La tormentosa historia de la Seu Vella de Lleida
La Seu Vella de Lleida se ubica dentro de un recinto
fortificado en una colina elevada sobre la ciudad, formando una imagen
verdaderamente impactante visible desde varios kilómetros de distancia. Se denomina así para diferenciarla de la Seu Nova, construida en la parte baja del núcleo urbano en la segunda mitad del siglo XVIII después de que la antigua fuera
desacralizada durante la Guerra de Sucesión que dio paso al reinado de Felipe V
y convertida en cuartel militar.
La Seu Vella en la actualidad (1) |
Tras la conquista
romana, en el siglo I aC. todavía resulta complicado hablar de una ciudad romana
en sí y más bien sería una población con construcciones ibéricas y pequeñas
incorporaciones romanizadas. La descripción de la ciudad que hace Julio César
en Commentarii de bello civili a raíz de la batalla del 49 aC. junto al
río Sircoris, el Segre romano, en la II Guerra Civil de la República de Roma
que enfrentó a los ejércitos del propio Cayo Julio César con los lugartenientes
de Cneo Pompeyo Magno, habla de unas murallas que unían la parte baja con la
alta de la ciudad, y las últimas investigaciones arqueológicas en esta zona parecen corroborar la presencia de restos murarios cerca de la fachada
oeste de la Canonjía y en el jardín del claustro.
En época de Augusto, cuando Ilerda obtuvo la categoría de municipium, seguramente se iniciaría
un periodo de monumentalización y embellecimiento de una ciudad que ya estaba
organizada en torno a un cardo y un decumano adaptados a las especiales
características orográficas del terreno. De este periodo serían unas termas
localizadas entre las actuales calles Remolinos y Democracia.
Casco histórico de la ciudad en la actualidad en Google Maps |
Extensión de la Ilerda augustea (2) |
En el siglo II dC. se localiza un periodo de gran vitalidad
constructiva, con nuevos edificios y cambios en los ya existentes en una ciudad
de planta irregular dividida en dos grandes espacios: el cerro y sus vertientes
sur y este, y la parte llana en la orilla derecha del río Segre. Pero iniciado el Bajo Imperio, los habitantes de Ilerda,
igual que los de otras muchas ciudades, empiezan a abandonar la ciudad para
instalarse en casas de campo autosuficientes, las villae, y la ciudad reduce su perímetro.
La situación de debilidad romana fue aprovechada por francos
y alanos para penetrar en Hispania. Se sabe que en el 260 asolaron Tarraco,
pero no hay constancia documental de que Ilerda sufriera su ataque, y aunque la
arqueología sí constata la destrucción y abandono de alguna villa suburbana
cercana, las tierras leridanas continuaron siendo romanas hasta la llegada de
los visigodos como aliados de Roma contra alanos, suevos y vándalos.
Durante el periodo
visigodo la ciudad experimentó cierta regresión, aunque sin dejar de ser un
importante cruce de caminos y de tránsito de mercancías entre Tarragona,
Barcelona y Zaragoza, rodeada, como han constatado las investigaciones
arqueológicas, de ricas villas y castella, variedades de villa con defensas
militares. De este periodo dataría la fundación de su sede episcopal,
mencionada en documentos como una copia de las Moralia in Job redactadas a fines del siglo VI por el papa San
Gregorio, con un ejemplar de la segunda mitad del siglo XI en el Museo
Episcopal de Vic, aunque las excavaciones arqueológicas en el Turó todavía no
han localizado resto alguno de esta época.
Extensión de la ciudad en época visigoda (2) |
Su situación como nudo de comunicaciones entre las antiguas
vías de comunicación romanas hizo que la ciudad fuera muy atractiva para los ejércitos andalusíes desde el inicio de
la conquista, y su toma, entre el 716 y el 719, debió resultar muy sencilla,
precisando simplemente de un pacto de capitulación del grupo de élite social
visigoda, incluso con algunas significativas conversiones al Islam. Aunque tradicionalmente
se ha dicho que la sede episcopal se trasladó a Roda de Isábena, últimas
investigaciones lo ponen en cuestión y consideran que fue una invención del
siglo XI que se convirtió en apócrifa en los documentos para justificar la
legitimación del posterior traslado de la sede desde Roda a Lleida una vez
reconquistado el territorio por los cristianos. Lo que sí se cree es que los
musulmanes siguieron permitiendo el culto cristiano en algunas zonas
delimitadas y que la vida en la Larida andalusí debió continuar sin grandes
cambios, con libre cultivo de tierras con pago de impuestos y el mismo régimen
municipal aunque con nuevos concejales muladíes o convertidos. Pero al comienzo
del siglo IX los conflictos de poder con señores feudales de la zona provocaron
un endurecimiento en el trato a los cristianos, que finalmente tuvieron que emigrar
extramuros de la ciudad.
Extensión de la Larida islámica (2) |
Entre los siglos VIII y gran parte del IX, a falta de
constatación arqueológica, las fuentes nos parecen describir un núcleo urbano
que respondería a uno de los tipos básicos de ciudad andalusí, la ciudad
acrópolis, de tipo militar, la propia de una zona de frontera extrema de
al-Andalus esencial para controlar el valle del Ebro y constantemente sometida
a refriegas, tanto entre los nobles andalusíes enfrentados como entre los
nobles cristianos que luchaban por recuperarla. En el cerro estaría la
ciudadela, conformando el barrio de la Suda, y de sus murallas partirían otras
murallas que rodearían el casco para defenderlo.
Teniendo en cuenta que tras la conquista cristiana la ciudad
apenas cambió, los especialistas creen que las murallas andalusíes deberían
estar debajo o formando parte de las medievales, y que conformarían un
perímetro de unas 30 hectáreas, una ciudad pequeña.
El interior parece alejarse del estereotipo de calles
estrechas y sinuosas y nos describe una ciudad estructurada en cinco barrios,
con equilibrio entre espacios públicos y privados y adaptándose perfectamente a
la orografía del terreno.
En el barrio de la Suda, donde estaba la ciudadela, se
encontraba la alcazaba, la mezquita mayor y las residencias de los altos
cargos, y el resto de la población se distribuía en los otros cuatro barrios
restantes, con casas en torno a un patio central construidas con zócalo de
piedra y muros de adobe o tapial rebocados o encalados.
La conquista por
parte de las tropas cristianas se produjo, después de siete meses de
asedio, en 1149 de la mano de los condes Ramón Berenguer IV de Barcelona y Ermengol
IV de Urgell, y los musulmanes fueron expulsados extramuros de la ciudad. Un año
después la ciudad obtuvo Carta de Población y el conde de Barcelona, prometido
de la reina doña Petronila de Aragón, otorgó a Lleida y a todas sus tierras el
título de marquesado, pues si le hubiera otorgado el de condado éste,
automáticamente, hubiera pasado a ser feudatario del rey de Francia, lo mismo
que lo eran el resto de condados de la Marca Hispánica.
Doña Petronila de Aragón y don Ramón Berenguer IV de Barcelona (3) |
Durante el siglo XII parece que la ciudad cambió poco. El
espacio urbano se organizó por barrios adscritos a parroquias. La mayoría de
los musulmanes terminaron emigrando ante las duras condiciones de conquista
impuestas, obligados a trasladarse a vivir fuera de las murallas. Los judíos
también tuvieron que abandonar sus propiedades intramuros pero consiguieron
constituir un arrabal en la parroquia de San Andrés que se regía por sus
propias leyes y funcionaba como ente aparte dentro de la ciudad, con sinagoga y
mercado propios en la plaza de la Judería, situada en el centro del barrio.
Extensión de la ciudad en época medieval (2) |
La diócesis quedó restaurada el mismo año de 1149, trasladando
al obispo de Roda, Guillem Pere de Ravidats, junto a sus canónigos y los cuatro
archidiáconos, de Major, Ribagorça, Terrantona y Benasc, a Lleida, según ya lo
había planeado el rey Pedro I de Aragón cincuenta años antes. La Ordinatio Ecclesiae Ilerdensis de 1168,
las primeras constituciones diocesanas de la nueva época, regularon la
organización y funcionamiento del capítulo determinando que el número de
canónicos, que debían seguir la Regla de san Agustín y no sobrepasar los
veinticinco, la división parroquial de la ciudad y la organización de su
territorio.
Gracias a la Carta
Dotationis Ecclesiae Ilerdensis otorgada al obispado por el conde Ramon
Berenguer IV, el barrio de la Suda y todas las mezquitas de la ciudad pasaron a
ser propiedad de la nueva diócesis. Aunque la mayoría de los historiadores han
defendido que la primera catedral, consagrada en la mezquita aljama, fue lo que
después se conformó como capilla de Santa María la Antigua con la erección de
la nueva catedral románica, otros autores creen que esa primera catedral ocupó
una mezquita dentro de la fortaleza musulmana. Las últimas excavaciones
arqueológicas no han localizado vestigios islámicos de ningún tipo bajo la
capilla de Santa María la Antigua, descartándose que la primera catedral
hubiera estado ahí y barajándose la posibilidad de que tanto la mezquita aljama
como la primera catedral estuvieran enclavadas bajo la propia catedral
románica, ya que sí se han encontrado restos andalusíes en torno a los primeros
tramos de la nave de la Epístola.
Hay abundantes fuentes escritas de estos primeros siglos que
también hacen referencia a un espacio o ambiente en el complejo catedralicio
que era llamado “claustro”. En este sentido, en esa época los términos claustrum
o claustra podían aludir a
las dependencias destinadas a la vida canonical aisladas del mundo exterior,
más en relación con el concepto de clausura que refiriéndose a un espacio
físico concreto, un recinto como nosotros lo concebimos en la actualidad, cerrado
por sus cuatro costados y con galerías porticadas, sin que se haya localizado
arqueológicamente ningún vestigio que pueda ayudar a aclarar las dudas. Otros
autores defienden que en la Alta Edad Media los términos “atrio”, “paraíso” o
“claustro” se referían a un patio cerrado que rodeaba el conjunto catedralicio
y que también servía de cementerio, y las excavaciones arqueológicas han
constatado que, como en la mayoría de las catedrales medievales, los
enterramientos alrededor del conjunto catedralicio leridense fueron muy
abundantes desde los inicios del templo y perduraron hasta la desacralización a
fines de la Edad Moderna.
La construcción de una
nueva catedral comenzó a gestarse en 1192, en tiempos del obispo Gombau de
Camporrells, mediante la adquisición y permuta de casas, albergues y solares en
el barrio de la Suda para lograr el espacio necesario para el nuevo templo, que
también iba a ocupar el de la antigua mezquita mayor.
Maqueta de la Seu Vella |
En 1193 el capítulo contrató a Pere de Coma como “Magister Operis Sedis Ilerdensis”, maestro de
obras, autor de un proyecto arquitectónico románico. Según la lápida de
consagración, en el lado del Evangelio del presbiterio, la ceremonia de
colocación de la primera piedra, oficiada por el propio obispo, tuvo lugar en 1203
con la presencia del conde Ermengol VII de Urgell y del rey Pedro II de Aragón.
Aunque dicha lápida se cree posterior, quizá del siglo XIV, por sus rasgos
epigráficos, se considera que refleja datos reales.
Lápida de consagración (4) |
Transcripción de la lápida de consagración (4) |
ANNO D[OMI]NI M CC III ET XI
K[A]L[ENDAS AUG[U]STI: SUB [OMI]NO I[N]NOCE[N]TIO P[A]P[A] III: VENERABILI
GO[M]BALDO HUIC ECCL[ESIA]E P[RE]SIDE I[N]CLITUS REX P[E]TRUS II ET ERMENGAUDUS
COMES URGELLEN[SIS:] PRIMARIU[M] ISTIUS FABRICAE LAPIDE[M] OSUERUNT BERENGRIO
OBICIONIS OPERARIO EXISTENTE PETRUS DE CUMBA FABRICATOR (5)
Girada ligeramente hacia el norte respecto del eje habitual este-oeste
de los templos románicos, quizá por la reutilización de los cimientos de la
construcción previa o porque la orientación buscara marcar la salida del sol el
día de la fundación o de la advocación del templo, las trazas parecen responder
a una tipología extendida en Normandía a la que también se adscribiría la
catedral de Tarragona y que llegó a la península de la mano de los monjes
benedictinos, caracterizada por grandes cabeceras con crucero, altar mayor más
desarrollado y ábsides laterales semicirculares cubiertos con bóvedas de horno,
pero también adopta técnicas que ya estaba utilizando el Císter, como los arcos
ojivales o las bóvedas de crucería, conformando edificios románicos a los que
también se incorporan soluciones góticas.
La iglesia
proyectada por Pere de Coma, románica, siguió el esquema compositivo ad quadratum, con planta de cruz latina
de tres naves de tres tramos, más alta la central, transepto que sobresale en
planta de igual altura que la nave central y, según las últimas investigaciones
arqueológicas, cinco capillas absidiales semicirculares dispuestas de forma
escalonada, la central más grande, las dos laterales más próximas a la central
de menor tamaño y las extremas más pequeñas todavía. Hay autores que defienden
que también contaría con cuatro capillas laterales en cada nave, pero no existe
consenso a ese respecto.
Planta de Pere de Coma según las últimas investigaciones (5) |
La cabecera desde la nave central |
Como era habitual, se empezó por la cabecera y se continuó
con las naves. A la muerte de Pere de Coma en 1220, que hay autores que
defienden que fue sucedido por Berenguer de Coma, quizá su hijo o su sobrino,
aunque no se han conseguido documentos que lo corroboren, se cree que ya se
habría llegado al segundo tramo de las naves, a la altura de la Puerta de los
Fillols.
Puerta de Els Fillols |
Hasta 1260 se sigue trabajando para llegar a la fachada occidental
y ya se estarían construyendo las cubiertas de los últimos tramos de las
naves. Coma habría proyectado bóvedas de cañón apuntado con arcos torales y
formeros doblados, y así parecen indicarlo los pilares en cruz con columnas
dobles adosadas en los frentes flanqueadas por otras dos columnas de diámetro
más reducido en los ángulos proyectadas para soportar los arcos doblados. Pero
el proyecto se modificaría y el templo acabó cubriéndose con bóvedas de
crucería y las columnas de los ángulos tuvieron que soportar los arcos doblados
torales y formeros y también los nervios de las bóvedas.
Cubierta de crucería de la nave central |
En 1278, según una lápida desaparecida que estaba en la
contrafachada, sobre la puerta occidental, el obispo Guillem de Montcada
celebró la ceremonia de consagración, poniendo la catedral bajo la advocación
de Nuestra Señora Santa María.
ANNO D[OMINI] M CC LXXVIII II KAL[ENDAS] NOVEM[BRIS]
D[OMI]NUS GU[ILELMUS] DE MONTE CATENO IX E[PISCO]PUS ILL[ER]D[ENSIS]
CONSECRAVIT HANC E[C]CL[ESI]AM ET CONCESSIT XL DIES INDULGENTIAE P[ER] OMN[E]S OCTAVAS:
ET CONSTITUIT UT FESTUM DEDICATIONIS CELEBRAT[U]R SEMP[ER] IN DIC[T]A
D[OMINICA] P[O]ST FESTU[M] S[ANCTU] LUCHAE (5)
Aunque estas ceremonias pueden interpretarse como un acto de
afirmación de carácter sagrado del edificio, sin que ello implique la
finalización de las obras, éstas ya debían estar muy avanzadas. En ese momento
el maestro de obras sería Pere de Prenafeta, al que se le atribuyen la
terminación de las cubiertas de las naves y la base del cimborrio.
Cimborrio del crucero |
La Canonjía fue
fundada en 1168 y agrupaba los órganos de gobierno y gestión de la catedral. El
edificio que se conserva comenzó a levantarse entre fines del siglo XII y
comienzos del XIII para albergar la sala
capitular, la librería, el archivo notarial… y aunque durante muchos años
se ha defendido que habría sido fruto de una reestructuración de la Capilla de Santa María la Antigua, la
primera catedral, las últimas investigaciones parecen indicar que no fue así,
sino que la propia sala capitular era denominaba indistintamente como
“capítulo” o “capilla de Santa María”, de ahí la confusión, que no se convirtió
en capilla en sentido estricto hasta de mediados del siglo XV. Entre fines del
siglo XIII y principios del XIV la primitiva nave se prolongó hacia el este y
también se le adosó otra nave longitudinal que ocupó, aproximadamente, la mitad
occidental de la fachada del claustro. También se aprovechó el desnivel del
terreno en el oeste para construir un piso inferior que actuó como base. El
espacio resultante se compartimentó en dos áreas, con la nueva sala capitular
hacia el oeste y la Pia Almoina
hacia el este, una institución de beneficiencia fundada desde comienzos de la
reconstrucción de la diócesis en el siglo XII para socorrer a los peregrinos a
su paso por la ciudad, muy abundantes como enclave esencial del Camino de
Santiago, aunque con el paso del tiempo, en la segunda mitad del siglo XIII y
en una ciudad populosa con grandes desigualdades sociales, ya no solo atendía a
peregrinos sino que también se encargaba de alimentar a pobres de solemnidad,
pobres vergonzantes, viudas, huérfanos, enfermos, ancianos… y de dar ayudas a
otras instituciones locales, como los hospitales de Expósitos, del Espíritu
Santo o de los Niños Huérfanos.
Detalle de las pinturas que decoraban la Pia Almoina, hoy en el Museu de Lleida |
En cuanto al claustro,
comenzó a levantarse a fines del siglo XIII, terminada la iglesia, de la mano
del maestro de obras de la catedral Pere de Prenafeta modificando el proyecto
primitivo de Pere de Coma. Se eligió el ámbito ante la fachada occidental porque
por el resto de fachadas no hay espacio suficiente. En el siglo XIV se levantó
la fachada gótica de los Apóstoles y casi todo el campanario. Durante estos
siglos también se fueron amueblando los espacios del templo con el retablo
mayor, altares, púlpito, vidrieras, pinturas murales… y modificando las
capillas para convertirlas en mausoleos.
Crujía norte del claustro, la primera en construirse |
Claustro y campanario |
Planta del conjunto catedralicio tras la incorporación del claustro y las capillas funerarias (5) |
Vista de la catedral de Google Maps |
El conjunto catedralicio quedó rodeado de un majestuoso barrio gótico que incluía un
palacio episcopal, las casas de los canónigos y las residencias de los administradores
de la catedral, arcedianos, archidiáconos, capellanes, vicarios, beneficiados… un
barrio exclusivamente ocupado por los miembros de la diócesis y personas
directamente vinculadas a la catedral, una acrópolis eclesiástica.
Barrio gótico en torno a la catedral a fines del siglo XIV (5) |
Recreación del barrio gótico en 1425 del pintor Enric Garsaball a partir de los datos facilitados por el historiador Manel Lladonosa (6) |
Vista de LLeida de 1563 de Anton Van der Wyngaerde (7) |
Detalle del grabado de Wyngaerde, con el palacio episcopal a la derecha de la catedral (7) |
Aunque la tradición repite que el inicio de la destrucción
se produjo durante la Guerra de Sucesión, el proceso se inició algo más de
medio siglo antes, durante la Guerra de
Els Segadors (1640-1659), cuando Lleida fue atacada cuatro veces y sitiada
en tres ocasiones, la catedral se utilizó como hospital y almacén de armas y el
cerro empezó a fortificarse, tal y como muestra un grabado de 1644 atribuido al
militar e ingeniero francés Sebastien de Beaulieu conservado en el Gabinete de
Estampas de la Biblioteca Nacional de París.
Grabado de 1644 atribuido a Sebastien Beaulieu reflejando uno de los sitios de la ciudad durante la Guerra de Els Segadors (8) |
Detalle del mismo grabado (8) |
Después, efectivamente, en 1707, durante la Guerra de Sucesión, las tropas de
Felipe V sitiaron y bombardearon la ciudad y, tras la rendición, el núcleo
urbano antiguo fue arrasado, desapareciendo calles, plazas, palacios, incluido
el episcopal, conventos, iglesias, casas particulares… La población fue
desplazada a barrios de nueva creación y el Turó se convirtió en una ciudadela
militar, con la catedral desacralizada y transformada en cuartel y todos sus
espacios compartimentados, construyéndose diferentes pisos y perdiéndose la
mayoría de su patrimonio artístico. El claustro también fue dividido en dos
pisos y todas sus galerías fueron tapiadas para hacer espacios cerrados.
Zona de la fachada sur en otra recreación del pintor Enric Garsaball en la que se ve el palacio episcopal a la derecha y la misma zona en la actualidad (5) |
Un siglo después, durante la Guerra de la Independencia
de Francia hubo nuevas pérdidas y mutilaciones, y aunque en 1918 la Renaixença
catalana consiguió que la catedral fuera declarada monumento histórico, en la
Guerra Civil, tras la conquista de la ciudad por las tropas franquistas el 3 de
abril de 1938, se convirtió en campo de concentración hasta agosto de 1940.
Después volvió a ser cuartel, en uso hasta 1946.
Planta primera del complejo catedralicio convertido en cuartel. Planoteca IPCE |
Planta segunda del complejo catedralicio convertido en cuartel. Planoteca IPCE |
Vista aérea de 1929 de la catedral convertida en cuartel y rodeada de baluartes (9) |
La catedral desde el río a comienzos del siglo XX (2) |
“Al habilitar este
Templo para alojamiento de fuerzas militares se construyó en el interior de sus
tres naves y capillas y en las alas del Claustro, un piso intermedio, elevando
muros y tabiques que formaron los dormitorios, dependencias, almacenes y
servicios, siendo comunicados por diversas escaleras. A su exterior se adosaron
otras edificaciones complementarias que sin el menor respeto, ocultaron la
belleza de sus Fachadas. Esta afrentosa transformación llevó consigo infinitos
destrozos. Para el empotramiento de vigas, trabazón de muros de piedra y
ladrillo, colocación de tuberías y salidas de humos, se abrieron mechinales, se
hicieron rozas y taladros, que acribillaron los muros del edificio. Las
galerías del Claustro, como sus ventanales y algunos de la Iglesia, fueron
tapiados quedando embutidas sus tracerías. En cuantos lugares fue preciso, se
abrieron huecos de iluminación, a veces haciendo desaparecer los relieves del
tímpano de una portada. Queriendo dar sensación de limpieza fueron embadurnados
de callos paramentos interiores de los muros, los arcos y bóvedas, los
capiteles y las tracerías de los ventanales. Año tras año se acumularon las
capas de cal de tal manera que la escultura de muchos de los elementos
decorativos se fundieron sus contornos, perdiéndose la forma y detalles
característicos de su estilo. Como contraste de este encalado quedan otros
lugares ennegrecidos por el hollín”. (10)
Segunda planta en la nave de la Epístola cuando la catedral era un cuartel (8) |
Con el fin de sus actividades militares, en 1948 el
Ministerio del Ejército cedió el edificio al de Educación Nacional bajo la
supervisión de la Dirección General de Bellas Artes, con la intervención
también del Servicio Regional de Regiones Devastadas, y el arquitecto Alejandro Ferrant, un pionero en España
de la aplicación de las teorías modernas de restauración de edificios históricos,
comenzó una larga y trabajosa
restauración que todavía está en curso, aunque la antigua Canonjía se
convirtió en Casa de Ejercicios Espirituales, sin entrar, al principio, dentro
del plan restaurador.
La restauración buscó recuperar el que se considera uno de
los monumentos más importantes de la arquitectura medieval europea no solo por
las novedades constructivas y las capillas funerarias de ilustres familias o
miembros de la iglesia, sino por la gran calidad de la escultura que conserva
en capiteles, cornisas, ménsulas, puertas… además de los restos de pintura
mural conservados. Durante los doce primeros años los trabajos se centraron en
el interior de la iglesia y en el claustro.
Interior del templo en la actualidad |
Crujía sur del claustro en la actualidad |
“No se pone nada
nuevo, en eso yo personalmente, soy muy purista; no colocamos una piedra, un
capitel, una ménsula, no hacemos un friso, sin que no estemos en la seguridad
de que existía”. (10)
En 1962 se hizo cargo de la restauración la Dirección
General de Arquitectura y Vivienda del Ministerio de Obras Públicas a través de
la Sección de Ciudades de Interés Artístico Nacional y se nombró director a Francisco Pons-Sorolla, que trabajó
bajo la supervisión de Ferrant como máximo responsable. En esta fase se trabajó
en los accesos al monumento recuperando los niveles originales que rodeaban el
templo y se restauraron las capillas góticas de la fachada sur. Entre 1967 y 1969 los trabajos se centraron en la
restauración exterior del ábside mayor y en las capillas absidiales de la
Epístola.
Zona absidial y fachada del transepto de la Epístola a fines del siglo XIX o comienzos del XX (8) |
La misma zona en la actualidad |
A continuación, todavía bajo la dirección de Pons-Sorolla,
se restauraron las cubiertas de la iglesia y del claustro, se cerraron con
placas de alabastro los ventanales del cimborrio y la capilla mayor, se
pavimentó el conjunto, se reforzó la estructura del campanario y se recuperaron
sus ventanas.
Placas de alabastro en una de las ventanas del ábside mayor |
En 1981, con los traspasos de competencias en materia de
cultura desde el Gobierno de España a la Generalitat de Catalunya, la Seu Vella
pasó a depender de este último organismo y se constituyó un nuevo patronato y
se nombró director de las restauraciones a Jaume
Fresquet, arquitecto de los Servicios Territoriales de Cultura de la
Generalitat, iniciándose la restauración de la fachada occidental del clautro y
la Puerta de los Apóstoles.
Puerta de los Apóstoles cuando la catedral era cuartel (11) |
Puerta de los Apóstoles en la actualidad |
En 1993 la Dirección General de Patrimonio Cultural de la
Generalitat aprobó el Plan Director de
la Seu Vella, documento elaborado por los arquitectos Jaume Fresquet i Folch y Enric
Solana i Piña con la participación de la historiadora del arte Inmaculada Lorés i Orzet, encargada del
estudio histórico y artístico. Con él se buscó crear una herramienta de
conocimiento del monumento y proponer las actuaciones para su revalorización
patrimonial. Se marcaron nueve fases agrupadas en intervenciones de nueva
arquitectura de carácter museográfico que afectaron a la Canonjía para
convertirla en centro de equipamientos y servicios y punto de acogida de
visitantes al conjunto y en intervenciones de restauración del propio
monumento.
Esta nueva fase comenzó con la restauración integral de la fachada
sur de la catedral, incluyendo la Porta dels Fillols, demoliéndose la
escalinata que había delante para construir una más rebajada, las dos capillas
a ambos lados de la misma, acomodando la de la izquierda, la Capilla de Jesús o
de Sescomes, como espacio provisional de acogida de visitantes hasta que se
recuperara la Canonjía, la Capilla Requesens y la Portada de la Anunciación en
el transepto de la Epístola. Las últimas intervenciones, iniciadas en 2009,
están centradas en las capillas absidiales del transepto de la Epístola y en
las fachadas y muros del crucero.
Fachada sur antes de la restauración (11) |
Fachada sur en la actualidad |
En cuanto a la Canonjía,
se respetaron los restos históricos y artísticos, se eliminaron los añadidos de
la década de 1950, cuando se construyó un piso superior, para una mejor lectura
del edificio, y se construyeron espacios funcionales para acogida de
visitantes, tienda, servicios…
Nave principal de la Canonjía restaurada |
Espacio de servicio habilitado tras la restauración de la Canonjía (12) |
Otro aspecto de la restauración de la Canonjía (12) |
Acceso actual al monumento por la Canonjía (12) |
El monumento pertenece a la Generalitat y el entorno, con
las murallas y el Castillo de la Suda, es del Ayuntamiento de Lleida, de ahí
que en 2010 ambas instituciones crearan el Consorci
del Turó de la Seu Vella de Lleida, dirigido por el historiador del arte Josep Tort, para la gestión común del “Conjunt Monumental del Turó de la Seu
Vella”, incorporado en 2015 a la lista indicativa de monumentos españoles
para ser declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Referencias:
(5) NIÑÁ JOVÉ, M., L'escultura
del segle XIII de la Seu Vella de Lleida, Tesis doctoral presentada en la
Facultad de Letras de la Universidad de Lleida, 2014.
(10) NIÑA JOVÉ, M., “La redescoberta d’una catedral: La
restauració monumental a la Seu Vella de Lleida”, Porticvm. Revista d’Estudis Medievals, nº 3, 2012, pp. 101-117.
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“L’arquitectura de la Seu Vella de Lleida: l’evolució de la capçalera”, Lambard. Estudis d'art medieval,
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