La Sacra Capilla funeraria del Salvador del Mundo de Úbeda. Introducción y personajes relevantes
La Sacra Capilla del Salvador del Mundo de Úbeda se ubica en el eje este-oeste de axialidad longitudinal de la emblemática plaza de Juan Vázquez de Molina, uno de los conjuntos renacentistas más asombrosos de nuestro país y el recinto abierto más extenso y despejado de toda la retícula urbana en el corazón arqueológico, histórico y arquitectónico de la ciudad, el barrio del alcázar, donde a lo largo de la historia han estado una fortaleza musulmana, la mezquita mayor, la colegiata de Santa María, los grandes palacios del Renacimiento, el antiguo Pósito, iglesias, conventos o la judería.
Palacio del deán Ortega y Sacra Capilla del Salvador |
Como capilla funeraria de don Francisco de los Cobos y su esposa, doña María de Mendoza y Sarmiento, es un edificio excepcional por su carácter
exento y privado y una de las obras más importantes del Renacimiento. Buscando
tanto la salvación del alma de sus comitentes como su glorificación personal, se
conforma como uno de los mayores logros a los que podía aspirar un hombre del
siglo XVI.
Fachada occidental de la Sacra Capilla del Salvador |
Según las excavaciones arqueológicas realizadas, los
primeros asentamientos humanos en la zona que hoy ocupa Úbeda datan de la Edad
del Cobre, el III milenio aC., y se escoge este emplazamiento por ser un lugar de privilegiada estrategia
militar y económica, dominando los valles del alto Guadalquivir y del Guadalimar.
La población
como tal fue fundada por Abderramán II
en la primera mitad del siglo IX con el nombre de Ubbadat al-Arab y su economía se basó en la agricultura,
predominando el minifundio de huerta y cereales. En los siglos XI y XII fue
conquistada sucesivamente por almorávides y almohades, cuando se construyeron
las murallas, todavía conservadas casi en su totalidad, que rodeaban la antigua
medina.
Murallas de Úbeda (1) |
Úbeda hispano-musulmana (siglos IX-XIII) con indicación de la zona de asentamientos prehistóricos en rallado (1) |
En 1233 Fernando III de Castilla y León consiguió conquistar definitivamente la población, y aunque no hubo oposición armada sino capitulación tras un prolongado asedio y se permitió a sus moradores que se quedaran, enseguida se inició la repoblación y la consagración cristiana de las mezquitas.
Fernando III. Tumbo A o Índice de los Privilegios reales. Catedral de Santiago de Compostela (2) |
El nuevo
asentamiento se fue consolidando gracias a la concesión real de tierras y
privilegios, como el Fuero de Cuenca, cuando el minifundio fue sustituido por
las grandes propiedades del Concejo, y por el reparto de grandes lotes de
tierra a los nuevos moradores, muchos de ellos conquenses, como compensación de
su contribución militar a la conquista. La explotación agraria extensiva en
estas grandes propiedades favoreció un modelo de vida más urbano porque las
tierras no requerían tanta atención.
El
Concejo, forma de gobierno de una villa de realengo, se compondría de dos
alcaldes, un alguacil, un escribano, dos regidores hidalgos y otros diez no
hidalgos y un número indeterminado de jurados, todos ellos elegidos entre los
candidatos propuestos por las collaciones, divisiones urbanas de carácter
administrativo y fiscal implantadas por el municipio que no deben confundirse
con las parroquias, que eran divisiones eclesiásticas.
Como
los ubetenses colaboraron en la toma de distintos enclaves andaluces, el alfoz
jurisdiccional de la villa fue creciendo hasta conformarse un amplio territorio
al que se fueron incorporando lugares como Torre de Andón, hoy Torreperogil,
Torre de San Juan, Villapardillo, Torre de Santa Olaya, Torre del Jandulilla,
Cabra del Santo Cristo, Santiesteban del Puerto, los castillos de Huesa, Tíscar
y Belerda, Canena, Quesada o el castillo de Albanchez.
En 1369, durante el reinado de Enrique II, la población cambió de estatus oficial y pasó a ser ciudad, siendo a partir de ese momento nombrada como “Muy noble, muy leal Ciudad, reparo y ensalzamiento de la corona de Castilla”, en reconocimiento de los doce caballeros de Úbeda que vencieron a doce musulmanes en la Toma de Algeciras, de ahí que el escudo de la ciudad presente una corona sobre campo rojo protegida por una orla con doce leones rampantes.
Escudo de la ciudad de Úbeda (3) |
Ante el debilitamiento de la monarquía, el final del siglo XIV y todo el siglo XV en Úbeda se caracterizaron, lo mismo que en el resto de territorios de la corona, por las constantes pugnas internas y alborotos promovidos, primero por los grandes linajes de los Trapera y Aranda y después por los Cueva y los Molina, luchando encarnizadamente entre ellos por la tenencia y posesión de los cargos públicos de un poder municipal ya totalmente en manos del patriciado urbano, buscando convertirlos incluso en hereditarios. Para los Reyes Católicos la pacificación se convirtió en un objetivo prioritario, y como la existencia del poderoso alcázar en Úbeda convertía en invencible al linaje que lo poseía, en 1502 Isabel I ordenó derribarlo y en 1507 el derribo fue consumado, allanándose también las murallas y torres existentes entre la fortaleza y la ciudad. Y fue precisamente esta destrucción del antiguo alcázar la que propició el primer gran cambio de la imagen de Úbeda. Desde fines del siglo XV la ciudad se había ido poblando de una importante arquitectura eclesial en gótico mudéjar y flamígero. Pero la demolición del alcázar, al dejar espacio libre dentro del entramado, supuso una nueva fase en la definición urbana porque cambió el perfil tardomedieval de la ciudad.
Así, el
siglo XVI, gracias a la pacificación de la ciudad, la Toma de Granada, tras la
que muchos caballeros ubetenses volvieron con riquezas y propiedades, la
llegada de metales preciosos de América y el desarrollo económico provocado por
el aumento de la producción agrícola, se caracterizó por la construcción de nuevos
edificios. Los señores terratenientes levantaron nuevos palacios de carácter
autoafirmativo y con connotaciones muy concretas, tanto en el ámbito de lo
estilístico como en el ideológico. El propio concejo construyó la Casa de
Audiencia, una Alhóndiga de trigo, fuentes para el abastecimiento de agua de la
población… e incluso realizó ensayos puntuales de un nuevo concepto de
urbanismo que marcaron desde entonces la fisonomía urbana, pues en unos casos
unas calles se alinearon y en otros surgieron directamente de un diseño
planeado, con fachadas de palacios, iglesias, casas consitoriales… ante
espacios abiertos donde tenían lugar celebraciones de carácter cívico,
religioso o lúdico. También se mejoraron las vías de comunicación y en 1562 se
levantó el Puente de Ariza, obra excepcional de ingeniería trazada por Andrés de Vandelvira, arquitecto
esencial en este proceso.
El otro
gran estamento privilegiado era el clero. En la ciudad existían once parroquias:
Santa María, con dignidad de Colegiata desde el siglo XIII, San Pablo, San
Pedro, Santo Domingo, Santo Tomás, San Lorenzo, San Juan Evangelista, San Juan
Bautista, San Millán, San Nicolás y San Isidoro. Además, en el siglo XVI las
Ordenes existentes en la ciudad eran: Trinitarios Calzados, Mercedarios
Redentores, Franciscanos, Dominicos, Mínimos de San Francisco de Paula, Jesuitas,
Carmelitas Descalzos, Hospitalarios, Franciscanas Descalzas, Monjas del Orden
Tercera de San Francisco, Dominicas y Carmelitas Descalzas.
En este
siglo también se sabe de la existencia de más de diez hospitales, fundaciones
de carácter piadoso, entre los que se encontraban el de San Antón Abad, el de
Pero Almindes, también conocido como Hospital de San Jorge, el de los Viejos
Honrados del Salvador, el de los Pobres de Jesucristo, el de San Pedro y San
Pablo, el de Dios Padre, el de Santo Domingo, San Millán y Santa Ana y el de
Nuestra Señora del Rosario. De todos ellos en la actualidad solo se conservan
el de los Viejos Honrados del Salvador, que funcionó hasta 1821 y en la
actualidad es la Escuela Municipal de Danza, y el magnífico Hospital de Santiago,
que mantuvo sus funciones hospitalarias hasta 1975 y en la actualidad es un
centro cultural.
Ya en
el siglo XVII, la decadencia durante el reinado de Felipe IV también afectó a
Úbeda, con malas cosechas, plagas y enfermedades, la disminución paulatina de
su alfoz jurisdiccional por la independencia de muchos pueblos y el descenso de
la población, que en 1815 ya era sólo de 10000 habitantes, cuando en el siglo
XVI había llegado a ser de casi el doble.
Aún
así, y a pesar de los desastres de la Guerra de la Independencia y de la Guerra
Civil, en la actualidad la ciudad todavía conserva un rico patrimonio artístico
y cultural renacentista fraguado gracias a comitentes relevantes y a artistas
que habían entendido la nueva estética surgida en Italia.
Personajes
relevantes
El
Renacimiento penetró en España a través de la importación de obras realizadas
en Italia, la presencia de artistas europeos en el país, sobre todo por iniciativa de los Reyes Católicos y de Carlos V, la labor de artistas
españoles que habían viajado y trabajado en Italia, conociendo directamente las
técnicas y estética renacentistas, la difusión de grabados de obras y de
tratados artísticos italianos y franceses y la posterior difusión de tratados
de autores ya españoles, siendo el primero, inaugurando la teoría artística en
España y divulgando la arquitectura romana clásica a través de Vitruvio y la italiana
del Renacimiento a través de Leon Battista Alberti, Medidas
del Romano de Diego de Sagredo, publicado en 1526, obra esencial
para el estudio y conocimiento del Renacimiento peninsular. También tuvieron un
papel esencial los comitentes, tanto los reyes como el clero y la nobleza.
Así, la Sacra Capilla del Salvador de Úbeda supuso el encuentro entre sus comitentes, el deán don Fernando Ortega, los arquitectos Diego de Siloé y Andrés de Vandelvira, los escultores Esteban Jamete y Alonso Berruguete, y el arquitecto, escultor, orfebre y rejero Francisco de Villalpando, que llevaron a cabo la empresa más ambiciosa de toda la arquitectura religiosa privada del siglo XVI, un templo que en su día fue símbolo de prestigio y de poder y que hoy es clave imprescindible para el conocimiento del Renacimiento español. También fue el primer hito de un proceso de apropiación, en el que vemos claras analogías con otros procesos desarrollados en varias ciudades italianas del Renacimiento, por parte de Cobos y sus protegidos, como el deán Ortega o su sobrino Juan Vázquez de Molina, de terrenos de propiedad municipal para crear una plaza cerrada por edificios palaciegos en una disposición en la que el referente es la propia capilla.
Don Francisco De Los Cobos fue uno de los personajes que
más contribuyó a la difusión del Renacimiento en España. Nació en Úbeda hacia
1477 en una familia del linaje de los Cobos-Molina pero que no gozaba de una
acomodada situación, hijo de don Diego de los Cobos, presente en la Toma de
Granada, y de doña Catalina de Molina, perteneciente al bando de la
aristocracia urbana enfrentado a los Cueva durante el siglo XV.
Retrato de Francisco de los Cobos por Jan Gossaert, ha. 1530. The Getty Center, Los Ángeles (4) |
En su
juventud su tío, don Diego Vela Allide, contador y secretario de Isabel la
Católica, le ofreció un puesto en su despacho en Granada y allí aprendió la
rutina de la administración oficial.
Poco a
poco fue escalando puestos y acumulando patrimonio y cargos, como el de contador
de Granada, regidor de Úbeda, regidor de Granada o escribano del crimen de
Úbeda además del encargo del registro de reales mercedes, puesto esencial
porque era donde se fijaban las vacantes y nombramientos del rey.
En 1516,
a la muerte del rey Fernando, consiguió que Carlos I, futuro emperador Carlos V,
le nombrara su secretario, en 1519 fue nombrado caballero de la orden de
Santiago y en 1521 comendador de los bastimentos de León de esta orden militar.
En
1522, ya secretario del Consejo de su majestad Carlos V y dueño de una considerable
fortuna, contrajo matrimonio con la camarera de la emperatriz Isabel doña María de Mendoza y Sarmiento, entonces
una muchacha de 14 años hija de don Juan Hurtado de Mendoza y doña María
Sarmiento Pimentel de Castro, III condesa de Rivadavia, un matrimonio por el
que don Francisco emparentó con los Mendoza, uno de los linajes más poderosos
de Castilla.
El
matrimonio tuvo dos hijos: don Diego Sarmiento de los Cobos, casado en 1543 con
doña Francisca Luisa de Luna y Mendoza, señora de Camarasa, que como regalo de
bodas recibieron de Carlos V el marquesado de Camarasa, y sobre el que su padre
instituyó un mayorazgo para asegurar la conservación de su linaje y el
patrimonio familiar; y doña María de los Cobos Sarmiento de Mendoza, casada en
1541 con don Gonzalo Fernández de Córdoba, nieto del Gran Capitán, III duque de
Sessa y Terranova, I duque de Baena y gobernador de Milán entre otros títulos.
En 1529
Cobos fue nombrado comendador mayor de León de la orden de Santiago, la
encomienda más prestigiosa, una dignidad equiparable a los altos títulos
nobiliarios y a la consideración que su propia esposa tenía por nacimiento,
identificándose tanto con este cargo que a partir de aquí empezó a firmar como
“Cobos comendador mayor”.
Un año
después, en 1530, tras la muerte del gran canciller Mercurino Gattinara, fue
nombrado consejero del Emperador junto a Nicolás Perrenot de Granvela,
adquiriendo cada vez más protagonismo y convirtiéndose en hombre imprescindible
de la política financiera imperial, acompañando también al emperador en todos
sus viajes como un agente principal en todas las negociaciones diplomáticas.
Medalla de 1531 con el retrato de Francisco de los Cobos (5) |
Su afán de ennoblecimiento y de seguir acumulando bienes se continuaron colmando con sucesivos nombramientos, como el de adelantado de Cazorla, con carácter hereditario para sus descendientes, o con la compra al Emperador de las villas de Sabiote, Torres y Canena en 1537 y 1538, con las que conformó un gran estado señorial. Sabiote y Torres pertenecían a la orden de Calatrava y Canena a la de Santiago y gracias a las negociaciones de Cobos, Carlos V había obtenido una bula papal que le autorizaba, como Gran Maestre de las Órdenes Militares, a enajenar sus propiedades y venderlas para conseguir fondos para la guerra contra los turcos.
En el
plano económico era dueño de los yacimientos mineros de los términos de Vera,
Azuaga, Toledo, Navarra, Cartagena y Lorca y, sobre todo, percibió el cargo de
ensayador mayor de los metales preciosos de la Casa de Contratación de la
Indias como prebenda, un título con pingües ganancias.
Aunque
no fue un humanista ni una persona de letras, el ejercicio de sus funciones le
posibilitó conocer Italia y a buena parte de su intelectualidad. Tuvo contacto
con el poeta Pietro Aretino, con Tiziano, retratista oficial del Emperador, con
la poetisa y estadista Veronica Gambara o con el médico e historiador Paolo
Giovio. En España mantuvo amistad, entre otros intelectuales consagrados, con
Juan de Valdés, el poeta y diplomático Diego Hurtado de Mendoza o el
historiador Luis de Ávila y Zúñiga.
Tampoco
fue un coleccionista o un conocedor de arte, pero por su poder e influencia y
también por amistad, recibió infinidad de regalos preciosos y él mismo también
adquirió obras artísticas con las que ganar el prestigio que siempre buscó. Así,
a lo largo de su vida acumuló un repertorio de valiosas pero heterogéneas
piezas que respondían a su variada procedencia y que Cobos veía como un tesoro
entendido como acumulación de riquezas, sin participar de los rasgos esenciales
que caracterizan el coleccionismo moderno según Fernando Checa y Miguel Morán,
que son el contenido profano y el carácter esencialmente privado, sin que esté documentado
que poseyera una pequeña "cámara de maravillas", una wunderkammern manierista, siguiendo la creciente moda coleccionista
europea y el propio ejemplo del Emperador. Su estimación por las piezas y
objetos de arte se basaba en su utilidad, por lo que eran piezas destinadas a
la decoración de sus palacios, la dotación litúrgica de su iglesia o tenían
intención especulativa o meramente económica. Así, no encontramos gusto
estético, pasión y complacencia ante unos objetos solamente reservados a una
íntima contemplación. Aun así, el cúmulo de obras de arte de asombrosa calidad
artística que el Comendador llegó a reunir en sus palacios y en la Sacra
Capilla del Salvador fue extraordinario, tal y como reflejan sus inventarios de
bienes y alhajas.
Tuvo
dos suntuosos palacios, uno en Valladolid, que posteriormente se convirtió en
Palacio Real y hoy es Capitanía General, y otro en Úbeda, destruido en un incendio
en el siglo XIX, ambos encargados al arquitecto del emperador Luis de Vega, y
para la decoración del vallisoletano trajo desde Italia a los pintores
fresquistas Giulio di Aquili y Alessandro Mayner. Aquili también parece que
trabajó en Úbeda.
Otro de
sus logros fue la creación del Archivo de Simancas. El castillo había pasado a
propiedad de la Corona en 1480 como prisión del Estado para acusados de alta
traición a la Monarquía y fue Cobos quien tomó la iniciativa en 1542 de
convertirlo en Archivo de los Reinos de Castilla para depósito y guarda de toda
su documentación oficial, una propuesta aceptada desde el principio por el
Emperador. Luis de Vega fue el autor de las trazas del ala del castillo
destinada originariamente a Archivo.
Don Francisco de los Cobos, la persona más influyente sobre el emperador y una de las más influyentes de la Europa de su tiempo, murió en su palacio ubetense el 10 de mayo de 1547. La construcción de una capilla funeraria en su ciudad natal, la Sacra Capilla de El Salvador, igual que la de sus palacios, dada la perdurabilidad y monumentalidad de la arquitectura, fueron una forma de expresar su rango y posición en la sociedad de su época y de legitimación de la nueva casa dinástica que había fundado además de conformar una imagen de hombre virtuoso merecedor de la posición que ocupaba gracias a su fidelidad al Emperador.
Don Fernando Ortega Salido nació en Úbeda en torno a 1490
en una familia perteneciente a uno de los linajes hidalgos de mayor raigambre
en la ciudad. Aunque no se sabe nada de su formación intelectual sí conocemos
su activa función en obras tan importantes en el Renacimiento andaluz como la
propia catedral de Málaga, de la que era deán desde 1526, la Sacra Capilla del
Salvador o sus propias fundaciones: la Capilla de la Concepción en la iglesia
de San Nicolás de Bari y su palacio en Úbeda. También fue amigo personal de don
Francisco de los Cobos y su apoderado en Úbeda, además de primer capellán mayor de su capilla, títulos que compaginó con el
de capellán del emperador, chantre de la Colegiata de Santa María de Úbeda y prior
de la villa de Castellar.
Antiguo palacio del deán Ortega, hoy parador nacional, al lado de la Sacra Capilla del Salvador |
Buena
parte de las claves interpretativas del Salvador, como el mismo Cobos reconoce
en su testamento, están en relación con su personalidad. Y es que fue un culto
hombre de Iglesia que a lo largo de su vida trató con arquitectos como Diego de
Siloé, Luis de Vega o Andrés de Vandelvira, emitiendo sus criterios
constructivos y dictando programas iconográficos y simbólicos. Sus relaciones
con la Corte eran frecuentes y también trató con otras personalidades del mundo
del arte, como Alonso de Berruguete, Giulio di Aquili, Esteban Jamete… de ahí
que deba considerarse elemento esencial para la comprensión de la cultura
arquitectónica de su momento.
El
escultor y arquitecto Diego de Siloe,
una de las figuras más sobresalientes del renacimiento español, nació hacia 1487
en Burgos, hijo del escultor gótico Gil de Siloe. Recibió su primera formación
como escultor en el taller de su padre, pero con la muerte de éste hacia 1505
pasó al de Felipe Bigarni, con el que se inició en las nuevas ideas renacientes.
Hacia
1508 viajó en Nápoles y durante su estancia en Italia conoció de primera mano
lo que allí se estaba fraguando trabajando junto a Bartolomé Ordóñez en la
realización de algunas obras, destacando los trabajos en la Cappella Caracciolo
di Vico en la iglesia del convento de San Giovanni a Carbonara de Nápoles, un
ámbito de planta circular que parece inspirarse en el diseño del interior del templete
de San Pietro in Montorio de Bramante y que tomaría como modelo años después para
la cabecera de la Sacra Capilla del Salvador.
Durante
esta estancia en Nápoles conocería, entre otros, los proyectos de Giuliano da
Sangallo, Francesco di Giorgio Martini y Fra Giocondo da Verona, protagonistas
del discurso más renovador de la arquitectura del momento. Además, también se
cree que pudo visitar Roma, Florencia y algunos otros grandes centros
artísticos italianos.
De
vuelta en Burgos, en 1519 realizó el sepulcro
del obispo don Luis de Acuña en la Capilla de la Concepción de la catedral, ya con hechuras plenamente
renacentistas, lo mismo que la Escalera
Dorada, su primera gran obra arquitectónica, una de las creaciones más
importantes del Renacimiento español, que bebe directamente de las escaleras
del Belvedere de Bramante en el Vaticano.
Escalera dorada en la catedral de Burgos |
Entre
1523 y 1526 trabajo junto a Bigarni en los retablos y la decoración escultórica
exterior de la Capilla de los Condestables.
Retablo mayor de la Capilla de los Condestables de la catedral de Burgos |
En 1528 se hizo cargo de las obras de la iglesia del monasterio jerónimo de Santa María de la Concepción de Granada, cuya cabecera fue convertida en capilla funeraria del Gran Capitán.
Iglesia del monasterio de Santa María de la Concepción de Granada (6) |
Ese
mismo año fue nombrado maestro mayor de
obras de la catedral de Granada y se trasladó definitivamente a esa ciudad,
donde residirá hasta su muerte en 1563. En la catedral destaca la organización
de su cabecera, un gran espacio circular cubierto con cúpula que remite a los
edificios funerarios romanos, y la Portada del Perdón, concebida a modo de gran
arco de triunfo.
En 1529
dio las trazas para el Colegio Fonseca de Salamanca.
Patio del Colegio Fonseca de Salamanca |
Otras obras importantes fueron la iglesia de Nuestra Señora de la Encarnación de Íllora o la iglesia de San Gabriel de Loja.
Don
Francisco de los Cobos le contrató en 1536 para la realización de las trazas de
su capilla funeraria, la Sacra Capilla
del Salvador en Úbeda, que se levantó, aunque con variaciones, respetándose
los aspectos arquitectónicos de ordenación de espacios y articulación de masas
dados por el maestro.
La nave
toma como referencia las basílicas romanas y paleocristianas y la cabecera remite
a los espacios funerarios desde la antigüedad y al Panteón de Roma, además de
la mencionada Cappella Caracciolo di Vico en Nápoles.
Cappella Caracciolo di Vico (7) |
En cuanto a la combinación de ambos espacios, podemos observarlo en las obras de unión del Mausoleo de Santa Elena con la iglesia de los mártires Pedro y Marcelo en Roma en el siglo IV y en las de la basílica del Santo Sepulcro con la Iglesia del Gólgota en Jerusalén en el siglo XII, un edificio que es posible que se conservase hasta el siglo XVI y que Michelozzo Michelozzi y Leon Battista Alberti pudieran haber llegado a conocer, utilizando ese esquema en el siglo XV para el panteón de los Gonzaga, señores de Mantua, en la iglesia de la Annunziata de Florencia, en el que Alberti retomó el esquema general de su malogrado proyecto de capilla funeraria para Segismundo Malatesta. Muy posiblemente Siloe habría tenido en cuenta estos referentes para diseñar el impresionante espacio renacentista de la catedral de Granada, de la que era maestro de obras, trasladándolo a Úbeda en 1536 pero reduciendo las proporciones.
Andrés de Vandelvira fue un arquitecto del
Renacimiento español nacido hacia 1505 en Alcaraz, provincia de Albacete, que
ejerció una considerable influencia en la evolución de su arte dentro de Jaén,
en general en Andalucía y también en Hispanoamérica.
Monumento a Andrés de Vandelvira en la plaza Vázquez de Molina de Úbeda |
No se
conoce su origen familiar y social. El apellido, arraigado en tierras de
Alcaraz, desde el siglo XV, algunos lo han interpretado como de ascendencia
flamenca considerándolo contracción de “Van der”, pero otros especialistas lo
consideran español, como derivación de “Yvan delvira”, es decir “Juan el de
Elvira”, que se contrae en Vandelvira. Lo que sí es cierto es que él mismo
firmaba como “Vandaelvira”, empezando a conocérsele como “Vandelvira” a partir
del siglo XVII.
Aunque
tampoco se sabe mucho sobre su formación ni si pudiera pertenecer a una familia
de canteros, se cree que fue aprendiz en el taller del maestro cantero
Francisco de Luna, establecido en Alcaraz desde 1512 y que después se convirtió
en su suegro.
Con
solo 18 años ya se le sitúa realizando modestas tareas del oficio en Alcaraz y
en los cinco años siguientes se le nombra como cantero en iglesias locales.
En 1529
comenzó a trabajar en las obras del Convento
de Uclés en Cuenca, sede principal de la Orden de Santiago, donde Luna
había sido nombrado maestro principal, aunque sólo estuvo allí unas pocas semanas.
En 1531
ambos se trasladan a Villanueva de los
Infantes, provincia de Ciudad Real, enclave esencial de la orden en la
meseta sur, para trabajar en la iglesia
parroquial de San Andrés. Ese mismo año, Vandelvira también contrata en su
ciudad natal la construcción de un alhorí
o pósito de grano.
Hacia
1533 se estableció en Villacarrillo, provincia de Jaén, ya casado con
Luisa, hija de Luna, y empezó a trabajar en su iglesia parroquial. En 1534 fue llamado por el cabildo municipal de
Sabiote.
En 1536
fue contratado como cantero junto a Alonso Ruiz para levantar las trazas de
Diego de Siloe para la Capilla del
Salvador de Úbeda, panteón de don Francisco de los Cobos, y en 1540 firmó
un nuevo contrato, ya como responsable único de la obra, introduciendo cambios
en el proyecto siloesco que afectaron a la sacristía, construyendo una nueva, y
las portadas, añadiéndose, además de la occidental y una en el lado del
Evangelio, otra lateral en el lado de la Epístola que el proyecto inicial no
incluía. A partir de este momento Vandelvira, influenciado por Siloe, empezó a
aplicar el clasicismo renacentista en sus obras abandonando el plateresco que
había caracterizado su periodo anterior.
Sacristía de Vandelvira en la Capilla del Salvador de Úbeda |
Otras grandes obras de Vandelvira en Úbeda fueron el Hospital de Santiago, fundación de don Diego de los Cobos Molina, obispo de Jaén y Ávila y sobrino de don Francisco, el Palacio del deán Ortega, representante de don Francisco en todo lo concerniente a sus obras en la ciudad, administrador y capellán mayor de la Sacra Capilla del Salvador, el Palacio Vázquez de Molina, de otro sobrino de don Francisco, y el Palacio Vela de los Cobos. En la misma órbita también están las obras en los castillos de Sabiote y Canena al pasar a ser propiedad de don Francisco.
Patio del Hospital de Santiago de Úbeda |
Palacio Vázquez de Molina de Úbeda, hoy ayuntamiento de la localidad |
Durante
este periodo se sabe que también trabajó en el convento de los dominicos de La Guardia y realizó la Capilla Benavides en la iglesia del
convento de San Francisco de Baeza.
En 1553
fue nombrado maestro mayor de la nueva catedral
de Jaén, que sigue una estructura similar a la de la catedral de Granada de
Siloe, fijando su residencia en esa ciudad hasta su muerte, un contrato que
también incluía la reforma de la
catedral de Baeza y todas las obras de la diócesis, por lo que también
intervino en las iglesias parroquiales
de Huelma, Linares o el Santuario de la Virgen de la Cabeza de
Andújar entre otras muchas obras menores.
Bóvedas de la catedral de Jaén |
Catedral de Baeza |
Su
actividad se desarrolló en diversos campos artísticos demostrando un perfecto
dominio de la estereotomía y diseñando no solo edificios
sino también puentes, fuentes y hasta rejas, en una extensa y significativa
trayectoria resultado de su larga y rica experiencia basada tanto en la
práctica como en sus conocimientos teóricos de libros y tratados de
arquitectura de Vitruvio o Sebastiano Serlio, que sabemos que poseía gracias a
su testamento.
Se
conserva el puente de Ariza, cerca
de Úbeda, encargo de su concejo en 1562 con más de 100 metros de longitud y un
arco central que supera los 36 de luz.
Uno de
sus hijos estudió leyes, otro inició la carrera eclesiástica y otros cuatro
siguieron sus pasos, destacando el primogénito, Alonso de Vandelvira, que
redactó Tratado de cortes de piedra, un
manuscrito sobre estereotomía con múltiples referencias a las
obras de su padre.
Portada. Alonso de Vandelvira. Felipe Lázaro de Goiti, ed. Libro de cortes de cantería de Alonso de Vandelvira. [s.l.]: [manuscrito], [1588-1591], 1646. Imagen: Biblioteca Nacional de España, Madrid |
Etienne Jamet o Chamet o Esteban Jamete fue un escultor nacido en Orleáns (Francia) hacia 1515 y otro gran artista llegado a Úbeda a instancias de don Francisco de los Cobos. Hijo del maestro de cantería Jamet Loxin, aprendió el oficio con su padre y con 20 años se trasladó a la península, comenzando a trabajar en edificios como el Palacio de las Dueñas de Medina del Campo, el Palacio de los Cobos de Valladolid, el Convento de San Francisco de Medina de Rioseco, el Monasterio de San Zoilo de Carrión de los Condes o el Convento de San Marcos de León.
Decoración de la bóveda del ángulo noreste del claustro bajo del Monasterio de San Zoilo, donde se piensa que trabajó Jamete |
A
continuación se trasladó a Toledo para trabajar en la sillería alta de la catedral por encargo de Felipe Bigarny y
también intervino en la portada de la
Capilla de San Juan y en el interior
de la Puerta de los Leones.
Don
Francisco, que ya había contado con él para su palacio vallisoletano, le
contrató para la Capilla del Salvador
de Úbeda entre 1541-43, trabajando en la labor escultórica de las portadas y de
la sacristía. En este periodo también trabajó en otras obras de la ciudad en
colaboración con Vandelvira, en el Ayuntamiento
de Sevilla y Chueca Goitia le atribuye la decoración escultórica de la Capilla de los Benavides en el convento
franciscano de Baeza.
Decoración escultórica de la fachada occidental de la Capilla del Salvador |
Ruinas de la Capilla Benavides |
Hacia
1545 se estableció en Cuenca y empezó a trabajar en su catedral como arquitecto
además de escultor, donde realizó el trascoro,
la portada de acceso al claustro, conocida como Arco de Jamete en la catedral, obra esencial de la arquitectura
renacentista española, y la Capilla de
Santa Elena, entre otros trabajos.
Arco de Jamete de la catedral de Cuenca (8) |
En 1557
fue prendido por el Santo Oficio, encarcelado en Cuenca y condenado por hereje.
Teniendo en cuenta su arrepentimiento, la condena consistió en tres años de
cárcel, llevar un sambenito, varios actos de piedad para el resto de su vida, la
inhabilitación para cualquier dignidad, beneficio y oficio público y honorífico,
no utilizar armas, no andar a caballo… El caso es que al año siguiente ya fue
excarcelado con la condición de no moverse de Cuenca, algo que tampoco cumplió,
pues en 1562 se sabe que estaba trabajando en el Castillo de Garcimuñoz
continuando con la labor escultórica que había dejado inconclusa cuando fue
detenido. Pero sus encargos menguaron considerablemente a pesar de que su arte
seguía siendo muy estimado, de ahí que en 1564 el ayuntamiento le contratara
para levantar un arco en honor de Felipe II en su visita a la ciudad.
Esteban Jamete murió
en Cuenca en 1565.
Si queréis saber más sobre la impresionante Capilla del Salvador de Úbeda éstas son el resto de entradas que le dedico en el blog:
La Sacra Capilla del Salvador del Mundo de Úbeda.Su construcción y su estado actual
Las fachadas de la Sacra Capilla del Salvador del Mundo de Úbeda
La sacristía de la Sacra Capilla del Salvador del Mundo de Úbeda
Imágenes
ajenas:
(1) https://www.elturistatranquil.com/ubeda-monumental-(jaen)/#c2505
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(3) https://www.todoslosayuntamientos.es/andalucia/jaen/ubeda
(4) https://es.wikipedia.org/wiki/Francisco_de_los_Cobos_y_Molina
(5) http://www.redjaen.es/francis/?m=c&o=16263&letra=&ord=&id=128425
(6) https://atreveteconnosotros.wordpress.com/2013/10/25/granada-tierra-sonada-por-mi/
(7) https://www.pinterest.ru/pin/382243087113777540/
(8) https://es.wikipedia.org/wiki/Archivo:Arco_de_Jamete._Catedral_de_Cuenca.jpg
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