La basílica de Santo Stefano Rotondo en Roma
La basílica de Santo Stefano al Monte Celio, en una de las
siete legendarias colinas de Roma, en el actual rione Monti, y también conocida como Santo Stefano Rotondo por su
planta circular, tiene un modesto aspecto exterior que no deja, ni por asomo,
adivinar su sobrecogedor ciclo pictórico y su extraordinario y equilibrado interior arquitectónico, ante el que cayeron rendidos
los artistas del Renacimiento, que la consideraron un perfecto modelo de
referencia para realizar edificios de planta central. En este sentido no sólo
se sabe del interés que despertó en Leon Battista Alberti o Bernardo
Rossellino, que trabajó en ella, sino que también fue estudiada por Francesco
di Giorgio.
Interior de la basílica de Santo Stefano Rotondo |
En el transcurso de las excavaciones arqueológicas iniciadas a mediados del siglo XX en su subsuelo se localizó un mitreo del siglo II que en diciembre de 2014 estaba cerrado al público. Daría servicio de culto a Mitra, especialmente popular entre la soldadesca, al Castra Peregrinorum, el campamento de los oficiales apartados de sus ejércitos provinciales para servicios especiales en la capital ubicado en el lugar.
Planta actual de Santo Stefano con el mitreo del subsuelo señalado en negro (1) |
Uno de los ámbitos del mitreo localizado en el subsuelo de Santo Stefano Rotondo (1) |
Según informan las fuentes, en la primera mitad del siglo VI
los papas Giovanni I y Felice IV embellecieron la iglesia con decoraciones en
mosaicos y mármoles, y en ese sentido, las excavaciones arqueológicas también han
sacado a la luz un pavimento compuesto por grandes losas de mármol y trabajos
en opus
sectile, y los agujeros en las paredes parecen indicar que éstas
también estuvieron cubiertas de mármol.
En ese mismo siglo VI, el papa Teodoro I trasladó a Santo
Stefano, desde las catacumbas de la via Nomentana, las reliquias de los
hermanos santos mártires Primo y
Feliciano, construyéndose una capilla ex profeso para alojarlas.
Capilla de los santos mártires Primo y Feliciano |
Representación de los dos santos en el mosaico del ábside de su capilla |
Además, parece ser que Santo Stefano Rotondo formó parte de
un camino que reproducía el realizado por los cristianos en Tierra Santa, con
Santa Maria Maggiore como representación de Belén, San Giovanni Laterano del
Cenáculo, Santa Croce in Gerusalemme del Gólgota, el propio Santo Stefano
Rotondo como el lugar de la Resurrección y la basílica de San Clemente como el
de la Ascensión de María, considerando a Roma, según los escritos de san
Jerónimo, como la Nueva Jerusalén.
Dibujo del siglo XVIII de Richard Wilson en el que se ve Santo Stefano a la izquierda y a la derecha, al fondo, San Giovanni Laterano, con el obelisco y el baptisterio. The British Museum (2) |
A pesar de que la basílica fue entregada a los canónigos de
San Giovanni Laterano, la ruina en los siglos siguientes, iniciada tras el
saqueo de Roma por las tropas normandas de Roberto “Giscardo” de Hauteville en
1083, hizo que en el siglo XII terminara perdiendo las cubiertas, por lo que el
papa Innocenzo II ordenó una restauración en la que el templo perdió su
disposición original.
Pero el edificio, sin clero regular que lo habitara, no pudo
evitar seguir deteriorándose. En 1420 era tal su estado de ruina que se
describe como un antiguo templo romano, iniciándose una leyenda apócrifa que se
mantuvo hasta el siglo XIX en la que se defendía que la iglesia se había
levantado sobre estas ruinas romanas conocidas como "Tempio di
Bacco".
En 1454 el papa Niccolò V entregó la iglesia a la Orden
paulina, única orden católica fundada en Hungría, iniciándose su profunda
restauración de la mano del toscano Bernardo Rossellino, no en vano el nuevo
papa había vivido unos años en Florencia, imbuido de su nuevo humanismo.
En 1580 Gregorio XIII lo entregó a la Compañía de Jesús
húngara, convirtiéndose en sede del Collegium Germanicum et Hungaricum para la
formación de sacerdotes jesuitas en lengua alemana, una institución esencial
para los intereses de la contrarreforma.
La relación del templo con Hungría se vio reforzada en 1778
cuando la vieja iglesia nacional húngara de Santo Stefano degli Unghresi en el
Vaticano fue derruida para abrir hueco a la sacristía de la Basílica de San
Pedro y el papa Pío VI, en compensación, financió la renovación de la antigua
capilla de san Pablo eremita para convertirla en una capilla húngara para uso
de los estudiantes de esa nacionalidad consagrada a san Esteban I de Hungría,
cristianizador de los húngaros en el siglo X y su patrón, primer monarca magiar
santificado por sus virtudes cristianas y no por haber muerto como mártir, con
San Stefano Rotondo convertida en la iglesia oficial de las gentes de origen
húngaro asentadas en Roma.
Giovanni Battista Piranesi. "Veduta dell'interno del Tempio di S. Stefano Rotondo". La Antichita Romane, Bouchard e Gravier, 1756 (3) |
En la actualidad el templo, que depende de la cercana
parroquia de Santa Maria in Domnica alla Navicella y está adscrito al Colegio
Pontificio Germánico-Húngaro, es la sede del cardenal Friedrich Wetter
arzobispo emérito de Munich y Freising con el título de “cardenal de Sancti
Stephani in Coelio Monte”, que fue estudiante seminarista en el propio colegio.
Placa exterior en la que se informa del cardenalato de Friedrich Wetter (4) |
Su disposición original es el ejemplo más antiguo conservado
en Roma de iglesia de planta centralizada, que toma como referente más inmediato
los mausoleos romanos, y uno de los primeros ejemplos en Europa con antecedente
en la Anástasis, la Basílica del Santo
Sepulcro de Jerusalén de época constantiniana, modelo que inicia un largo
recorrido a lo largo de la arquitectura occidental medieval.
La planta contaba con dos amplios deambulatorios
concéntricos separados por columnas jónicas soportando arcos de medio punto y
un espacio central también delimitado por columnas jónicas, aunque de mayor tamaño
y arquitrabadas, sobre las que se elevaba un tambor horadado por veintidos ventanas
sobre el que se cree que se alzaría una bóveda construida con tubos de arcilla
y bajo la que se ubicaba la zona absidial, quizá separada por un muro a modo de
iconostasio preservando el altar.
Alzado hipotético de Santo Stefano en origen (5) |
Los fustes de las columnas fueron reaprovechados de obras
romanas anteriores pero los capiteles jónicos son del siglo V, de la época de
la iglesia.
Deambulatorio hacia la derecha de la entrada |
Se cree que el primer deambulatorio estaría cubierto con
bóveda de cañón y el segundo, quizá descubierto, conectaba cuatro ámbitos que
formaban, a su vez, una cruz griega que quedaba inscrita en el círculo con los
brazos, orientados al noreste, sureste, suroeste y noroeste, abiertos al
deambulatorio mediante cinco arcos de medio punto más grandes que el resto y
sobre columnas con capiteles corintios, convirtiendo a Santo Stefano en ejemplo paradigmático que
mezcla la estructura circular, con carácter funerario desde antiguo, con la
planta en cruz, el símbolo de la victoria de Cristo sobre la muerte y el mal.
El acceso inicial se realizaba mediante ocho pequeñas
puertas, agrupadas de dos en dos en los ejes de los puntos cardinales y desde
las que se pasaba al deambulatorio exterior, después al deambulatorio interno
y, finalmente, al espacio central.
El pórtico actual de
entrada, un ámbito abovedado y abierto al exterior mediante cinco arcos
sobre columnas reutilizadas con fustes de granito y capiteles toscanos, data
del siglo XII, de la etapa de Innocenzo II, decorado con frescos que narran la
vida de san Esteban en muy mal estado de conservación.
Pórtico de entrada añadido el siglo XII (6) |
Ettole Roesler Franz. Basilica di Santo Stefano Rotondo, 1896 (7) |
Desde el pórtico se accede a un vestíbulo cubierto con
bóveda de cañón con las armas del papa Niccolò V y que conserva el aspecto que
se le dio a mediados del siglo XV en la intervención protagonizada por Bernardo
Rossellino. En la actualidad, todos los ámbitos visitables de la iglesia, salvo
este vestíbulo y la capilla de los santos Primo y Feliciano, que también es de
cañón, presentan cubiertas planas.
Vestíbulo de Bernardo Rossellino (7) |
Nada más entrar a la iglesia, a la izquierda se encuentra un
asiento de mármol en el que, según la tradición, predicó san Gregorio Magno,
con una inscripción en latín en la pared que reza: "En hac St. Stephani en
monte - coelio ecclesia Beatissimus - Papa Gregorius primus homiliam recitavit
quartam En Evangelis (St. Matth XV.) Quae -. Incipit verbis cum constet Omnibus
fratres Carissimi quia - Redemptor noster" (En la Iglesia de Santo Stefano
en el Monte Celio, leyó el Papa Gregorio el cuarto sermón del Evangelio de
Mateo, que comienza con las palabras "Queridos hermanos, porque Él es
nuestro Redentor").
En el siglo VI el papa Teodoro I ordenó la construcción de
la capilla de los santos Primo y Feliciano en el brazo
noreste de la cruz latina de la planta inicial, a la izquierda nada más acceder
al interior de la iglesia por el vestíbulo del siglo XV.
Capilla de los santos Primo y Feliciano |
Realizada para honrar a esos dos hermanos mártires de época
de Diocleciano, la renovación consistió en la construcción de un altar y de un
pequeño ábside decorado con un mosaico de fondo dorado que representa una cruz
central enjoyada flanqueada por los dos mártires y coronada con un medallón con
el busto de Cristo sobre el que se ve la dextera
dei ofreciendo la corona del martirio, uno de los pocos ejemplos de
esa época conservados en Roma y seguramente ejecutado por un artista bizantino
y en el que todavía no se utiliza la iconografía del Crucificado, considerada
inapropiada porque era una de las formas de ajusticiar a los delincuentes en
época romana.
Casquete del ábside de la capilla de los santos Primo y Feliciano con una decoración musivaria datada en el siglo VII |
En el siglo XI esta capilla se compartimentó para construir la
sacristía, adosada al lado del Evangelio de la propia capilla, y un coro alto,
en el lado de la Epístola, dejándola abierta al deambulatorio con sólo tres
arcos en vez de los cinco originales que abrían el brazo de la cruz.
La reconstrucción de la iglesia ordenada por el papa
Innocenzo II en el siglo XII, dado su estado de ruina, supuso la pérdida del deambulatorio
externo, tapiándose con ladrillo la columnata, y el abandono de tres de los
cuatro brazos de la cruz latina, manteniéndose solo la capilla de los santos
Primo y Feliciano. En cuanto al espacio central, se tapiaron catorce ventanas
del tambor central y se añadió un triple arco diafragma para reforzar la
cubierta, el central con mayor luz y apoyado sobre grandes columnas de granito procedentes
de las cercanas Termas de Trajano y capiteles corintios también reaprovechados.
Arcos transversales añadidos en época de Innocenzo II |
La intervención de mediados del siglo XV, patrocinada por
Niccolò V, tuvo como objeto dar acomodo a la Orden paulina que empezó a
habitarlo, y consistió en una profunda restauración en la que se reconstruyeron
techos y pavimentos, se colocó un altar de mármol en el centro y se optó por la
completa eliminación de la girola exterior, cuyas columnas hoy pueden verse
empotradas en la pared, y de los brazos de la cruz griega que no se utilizaban
ya desde hacía siglos. Además, también se construye, adosada a la de los santos
Primo y Feliciano, la capilla de san
Pablo eremita en honor al fundador de la Orden.
Como sede del Collegium Germanicum et Hungaricum
para la formación de sacerdotes jesuitas en lengua alemana en la segunda mitad del siglo
XVI, se inició otra intervención en la que se construyó una nueva puerta de la
sacristía y el pretil octogonal que rodea el altar mayor, obra de Niccolò
Circignani il Pomarancio, decorada con relieves escultóricos y veinticuatro
frescos con la historia de san Esteban.
Altar mayor |
Detalle de la decoración del pretil que rodea el altar mayor |
La decoración mural
de las paredes de toda la iglesia también se corresponde a este periodo,
realizada por Circignani y Antonio Tempesta, a partir de 1567 y comenzando por
la capilla de los santos Primo y
Feliciano con escenas que relatan el martirio de los dos santos y el
traslado de sus reliquias a la propia capilla, cuando en el siglo VI quedaron depositadas
bajo el altar.
Escenas a la derecha del altar, con El ángel aflojando las cadenas de los santos en la cárcel y San Feliciano resistiéndose a ser clavado en un árbol |
Escenas a la izquierda del ábside, con Los santos golpeados y San Primo quemado vivo con antorchas mientras resiste la tortura cantando un himno |
Escenas del lado del Evangelio. Entierro de los santos en la Via Nomentana, obra atribuida a Circignani y Los santos arrojados a los leones y San Primo quemado con plomo fundido |
Escenas del lado de la Epístola. Los santos en la cueva del oso sobre la puerta y Los santos decapitados a la izquierda |
San Primo quemado con plomo fundido y Los santos siendo decapitados |
Debajo del casquete decorado con mosaicos del siglo VI se
ubica una pintura mural con Cristo rodeado por los apóstoles que también se
data a fines del siglo XVI pero de la que no se conoce el artista. El altar que
se conserva es ya del siglo XVIII, obra de Filippo Barigoni.
Detalle del ábside y del altar de la capilla de los santos Primo y Feliciano |
A la derecha de la capilla, ya en el muro de la iglesia hay una Dolorosa pintada por
Antonio Tempesta. Siete espadas apuntan a su corazón y al lado de cada una de
ellas aparece un tondo con un episodio de la Vida de Cristo que causó profundo
dolor a su madre: la Profecía de Simeón del sufrimiento de Jesús, la Huída a
Egipto, Jesús perdido en el templo, el Encuentro camino del Calvario, la
Crucifixión, el Descendimiento y el Entierro de Cristo.
Virgen Dolorosa de Tempesta |
Frente a la capilla de los santos Primo y Feliciano, al otro
lado de la iglesia, orientado hacia el suroeste, hay un pequeño ábside abierto
en la pared de la girola con un pequeño altar entre las columnas centrales corintias
conservadas del brazo de la cruz, y que está dedicado a la Virgen. En los ejes noroeste
y sureste, donde en origen estuvieron los otros dos brazos, también se ubican
sendos altares.
Altar de la Virgen en el arco central que abría al brazo suroeste de la cruz, observándose cómo las columnas son corintias y más altas que las del resto de la galería tapiada |
El ciclo
martirológico que inunda la iglesia se inicia con la escena de la Matanza de los Inocentes, ubicada sobre
la puerta de la sacristía y obra de Tempesta.
Matanza de los inocentes sobre la puerta de la sacristía |
Siguiendo por la izquierda, pasados los accesos a las
capillas de los santos mártires Primo y Feliciano y de san Esteban I, aparece
la propia Crucifixión de Jesús
seguida del Martirio de San Esteban
y, a continuación, otras escenas hasta un total de treinta y cuatro.
Todas cuentan con inscripción que explica la escena, el
nombre del emperador que ordenó las ejecuciones y citas de la Biblia en latín y
en italiano, con una clara intención didáctica y de proselitismo, pues el ciclo busca convertirse en ejemplo para los seminaristas jesuitas germanos en
plena contrarreforma y su labor evangelizadora, que debían estar dispuestos al
martirio en defensa de la fe católica.
Crucifixión de Cristo, de Circignani |
Detalle de la escena del Martirio de los santos Pedro y Pablo, con el Coliseo y el Foro Romano al fondo |
Mártires desgarrados por perros, con los martirios de los santosProcesso, Martiniano y Gervasio al fondo |
Martirio de los santos Dionisio, Domitila, Nereo y Aquileo, de Circignani |
La última intervención de importancia en Santo Estefano
tiene lugar a partir de 1778 por orden del papa Pío VI y consiste en la
renovación completa de la capilla de san Pablo eremita, aunque conservando el
enterramiento de Bernardino Cappella del siglo XVI, para que se conforme como
capilla húngara bajo la advocación de san Esteban I de Hungría, con paredes
decoradas en gris y rojo, figuras y guirnaldas de flores en labor de
trampantojo que mezcla también estuco y que representa putti y las virtudes
cardinales.
Capilla de san Esteban I de Hungría y san Pablo eremita (7) |
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Referencias e imágenes ajenas:
(5) ZSOLT
SZAKÁCS, B., “Santo Stefano Rotondo through the Glasses of the Renaissance –
and without Them”. En Art History – the
Future in Now. Studies in Honour of Professor Vladimir P. Goss, Maja
Cepetić et al., Rijeka, 2012, pp. 216-256.
Fuentes:
ZSOLT
SZAKÁCS, B., “Santo Stefano Rotondo through the Glasses of the Renaissance –
and without Them”. En Art History – the
Future in Now. Studies in Honour of Professor Vladimir P. Goss, Maja
Cepetić et al., Rijeka, 2012, pp. 216-256. http://www.calameo.com/read/0018495850460691d5f8c
Comentarios
Muy curiosa ese catálogo gore de las mil y una manera de infringir daño, no apto para menores. Seguramente muchos de esas formas de martirio no se dieron así y fueron inventadas por escritores píos, imaginativos y un poco retorcidos buscando hacer ver lo mucho que habían llegado a dar los mártires por la fe.
Muchas gracias y un abrazo.
Lo de los martirios es para verlo (o no, depende de lo que uno sea capaz de aguantar). Absolutamente espeluznante y torticeramente engañoso, pues al entrar, el rico colorido de los frescos no te hace imaginar lo que en ellos se está representando, en un contraste que hace, si cabe, que las escenas resulten todavía más impactantes. Puede que tengas razón en cuanto a la invención de las hagiografías, más todavía en el momento éste en el que la Contrarreforma busca mártires que defiendan el catolicismo de los ataques protestantes aun a costa de su vida, aunque también pienso en la infinita crueldad del ser humano, capaz de eso y de mucho más. Gracias a ti, Boro. Un abrazo fuerte.
Buen domingo.
http://martuscavr.blogspot.com.es