La catedral de Tarragona a lo largo de la historia
La catedral basílica
de santa Tecla, la Iglesia madre de todas las iglesias de la archidiócesis
de Tarragona y sede del arzobispo, se ubica en la zona más alta
de la ciudad, símbolo del poder de la Iglesia y su capacidad económica en época
medieval, sobre un templo del siglo I dC. dedicado a Augusto cuyos restos han sido localizados en la nave central tras unas campañas de excavaciones
arqueológicas y prospecciones geofísicas en 2007, y es el resultado
de múltiples aportaciones arquitectónicas a lo largo de varios siglos y de
diferentes estilos artísticos.
Las evidencias más antiguas de la existencia de un núcleo
poblacional en Tarragona parecen corresponder al siglo V aC., relacionadas con
un asentamiento en la zona baja, cerca del puerto, sobre el acantilado que
defendería esa parte de la costa. Se supone que sería una ciudad, oppidum, amurallada y con una extensión
de más de ocho hectáreas, la antigua Tárakon
citada después por Polibio y Tito Livio, el centro del poder desde el que se
vertebraría la explotación del territorio de la Cossetania.
En 1955 el profesor Sánchez Real dirigió una campaña arqueológica en el patio del claustro.
Plaza de la catedral de Tarragona. Fotografía de Jordi Puig (1) |
Extensión aproximada de la polis ibérica de Tárakon sobre una fotografía aérea de la ciudad en la actualidad (2) |
Tras la conquista
romana de la mano de los hermanos Publio
y Cneo Cornelio Escipión en el año 218 aC. en el contexto de la Segunda
Guerra Púnica contra los cartagineses, se localiza una dipolis o ciudad doble,
con un asentamiento en la polis u oppidum
sobre el puerto natural y la ocupación militar de la ladera meridional de una
colina a unos ochenta metros sobre el nivel del mar, además de barrios
suburbanos para comerciantes, servicios, las familias de las tropas romanas…
“(…)
Escipión, llevando rápido su ejército ante la noticia que habían aparecido nuevos enemigos,
castigó algunos prefectos de las naves y, dejando una pequeña guarnición en
Tarraco, volvió con la escuadra a Emporion (…)”. Tito Livio, Ab urbe condita, s. I dC. (10)
El primer recinto defensivo de los Escipiones seguramente
sería de piedra, adobe, tierra y madera, que hacia el 200 aC., tras la
capitalidad, se sustituirá por otro más estable, con grandes muros de piedras y
torres con igual base de opus siliceum, bloques megalíticos, sobreelevadas
con un segundo cuerpo en opus quadratum.
En el último tercio del siglo II aC., coincidiendo con los últimos momentos de las guerras celtibéricas, hubo una gran ampliación y el recinto militar de la zona alta se unió a la polis portuaria, abarcados por la misma muralla de sillería sobre base megalítica que ya no es solo defensiva sino también monumental, que protege un enclave de gran importancia en el proceso de conquista de Hispania, la sede del gobernador provincial, el principal centro de recepción de tropas, cuartel general, lugar de acuartelamiento en invierno y emporio portuario al que llegan y del que parten gran cantidad de mercancías para su consumo y redistribución. En estas fechas es también cuando culmina el proceso de fusión de las dos zonas de la ciudad y cuando se planifica una urbe de planta romana con trama, ejes de servicios como el alcantarillado y calles pavimentadas.
En el último tercio del siglo II aC., coincidiendo con los últimos momentos de las guerras celtibéricas, hubo una gran ampliación y el recinto militar de la zona alta se unió a la polis portuaria, abarcados por la misma muralla de sillería sobre base megalítica que ya no es solo defensiva sino también monumental, que protege un enclave de gran importancia en el proceso de conquista de Hispania, la sede del gobernador provincial, el principal centro de recepción de tropas, cuartel general, lugar de acuartelamiento en invierno y emporio portuario al que llegan y del que parten gran cantidad de mercancías para su consumo y redistribución. En estas fechas es también cuando culmina el proceso de fusión de las dos zonas de la ciudad y cuando se planifica una urbe de planta romana con trama, ejes de servicios como el alcantarillado y calles pavimentadas.
En época de Julio
César la ciudad fue reconocida como Colonia
Iulia Urbs Triumphalis Tarraco, y Octavio
Augusto, que residió en ella entre los años 26 y 25 aC., de ahí que también
se la conociera como Imperial Tarraco por haber sido de facto capital del imperio, la convirtió en capital de la Provincia Hispania Citerior, que con la
reorganización de Hispania, pasó a denominarse Tarraconense. Su reconocimiento como colonia implicó que sus
ciudadanos ya no fueran considerados federados o extranjeros sino romanos de
pleno derecho.
Así, a fines del siglo I dC. la ciudad ya contaba con un Foro de la Colonia, municipal,
destinado a temas locales y ubicado en la parte baja, con un templo Capitolino,
y un importante Foro Provincial, uno
de los más grandes del Imperio, conformando un gran conjunto arquitectónico con
una plaza en el punto más alto
destinada a alojar el templo de culto al
emperador, una segunda gran plaza de
representación político-religiosa y un circo
dispuestos en terrazas escalonadas ocupando gran parte de la colina
tarraconense, que se debió de construir por la necesidad de tener en la
capital la sede del Concilium Provinciae
Hispaniae Citerioris para la administración política, religiosa, social y
económica de la provincia Hispania
Citerioris, una de las más extensas del Imperio. Es muy probable que tanto
materiales como arquitectos y otros profesionales procedieran directamente de
Roma.
Reconstrucción hipotética de la ciudad en el siglo II dC. (2) |
Según las excavaciones arqueológicas, la terraza superior, presidida
por el templo de culto al emperador, era un gran espacio de 133 x 152 metros,
el temenos, rodeado de un muro
perimetral con aberturas cada siete metros y medio y un pórtico con columnas de
fustes de unos cinco metros de altura, conservándose importantes restos del
gran muro en los lados norte y oeste del claustro de la catedral porque fueron reutilizados
para su cierre, tal y como ya reconocía en el siglo XVI el erudito Lluís Pons
d’Icart, considerado por la historiografía como el primer arqueólogo catalán.
En los lados mayores del pórtico había grandes arcos con exedras destinadas a
alojar estatuas de culto imperial.
Reconstrucción hipotética de la terraza superior de la ciudad romana (2) |
Antes de la localización arqueológica del templo dedicado a Augusto en la nave
central de la catedral ya se conocía de su existencia por testimonios como el del
historiador Tácito, que en sus Anales
cuenta que a la muerte del emperador en el año 15 dC. una embajada de la ciudad
viajó a Roma para solicitar permiso a Tiberio para su construcción, o el de
Espartiano, que dice que dicho templo fue restaurado, primero por Adriano,
durante su estancia en Tarraco en el invierno de entre los años 122 y 123,
cuando presidió una asamblea extraordinaria de las tres provincias hispanas, y
después por Septimio Severo. Este templo de Tarragona pudo ser el primero que
se le dedicó al emperador fuera de Roma.
“(…)
Después de esto viajó los años 122-123 a Hispania y pasó el invierno en Tarraco, donde restauró, asumiendo él los
gastos, el Templo de Augusto (…)”. Scriptores
Historiae Augustae. De Vita Hadriani, s. IV dC. (10)
También se conocen monedas emitidas en la misma época de
Tiberio que hacen referencia a la divinidad de Augusto y que muestran un templo
octástilo en su honor. En unas emisiones está levantado sobre un estilobato o
plataforma escalonada y en otras sobre una plataforma elevada o podium.
Sestercio provincial de Tarraco de época de Tiberio que en una cara tiene la cabeza radiada de Augusto y en la otra el frente de un templo octástilo (3) |
Las excavaciones arqueológicas y las pruebas geofísicas nos
informan de que podría medir unos 47 x 27 m. y estaría sobre un podium, unas
medidas que encajan con las modulaciones de los templos octástilos, como el
dedicado a Trajano en Itálica, por ejemplo, que mide 49 x 29 m., con la fachada
a la altura del segundo tramo de la nave central de la catedral, la anchura de
ésta y parte de las naves laterales y la cabecera a la altura de los pilares
norte que soportan la estructura del cimborrio, cerca de la actual mesa de
altar.
Reconstrucción hipotética del templo dedicado a Augusto (2) |
Planta del foro romano y de la catedral superpuestas según las excavaciones arqueológicas (4) |
En cuanto a la cristianización
de Tarragona, según la Epístola de
san Pablo a los romanos 15, 24 comenzaría ya en el siglo I, cuando el apóstol
dice que visitó Hispania y predicó en Tarraco, germen del arraigo del
cristianismo en la ciudad, plenamente consolidado en el año 259, cuando se
fechan los martirios del obispo Fructuoso y sus diáconos Augurio y Eulogio, quemados vivos en el
anfiteatro durante la persecución de los emperadores Valeriano y Galieno,
dirigida principalmente contra la jerarquía eclesiástica y los laicos
influyentes buscando evitar la integración política de los cristianos en el
estado romano, y que conocemos gracias a la Passio
Fructuosi, un documento anónimo anterior a la primera mitad del siglo IV
que mezcla el testimonio directo de testigos del martirio, la consulta de las
actas públicas del proceso y hechos sobrenaturales. El original se escribiría
sobre papiro o pergamino y circularon abundantes copias manuscritas en muchas
comunidades cristianas, conservándose más de veinticinco códices de entre los
siglos VIII y XIV que contienen el relato.
Pintura mural del siglo XIII en la iglesia de san Fructuoso de Huesca con el Martirio de los santos y el Traslado de las reliquias de san Fructuoso (5) |
Pero esta persecución y la posterior de Diocleciano no
lograron sus objetivos y en el siglo IV la iglesia de Tarragona ya contaría con
una destacada organización. La actividad comercial del puerto provocó un
importante desarrollo de esa zona, a la que se sumó el culto a los mártires,
que fueron enterrados en una necrópolis suburbana junto a la vía que salía
desde el puerto hacia el río Francolí o Tulcis, y tras la oficialización del
Cristianismo por Teodosio esa zona se convierte en un espacio de culto martirial
donde se construye una basílica, un baptisterio y un hospital de peregrinos,
quizá un episcopio, la primera sede episcopal de Tarraco. Muy cerca también se
construyó una segunda iglesia que según una inscripción localizada pudo estar
dedicada a la beata Thecla con una nueva necrópolis.
Pero con las invasiones
bárbaras la ciudad pasó por una época de semiabandono, con una nueva
bipolarización en zona portuaria, fuera de las murallas, y un núcleo intramuros
en la parte alta separados por una zona central semirrústica de muy escasa
ocupación.
Con el fin del Imperio de Occidente en el año 476 Tarraco
pasó a formar parte del reino visigodo
de Tolosa, gobernada por un dux visigodo y el obispo metropolitano. Se cree que
en el siglo VI el antiguo espacio de culto imperial en la zona alta de la
ciudad se cristianizaría para acoger la sede episcopal y la Iglesia
metropolitana de Tarragona, hasta ese momento en otro lugar aún no localizado.
Esa catedral visigótica podría
haberse ubicado en el espacio de una gran sala axial romana en el extremo
nororiental de la gran plaza o aprovechando alguna de las exedras nororientales
del pórtico. A su alrededor se construirían otras dependencias asociadas, como
el episcopio, el baptisterio y otros edificios religiosos y civiles.
Tras la invasión
musulmana a comienzos del siglo VIII, cuando el obispo tarraconense
Próspero y sus diáconos Procopio y Pantaleón abandonaron la sede y huyeron a
Verona, en Italia, llevándose las reliquias y libros litúrgicos, se inicia un
nuevo periodo de semiabandono de Tarragona que se vio acentuado porque la zona
se convirtió en tierra fronteriza entre los reinos cristianos y musulmanes.
A fines del siglo XI
el papa Urbano II, a instancias del conde Berenguer Ramón II de Barcelona, y
dentro del proceso de expansión feudal de los condados catalanes, creó una
orden de caballeros bajo la regla agustiniana para incorporar Tarragona a la
Iglesia Católica y nombró también arzobispo de Tarragona al obispo de Vic Berenguer
Sunifred de Lluçà, restableciendo la sede episcopal metropolitana, que durante
cuatrocientos años había estado transferida al arzobispado de Narbona.
Pero los cruzados no consiguieron vencer la resistencia
musulmana y la ciudad siguió bajo su dominio, teniendo que esperar a 1118 para
que las tropas del conde Ramón Berenguer III tomaran la ciudad y la comarca, a
falta de mínimos reductos de resistencia refugiados en poblaciones serranas con
castillos como Prades o Siurana, y promoviera que el papa Gerasio II nombrara
al obispo de Barcelona Oleguer
Bonestruga, después san Olegario, como obispo también de la sede
tarraconense, donándole la ciudad y su territorio para que procediera a su
restauración y repoblamiento. Pero el nuevo obispo, consciente de su debilidad
en caso de ataque de los almorávides de Tortosa, entregó la posesión al
caballero normando Robert Bordet, después conocido como Robert d’Aguiló, al que nombró Princeps
Tarraconae, estableciendo un principado militar, y dada la inestabilidad de
la zona, san Olegario obtuvo el permiso papal para no residir en Tarragona,
quedándose a vivir en Barcelona, donde murió y fue enterrado.
Se cita el año 1154,
tras la conquista de Lleida, Tortosa y Siurana, el último reducto islámico en
Cataluña, una vez devueltos al condado de Barcelona sus derechos sobre la región
a pesar de la resistencia del heredero de Robert d’Aguiló, y gracias a una bula
firmada por el papa Anastasio IV, como la fecha en la que en la ciudad se instaló por primera vez un arzobispo con
residencia permanente, Bernat Tort,
llegado de la Abadía de Saint Ruf de Avignon, en Francia, territorio que en esa
época tenía vínculos importantes con los condes de Barcelona.
Principales construcciones cristianas tras la recuperación de la diócesis (2) |
El arzobispo Tort estableció la canóniga catedralicia con monjes venidos de su monasterio,
canónigos regulares de la Orden de san Agustín, distinguiéndose entre ellos el
pavorde, administrador general del capítulo, el arcediano, que ayudaba en la
celebración de los oficios, el tesorero, que se ocupaba de los gastos del
culto, el sacristán mayor, que tenía a su cargo el servicio del culto, el
camarero, encargado del vestuario, el capiscol o chantre, director del coro, el
sub-capiscol, que enseñaba los cantos, el hospitalario, encargado del hospital
catedralicio, o el enfermero, que cuidaba la enfermería.
Se instalaron en la parte más alta, dominando la ciudad y el
mar, y en sus ordenaciones se menciona una fortaleza en la que los canónigos
debían distribuir el refectorio, la sala capitular, el granero y la bodega, una
capilla para uso diario y la iglesia de santa Tecla, muy probablemente el
antiguo edificio romano utilizado por los primeros cristianos de la ciudad
cuando se dio la libertad de culto y después por los visigodos, donde tenían
que celebrarse la misa de los domingos, las fiestas de precepto, los concilios
y las consagraciones episcopales, funcionando como iglesia catedralicia, y que estaría cerca
del ábside de la actual, en el entorno del Patio del Naranjo.
“Y doy a los canónigos esta fortaleza o equipamiento que
aquí estoy edificando para que permanezcan y vivan a perpetuidad, de manera que
aquí tengan todo lo necesario frente a los ejércitos navales/grupos de los
sarracenos, y que aquí tengan sus oficinas, arriba y abajo. Abajo, la bodega y
granero, y encima del refectorio, el dormitorio, la cocina y el capítulo, tal
como ha sido extendido/replanteado. Doy eso a los mencionados canónigos, y esta
capilla inferior que está contigua a esta fortaleza” (11)
La hagiografía de
santa Tecla comienza en el año 48 en
la ciudad de Iconio, en Anatolia, y cuenta que cuando san Pablo estaba
predicando en casa de un amigo la joven Tecla, perteneciente a una rica familia
de la ciudad y prometida a Tamiris, quedó tan extasiada por las palabras del
apóstol que decidió seguirle. Cuando el despechado prometido denunció a san
Pablo por hechicero y éste fue encarcelado, la joven utilizó sus joyas para
sobornar a los carceleros y liberarlo y a partir de ese momento ambos viajaron
juntos cristianizando el mundo y cuando llegaron a Tarragona consiguieron
muchas conversiones. A continuación Tecla prosiguió su misión evangelizadora en
Seleucia, donde fue perseguida, encarcelada y sometida a tormentos de los que
salió indemne, por lo que sus captores, derrotados, la terminaron dejando en libertad
viviendo como anacoreta dedicada a la oración hasta la vejez. Murió cuando enviaron unos soldados para que la ultrajaran, rezó para librarse del nuevo
tormento y conservar su castidad y la cueva en la que vivía se derrumbó dejando
solamente uno de sus brazos al descubierto. Sus seguidores lo recogieron y lo
llevaron a Armenia para rendirle culto.
Escenas de la Vida de santa Tecla en el retablo mayor de la catedral de Tarragona |
Escenas de la Vida de santa Tecla en el retablo mayor de la catedral de Tarragona |
La primera referencia a santa Tecla en las comunidades
cristianas del Camp de Tarragona es un documento anónimo del siglo III que dice
que los tarraconenses tenían gran devoción a una “beata Thecla virgine”
egipciaca (que significa que era de piel oscura) que fundó un convento femenino
junto a Tarraco. Se la nombra patrona de la ciudad tras la conquista a los
musulmanes del conde Ramón Berenguer III en 1117, pero como en el santoral
eclesiástico aparecen diversas Teclas y no se sabe con certeza a cuál de ellas
rinden culto los tarraconenses desde antiguo, se establece que sea santa Tecla de
Iconio porque como discípula de san Pablo visitaría Tarragona con él.
En 1319 Jaime II envió embajadores para negociar con el rey
Onsino de Armenia la entrega de las reliquias de la santa y consiguen los dos
brazos y algunos huesos más, pues aunque la leyenda dice que sólo enterraron el
brazo, el cadáver estaba completo. A cambio entregaron cuarenta caballos, un
trono de oro, dos mil quesos mallorquines y otros bienes. De vuelta a Barcelona
a fines de 1320, un brazo y el resto de los huesos fueron depositados en el
monasterio de Sant Cugat del Vallés y en 1321 el otro brazo fue trasladado en
solemne procesión a Tarragona. Estuvo custodiado en la catedral hasta la Guerra de la
Independencia, cuando la reliquia desapareció, por lo que en 1814 el monasterio
donó a Tarragona el otro brazo para que la ciudad pudiera seguir honrando a su
patrona.
Armario relicario empotrado en el muro de la Epístola del presbiterio a manera de ventana bífora sobre el sepulcro de Joan d'Aragó en el que estuvo el brazo de santa Tecla |
A fines del siglo XX durante la rehabilitación de una casa
antigua en la parte alta de la ciudad apareció una arqueta tras una pared con
los huesos de un brazo humano y tras investigaciones se certificó que era la
perdida reliquia de la santa durante la invasión francesa, por lo que en la
actualidad la catedral custodia los dos brazos de la santa.
Por otro lado, en 1995 durante la construcción de un centro
comercial junto al río Francolí, al lado de la necrópolis paleo-cristiana de la
fábrica de tabacos, se hallaron los restos de una basílica del siglo III dC. y
el cementerio de la comunidad religiosa en la que todas las tumbas eran
anónimas menos una central identificada con la inscripción “BEATA THECLA VIRGO”,
de ahí que haya autores que defiendan que ésta sería la verdadera patrona de la
ciudad y no la armenia.
HAEC HIC BEATA THECLA / VIRGO X PIEI PATRIA AEGYP / VIXIT
ANN LXXVII VT MERV / IT IN PACEM QVI EVITDNI ♥
Volviendo a la historia de la catedral, las dimensiones y el
estado del viejo templo visigodo no tendrían las condiciones necesarias y en
1167 ya se conoce una donación en el testamento de Pere de Queralt “ad ecclesiam Sancte Tecle faciendam”.
La elección de las construcciones romanas preexistentes y de
un extenso recinto rectangular para el claustro, delimitado por parte del temenos flavio, condicionaron desde el
principio la evolución de las obras de
la nueva catedral, que se iniciarían después de 1171 según el testamento
del arzobispo Hug de Cervelló (asesinado
ese año por Guillem d’Aguiló, hijo de Robert, en su lucha por recuperar el
principado), que legó una importante suma de dinero para empezar su
construcción
“ad opus ecllesiae incipiendum et ad officinas
canonicae faciendas, in eodem opere, sicuti tunc ordinaverat expenderetur: D videlicet
in opere ecclesia, et D in oficinis canonicae”,
lo que indica que todavía no estaban empezadas las obras
pero su inicio sería inmediato, de ahí que se dijera “incipiendum”, y también
se iban a construir diversas dependencias en la canónica, teniéndose que
repartir la cantidad a medias.
El arzobispo Berenguer
de Vilademuls también fue decisivo para la construcción de la nueva Seo
porque destinó varias rentas arzobispales y el importe de las vacantes de
algunas canonjías que fueron suprimidas aposta durante doce años. También
redujo varias de las prebendas canonicales para implicar al capítulo en la obra
y a su muerte, asesinado por su sobrino Guillem de Montcada en 1194, legó todos
sus bienes para la financiación de la catedral.
No se conoce el maestro ni cómo sería este proyecto inicial, que estaría todavía
vinculado al románico. Parece difícil que fuera un edificio de las dimensiones
del actual. Sería un templo de una sola
nave amplia y lujosa, tal y como parece indicar el desarrollo del ábside
central conservado, que también nos informa, con su forma semicircular, sus
robustos muros provistos de matacanes, merlones y almenas y
camino de ronda, que fue concebido como una poderosa torre de defensa, pues los
documentos de la época hablan de ataques de piratas y sarracenos que llegaban
por mar. Además, las ventanas se construyeron elevadas para dificultar el
acceso del enemigo en un posible ataque, rasgadas en la bóveda en vez de en el
muro, aunque años después, cuando ya no había peligro, se abrieron nuevas
ventanas más grandes situadas más cerca del suelo. El arco de triunfo apuntado
que abre a este ábside también indica que la intención sería cubrir la nave con
bóveda de cañón apuntado.
Detalle del ábside central (6) |
Ábside central abierto al cuerpo de la iglesia mediante un arco de triunfo apuntado |
En 1184 ya habrían estado terminadas las obras del ábside,
pues ya acogió enterramientos y sus paredes se gravaban con inscripciones
funerarias. Adosada al lado del Evangelio del ábside se levantó la sacristía, con
cuatro ventanas superiores que con la construcción de la crucería claustral en
ese lado quedaron ciegas.
Pero a fines del
siglo XII, siendo arzobispo Ramon de
Rocabertí, hubo un cambio sustancial
en el planteamiento de las obras para agrandar la catedral y convertirla en
un edificio de tres naves, crucero, ábsides laterales, y cubiertas de bóvedas
de crucería, combinando soluciones
románicas con elementos ya góticos, igual que en la Seu Vella de Lleida, obra contemporánea. Para lograr mayor altura en la
cabecera para el arranque de las nuevas bóvedas y adaptar las columnas
románicas para poder recibir los nervios de la crucería y abrir rosetones góticos
en los testeros del transepto, se decidió levantar sobre lo ya construido un nuevo piso de
nuevas columnas y pilastras planas, una solución muy estética que quizá imitara
a la superposición de órdenes habitual en la arquitectura romana, de la que
tantos ejemplos debían quedar en las ruinas de la antigua Tarraco.
Para la construcción del ábside de la Epístola no hubo
problema porque había espacio, pero el ábside del Evangelio tuvo que adaptarse
tomando parte de la sacristía. En cuanto a las naves, los arranques de los pilares
románicos de forma cruciforme estaban proyectados para soportar arcos torales
de una bóveda de cañón, por lo que para poder recoger los nervios de las nuevas
bóvedas de crucería se optó por adosar dobles columnas en cada extremo de los
brazos de la cruz y una columna más, igual que en Poblet y Santes Creus, en
cada ángulo, logrando que el peso de las ojivas diagonales llegase hasta el
suelo.
Soportes entre las naves |
También corresponde al arzobispado de Rocabertí la terminación del claustro y la
transformación de las dependencias canonicales que lo rodeaban.
Vista aérea del claustro (6) |
En tiempos del obispo Aspàreg
de la Barca, en el primer tercio del siglo XIII, quedaría terminada la
cabecera, que fue abierta al culto. La vieja iglesia visigótica, cuando el
culto pasó a la nueva catedral, empezaría a denominarse Santa Tecla la Vieja
para distinguirlas, ambas bajo la misma advocación. Muy cerca, en lo que fue el
cementerio de la Seo, también se construyó una capilla funeraria, el monumento
medieval de este tipo más antiguo conservado en Tarragona, y cuando la vieja
basílica fue finalmente derruida porque la catedral nueva ya estaba lista, esa
capilla funeraria tomó el nombre de la basílica, siendo lo que hoy conocemos
como Santa Tecla la Vieja.
A mediados del mismo siglo XIII, en tiempos del arzobispo Pere d’Albalat, se terminó el crucero,
se construyó el cimborrio y el primer tramo de la nave central. En tiempos del
arzobispo Bernat d’Olivella, en las
décadas de 1270 y 1280, se construyeron los dos últimos tramos de las naves
laterales hasta la fachada y sus correspondientes puertas, que aún presentan
características románicas.
El cimborrio desde el presbiterio |
Exterior del cimborrio (6) |
Portada de la Epístola (1) |
Portada del Evangelio (1) |
Entre fines del siglo XIII y comienzos del XIV, en tiempos
del arzobispo Rodrigo Tello, se
cubrió completamente la iglesia.
Cubiertas de crucería de la nave central |
La consagración del
templo no tuvo lugar hasta junio de 1331 de la mano del patriarca de
Alejandría y administrador del arzobispado de Tarragona el infante Joan d’Aragó y Anjou, hijo de Jaume II,
rey de Aragón, Valencia y Sicilia y conde de Barcelona, enterrado en un
arcosolio en el presbiterio, aunque la portada principal en la fachada occidental, abierta a la ciudad, no estaría terminada en esa fecha.
Fachada occidental, con la portada central gótica y las laterales todavía románicas |
En el siglo XIV se incorporaron las capillas
laterales y en el XVIII hubo importantes transformaciones, de ahí que
tanto en el templo como en el claustro se conserven ámbitos góticos,
renacentistas y barrocos.
Plano de J. Figuerola y J. C. Gavaldà. Las indicaciones son mías |
En cuanto a la ciudad medieval, el viejo circo, que quedó
fuera de ella, poco a poco se fue transformando en un arrabal, conocido como el
Corral, en el que se desarrollaban actividades comerciales e industriales. Y
también se recuperó el puerto, desde el que se comerciaba con el Mediterráneo
Occidental.
En el siglo XIV, complicado para Europa y para la Corona de
Aragón, inmersa en la llamada Guerra de los Pedros, que enfrentó a Pedro IV de Aragón con Pedro I de Trastámara, la vieja muralla romana fue
reparada y reforzada con un nuevo lienzo justo delante del antiguo circo, la
Muralleta o Mur Nou, y la guerra civil catalana, que enfrentó a Juan II y a la
Generalitat, la ciudad fue sitiada, provocando la disminución de su población y
problemas económicos graves que perduraron hasta la Edad Moderna.
En 1530 se
produjo la secularización de los
canónigos y el fin de su vida en comunidad, de ahí la transformación de las antiguas estancias que ocupaban en el claustro,
que se aprovecharon para nuevas funciones, como la construcción de viviendas
para las dignidades catedralicias, o se abandonaron.
Durante la Guerra
dels Segadors a mediados del siglo XVII Tarragona fue plaza fuerte y sus
murallas fueron otra vez reforzadas y durante la Guerra de Sucesión la ciudad
se plagó de baluartes, fortines y otros sistemas defensivos que condicionaron
su posterior expansión urbanística.
Durante la Guerra de
Independencia los franceses ocuparon la plaza y la catedral se utilizó como
torre de vigilancia, hospital de sangre y refugio contra los bombardeos. Aunque
la colección de tapices y gran parte del tesoro de la catedral pudieron ponerse
a salvo en Mallorca, donde también se refugió el obispo, Romualdo Mon y Velarde,
el resto de la plata litúrgica tuvo que ser entregada para contribuir a los
gastos de la guerra y en junio de 1811 se sufrió el ataque de las fuerzas
francesas, que expoliaron el templo, perdiéndose la poca plata que todavía
quedaba, entre la que se encontraba el relicario con el brazo de santa Tecla, y
gran parte de la indumentaria litúrgica. Terminada la guerra el obispo volvió y
trajo consigo las pertenencias de la catedral.
Plano de Tarragona en 1811 (7) |
Durante el Trienio Liberal entre 1820 y 1823 se hizo otro
traslado cautelar de la colección de tapices y del tesoro a Mallorca, devuelto
más tarde.
Foto antigua con la colección de tapices decorando el templo (8) |
En 1864 el arquitecto Amadeo Rodríguez planteó un proyecto
para la finalización del remate de la fachada occidental del templo que
finalmente no se materializó. En 1884 los arquitectos Elies Rogent y August
Font redactaron un proyecto de restauración y ordenación urbana del entorno de
la catedral que fue el primer levantamiento de un plano del conjunto catedralicio
realizado con un criterio global y exhaustivo de las distintas partes,
explicando detalladamente su estado en ese momento, aunque no llegó a materializarse
más que muy parcialmente. En 1908 el arquitecto Lluís Domènech i Montaner
planteó la construcción de un mausoleo para los reyes de Aragón en el centro de
la nave mayor que tampoco se realizó.
El fin de Tarragona como plaza fuerte en 1868 había
posibilitado su crecimiento urbano y económico, pues las murallas fueron
parcialmente derribadas, se construyó un nuevo puerto que aceleró el
crecimiento de la ciudad y el ensanche fue uniendo esta zona con la parte alta,
la vieja ciudad medieval.
Plano de Tarragona en 1900 (7) |
El desarrollo de una tímida industria a comienzos del siglo XX se vio truncado con la Guerra
Civil y no fue hasta la segunda mitad del siglo pasado cuando se empezó a configurar la Tarragona actual, con especial influencia de la industria petroquímica, el
desarrollo del puerto y, en menor medida, el turismo estacional.
En cuanto a la catedral, en la década de 1930 el reverendo Joan Serra Vilaró realizó trabajos
arqueológicos en la zona de la Capilla de santa Tecla la Vieja y a lo largo de
todo el siglo pasado ha sido objeto de varios trabajos arqueológicos. Así, tras
la Guerra Civil el arquitecto Alejando
Ferrant protagonizó algunas obras de restauración, como el reintegro de los
calados de los óculos del claustro, el desmontaje de las rejas del presbiterio,
la reparación de cubiertas…
Claustro |
Detalle de dos calados en los óculos del claustro |
En 1955 el profesor Sánchez Real dirigió una campaña arqueológica en el patio del claustro.
Entre 1960 y 1990 el profesor Theodor Hauschild, del Instituto Arqueológico Alemán, dirigió campañas de estudio arquitectónico y excavaciones para profundizar en el conocimiento de un recinto sagrado imperial y una estructuración de la parte alta de la ciudad en tres grandes terrazas, iniciando el descubrimiento de los restos de antiguas estructuras.
En esta segunda mitad de siglo XX los arquitectos Josep M. Monravà, Manel Lamich y Ramon Aloguín dirigieron la reparación de las cubiertas del claustro y de la Capilla de la Inmaculada y las obras de reordenación del presbiterio para adecuarse a las normas litúrgicas del Concilio Vaticano II, suprimiéndose el muro del trascoro y la reja delantera del mismo, ampliándose el presbiterio mediante el cerramiento lateral de su primer tramo, trasladándose allí parte de la sillería del coro y colocándose un nuevo altar más próximo a los fieles justo debajo del cimborrio, aunque el románico se conservó en su lugar de origen, ante el retablo mayor.
En esta segunda mitad de siglo XX los arquitectos Josep M. Monravà, Manel Lamich y Ramon Aloguín dirigieron la reparación de las cubiertas del claustro y de la Capilla de la Inmaculada y las obras de reordenación del presbiterio para adecuarse a las normas litúrgicas del Concilio Vaticano II, suprimiéndose el muro del trascoro y la reja delantera del mismo, ampliándose el presbiterio mediante el cerramiento lateral de su primer tramo, trasladándose allí parte de la sillería del coro y colocándose un nuevo altar más próximo a los fieles justo debajo del cimborrio, aunque el románico se conservó en su lugar de origen, ante el retablo mayor.
El presbiterio todavía con la reja (8) |
El presbiterio en la actualidad, con parte de la sillería del coro, un altar contemporáneo en el crucero y el primitivo románico conservado ante el retablo mayor |
El muro del trascoro constaba de dos lienzos de piedra, que
fueron trasladados al presbiterio, y una puerta central apuntada. En el lado del
Evangelio estaba el mausoleo construido con piezas escultóricas de las tumbas
de los Segorbe y Cardona procedentes del Monasterio de santa María de Poblet para guardar los restos de Jaime I el
Conquistador, recogidos tras el expolio y el abandono del cenobio y que fueron
devueltos al mismo en 1952.
Nave central con el muro del trascoro (8) |
Mausoleo de Jaime I antes de desmontarlo (8) |
Todas estas actuaciones no hicieron más que solucionar
problemas puntuales al tiempo que dejaron constancia de la necesidad de un
estudio global y multidisciplinar de la catedral que a fines del siglo XX fructificó en un Plan Director que incluía el estudio histórico y arqueológico del
conjunto y las obras necesarias de restauración y conservación bajo la
coordinación de los arquitectos Joan
Figuerola y Joan Gavaldà,
habiéndose identificado varios restos de edificios romanos incorporados al
conjunto entre los que destacan los del templo romano dedicado a Augusto bajo
la nave central del templo en 2007. En años posteriores se ha procedido a la
restauración de los paramentos de la bóveda y los muros y a su limpieza y
consolidación, a la recuperación y consolidación de las pinturas murales, a la
restauración de la sillería del coro y las puertas del órgano, a la restauración
de varias capillas, a resolver problemas de las instalaciones eléctricas y a la
sustitución de gran parte del pavimento.
Foto cenital con la excavación en la nave central (9) |
En 1905 la catedral fue declarada Monumento Histórico
Artístico, la ciudad es Conjunto Histórico Artístico desde 1966 y el conjunto
arqueológico de Tarraco quedó incluido en la lista de Patrimonio Mundial de la
Humanidad por la UNESCO en 2000.
Para seguir conociendo más de este impresionante monumento aquí os indico los artículos que he publicado o voy a publicar en breve en Viajar con el Arte dedicados a la CATEDRAL DE TARRAGONA:
La
decoración escultórica del claustro de la catedral de Tarragona
El Portal de la Epifanía del claustro de la catedral de Tarragona
El Portal de la Epifanía del claustro de la catedral de Tarragona
Imágenes y referencias ajenas:
(4) MACIAS, J. Mª, MENCHON, J., MUÑOZ, A. y TEIXELL, I., “La
construcción del recinto imperial de Tarraco (provincia Hispania Citerior)”, Butlletí
Arqueològic, tomo V, nº 32, 2009,
p. 423-479.
(8) FIGUEROLA MESTRE, J. y GAVALDÀ BORDES, J., Proyecto de restauración del interior de las
naves. Catedral de Tarragona. 4ª etapa del Plan Director, 2007.
(9) MACIAS, J. Mª, MUÑOZ, A. y TEIXELL, I., “Simultanejant
l’excavació i la difusió: l’experiència de la catedral de Tarragona”, Auriga, nº 60, 2010, pp. 25-27.
(10) VV.AA., Praesidivm, templvm et ecclesia. Les intervencions aruqueológiques a la catedral de Tarragona 2010-2011, Tarragona, 2012.
(11) VV.AA., La
Catedral de Tarragona. In sede, 10 anys del Pla Director de Restauració,
Tarragona, Arquebisbat de Tarragona, 2007.
Fuentes:
FIGUEROLA MESTRE, J. y GAVALDÀ BORDES, J., Proyecto de restauración del interior de las
naves. Catedral de Tarragona. 4ª etapa del Plan Director, 2007.
LIAÑO MARTÍNEZ, E., “La época del Císter y de las nuevas
catedrales en la Corona de Aragón”. En LACARRA DUCAY, Mª C. (coord.), Arte de
épocas inciertas. De la Edad Media a la Edad Contemporánea, 2009, pp.
47-102.
MACIAS, J. Mª, MENCHON, J., MUÑOZ, A. y TEIXELL, I., “Intervencions
arqueològiques a la Catedral de Tarragona: treballs del Pla Director
(2000-2003)”, Tribuna d'Arqueologia, 2003-2004, p. 221-246.
MACIAS, J. Mª, MENCHON, J., MUÑOZ, A. y TEIXELL, I., “Excavaciones
en la catedral de Tarragona y su entorno: avances y retrocesos en la
investigación sobre el Culto Imperial”. En NOGALES, T. y GONZÁLEZ, J. (Eds.), Culto Imperial: política y poder, 2006.
MACIAS, J. Mª, MENCHON, J., MUÑOZ, A. y TEIXELL, I., Praesidivm, templvm et ecclesia. Les
intervencions aruqueológiques a la catedral de Tarragona 2010-2011,
Tarragona, 2012.
MATA DE LA CRUZ, S., “Los avatares de la catedral de
Tarragona entre 1808 y 1813”, Locus
Amoenus, nº 11, 2011-2012, pp. 193-213.
MATA DE LA CRUZ, S., “Actuaciones del cabildo de la catedral
de Tarragona en el trienio liberal (1820-1823). Pérdida, salvaguarda y
recuperación del patrimonio artístico de la catedral y los monasterios de Scala
Dei y Poblet”. En SOCIAS BATET, I. y GKOZGKOU, D. (Coords.), Nuevas contribuciones en torno al mundo del
coleccionismo de arte hispánico en los siglos XIX y XX, 2013, pp. 249-268.
MUÑOZ MELGAR, A., La
Tàrraco dels primers cristians. La Tarraco de los primeros cristianos. The
Tarrago of de early christians, 2014.
PLADEVALL i FONT, A., “Berenguer Sunifred, arquebisbe de
Tarragona. La restauració de la província eclesiàstica”. En MACIAS i SOLÉ, J.
Mª y MUÑOZ MELGAR, A. (coords.), Tarraco
christiana civitas, 2013, pp. 225-240.
VV.AA., La Catedral de
Tarragona. In sede, 10 anys del Pla Director de Restauració, Tarragona,
Arquebisbat de Tarragona, 2007.
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