside se ubican las esculturas de San Gabriel y la Virgen, formando
una Anunciación, y en los de las naves están las de un obispo y un rey.
Cubiertas de crucería sencilla del crucero realizadas a fines del siglo XIX |
El rosetón del
transepto del Evangelio es también del siglo XIII aunque con añadidos en el
siglo XV, y muestra a Cristo rodeado de doce rayos de luz y de doce reyes del
Antiguo Testamento tocando instrumentos de cuerda.
Triforio y rosetón del transepto del Evangelio |
En este transepto del Evangelio está el sepulcro del obispo Martín Rodríguez “el Zamorano”, fallecido en
1242. Copia el modelo del sepulcro de don Rodrigo en la Capilla del Carmen pero
lo supera, convertido en obra maestra de la escultura funeraria y atribuido al
Maestro de la Virgen Blanca del parteluz de la portada central de la fachada
occidental. Lo mismo que su referente, se conforma mediante arcosolio de medio
punto polilobulado con decoración vegetal y angélica que aloja un sarcófago con
frontal en el que los criados del finado reparten alimentos a los pobres,
yacente rodeado de clérigos oficiando el funeral y un grupo de “plañideras” y
tímpano con un Calvario, aunque este último está muy deteriorado y sólo se
conserva la figura de san Juan.
Sepulcro del obispo Martín Rodríguez "el Zamorano" |
Detalle del sarcófago, con el yacente y la escena de reparto de alimentos a los pobres |
En este mismo transepto del Evangelio hay una pintura colosal de San Cristóbal y
debajo se conserva un sepulcro que
albergó las cenizas de san Alvito, que fueron traídas a León junto con las
de san Isidoro por orden de Fernando I en el siglo XI.
Pintura colosal de san Cristóbal y sepulcro de san Alvito |
Este transepto también acoge un magnífico retablo gótico de fines del siglo XV procedente de
Quintanilla del Olmo dedicado a san Babilés, patrón de esa localidad zamorana,
compuesto por banco y tres cuerpos de siete calles que alojan una escultura
central de la Virgen con el Niño, procedente de la capilla de los Betanzos del
claustro, y tablas con ocho apóstoles, la Vida de san Babilés y otras escenas
relacionadas con la Pasión de Cristo, Santiago o san Roque.
Retablo de Quintanilla del Olmo |
El rosetón del
transepto de la Epístola es una reconstrucción de fines del siglo XIX
tomando como referente el del transepto norte, justo enfrente, pero en vez de
representar a Cristo, cuenta con una Coronación de la Virgen rodeada de
símbolos marianos procedentes de las Letanías.
Triforio y rosetón del transepto de la Epístola |
En el testero occidental de este transepto se ubica el
conocido como sepulcro del obispo Martín
III Fernández, iniciador de la catedral gótica, aunque otros autores
defienden que sería el de su antecesor, el obispo Munio Álvarez. Atribuido también
al Maestro de la Virgen Blanca, se organiza mediante tres arcos apuntados que
cobijan un yacente sobre un sarcófago, este último muy deteriorado. Lo mismo
que en el sepulcro de don Rodrigo, presenta las escenas de las exequias y el
Calvario pero añade otras de la Infancia de Cristo y de la Pasión junto a una
de carácter hagiográfico protagonizada por san Martín repartiendo su capa,
patrón del finado.
Sepulcro del obispo Martín III Fernández |
El gran desarrollo del
altar mayor en la catedral de León se debe a que se dividió en dos partes, el presbiterio en la parte circular
y un coro, lugar reservado para los
canónigos para las obligaciones que conllevaba su vida reglada,
fundamentalmente el rezo comunitario en las horas canónicas, ubicado en sus dos
primeros intercolumnios, en una alteración de la disposición tradicional,
heredera de la scola
cantorum en las basílicas paleocristianas, en los últimos tramos de
la nave central, justo antes del crucero, de las iglesias cluniacenses y
cistercienses, que dio lugar a un ámbito autónomo e independiente en la propia
cabecera, una especie de iglesia capitular dentro de la catedral, lo mismo que
también tuvieron las catedrales de Ávila, Burgos, Cuenca, París, Reims o
Amiens.
El acceso a este coro se realizaba desde el crucero y para
entrar en el presbiterio se utilizaba una solemne portada que comunicaba con la
girola por el lado de la Epístola, y desde ahí con la sacristía, la llamada Puerta del cardo, obra de Juan de
Badajoz el Viejo, conformada mediante arco triunfal rebajado culminado por tres
arcos conopiales entrecruzados con otro de medio punto, todo ello cubierto de
una profusa decoración vegetal de cardinas, florones, hojarasca… mezclada con
animales fantásticos y escudos.
Detalle de la Puerta del Cardo |
Su traslado a los últimos tramos de la nave central antes
del crucero fue muy tardío, con una historia que merece un artículo aparte que
he titulado Las vicisitudes del coro en la catedral de León y que publicaré próximamente.
En pendant con la Puerta del cardo, en el lado del Evangelio
estuvo otra puerta solemne de acceso al presbítero, hoy ocupada por el altar de san Alvito, mandado construir
por el obispo Pedro Manuel en 1527 a Juan de Badajoz el Mozo, con arco de
triunfo de medio punto decorado con relieves de la Virgen, el Entierro de
Cristo, la Anástasis y la Resurrección en su intradós y flanqueado por columnas
decoradas con pámpanos que arrancan del dios Baco, tumbado en la parte
inferior, que soportan un entablamento sobre el que se ubica una urna con las
cenizas del santo.
Trascoro de la catedral de León |
El altar mayor contó con un retablo gótico que fue desarmado
y con sus tablas dispersas en distintas parroquias de la diócesis. Realizado
por Nicolás Francés a mediados del
siglo XV, ocupaba los cinco intercolumnios centrales del presbiterio, compuesto
de cinco calles y cuatro cuerpos, salvo en la calle central, que sólo tenía
tres para cobijar un camarín de la Virgen, con dieciocho tablas grandes
dedicadas a la Vida de la Virgen, la Vida de San Froilán, el Traslado del
cuerpo de san Isidoro a León por san Alvito y el Martirio y el traslado a
Compostela de Santiago, y otras veintidós más pequeñas en las entrecalles.
Hay autores que afirman que el retablo se completaba con una
pintura mural, hoy perdida, del Juicio Final en la bóveda, también de Francés,
realizado a semejanza del de Nicolás Florentino sobre el Retablo Mayor de la Catedral Vieja de
Salamanca, aunque hay otros que, basándose en declaraciones de Demetrio
de los Ríos durante las labores de restauración que realizó en la catedral a
fines del siglo XIX, afirman que el Juicio Final de Francés ocupaba la
contrafachada de la catedral.
A mediados del siglo XVIII este magnífico ejemplar fue
sustituido por otro nuevo de Narciso
Tomé, el autor del Transparente de la catedral de Toledo, y su primo Simón Gavilán Tomé, y que con las
restauraciones de fines del siglo XIX, buscando recuperar la pureza gótica del
templo, también se retiró, hoy en la iglesia de los Capuchinos.
El retablo mayor
actual es una estructura neogótica de Juan
Bautista Lázaro que aloja una escultura barroca de la Virgen en la calle
central, cinco tablas recuperadas del retablo de Nicolás Francés, una del ciclo
de la Vida de la Virgen con la Presentación
en el Templo, tres del Ciclo de San Froilán, y otra del Ciclo de Santiago
con el Traslado de los restos desde Iria
Flavia, y otras tablas de Escuela Castellana de dos procedencias, con seis
pequeñas escenas de la Vida de la Virgen, cuatro de ellas de la iglesia de
Palanquinos atribuidas al llamado Maestro de Palanquinos, y otras dos del
retablo de la iglesia de Santa María del Mercado de León, y dos más de
Palanquinos con tres Apóstoles cada una. Dedico un artículo aparte titulado El actual retablo mayor de la catedral de León en el que me detengo más pausadamente en la obra y al que podéis acceder a través de este enlace.
Altar mayor con el retablo recompuesto con tablas procedentes del retablo de Nicolás Francés |
Sobre el altar se
ubica el Arca de san Froilán, obra
de Enrique de Arfe del primer cuarto del siglo XVI con algunas modificaciones
barrocas. Presenta arcos de medio punto separados por pilastrillas que cobijan
los relieves de los santos Catalina de Siena, Pedro, Bartolomé, Esteban, Pablo,
Juan, Santiago, Lorenzo y Catalina de Alejandría, todo ello rodeado de
decoración de candelieri y rematado por una crestería calada. Debajo se ubica
un sagrario de Suero de Argüero de 1583 con portezuelas con san Pablo y
Melquisedec y por encima hay un templete clásico de Rebollo con la figura de
san Froilán cincelada en plata.
Claristorio y bóvedas del presbiterio |
De entre las vidrieras
del presbiterio, destaca la central, que cuenta con un Árbol de Jesé o la
Genealogía de la Virgen fechada a fines del siglo XIII.
Vidrieras centrales del presbiterio |
La catedral cuenta con varias
capillas, dos a los pies, en los cuerpos bajos de las torres, y el resto
alrededor del ábside, dos por lado, y cinco más en torno a la girola, estas
últimas de planta hexagonal, delimitadas por rejas y con tres ventanales dobles
con vidrieras que muestran representaciones historiadas y mezcla de temas, con
escenas de la Vida de la Virgen y de Cristo además de las de los santos a los
que corresponden sus primitivas advocaciones, siendo difícil su interpretación,
quizá porque, teniendo en cuenta los bocetos conservados en el Museo, muchos
fragmentos, tanto del siglo XIII como del XIV, fueron reaprovechados.
Comenzando por los pies, bajo la torre de la Epístola está
la Capilla de santa Lucía, aunque su primitiva
advocación fue la de San Francisco de Paula, lo mismo que la portada de la
Epístola de la fachada occidental. Cuenta con un retablo barroco del siglo
XVIII con la santa titular y una interesante pila bautismal de Juan de Badajoz
el Mozo con forma de copa cubierta de escamas en la que resaltan Moisés, San
Juan Bautista, un Bautismo de Cristo, una Ascensión y otro asunto de difícil
interpretación en el que se prende a una figura femenina a la que se va a
degollar y que podría ser la representación de un Bautismo de sangre. También
se distinguen las armas del obispo don Pedro Manuel, protector del artista. En
la actualidad está ocupada por el servicio de información de los visitantes del
templo y no es visitable.
Bajo la torre del Evangelio se sitúa la Capilla de san Juan de Regla, que hace las funciones de parroquia
de la catedral y cuenta con un retablo barroco con lienzos de la Vida de san
Juan Bautista.
Retablo de la capilla de san Juan de Regla |
En cuanto a las capillas de la cabecera, comenzando por el
lado de la Epístola, la primera es la Capilla
del Carmen, antes Capilla de San Miguel, justo después del crucero, con una
talla que copia una imagen de Gregorio Fernández, un retablo del siglo XVIII
con la imagen central de san José flanqueada por san Alfonso Mª de Ligorio y
Benito y con san Miguel en el ático.
Retablo de la capilla del Carmen |
Pero la obra más destacada de esta capilla es el sepulcro del obispo don Rodrigo Álvarez,
de 1232, que se conforma como modelo de sepultura de gran aceptación en la
catedral, copiado en el ya mencionado sepulcro de “el Zamorano”, y fuera de
León.
Sepulcro del obispo don Rodrigo Álvarez |
Muestra arcosolio de medio punto polilobulado que acoge sarcófago con frontal
en el que los criados del finado reparten pan a los pobres, sobre el que
aparece un yacente rodeado de la celebración de las exequias, con un obispo que
ejerce de oficiante junto a los acólitos portando el libro, la naveta, el
incensario, los cirios y la cruz y un grupo de fieles llorosos y plañideras
mesándose los cabellos, una escena de gran predicamento posterior en la
escultura funeraria castellano-leonesa. La labor escultórica se completa con un
Calvario en el tímpano y en la clave del arco el alma del finado es conducida
al paraíso por dos ángeles siguiendo la fórmula clásica de la elevatio animae.
Detalle del sepulcro con un Calvario en el tímpano y la elevatio animae en la clave del arco |
A continuación está la Capilla
del Santo Cristo, aunque hasta 1524 fue el aposento de los sacristanes de
la catedral. Cuenta con un retablo de Juan de Valmaseda de 1524 con estructura
renacentista y un Calvario y los Evangelistas, figuras todavía goticistas.
Retablo de la capilla del Santo Cristo |
El primer ámbito radial, que en 1250 estaba dedicado a los
santos Clemente y Santiago, hoy se conforma como vestíbulo de la sacristía, realizada por Juan de Badajoz el Mozo.
La siguiente es la Capilla
de san Clemente y san Antonio o de la Consolación, que conserva pinturas
murales del siglo XVI con la Anunciación, la Glorificación de la Magdalena y
los santos Cecilia, Mamés, Catalina y Marta. En las vidrieras se narran escenas
de la vida del papa san Clemente y de san Antonio, su primitiva advocación,
realizadas por Gonzalo de Escalante en 1476. Enfrente de esta capilla, en el trasaltar, se conserva una
pintura mural del Llanto sobre Cristo
Muerto de Nicolás Francés.
Llanto sobre Cristo Muerto de Nicolás Francés |
En el eje axial está la Capilla
de la Virgen Blanca, la más antigua de la catedral, dedicada al Salvador
hasta que a mediados del siglo XX empezó a alojar la escultura original del
parteluz de la portada central con el Juicio Final de la fachada occidental. La
Virgen está de pie, pisando al dragón, en clara referencia a su concepción
inmaculada, y supone un gran avance hacia el naturalismo, pues el artista busca
establecer comunicación entre Madre e Hijo, aunque todavía muestra rasgos
arcaizantes, pues sigue mirando al espectador.
Las vidrieras de esta capilla son renacentistas, realizadas
por Rodrigo de Herreras en 1565, y conforman un tríptico, con una Sagrada
Familia central flanqueada por los pastores y los ángeles, escenas en las que
ya se observa la importancia dadas a la perspectiva y la plasticidad de los
cuerpos.
Vidrieras de la capilla de la Virgen Blanca |
En el lado del Evangelio se ubica el sepulcro de la condesa doña Sancha Muñiz y en el de la Epístola
está el sepulcro del infante don Alfonso
de Valencia, nieto de Alfonso X, ambos con arcosolio con sarcófago y
yacente del siglo XIV.
Justo enfrente de la Capilla de la Virgen Blanca, en el trasaltar,
está el sepulcro de Ordoño II de León,
patrocinador de la primera catedral de la ciudad en el siglo X, donde recibió
sepultura, sin que se sepa con certeza dónde estuvo su primer enterramiento.
Sepulcro de Ordoño II |
Conserva gran parte de su policromía y se compone de arcosolio,
caso excepcional en las sepulturas de reyes hispanos medievales, de doble arquivolta
apuntada con decoración heráldica y vegetal sostenida por leones, protegido por
una verja que cobija el sepulcro con un yacente del siglo XIII, aunque hay
autores que señalan que la escultura se hizo para estar de pie, y tímpano dividido
en dos registros, con un Calvario y un Descendimiento en el inferior y un Cristo
resucitado flanqueado por dos apóstoles y dos ángeles arrodillados que se
acoplan al perfil curvo en el superior, escenas de evidente significación
redentora. La ausencia de las plañideras, tan habitual en otros
enterramientos de arcosolio, aquí no está presente porque esas manifestaciones
exacerbadas de duelo no formaban parte de los rituales funerarios regios
castellano-leoneses.
Tímpano del sepulcro de Ordoño II |
El conjunto está enmarcado por un alfiz, elemento
incorporado ya a mediados del siglo XV y atribuido al Maestro Jusquin, con
ángeles en las enjutas soportando cartelas, los santos Pedro y Pablo y un clérigo
reglar y un doncel heraldo que señalan los epitafios que tienen debajo para
convocar a la celebración perpetua de las exequias y proclamar las glorias
militares del monarca difunto.
"OMNIBUS
EXEMPLUM SIT, QUOD VENERABILE TEMPLUM REX DEDIT ORDONIUS. QUO JACET IPSE PIUS
HANC FECIT SEDEM QUA(M) P(RI)MO FECERAT EDEM, VIRGINIS ORTATU QUAE FULGET
PONTIFICATU PAVIT EAM DONIS PER EAM NITET URBS LEGIONIS QUESUM(US) ERGO DEI
GRATIA PARCAT EI. AMEN.
IS REX
ALFONSI P(A)TRIS SUI VESTIGIO, PRUDENTER ET CULTE (IUSTE) REGNU(M) GUBERNANS.
TALAVERA(M) CEPIT ET ARABES APUD CASTRU(M) S(AN)C(T)I STEPHANI POSTRAVIT, SUBJU
/ GAVITQ(UE) SIBI LISITANIA(M) ET BETICA(M) PROVINCIAS ET TERRA(M) ARABU(M)
QUAE SINCILLA / DICITUR MAGNA STRAGE SUBEGIT, ANAGARU(M) CEPIT ET VICARIA(M),
ET OCT / AVO REGNI SUI AN(N)O CU(M) SEX MENSIB(US) CU(M)PLETIS, ZAMORAE
INFIRMITATE / P(ER)CUSUS AB HOC S(E)C(U)LO MIGRAVIT, ERA DCCCCXXXIII."
"Sea ejemplo para todos que el rey Ordoño dio este
venerable templo, en el cual está enterrado él mismo piadoso [rey]. Hizo esta
iglesia, la cual primeramente construyó para palacio real; y por amonestación
de la Virgen resplandece con silla episcopal, y por ella brilla la ciudad de
León. Roguemos, pues, a Dios que por su gracia le perdone. Amén.
Este rey, siguiendo las huellas de su padre Alfonso, gobernó
con prudencia y justicia el reino. Tomó Talavera, derrotó a los árabes en el
campamento de San Esteban [de Gormaz], subyugó las provincias de Lusitania y
Bética, hizo gran estrago en la tierra de árabes llamada Sincila [Sintilia,
según Sampiro] y se apoderó de [la prefactura de] Nájera y Viguera, y a los
ocho años y medio completos de reinado murió de enfermedad en Zamora. Era
932". (3)
La siguiente capilla radial es la Capilla de la Concepción o
de la Virgen de la Esperanza, con una Virgen gótica del siglo XIII con
policromía posterior que en realidad representa a la Virgen apocalíptica
perseguida por el dragón pero que se utilizó habitualmente para la Anunciación,
también embarazada. El sepulcro del lado del Evangelio es el del obispo Diego
Ramírez y las vidrieras muestran escenas de la Vida de la Virgen y de Jesús,
muy restauradas en el siglo XIX.
Vidrieras de la capilla de la Concepción |
Frente a la capilla de la Concepción, en el trasaltar, hubo otra
pintura mural de Nicolás Francés en
pendant con el Llanto sobre Cristo
muerto hoy prácticamente desaparecida porque en el siglo XVIII se abrió una
puerta de acceso al altar. Se cree que representaría un Ecce Homo, quizá la primera representación de este asunto en el
arte español.
La última capilla radial de la girola es la Capilla del Nacimiento, con un pequeño
altar hispano-flamenco de madera tallada el siglo XV con una Natividad.
Natividad hispano-flamenca en la capilla del Nacimiento |
En el muro del Evangelio se ubica el enterramiento del obispo Arnaldo, fallecido en 1253 y las
vidrieras, aunque restauradas, datan de fines del siglo XV y muestran escenas
de la vida de los santos Ildefonso y Pedro porque la capilla estuvo dedicada a
ellos. También se distinguen obispos que suelen identificarse con san Froilán y
san Hipólito y es interesante una de las rosetas, en la que se representa a un grupo
de peregrinos ante el Apóstol Santiago, con la basílica compostelana al fondo.
Vidrieras de la capilla del Nacimiento |
Vidrieras de la capilla del Nacimiento. La roseta superior muestra a unos peregrinos ante la sede compostelana |
Detalle de la roseta |
Ya en el lateral del ábside del Evangelio, se ubica un pequeño
recinto cuadrado de acceso, desde la catedral, a la Capilla del Santísimo o de la Virgen del Camino, adosada a la
girola por este lado y ocupando parte de la crujía este del claustro apoyándose
sobre el lienzo de la muralla de la ciudad y que era la Librería del Cabildo, ya concebida como espacio específicamente
construido para la consulta bibliográfica y el estudio.
Obra de Juan de Badajoz padre e hijo levantada entre 1495 y
1507, es un ámbito rectangular de tres tramos cuadrados con bóvedas de crucería
estrellada apoyadas sobre grandes ménsulas y ventanales con vidrieras de Diego
de Santillana en los testeros este y oeste, destacando su decoración
escultórica en cubiertas, repisas, imposta, chambranas… que desarrollan un
programa iconográfico relacionado con la sabiduría y la ignorancia y un retablo
pétreo con los escudos de los obispos Valdivieso y Desprats, impulsores de la
construcción.
Adosada al muro sur de la anterior está la Capilla de San Andrés, a su vez abierta
al claustro y que también hace las veces de vestíbulo de la anterior. Presenta
un arco carpanel enmarcado por columnas abalaustradas y con la superficie
cubierta de decoración plateresca construido por Juan de Badajoz el Mozo entre
1533-34. Alberga los yacentes de don
Alfonso de Mansilla y su esposa, doña María Velázquez, y un cuadro de San
Andrés de Eugenio Cajés del siglo XVII.
De vuelta al ábside, el siguiente ámbito lateral de este
lado del Evangelio conforma la Capilla
de Santa Teresa, antes dedicada a San Fabián y a San Sebastián, con
dotación ya desde 1250 y en la que recibieron sepultura varios jueces del
tribunal eclesiástico. Conserva una pintura mural de Nicolás Francés y de su taller de mediados del siglo XV con el Martirio de san Sebastián que ha sido
recientemente restaurada y una talla de Santa Teresa de Antonio de Paz,
discípulo de Gregorio Fernández. Las verjas son de mediados del siglo XVII,
realizadas por Bartolomé Carense.
Capilla de santa Teresa |
Las dos capillas laterales adosadas al transepto del
Evangelio son la Capilla del Tránsito
y la Capilla de Nuestra Señora del Dado,
que recibe ese nombre por su proximidad a la puerta del transepto norte.
Aunque el primer proyecto gótico para la catedral de León no
contaba con claustro, entre fines
del siglo XIII y comienzos del XIV se levantó uno adosado a su fachada norte,
que desde entonces quedó resguardada, para agrupar las dependencias del cabildo,
algunas de ellas hoy habilitadas como salas del Museo Catedralicio.
Detalle del claustro |
Tiene planta cuadrada con ocho tramos por lado, arcos
apuntados y bóvedas decoradas con
filacterias y medallones conformando un complejo programa iconográfico en
relación con la Virgen de Regla, advocación de la catedral, que son fruto de
una profunda intervención, cuando también se añade la balaustrada de remate, de
Juan de Badajoz el Mozo a comienzos
del siglo XVI y que se conforma como el primer ejemplo de otros de este mismo
artista desarrollados en la sacristía y el claustro del convento de San Marcos y la biblioteca de la colegiata de San Isidoro
en el propio León o en el claustro del
convento de San Zoilo de Carrión de los Condes en Palencia.
Panda occidental del claustro |
En sus paredes se ubican varios sepulcros fechados en los
siglos XIII y XIV pertenecientes a miembros del cabildo y a nobles. En el
tercer tramo del lienzo sur está el sepulcro
de Munio Ponzardi, de mediados del siglo XIII, compuesto por un sencillo
arco apuntado en cuyo tímpano se ubica una Virgen con Niño ante la que un
clérigo presenta un pequeño edículo a la que el Ayuntamiento de León hace la
ofrenda anual a la Virgen de Regla agradeciendo la liberación del tributo de
las cien doncellas al rey moro, de gran devoción popular pero que responde a
una errónea interpretación de la escena, que no se refiere a eso sino al
compromiso de la colegiata de san Isidoro de entregar anualmente a la catedral
manteca y miel como reconocimiento de su sometimiento a la diócesis.
En el muro occidental se ubica el sepulcro de Domingo Juan, fallecido en 1272, con Cristo en Majestad
flanqueado por la Virgen y el apóstol Santiago. Y a su lado está el sepulcro del deán Martín Fernández, con
doble arco ojival ajimezado que cobija un arcosolio con un tímpano en el que se
representa una Epifanía.
Panda sur, con los sepulcros de Domingo Juan y del deán Martín Fernández al fondo |
El claustro también conserva pinturas murales al temple que representan los ciclos de la Vida de
la Virgen y de la Vida de Cristo, seguramente en relación con el uso
procesional del recinto ligados a la fundación de aniversarios pro animae, la mayoría realizadas por Nicolás Francés y un activo taller de
discípulos, en la década de 1460, Lorenzo de Ávila en 1521 y Francisco
Carrancejas en 1561. Su deterioro por ser anteriores a la remodelación de
Badajoz y por la exposición a los agentes meteorológicos provocó que a fines
del siglo XIX fueran restauradas, no muy afortunadamente, por Juan Crisóstomo
Torbado, en la que se ganó policromía a costa de los retoques finales con los
que Francés había perfeccionado la obra. A mediados de la década de 1990 una
segunda intervención más acertada.
Coronación de espinas |
Ecce Homo |
Crucifixión |
Descendimiento |
Llanto sobre Cristo muerto |
En el ángulo noreste se ubica un retablo de piedra de Juan
de Badajoz el Mozo que estuvo dedicado a Nuestra Señora de los Milagros,
compuesto por dos cuerpos y tres calles decorado con medallones, cartelas,
columnas abalaustradas…
En la actualidad sus crujías alojan las figuras de las
jambas de la portada occidental de la catedral, pendientes de restauración.
Crujía este del claustro con las esculturas de las jambas de la fachada occidental. Al fondo, el retablo de Nuestra Señora de los Milagros de Juan de Badajoz el Mozo |
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Referencias:
(1) GONZÁLEZ-VARAS IBÁÑEZ, I., Catedral de León. Historia y restauración (1859-1901), Universidad
de León, León, 1993.
(2) RIOS, D. de los, La Catedral de León. Tomo II, Madrid, 1895.
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