Las vicisitudes del coro en la catedral de León, la pulchra leonina
El gran desarrollo del
ábside en la catedral de León se debe a que se proyectó para dividirlo en
dos partes: por un lado el presbiterio, ubicado en el
último tramo rectangular y en el semicircular de remate; y por otro un coro, lugar reservado para los
canónigos y las obligaciones que conllevaba su vida reglada, fundamentalmente
el rezo comunitario en las horas canónicas, ubicado en los otros dos tramos,
una alteración de la disposición tradicional, heredera de la scola
cantorum en las basílicas paleocristianas, en la que el coro de las
iglesias cluniacenses y cistercienses ocupaba los últimos tramos de la nave central,
justo antes del crucero, que originó un ámbito autónomo e independiente en la
propia cabecera, una especie de iglesia capitular dentro de la catedral, lo
mismo que también tuvieron la catedral de Ávila o las de Burgos,
Cuenca, París, Reims y Amiens.
Cubierta del ábside de la catedral de León, que da la medida de su amplio desarrollo |
Presbiterio |
Detalle de la Puerta del Cardo |
En pendant con la Puerta del Cardo, en el lado del Evangelio
estuvo otra puerta solemne de acceso al presbítero, hoy ocupada por el altar de san Alvito, mandado construir
por el obispo Pedro Manuel en 1527 a Juan
de Badajoz el Mozo, con arco de triunfo de medio punto decorado con
relieves de la Virgen, el Entierro de
Cristo, la Anástasis y la Resurrección en su intradós y flanqueado
por columnas decoradas con pámpanos que soportan un entablamento sobre el que se ubica una urna con
las reliquias del santo.
Altar de san Alvito (1) |
Plano de Demetrio de los Ríos ha. 1885 con la comparación de las ubicaciones del coro en la nave y en el presbiterio (1) |
Este espacio tan singular se amuebló con una sillería coral, gran obra de
ebanistería de las más antiguas de su género conservada en España, fechada en
la segunda mitad del siglo XV, que se cree que sería diseñada por el maestro Enrique, carpintero de la
catedral, siguiendo las de Palencia y Segovia, y que empezaría a ejecutarla el maestro Jusquín, al que sucederían Juan de Malinas y Copín de Holanda.
Sillería de la catedral de León |
La sillería se organiza con asientos bajos, para racioneros y
bachilleres, y altos, para dignidades y canónigos, además de dividirse en dos
mitades, con el lado del Evangelio denominado “coro del rey” y el de la
Epístola, “coro del dean o del obispo”, en relación con el complejo ceremonial
litúrgico que tenía lugar en el presbiterio en solemnes festividades como el
Domingo de Ramos, el Corpus, la Asunción… y en las que también participaban los
poderes civiles de la ciudad, por lo que necesitaban un lugar para ubicarse.
En la sillería baja, dedicada al Antiguo Testamento, la Lex
Scripture, las figuras aparecen de medio cuerpo e identificadas mediante una
inscripción, distinguiéndose sibilas, profetas, héroes y heroínas. La sillería
alta se dedica al Nuevo Testamento, la Nova Lex, y muestra a apóstoles,
evangelistas, padres de la Iglesia, diáconos, fundadores de órdenes religiosas,
santos y santas.
Lado de la Epístola de la sillería |
Lado del Evangelio de la sillería |
En 1529 ese exclusivo espacio para el coro en el presbiterio
incluso se pensó en aislar todavía más y se inició, según trazas
arquitectónicas de Juan de Badajoz el
Joven, maestro de la catedral, un cerramiento pétreo a modo de antecoro. Pero la ubicación definitiva
que debía tener este cerramiento no debía estar muy clara porque en 1560 ya
hubo una primera propuesta para trasladar la sillería a la nave central, no por
criterios estéticos sino en relación con las ideas erasmistas y del humanismo
cristiano que habían defendido relevantes personajes como el cardenal Cisneros
y que terminaron concretándose muy poco después en el Concilio de Trento,
respecto a la conveniencia del acercamiento al fiel para que no continuara ajeno a
las celebraciones litúrgicas, facilitándole la visión directa del presbiterio
al dejarle ocupar el espacio dejado por el coro. Pero en León, al contrario de lo que
sucede en otras catedrales como Ávila o Burgos, termina descartándose el
traslado porque tras la consulta a Felipe II, el monarca lo prohibió
argumentando que el templo “perdería la buena gracia y el ornato”.
Aun así, se siguió trabajando en el antecoro al tiempo que
se solicitaba la opinión de Rodrigo Gil de Hontañón y Juan de Vallejo, que
hicieron modelos y dieron su parecer sobre el ansiado traslado. Lo más curioso
es que la obra resultante terminó colocada, a modo de pantalla, ante los
pilares entre el cuarto y quinto tramo de la nave central sin función real
hasta tiempo después.
Se compone de zócalo que actúa como pedestal de una estructura
con forma de retablo compuesta por banco y cuerpo de cinco calles. En la
central se sitúa un arco de medio punto y las cuatro laterales muestran sendos
tableros enmarcados por columnillas, con labor escultórica contratada por Juan de Juni y Esteban Jordán en 1577 pero realizada por Jordán por fallecimiento
de Juni, compuesta por los relieves con la Nacimiento
de la Virgen, la Anunciación, la Adoración de los pastores y la Epifanía, y las estatuas de los santos
Pedro, Pablo, Marcelo e Isidoro que rematan la obra y que no guardan proporción
con el resto, todo ello enmarcado por una delicada decoración de los elementos
arquitectónicos con temas mitológicos, atlantes, grutescos, bucráneos…
mezclados con temas bíblicos y alegóricos.
Trascoro |
Las cuatro escenas se representan en tres planos. En el
primero las figuras están trabajadas de cuerpo entero y en altorrelieve, en el
segundo están de medio cuerpo y en medio relieve y en el tercero sólo se ven
bustos, distinguiendo gráficamente a los personajes protagonistas de los
secundarios. También se observa una desaparición de todo lo anecdótico, tan
protagonista en las representaciones del gótico tardío, en pos de la claridad,
y una perfecta conexión, sin desvíos, con los pasajes bíblicos, denotando una
clara influencia de las teorías trentinas, supeditándose la imaginación a la
ortodoxia del dogma.
Anunciación |
Adoración de los pastores |
Detalle de la Epifanía |
El arco central es abocinado y casetonado, está apoyado
sobre pilares en los que se representa el Árbol de Jesé y culmina en un ático
labrado por las dos caras con la Asunción de María y San Froilán y rematado por
un Crucificado del siglo XVI de Juan Bautista Vázquez.
Ático del trascoro |
El Árbol de Jesé en uno de los dinteles del arco |
El Árbol de Jesé en el otro dintel |
Pequeño relieve con el Abrazo ante la Puerta Dorada en el banco del trascoro |
Pequeño relieve con la Visitación en el banco del trascoro |
Esta “pantalla” sólo terminó adquiriendo utilidad cuando a
mediados del siglo XVIII, finalmente, se decidió trasladar el coro a la nave
central, un cambio de ubicación que estaría relacionado con la reestructuración
general del presbiterio para ubicar un nuevo retablo mayor de Narciso Tomé, el autor del Transparente
de la catedral de Toledo, y su primo Simón
Gavilán Tomé, y que con las restauraciones de fines del siglo XIX, buscando
recuperar la pureza gótica del templo, también se retiró y hoy está en la
iglesia de los Capuchinos. En este sentido, en 1744 Simón Gavilán también fue
el encargado de la traza de los dos muros laterales del coro.
Otros artículos de LEÓN en Viajar con el Arte:
Referencias:
(2) http://www.saber.es/web/biblioteca/libros/la-catedral-de-leon-el-sueno-de-la-razon/html/indice.htm
Fuentes:
BERRUETA, MARIANO D., Guía
del caminante en la ciudad de León, León, 1957.
CARRIZO SAINERO, G. C., “Influencia del Concilio de Trento
en los relieves del trascoro de la catedral de León”, Tierras de León, vol. 21, 44, 1981, pp. 61-68.
GONZÁLEZ-VARAS IBÁÑEZ, I., Catedral de León. Historia y restauración (1859-1901), Universidad
de León, León, 1993.
NAVASCUÉS PALACIO, P., “La catedral de León: de la verdad
histórica al espejismo erudito”. En GUTIÉRREZ ROBLEDO, J. L. y NAVASCUÉS
PALACIO, P. (coords.), Medievalismo y
neomedievalismo en la arquitectura española: aspectos generales, Ávila,
1990, pp. 17-66.
NAVASCUÉS PALACIO, P., “El coro y la arquitectura de la
catedral. El caso de León”. En Medievalismo
y neomedievalismo en la arquitectura española, Las Catedrales de Castilla y
León I. Actas de los Congresos de 1992 y 1993, Fundación Cultural Santa
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NAVASCUÉS PALACIO, P., Teoría
del coro en las catedrales españolas. Discurso de académico electo leído en el
Acto de Recepción Pública el 10 de mayo de 1998, Real Academia de Bellas
Artes de San Fernando, Madrid, 1998
RUIZ HERNANDO, J. A., “La catedral en la ciudad medieval”,
En GUTIÉRREZ ROBLEDO, J. L. y NAVASCUÉS PALACIO, P. (coords.), Medievalismo y neomedievalismo en la
arquitectura española, Ávila, 1990, pp. 81-114.
SARTHOU CARRERES, C. y NAVASCUÉS PALACIO, P., Catedrales de España, Madrid,
Espasa-Calpe, 1983.
Comentarios
Prueba de ello es nuestra catedral de León, en la que tantos cambios (yo creo) han ayudado a su preservación.
Como enseguida a ver ese retablo de Narciso Tomé situado ahora en la iglesia de los Capuchinos. Aunque admiro el transparente de la catedral de Toledo con esa explosión de arquitectura, escultura y pintura, me admira más la arquitectura gótica que transforma.
Gracias Sira, como siempre.
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Gracias por la información... muy bien documentada, como siempre.
Me las he estudiado.
Gracias Sira.