La iglesia de São Vicente de Fora en la actualidad

El Monasterio de São Vicente de Fora se ubica en un terreno elevado en la confluencia de los barrios históricos de Lisboa de Graça y Alfama y se denomina “de fora” porque, además de estar fuera de las murallas de la ciudad, la parroquia sobre la que se asentó no estaba en ese momento bajo la jurisdicción del obispo lisboeta.

El Monasterio de São Vicente de Fora desde el Mirador das Portas do Sol

Fue fundado en 1147 por orden del primer rey de Portugal, D. Afonso Henriques, tras la conquista de Lisboa a los musulmanes y refundado por Felipe II en 1582 después de que Portugal quedara incorporado a la Monarquía Hispánica y el rey empezara a reinar en el país como Felipe I, así que lo que hoy se conserva parte de esa fecha, levantado con la colaboración de los arquitectos Juan de Herrera, Filippo Terzi y Balthazar Álvares y con la colaboración posterior de los maestros Diogo Pais (1624), Pedro Nunes Tinoco (1624), João Nunes Tinoco (1641), Luís Nunes Tinoco (1690), João Frederico Ludovice (1720)… además de las reconstrucciones que se hicieron necesarias tras el terremoto de 1755, que afectó profundamente a la iglesia, con el desplome del cimborrio sobre el crucero, a las capillas del convento, al coro de canónigos, a los dos claustros, a las escaleras, a la sacristía, a la portería y a los dormitorios.

Después de haberme detenido en La historia del monasterio a lo largo de los siglos en un artículo al que podéis acceder en este enlace, hoy quiero enseñaros su magnífica iglesia.

Felipe II dio instrucciones precisas y dijo que la iglesia debía realizarse

“de manera y conforme a la traza y apuntamiento que para eso mande hacer, sin que los dichos religiosos ni sus prelados alteren cosa alguna (…) hasta que la dicha iglesia y capillas della, sacristía, coro, claustra alta y baja y las dos torres sean del todo perfectamente acabadas y de tal manera que la dicha iglesia esté del todo acabada conforme a la traza y apuntamiento que para eso mando hacer”.

Pero dichas instrucciones no se cumplieron y las trazas originales de la fachada fueron alteradas en 1615, cuando Felipe III lo autorizó bajo la presión de la comunidad agustina aduciendo necesidades litúrgicas y se optó por sustituir la terraza que había diseñado Herrera sobre la portada principal por un coro interior alto, conformando una fachada mucho más plana y provocando la ocultación del cimborrio sobre el crucero, por otro lado perdido durante el terremoto de 1755.

Posible traza original del alzado de la fachada de la iglesia según Chueca Goitia (1)

Fachada de la iglesia (2)

Es una fachada elevada sobre una escalinata que presenta un volumen central de tres calles flanqueado por sendas torres y se divide en dos cuerpos separados por un entablamento. El cuerpo bajo se organiza mediante tres vanos de medio punto entre pilastras dóricas sobre los que se ubican tres hornacinas flanqueadas de nuevo por pilastras dóricas que sustentan frontones, los dos de los extremos triangulares y el del centro curvo, que alojan las esculturas de San Agustín, fundador de la orden, flanqueado por San Vicente y San Sebastián, las advocaciones del convento, cuya autoría no está clara, anotándose quizá el francés Claude de Laprade.

Cuerpo bajo de la fachada

San Vicente

San Agustín

San Sebastián

En el cuerpo superior se ubican tres ventanas rectangulares flanqueadas por pilastras jónicas que sustentan frontones, los de los laterales curvos y el central triangular. El conjunto se remata con una balaustrada y plintos con pináculos piramidales.

Cuerpo superior y remates de las torres

Las torres, delimitadas por dobles pilastras también dóricas, son de sección cuadrada con tres cuerpos. En los bajos aparecen dos hornacinas rematadas por frontones curvos con las estatuas de San Antonio y Santo Domingo.

San Antonio

Santo Domingo

En los intermedios las hornacinas están rematadas por frontones triangulares y las esculturas son las de San Bruno y San Norberto. Estas esculturas de las torres se consideran posteriores a las del cuerpo central y se atribuyen al paduano Jõao António Bellini, un artista muy ligado a João Frederico Ludovice, que en 1720 sucedió a Luís Nunes Tinoco como maestro arquitecto de las obras de São Vicente.

San Bruno

San Norberto

En los cuerpos superiores de las torres aparecen vanos de medio punto y ambas están rematadas por sendas cúpulas con linterna.

Cuerpos superiores y remates de las torres desde la cubierta de la iglesia

La iglesia está precedida por un nártex rectangular cubierto con techumbre plana casetonada y alberga una escultura de San Onofre sobre pedestal dentro de una hornacina en el lado del Evangelio.

Nártex

Tiene planta rectangular con nave única, capillas laterales comunicadas entre sí, tribuna real a los pies, sobre el nártex, transepto que no sobresale en planta y profundo presbiterio que acoge el coro de canónigos.

Planta de la iglesia (3). Las indicaciones son mías

Nave y cabecera

Fotografía antigua de la nave central desde la tribuna (4)

Las capillas abren a la nave mediante tres arcos de medio punto enmarcados por dobles pilastras entre las que se ubican vanos rectangulares que dejan ver otras capillas más pequeñas, con un total de tres grandes y dos pequeñas por cada lado. A continuación se ubica un entablamento desde el que arranca una bóveda de medio punto con casetones, un tipo de cubierta que se repite en los brazos del transepto y en el presbiterio.

La nave desde el crucero

Juego de grandes arcos de medio punto y pequeños vanos rectangulares entre las pilastras

En el lado del Evangelio se ubican las capillas dedicadas a Santa Úrsula, San Francisco Javier, Nuestra Señora de los Dolores y los Pasos de Cristo, Santa Catalina y el Santísimo Sacramento, que es la única que cuenta con una verja, mientras que en el de la Epístola están las de San Miguel, Santa Rita de Casia, Nuestra Señora del Pilar, San Agustín, con una advocación anterior a Nuestra Señora de la Pureza, y del Santo Cristo.

Los retablos de Santa Úrsula, Nuestra Señora de los Dolores y los Pasos de Cristo, Santísimo Sacramento, San Miguel y Santo Cristo, todos en capillas grandes, son muy similares, realizados en madera imitando piedras combinando el gris, el blanco y el cobre y con una estructura sencilla de columnas con poca decoración que sustentan entablamentos y enmarcan un arco de medio punto rodeado de un cortinaje sustentado por ángeles que dejan ver la escultura titular. Sobre el entablamento aparece un frontón curvo partido en el que se sitúa un óculo para dar luz al ámbito.

Retablos de Santa Úrsula y de Nuestra Señora de los Dolores y los Pasos de Cristo

Retablo del Santísimo Sacramento

Retablos de San Miguel y del Santo Cristo

En cuanto a los artífices, se mencionan pagos por los mismos a los entalladores João de Oliveira y Manuel da Costa Silva y al dorador Bernardo da Costa Barradas. De todos modos, no se conoce bien su aspecto original porque sufrieron varias intervenciones en el siglo XIX.

El retablo de Nuestra Señora del Pilar, también de los grandes, fue un encargo del devoto castellano Baltasar Granero, un militar que trajo una imagen de la Virgen copia de la de la catedral de Zaragoza y fundó una hermandad en su honor en esta capilla. Se realizaría durante la década de 1660 y muestra influencia del barroco romano, organizado mediante pilastras exteriores y columnas dobles que enmarcan un arco de medio punto, todo ello plagado de decoración de grutescos, que aloja una talla de la Virgen sobre una columna. Por encima aparece un entablamento que sustenta otro arco de medio punto con un óculo central.

Retablo de Nuestra Señora del Pilar

En cuanto a los retablos de las capillas más pequeñas, se cree que fueron concebidos en talla dorada pero después fueron repintados en gris y blanco para adecuarse al cromatismo de los anteriores.

Retablos de San Francisco Javier y de Santa Catalina

Retablos de San Agustín y de Santa Rita

La nave está separada del crucero mediante tres gradas y una balaustrada de mármol. El crucero estaba cubierto por una gran cúpula que se desplomó en el terremoto de 1755 y fue sustituida por otra de madera con ventanas rectangulares.

Crucero desde la nave

Cúpula de madera sobre el crucero

En el transepto del Evangelio se ubica el retablo de Nuestra Señora de la Enfermería y en el de la Epístola se aloja el retablo del Corazón de Jesús.

Retablo de Nuestra Señora de la Enfermería en el transepto del Evangelio

Retablo del Corazón de Jesús en el transepto de la Epístola

La iluminación proviene de ventanas termales en los pies y en la cabecera de la nave central y en los transeptos y de óculos en las capillas laterales.

La estructura del templo se ha comparado tradicionalmente con la de la Catedral de Valladolid, ambas diseñadas a comienzos de la década de 1580, hablándose de una mutua influencia entre Herrera y Terzi, que en esos años trabajaron codo con codo. La disposición de la nave con pilares y bóveda y la estructura de las naves laterales tienen antecedentes en Sant’Andrea de Mantua de Alberti y en la basílica de San Pedro del Vaticano, con un componente albertiano y una referencia clásica a los grandes edificios abovedados romanos evidentes. También denotan influencia albertiana las pilastras pareadas con puertas entre ellas, las bóvedas casetonadas transversales contrastando con la de la nave central, el nartex y el énfasis del transepto mediante una gran cúpula sobre el crucero.

De la capilla mayor diseñada en tiempos de Felipe II apenas se sabe nada. Según una descripción de 1704 constaba de

“a escada de sette degraos pellos quaes se sobe ao pavimentos da cappela e delle ao altar‐mor, que ainda nam tem retabolo competente seruindo‐lhe hum de madeyra pintada enquanto se nam faz o que se determina obrar de pedra, com a mayor perfeyçam como pede a magnificencia da igreja e da mesma cappela‐mor”.

Y de ahí se deduce que en esas fechas todavía no contaba con un retablo a la medida de la importancia del templo.

En 1734 consta el encargo de un nuevo retablo, ya de piedra, al maestro entallador Manuel da Costa Oliveira, que debía de ser abierto tanto al crucero como al coro de canónigos, por detrás del mismo, una estructura excepcional en Portugal que remite a las iglesias venecianas de San Francesco della Vigna de Jacopo Sansovino y San Giorgio Maggiore de Andrea Palladio.

Los especialistas no se ponen de acuerdo sobre si este retablo se terminó ejecutando pero lo cierto es que en 1780 ya surge un nuevo encargo, el imponente baldaquino que en la actualidad cobija el altar mayor, realizado por orden de D. Joao V en la fase de reconstrucción del templo tras el terremoto de 1755, una obra dirigida por el escultor Joaquim Machado de Castro y ejecutada por los escultores Manuel Vieira, Alexandre Gomes y António dos Santos.

Baldaquino

Su monumentalidad está ligada al hecho de que la iglesia se convirtió en Patriarcal a partir de 1773, un tipo de aparato presente en todas las patriarcales romanas. Así, conjuga dos grandes influencias, la del baldaquino de Bernini para San Pedro del Vaticano y la del de Carlo Fontana en Santa María in Trasportina. Lo berniniano lo encontramos en su morfología esencial, definida por las cuatro columnas y remate con lambrequín y coronas abiertas en forma de volutas. En cuanto a la influencia de Fontana se observa en la relación del altar con el espacio y en la importancia de lo escultórico.

Junto a las dos columnas del lado del Evangelio están las esculturas de San José, San Agustín, Santa Mónica y San Vicente y las de la Epístola presentan las de la Virgen, San Teotonio, un santo de devoción portuguesa que fue primer prior del Convento de santa Cruz de Coímbra, San Fructuoso y San Sebastián, todas realizadas en madera pero pintadas de blanco.

Esculturas del baldaquino en el lado del Evangelio (5)

Esculturas del baldaquino en el lado de la Epístola (5)

Tras el baldaquino se encuentra el coro de canónigos, al que se accede mediante dos portadas laterales flanqueadas por sendos ángeles de gran tamaño, aunque no está abierto a las visitas turísticas. Aloja un órgano construido por el organero João Fontanes de Maqueixa en 1765 que es uno de los mejores ejemplares de organería portuguesa del siglo XVIII. En 1994 fue restaurado por los maestros franceses Claude y Christine Rainolter.

Este ámbito también cuenta con un programa pictórico fechado en el tercer cuarto del siglo XVIII compuesto por diez pinturas con escenas de las vidas de los santos Vicente, Sebastián, Agustín y Teotonio, que también están presentes en el baldaquino.

Decoración pictórica del coro de canónigos (6)

San Sebastían derrumbando los ídolos y San Vicente y san Valerio ante Daciano (6)

Su mal estado, excesivamente repintadas, dificulta confirmar la autoría. Hasta hace poco se atribuían a un pintor prácticamente desconocido llamado Manuel José que podría ser fray Manuel de Maria Santíssima, que residió en São Vicente por lo menos hasta 1773, año en el que la comunidad se trasladó a Mafra. Pero recientes investigaciones, además de anotar que las obras parecen responder a dos maestros distintos, han localizado la firma del pintor brasileño António Fernandes Rodrigues en cuatro de los cuadros.

Y aquí termino con el paseo por la iglesia. Si queréis hacer una visita virtual detallada a los dos claustros del monasterio, hoy convertidos en Museu do Patriarcado de Lisboa, podéis abrir este enlace.

Imágenes ajenas:

(1) GONZÁLEZ RODRÍGUEZ, A., “La arquitectura portuguesa en el periodo filipino (1580-1640). La influencia española”, El Cronista extremeño, ¿?. http://cronistasdeextremadura.com/index.php/noticias-c/83-la-arquitectura-portuguesa-en-el-periodo-filipino-1580-1640-la-influencia-espanola.html
(5) COSTA SALDANHA, S., “A escultura em São Vicente de Fora: projecto, campanhas e autores”. En COSTA SALDANHA, S. (Ed.), Mosteiro de São Vicente de Fora. Arte e História, Lisboa, Centro cultural do Patriarcado de Lisboa, 2010, pp. 188-207.
(6) SALDANHA, N., “Transitoriedade e permanência. A pintura de São Vicente de Fora”. En COSTA SALDANHA, S. (Coord.), Mosteiro de São Vicente de Fora. Arte e História, 2010, pp. 157-187.

Fuentes:

ARAMBURU-ZABALA HIGUERA, M. Á., Juan de Herrera, Fundación Ignacio Larramendi, Madrid, 2013.
ALMEIDA MARADO, A. C. G., Patrimonio conventual y periferia. La salvaguardia de los antiguos espacios conventuales del Algarve, tesis doctoral, Universidad de Sevilla, 2007.
COSTA SALDANHA, S., “O Baldaquino da Igreja de São Vicente de Fora: tipologias, modelos e significado”, Ars Sacra. Formas de Religiosidade e Sacralidade nas Artes Decorativas Portuguesas, I Ciclo de Conferências para o Estudo dos Bens Culturais da Igreja, 2007.
COSTA SALDANHA, S., “A escultura em São Vicente de Fora: projecto, campanhas e autores”. En COSTA SALDANHA, S. (Ed.), Mosteiro de São Vicente de Fora. Arte e História, Lisboa, Centro cultural do Patriarcado de Lisboa, 2010, pp. 188-207.
FERREIRA, S., “A Retablística: presença e memória”. En COSTA SALDANHA, S. (Ed.), Mosteiro de São Vicente de Fora. Arte e História, Lisboa, Centro cultural do Patriarcado de Lisboa, 2010, pp. 275-289.
GONZÁLEZ RODRÍGUEZ, A., “La arquitectura portuguesa en el periodo filipino (1580-1640). La influencia española”, El Cronista extremeño, ¿?. http://cronistasdeextremadura.com/index.php/noticias-c/83-la-arquitectura-portuguesa-en-el-periodo-filipino-1580-1640-la-influencia-espanola.html
MENDES DRUMOND BRAGA, I. M. R., “Os monjes de São Vicente de Fora na Época Moderna”. En COSTA SALDANHA, S. (Ed.), Mosteiro de São Vicente de Fora. Arte e História, Lisboa, Centro cultural do Patriarcado de Lisboa, 2010, pp. 35-53.
REGA CASTRO, I., “Lisboa, circa 1717. Fernando de Casas y algunos modelos para la “yglesia del señor de Santiago de Galizia””, Revista Historia Autónoma, nº 7, 2015, pp. 49-65.
SALAZAR RIBEIRO, J. A., Filipe Tércio. Ingegnere e Architetto em Portugal (1577–1597), Dissertação realizada no âmbito do Mestrado em História da Arte Portuguesa, Faculdade de Letras da Universidade do Porto, 2016.
SALDANHA, N., “Transitoriedade e permanência. A pintura de São Vicente de Fora”. En COSTA SALDANHA, S. (Ed.), Mosteiro de São Vicente de Fora. Arte e História, Lisboa, Centro cultural do Patriarcado de Lisboa, 2010, pp. 157-187.

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