El fresco de la Trinidad de Masaccio en Santa María Novella de Florencia

Tal día como ayer de 1401 (hace 617 años) nació Tommaso di ser Giovanni di Mone Cassai, que ha pasado a la historia como Masaccio, el insigne pintor del Quattrocento florentino que generó un nuevo concepto espacial basado en la perspectiva lineal en la pintura en el que colocó a las figuras definidas por su anatomía y del que el Arte ha vivido varios siglos, hasta la irrupción de las Vanguardias a comienzos del siglo XX.

Una de sus obras más famosas es el fresco de la Trinidad en la nave del Evangelio de la iglesia de Santa María Novella en Florencia, una obra con varios interrogantes todavía sin resolver porque no se sabe quiénes fueron los donantes, representados de rodillas, apuntando algunos a la familia Lenzi, y los especialistas tampoco se ponen de acuerdo en cuanto a la datación, aunque la mayoría la sitúan en la segunda mitad de la década de 1420, estando casi todos de acuerdo en que es tan sabia que no puede entenderse como anterior a los frescos de la Capella Brancacci, otra de sus obras más famosas.

Trinidad de Masaccio

Representa a Cristo crucificado, Dios Padre y el Espíritu Santo en forma de paloma, una iconografía habitual en el siglo XIV y comienzos del XV que aquí se complica porque se mezcla con un Calvario, incluyendo a la Virgen y San Juan Evangelista. Además, también aparecen los donantes y un muerto genérico, sin que se contemple que pueda ser alguien en concreto, una Trinidad a la que se le añaden otros conceptos. El esqueleto aparece sobre un sarcófago bajo una mesa de altar con una inscripción en la que se lee una admonición de la muerte:

“IO FU GIÀ QUEL CHE VOI SETE: E QUEL CHI SON VOI ANCOR SARETE”

(Yo fui aquello que vosotros seréis y lo que yo soy vosotros lo seréis también)

Detalle del esqueleto sobre el sarcófago

La escena principal está ubicada dentro de una capilla ficticia que abre a la nave mediante un arco de medio punto soportado por columnas de fuste liso y capiteles jónicos, todo ello enmarcado por pilastras estriadas de capitel corintio que soportan un dintel, conjuntando curva con curva y plano con plano, con evidentes influencias de Filippo Brunelleschi, que en aquellos años estaba realizando experimentos con tablillas y espejos creando escenarios arquitectónicos y descubriendo los principios de la perspectiva lineal, conformando la pirámide visual.

Así, Masaccio aprendería del arquitecto cómo trazar las líneas de fuga para que confluyeran en un único punto y crear un espacio arquitectónico perfecto, una construcción racional del espacio, como si la capilla representada estuviera verdaderamente excavada en el muro, donde las figuras caben perfectamente y donde los donantes pueden ponerse de rodillas sin ningún problema.

Alzado planta y sección según el estudio de su perspectiva realizado por Piero Sampaolesi (1)

La arquitectura combina la representación de columnas y pilastras en piedra en color blanquecino con el carmín en arcos, capiteles y entablamentos, en un equivalente al juego que Brunelleschi acostumbraba a utilizar en sus propias arquitecturas con la pietra serena. Y ese juego también se contagia a las figuras, aunque añadiéndose el azul. Así, el donante viste de rojo y la donante de azul, San Juan de rojo y la Virgen de azul, y Dios Padre de azul y rojo. Los colores de la arquitectura se trasladan a las figuras, tan insertas en el espacio arquitectónico y tan verticales que se relacionan con pilastras y columnas, aunque guardando las proporciones.

Escena principal

La obra podría interpretarse como un tratado que abarcaría aspectos teológicos y filosóficos representando los grados del ser. Se comienza con el “no ser” del esqueleto en la parte más baja. En el “ser” hay una distinción entre el “ser humano” vivo, personificado en los donantes, que ocupan un escalón inferior de este segundo estadío, y la Virgen y san Juan como humanos pero santos en la zona inmediatamente superior, conformando el Calvario con Cristo en la cruz que, como hombre también santo, ocupa el mismo nivel que san Juan y la Virgen. Pero como también es la segunda persona de la Trinidad, es un “ser divino”.

El asunto representado posiblemente fuera resultado de lo que los donantes pidieron llevados por consejeros y también es posible que estuviera mediatizado por la intervención del propio Brunelleschi, plasmada en la igualación entre arquitectura y figuras, equilibrio, ponderación...

Se nos muestra un escenario apropiado para la meditación y no para la acción, una obra que parece ajena a Masaccio, con una producción especialmente centrada en lo dramático, con una visión de la realidad del hombre que parece alejada de este fresco, que es esencialmente de puro pensamiento, no acción, no el reflejo de lo que al hombre le pasa en un momento concreto, una obra contemplativa que demuestra que Masaccio era capaz de pensamientos profundos, pero sin dejar su propia esencia, que queda plasmada en la Virgen, que es una figura diferente a las demás porque supone un escape.

Detalle de la Virgen

Y es que solo ella se mueve, todo lo demás está bloqueado, quieto, fijo en el espacio. Pero ella está señalando a Cristo al tiempo que mira al espectador, rompiendo la inmutabilidad de la pintura. Señala a Cristo invitando al espectador a que medite sobre los misterios contenidos en la representación, un gesto que nos abre la obra para que entremos de nuevo en ella, invitándonos a meditar sobre la muerte, la existencia de Dios, el misterio de la Trinidad...

Imagen ajena:

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