La iglesia del Monasterio de Santa María de Oseira, en Orense

El Monasterio cisterciense de Santa María de Oseira se ubica en una zona abrupta en la Sierra Martiñá que se conocía como “Ursaria” por la abundancia de osos (derivación del latín Ursus), en la margen derecha del río Osera, perteneciente al ayuntamiento de San Cristovo de Cea, en el partido judicial de O Carballiño, al norte de la provincia de Orense, muy próximo a los límites con Lugo y Pontevedra, a unos 30 kilómetros de la capital y en un ramal de la Ruta Mozárabe a Santiago, de ahí su tradición de acogida de peregrinos, que se desviaban del camino para visitarlo.

La iglesia del monasterio de Santa María de Oseira desde el sotocoro

Fachada principal del monasterio de Santa María de Oseira (1)

El conjunto monumental, en el que se aúnan elementos románicos, góticos, renacentistas y barrocos, se compone de seis grandes cuerpos: la iglesia, románica de transición pero con fachada occidental barroca; el Claustro de los Caballeros, de la primera mitad del siglo XVIII, que aloja una escalinata de honor; el Claustro Reglar, de las Procesiones o de los Medallones, adosado a la nave de la Epístola de la iglesia, del siglo XVI, y en el que se ubican la sacristía y la sala capitular medievales; el Claustro de los Pináculos, de la segunda mitad del siglo XVI; un saliente hacia el norte prolongación de la crujía este del Claustro de los pináculos que alberga la biblioteca; y un saliente hacia el sur prolongación de la crujía este del Claustro Reglar que fue destinado a dormitorio de ancianos y que en la actualidad está ocupado por la comunidad. En total son unos 40.000 metros cuadrados.

Como ya me he detenido en un artículo sobre su historia que podéis consultar en este enlace, y nos hemos paseado por la parte del monasterio que puede verse en la actualidad, pues al estar habitado por una comunidad de monjes cistercienses sólo se visitan los claustros por fuera y algunas de las dependencias interiores, con acceso al artículo en este otro enlace, ahora me toca enseñaros su impresionante iglesia, que conserva toda su fábrica medieval salvo en la fachada occidental, que es del siglo XVII.

Alzado de la fachada norte de la iglesia (2)

Fachada norte de la iglesia

Cabecera de la iglesia

La fachada occidental, con trazas atribuidas a Alonso Sardiña, ejecución de Miguel Arias da Barreira por el fallecimiento del primero en 1636, y obra escultórica de Francisco de Moure hijo, se inició en la segunda mitad de la década de 1630, durante el segundo abadiato de fray Félix de Bárcena, y fue rematada en tiempos de fray Simón Rojo, entre 1644 y 1647, aunque pocos años después, en tiempos de fray Gabriel Lirio, se colocaron las estatuas de San Benito y San Bernardo, se derribó la fachada antigua y se amplió la iglesia por los pies. Los especialistas creen que la idea habría sido seguir con una reforma total del templo que nunca llegó a materializarse, de ahí que en 1650 se alargaran las bóvedas del primer tramo para ajustar la obra.

Fachada occidental de la iglesia

La fachada presenta dos cuerpos. El inferior está completamente almohadillado y se divide en tres calles verticales. La central soporta toda la carga arquitectónica e iconográfica, con una portada conformada mediante vano rectangular enmarcado por semicolumnas pareadas de orden dórico entre las que se ubican nichos avenerados con las mencionadas esculturas de San Benito y San Bernardo, en el lado del Evangelio y de la Epístola respectivamente, entablamento y frontón triangular partido sobre el que se disponen semiacróteras elipsoidales marcando los ejes de las semicolumnas dóricas.

Portada de la iglesia

San Benito y San Bernardo (1)

El frontón aloja un nicho de medio punto con una escultura de la Asunción flanqueado por pilastras estriadas jónicas, entablamento y frontón curvo. La Virgen está de pie sobre una media luna, coronada, con las manos unidas en oración, cubierta con amplio manto y dirige la mirada al cielo.

Virgen de la Asunción (1)

Por encima se ubica una ventana rectangular flanqueada por los escudos de la Congregación de Castilla, que en las esquinas muestra cuatro almohadillas con cruces de Órdenes Militares de Cristo, Calatrava, Montesa y Avis, ligadas al Císter, y del Monasterio, dos osos erguidos apoyados en un árbol.

Las calles laterales fueron ciegas hasta la adición en el siglo XVIII de tres vanos rectangulares en cada una para armonizar con la recién construida fachada del monasterio en la parte del Claustro de los Caballeros.

Sobre el primer cuerpo se dispone un entablamento y el segundo cuerpo también se estructura en tres calles. La central presenta un gran frontón curvo partido por un edículo con el escudo de la Monarquía Hispánica sostenido por un águila bicéfala explayada con corona real vaciada al aire coronado por frontón curvo rematado por cinco pequeñas acróteras. Las laterales son sendas torres compuestas por dos cuerpos abalaustrados decrecientes con pilastras pareadas flanqueando las arcadas en las que se insertan las campanas y remate en forma de cupulín poligonal.

Escudo de la Monarquía Hispánica

Las dos obras que influyeron en la traza de esta fachada fueron la sacristía del Convento de San Esteban de Salamanca, trazada y edificada por Alonso Sardiña junto a Juan Moreno en 1527, y la fachada de la iglesia del Colegio del Cardenal de Monforte de Lemos, ciudad en la que estuvo trabajando Arias da Barreira antes de incorporarse a Oseira.

La iglesia se iniciaría en 1185, durante el abadiato de fray García II, según un epígrafe en la girola en el que se lee “García”, barajándose el año 1239 como fecha de consagración y fin de las obras.

Interior de la iglesia

Conserva casi íntegra su fábrica medieval, llamando la atención la calidad del aparejo, formado por bloques de granito de cuidada talla colocados en hiladas horizontales con juntas de unión muy finas, con planta de cruz latina con cuerpo de tres naves de siete tramos, la central más alta y ancha que las laterales, transpeto de una sola nave de igual anchura que la central y de dos tramos por brazo y cabecera de grandes proporciones con girola y cinco capillas radiales separadas por tramos de muro con ventanas.

Sección longitudinal de la iglesia (2)

Planta de la iglesia (2). Las indicaciones son mías

Las naves están separadas por pilares de planta cuadrada con columnas en cada frente y arcos formeros apuntados doblados y ligeramente peraltados sobre los que se ubican bóvedas de cañón apuntado ligeramente peraltado reforzadas con arcos fajones que apean en columnas embebidas en el núcleo de los pilares o en el muro y que se corresponden con contrafuertes exteriores. La central tiene ventanas de medio punto practicadas en la propia bóveda y las laterales cuentan con ventanas de medio punto en el muro.

Cubierta de la nave central

El coro a los pies data de mediados del siglo XVI. Ocupa los tres primeros tramos de la nave central más un cuarto tramo más pequeño construido tras la incorporación de la nueva fachada occidental de la iglesia, configurando un sotocoro de gran profundidad cubierto con cuatro tramos de bóveda realizada completamente en granito a base de arcos carpaneles, muy rebajada, de terceletes y círculos, con claves decoradas con elementos fitomórficos y cuyos nervios apoyan en los soportes originales de la nave del templo del siglo XIII, compuestos por un núcleo de planta cuadrada con una columna adosada por cada lado.

La iglesia desde el sotocoro

Detalle de la bóveda del sotocoro

Esquema de la bóveda del sotocoro (3)

El coro desde la nave central

Entre el primero y segundo tramo se ubica una reja sencilla rematada con el escudo del monasterio realizada por Antonio López en 1803 que servía para acotar el espacio reservado al creciente número de seglares al servicio de los monasterios provocado por la ausencia de conversos, de ahí que este ámbito común a todos los monasterios reformados cistercienses recibiera las denominaciones de “iglesia de los seglares”, “iglesia de la feligresía”, “iglesia del barrio” o incluso “parroquia”. Estaba al cargo de un cura elegido por los monjes de la comunidad, que se ocupaba de regular el acceso, administrar los sacramentos, organizar las cofradías que se fueron instaurando… y contaba con altares y retablos, pilas bautismales y hasta se usó para enterramiento de feligreses.

Reja del sotocoro de la iglesia

El transepto apenas sobresale en planta, con brazos cubiertos con bóveda de cañón apuntado. En el brazo del Evangelio se abre la Puerta de los Muertos, de acceso al cementerio, compuesta hacia el interior por un sencillo arco doblado ligeramente apuntado y que hacia el exterior presenta dos arquivoltas de medio punto sobre columnillas y plintos, tímpano sin decoración y mochetas. Por encima de la puerta hay un gran rosetón con tracería sencilla formada por una cruz con forma de trébol de cuatro hojas.

Puerta de los Muertos (1)

El transepto de la Epístola tiene una puerta que comunica con el Claustro de los Medallones y otra con la sacristía. Ahí también se ubicaba la primitiva escalera que comunicaba la iglesia con el dormitorio común medieval que estaba sobre la sacristía y la sala capitular.

Transepto de la Epístola, con la puerta de los monjes de coro de comunicación con el Claustro de los Medallones a la derecha y la puerta de la sacristía a la izquierda

En la bóveda de este transepto se conservan los orificios que se utilizarían para pasar las cuerdas de las campanas, pues era costumbre en los monasterios cistercienses, ante la ausencia de campanarios, colocar una sencilla espadaña en ese brazo para llamar a los monjes a la oración.

Orificios para las cuerdas de las campanas en la bóveda y decoración pictórica del transepto de la Epístola

En el siglo XVI la primitiva escalera de maitines fue eliminada y se construyó una nueva escalera de maitines entre los muros de la girola y la sacristía para comunicar la iglesia con las celdas individuales que se construyeron en la galería alta del Claustro de los Pináculos tras eliminarse el dormitorio común medieval, y que es la que todavía utiliza la comunidad para los oficios nocturnos. Es de caja relativamente estrecha y los peldaños están decorados con punta de diamante, como después se aplicará a la Escalera de los Obispos y se cubre con bóveda de cañón rebajado decorada con casetones y en la parte superior tiene un pequeño lucernario cubierto con bóveda de crucería.

Nueva escalera de maitines (4)

Las pinturas del transepto fueron realizadas por Simón Maceira en 1762. Las del brazo del Evangelio están perdidas pero en el de la Epístola se distinguen la Lactación de San Bernardo y otra escena con un monje rezando abrazando un Crucifijo y también a los Evangelistas, ángeles, Virtudes, Alegorías de valores monásticos y motivos ornamentales. Las pinturas que cubrían la nave central desaparecieron en unas restauraciones en la década de 1970.

El crucero está cubierto por una cúpula de dieciséis nervios sobre cuatro trompas que se atribuye al monje Fernán Martínez, que figura como maestro de obras del monasterio, y se fecha ha. 1282. En los plementos están pintados santos y personajes de la Orden del Císter, aunque resulta muy difícil identificarlos.

Cúpula del crucero

Personajes del Císter en los plementos de la cúpula del crucero (1)

Sobre las trompas hay cuatro relieves barrocos de madera tallada con un águila bicéfala que alojan las esculturas de cuerpo entero de San Roberto de Molesme, San Alberico, San Esteban Harding, fundadores de la Orden del Císter, y San Bernardo, su impulsor, identificados en unas cartelas que sujetan las garras de cada águila. Fueron realizados por mandato de fray Jacinto de Ayala, abad del monasterio entre 1666 y 1668.

Escultura de San Bernardo en una de las trompas de la cúpula del crucero (1)

La cabecera, aunque está desfigurada por obras posteriores, no responde a los parámetros cistercienses y parece inspirada en la catedral de Santiago de Compostela, con un gran presbiterio circular rodeado de una girola.

La capilla mayor abre al crucero mediante un arco triunfal apuntado sobre columnas adosadas a los machones laterales y cuenta con dos tramos rectos, el segundo más ancho que el primero, y ábside semicircular. Los tramos rectos abren a la girola mediante arcos apuntados y doblados que originalmente cortaban en aristas vivas que posteriormente fueron molduradas, y por encima corre una línea de imposta sobre la que se abren ventanas en los lunetos de las bóvedas, las del primer tramo rectangulares y las del segundo de medio punto con acusado derrame interno, y se cubren con bóvedas de crucería sencilla con claves decoradas con florones.

Capilla mayor

El ábside semicircular abre a la girola mediante siete arcos apuntados ligeramente peraltados y doblados con aristas vivas sostenidos por seis gruesas columnas asentadas sobre plintos de fustes lisos y sencillos capiteles con decoración vegetal o lisa. Sobre los arcos se levanta un muro dividido verticalmente por seis columnas entregas sobre ménsulas ubicadas en las enjutas que soportan seis de los ocho nervios de la bóveda de crucería. En el arranque de los plementos de la bóveda se abren ocho ventanas de medio punto con derrame interno. La capilla mayor fue pintada en 1694, según consta en una cartela, en tiempos del abad fray Luis Perruca.

Decoración pictórica de la capilla mayor

En la actualidad el presbiterio está presidido por Santa María Real de Osera, una estatua de la Virgen de la leche de piedra policromada del siglo XII, con María sentada sosteniendo al Niño con su mano izquierda mientras con la derecha le ofrece el pecho, procedente de la Capilla de San Andrés.

Santa María la Real de Osera (1)

A ambos lados del inicio de la girola destacan cuatro retablos barrocos realizados durante el abadiato de fray Plácido Morriondo a mediados del siglo XVIII dorados y policromados por Simón Maceira y con tallas atribuidas por algunos especialistas a José Gambino y su taller. Presentan banco, un cuerpo con caja de medio punto flanqueada por columnas de fuste liso con decoración de follajes y putti, sobrecuerpo con un relieve alusivo a la advocación y remate con formas a base de volutas, placas y putti.

Retablos en el inicio de la girola

Los dos del Evangelio están dedicados a Santiago peregrino, con una talla de cuerpo entero del santo y un relieve con el apóstol orante ante la Virgen del Pilar, y a San Benito, con talla del santo y relieve que representa al santo desnudo revolcándose entre zarzas para vencer las tentaciones carnales.

Retablos del Evangelio dedicados a Santiago Peregrino y San Benito

Santiago Peregrino

San Benito

Los dos de la Epístola están dedicados a San Bernardo, con talla del santo y relieve en el que éste se sumerge en un lago de agua helada para vencer las tentaciones, y a San Famiano, con talla de este peregrino alemán que después de visitar Santiago se hizo monje de Oseira, y escena que lo representa de peregrino sacando, como Moisés, agua de una roca en Galese. Los relieves responden al carácter postrentino de resaltar aspectos de la vida de los santos representados que demuestren su santidad. Los retablos están unidos dos a dos formando arcos de triunfo sobre los que se ubicaban sendas estatuas ecuestres aunque sólo se conserva la del lado de la Epístola con San Raimundo de Fitero, fundador de la Orden de Calatrava, que hacía pendant con la de Santiago Matamoros, perdida.

Retablos de la Epístola, dedicados a San Bernardo y San Famiano y con San Raimundo de Fitero sobre el arco de triunfo

San Bernardo (1)

San Famiano (1)

San Raimundo de Fitero (1)

La girola presenta cuatro tramos rectos cubiertos con bóveda de crucería sencilla y siete tramos trapezoidales de distintas dimensiones cubiertos con bóvedas de cuarto de cañón iguales a las de la tribuna de la cabecera de la Catedral de Santiago de Compostela. Están reforzadas con seis arcos fajones que actúan como arbotantes que recogen los empujes de la capilla absidial y los transfieren a los contrafuertes exteriores. En el segundo tramo del lado de la Epístola está el mencionado epígrafe en el que se lee “García”, importante para la datación del arranque de las obras, pues se ha identificado con el segundo abad con ese nombre, el tercero que gobierna el monasterio, entre ha. 1183 y 1203-1205.

Girola (5)

Las cinco capillas radiales de la girola se alternan con tramos sin ellas, igual que en las iglesias románicas de la Auvernia y del Languedoc y en las iglesias de peregrinación, como Compostela, que presentan ventanas de medio punto con dos arquivoltas y bandas decorativas con motivos en zig-zag y vegetales.

Comenzando por el lado del Evangelio, las capillas están dedicadas a Santa Victoria, mártir cordobesa, San Miguel, Nuestra Señora, Santa Humbelina y Santa Catalina de Alejandría. Originalmente tendrían planta semicircular cubierta por bóveda de cuarto de esfera precedida por un tramo recto de cañón apuntado aunque en la actualidad la única que presenta esa composición es la de Santa Humbelina, pues del resto, tras una remodelación de fines del siglo XVIII en la que también se realizaron los retablos de granito policromado, tres presentan planta cuadrada y una cuarta sólo es un nicho en la pared porque su espacio quedó ocupado por la nueva escalera de maitines.

Retablo de Santa Victoria

Retablo de San Miguel

Retablo de Nuestra Señora

Retablo de Santa Humbelina

Retablo de Santa Catalina de Alejandría

Y terminamos este paseo con otro de los vestigios medievales del conjunto, la Capilla de San Andrés, adosada al hastial norte del crucero del Evangelio. Aunque hay autores que defienden que fue la primitiva iglesia utilizada por los primeros monjes antes de construir el templo definitivo, esta teoría no se sostiene por su pequeño tamaño y porque su estilo es similar al de la iglesia y presenta el mismo tipo de cruces de consagración, considerándose que también es de comienzos del siglo XIII aunque algo posterior a la iglesia porque está adosada a su muro del crucero.

Fachada norte de la iglesia con la Capilla de San Andrés adosada al crucero (6)

En el muro occidental se ubica una portada de dos arquivoltas apuntadas y tímpano liso sostenido por mochetas con decoración vegetal y en el muro norte cuenta con una ventana de acusado derrame externo con una arquivolta apuntada sobre columnas monolíticas y capiteles con decoración vegetal.

Portada de la Capilla de San Andrés (1)

Presenta nave única de dos tramos muy alta para sus dimensiones y cubierta de bóveda de cañón apuntado sostenida con un arco fajón que apoya en dos capiteles-ménsulas decorados con golas y hojas planas respectivamente. Contaba con una capilla absidial semicircular desaparecida en el siglo XVIII de la que se conserva el arco de triunfo apuntado y doblado sobre el que abre un pequeño vano adintelado con derrame interno algo descentrado que estaba presidida por la imagen románica de Nuestra Señora de la Leche que hoy se encuentra en la capilla mayor de la iglesia.

Capilla de San Andrés (2)

Los muros laterales presentan cuatro arcosolios. Los del lado del Evangelio son de medio punto y los de la Epístola son apuntados. En este sentido, se cree que fue una capilla funeraria para familias nobles, como los Vilariño y otros linajes, pues las reglas del Císter no permitían el entierro en la iglesia abacial. Fue restaurada en 1932 bajo la dirección del arquitecto Alejandro Ferrant y en la actualidad presenta el yacente del abad Dom Arias, vestido con hábito, porta un libro en la mano izquierda y el báculo en la derecha y fechada a comienzos del siglo XV.

Yacente del abad Dom Arias en la Capilla de San Andrés (7)

Este “paseo” por Santa María de Oseira se completa con los siguientes artículos publicados en Viajar con el Arte:


Imágenes ajenas:

(3) MARTÍN TALAVERANO, R., Bóvedas de crucería rebajadas hispanas: geometría, estructura y construcción, Tesis doctoral, Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid, 2014.
(4) PERNAS ALONSO, M. I., Escaleras de piedra de los conjuntos monásticos de la provincia de Ourense entre los siglos XVI y XVIII. Análisis gráfico, Tesis doctoral, Universidade da Coruña, Departamento de Representación e Teoría Arquitectónica, 2011.

Fuentes:

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