La iconografía de la Natividad
La Natividad es la primera escena y una de
las más representadas de lo que en iconografía se conoce como “Ciclo de la
Infancia de Jesús”, en el que también se incluyen el Anuncio y Adoración de los pastores, la Adoración de los magos o Epifanía,
la Presentación en el templo, la Circuncisión, la Matanza de los inocentes, el Sueño
de José, la Huida a Egipto y la Disputa con los doctores.
Detalle con la Natividad del capitel de la Infancia de Cristo y la Muerte de María en el baldaquino de la Epístola de la iglesia de San Juan de Duero en Soria |
Dentro
del Nuevo Testamento el pasaje del nacimiento de Cristo sólo aparece en el Evangelio de Mateo y, sobre todo, en el Evangelio de Lucas, pues los de Marcos y Juan comienzan
con la predicación. Ambos coinciden en que éste tuvo lugar en Belén a pesar de
que José y María vivían en Nazaret, una incongruencia que explican a través de una
orden de empadronamiento de Roma que les exigía ir a Belén porque José era de
la familia de David, originaria de esa ciudad. Es cierto que César Augusto
ordenó un empadronamiento, pero fue unos años después; además, en ningún caso
una mujer debía empadronarse. Así, que el
nacimiento se sitúe en Belén obedece a una profecía de Miqueas que decía que el
Mesías nacería en la ciudad de David, por lo que la historia se fuerza
para que dicha profecía se cumpla.
Como Lucas narra el nacimiento en sí de forma escueta, mencionando que tuvo lugar en un “pesebre” porque no encontraron otro alojamiento, la iconografía se fue enriqueciendo con otros textos como el Proto Evangelio de Santiago, el Pseudo Mateo o el Libro Armenio de la infancia, a su vez todos recogidos en la Leyenda Dorada de Jacobo de la Vorágine, interpretando ese pesebre como un establo de animales, aunque en representaciones antiguas también puede aparecer en una cueva porque en la zona de Palestina éstas se usaban como establos.
Los
teólogos han defendido dos teorías diferentes que han dado lugar a dos formas
de representación: un parto natural o un parto milagroso, igual que la
concepción, más propio de la Edad Moderna porque a partir del Concilio de
Trento se establece que María parió sin dolor.
En la representación del parto natural, propio de Bizancio y de la Edad Media, María aparece tumbada y convaleciente en una cama tras el nacimiento. Viste de azul y/o rojo y en las obras más antiguas lleva toca, elemento propio de las mujeres casadas. La melena suelta no empieza a surgir hasta fines del siglo XV, lo mismo que ocurre en la Anunciación. A su lado está el Niño sobre un pesebre y fajado, algo típico en Bizancio.
Natividad en la cúpula del Battistero de San Giovanni de Florencia |
Junto al
Niño, en lugar destacado, están un buey y un asno o mula adorándole y
calentándole con su aliento, una presencia que obedece a una profecía de Isaías
que dice: “el buey conoció a su amo y el asno a su señor”. En algunos sermones
estos animales incluso se consideran prefiguraciones de los dos ladrones en la Crucifixión. Su papel contrasta con el de san José, que siempre es anciano, con
pelo y barba blancos, especie de padre, protector de María y en un papel
secundario, muchas veces fuera de la escena, dormido o trabajando, para marcar
claramente que no es el padre real. También pueden aparecer ángeles asistiendo
al nacimiento.
El Proto Evangelio de Santiago menciona que
María fue asistida por una partera y el Pseudo Mateo dice que fueron dos, de
ahí que a veces aparezcan representadas bañando al Niño, una iconografía muy
típica de Bizancio. El recipiente puede tener forma de pila bautismal como
prefiguración del Bautismo en el río Jordán, aunque también puede interpretarse
como un detalle anecdótico en relación con el concepto de parto natural. El Pseudo Mateo y la Leyenda Dorada las llaman Zelomi y
Salomé. Zelomi sí cree que María es virgen pero Salomé no, y para comprobarlo
intenta examinarla, pero cuando va a tocarla, la mano se le queda seca y se la
agarra. Este es el tema de la Partera
incrédula, que se pone en relación con la Incredulidad de Santo Tomás. A continuación se arrepiente, toca las
ropas del Niño y se cura.
Pero como la representación del parto natural terminó por considerarse indigna por los teólogos, a partir del siglo XIV la iconografía optó por representar el parto milagroso, centrándose en el momento posterior, el de la Adoración del Niño. El cambio fundamental está en la posición de María, que ahora aparece arrodillada o sentada adorando a su propio hijo, una escena que ya no suele aparecer sola, sino que va acompañada de la Adoración de los Pastores, de los Magos…
Pero como la representación del parto natural terminó por considerarse indigna por los teólogos, a partir del siglo XIV la iconografía optó por representar el parto milagroso, centrándose en el momento posterior, el de la Adoración del Niño. El cambio fundamental está en la posición de María, que ahora aparece arrodillada o sentada adorando a su propio hijo, una escena que ya no suele aparecer sola, sino que va acompañada de la Adoración de los Pastores, de los Magos…
Pequeño altar hispano-flamenco en la capilla del Nacimiento de la Catedral de León en el que ya se refleja la primera Adoración de la Virgen a su Hijo |
La idea
triunfa por influencia de las Revelaciones
de Santa
Brígida de Suecia, mística cuyas visiones fueron de gran
importancia para la iconografía porque cambiaron la forma de representar que
venía utilizándose durante siglos. En esta época son fundamentales estos textos
y los del Pseudo Buenaventura.
En 1370 Santa
Brígida realizó una peregrinación a los Santos Lugares y en la Basílica
de la Natividad tuvo una visión sobre el nacimiento de Jesús. Relata que María
se descalza, deja caer su cabello dorado sobre las espaldas, símbolo de
virginidad, y cuando llega el momento, se pone de rodillas y comienza a rezar al
Niño, que nace en medio de una luz. Después le corta el cordón umbilical y lo
faja. Como la primera persona que adora al Niño es su propia madre este asunto también
se denomina Adoración. Cuando
el niño está desnudo es que se está representando el primer momento, justo el
del nacimiento. San José porta una vela porque así dice Santa
Brígida que lo ve. Su figura comienza a adquirir importancia y empieza a aparecer
arrodillado, adorando también al Niño.
Adoración de los pastores en el Trascoro de la Catedral de León |
FELIZ NAVIDAD para todos, Viajeros con el Arte.
Sira
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Comentarios
Un abrazo
Feliz Navidad a ti y a todos!