El concurso para la segunda puerta de bronce del Battistero di San Giovanni de Florencia

Se dice que el Renacimiento comenzó en Florencia en el 1401, fecha en la que el Arte de Calimala, patrón del baptisterio de san Juan, convocó un concurso para la realización de otra de las puertas del edificio, que como se pretendía que combinara con la Puerta de Andrea Pisano, la primera en ejecutarse, realizada entre 1330-1336, en las bases debió quedar establecido que habría que hacer una pieza de bronce dorado con el mismo formato mixtilíneo de cuatro lóbulos y cuatro puntas que contenía las escenas de aquella.

Placas del Sacrificio de Isaac de Ghiberti y Brunelleschi en el Museo Nazionale del Bargello

Las Artes eran corporaciones de profesionales con espectacular desarrollo en Florencia, ciudad que a comienzos del siglo XV contaba con un régimen oligárquico pero en donde estos gremios tenían gran fuerza. La de Calimala, una de las más importantes, reunía a los mercaderes dedicados a la exportación de la lana, tanto elaborada como materia prima, además de desarrollar labores bancarias.

Aunque al concurso acudieron los siete artistas toscanos Filippo Brunelleschi, Jacopo della Quercia, Simone da Colle Val d'Elsa, Niccolò di Luca Spinelli, Francesco di Valdambrino, Niccolò di Pietro Lamberti y un casi desconocido Lorenzo Ghiberti, sólo se conservan, quizá porque el resto se fundirían para aprovechar el bronce, las realizadas por Ghiberti y Brunelleschi, desde 1859 en el Museo Nazionale del Bargello de Florencia, aunque antes estuvieron, después de ser donadas a Cosimo il Vecchio, sobre el altar de la Sacristía Vieja de San Lorenzo, en el guardarropa del gran duque de la Toscana o en los Uffizi. Ambas obras constituyen una maravillosa síntesis de dos escuelas artísticas surgidas en la Florencia del Quattrocento: la acogida del gótico internacional y el resurgimiento del clasicismo.

Teniendo en cuenta que el asunto elegido para dicho concurso fue el Sacrificio de Isaac, los especialistas creen que la idea primigenia debió ser dedicar esta segunda puerta al Antiguo Testamento, aunque finalmente se decidiera dedicarla al Nuevo a través de la Vida de Cristo.

Una vez presentadas las obras, el Arte de Calimala designó una comisión de treinta y cuatro jueces para que deliberaran sobre quién sería el vencedor, y aunque todos los libros concluyen que fue Ghiberti y, efectivamente, él terminó ejecutando las puertas al tiempo que Brunelleschi se trasladaba a Roma, quizá las cosas no fueron tan sencillas.

La fuente que lo declara ganador son los Comentarii del propio Ghiberti, un tratado-autobiografía en el que el artista, en general, se muestra demasiado autocomplaciente y donde se declara vencedor indiscutible:

"Universalmente mi fu conceduta la gloria sanza alcuna exceptione".

(Universalmente me fue otorgada la gloria sin ninguna excepción)

Sin embargo, hay otra fuente, la Vida de Brunelleschi del Pseudo Manetti (llamado así porque es una obra anónima que se atribuyó al humanista, arquitecto y matemático Antonio Manetti, contemporáneo al artista), en la que se dice que hubo un empate entre ambos y que la comisión decidió que fueran los dos los que hicieran las puertas, dato que también recoge Vasari en Vite de' più eccellenti architetti, pittori et scultori italiani.

En cuanto a por qué al final fueron realizadas por Ghiberti en solitario, hay estudiosos que deducen que quizá Brunelleschi no estuvo dispuesto a trabajar con él, dado que no debían  mantener muy buena relación. Lo cierto es que sus lenguajes artísticos son totalmente distintos y no habría tenido sentido una obra conjunta, que hubiera resultado incoherente.

Volviendo al concurso, Ghiberti realizó la placa en una sola pieza, absoluto alarde técnico, y Brunelleschi unió cuatro partes. Ambas presentan elementos comunes, según las bases, y se centran en el momento en el que Javéh le pide a Abraham que sacrifique a su hijo como prueba de su fe, apareciendo una caballería, dos criados, el ángel de Javéh, Abraham, Isaac y un carnero. Sin embargo, los resultados son muy diferentes.

El plazo de entrega fue de un año y el Pseudo Manetti cuenta que Ghiberti utilizó todo el periodo por que le dio muchas vueltas a la obra y realizó múltiples consultas. Sin embargo, Brunelleschi lo hizo rápidamente y no habló de ella con prácticamente nadie porque, según el escritor, poseía el arte de la escultura de manera espléndida. Utiliza el término “presto”, rápidamente, con decisión, con “prontezza”, de un tirón, sin vacilación, un concepto esencial en el Renacimiento.

Ghiberti opta por dividir la composición en dos partes proporcionadas y equilibradas separadas por una diagonal de rocas donde aparecen, Abraham, Isaac y el ángel a un lado y el resto al otro, dando una importancia similar a ambos grupos en vez de centrar la vista en lo esencial.

Sacrificio de Isaac de Ghiberti

Los criados están conversando y presentan exuberantes cabelleras. Colocados uno frente al otro, buscan la relación entre ambos, representados con cierto amaneramiento, no lo más indicado para dos criados en una escena en el campo, pues parece como si discurseasen.

Detalle de los criados en la placa de Ghiberti

Abraham muestra también una leonina cabellera y su figura describe una curva “en arco” desde la cabeza a los pies; no es una curva exagerada pero hay que tenerla en cuenta. Sujeta el cuchillo dispuesto a clavárselo a Isaac, que aparece completamente desnudo, frontal, de cara al espectador, de rodillas sobre el ara de sacrificio, con un modelado del cuerpo muy del gusto helenístico, considerado por algunos autores el primer desnudo del mundo moderno. En la parte superior derecha está el ángel de Dios que viene a detener el sacrificio envuelto en un halo. La presencia de un fondo rocoso crea una transición gradual entre el fondo y las figuras sin crear fuertes claroscuros, influenciado por la técnica del schiacciato de Donatello.

Abraham, Isaac y el ángel en la placa de Ghiberti

En cuanto a la narratividad, en esta pieza de Ghiberti el ángel está en el Cielo y aún no ha llegado. Todavía no ha sucedido nada. El artista está más preocupado por aspectos específicamente formales, por la representación de figuras bonitas, hermosas. Demuestra sus extraordinarias habilidades elaborando bellos cuerpos y preciosas cabelleras. Además, busca elegancia, refinamiento... que resultan antinaturales en una secuencia tan terrible.

A diferencia de Ghiberti, Brunelleschi antepone la narratividad a los valores formales. Caballo y criados están presentes porque así lo dictaban las normas del concurso, pero ocupan un plano secundario en la parte de abajo y sin hacer una “buena postura entre todos”. Los dos hombres, uno de ellos agachado mirándose un pie, tienen las cabezas bajas, ocupados en sus asuntos, sin adoptar ningún tipo de protagonismo, y el animal está abrevando y con el lomo en horizontal, conformando la base sobre la que se sitúa la escena principal, la del sacrificio.

Sacrificio de Isaac de Brunelleschi

Los protagonistas emergen con violencia desde un fondo plano. Abraham sujeta a Isaac por el cuello y éste no es un joven de belleza hercúlea sino un pobre chico a punto de ser ejecutado por su padre. El artista elige, precisamente, el momento culminante, cuando el ángel agarra la mano con la que Abraham sujeta el cuchillo justo antes de usarlo. Su rostro iracundo parece querer mostrar el enfado ante la interrupción de un acto que tanto le ha costado decidir. La concreción temporal de la obra es absoluta, reflejando solo un instante, muy distinta de la sensación de eternidad de la escena de Ghiberti.

Y es que ambos artistas contemplaban el futuro de diferente manera. Verdaderamente Ghiberti realiza algo muy moderno, no visto en Florencia, pues nadie trabaja con ese naturalismo, una evolución respecto al siglo anterior hacia lo que hoy llamamos “gótico internacional”, surgido en Borgoña ha. 1375 de la mano de los hermanos Limbourg. Trabaja en esa línea de preciosismo formal, composiciones extrañas, fantasía... Pero su “mala suerte” fue que al lado tuvo a Brunelleschi haciendo cosas también novedosas y mucho más duraderas y revolucionarias y que fueron las que terminaron imponiéndose.

Brunelleschi, sin saberlo, fue el encargado de abrir un nuevo camino. Hay autores que señalan la presencia de referencias clásicas en la representación del criado de la izquierda, concretamente a la copia romana del Espinario helenístico, con un ejemplar en mármol en los Ufizzi, como elementos clave para hablar de una obra renacentista, pero resulta reduccionista considerar que el Renacimiento fue sólo una imitación de la Antigüedad.

Criado en la placa de Brunelleschi y Espinario en los Ufizzi

Lo más importante se encuentra en el hecho de que el ángel detenga la mano de Abraham, ya que con ello el artista consigue señalar un momento concreto y trascendental para un hombre dispuesto a sacrificar a su hijo por Dios.

El ángel sujetando la mando a Abraham

El Renacimiento eleva la figura del hombre, que ocupa un lugar muy relevante, y como eso es lo que destaca, no se pone el énfasis en Dios, que era evidente, pues aunque el Renacimiento se centra en el hombre, ello no significa un abandono de Dios.

En una concepción teocéntrica propia de la Edad Media, la representación de Ghiberti sería perfecta, centrada en Dios y con un papel irrelevante del hombre. Pero a Brunelleschi, sin minimizar a Dios, figura incontestable y eterna en aquella época, le interesa lo que le pasa al hombre, y por eso introduce en la escena coordenadas de tiempo y espacio que nada tienen que ver con Dios, que es infinito y eterno. La obra presenta una dimensión humana y el tiempo cuenta porque afecta al hombre. Esto le lleva a centrarse en el momento en el que el ángel agarra la mano de Abraham, punto culminante, y el resto es secundario.

Quizá, después de todo esto, es más fácil que entendamos por qué Brunelleschi decidiría no trabajar con Ghiberti, pues sus intereses y concepciones eran completamente contrapuestos. La vía iniciada por Ghiberti, aunque tuvo otros cultivadores, como Lorenzo Monaco y Gentile da Fabriano, terminó quedándose muerta, dejando el camino libre a la eclosión del Renacimiento.

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Fuentes:

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Yo también le hubiera dado el premio a Ghiberti. Extraordinario Sira. No me sabía esta historia. El tema de las puertas da para mucho...

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